GÉNERO Y ECOTURISMO: PERSPECTIVAS DE EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES EN LA RESERVA DE LA BIOSFERA DE LOS TUXTLAS

GÉNERO Y ECOTURISMO: PERSPECTIVAS DE EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES EN LA RESERVA DE LA BIOSFERA DE LOS TUXTLAS

Isis Arlene Díaz Carrión (CV)
Universidad Autónoma de Baja California

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PRÓLOGO .

          A lo largo de este último año me he dedicado a pensar en términos de turismo y mujeres; han sido meses de trabajo a lo largo de los cuales he aprendido no solamente de las ideas de quienes sobre las mujeres han reflexionado desde diversas perspectivas, también he aprendido de aquellas mujeres que aceptaron, con mayor o menor reticencia, mostrarme aspectos de sus vidas; es el esfuerzo de interiorizar las ideas de unas y las vidas de otras lo que se presenta a lo largo de los siguientes capítulos.   

Armar el marco que sustenta esta investigación me ha llevado a revisar conceptos de turismo, de economía, de legislación, de geografía, de biología, de sociología, de antropología, con una perspectiva de género tanto en los campos de la teoría como en los de la práctica; lo anterior con la finalidad de abordar las siguientes preguntas: ¿Cuáles son los cambios que ha ocasionado el ecoturismo entre las empresarias turísticas? ¿Cuáles son las características de las iniciativas turísticas de las mujeres? ¿Están ellas utilizando sus experiencias para reflexionar sobre las brechas de género? ¿Puede el turismo alternativo convertirse en una estrategia para renegociar las relaciones de poder entre las mujeres y los hombres? ¿Qué retos se les presentan?  Las anteriores preguntas son la guía de la presente investigación donde como puntos centrales se identifica al turismo y a las mujeres.  Del turismo se exploran las iniciativas de ecoturismo y de la geografía humana se toma el enfoque de género para identificar los efectos positivos o negativos entre las empresarias rurales, teniendo como telón de fondo sus particulares procesos de empoderamiento. 

          El turismo llegó a las zonas rurales buscando escenarios nuevos y atractivos, a la vez que ofrecía el servir como complemento de las cada vez menos robustas y sanas actividades productivas tradicionales. Como actividad estacional complementaria a unos ingresos fijos, el turismo fue fácilmente asimilado por las mujeres de territorios agrícolas, ganaderos, pesqueros, forestales o mineros ahora también convertidos en destinos turísticos.  Con la llegada de los visitantes   –usualmente provenientes de centros urbanos de mediana y gran magnitud-, la vida de las mujeres cambió, para algunas los cambios han sido poco significativos, pero para otras han sido cambios importantes.  

No existe mucha documentación sobre los efectos del ecoturismo en México que apliquen un enfoque de género; este es el principal aporte a realizar por esta investigación que de manera exploratoria se acerca a las experiencias turísticas de la oferta de alimentación, recorridos guiados, alojamiento y artesanías.  En España, a diferencia de México, existen algunos antecedentes en investigación, turismo rural y género; destacan los esfuerzos desde la universidad catalana y alguno de la universidad gallega.  Estos casos se han caracterizado por adentrarse en los emprendimientos de la oferta de alojamiento, la que en su mayoría circunscribe el trabajo de las mujeres cerca de su hogar. Cada caso de empresarias turísticas presenta sus particularidades; es así, como en algunos ejemplos las mujeres se han visto beneficiadas al desempeñar un papel productivo que les ha llevado a ser valoradas tanto en el plano personal como por sus familias como por su comunidad.  En otros casos, ese protagonismo se ve opacado por las mínimas repercusiones que su actividad empresarial ha tenido en sus hogares.

El ecoturismo es definido como una apuesta rompedora del modelo tradicional, por lo tanto al comprometerse con la búsqueda de la sostenibilidad involucra el empoderamiento de las comunidades receptoras y su pretendida modificación de las estructuras tradicionales de poder y decisión pueden constituirse como un marco dinámico para gestar relaciones de género más equitativas.  Algo se ha avanzado desde principios del siglo pasado cuando el empleo femenino tenía únicamente como justificación la necesidad económica; las sociedades de principios de siglo no aceptaban que las mujeres que pertenecían a las familias “decentes” se plantearan siquiera el buscar un empleo.  Las mujeres vivían solamente para satisfacer las necesidades ajenas que les venían dadas desde sus papeles de esposa/madre/hija; fuera de esos roles apenas quedaba un poco de acceso a esfera pública a través de los trabajos hacia la comunidad; pero estas últimas satisfacciones al ser consideradas también como actividades para la supervivencia de la familia quedaban constreñidas como una extensión de la esfera privada. 

