VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

Alberto Díaz Mata (CV)
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

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6.6 Espacios y equipamientos públicos en CU

6.6.1 El gran corredor exterior.
           La construcción de significados, de relaciones e interacciones en la comunidad de Cu sería muy distinta sin este gran corredor. Es el espacio más abierto, el más común. Se trata del ágora, del espacio público en que se cruzan las trayectorias y los afectos. Es el espacio de los protagonismos, pero también del anonimato, de las esperas prolongadas y de los encuentros fugaces.
            En el corredor se distinguen cinco secciones:

  • la primera al centro, es el corredor, una vía peatonal pavimentada en la que se distinguen dos cauces paralelos, uno forma una suave y continua pendiente que inicia en el edificio A y concluye en la explanada frontal del edificio C, el segundo cauce paralelo al primero, sigue la misma trayectoria pero el pavimento presenta escalonamientos. En sus bordes de esta vía se encuentran cuatro grandes jardineras con de escasa vegetación y provistas cada una de dos bancas de concreto;
  • la segunda sección de pequeñas dimensiones se localiza circundado la parte oriente del edificio C en el punto en que se intersectan un angosto corredor que viene de la parte posterior de la cafetería con una de las salidas laterales del edificio A y la continuación de uno de los patios semicirculares;
  • la tercera sección lo constituye la explanada frontal del edificio C y el vestíbulo exterior de esa edificación;
  • la cuarta sección en la parte norte (a la derecha en la fotografía) es un área mixta integrada con una parte rugosa de terracería y con una explanada pavimentada en una depresión del suelo, en la que se han reservado algunos espacios para plantar árboles;
  • la quinta sección en la parte sur (izquierda en la fotografía), es un área desnuda e irregular de terracería que inicia en la parte sur del edificio A y se extiende hasta la explanada vestibular del edificio C. En esta sección la única intervención visible son dos senderos de piedras que intentan controlar la erosión del suelo provocada por los escurrimiento del agua de lluvia y por el viento.

            A pesar de que a toda esta área le he dominado el gran corredor A-C, la segmentación que he descrito corresponde no solo a una distribución del espacio físico, cada sección es un topo antropológico diferente, escenario cada una de actuaciones, emotividades e interacciones peculiares.
            La sección o vía peatonal conduce los trayectos de los pobladores que transitan entre los edificios A-C y aun de aquellos que se dirigen al edificio B. la deambulación es casi coreográfica con distintos movimientos durante el día. Al inicio de la jornada llegan al corredor por la parte media quienes han descendido de los autobuses del transporte institucional y se dirigen unos en dirección al edificio A y otros al edificio C. Aunque unos pocos estudiantes que han dejado sus vehículos en el estacionamiento parecen ir contracorriente cuando se dirigen al edificio A. Estos desplazamientos se repiten cada dos horas con las llegadas de nuevos autobuses y pobladores, pero en estas ocasiones las trayectorias son más irregulares y caóticas porque unos llegan al campus y otros abordaran los autobuses para retirarse y muchos más solo transita de un edificio a otro para tomar clases, ir a la cafetería o dirigirse a las áreas de computo o a la biblioteca. Cerca de las 20 horas el flujo nuevamente toma una sola dirección, cuando todos los estudiantes se dirigen a la zona de abordaje del último recorrido de los autobuses desde CU a la ciudad.  En el corredor se puede apreciar dos tipos de transeúntes y de interacciones, lo más frecuente es observar a quienes simplemente se desplazan entre las edificaciones, solos en grupos muy pequeños (dos o tres personas), las interacciones con los otros viandantes son superficiales y fugaces, muchas veces solo contacto visual y elusión corporal, el ritmo de los desplazamientos dan idea de la premura o de la disponibilidad de tiempo, pero casi por norma nadie corre; aunque transitan y se encuentran profesores y estudiantes son escasos los saludos, pareciera que es un espacio para el anonimato colectivo. Los segundos transeúntes no recorren totalmente la vía, al menos no lo hacen de manera continua; hacen pausas y se instalan -los más- en los extremos del corredor, muy próximos a los edificios, aunque algunos pocos buscan las partes medias. Parecen disponer de tiempo, algunos conversan entre sí, otros buscan  el espacio abierto y el aire libre, unos se instalan a comer un burrito o los alimentos que han traído de casa, unos pocos fuman, pero todos se convierten en espectadores del vaivén humano. Resulta claro que las ubicaciones y permanencia están condicionadas en gran medida por la intensidad del soleamiento y el viento, como de las escasas áreas de sombreado, bancas y resguardo disponibles. Pero para los pobladores utilizar el suelo, las banquetas y jardineras como asiento nunca ha sido un problema.
