LA MUJER EN LA OBRA PERIODÍSTICA DE EVA CANEL EN EL DIARIO DE LA MARINA (1918 – 1922)

LA MUJER EN LA OBRA PERIODÍSTICA DE EVA CANEL EN EL DIARIO DE LA MARINA (1918 – 1922)

José Antonio Ramírez Jiménez (CV)
Sergio Salazar San Martín

Universidad de Cienfuegos

Volver al índice

Protección femenina

En sus artículos Eva Canel, cuando se refiere a la mujer lo hace siempre de una manera muy conservadora. Por esta razón critica fuertemente a las mujeres que pierden con su llegada a Cuba los valores que habían adquirido en España. Esto no quiere decir que llegaran solamente de España mujeres de buenas familias sin ningún tipo de defecto, al contrario la situación de la mujer española se asemejaba bastante a la cubana en la época. En varios aspectos, el más importante el machismo existente en ambas sociedades y por ende la dificultad y en gran cantidad de casos la imposibilidad de las féminas de encontrar un empleo o algún otro medio de subsistencia. Tras las dificultades encontradas un gran número de mujeres recurrían a la prostitución como medio de subsistencia. Y como había ocurrido años antes, venían a América para mejorar su situación económica, sin escapar de la profesión que poseían. 1Esto según Eva tiene varias razones, entre las que se encuentra la falta de protección y cuidado que requieren las féminas, pero que no reciben en la Isla, ya que son enviadas solas a Cuba sin nadie que las tome bajo su cuidado.

Aboga ampliamente y con firmeza para que una de las medidas preventivas para evitar este nuevo y creciente número de mujeres sin un futuro económico seguro, ni una educación que les permita garantizarse su propio sustento sea la apertura de sociedades protectoras. Sociedades en las que se les enseñaran sus costumbres, en algunos casos olvidadas, donde aprenderán además manualidades y otros trabajos necesarios para desempeñar su papel de mujeres hogareñas. Así como también un nivel más elevado de educación profesional y laboral, para alcanzar trabajos y poder sustentarse independientemente en una sociedad machista. “En estas circunstancias hace falta un hogar, hacen falta cimientos de educación moral y de consejos prácticos. Que se reciba a la mujer en los brazos amantes de una sociedad, que abarque el edificio de su nueva vida; una hermandad que lo contenga todo; aprendizaje de costumbres, penetración de sus deberes, concepto de la dignidad, respetos a su cuerpo, temores por su honra y al mismo tiempo, la inspección eficiente para que no se abuse de su buena fe por el trabajo ni con el salario, ni se las pueda denigrar con frases insultantes, que hasta los niños les dirigen, sin que sus padres, españoles también en casos mil, les riñan ni corrijan.” 2

Los centros de ayuda y las sociedades de beneficencia españoles aparecen en la Isla como respuesta a la situación en la que se encontraban los emigrantes. Surgen también como medida previsora a los problemas que podían aparecer y mancillar el criterio que tenía la sociedad cubana sobre los españoles radicados en Cuba. Problemas como enfermedades, o el analfabetismo, un mal cada vez más común en las clases medias y bajas como los obreros y campesinos. Los cuales eran una parte de los emigrados desde España. Para ayudar a preservar las costumbres y para enseñarles habilidades necesarias para la sociedad fueron creadas dichas instituciones. Las mismas atendían a cualquier ciudadano español, haciendo especial énfasis en la protección de la mujer, ya que era esta por su condición de “sexo débil” la más necesitada. Sobre la importancia de estas sociedades escribe Eva Canel:

“(…)Esa sociedad fraternal y humanitaria al propio tiempo y también mutualista,−se refiere a las Sociedades de Instrucción y Recreo fundadas y diseminadas por los españoles residentes en Latinoamérica y en Cuba−, puede recoger en el barco a la mujer y protegerla hasta que encuentre apoyo en marido legítimo o regrese a su patria, o se la crea capacitada para desenvolverse firmemente; puede ser hospital y ser escuela, y ser recreo y ser educación y ser un refugio atrayente a donde vaya la misma si se enferma o siente necesidad de reconfortación, y a distraerse los domingos, y a escribir a sus padres y a recordar la patria, aprendiendo también el deber y el respeto para el país en que re­side; y cuanto más edificantes sean sus costumbres más honrará la tierra en que nació y la tierra  en que vive…” 3

