LA ESCUELA PÚBLICA CUBANA (1940-1958): UNA VISIÓN DESDE CIENFUEGOS

LA ESCUELA PÚBLICA CUBANA (1940-1958): UNA VISIÓN DESDE CIENFUEGOS

José Antonio Ramírez Jiménez (CV)

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II.2.2 Principales logros: transcendencia social

La trascendencia social de la escuela pública no solo se puede restringir a su función instructiva o educativa con los escolares, ella por su dimensión pedagógica se convierte en un espacio de relaciones en las que participan padres y vecinos. 
La contribución de la familia con las escuelas públicas cienfuegueras se relaciona directamente  con la organización de las asociaciones de padres, vecinos y maestros de cada escuela, organización a la que nos referimos en párrafos anteriores. Según la prensa de la época, el 6 de enero de 1943, fue constituido el Comité de Padres, Vecinos y Maestros de la Escuela, donde concurrieron las distintas asociaciones de padres, vecinos y maestros de la ciudad, y contó con la presencia del Dr. Conrado González Fundora, Inspector de Distrito Escolar Urbano de Cienfuegos (1943, La Correspondencia).
Las asociaciones de padres, vecinos y maestros 1 resultaban una forma de sociabilidad utilitaria. Estas agrupaciones se mantuvieron dentro del marco de las localidades y evidentemente manifestaba la necesidad de apoyar a las escuelas públicas. Son características del siglo XX, alcanzando su mayor presencia en Cuba y  Cienfuegos no es la excepción, en 1928, año en que distintos pedagogos del siglo XX cubano como: Guerra Sánchez, Montori y Valdés Miranda reconocen el inicio de una etapa de declive de la escuela pública cubana. En Cuba hay un aumento de estas asociaciones a partir de la década del 20, Anexo No. 11, y en Cienfuegos hasta 1928 se encontraban registradas solamente 5 asociaciones de este tipo, aumentando a 11 en 1929.
Para 1928 se registraron 5 nuevas asociaciones más; una la de la escuela pública No. 11, de calle Gloria y Diego Velásquez; otra la de la escuela pública No. 2 de Cristina # 169; otra la de la escuela pública No. 9 de calle La mar # 40; la de la escuela pública No. 21 en Guaos; la otra la de la escuela primaria superior # 3 de Arguelles # 132, y por último la de la escuela pública No. 26 del barrio de Barnebal en  el reparto Punta Gorda.
De manera general, las asociaciones de padres, vecinos y maestros, contaban con un tipo de reglamento, el que declaraba el carácter o finalidad de la asociación: “Elevar el nivel cultural de los alumnos de la población en general, por distintos medios y atender a las necesidades económicas de las escuelas que el Estado no pueda atender.” 2
Desde este propósito se procuraba una relación de cooperación para el  mejoramiento de los alumnos en cuanto a la propia relación de la familia con la  escuela, tanto en lo que concierne a la parte económica, como a la técnica: obtención de uniformes, material escolar, fundación de bibliotecas, organización de excursiones escolares como un medio de hacer la enseñanza más activa y eficiente; estimular la asistencia y la puntualidad, la celebración de actos de carácter cultural en sus manifestaciones intelectuales y físicas.
De esa forma, se organizaban actividades relacionadas con la educación en el hogar, la sociedad y el medio, conferencias y visitas con el fin de ilustrar a los padres sobre las medidas más eficaces que debían adoptar en relación con la higiene física y espiritual de sus hijos. Se relacionaban además los espectáculos públicos a los que concurrían los niños, paseos que frecuentaban, compañeros con que se reunían, juegos en que tomaban parte. Conseguir del niño el mayor respeto a los monumentos públicos y el acatamiento a las leyes y ordenanzas, el mejor comportamiento a la entrada de la escuela y la conducta del niño en la calle.
Se establecía además, contribuir con una cuota mensual voluntaria, mínima de diez centavos, sin prejuicio de cualquier otra mayor y generosa contribución.
Utilizada para mejoras de la escuela pública mientras, se restringía que se utilizara en otros fines asociados a la esfera administrativa. La asociación no podía intervenir, en manera alguna en la organización técnica, administrativa o disciplinaria de la escuela.