            Este distribuidor de trayectorias es también –aunque de manera intermitentemente- escenario de actividades educativas, de exposición de ideas, casi una “calle didáctica” pero más frecuentemente es una calle comercial en donde se instalan puestos para la venta de alimentos con motivo de alguna festividad.  Pero sin duda este espacio público, ágora y punto central de los encuentros de esta comunidad, es un escenario ambiguo, su apertura es una invitación libertaria que luego es truncada por las condiciones climáticas, le falta una techumbre o una barrera vegetal que de sombra, que acoja los recorridos, las esperas, los descansos, los encuentros y los afectos.
            Las secciones próximas a los edificios suelen acoger a los pobladores de cada uno de los edificios, que solo han salido a tomar un poco de aire, la densidad es mayor en el exterior del edificio A porque su curvatura y un pequeño patio semicircular proveen de sombra y resguardo, también porque la cafetería se encuentra contigua y porque es un área en la que se puede esperar el arribo del indiobus sin estar expuesto al sol y al viento. En la sección próxima al edificio C la densidad de ocupantes es menor, ello puede explicarse por dos razones, una es que el lobby acristalado de ese edificio permite la espera y observación en un ambiente con clima controlado, la otra es la disponibilidad de resguardo y de algunas sillas en el área denominada “Plaza Cívica”. Pero en cambio su explanada es el escenario de algunas actividades culturales y lúdicas, también es un punto estratégico que con regularidad se utiliza para instalar pizarrones informativos. Pero el uso más frecuente y cotidiano es completar los trayectos entre los edificios  y proveer de una vía pavimentada a quienes desde el edificio C se dirigen a la parada del indiobus, al edificio D o al camión que expende burritos a los trabajadores de la construcción.
            La sección norte, cuya superficie es paralela al corredor, es un espacio cuyos usos han ido cambiando, se trata de un área diáfana y desnuda en donde la diversidad de actividades e interacciones muestran la liquidez, provisionalidad y fugacidad de las prácticas culturales en este  escenario siempre haciéndose (Bauman, 2009). Durante algún tiempo fue el espacio lúdico, el lugar en donde se jugaba al futbol rápido. Unas barreras móviles  de madera y soporte metálico de apenas 1.2 metros de altura resguardaban y delimitaban el área de juego, la proximidad a los espacios educativos y el suelo pavimentado, eran suficiente atractivo, pero además una zona escalonada junto al edifico A y las jardineras del gran corredor posibilitaban la presencia de retadores y de unos pocos espectadores, con lo cual, las necesidades lúdicas, de integración y aún las protagónicas quedaban satisfechas.
            El uso de ese espacio fue tan intenso que las barreras de contención, a fuerza de golpes terminaron por desmoronarse y no fueron remplazadas porque estaba por iniciar la construcción de un par de canchas de futbol rápido, debidamente acondicionadas. El área cayó en desuso y fue perdiendo atractivo; aunque temporalmente se instalaron tableros móviles de básquet, que pronto cambiaron de ubicación para evitar que la reverberación de los botes y rebotes interfieran con la actividad educativa. Los tableros terminaron recostados tras el edificio C y el espacio lúdico fue abandonado, pasando a ser un “no lugar.” (Augé, 2008). Se ha intentado (con poco éxito) aprovechar su proximidad, configuración y pavimento para realizar eventos y actividades artísticas o culturales.
