PENSAMIENTO SOCIOPOLITICO Y EDUCATIVO DE SIMON RODRIGUEZ

PENSAMIENTO SOCIOPOLITICO Y EDUCATIVO DE SIMON RODRIGUEZ

Ysrael O. Márquez Ramírez (CV)
José G. Viloria Asención
(CV)
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez

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EL PENSAMIENTO SOCIOEDUCATIVO EN SIMÓN RODRÍGUEZ

 Ysrael O. Márquez Ramírez
Doctor en Ciencias de la Educación
Certificado Postdoctoral en Ciencias Sociales
Profesor  Titular y Facilitador del Núcleo Canoabo.
Participante activo de la Línea de Investigación
Dinámicas Psicosociales y Ambientes de Aprendizaje
Núcleo Regional de Educación Avanzada Caracas
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez
ysrael@cantv.net
Edith Ruiz
Candidata a Doctora en Ciencias de la Educación
Participante activa de la Línea de Investigación
Dinámicas Psicosociales y Ambientes de Aprendizaje
Núcleo Regional de Educación Avanzada Caracas
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez
edithdelvalle@gmail.com

                                                                     y…ni en las ciudades principales
                                                     se piensa en construir
                                                   un pequeño edificio para conservar
                                                  el alimento de la vida…las IDEAS SOCIALES

                                                                                             Simón Rodríguez

 

               El albor del siglo XXI perfila una red de complejidades sociales que muestran una evidente vigencia del pensamiento educativo de Don Simón Rodríguez. Hombre insigne de la historia venezolana y quien fuera guía y  maestro del Libertador Simón Bolívar. Dejó un amplio y sólido legado   que se fortalece desde una multiplicidad de perspectivas en el pensamiento intelectual global de nuestros días.  Desde una orientación que siempre ha marcado  la necesidad humana  de permitir y comprender la inclusión social de los vastos sectores socio-humanos en condiciones comparativamente desventajosas. Vale mencionar, desde el ámbito latinoamericano, que este fenómeno se ha presentado como una constante desde tiempos que se remontan al  siglo XVII.  Se percibe igualmente  una evidente  vigencia del quehacer cotidiano, tanto desde una globalización, como desde una localización del mundo social, cultural y político, mediante el cual las redes de comunicación e información nos permiten conocer de este fenómeno en otros países, en otras culturas, en otros escenarios sociales.

               De este modo, lo cotidiano y lo humanístico-intelectual de una sociedad cada vez más interactuante e interconectada se asoma con elevado ímpetu para promover un pensamiento y acción que parta de la igualdad social para todos los seres humanos. Es por ello que las Organizaciones internacionales como la ONU, OTAN, OMS, OPS actualmente manejan algunos principios filosófico-organizacionales que vislumbran las claves socio-educativas, filosóficas y políticas que heredamos de los postulados y obras de Don Simón Rodríguez. Entre estos se podrían mencionar los principios universales como la justicia social, la relación trabajo-educación, la igualdad y la equidad en el ser humano, la protección de la sociedad por parte del Estado y, por sobre todo, la libertad de pensamientos en cuanto a regímenes políticos democráticos.

     Sin embargo, se hace notoria la necesidad epistémico-investigativa para delinear desde el panorama predescrito dimensiones conceptuales así como también  precisar en su contexto la frase: inclusión social. A simple vista, pareciera que se trata de un concepto abstracto cuando es definido en su esencia  por las ciencias socio-humanísticas como  la Educación, Sociología, Antropología, Economía,  Política, entre otras. Desde este acercamiento  resultaría efímero si no se trata como un acto natural de la especie humana  cuya fuerza potencial solicita de un desarrollo sostenido de manera armoniosa, equilibrada, evolutiva y hasta feliz, y que igualmente,  buscaría incluirse dentro de un contexto social y cultural bajo  un ámbito de acogimiento y de libre aceptación socio-antropológica según sus estamentos, normas éticas y morales. Todo unido impulsa de manera sólida el desarrollo de la “naturaleza social” del hombre como lo apunta Jorge (2000). Indica que, desde la perspectiva rodrigueciana, el conocimiento impartido desde temprana edad conformará en el individuo una segunda naturaleza; la naturaleza social la cual puede ser fortalecida por los gobiernos y la sociedad en su conjunto.  Por consiguiente, esta intención socio-formativa debe  levantar a los pueblos  hasta el grado de civilización.  Y es de esta manera  cómo se sostiene la  vida con dignidad, libertad y protección social; como medio idóneo para  aprender a vivir en sociedad y formar los ciudadanos la república.