La prensa recogía la labor desarrollada por estas asociaciones: “La Federación de padres y vecinos laborará para que se reparen las escuelas, también porque se les abastezca de pupitres, se mejoren sus servicios y más cantidades de material docente. Esta Federación declara que su lucha será únicamente en beneficio de la Escuela Pública y el empeño para cuya labor no descansará hasta tanto no sea apoyado todas las escuelas de la nación. A fin de que se observe la más completa distribución del material escolar, luchará porque el desayuno escolar sea servido a todos y cada uno de los alumnos, sin la discriminación de que en un aula cuya matrícula sea de 50, solamente se reparta desayuno a 20 niños, aduciendo que no a todos hace falta” (1950, El Comercio).
El esfuerzo de las diferentes asociaciones quedó registrado en informes de balance de tesorería. El análisis de los balances de tesorería de estas asociaciones, desde 1939, nos permitió constatar su contribución a las escuelas públicas en la adquisición de material escolar y la prestación de servicios que iban desde: monogramas para los alumnos, reglas de acero para el Trabajo Manual, pacas de papel blanco, cristales para las vitrinas destruidas por el ciclón de 1935 (que también se usaron en la creación de rincones martianos, la instalación de filtros y tanques para agua potable, instrumentos musicales para las bandas rítmicas, juguetes para los niños, los 6 de enero “Día de reyes magos”, libros para la biblioteca escolar, cestos de flores para homenajear el natalicio de Martí, dulces y regalos para las actividades de fin de curso, carbón para el desayuno escolar y el traslado del mismo a las escuelas públicas, la mano de obra y la pintura de estas, las boletas de inscripción de los alumnos, el arreglo de pupitres, la medicina para un niño en 1954, el kake del “Día del pedagogo”, el cordel para izar la bandera, el libro de firmas de los maestros, las salidas al cine de distintas aulas (grupos), los refrescos de los niños en el desfile por el natalicio de José Martí, obsequios por el día del conserje, pizarrones, material de oficina y papel de forrar, hasta las fotos, diplomas y obsequios que se otorgaban en los actos celebrados. El grado de contribución de las asociaciones de una muestra de tres escuelas públicas desde 1940 hasta 1958 se ofrece en el Anexo No. 12. También en su proyección incluyeron las denuncias a los males de la escuela públicas, sobre todo mediante la prensa, lo cual las incorporó como una fuerza pujante para el perfeccionamiento de educativo, ya que este tipo de asociación definía su labor en la cooperación: “a los maestros en la formación de los educandos en los aspectos cívico, social y moral con responsabilidad y energía para lograr al mejor éxito de la Escuela Pública.” 3
Sobre el accionar de las asociaciones de padres, vecinos y maestros (Ferrer, C. C., 1956) planteaba: “Las asociaciones de padres, vecinos y maestros jugaban un papel fundamental dentro del sistema escolar no solo en el concurso económico que prestan a la escuela, ya que esta no es su principal función, sino en su tarea de estrechar las relaciones entre el hogar y la escuela, permitiendo al maestro influir favorablemente en los hogares de sus alumnos y propiciando la intervención de los padres en la educación que reciben sus hijos.”
Sobre este tipo de sociabilidad, (Ferrer, C. C., 1956) proponía: “relacionar entre sí todas estas asociaciones del municipio para realizar empeños de carácter colectivo en materia educacional”. Mientras que al magisterio cienfueguero le sugería: “aprovechar del modo más efectivo los recursos de la comunidad; intensificar la preparación cívica de las nuevas generaciones; e, influir en el hogar.”
Una de las actividades escolares de mayor trascendencia social eran las fiestas y actos  que se desarrollaban en las escuelas y que convocaban a padres, vecinos y autoridades. Si bien la alusión a las fiestas y actos escolares se registra desde los años 20 y 30; lo cierto es que estos se mantendrían como una regularidad del modelo pedagógico del período, alcanzando relevancia social y educativa.