            La sección Sur de terracería tal vez sea la parte más lastimosa de este emplazamiento universitario, es un área que la mayor parte de los estudiantes transitan al menos dos veces por día, la primera al arribar al campus universitario y la segunda al retirarse. A pesar de que las autoridades decidieron el área de ascenso y descenso del transporte institucional, no se adecuaron andadores o corredores pavimentados por donde transita los miembros de esta comunidad; aunque existen banquetas pavimentadas que circundan las áreas académicas, exigen un recorrido más prolongado, que la mayoría de estudiantes y personal de apoyo administrativo prefiere evitar. El área resulta poco confortable por su desnudez, por la cantidad de tierra, por la falta de resguardos del sol, del polvo o barro provocado por las ocasionales lluvias; pero también por la el insuficiente alumbrado nocturno, por la carencia de equipamientos y del mobiliario urbano que caracteriza a las áreas de espera y abordaje del transporte público. De todo se ha prescindido, incluso de los señalamientos y del mapa de del campus. Y en esas condiciones poco propicias, los estudiantes que buscan asegurar un asiento específico, o un grupo de asientos para viajar junto a sus amigos y compañeros esperan con resignación y tolerancia. Aunque siempre hay quejas por la falta de señalamientos o por la insuficiencia de asientos,  los estudiantes  parecen aceptar lo que la institución les ofrece; incluso algunos esperan con divertimiento, bromeando con sus compañeros, abrazando a su pareja y construyendo durante esas interacciones redes de afectos y rivalidades.
            En cada sección las actuaciones e interacciones asumen tonalidades distintas, solo un elemento parece ser común a todo el emplazamiento exterior, el lenguaje. La poca estructuración y la sensación de libertad que acompaña al momento de abandonar los edificios educativos, libera algunas restricciones autoimpuestas en el uso de lenguaje áspero. Aunque no es una práctica generaliza, se hace uso con frecuencia y sin distingo de género, de términos como: cabrón, guey, piche, culo, pedo o mierda, que ya forman, junto al soleamiento parte del ambiente exterior. Estas asperezas del vocabulario universitario pueden asociarse, a expresiones catárticas, a prácticas culturales interiorizadas, al habitus construidos en sus entornos y barriadas, a residuos de la etapa preparatoriana, o también pueden interpretarse  como estrategias de asimilación social mediante la imitación de prácticas, vestuario y lenguaje.
            Piche hipócrita, dice que no le gustan las mujeres superficiales, que lo que más le          importa es la belleza interior,  y luego lo ves con puras  piches viejas pintadototas.     Fragmento de conversación femenina en el gran corredor.

6.6.2 Los baños o la pública privacidad
En cada planta de los edificios A,B y C se encuentran instalaciones sanitarias   destinadas: unas a las mujeres y otras a los hombres. Estas instalaciones  pueden contar -las más pequeñas- con dos lavabos y dos sanitarios para las mujeres, o un sanitario y un mingitorio  para los hombres y en las instalaciones de tamaño medio disponen de una sección continua de  tres lavabos, un muro en el baño de hombres que reduce la visibilidad a los mingitorios  ecológicos  y dos  escusados, uno pequeño  y otro más amplio adaptado para que pueda ser utilizado por personas con movilidad reducida o en silla de ruedas. Los baños de mujeres cuentan con idéntica distribución solo que en lugar de mingitorios se encuentran dos escusados. En el edificio D1  el más nuevo, el “que parece maquila” por sus pisos de concreto y sus instalaciones expuestas, los baños son pequeños y se omitió  en la primera planta el equipamiento para personas con capacidades diferentes.