     Con relación a tales premisas, el enfoque socio-humanístico del pensamiento de Don Simón Rodríguez se dibuja a partir del análisis de Guevara (1954). Este investigador parte de las ideas que se originan  desde el TRATADO SOBRE LAS LUCES Y SOBRE LAS VIRTUDES SOCIALES DE LA OBRA DE ROBINSON: 

Sujeto de las luces y de las virtudes = el hombre sociedad
Objeto................. de la Instrucción = la Sociabilidad.
 Fin.......................de la sociabilidad = hacer menos penosa la vida.
Comunicación de las luces y las virtudes = los métodos y modos de instruir.
Propagación......de la instrucción = escuelas: su número y organización
(en Guevara, 1954, p.34)
 
     Esta esquematización teórica permite una amplía disertación que muy bien está referida desde la mirada que le da Guevara (1954) en su  obra ESPEJO DE JUSTICIA, publicada en 1954 a propósito de  la conmemoración de los 100 años de la muerte de Don Simón Rodríguez sobre la petición del Gobierno Venezolano en la persona de Laureano Vallenilla-Lanz Planchart;  Ministro de Relaciones Interiores de la época. En el recorrido que permite su texto se describe el fenómeno que nos ocupa con base a considerar a Simón Rodríguez como un Ilustre civilizador venezolano.

     En este sentido vele integrar a estas líneas algunos extractos del proemio de la publicación de referencia. Guevara (1954) refiere  que:
 
Don Simón Rodríguez es grande por el valor específico de su espíritu batallador... encarado a los privilegios e injusticias sociales que dividen a la humanidad... que en la Venezuela colonial, su credo socialista lo sitúa entre los adversarios de la oligarquía política de entonces... que su entereza de carácter y superior cultura convertían de hecho a este filosofo en indeseable hereje o insurgente, según el criterio del régimen, negativo de la libertad de pensamiento (p.10)

     Asimismo el autor agrega que:
En los hombres que durante aquel período   cultivaron su inteligencia se observa el fenómeno darwiniano de la selección natural en la lucha por la vida, se evidencia la característica  biológica de que, inadaptados al medio hostil, los individuos de mayor cerebralidad reaccionan contra la limitación impuesta al desarrollo de sus facultades para satisfacer los altos espíritus. (p.9)

      Y describe al civilizador venezolano  “como un  luchador que ofrece durante su vida actividades  socialistas, propulsor de reformas en la organización colectiva mediante la instrucción popular gratuita y obligatoria, iniciador de la revolución agraria y extinción del latifundio”. Es así como el Maestro Simón Rodríguez  llamó a estos procesos una  “aspiración fundada a la propiedad”. (En Guevara, 1954, p.17)

     Con esta mirada adelantada a su época Don Simón Rodríguez también nos señala que en su pensamiento revolucionario existían iniciativas expresadas como:
Planes de asilos para ancianos, huérfanos, mendigos e inválidos, reformatorios de mujeres, creación de institutos de previsión social y establecimientos de escuelas de artes y oficios. La intención no era, como se pensó, llenar al país de artesanos rivales o miserables, sino instruir y acostumbrar al trabajo, para hacer hombres útiles, asignarles tierras y auxiliarlos en su establecimientos... era colonizar al país  con sus propios habitantes. Se daba instrucción y oficios a las mujeres para que no se prostituyeran por necesidad, ni hiciesen del matrimonio una especulación para asegurar su subsistencia (En Guevara, 1954, p.17)