Es en la segunda parte del siglo pasado que las mujeres de las clases media y alta comienzan a adentrarse en la esfera pública buscando a través del empleo otorgar un nuevo significado de las relaciones de género;  no sin antes vencer la reticencia de quienes veían –y ven aún- con malos ojos el deseo de educación y autonomía por parte de las mujeres; éstas han ido llegando cada vez más –que no necesariamente integrándose- en el mundo laboral.  Desafortunadamente, a casi medio siglo de la incorporación masiva de las mujeres a la esfera pública nos encontramos ante una situación donde las limitaciones resultadas de la  división de trabajo por género  persisten aún.   Los empleos a los que las mujeres accedemos suelen ser empleos que giran alrededor de la figura de cuidadora y formadora del hogar, son también empleos donde campean las desventajas en prestaciones y las pocas oportunidades de una carrera profesional a lo largo de la vida laboral; además, al ser considerados como empleos para mujeres mantienen bajos niveles salariales.  Y es que el empleo de las mujeres continúa siendo considerado como una fuente complementaria de ingresos, una extensión a un salario masculino que aún es considerado como la fuente principal del ingreso familiar.   
Los elementos básicos que se abordan en el apartado de género,  no solamente resultan de utilidad al momento de establecer el marco de referencia de la investigación en los aspectos de división sexual del trabajo y roles de género; también permiten introducirse en la metodología de investigación feminista que guía este trabajo de mujeres y turismo.   En algunas ocasiones se identifica a una comunidad como un ente homogéneo que no registra diferencias a partir del género, la edad o la clase a la que se pertenece,  al aplicar la perspectiva de género a las iniciativas turísticas se busca profundizar sobre las ganancias y pérdidas que resultan para las mujeres en las arenas individual, familiar y colectiva;  con el uso de un método feminista se busca aprovechar un enfoque holístico que otorgue a las mujeres una identidad más allá de la comunitaria, maximizando su visibilidad.  Con cierta frecuencia el atender una iniciativa empresarial lleva a extender la jornada laboral de las mujeres; diversos estudios realizados han demostrado que las mujeres trabajan más número de horas que los hombres y reciben menos ingresos, pues éstas suelen concentrarse en la realización de trabajo productivo en el que se invierten más horas y genera menos ingreso.  Pero ese exceso de carga laboral no solamente viene dado por accesos desiguales en las oportunidades de mercado, el origen se encuentra ya mismo en la actitud poco participativa por parte de un hombre que ha sido tradicionalmente definido como proveedor del hogar y que por lo tanto, generalmente, se ubica al margen de la realización de un trabajo doméstico.

Precisamente el empoderamiento constituye el tema central del capítulo tres,  y a lo largo de las páginas que le componen se expondrá su compleja, y por qué no, riqueza de definición y metodología.  Aún queda pendiente de definir lo qué es el empoderamiento, pero esa tarea no está pendiente por falta de debate y reflexión; es más una consecuencia del enriquecimiento del término en sí, y una apuesta a futuro.  El proceso de empoderamiento es único, es largo, está lleno de contradicciones y es, también, dinámico; no es de extrañar entonces que esté en constante evolución en las sociedades en general, y entre las mujeres en particular.  Por esta razón el apartado final del capítulo expone algunos de los principales retos hacia el empoderamiento de las mujeres, pues no todos los cambios generados por proyectos de las mujeres han incrementado su poder; y en otros casos el avance registrado ha sido lento, exasperadamente lento.