            En general las áreas de baños son suficientes y están bien distribuidas en las distintas plantas de las edificaciones. Pisos y muros  están recubiertos con mármol (salvo en el edificio D1) y se mantienen en buen estado de limpieza, aunque las instalaciones de lavabos muestran algún el deterioro por el uso, el vandalismo de algún usuario y la desatención por reparar o remplazar las llaves deterioradas y la falta de algún ovalín en la barra de lavabos. Llama la atención la ausencia de grafitti o de mensajes soeces grabados o escritos en muros y puertas; tan comunes en los baños de uso público, pero no siempre fue así:
            Si, fueron los estudiantes los que las arrancaron [las mamparas que individualizan los     mingitorios en los baños de los hombres], nada más por destrozar, no cuidan ni lo que      es para ellos. Como no puede estar uno cuidando en los baños siempre hay        vandalismo. Los alumnos de ahora ya se están civilizando, hace dos años batallamos     mucho, rayaban las paredes de los baños y en las puertas- como son de metal- escribían con clavos… I.A.CU 
            Durante la primavera del 2013 presencie una fuga de agua en la segunda planta del edificio A, originada por un estudiante que de manera intencional (pero anónima) destrozó la tubería que alimenta de agua a los lavabos del baño de hombres, con la consecuente caída de agua a los pisos inferiores y la suspensión del servicio durante la reparación. Otras dos  fugas –con semejantes consecuencias- fueron originadas por fallas o defectos en las instalaciones hidráulicas.
            En contraparte también observe a un estudiante mostrarle a su hijo -de unos ocho años- las instalaciones en donde estudiaba y estando en los baños le dijo “… mira que baños, todo es mármol, ¿verdad que están bonitos?”. La evidente admiración sugiere que las condiciones en las que viven son muy distintas. Esa diferencia podría ser incluso explicar algunas de las acciones vandálicas en el campus.
            Los baños son áreas importantes para todos los pobladores, sobre todo para quienes pasan prácticamente todo su día en CU. Se trata de espacios comunes para todos los pobladores: directivos, profesores, estudiantes, personal administrativo y de intendencia. En este campus no se ha segmentado el servicio para cada estamento, ni existen baños exclusivos para directivos. Todos los pobladores atendiendo solo a su género deben utilizar las mismas instalaciones. Ello redunda en que estos servicios se mantengan con adecuada atención. Estas instalaciones son importantes porque cualquier desperfecto en el abastecimiento de agua o incluso en el suministro de energía eléctrica que afecte su operación es capaz de paralizar toda actividad en el campus, como sucedió una mañana a inicios de mes de febrero de 2013 cuando una falla en el suministro eléctrico -ocasionó por el robo de cableado eléctrico- propició la suspensión de clases y de actividades, no solo porque en las oficinas, centros de cómputo y  en las aulas se carecía de corriente eléctrica, sino porque sin energía eléctrica dejó de operar la bomba que provee de agua a los baño y estos alcanzaron tal saturación de desechos orgánicos que amenazaban por caer y esparcirse. Este grotesco acontecimiento muestra de manera evidente como este componente  de la infraestructura universitaria -en ocasiones inadvertido- es capaz por su carácter de necesario de afectar toda la actividad en el campus académico. 
            Los baños son áreas sensibles, no solo porque resultan imprescindibles, más en una comunidad como la Ciudad universitaria sin otra alternativa cercana. Pero también porque es simultáneamente un espacio público y un lugar privado, casi íntimo. Es un recinto público creado para que todos los miembros de la comunidad puedan atender algunas necesidades fisiológicas, pero apenas se ingresa en él, se convierte en un lugar destinado a rituales privados de aseo y acicalamiento. Los baños son entre las infraestructuras los lugares más ambiguos, en ellos conviven el pudor y la indiscreción; el recato y el comportamiento soez.
            El consumo de papel sanitario y de papel para el secado de las manos en los baños de CU es muy superior al de otros campi académicos, explicable más por el aislamiento y las muchas horas de permanencia de buena parte de esta numerosa comunidad, que por el abuso o robo como ha supuesto la administración.