Y sobre todo esto levanta su voz ante las adversidades y señala que su proyecto de Educación Popular se enmarca y fundamenta en el ideario y deseos de Simón Bolívar de atender a los niños pobres de uno y otro sexo:

nó en Casas de misericordia á hilar por cuenta del estado – nó en Conventos á rogar á Dios por su bienhechores- nó en Cárceles á purgar la miseria ó los vicios de sus padres – nó en Hospicios, a pasar sus primeros años aprendiendo á servir, para merecer la preferencia de ser vendidos a los que buscan criados fieles ó esposas inocentes (Rodríguez, 2004, pp. 25-26).

     Guevara (1954) igualmente ubica a Don Simón Rodríguez como un pensador que en cuestión de tiempo se adelantó un siglo. Anticipando todos estos asuntos  de índole social y político-filosófica  y con lo cual siempre connota al maestro del Libertador con un criterio positivo. Una amplia visión que  practica en su original sistema de capacitación y reeducación moral, desentendiéndose de los tópicos inertes como la limosna al prójimo y la prédica teórica de las abstractas  virtudes pero sí luchaba por las reivindicaciones demandando del Estado y de la sociedad el cumplimiento de los deberes asistenciales.

     Como se aprecia, los párrafos anteriores permiten mirar varios aspectos multidimensionales entre los cuales se destaca aquel de índole social bajo la relación sociedad-individuo-estado. Sin embargo, luce importante detenerse y profundizar dos de ellos. El primero se refiere a la inclusión y defensa de la mujer dentro de la sociedad venezolana de la época. La mujer necesitaba ostentar en igualdad de derecho un trabajo remunerado con derecho a la instrucción, con derecho a ser cuidada y protegida de enfermedades sexuales cuando solicita que no se les permita lo que se conoce hoy como trabajadoras sexuales que son personas y no objetos. Cuando se lee lo relativo al matrimonio se enfatiza la  universalidad de la igualdad y equidad como principios morales, es decir, es bien importante ver a Simón Rodríguez (Samuel Robinson)  ocuparse de la mujer obrera, de clase social proletaria y latinoamericana y solicitar su inclusión social dentro del sistema familiar, cultural y socio-económico.

     Rodríguez se apoyó con vehemencia en las ideas de Rousseau y con similar estilo plantea la protección que se les debe a las mujeres y los niños. Por ejemplo, en el Emilo de Rousseau (2000) se aprecia la importancia de la mujer en el seno familiar y su impacto en el desarrollo de la sociedad y la consolidación de la familia como dimensión socio-humana. Se lee así:
Pero que las madres se dignen criar a sus hijos, y las costumbres se reformarán en todos los pechos; se poblará el Estado; este primer punto, este punto único lo reunirá todo. El más eficaz antídoto; se torna grata la impertinencia de los niños, que se cree importuna, haciendo que el padre y la madre se necesiten más, se quieran más el uno a  otro y estrechen entre ambos el lazo conyugal. Cuando es viva y animada la familia, son las tareas domésticas la ocupación más cara para la mujer y el desahogo más suave para el marido. Así, enmendado este abuso, sólo resultaría en breve una general reforma, y en  breve recuperaría la naturaleza sus derechos. Tornen una vez las mujeres a ser madres, y tornaran también los hombres a ser padres y esposos (pp. 22-23).

          Como punto de enlace, Rodríguez resalta el  segundo aspecto del asunto en referencia. E interpretando a Rousseau lo extiende tomando en consideración las relaciones socio-afectivas-familiares con la atención y el cuidado institucional que debía dispensar el  Estado como elemento sustantivo de la protección social. Toda esta interrelación se eleva con gran importancia, con lo cual la protección  institucional familiar evita la “orfandad” y le otorga preeminencia social. Rodríguez discutió desde esa premisa la atención de las madres durante los períodos de gestación y posparto que para  su época resultaba precaria. Este fenómeno social se marcaba por un elevado índice de muertes durante el parto.  Igualmente, el cuidado de los infantes resultaba imprescindible durante los primeros años de vida y se tornaba igualmente  prioritario  para disminuir la generación de hijos sin normas morales y éticas.

