Los mercantilistas se preocuparon siempre por la acumulación de grandes cantidades de metales preciosos amonedados: oro y plata fundamentalmente. La oferta de ambos metales preciosos era relativamente fija, por lo que los mercantilistas pensaban que una nación podía aumentar sus existencias de oro y de plata a expensas de otra. Por tanto, para los mercantilistas las exportaciones eran buenas, puesto que permitían el ingreso de metales preciosos al país; en tanto que las importaciones las consideraban como nocivas, porque generaban la salida de oro y de plata de las fronteras nacionales. Consecuentes con esos principios, los autores mercantilistas abogaban por una política comercial proteccionista: fomentar las exportaciones a través de subsidios, y restringir las importaciones a través de altos aranceles a las mismas. De esa manera, se generaría un superávit comercial y la consecuente acumulación de metales preciosos al interior del país que pusiera en práctica tal política comercial. El proteccionismo permitía ganar a unos países lo que otros perdían: un juego de suma cero en todo su esplendor.
Los mercantilistas eran fundamentalmente comerciantes, por lo que les convenía que la actividad comercial estuviera siempre en auge: altas ventas les permitirían altas ganancias. Por tanto, mientras más exportara el país, más dinero en oro y plata entraría a la nación; más circulante en la economía, propiciaría más ventas para los comerciantes y, por tanto, mayores beneficios o ganancias (Ver Esquema 2.1). Los mercantilistas, por tanto, anteponían sus propios intereses comerciales a los intereses de la nación en su conjunto. La política comercial internacional de esta época estaba lejos de ser armoniosa.
Esquema 2.1. La incidencia de las exportaciones en las ventas y en las ganancias de los “comerciantes mercantilistas”
Fuente: elaboración propia con base en Chacholiades, Miltiades: Economía Internacional, Editorial McGraw-Hill, Segunda Edición, Santafé de Bogota, Colombia, 1992, p. 14.
Lo anterior, porque los mercantilistas no establecieron distinción alguna entre riqueza (definida como el inventario de bienes durables y de consumo más el inventario de recursos naturales y habilidades humanas) y atesoramiento. Al no establecer tal distinción, los mercantilistas concluyeron que una nación podría ser poderosa solamente en la medida en que acumulara grandes cantidades de metales preciosos. La idea no era absurda. Los Estados mercantilistas requerían de grandes sumas de metales preciosos para financiar grandes armadas y flotas navales en sus actividades en épocas de guerra y de paz.
No podemos pasar por alto el hecho de que un superávit en balanza comercial estimula el producto y el empleo nacional. ¿Cómo es posible lo anterior? Adelantando algunos conceptos, de la siguiente manera (Ver Esquema 2.2):
Esquema 2.2. El proteccionismo comercial, el superávit en balanza comercial y su incidencia sobre la producción y el empleo nacional.
Fuente: elaboración propia a partir del conocimiento de teorías macroeconómicas de economías abiertas.
En el Cuadro 2.1, presentamos la manera excelente en que resume la doctrina del mercantilismo José Paschoal Rossetti en el Capítulo 20 (Las Relaciones Económicas Internacionales) de su libro Introducción a la Economía. En primer lugar, establece el contexto histórico del surgimiento del análisis teórico de los intercambios internacionales, destacando que el mercantilismo fue la corriente dominante del pensamiento económico de la época puesta al servicio de los Estados soberanos de la Europa occidental, mismos que buscaban objetivos políticos y miliares, así como el fortalecimiento de su poder económico.
Fortalecimiento económico que centraban en cinco aspectos: 1. la acumulación monetaria; 2. el colonialismo; 3. el proteccionismo industrial; 4. las operaciones cambiarias, y 5. el nacionalismo. En el Cuadro 2.1, se explica en qué consiste cada uno de esos aspectos.