Algunos avances identificados en investigaciones de turismo rural aplicando la perspectiva de género reportan que en la mayoría de los casos las mujeres prefieren atender turistas que dedicarse a la agricultura o ganadería; prefieren contactar con personas de fuera (aunque el contacto sea menor al que establecen los hombres); muchas mejoran su autoestima; algunas se dan cuenta de que mantienen relaciones desiguales en casa y apuestan a educar a las hijas e hijos con valores que permitan establecer relaciones de género que planteen cara a los roles tradicionales; y también destaca que entre las generaciones más jóvenes que se dedican al turismo rural se aprecia una distribución más igualitaria del trabajo doméstico. En algunas comunidades agroturísticas de Grecia se encontró que quienes participan en estas iniciativas lograron acceder a los espacios públicos hasta entonces copados por los hombres; en la revisión de otros casos de España lo que se ha encontrado es que las mujeres limpian y cocinan mientras los hombres se ocupan de las relaciones públicas, así como de los aspectos más importantes –que generan mayor reconocimiento social y status- de la iniciativa turística; mientras que en Irlanda las mujeres que comenzaron a recibir turistas desde los 1960´s ó 1970´s han alcanzado cierta autonomía, pero fuera de casa hacen creer que el ingreso principal del hogar sigue proviniendo de los hombres. 

Además de los anteriores aspectos positivos también se ha hecho hincapié en otros poco favorables; no en todos los casos se habla de persistencia de los roles tradicionales de género, pero tampoco se puede hablar de una ruptura drástica (también hay que considerar que estos cambios llevan tiempo y no son inmediatos).  Un factor de peso que generalmente limita a las mujeres son las percepciones y normas sociales; no obstante la considerable presencia de las mujeres en el turismo algunas ocupaciones son de dominio masculino: p. ej. la transportación de visitantes y los recorridos guiados, ya que una mujer que desarrolle dichas ocupaciones podría ser tachada de prostituta interesada en contactar a hombres foráneos.  Entre algunas comunidades mexicanas persiste la idea de que la mujer es para estar en su casa, y eso de andar en la calle es de “viejas cuscas”; no es sorprendente que el participar como socia de alguna iniciativa empresarial, política o social  acarree problemas con la pareja, con la familia o algunas veces desprestigio en la comunidad; otro impacto negativo identificado es la asunción masculina de los negocios cuando éstos comienzan a generar ingresos considerables, justificándose tras la tradicional idea de los negocios como territorio masculino y que las mujeres no entienden de eso.  Tampoco se ha identificado mucho apoyo para que las mujeres aprendan -o mejoren- habilidades empresariales que les permita dejar de cocinar y barrer exclusivamente; y en cambio, puedan contar con un soporte técnico para hacerse cargo de la gestión de sus negocios, lo que constituye un elemento importante camino del empoderamiento.

Las experiencias comparativas resultado de la investigación de campo nos acercan a las realidades de las mujeres rurales que a través del turismo experimentan nuevas fórmulas de lograr la igualdad; son sus experiencias las que se reportan a lo largo del último capítulo, donde se confrontan la teoría con la realidad.  El turismo además es un sector considerado como feminizado pero con marcada segregación ocupacional, tampoco se caracterizan los empleos por ser los mejores pagados ni por requerir mano de obra calificada; además de que es una actividad complementaria (debido a su estacionalidad) y dedicarse únicamente al turismo, sobre todo en el mundo rural, no suele asegurar la independencia económica;  y no es que el tener dinero para mantenerse le garantice a una mujer establecer relaciones de género más equitativas, pero sí que es un elemento importante. Claroscuros que plantean nuevos panoramas a las relaciones de género de las generaciones presentes y de los que se espera un reacomodo más favorable que no solamente permita un trabajo productivo para las mujeres, sino también la valoración  del trabajo reproductivo y doméstico que conduzca a un mejor reparto de este último entre los integrantes masculinos del hogar. 

A través del análisis de las iniciativas ecoturísticas de la Reserva de la Biosfera de los Tuxtlas se han identificado los impactos que ha generado el ecoturismo en las socias de las cooperativas en los servicios de alimentación, hospedaje, guías y artesanal; efectos que en algunos casos plantean nuevos cuestionamientos entre las mujeres del medio rural mexicano donde aún se mantiene arraigada la tradicional asignación de espacios y toma de decisiones en manos de los hombres. Ninguna investigación está completa sin la retroalimentación de los hallazgos realizados; finalmente, y a manera de reflexión sobre lo aprendido a lo largo de estos últimos doce meses, se arman las  conclusiones y se identifican propuestas que no son otra cosa más que  futuras líneas de investigación que a la distancia nos guiñan el ojo.