     Desde estas dimensiones se presenta como fundamental tomar en consideración  los aspectos socio-familiares y educativos.  La educación  y la protección, tanto de la madre como del niño, se inscriben en los preceptos sociales, y por lo tanto, se les debe garantizar un ambiente socialmente armonioso según su naturaleza. Esto igualmente le garantiza a la sociedad la convivencia social y un ritmo de desarrollo humano consistente. Es por ello que Jorge (2000) realza estos elementos cuando refiere que Simón Rodríguez otorga una importancia significativa a las funciones del  gobierno-estado.  Esta relación se compone fundamentalmente por todas  las funciones sociales con especial énfasis en la Educación como eje de progreso y desarrollo:
Asuma el Gobierno las funciones
de PADRE COMÚN en la educación
jeneralice la instrucción
y el arte social progresará como progresaron todas las artes que se cultivan con esmero
(Rodríguez, 1828, p.18)
El GOBIERNO es una función compuesta

de que pueda encargarse un hombre

 De TODAS las FUNCIONES SOCIALES
la más complicada
la más delicada y
la más laboriosa
(Rodríguez, 1828, p.69)

     De esta manera, y sobre la perspectiva rodrigueciana, Guevara (1954) realza en su discurso sobre la inclusión social de la mujer  lo siguiente:

en la lid del mejoramiento de las clases de abajo, hijastras de la mala suerte, doquier que pretende imponer su bandera sale descalabrado... que cara le cobraron su ambición de redimir a la obrera de salario mínimo ─ jornal de hambre ─ tuberculizada en la fábrica o en el mostrador del almacén ajeno... a la madre embarazada que en miserable rancho hace el sacrificio tremendo de su vida a la vida palpitante en el fecundo vientre, al huérfano, hijo de proletariado, marinero, artesano o labriego, niño de existencia nublada, desnudo, descalzo, analfabeto, anémico de parasitosis intestinal y paludismo, a la mujer infeliz víctima de la prostitución, a la gente embrutecida y exprimida por el prójimo (p.18).

               Es de este modo como Rodríguez, según Revilla Pérez (2004), demuestra la existencia de un grupo que es explotado en su trabajo y otro que actúa como explotador con el fin de lograr los mejores beneficios. También el expósito no deja de enfatizar en  lo que respecta a las egoístas relaciones sociales del momento.  En ellas se evidenciaba un carácter netamente individualista. Con lo cual se podía afirmar que no era posible concebir ni  construir una sociedad, pensando en sí mismo. Era necesario promover y  crear conciencia; pensar en el bien de los demás era fundamental  para lograr y expandir el desarrollo social y fortalecer la República.

     Desde la línea de fundamentación socio-formativa del ciudadano y fortalecimiento de la República, Márquez (2005) analiza la visión “robinsoniana” y señala que Simón Rodríguez parte de la idea de la formación del sujeto republicano. Su apoyo se orientó en la instrucción  para la vida, a partir del principio según el cual el hombre que no inserta su conocimiento en la actividad productiva siempre estará en riesgo de convertirse en esclavo de alguien. Desde allí, se agrega el autor,  Rodríguez consideró que  “los hombres deben prepararse al goce de la ciudadanía” (Rodríguez, 1828, p.27, en Márquez 2005). Interpreta, por otra parte, que para lograr tal propósito Rodríguez concebía la educación como un factor fundamental para vivir en sociedad y en ciudad. Su tenacidad se inclinó siempre a romper con los esquemas coloniales que se impregnaron de imitación y de recursos formales clásicos, heredados de la Ilustración. En términos concretos, afirma que es indudable que el ideario de Rodríguez es una contra-posición a los paradigmas de la dominación.