Cuadro 2.1. Contexto histórico, aspectos y objetivos de los Estados mercantilistas de la Europa occidental
Contexto histórico |
Aspectos |
Objetivos |
El origen del análisis teórico de los intercambios internacionales coincide con el desarrollo de las tecnologías de la producción, de las finanzas y del comercio en los siglos XVI y XVII. El mercantilismo fue la corriente dominante del pensamiento económico de la época. Se colocó al servicio de los Estados soberanos de la Europa occidental |
1. La acumulación monetaria: los mercantilistas ortodoxos creían que los metales preciosos, como medios de pago de la época, eran la expresión de la fortuna nacional. En una época en que florecían la industrialización, el comercio y las redes intercontinentales, el oro y la plata servían como metales monetarios por excelencia. Aun cuando no constituyeran una expresión de riqueza, eran instrumentos universales para su adquisición. De allí derivó la teoría central de su política económica: la búsqueda de saldos positivos en la balanza comercial con otros países sería la base de la acumulación de metales. 2. El colonialismo: pugnaba por la búsqueda del superávit comercial. En la primera fase de la doctrina mercantil, estados de la Europa Occidental como Portugal y España buscaban la acumulación monetaria mediante las redes de comercio, la explotación de minas de oro y plata en sus colonias, la extracción de materias primas esenciales para la industrialización y a la concesión de monopolios para la explotación de productos raros y de alto valor específico. De las metrópolis europeas provenían productos manufacturados a precios elevados, en intercambio por materias primas nativas de las colonias a precios bajos. 3. El proteccionismo industrial: en la publicación England´s treasure by foreign trade, T. Mun argumentó que para vender más al extranjero de lo que se adquiere en valor, las manufacturas de exportación deben tener la protección del Estado. Las protecciones concedidas consistían en bajas tarifas a la importación de materias primas destinadas a la naciente industria, la prohibición de exportaciones de productos primarios no manufacturados e incluso a la imposición de aranceles aduaneros prohibitivos para importaciones que compitieran con las industrias internas. 4. Las operaciones cambiarias: consistían en el control centralizado de las operaciones cambiarias para evitar fuga de lingotes de oro y plata. G. Malynes, en The maintenance of trade, propuso en Inglaterra la creación de una Oficina Real de Intercambio, para controlar operaciones que implicaran pérdidas en las reservas metálicas. 5. El nacionalismo: mismo que se presentaba como corolario de la política mercantilista de transacciones externas. Por una parte, se derivó la imposibilidad de que todos los países acumularan al mismo tiempo y, por la otra, una ampliación del principio de los beneficios unilaterales del comercio. |
1. Objetivos políticos y militares. 2. Fortalecimiento del poder económico de los Estados Europeos Occidentales. |
Fuente: elaboración propia con base en Paschoal Rossetti, José: Introducción a la Economía, Alfaomega-Oxford, Tercera Edición, México 2002, pp. 814-816.
O como tan bien lo expresa Mark Blaug en su Teoría Económica en Retrospección:
“Son bien conocidos los aspectos principales de la visión mercantilista: el oro y las joyas como la esencia de la riqueza; la regulación del comercio exterior para generar una entrada de metales preciosos; la promoción de la industria mediante la introducción de importaciones de materias primas baratas; los aranceles protectores impuestos a las importaciones de bienes manufacturados; el estímulo a las exportaciones, sobre todo de bienes terminados; y la insistencia en el crecimiento demográfico, para mantener bajos los salarios. Por supuesto, el meollo del mercantilismo es la doctrina que establece como conveniente una balanza comercial favorable porque de algún modo genera la prosperidad nacional”. 1
Política económica implementada por los Estados mercantilistas de hoy (neomercantilistas), para acrecentar su poderío económico y militar en detrimento de los países emergentes o en vías de desarrollo. En el mercantilismo comercial están, de una u otra manera, los gérmenes del estructuralismo latinoamericano que explica el subdesarrollo de los países del subcontinente como consecuencia de que exportan materias primas baratas pero que importan bienes de capital y manufacturas cada vez más caras (deterioro de los términos de intercambio), y de ahí su recomendación de la industrialización por sustitución de importaciones para que los países latinoamericanos puedan sacar algún provecho del comercio internacional.