Pide encarecidamente la escritora asturiana que se emplee gran parte del capital de las sociedades de ayuda a la protección femenina. Debido a que la situación de las emigradas en el país se dificultaba con facilidad, en algunos casos desde su misma llegada a Cuba. Debido a la existencia de redes de prostitución existentes en España que llegaban a Cuba para expandir su mercado. Como resultado de la modernidad existente y de las libertades que venían con la misma, muchas mujeres mantenían relaciones fuera del matrimonio y en varios casos terminaban cargando un infante en sus brazos. La emigración desenfrenada que se produce en la época tenía como antecedente y respaldo las leyes redactadas por ambos países. Lo cual hacia extremadamente difícil la situación de las españolas emigrantes, ya que al no contar con la protección de algún tutor o familiar que las cuidara en su travesía eran muy proclives a ser influenciadas de mala manera. El caso más extremo de esta situación era la prostitución, pero también se encontraban las relaciones extramatrimoniales y en algunos casos hasta la violencia contra las mismas por parte de sus amantes en Cuba. Al no tener ningún respaldo económico por no ser consideradas aptas para el trabajo en igualdad de condiciones que los hombres, las féminas se encontraban en una situación casi imposible de solventar por sus propios medios. Razón por la cual Eva Canel pide que:

“(…) Ábranse registros de socias levántense pabellones femeninos para el auxilio mutuo, y con el apoyo de la Beneficencia, y también de Caridad, uno alguno destinado a la maternidad donde puedan nacer esas criaturitas que a veces se desgracian por impericia en la asistencia de las madres y otras son estas víctimas eternas de la herejía científica con que las han tratado. Querer siempre es poder; y si quisieran pueden los centros regionales afrontar el problema; no se diga, por Dios, que el hombre, para la mujer que se ve en desamparo es un vampiro sin entrañas; no se diga, por Dios, que las prostituís, y no sabéis ni mitigar los males que causáis; tened la caridad de hacerles llevadera la vida, ya que no es senda, perfumada; pensad que abandonaron su patria y sus hogares, menos autorizadas, por su sexo, de lo que estáis vosotros y cuanto hagáis es bien de la mujer, que, tiene un sagrado derecho a vuestra tutoría, lo hacéis en beneficio de vuestros descendientes…” 4

Con la misma visión protectora hacia la mujer, la escritora y periodista asturiana redacta un artículo en el cual se rinde tributo a la distinguida labor de Monseñor Lunardi5 . En esta obra realiza un recuento de las acciones realizadas por este padre de la iglesia católica, en pos de apoyar la enseñanza y protección de la mujer española, específicamente, a su llegada a Cuba:“(…) En el Vedado hay también unas buenas Madres dominicas francesas, que saben estas cosas y tienen un plantel de educación privada bajo la advocación de la Santísima Virgen del Rosario. La Superiora de este plantel de acuerdo con Monseñor Federico Lunardi, ha ideado levantar un pabellón próximo al internado para educar gratuitamente niñas de las clases humildes, pues hay muchísimas entre la aristocracia bulliciosa de la caña y el oro…” 6

En otro de sus artículos titulado” Por la mujer española “aborda el mismo tema con medidas muy similares que resultan en una serie de acuerdos, sobre los mismos escribe lo siguiente: “…En cuanto al primero y al cuarto (que consisten en solicitar el apoyo de todos los elementos españoles) estamos plenamente de acuerdo; este asunto no es meramente gallego, ni asturiano, andaluz o vasco; es un asunto que incumbe resolver a todos los españoles, porque hermanas suyas son todas las emigradas de España, sea cual fuere la proporción de su procedencia regional. Desde el Gobierno central hasta el último emigrado, todos debemos acudir solícitos a fin de librar a nuestras hermanas del baldón y de la ignominia.”7

“…Respecto al segundo acuerdo (el de pedir que se prohíba la emigración de  mujeres no amparadas por parientes o tutores), nos parece sumamente vago e insuficiente. Al amparo de parientes y de tutores (parientes y pseudo tutores  desalmados) vienen ahora muchas a tierra cubana, para ser pasto inmediato de la satiriasis más degradante. Los "primos'' saben burlarse  de todas esas, vienen  ahora muchas a tierras cubanas las  leyes de inmigración  que aquí rigen. Y es preciso poner fin a esa infame ''trata de blancas" que día tras día lleva más cuerpos al  lenocinio y más almas a la desgracia…” 8

