VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

Alberto Díaz Mata (CV)
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

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6.5  La biblioteca, ¿un ambiente de aprendizaje?

            Pienso que es un poco arbitrario tratar de disociar la práctica efectiva de la libertad, la     práctica de las relaciones sociales y las distribuciones espaciales. Desde el instante    en que se separan estas cosas, devienen incomprensibles. Cada una de ellas se   comprende a través de las otras. Foucault (2001,189) en Martínez. 2010.

Desde que se creó la escritura el saber pudo conservarse más fielmente que en la memoria. Los registros escritos se convirtieron en saber valioso, así lo atestiguan las colecciones de tablilla en escritura cuneiforme de los asirios, las grandes bibliotecas  a Horus en Egipto y las de Alejandría, Pérgamo y Rodas en el mundo griego, al igual que las bibliotecas: Octaviana y Palatina de Roma o la Myribiblion en Bizancio.  La caja o contenedor de libros que es la traducción literal de biblioteca, era textual en los inicios de universidades como Bolonia y Salerno, los exiguos  acervos deambulan junto a los docentes  por  espacios improvisados y temporales. Mientras  tanto  los árabes del califato de Córdoba y los traductores de Toledo realizan una gran labor en recuperar el saber griego.

            Cuando las primeras universidades edificaron sus “domus sapientiae” es decir, sus propios edificios, invariablemente contaron con salas de lectura, salas de discusión (aulas), biblioteca, archivo y sala de protocolos académicos o de grados, formando un cuadrilátero en torno a un espacio o patio central ajardinado. (Ridder-Symoens, (1994) pág. 155). A este modelo de distribución de los espacios universitarios se agregaron en los colegios mayores los alojamientos de estudiantes y el comedor común. Las universidades se ritualizaron y cada ámbito demando: ceremonias, pobladores, interacciones y tono de voz; así por norma el recinto que albergaba el saber contenido en los libros, pergaminos, mapas e incunables debía ser custodiado en un ambiente silencioso, con disponibilidad  y acceso controlado.

            En la Universidad de Salamanca y en la de Santiago de Compostela antecesoras de las universidades latinoamericanas, la biblioteca se localiza en uno de los lados del cuadrilátero arquitectónico, en ellas la estantería ocupa los muros en dos niveles, dejando la sala de lectura en la parte central, sin los nichos o nidos que suelen formarse entre la estantería de las universidades inglesas. En las universidades modernas la biblioteca con sus colecciones y acervos conserva su centralidad simbólica como lo evidencia la posición y carácter emblemático de  la Biblioteca de Universidad Nacional Autónoma de México. Sin embargo en el plano funcional y académico el valor de las bibliotecas no radica en el recinto arquitectónico que la acoge, sino  en la riqueza de sus colecciones, acervos, bases de datos, puestos de lectura y servicios de préstamo; y particularmente en la construcción de una cultura crítica de uso y aprovechamiento que de los recursos informativos que logran imbuir en estudiantes, docentes e investigadores.

            En la UACJ el sistema de bibliotecas inicio con pequeñas colecciones por programa educativo localizadas en adición interiores en los edificios “H” o bien usurpando alguna de las aulas. Luego con el crecimiento y concentración de las colecciones se destinaron espacios un poco más amplios como: el edificio de una planta utilizado inicialmente por el programa de turismo y la dirección del instituto en ICSA, o el área que hoy ocupa el Taller Integral en IADA (1981). Esos espacios resultaron de igual manera insuficientes, tanto para albergar las colecciones como para atender a profesores y estudiantes en busca de un puesto de lectura. Así se construyó una cultura institucional dominada por el libro de texto pero sobre todo por los apuntes de clase que eran el referente obligado de estudio y el contenido central de las evaluaciones, con lo cual el uso de la biblioteca se asumió como algo más bien anecdótico.