Esquema de desarrollo que los países latinoamericanos, o por lo menos México, abandonaron una vez que se presentó la crisis de la deuda externa en 1982, y que los obligó a implementar una política de desarrollo impuesta por los organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial, OMC), política de desarrollo de fuerte contenido neoliberal que los ha dejado sin campo y sin industria. En el esquema 2.3, resumimos lo establecido por Mark Blaug.
¿Y es qué es malo que los países incentiven su desarrollo industrial y agropecuario mediante diversas medidas de política económica? ¿No conoció México un crecimiento económico más o menos rápido y sostenido durante el modelo de desarrollo de industrialización por sustitución de importaciones (1940-1982)? Las políticas de fomento agropecuario e industrial implementadas por el Estado mexicano durante 1940-1982 hicieron posible para México la autosuficiencia alimentaria durante el periodo 1940-1955, así como el desarrollo estabilizador (1956-1970) en el que la industria nacional conoció su mejor momento, ni antes ni después de ese periodo la industria nacional ha experimentado las altas tasas de crecimiento experimentadas durante 1956-1970.
Los países altamente industrializados, como Estados Unidos, principal socio comercial de México, recurre al proteccionismo comercial mediante subsidios al campo y prohibiendo la entrada de productos agropecuarios mexicanos a su mercado interno. El TLCAN no ha impulsado para nada el desarrollo económico de México porque se eliminaron las políticas de fomento agropecuario e industrial de la industrialización sustitutiva de importaciones.
Esquema 2.3. La política económica del mercantilismo para conseguir la prosperidad nacional
Fuente: elaboración propia con base en Blaug, Mark: Teoría Económica en Retrospección, Fondo de Cultura Económica, Primera Edición en español de la tercera en inglés, México 1985, p. 35.
Los mercantilistas no plantearon nunca los temas pertinentes de estudio del comercio exterior. Fueron los economistas clásicos, principalmente Adam Smith, David Ricardo, Robert Torrens y John Stuart Mill, los encargados de delinear los temas de estudio del comercio internacional. Básicamente, trataron de dar respuesta a las tres interrogantes siguientes:
1. ¿Cuáles son las ganancias del comercio internacional? O dicho de otra manera, ¿se benefician los países del comercio internacional? ¿De dónde provienen las ganancias del comercio internacional y cómo se reparten entre los distintos países que participan en él? Para decirlo de otra manera: ¿cuáles son los costos del proteccionismo comercial? ¿Qué tan alto es el costo de la completa autosuficiencia?
2. La segunda interrogante crucial es la siguiente: ¿Cuál es la estructura, o dirección, o patrón del comercio internacional? Es decir, ¿qué bienes se exportan y qué bienes se importan por cada país que comercia? O bien, ¿cuáles son las leyes fundamentales que gobiernan la asignación internacional de los recursos y el flujo de comercio?
3. ¿Cuáles son los términos de intercambio? O dicho de otra manera, ¿a qué precios se intercambian los productos exportados e importados?
Para Adam Smith la ganancia no se genera en la esfera de la circulación (o sea, en el comercio) ni los metales preciosos representan el fundamento de la riqueza nacional que llevaba a los países mercantilistas a adoptar políticas comerciales ventajosas a fin de aumentar las existencias de oro y de plata.
Para Adam Smith, la ganancia o el beneficio se genera en la esfera de la producción y el fundamento de la riqueza nacional es el trabajo que puede alcanzar su máxima expresión (o productividad) si el mercado se expande más allá de ciertos límites. Que el trabajo es la fuente de la riqueza nacional, lo establece Adam Smith de la siguiente manera:
“El trabajo anual de cada nación es el fondo que en principio la provee de todas las cosas necesarias y convenientes para la vida, y que anualmente consume el país. Dicho fondo se integra siempre, o con el producto inmediato del trabajo, o con lo que mediante dicho producto se compra de otras naciones”.
“De acuerdo con ello, como este producto o lo que con él se adquiere, guarda una proporción mayor o menor con el número de quienes lo consumen, la nación estará mejor o peor surtida de las cosas necesarias y convenientes apetecidas”.