            De acurdo con mis registros y observaciones el consumo de papel para el secado de manos y de jabón líquido podría ser aún mayor, si los usuarios de los baños, lavaran y secaran sus manos antes de abandonar esta área -cosa que no siempre sucede-. Pero aun quienes lo hacen nulifican de inmediato los beneficios del aseo al tener que tirar de la asidera de la puerta para poder abandonar la zona de baños.
            Durante  dos años de observaciones no cuento con un solo registro de estudiantes varones lavando sus dientes en los baños, aunque algunas de mis informantes aseguran que si sucede en el área de mujeres. En todo caso parece existir un abandono o desinterés por las prácticas y rituales de higiene presuntamente aprendidos en casa, con lo que el habitus en materia de higiene entre los universitario parece ser endeble.
            En esta comunidad el área de baños para hombres no suele ser  punto de encuentro, en ella las interacciones son más bien breves y limitadas; incluso quienes allí concurren parecieran pretender pasar inadvertidos, como si se tratase de un acto bochornoso, aunque otros muestran claramente su desenfado y llegan a bromear con sus acompañantes. Los baños  no son para los hombres un área de afectos. Durante los encuentros casuales, los rituales de interacción se circunscriben -de ser necesario- a un saludo frío,  conversaciones breves (qué onda, dónde andas, qué has hecho), se  evita el contacto corporal y sobretodo el saludo de mano.  A pesar  de que no puede ser caracterizada como un área de afectos, si se acogen a ella los estudiantes que buscan -en su relativa privacidad- la ocasión de atemperar sus emociones. También es un espacio de identidad personal en que algunos jóvenes pasan largo tiempo acicalándose en soledad frente al espejo. Otros estudiantes permanecen ahí dejando que corra el tiempo antes de regresar a una insoportable clase o tratando de eludir un indeseado encuentro; dando espacio de sobreponerse a una burla o intentando superar su invisibilidad social. En los baños de mujeres las interacciones y los rituales pueden ser distintos al acontecer en el baño de los hombres, como son distintos los márgenes de proximidad y la noción de intimidad  que comparten y toleran las chicas universitarias. (Benjamin 1980  en Holaham 1999).
            En el baño de mujeres los actos vandálicos son menores y daño a las instalaciones son mínimos, pero ese espacio no está exento de incidentes.
            Una empleada de intendencia narró  en el grupo de discusión (del personal de apoyo) que ingresó al baño de mujeres a petición de unas estudiantes y se  encontró a un grupo de  tres chicas conversando junto a los lavabos. Una de ellas permaneció sentada sobre el tocador, en actitud desafiante y obstruyendo con sus piernas el acceso a los lavabos a otras compañeras, que prefirieron retirarse sin asearse antes que solicitarle que bajase o de provocar alguna confrontación. Este comportamiento de elusión de las estudiantes afectadas corresponde a las actuaciones en ámbitos universitarios descritas por Sommer y Becker 1969 (en Holaham1999), de las que argumenta que la defensa territorial entre los universitarios es de carácter cultural y no demanda respuestas agresivas porque los miembros de esas comunidades prefieren retirarse antes  que confrontar a otro universitario que usurpa o hace mal uso de algún espacio público o un lugar común. Pero la denuncia y el señalamiento tampoco suelen ser una práctica común entre los universitarios. Este acotamiento es importante porque en dos años de documentar las actuaciones de los estudiantes de esta comunidad solo he registrado dos confrontaciones físicas, directas y públicas entre miembros de esta comunidad. En ambas los contendientes eran varones, el primer caso involucró a dos estudiantes y en el segundo un profesor y un estudiante. Las confrontaciones virtuales en: facebook, “gente CU” y “amores platónicos” son más comunes  e incluyen rivalidades entre estudiantes por razones de género, étnicas y de preferencias sexuales, con ridiculizaciones de compañeros, y mofa del profesorado.