            Fue hasta la edificación en 1995 de la Biblioteca Central, luego llamada  Biblioteca Carlos Montemayor en el campus de ICSA, que la biblioteca emergió en el escenario institucional con preminencia espacial y arquitectónica, con crecientes acervos y servicios; pero paradójicamente -pese a la suficiencia del espacio y al confort de las instalaciones- con menos usuarios de lo esperado. La insuficiente presencia de estudiantes y profesores en la biblioteca –tal vez- pueda explicarse por: el fácil acceso a la biblioteca virtual, el servicio de préstamo y, la disponibilidad de fuentes en internet; aunque también es probable que tenga su origen en una cultura académica e institucional de búsqueda y consulta poco desarrollada y que no acaba de arraigar.  Años después se construyeron dos bibliotecas más; una en el Instituto de Ciencia Biomédicas y la Biblioteca Otto Campbell (1999) que comparten las comunidades de los institutos de Ingeniería y Tecnología y,  de Arquitectura, Diseño y Arte. En estas dos bibliotecas la saturación de volúmenes en la estantería y la disputa por los escasos espacios de lectura evidencian que las dimensiones resultaron inadecuadas para la magnitud de la las colecciones y sobre todo de población universitaria que debe ser atendida. Los puestos de lectura son un déficit que comparte todo el sistema bibliotecario institucional, al igual que enchufes, en donde conectar las computadoras portátiles convertidas en herramientas cotidianas de los universitarios; por lo que es fácil observar que los puestos en disputa dentro de las bibliotecas, son aquellos próximos a los puntos de conexión, cuando estos deberían estar disponibles en cada mesa y puesto de lectura.

            En las prácticas institucionales cotidianas, la biblioteca es un  aditamento útil, pero no indispensable, lo prueba el hecho de que un número elevado de universitarios no ha concurrido a la biblioteca con el propósito de buscar o consultar sus acervos y bases de datos después de tomar el curso (obligatorio) de acceso a la información (CAI). Por ello resulta comprensible –casi previsible-  que al iniciar operaciones el campus Ciudad Universitaria los acervos, colecciones y servicios de la biblioteca fueran minúsculos. Se destinó a la biblioteca como primer albergue un área de 80 m2 en la  planta baja del edificio ”A”, próxima al acceso frontal, en realidad se trataba de un montaje escénico. Los acervos mínimos, la estantería prácticamente vacía,  el acceso a bases de datos carente de conectividad; las pocas mesas, sillas y puestos de trabajo individuales que completaban el mobiliario ofrecían en total 30 puestos de lectura, claramente insuficientes. Las mesas se ocupaban -a falta de libros  que consultar- para realizar tareas y frecuentemente  para descanso, y durante el periodo de las 15 a 16:00 horas fue convertida a base de reiteración en la  sala de espera por los estudiantes que esperaban la partida del indiobus. Durante dos años los acervos y colecciones crecieron lentamente, se concretó la conectividad y los cursos de acceso a la información se normalizaron, pero también creció la población alcanzando la cantidad de 2478  estudiantes en enero de 2012 sin que los puestos de lectura tuviesen avance alguno.

            Al inicio del semestre 2012-2 se puso en operación un nuevo espacio en la segunda planta del edificio “C” ubicada al centro y en la parte más alta del campus, las dimensiones del recinto eran seis veces mayores que las de la biblioteca anterior , pero el mobiliario solo se multiplicó por dos y media veces. La comunidad académica de CU contó, además de la amplia sala de lectura general, con tres cubículos para pequeños grupos y un área acristalada con una gran mesa para trabajo de grupos de tamaño medio (6-10 participantes). La biblioteca como escenario educativo, mejoró sus condiciones de operación, mientras que el mobiliario, el horario y los servicios se incrementaron.

             El ingreso y salida de la biblioteca se hace  pasando por un arco de seguridad que permite contabilizar el número de personas que ingresan y salen, pero fundamentalmente para  evitar la sustracción de material de la biblioteca. Ese registro de ingresos a la biblioteca ha permitido observar que entre mayo y septiembre del 2013 se dio un salto en el número de usuarios pasando de 280 a más de 600 por día. Este salto puede ser atribuido al incremento de estudiantes, al enriquecimiento de acervos, al avance curricular que demanda mayor investigación, como a la cantidad de estudiantes que concurren a las tutorías que algunos docentes brindan en los cubículos de uso individual de la biblioteca, por lo cual no todos los registros de ingreso corresponden a lectores o usuarios de la biblioteca.

            La biblioteca, en su nueva ubicación se localiza en la segunda planta  del edificio C  con una orientación que la expone a los rayos del sol desde el amanecer hasta el mediodía. Los cristales que integran el 60% del muro sur pese al polariza de color azul permiten el paso de más luz y calor del que resulta adecuado para el trabajo académico y la conservación de acervos, razón por la cual debieron instalarse gruesos cortinajes que controlan la luminosidad y atenúan un poco las altas temperaturas.