“Ahora bien, esta proporción se regula en toda nación por dos circunstancias diferentes: la primera, por la aptitud, destreza y sensatez con que generalmente se ejercita el trabajo, y la segunda, por la proporción entre el número de los empleados en una labor útil y aquellos que no lo están (…) La abundancia o escasez de esa provisión depende más, al parecer, de la primera que de la segunda de dichas condiciones”. 3
En consecuencia, en materia de políticas públicas, y en contraposición a los mercantilistas, la recomendación más urgente de Adam Smith es la libertad de comercio interior e internacional, recomendación que proviene de uno de los hechos más notables y característicos de la Revolución Industrial: la división del trabajo, que tanto llamó su atención y que en la Riqueza de las Naciones ejemplifica mediante la fabricación de alfileres:
“Un obrero estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo va cortando en trozos iguales, un cuarto hace la punta, un quinto obrero está ocupado en limar el extremo donde se va a colocar la cabeza: a su vez la confección de la cabeza requiere dos o tres operaciones distintas: fijarla es un trabajo especial, esmaltar los alfileres, otro, y todavía es un oficio distinto colocarlos en el papel. En fin, el importante trabajo de hacer un alfiler queda dividido de esta manera en unas dieciocho operaciones distintas, las cuales son desempeñadas en algunas fábricas por otros tantos obreros diferentes, aunque en otras un solo hombre desempeñe a veces dos o tres operaciones. He visto una pequeña fábrica de esta especie que no empleaba más que diez obreros, donde, por consiguiente, algunos de ellos tenían a su cargo dos o tres operaciones. Pero a pesar de que eran pobres y, por lo tanto, no estaban bien provistos de la maquinaria debida, podían, cuando se esforzaban, hacer entre todos, diariamente, unas doce libras de alfileres. En cada libra había más de cuatro mil alfileres de tamaño mediano. Por consiguiente, estas diez personas podían hacer cada día, en conjunto, más de cuarenta y ocho mil alfileres, cuya cantidad dividida entre diez, correspondería a cuatro mil ochocientos por persona”. 4
Luego entonces, y como bien lo expresa John Kenneth Galbraith:
“Solo con la libertad de trueque y de comercio pueden algunos trabajadores especializarse en la fabricación de alfileres, otros en actividades diferentes, y entre todos establecer el intercambio que satisface las distintas necesidades del consumidor. Sino existe libertad de comercio, cada trabajador debe concentrarse de modo incompetente en la fabricación de sus propios alfileres, y desaparecen las economías de la especialización”. 5
En la medida en que hay libertad de comercio se tiende a la especialización, a mayor productividad del trabajo y, por tanto, a mayor provisión de bienes y servicios con los cuales satisfacer las distintas necesidades y deseos de la población, o dicho de otro modo, mayor riqueza nacional. La libertad de comercio, en consecuencia, haría posible ejercitar el trabajo con mayor aptitud, destreza y sensatez gracias a la especialización que hace posible y, por tanto, estaría haciendo posible una mayor riqueza nacional.
Para Adam Smith, lo anterior es cierto tanto al interior de cada país (libertad de comercio interior) como entre países (libertad de comercio internacional); así como la libertad de comercio interior permite a los ciudadanos de un país especializarse en distintos ramos de actividad llevando a un aumento del producto nacional, la libertad de comercio internacional permite a cada país especializarse en la producción de aquellos bienes en los cuales tiene ventajas absolutas llevando a un aumento del producto mundial (Ver Esquema 2.4).
Es más, para Adam Smith hay una relación directa entre el tamaño del mercado, o el área de intercambio, y las oportunidades de especialización, o de división del trabajo: a mayor tamaño del mercado, mayor especialización y, en consecuencia, mayor productividad del trabajo. De esa manera, la división del trabajo se halla limitada por el tamaño del mercado y por esa razón argumenta a favor de un área de libre comercio lo más grande posible:
“Así como la facultad de cambiar motiva la división del trabajo, la amplitud de esta división se halla limitada por la extensión de aquella facultad o, dicho en otras palabras, por la extensión del mercado. Cuando este es muy pequeño, nadie se anima a dedicarse por entero a una ocupación, por falta de capacidad para cambiar el sobrante del producto de su trabajo, en exceso del propio consumo, por la parte que necesita de los resultados de la labor de otros”.