6.6.3 Los elevadores
            Los elevadores son uno de los equipamientos característicos de CU, ninguna otra instalación de la UACJ dispone de ellos y salvo la presidencia municipal, hoteles hospitales y algún de centro comercial o de negocios son pocos los edificios públicos o privados de la localidad que cuentan con elevadores. En este contexto urbano y arquitectónico, para una proporción importante del estudiantado de CU los elevadores son una novedad –un parte del mundo a la mano nuevo-, para otros se trata de una instalación superflua y pretensiosa e incluso un juguete. Pero desde la perspectiva de las políticas de inclusión y de los valores institucionales declarados, son equipamientos necesarios y de apoyo a personas con alguna discapacidad, para personas con sobrepeso, lesiones, como para profesores y estudiantes que deben trasladarse en el interior de las instalaciones universitaria con exceso de carga (proyector, computadora y libros). Junto al elevador del edificio “A” se observa un cartel que intentan concientizar sobre el cuidado e importancia que estos equipamientos tienen para la población universitaria con discapacidades motoras, sin embargo, los estudiantes asumen que el equipamiento está a disposición de toda la comunidad y no tienen empacho alguno en utilizar este medio, que de alguna manera compensa la estrechez e insuficiencia de las escaleras. (ver Champ y YA el elevador. Martínez  23/06/2012)
            Entre los encargados del cuidado, limpieza  y mantenimiento de los elevadores campea la convicción de que algunos estudiantes hacen un uso incorrecto y abusivo de ellos,  provocando paros y maltrato intencionales. No resulta inusual que se encuentran sucios porque en su interior se han derramado líquidos, incluso en una ocasión se encontró el piso anegado de orín. También es una práctica frecuente –en los elevadores del edificio C- que estudiantes varones  -una vez en el interior- se apoyen en la barra-pasamanos  para elevar ambas piernas y estampar la suela de sus zapatos en las puertas como si se tratara de una prueba de destreza gimnástica, que luego los nuevos estudiantes emulen la presunta proeza e intenten superar la altura alcanzada.
            En algunas ocasiones los propios estudiantes bloquean intencionalmente la apertura de las puertas del elevador y permanecen en el interior en pequeños grupos o parejas realizando durante algunos minutos  actividades inciertas. Pero en muchas más ocasiones, las  fallas son incidentes provocados por exceso de polvo y por falta de mantenimiento especializado ya que la empresa proveedora estableció un elevado costo por cada servicio de  mantenimiento. Lo que ha propiciado que algunos elevadores permanezcan  fuera de servicio incluso por días y en alguna ocasión por semanas. Con el correspondiente malestar de los usuarios de la comunidad de CU.
            El mayor inconveniente en el uso de los elevadores se presenta cuando profesores o estudiantes de esa comunidad  quedan atrapados en su interior de manera accidental. Y aunque se dispone de un botón de pánico o alarma, transcurren algunos minutos de nerviosismo y zozobra en tanto se da aviso y concurre el personal de intendencia y mantenimiento. La angustia suele ser mayor  si el incidente ocurre después de las 16 horas, cuando el personal de mantenimiento se ha retirado y la respuesta de desalojo se prolonga un poco más. En ocasiones las fallas tienen su origen en comportamientos imprudentes  de los estudiantes, como lo evidencia el manifestado  a finales del 2013 en uno de los elevadores del edificio C que quedó varado entre la primera y la segunda planta y del que fueron “rescatados” 16 estudiantes.
            Otra condición que propician los elevadores es la proximidad corporal sin que se tengan reportes de ofensas o acoso, aunque sí algunas inconformidades derivadas de la intensidad de las fragancias, la sudoración, la falta de aseo y los residuos aromáticos de flatulencias.