“…Pero ¿cómo se ha de evitar el mal? Pidiendo al Gobierno de España que prohíba la salida de  las solteras, salvo el caso de emigrar en familia, al amparo de sus padres y en compañía de sus parientes inmediatos. La inmigración irlandesa y la alemana en los Estados Unidos, realizada en forma familiar, dedicada, con frecuencia al fomento de sendas colo­nias campestres, es la única forma de evitar la degradación de la mujer abandonada en tierra extraña. Y en cuanto a las mujeres casadas, no deben venir de su tierra, sino es en compañía de sus maridos; así se evitarían los tristísimos casos que los observadores de estas materias co­nocemos y lamentamos…” 9

“…El Vedado es un barrio que llaman aristocrático porque en él viven gentes adineradas, pero en el Vedado hay  mucha gente pobre de espíritu y de bienes materiales; hay muchas jóvenes dedicadas al servicio doméstico en las cuales ha entrado poco la domesticidad, porque nadie se ocupa de ejercer con ellas la caridad que dice: "enseña al que no sabe". Muchas de esas criadas salen de noche a pasear por las plazas, a pasear por las calles no muy alumbradas; nadie se cuida de mirar por ellas como algún policía no las encuentre atentando a la ley que les prohíbe el escándalo público…”10

“En estas circunstancias hace fal­ta un hogar, hacen falta cimientos de educación moral y de consejos prácticos. Que se reciba a la mu­jer en los brazos amantes de una sociedad, que abarque el edificio de su nueva vida; una hermandad que lo contenga todo; aprendizaje de costumbres, penetración de sus de­beres, concepto de la dignidad, res­petos a su cuerpo, temores por su  honra y al mismo tiempo, la inspec­ción eficiente para que no se abuse  de su buena fe por el trabajo ni con el salario, ni se las pueda denigrar con frases insultantes, que hasta los niños les dirigen, sin que sus pa­dres, españoles también en casos mil, les riñan ni corrijan.” 11

Eva Canel se consideró, ante todo, una mujer en defensa de los derechos de las mujeres de su tiempo. Pero no solo a los derechos de las féminas españolas y emigrantes iban dirigidos sus artículos en el Diario de la Marina, sino a la mujer en general sin importar su nacionalidad. Es importante decir que sus trabajos estaban dirigidos fundamentalmente a describir la vida de las señoras de la alta sociedad omitiendo en su obra la situación femenina en las zonas rurales y la vida de las negras y mulatas. Su obra estuvo dirigida fundamentalmente a que la mujer, sobre todo la emigrante española, alcanzara un reconocimiento social en consonancia con las nuevas actitudes feministas, propias de una tendencia en boga. 12

La obra periodística de Eva Canel reclama la protección de la mujer, centrada en el feminismo, los efectos de la prostitución, la necesidad de sociedades de ayuda, la generación de empleos para las mujeres, y el acceso a la enseñanza para las mujeres de las clases pobres. Tras la revisión de todos sus artículos referentes a la mujer se ha arribado a la conclusión de que Eva Canel es una mujer con pautas de pensamiento revolucionarias y progresistas para su época, que en ocasiones entraban en contradicción con su formación católica. Se desempeñó en un periódico sensacionalista, elemento característico en la prensa de la época, y supo mantener al nivel la crítica referente a los problemas de la sociedad cubana de la época. Como se desempeñaba en ámbitos citadinos, menciona a las mujeres de la clase alta en sus artículos de temas varios, entre los que se encuentran: Bella: como de quien viene y Las calabazas de patricia. A la señora Carmela Nieto Herrera. Hace excepciones y se preocupa por las sirvientas y las capas populares y los efectos positivos y negativos en las vidas de las mismas, sin embargo su total omisión a las mujeres de las zonas rurales y en menor medida a las de color. Hace llegar a varias conclusiones, la primera es que debido a las condiciones del propio periódico el cual era uno de los grandes diarios habaneros de la época resultaría indigno o inadecuado que se hablara de las temáticas que tuvieran lugar fuera de la sociedad habanera o que carecieran del impacto suficiente para ser mencionadas.

Cabe también mencionar que aunque los negros y los mulatos libres formaran parte de un importante sector de la sociedad en algunos oficios y empleos que los blancos y los emigrantes españoles rechazaban, no eran vistos todavía como integrantes plenos de la sociedad cubana, sino que solamente se les veía de una forma disimulada y detrás de un sueldo como seres inferiores y esclavos. Lo cual iría incrementándose en años posteriores hasta transformarse en el movimiento racista cubano influenciado por los Estados Unidos. Segunda razón, debido a su naturaleza española puede ser que Eva Canel no considerara importante a las mujeres con residencia rural o de color. Tercera por desconocimiento de las situaciones de ambos grupos de féminas. Cuarto, por prohibición del periódico y quinto por el hecho de ya existir en el país otras publicaciones que tratasen el tema de los negros y mulatos.