“Existen ciertas actividades económicas, aun de la clase ínfima, que no pueden sostenerse como no sea en poblaciones grandes. Un mozo de cuerda, por ejemplo, no podrá encontrar medios de vida ni empleo sino en ellas. La aldea constituye para él un campo muy limitado, y aun en una población, provista de un mercado corriente, es insuficiente para proporcionarle una ocupación constante”.6
Esquema 2.4. Esquema Smithiano de la división del trabajo y la libertad de comercio
Fuente: elaboración propia con base en Smith, Adam (1776): Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Fondo de Cultura Económica, cuarta reimpresión de la primera edición en español, México 1994, pp. 3, 4, 8, 9 y 20 y en Galbraith, John K.: Historia de la economía, Editorial Ariel, Barcelona 1989, p. 82.
Por tanto, el libre comercio internacional expande el mercado, amplía la división del trabajo, acrecienta la especialización de todos y cada uno de los países en aquellos sectores de actividad en los que son más eficientes y de esa manera hace posible un aumento de la productividad laboral que conduce al bienestar mundial vía aumentos de la producción y disminución de los precios (Ver Esquema 2.4).
Y es que para Adam Smith:
“Siempre será máxima constante de cualquier prudente padre de familia no hacer en casa lo que cuesta más caro que comprarlo. El sastre, por esta razón, no hace zapatos para sí y para su familia, sino que los compra del zapatero; éste no cose sus vestidos, sino que los encomienda al sastre; el labrador no hace en su casa ni lo uno ni lo otro, pero da trabajo a esos artesanos. Interesa a todos emplear su industria siguiendo el camino que les proporciona más ventajas, comprando con una parte del producto de la propia, o con su precio, que es lo mismo, lo que la industria de otros produce y ellos necesitan”. 7
Y lo que es cierto para el sastre (que compra sus zapatos al zapatero), el zapatero (que compra su traje al sastre) y el labrador (que vende alimentos al sastre y al zapatero a cambio del producto de ambos artesanos) es igualmente cierto y aplicable en el campo del comercio internacional: si en Estados Unidos se requieren cuatro unidades de trabajo para producir una unidad de alimento en tanto que en México se requieren 10 y en Canadá siete, conviene a estos dos últimos países, siguiendo la sabia conseja de Adam Smith, importar el alimento de Estados Unidos que producirlo por su propia cuenta; de manera similar, si en México se requieren dos unidades de trabajo para producir un par de zapatos en tanto que en Estados Unidos se requieren cinco y en Canadá se requieren tres, conviene a los Estados Unidos y al Canadá importar el calzado de México que producirlo internamente; o bien, si en Canadá se requieren cinco unidades de trabajo para producir una unidad de tela en tanto que en Estados Unidos se requieren siete y en México ocho, conviene a México y a Estados Unidos importar la tela del Canadá especializándose cada uno de los dos en lo que sabe hacer mejor (Ver Cuadro 2.1 y Esquema 2.5).
Cuadro 2.1. Ventaja absoluta (Requerimientos de trabajo por unidad de producción)
Requerimientos de trabajo por unidad de: |
EUA |
México |
Canadá |
Alimento |
4 |
10 |
7 |
Calzado |
5 |
2 |
3 |
Tela |
7 |
8 |
5 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos puramente hipotéticos.
Estados Unidos tiene ventaja absoluta en la producción de alimentos porque únicamente requiere 4 unidades de trabajo para producir una unidad en tanto que en México se requieren 10 y en Canadá se requieren 7, es decir, porque 4 es menor a 10 y menor a 7. De manera similar, México tiene ventaja absoluta en la producción de calzado porque 2 es menor a 5 de EUA y menor a 3 de Canadá, en tanto que Canadá tiene ventaja absoluta en la producción de tela porque 5 es menor a 8 de México y menor a 7 de EUA. Si los tres se deciden a comerciar, México se especializará en la producción de calzado, EUA en la producción de alimento y Canadá en la producción de tela.