            …está bien que hagan deporte, pero si no se pueden bañar, que suban por las    escaleras. Es incómodo estar encerrados y tener junto a un compañero oliendo            y choreando sudor y aparte no se les puede decir nada porque se ofenden. Miri ENF.
            A pesar de los incidentes los elevadores parecen tener un efecto civilizador, cada vez se usan con mayor cuidado, los rituales de interacción recíproca de los co-ocupantes incrementan los saludos, la cordialidad y la proximidad compartiendo un estrecho espacio. Para algunos estudiantes los elevadores son una oportunidad de ascender o descender en un edificio sin esfuerzo, para otros ya se han convertido en un medio cotidiano cuyo servicio reclaman y para un par de estudiantes con discapacidad motora son la causa de haber solicitado que su asignación fuese CU, porque son las instalaciones universitarias con menos barreras al interior de los edificios, aunque el tránsito por sus exteriores es otro cantar.

6.6.4 Los estacionamientos o la posición objetivada
El automóvil es uno de los objetos creado por el hombre que de manera más clara y contundente han impactado las prácticas de movilidad urbana e inter-urbana (Kralich, 20119) a pesar de su uso universal, los automóviles son un rasgo distintivo de la cultura norteamericana, cuyas ciudades, vialidades y viviendas privilegian la posesión y uso de este objeto: que además de prótesis y medio de transporte, también tiene en su diseño, marca y año de fabricación una carga simbólica asociada al capital económico y cultural.
            En la ubicación de frontera, colindando y colisionando con la hegemónica cultura del automóvil, propicia las prácticas de posesión, uso y resguardo de automóviles, enraícen en la traza urbana, en los edificios y espacios públicos; e incluso en el diseño de la configuración espacial de las viviendas para trabajadores de Ciudad Juárez. Estas prácticas son auspiciadas por la oportunidad de adquirir a menor costo automóviles de segundo uso, desechados en los Estados Unidos; pero una causa menos valorada, se encuentra en la carencia de medios de transporte público, dignos, suficientes y seguros.
            Los estacionamientos que alojan los vehículos en los que se trasladan algunos miembros de esta comunidad, son como todos los espacios edificados u ocupados por el Hombre, un espacio antropológico, simbólico y por ello  envuelto por normas, significados y prácticas construidas históricamente. En el campus de CU se distinguen tres áreas de estacionamiento, la más remota se localiza en la parte posterior del edificio “B”, es un espacio de terracería aplanado y delimitado que en alguna vez tuvo un sello asfaltico, que con el uso intensivo y las lluvias ha desaparecido. Este rudimentario equipamiento es utilizado casi exclusivamente por los estudiantes, pero no existe restricción alguna para el ingreso de personal administrativo o docente. Todos los días,- al inicio de clases-, grandes nubes de polvo anuncian la llegada de los estudiantes que se trasladan en automóviles particulares, quienes luego deberán realizar un recorrido por tierra y graba para llegar al edificio en el que toman clases. Otra área de estacionamientos preferente, pequeña (17 cajones) y pavimentada, estaba destinada -así lo indican los rastros de pintura azul- mayoritariamente para miembros de la comunidad con capacidades diferentes. Los señalamientos fueron recubiertos con pintura negra intentando ocultar su destino original, ya que ahora esos espacios son utilizados por el equipo de gestión del campus (bajo la usanza  “el que parte y reparte, se queda con la mejor parte”). El tercer espacio destinado al estacionamiento de los automóviles del profesorado es solo una convención, un lugar que cambia de posición y amplitud según crecen las necesidades y avanzan las edificaciones. Inicialmente un estacionamiento común, se localizó en una sección de terracería en la parte posterior del edificio ”A”, luego se mudó a otra sección de terracería más amplia y sin restricciones de acceso, frente al edificio “A” que por su proximidad a esa áreas académica que era compartido y disputado por estudiantes, profesores y personal de apoyo administrativo. Luego con el inicio de la construcción de las canchas de futbol rápido y del gimnasio, ubicado -este último- precisamente en esta área de estacionamiento, se permitió a los profesores estacionar sus autos sobre el arroyo pavimentado de una vialidad que inicia en la parte frontal del edificio “A” y conduce a un retorno circular en las proximidades de los edificios “C” y “B”. Se trata de un área  capaz de alojar unos sesenta automóviles, que fácilmente se satura, a pesar de que el acceso a los estudiantes fue restringido y a la rotación del  profesorado que labora bajo el régimen de honorarios.