            Este nuevo espacio trajo consigo estanterías y el crecimiento de las colecciones, llegando en ese momento a 3,800 volúmenes, aun así insuficientes porque equivalían apenas a un libro por estudiante. En algunas disciplinas y programas educativos del campo de las distintas ingenierías, en Comercio exterior, Pymes, Enfermería y Gerontología la dotación era exigua. Las revistas de las diversas disciplinas eran escasas y sus fechas de publicación francamente viejas. Con el cambio escénico se afirmó el ambiente de solemnidad y  los rituales y prácticas bibliotecarias se pusieron en marcha con mayor intensidad. Se acendró la solicitud de silencio, configurando así el ambiente de solemnidad silenciosa como condiciones para la consulta, el estudio o la búsqueda de información en línea o en textos impreso. El personal de la biblioteca muestra mucho entusiasmo en ejercer la violencia simbólica que le ha sido lícitamente otorgada de mandar callar a quienes quebranten las normas del sacralizado recinto.

            Los estudiantes bien saben que deben permanecer en silencio. Cuando   empiezan a hablar a veces voltean a ver si los estoy viendo y se callan.  Cuando me       ven que voy en dirección a su mesa hasta se hacen       chiquitos, se             encogen antes de que les llame la atención…” Bibliotecario      CU

            La animación de Martínez en Youtube  Indómito Champs “la biblioteca” ilustra este ambiente y la contradicción evidente cuando a los estudiantes se les pide silencio mientras un intendente pasa la ruidosa aspiradora en forma reiterada por la superficie alfombrada de la zona de lectura.

Resulta sorprendente que una parte del mobiliario destinado a la lectura no tengan la altura adecuada para que los usuarios pueda colocar las piernas formando un ángulo de 90º como recomienda las normas de ortopedia, por lo cual los estudiantes con estatura superior a 1,7metros, optan por extenderlas bajo la mesa o inclinar el torso para aproximarse. Ante este señalamiento y la demostración empírica de esa condición, la única respuesta inteligible es “…las mesas fue adquiridas mediante licitación pública con un proveedor especializado en mobiliario de bibliotecas, si se fija son iguales que las que están en la Biblioteca Central” Bibliotecario CU.

            En la biblioteca se distinguen espacios y nichos diversos que son aprovechados por los estudiantes que gustan de trabajar en solitario o por los pequeños grupos. Después del arco un sillón previo a la recepción y área de préstamos parece estar destinado a la espera, luego la sección de equipos de cómputo permite la localización de acervos en el sistema de bibliotecas de la institución y consulta en línea de las bases de datos. La distribución de mobiliario y equipo invita al trabajo individual, pero no resulta inusual encontrar a dos estudiantes juntos observando el  mismo monitor; unos pasos más delante, -al lado de la recepción-, en la parte sur del recinto se encuentra una sección equipada con sillones que permite la lectura sosegada, el descanso o una charla  sotto voce, seguida por una sección de baños, un área de cubículos y entre ambas una escalera sin uso; en la parte nororiente una sala  de lectura  general, diáfana y equipada con mesas cuadradas, rectangulares y circulares que lo mismo se utilizan para consulta, lectura, ejecución de tareas y trabajos, que para descansar y aun para dormitar. En la parte norte  del recinto, se localiza un área acristalada destinada al trabajo grupal, -está disponible a solicitud de grupos de más de cinco estudiantes-, luego se observa una sección de puestos de lectura individual tipo cabina -a las que los estudiantes llaman caballerizas- que circunda y comparte el espacio periférico de la sala de lectura. El diseño de las cabinas advierte del propósito de los usuarios por aislarse y afrontar una tarea de manera individual. Una puerta en la parte media y norte del recinto de lectura comunica a una gran terraza, ese magnífico espacio exterior se ha mantenido sin acceso y sin uso alguno durante dos años.