De esa manera, en presencia de libre comercio internacional Estados Unidos importará el calzado de México y la tela del Canadá especializándose en la producción de alimentos; por su parte, México importará el alimento de Estados Unidos y la tela del Canadá especializándose en la producción de calzado; y el Canadá, a su vez, importará el alimento de Estados Unidos y el calzado de México especializándose en la producción de telas. En consecuencia, la producción mundial de alimentos, de calzado y de tela aumentará ampliando las posibilidades de consumo (Ver Esquema 2.5). El comercio internacional es benéfico para todos los países involucrados:
“La teoría del comercio internacional de Smith es una aplicación de sus teorías del interés personal, de la división del trabajo y del liberalismo económico, así como de su afirmación de que la finalidad y el propósito de toda producción es únicamente el consumo; por eso el interés del productor merece atención únicamente hasta donde es preciso para fomentar el del consumidor. Cierto que Smith fue precedido en esta materia por Hume y los fisiócratas; pero mientras que para estos últimos el comercio exterior era un mal necesario, para Smith es ventajoso por sí mismo, con tal de que llegue en el momento oportuno y se desarrolle espontáneamente”.8
Esquema 2.5. Esquema hipotético de la división del trabajo entre EUA, México y Canadá
Fuente: elaboración propia a partir de los datos hipotéticos del Cuadro 2.1.
El modelo de Smith, al igual que el de David Ricardo, como lo veremos más adelante, responde de manera satisfactoria a las tres preguntas básicas que hemos planteado anteriormente. ¿Cuáles son las ganancias del comercio internacional? El incremento de la producción mundial de todos los bienes, lo que hará que disminuyan los precios y, por tanto, que aumente el bienestar de la población de los tres países que estamos suponiendo.
¿Cuáles son los patrones de comercio internacional respectivos? Son los siguientes:
Patrones de comercio internacional que surgen de diferencias internacionales en la productividad del trabajo. En la medida en que la productividad del trabajo en los tres países difiere en los tres sectores de actividad que estamos suponiendo, hay razón para que Estados Unidos, México y el Canadá establezcan relaciones comerciales entre ellos. Nótese que en la perspectiva de Smith no hay competencia en realidad entre los países, sino que más bien complementación. Si hubiera competencia, algún país estuviera ganando a expensas de otro o de otros. En el ejemplo hipotético que venimos presentando, ningún país pierde; más bien, los tres países ganan, se benefician del libre comercio internacional por igual y por partida doble: por los incrementos de la producción y por la disminución de los precios.
Por último, ¿a qué precios se intercambian los bienes exportados e importados entre los tres países? Los precios relativos en cada país sin especialización, es decir, sin comercio internacional, son los siguientes:
En Estados Unidos un kilogramo de alimento cuesta 4/5 o 0.8 pares de zapatos; o bien, 4/7 o 0.57 metros de tela. En México, en cambio, un kilogramo de alimento cuesta 10/2 o 5 pares de zapatos; o de manera alternativa, 10/8 o 1.25 metros de tela. En Canadá, por el contrario, un kilogramo de alimento cuesta 7/3 o 2.33 pares de zapatos; o bien, 7/5 o 1.4 metros de tela.
Lo que ya sabíamos antes: el alimento es más barato de producir en Estados Unidos que en México y en Canadá, por lo que tiene ventajas absolutas en la producción de alimentos sobre estos dos últimos países. En Estados Unidos un kilogramo de alimento cuesta 0.8 pares de zapatos, que es menor a los cinco pares de zapatos que cuesta en México y a los 2.33 pares de zapatos que cuesta en Canadá. En términos de tela sucede algo similar: en Estados Unidos un kilogramo de alimento se intercambia por 0.57 metros de tela, que es menor a 1.25 metros de tela que cuesta en México y a 1.4 metros de tela que cuesta en Canadá. Por tanto, Estados Unidos exportará alimento a México a cambio de zapatos, en tanto que importará tela del Canadá a cambio de alimentos.