En 1896 Eva Canel declaraba: “Soy una mujer a la española, rancia, que practico, por necesidades de la vida moderna, el derecho incuestiona­ble de luchar con tesón y firmeza por el bienestar de los seres que tienen derecho a mis sacrificios”38. ¿Quería decir con eso que era una madre dis­puesta a ganar el sustento de su hijo? ¿No resulta esta aseveración una expectativa muy limitada para la Eva escritora de novelas portadoras de profundos conflictos sociales y morales? ¿Cómo relacionar este criterio, con una mujer cuya noción del valor político del espectáculo le permitía cabalgar, en las paradas y desfiles, junto al Estado Mayor Español, vestida con su uniforme de la Cruz Roja?39

Afirmaba que no pretendía sustraer a las mujeres de la esfera de acción “que le conceden su sexo y sus actitudes”, tampoco consideraba necesario que tuviesen títulos universitarios que las alejasen “de su ambiente y de sus deberes”. Pero nada de esto tenía que ver con su com­portamiento real, puesto que las acciones de su vida poco se relacionaban, al menos desde 1889, con las de una mujer doméstica controlada por el marido, el padre, o el tutor. ¿Podríamos entonces deducir que la Canel expresaba lo que cada público quería escuchar?; esta ruda conclusión permitiría al menos dar una explicación racional a las paradojas que se esta­blecían entre su decir y su actuar Claro que no siempre era así, pues desenvolvió contiendas de las que estaba raigalmente convencida, como por ejemplo la relacionada con el divorcio y no porque el debate en torno al mismo fuese una cuestión religio­sa, sino porque lo consideraba un problema social que afectaba “la moral de la familia que era la base de la patria”.40

La polémica en torno a esta cuestión en el Congreso Nacional Argentino, al cual replicaba la Canel, tenía por base atribuir todos los males, incluyendo ese, a la administración colonial española cuyo Código Civil reflejaba el divorcio como una simple posibili­dad de separación en condiciones extremas, pero impedía la concertación de un nuevo contrato matrimonial. Eva, españolista hasta la médula, podía abordar en sus novelas el adulterio pero no era capaz de admitir, en la vida real, una separación legal. Reconocía que el matrimonio “no excluía las pasiones”,41 estas debían ser combatidas con “severidad”,42 aunque también con “indulgencia”.43 Era preferible ser tolerante y tener valor para sufrir, dulzura para amar y “fuerza moral para llevar sobre los hombros la carga que nos resulte pesada”.44 Tal vez para no tener que practicar esas “virtudes” decidió no arriesgarse en un nuevo matrimonio.

Se preocupaba por los efectos que el divorcio podía tener en las capas populares, pues esto afectaría el sustento de los hijos, no tenía en cuenta, sin embargo, que en Cuba45 las uniones entre los pobres eran por lo gene­ral consensuales y la mayor parte de los niños eran hijos naturales y que por esa razón la ley del divorcio también fue muy debatida, por lo cual tuvo a su favor, esencialmente, a las mujeres de las capas altas y medias de la sociedad. Algo similar debe de haber ocurrido en la Argentina de esos años.

Como los planteamientos realizados por la Canel en la Universidad de Córdoba fueron muy criticados por los principales periódicos, trató de justi­ficar su interés sobre la base del cariño que tanto ella como su difunto mari­do habían tenido por Latinoamérica. También argumentó los deberes adqui­ridos con el matrimonio sobre la base de su experiencia personal: “recuerdo [...] que el secretario del juzgado estuvo más de media hora leyendo los deberes que imponía la ley a cada uno de los contrayentes, de cuya media hora, solo cinco minutos corresponderían a los deberes de los maridos”.46

Eva siente placer en reiterar continuamente su posición antifeminista e insiste en que para modificar la situación de la mujer en la sociedad había que comenzar por modificar los sistemas escolares, pues la educación de éstas distaba mucho de asimilar y seguir las pautas modernas.47

Celebraba, sin embargo el trabajo profesional de las mujeres, se refería por ejemplo, a las linotipistas cubanas como “dominadoras muy gallardas” de la caja, aunque también confesaba que jamás había creído que esa profesión llegase a tener raigambre femenina.48