            En la parte sur del recinto bibliotecario se encuentran una sección de baños, una escalera que desciende (sin uso) y al fondo una breve consecución  de cubículos de trabajo, que durante finales del 2013 se utilizaron para ofrecer tutorías, lo que (como ya he señalado) creó la ilusión de que la biblioteca había incrementado el número de usuarios. El entorno relativamente silencio y los diversos nichos que conforman el espacio y prácticas en la biblioteca propician interacciones y complicidades, pero las actividades que ahí se realizan ofrecen escasa diversidad. La ocupación de los puestos de lectura en la sala de lectura es irregular y el aprovechamiento de los servicios bibliotecarios pocas veces es el esperado en el nivel universitario, en ello concurren al menos cuatro circunstancias:

  1. la primera es un bajo desarrollo de la cultura (académica) de búsqueda, consulta e investigación documental desarrollado en los niveles educativos previos y que aún no logra solidificar en el nivel universitario;
  2. la segunda es producto de la propia condición institucional, los estudiantes no van a la biblioteca de CU, porque no encuentra  la bibliografía pertinente y los profesores aceptan frecuentemente consultas de internet (corta y pega) sin verificar la legitimidad de las fuentes, o la autoría de la información.

Yo siempre creí que el profesor no leía los trabajos, porque nunca nos    los regresaba revisados. Nos ponía la misma calificación a casi todos, solo los que entregaban trabajos con más hojas les iba mejor. Un vez    que no me dio tiempo de terminar el trabajo, le puse lo que ya llevaba y pegue casi todo lo que venía en una  página de Hacienda, -no lo hice con mala intención, porque sí tenía que ver un poco con tema-, solo era para que se viera más grande. Y si pegó…,Al.CEX.

  1. la tercera razón es de carácter tanto contextual como institucional, la lejanía de Ciudad universitaria dificulta que los estudiantes de ese campus puedan ir durante los días de clase o de prácticas a la Biblioteca Central o las bibliotecas de los institutos en busca de la bibliografía que ya localizaron en la catálogo electrónico de la biblioteca. El sistema interbibliotecario institucional es unidireccional (solo entrega), no funciona para solicitudes de préstamo, estas deben realizarse in situ; mientras que la devolución de ejemplares puede realizarse en cualquiera de las bibliotecas.
  2. La cuarta razón, para el uso insuficiente de los espacios de lectura bibliotecarios es carácter cultural, asociada a las prácticas de ocupación y territorialidad. Cuando una mesa cuadrada con cuatro puestos está ocupada por un grupo de dos o tres estudiantes, se dan por ocupados la totalidad de los puestos y no se solicita ocupar los asientos disponibles, salvo que se trate de las mesas contiguas al muro oriente, en ellas la proximidad a los escasos contactos eléctricos las convierte en áreas, sino en disputa, si en áreas desterritorializadas en donde se acepta abiertamente la ocupación compartida. 

             En las mesas circulares o rectangulares la  distancia proxémica permite que puedan ser ocupadas simultáneamente por dos grupos de estudiantes distintos, por lo general los límites territoriales se definen dejando un puesto vacío entre los grupo, de lo contrario la posición del torso del último miembro indica el punto de cierre de cada grupo. Así cuando un pequeño grupo de estudiantes llega a la sala de lectura, busca una mesa sin ocupar, en caso contrario consultan entre si la conveniencia de ocupar una mesa compartida o retirarse; en contraste el estudiante solitario por lo general tiene más opciones: utilizar un puesto de lectura individual, abonarse discretamente en una mesa con pocos ocupantes, tomar uno de los puestos de consulta electrónica o apoltronarse en alguno de los sillones. Los informes del encargado de la biblioteca de CU y mis observaciones coinciden en que la mayor ocupación ocurre durante el periodo matutino duplicando y en algunos días triplicando a la ocupación vespertina, por su parte el grupo de estudiantes que realizó observaciones de contraste detectó que la rotación de usuarios de la biblioteca se relaciona con los horarios de clase. Los registros muestran mayores ingresos al derredor de las 8:30, 10:30 y 12:30  y mayores salidas poco después de las 9:30, 11:30 y 13:30 con estancias de una hora en promedio. Lo que sugiere que concurren en horarios sin clase o por ausencias del profesorado para instalarse provisionalmente en la biblioteca. Por las tardes la concurrencia a la biblioteca  es mucho menor y más irregular, de las 18 a 19:45 horas la ocupación de los puestos de lectura es mínima con lo que está claro que dejó de ser sala de espera del Indiobus, pero sigue siendo un área de descanso, incluso de dormitación como consecuencia de su ambiente más silencioso.