La fiesta del árbol, ver Anexo No. 13, La semana del niño, la Jura de la Bandera, ver los Anexos No. 14, el Día de Bayamo, la celebración de los Días memorables entre los que se encontraba el 28 de enero, el Día de la madre, el aniversario del natalicio de José de la Luz y Caballero y el 27 de noviembre, serian algunos de los que mayor trascendencia formativa tendrían.
Según exalumnos y maestros: “estas actividades eran puramente educativas, de enseñanza; de amor a la naturaleza, enaltecedoras de la condición ciudadanía y fortalecedoras de sentimientos patrióticos. Se realizaban excursiones que promovían el conocimiento y despertaban interés y disfrute y servían de marco para exponer las habilidades manuales y físicas adquiridas” (Martín, A., 1993).
Los maestros entonces exhibían sus logros, los cuales en ocasiones eran reconocidos. Alrededor de estas fechas se desarrollaban actos culturales, exposiciones, concursos lo que convertía las jornadas en importantes espacios de disfrute y conocimiento.
La Jura de la bandera coincidía con las actividades de inicio de curso, “Era un acto solemne de mucha marcialidad, se asumía como un momento de compromiso lo cual hacía del momento algo inolvidable” (Martín, A., 1993).
Para celebrar el natalicio de Martí, se confeccionaba una canastilla con el trabajo de las niñas; se le entregaba a la madre y el niño de familia pobre que naciera en esa fecha; pero también se hacia el desfile. La prensa de la época reflejaba estos acontecimientos.
Sobre la conmemoración del 28 de enero, se reconocía en la prensa local cienfueguera  la grandiosidad del desfile y se promovía una información detallada de la secuencia que seguirían las escuelas, las cuales debían por estandartes, e iniciativas como la presentación de bandas rítmicas, ver el Anexo No. 15, en homenaje al Apóstol, augurando: “Será grandioso el desfile escolar de mañana. La marcha se iniciará en Prado y San Carlos. En el orden del desfile: la escuela experimental, la escuela nocturna, las escuelas públicas: 1, 2, 3, 8, 11, 12; el Asilo Anita Fernández, las escuelas públicas: 4, 5, 6, 7, 10; y, las escuelas primarias superiores 1 y 2” (1943, La Correspondencia).
Para el “Día de las madres” (o de la madre) se elaboraban postales y objetos manuales los cuales debían expresar el sentimiento y esfuerzo de los niños como símbolo de amor a sus progenitoras. Los niños portarían ese día una flor en el pecho: roja para el que la tuviese viva y una blanca para el que ya la había perdido. Se convertía en un ejercicio de entrega de cariño, se aprendían canciones y poesías que debían ofrecer el 2do domingo de mayo a sus madres. (Martín, A., 1993)
Es preciso señalar que todos estos actos estaban precedidos de charlas, conversatorios alegóricos a las fechas en los cuales se ampliaban los conocimientos de los escolares y se promovían comportamientos adecuados.
La prensa también permite afirmar que las instituciones culturales del territorio servían de marco para estimular la actividad educativa de las escuelas públicas sobre todo, se proponían divulgar los mejores resultados y avalar a nivel social el prestigioso trabajo de maestros alumnos y en general de la escuela pública. Por ejemplo: “–entre otros acontecimientos – el Club Rotario de Cienfuegos promovió una fiesta con varios números de música, canto y prestidigitación para los 90 niños que en ese entonces eran matrícula del Asilo  Anita Fernández, en ocasión del 17 aniversario de la fundación del Asilo”4 (1943, La Correspondencia).
También tenía lugar la convocatoria de concursos, como el de Artes Manuales y Economía Doméstica para las escuelas públicas de Cienfuegos, en la prensa local, a propuesta  del Ateneo de Cienfuegos. Este convocaba a los alumnos de las escuelas públicas urbanas y rurales de los grados cuarto, quinto, sexto y octavo. La convocatoria reconocía a la Escuela Pública como institución y al Trabajo Manual como el medio más adecuado para el desarrollo armónico del niño y al decir: “ya que al poner en actividad todos sus poderes contribuye a la formación física, moral e intelectual de la personalidad, pretendiendo estimular la obra de la escuela cienfueguera en pro de la consecución de tan elevados fines, presentándola ante la sociedad…” (1943, La Correspondencia). La convocatoria tuvo lugar en ocasión de las fiestas conmemorativas por el 124 aniversario de la fundación de la colonia Fernandina de Jagua, para entonces ciudad de Cienfuegos.