¿A qué precios relativos comerciará con México? Los precios relativos entre ambos países deberán oscilar entre 0.8 y 5 pares de zapatos por un kilogramo de alimento. Es obvio, que a los agricultores norteamericanos no les convendría exportar a México alimento al mismo precio al que lo venden en su mercado interno (0.8 pares de zapatos por un kilogramo de alimento), ni a los consumidores mexicanos les convendría importar alimento de los Estados Unidos al mismo precio al que lo compran en el mercado nacional (cinco pares de zapatos por un kilogramo de alimento). Por tanto, el precio relativo al que conviene comerciar a ambos países debe ser mayor a 0.8 (que es el precio relativo del alimento en los Estados Unidos) pero menor a cinco (que es el precio relativo del alimento en México).
Si Estados Unidos y México deciden intercambiar un kilogramo de alimento por 3 pares de zapatos ambos países saldrán ganando. En Estados Unidos se verán beneficiados los agricultores que reciben tres pares de zapatos por un kilogramo de alimento en vez de 0.8; en México, por el contrario, se verán beneficiados los consumidores que deberán pagar tres pares de zapatos por un kilogramo de alimento en vez de cinco. Una vez más, salen a relucir las ganancias o los beneficios del libre comercio internacional.
De manera similar, el precio relativo del alimento entre Estados Unidos y Canadá deberá oscilar entre 0.57 y 1.4 metros de tela. Si ambos países deciden intercambiar un kilogramo de alimento por un metro de tela ambos países saldrán ganando. En Estados Unidos se verán beneficiados los agricultores que reciben un metro de tela por un kilogramo de alimento en vez de los 0.57 metros que reciben en su mercado nacional; en Canadá, por el contrario, se verán beneficiados los consumidores que deberán pagar un metro de tela por un kilogramo de alimento en vez de 1.4 metros.
El modelo de la ventaja absoluta de Adam Smith, como lo hemos verificado, responde de manera más que satisfactoria a las tres interrogantes que planteamos en principio. Es hora de introducir el dinero en el mencionado modelo de las ventajas absolutas
La teoría del comercio internacional es una teoría de intercambio puro, en la que en principio el dinero no se considera para nada. En toda la economía convencional clásica y neoclásica el dinero no tiene incidencia alguna sobre variables reales de la economía; esto es, sobre precios relativos, PIB a precios constantes, patrones de comercio interior e internacional. El dinero no altera los equilibrios comerciales internos e internacionales más básicos y fundamentales, mismos que se deben a diferencias internas e internacionales en la productividad del trabajo. Lo anterior, sobre todo en la perspectiva de autores clásicos como Adam Smith y David Ricardo. Más bien, el dinero es un lubricante que permite abreviar las distintas transacciones de compra-venta que se realizan a diario en la economía.
Si en algún momento determinado y por alguna razón, la inclusión del dinero altera los equilibrios comerciales internacionales será únicamente de manera breve y temporal; tan pronto como la economía busque y encuentre sus propios cauces, los mencionados equilibrios serán restablecidos de manera más o menos automática, dependiendo del esquema cambiario que prevalezca entre los distintos países a la hora de comerciar entre ellos. Lo que estamos diciendo, es que los desajustes monetarios no alterarán en lo más fundamental los patrones de comercio internacional que se deben, en última instancia y desde la perspectiva de los autores clásicos, a diferencias internacionales en la productividad del trabajo.
A explicar y a demostrar lo anterior, nos dedicaremos a continuación. Sin embargo, primero trataremos de esclarecer algunos elementos previos: el funcionamiento de la economía bajo tipos de cambio fijos, por un lado, y bajo tipos de cambio flexibles, por el otro lado.
Para todos nosotros resulta evidente que el dólar es la moneda de curso legal en las transacciones internacionales de bienes y servicios. Si usted importa un automóvil de los Estados Unidos debe pagarlo en dólares, tomando como referencia el tipo de cambio prevaleciente en el momento de la operación. Luego entonces, ¿qué es el tipo de cambio? Pues simple y sencillamente “es el precio de una moneda extranjera (el dólar americano, la libra esterlina, el dólar canadiense, el yen japonés, la lira italiana, el marco alemán, la peseta española, el franco francés, o cualquier otra) en términos de la moneda nacional”. Por ejemplo, 13.5 pesos por un dólar americano o 18.7 pesos por un euro, la moneda de Europa.