               Para Rodríguez, según el autor en referencia,  es en la escuela donde se “protege” al futuro sujeto republicano y se prepara desde la temprana edad para asumir ─ en el contexto de las relaciones sociales ─ los fundamentos de la vida ciudadana. La acumulación de conocimientos no necesariamente implica una conducta ciudadana. Para ello era necesario equilibrar el conocimiento y las virtudes cívicas, es decir, “luces y virtudes sociales” son el principio rector necesario de las sociedades. 

     Ahora bien, a la luz de los pensadores del siglo XX, por ejemplo Hanna Arent (1993), el pensamiento de Simón Rodríguez transciende en el tiempo y brilla en el pensamiento universal de la actualidad. La autora en referencia, cuando se refiere    al trabajo como un derecho multidimensional, lo enfoca y lo describe desde su texto sobre la Condición Humana. Y afirma que “el hombre presenta tres caracteres bien definidos: el trabajo, la acción y la labor” (p.21).  El trabajo es inherente  a la especie humana (homo laborens),  que le permite proveerse de todo lo necesario para su  permanencia en esta vida, que se realiza a través de herramientas, de instrumentos. La acción que es la única actividad que se da en los hombres sin la mediación de cosas o materia. Se refiere a  la pluralidad y diversidad entre los hombres y su convivencia en la tierra.   Y la labor es  intuitiva, conocidas desde el mismo momento de nacer son sus necesidades básicas, como proveerse de alimentos para su mantenimiento corporal, el cuidado de su  soma, que es de hecho y así lo trata, como  una función propia de la anatomía del hombre: comer, dormir.

     En este sentido, el vivir bien y saludable es un derecho que se posee y un deber que se comparte con otros seres humanos. Principio que muy bien delineó y estableció Simón Rodríguez en sus tratados socio-educativos para las sociedades americanas. En el hilo de su pensamiento,  Arent  (1993) vincula este aspecto con la libertad, el conocimiento y la inclusión,  y al respecto señala que “la característica  de la acción, es aquella que definitivamente separa al homo sapiens del homo laborens, es la que determina la evolución desde la perspectiva del pensar, del conocimiento” (p. I)  Es decir, que el hombre y la mujer deben gozar de  la libertad. En términos bien específicos, cuando  escogen dónde y cómo vivir sus vidas; igualmente, cuando se trata de conseguir  educación, instrucción, derechos sociales, opinar, decidir, participar en el contexto social,  en otras palabras, estar incluido en la sociedad.
   
               Este discurso sobre la  inclusión social, en las líneas complejas de este siglo, muestra una diversidad que se inserta con relevancia epistémico-filosófica  desde el pensamiento de Don Simón Rodríguez, el civilizador venezolano. Se toma muy en consideración, desde luego, lo que en su manuscrito de leyes específicas atiende con especial interés, el hecho socio-humano en el marco de la  eco-sustentabilidad. Lo maneja como un incentivador de cosas, de hechos históricos, políticos, cambios sociales y cultivo de la estabilidad del hombre con su entorno:

El dogma de la vida social es
Estar continuamente haciendo la sociedad, sin esperanzas de acabarla
porque
con cada  hombre que nace hay que emprender el mismo trabajo
(Obras Completas, Tomo II, p.414. En García Bacca, 2005)
              