            Las áreas de estacionamiento en CU,  muestran las prácticas de estamentales en el uso de espacios institucionales. Las áreas de estacionamiento más próximos, mejor equipados y personalizados son para los directivos; luego espacios pavimentados y relativamente próximos para los profesores y personal administrativo y finalmente el estacionamiento más precario, pero también más amplio para los estudiantes. En estas áreas como en el acceso al campus se aprecia el ejercicio de la violencia simbólica materializada en el personal de vigilancia que distribuye los flujos de quienes ingresan en automóvil al campus y que con alguna regularidad deambula por esos espacios para evitar el robo de los automóviles.
            Pero los estacionamientos son algo más que albergues para automóviles, son espacios de distinción, espacios destinados exclusivamente para los poseedores de este bien. Aun en broma los y las estudiantes reconocen entre sus compañeros a quien viene en auto, de quienes esperan el transporte público o institucional, porque sus trayectorias en el campus universitario son diferentes, pero sus posibilidades y autonomía también. Los estudiantes con automóvil viven la cotidianidad de manera distinta, no solo porque esa posesión habla de su capital económico, sino también por el grado de autonomía de que disponen para abandonar el campus universitario en el momento que lo considere oportuno. También evidencia la ventaja de que disponen profesores y estudiantes al utilizar el auto como un contenedor en el que pueden trasladar: implementos, materiales y libros; alimentos, calzado y hasta la vestimenta para  realizar distintas actividades. 
            En el ámbito del capital social, los estudiantes hombres y mujeres que tienen a su disposición un automóvil para su uso personal, construyen un sistema de interacciones y relaciones de cooperación, afectos y lealtades en torno a las ventajas  de seguridad y autonomía que brinda la disposición personal o compartida de un vehículo. Tampoco se puede pasar por alto que un automóvil puede ser un lugar de reunión, de descanso, un vestidor y hasta un nicho para realizar u ocultar consumos, intercambios, encuentros e interacciones  proxémicas; algunas de carácter más  íntimo y privado. Esos consumos y encuentros no están exentos de riesgos, temores y de la emoción de quedar expuestos a la intrusión inadvertida o intencional; incluso maliciosa en la que se toman fotografía o video para luego exhibirlas  en las redes.
            …el último lugar que observe fue el estacionamiento, donde no fue muy grato mi             recorrido, porque muchas parejas aprovechan para subir un poco más de tono las demostraciones de cariño…Abi.PSI
            El área destinada al estacionamiento y custodia de las motocicletas se encuentra en la parte Este del edificio “A”, en un espacio que colinda con la salida de emergencia de la Sala audiovisual. Este lugar fue elegido espontáneamente por unos pocos profesores y estudiantes que se trasladan es esos vehículos. La elección se fundó en razones prácticas: próximo al edificio, accesible por vías pavimentadas, resguardo de vientos y la sombra durante la mañana. Luego se institucionalizó su uso, y ahora es el único espacio del campus en que se permite estacionar motocicletas, porque se trata de un espacio exterior visible y en donde se dispone de resguardo y cámara de vigilancia. El uso de la motocicleta, crea un sentido de identidad y libertad, que otros pobladores del campus envidian. Los profesores parecen recuperar algo de juventud y vitalidad, aunque el uso de este medio de transporte individualista, con frecuencia tiene como trasfondo el intento por reducir los gastos de traslado sin perder la autonomía, aunque claramente con menor comodidad y mayores riesgos.