CIENCIA, INNOVACIÓN Y PRODUCTO

CIENCIA, INNOVACIÓN Y PRODUCTO

Luis Héctor Perego (CV)

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Tipología del Empresario Innovador:

Para el empresario su imaginación, los pensamientos, y las reflexiones convergen con miradas hacia una decisión, que ha de adoptar para una acción de producción y/o comercialización de productos, pero desde todo punto de vista estos atributos son insuficientes, ya sea por falta de información, de comprensión o por la característica que tiene el empresario en interpretar estos eventos o la motivación por la cual toma sus decisiones.
Establezcamos algunas razones por las cuales un empresario, desde la psicología, puede verse motivado a llevar adelante su actividad:

  • Por el deseo de realizarse
  • Por dinero
  • Por poder personal
  • Por prestigio
  • Por responsabilidad social
  • Por seguridad
  • Por religión

Estos impulsos se interfieren, con frecuencias y amplitudes muy variables, según las circunstancias nacidas de acontecimientos accidentales, interiores o exteriores a la empresa; ellas mismas son emitidas y mantenidas de modo diferente, según que el empresario pertenezca a uno de los tres tipos clásicos: productor industrial, comerciante o financista (Bouquerel Fernad. 1972).
Cabe aclarar que en una empresa compleja de mediana magnitud, conviven personas que ocupan diferentes roles: los cuadros de mando, los especialistas, la mano de obra, y el empresario. De todos es el empresario quien ejerce la acción productiva tendiente a satisfacer sus intereses personales.
 Lo que diferencia al empresario de los demás depende esencialmente de los siguientes hechos fundamentales:

  • Es la única persona física responsable, siempre moralmente y a veces también pecuniariamente de la totalidad de actividades y compromisos aceptados por esa persona jurídica que es la empresa.
  • No puede, en definitiva, transferir a nadie las consecuencias de las actividades de sus colaboradores y de su personal, tales como los compromisos contraídos en la empresa y afuera de ella con proveedores clientes, y asociados.
  • Solo él es responsable de los resultados de sus ofertas ante ese juez inexorable, que es el mercado.
  • Ha de aceptar el veredicto con tanta más lealtad cuando que la respuesta del mercado – ofertas y demandas- es la sanción de las decisiones internas y de sus aplicaciones, como resultado de la política de empresa, de una estrategia, de una táctica y de una gestión.
  • Debe no solo conservar el activo neto que le está confiado, sino hacer de manera que todas las transacciones cerradas con arreglo de las condiciones y precios fijados por él aporten beneficios, seguridad y nuevas perspectivas para todos los participantes.

En conclusión, debe diferenciarse de los que viven en la empresa por ser enteramente libre, no de sus movimientos sino de sus decisiones. Y es precisamente esta libertad considerable si no total, la que implica como contrapartida una responsabilidad personal equivalente. Los cuadros y la mano de obra no tienen responsabilidades más que dentro de los límites de sus atribuciones y solamente en su cumplimiento de la misión o tarea que se les ha ordenado realizar.
Independencia, libertad de acción y gusto por el riesgo: he aquí al empresario.
En el cuerpo del empresario coexisten algunos patrones que lo diferencian entre los que podemos distinguir tres tipos:
El especialista
El comerciante
El financiero
En ningún caso nos ofrecen la identificación de tipos en estado puro. Aparecerán cruzados en sus seis formas posibles. No obstante hay un predominio de los tres tipos sobre los otros dos, lo que implica una actitud personal. (Bouquerel Fernad. 1972).
El especialista: escoge como punto de partida el producto, cuyo éxito quiere asegurar. Está apegado a su especialidad. Este apego se manifiesta de una forma particularmente clara en el inventor – empresario, que se distingue del inventor puro por estar dotado de cierto don para la empresa.
Es de los tres mercados el del trabajo el que le interesa.
Para asegurar el éxito de la invención, trata de aplicarla a una escala tan vasta como sea posible y naturalmente, de abrirle mercados importantes.
El interés del especialista y todos los esfuerzos se centran en la organización de su explotación. Trata principalmente de procurarse la mano de obra necesaria. Su actividad se ejerce en una sola dirección y generalmente se los ha identificado con el nombre de Capitán de la Industria.
 El comerciante: este adopta como punto de partida las necesidades del mercado y se aplica a suministrar los productos que considera susceptibles a venderse. Tiene “ojos de futuro” que le permiten prever la orientación probable de aquellas necesidades. Y va a contribuir a ella por medio de la promoción de ventas, con ayuda de una hábil campaña de información y de propaganda.
El comerciante ideal es aquel que crea necesidades nuevas. Es de los tres mercados el de los bienes, el que le interesa.
Su creación decisiva consiste en organizar no una explotación sino mercados.
A diferencia del especialista unidimensional, el comerciante es bidimensional, su actividad se ejerce en la superficie. No solamente crea el mercado, sino acepta sin recriminación las leyes de la competencia, que corresponden a sus inclinaciones, a su actitud.
El financiero: toma como punto de partida la necesidad de capitales. Su principal actividad consiste en reunir, en hacer surgir capitales, por medio de operaciones financieras, con preferencia. Por consiguiente, de los tres mercados el de capitales es el que le interesa en primer lugar. Se dedica con entera dedicación a la creación; a la fusión de empresas; a la constitución de grupos. Ejerce una actividad constructiva de tres dimensiones.