               Y como lo sugiere Don Simón Rodríguez (en Guevara, 1954): al terminar la lectura de cualquier texto, hay que reflexionar. Entonces, con esta sentencia luce pertinente colocar de relieve en el marco socio-sustentable las dimensiones  que saltan desde sus esquemáticos trazos.  El cultivo de sí, es decir, el cuidado de sí, sí nos reindica  esa manera socrática de sostener la vida humana en el planeta; la vida del hombre en su naturaleza y su conjunto socio-interactuante.  El “Sócrates de Caracas”, como bien lo llamó el Libertador, es un filosofo del mundo y un caminante que abre nuevos senderos para todos por igual. Desde esa perspectiva, la inclusión social, como la percibió el civilizador venezolano Simón Rodríguez,  se toma en consideración y atiende con especial interés, el hecho social, humano y político relativo al  HAMBRE, como incentivadora de cosas, de hechos históricos, políticos, de cambios sociales. Simón Rodríguez (en Guevara,1954, p. 502)  le asigna al hambre y a la ignorancia el origen del conflicto social cuando insiste: mui pocos consideran el imperio de las primeras necesidades = EL HAMBRE CONVIERTE LOS CRÍMENES EN ACTOS DE VIRTUD, POR LA OBLIGACIÓN DE CONSERVARSE”.    El deseo de nutrirse es una necesidad humana y, en este sentido, el “hambre” del hombre o la mujer se mira  desde varios ángulos: como una necesidad básica del ser humano de alimentarse como también el deber de “cuidarse para vivir” y gozar por más tiempo de la vida, un derecho universal.  Hoy esa fuerza emerge desde el gran avance tecno-científico mediante el cual el proyecto del genoma humano fue posible; se advierte que el cerebro debe gozar  de ciertas condiciones saludables que permitan al hombre pensar, razonar, actuar, decidir, estudiar y vivir.

               El pensamiento de Simón Rodríguez trasciende y se siembra en el mundo. Porque el maestro enseñó en el aula sin fronteras y disfrutó como “tierra patria” el mundo, y por eso, se puede afirmar que sus intereses son puramente sociales, es decir, de todas las sociedades. “Se considera un cosmopolita: un ciudadano del mundo. Para él la patria estaba donde se hallaba y compatriotas eran todos los que lo rodeaban. Es desde la altura del universo como puede observar los pueblos de América y profetizar su destino”. (Jorge, 2000, p. 129). 

Referencias

ARENDT, Hannah,(1993). La Condición Humana, de todas las ediciones en Español. Ediciones Paidós ibérica, S.A., Barcelona, España.

ARENDT, Hannah. (2003). Conferencias sobre la filosofía política de Kant. De todas las ediciones en Español. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. Barcelona, España.
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GUEVARA, Arturo.(1954). Espejo de Justicia , Academia Nacional de la Historia. Caracas. Imprenta Nacional. Caracas, Venezuela.

JORGE, C. (2000). Educación y Revolución en Simón Rodríguez. Monte Ávila Editores Latinoamericana , C.A. Primera edición Caracas, Venezuela.

MÁRQUEZ, Y. (2005). Educación y Ciudadanía. Una Visión Antropoética Posmoderna en el Contexto del Sistema Educativo Venezolano. Tesis Doctoral no publicada. Doctorado en Ciencias de la Educación. Línea de Investigación Dinámicas Psicosociales y Ambientes de Aprendizaje. Decanato de Postgrado. Núcleo de Postgrado Caracas. Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Caracas,  Venezuela.

REVILLA PÉREZ, G. (2004). El Legado de un Genio. Simón Rodríguez. Aporte de Dirección General Sectorial de Literatura del CONAC. Edición de Diciembre 2004. Caracas, Venezuela.

RODRÍGUEZ, S. (2004). Inventamos o Erramos. Monte Ávila Editores Latinoamericana. Biblioteca Básica de Autores Venezolanos. Ministerio de Estado para la Cultura. Consejo  Nacional de la Cultura. Caracas, Venezuela.
_____________. (1828). Sociedades Americanas en 1828. Primera Parte, Luces y Virtudes.  Trascripción en HTML, Versión 1.0 (Julio, 2002), del facsímile de la Edición de Valparaíso, 1840, en la reproducción de la edición del Congreso de la República de Venezuela, 1973. Texto electrónico preparado por: Raúl Escalante. Disponible: http://mipagina.cantv.net/t6435bm/SA_Valp. [Consulta: 2005, mayo 31].
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