Protestaba por la desatención social hacia a la mujer que, decía, se encontraba en Cuba muy descuidada, puesto que aunque los españoles habían logrado edificar excelentes quintas de salud, con un sistema de aten­ción poco común para la época, no lo hacían extensivo a sus compañeras, que no hallaban refugio a través del mutualismo, limitándose la atención a aquellas que, por tener una posición acomodada podían pagar sus estadías.49

También se refería a que La Habana estaba, a principios del siglo XX, plagada de sirvientas españolas, sin protección ante la marginalidad, ni sis­temas educacionales de ningún tipo, acusando a sus propios compatriotas de que muchas de estas cayesen en el abismo por su indulgencia y culpa.

Pero nada de esto se concretaba en una acción social desenvuelta a partir de las mujeres; para la Canel el feminismo perturba, conmueve, tras­torna las bases de la sociedad y rompe con su criterio de una familia conceptualmente estable, ese equilibrio debía sostenerse a cualquier precio, aunque fuese pagado por las propias mujeres. He ahí su desacuerdo, con esa corriente, aún cuando, en el plano individual estuviese siempre dis­puesta a quebrantar normas y a asumir las consecuencias.

1Durante la primera etapa 1882-1930, el viaje de mujeres solteras, adultas, no era usual, y por lo general sólo emigraban esposas o hijas. Sobre todo las féminas partían dentro de núcleos parenterales o como criadas de familia. A partir de 1882 hubo una emigración femenina joven; al igual que ocurría con los hombres, muchas no encontraban empleos lucrativos y caían, para sobrevivir, en situaciones marginales que podían llevarlas a prostituirse. No debe descartarse, desde luego, que también existiesen redes dedicadas a llevar a ese tipo de vida a las jóvenes inmigrantes, como ocurrió con un grupo de seis mujeres que, a cargo de Filomena Díaz, llegaron a la Habana a bordo del barco "J. Jover Serra", procedentes de Canarias, y fueron des­cubiertas por el colector de aduanas. Sacado de Archivos Nacionales de Washington, t. 690, no. 9. Citado por Manuel Hernández González: "La guerra de Cuba y el problema migratorio: un debate abierto", en Manuel de Paz Sánchez (ed.): El 98 canario-americano. Estudios y documentos, Litografía A. Romero S.A., Santa Cruz de Tenerife, 1999. p. 47.

2 No hay tales carneros. Diario de la Marina. Sección de la tarde. Pág. 8. Año 1920.

3 Ibídem

4 Ibídem

5 Federico Lunardi ( Livorno , 7 de diciembre de1880 - Asunción, 11 de noviembrede 1954 ) fue un arzobispo católico romano , etnólogo , arqueólogo , historiador , escritor y coleccionista italiano . Llegó a ser importante para el estudio de la historia , de la geografía , de la arqueología , y en especial de la etnología de América Latina con trabajos como:

-La Fundación de la Ciudad de Gracias a Dios y de las Primeras Villas y Ciudades de Honduras, tipográficos Talleres Nacionales, Tegucigalpa, 1946.

-De la Paz en Belém do Pará, Tipografía Isa, De Vincente y Cia, Buenos Aires, 1946.

-Honduras Maya, Arqueología Etnología Y de Honduras. (Estudios Mayas, Orientaciones), Secreteria Privada de la Presidencia de la República, Tegucigalpa, 1948.  

6 Monseñor Lunardi y la Escuela del Perpetuo Socorro.Diario de la Marina. Sección de la tarde. Pág. 7. Año 1919

7 Por la mujer española

8 Ibídem

9 Ibídem

10 Monseñor Lunardi y la Escuela del Perpetuo Socorro

11 Ibídem.

12 En aquellos tiempos, que algunos interpretaron como una especie de vuelta a la “belle époque” de fines del siglo XIX y principios del XX, se difundieron también nuevas modas, que por la general seguían la influencia norteamericana. Lo más importante fue la tendencia a la liberación femenina, sobre todo en la clase media urbana, con el correspondiente impacto en las relaciones familiares y en la sociedad. Muchas mujeres se incorporaron a partir de entonces al trabajo, ingresaron a las universidades y se dedicaron a labores intelectuales. La mujer conquistó el derecho al sufragio en la mayoría de los países europeos. En general, en este período comenzó una progresiva ruptura con las viejas costumbres y los valores establecidos. En Historia del siglo XX. E. Hobsbawm, Ed. Buenos Aires, 2008, p-285.