La prensa divulgó, que el mismo ateneo de Cienfuegos, la Sección de Educación Física, convocaba para unos ejercicios gimnásticos o juegos escolares para el día 24 de abril de ese año. A las escuelas públicas y privadas, en el stadium de Trinidad y Hermano, consistente en exhibiciones gimnásticas, ejercicios calisténicos o juegos escolares educativos. Se premiarían con trofeo y diploma a la escuela pública y privada de mejor exhibición; medalla de oro y diploma para las cuatro mejores exhibiciones entre las escuelas públicas y privadas de varones y de niñas; y, medalla de plata y diploma para las cuatro mejores exhibiciones en segundo lugar, entre las escuelas públicas y privadas de varones y de niñas (1943, La Correspondencia).
En ese mes y año, el mismo periódico local recoge el establecimiento de la celebración entre los días 22 y 26 de marzo de cada año, en todas las escuelas públicas y privadas de la Semana de Aguayo. Como homenaje provincial al ilustre maestro Dr. Alfredo M. Aguayo.
Con la celebración de la Semana de Aguayo tuvo lugar la publicación en la prensa local de las memorias de estas festividades, donde aparecen consejos escolares como el que plantea: “Elegid en la historia narraciones que enseñen a los niños moral, no por el precepto, sino por el ejemplo de grandes hombres del mundo entero. Así formará su ideal, con el ejemplo de los hombres que han vivido, y se esforzarán en reproducir las virtudes en sí mismos”. Además se insiste en el postulado pedagógico que reconoce: “Preocuparnos por formular planes de trabajo para el maestro calcados de la realidad y no en simples lecciones, para despertar en el niño el interés y la necesidad de aprenderlas”  (1943, La Correspondencia).
Concluimos este capitulo afirmando que las características que distinguen la escuela pública cienfueguera desde 1940 hasta 1958 no difieren de la situación general de estas en el país. Regulada por las normativas nacionales, afirmada en las concepciones de los maestros y directores, logró sobreponerse a la crisis escolar que distinguió el período.
Estimulada y apoyada por las asociaciones de padres, vecinos y maestros, se conseguía atenuar los efectos del irracional manejo de la instrucción pública y responder a las exigencias locales. Estas asociaciones se convirtieron en soporte de la escuela pública.
La orientación formativa, cívica, la educación, el compromiso y la protección de la niñez serían rasgos distintivos de la escuela pública en Cienfuegos. Alentada por la gestión de clubes, sociedades de recreo e iniciativas locales infundidas en el ejemplo de los maestros públicos, se desarrollaron acciones dirigidas a convertir la escuela pública en un espacio de progreso cultural.

1 En Cienfuegos ya desde el 23 de abril de 1900, se había fundado la Asociación de Maestros, en acto presidido por Francisco Castro como delegado de la Asociación de Maestros organizada en La Habana. La Directiva quedó constituida por Francisco Castro (Presidente), Serafín Manene (Secretario), Servando Villamil (Vicesecretario), Carlos Trujillo (Tesorero) y José M. Soler (Vicetesorero), además de seis vocales. (Rousseau, P. R. & Díaz de Villegas, P., 1920)

2 Reglamento de las asociaciones de padres, vecinos y maestros de las escuelas públicas números: 2, 9 y 11 de Cienfuegos, fondo de asociaciones del archivo provincial “Rita Suárez del Villar” de Cienfuegos, fondo 383, legajo 23.

3 A los padres de los alumnos de las Escuelas números 7 y 10 de la calle Arguelles y Arango. Lázara Díaz de Tuesta, propietaria de las casas No. 7 y 10 hace saber por este medio las malas condiciones en que se encuentran dichas escuelas, que debían estar clausuradas (1956, El Comercio).

4 El Asilo Anita Fernández en esos 17 años había dado albergue a más de 700 niños. (1943)