Ahora bien, ¿cómo funciona la economía bajo tipos de cambio fijos? Como su nombre lo indica, el tipo de cambio debe permanecer fijo o constante. Si en un momento determinado la balanza comercial del país es superavitaria como resultado de que el valor de las exportaciones es mayor al de las importaciones, la oferta de dólares al interior de la economía será mayor a la demanda (reciben dólares los exportadores, que los cambian por pesos para seguir produciendo al interior de las fronteras nacionales; en contrapartida, los importadores demandan dólares a cambio de pesos al Banco de México a través de intermediarios financieros como los bancos comerciales y las casas de cambio); para evitar que el precio del dólar disminuya, el Banco Central compra dólares a cambio de moneda nacional, moneda nacional que entra a la circulación. Al aumentar la oferta monetaria, disminuye la tasa de interés; al disminuir la tasa de interés disminuye el ahorro pero en contrapartida aumentan el consumo y la inversión, aumenta la demanda agregada, y el aumento de la demanda agregada hace que aumente la inflación tanto de precios como de salarios. Por otro lado, el incremento de la oferta monetaria, resultado del superávit comercial, se reparte también en un incremento de la producción y del empleo: el aumento de la demanda agregada hace que aumenten las ventas de las empresas, por lo que la variación de existencias de éstas disminuyen, lo que les indica que la demanda en el mercado está aumentando, por lo que se ven obligadas a incrementar la producción trabajando horas extras o contratando nuevos trabajadores (Ver Esquema 2.6).
Esquema 2.6. Esquema de ajuste de la economía bajo tipo de cambio fijo y superávit en balanza comercial
Fuente: elaboración propia a partir del conocimiento de macroeconomía de economías abiertas.
Sin embargo, y desde el punto de vista del comercio exterior, los equilibrios comerciales internacionales, en los que unos países se especializan en la producción de algunos bienes y otros países en la producción de otros bienes, se restablecerán mediante un aumento de los salarios monetarios en el país con superávit comercial y mediante una rebaja de los salarios nominales en el país con déficit en balanza comercial. Lo anterior, porque es de sentido común suponer que si un país incurre en superávit comercial, el país o los países que comercian con él experimentarán lo contrario: déficit en balanza comercial, tal como lo expondremos casi a continuación.
Bajo tipos de cambio flexibles, el proceso de ajuste es más directo y más automático, por así decirlo. El superávit en balanza comercial se traduce en un exceso de oferta de dólares, y como el banco central no interviene, el precio del dólar disminuye, o lo que es lo mismo el peso se encarece con respecto al dólar. En términos más técnicos y concretos, el peso se aprecia; al apreciarse el peso, disminuyen las exportaciones pero aumentan las importaciones. Si el peso se aprecia lo suficiente, el superávit se puede revertir por completo hasta convertirse en un déficit en balanza comercial (Ver Esquema 2.7).
Esquema 2.7. Esquema de ajuste de la economía bajo tipo de cambio flexible y superávit en balanza comercial
Fuente: elaboración propia a partir del conocimiento de macroeconomía de economías abiertas.
En el contexto del comercio internacional, en el país superavitario su moneda se aprecia; en contrapartida, en el país deficitario su moneda se deprecia y de esa manera se restablecen los patrones de comercio exterior entre los países que participan en él. Más adelante lo estaremos demostrando a través de la inclusión de la moneda en el modelo de la ventaja absoluta de Adam Smith.
Para simplificar la exposición, consideremos solamente dos países: Estados Unidos y México, mismos que producen únicamente dos mercancías: alimento y tela. En Estados Unidos se requieren 8 trabajadores para producir un kilogramo de alimento (que podría ser trigo, o cualquier otro grano comestible), mientras que en México se requieren 10; por tanto, Estados Unidos tiene ventaja absoluta sobre México en la producción de alimento. En la producción de tela sucede lo siguiente: en México se requieren dos trabajadores para producir un metro de tela, en tanto que en Estados Unidos se requieren cuatro; en consecuencia, México tiene ventaja absoluta en la producción de tela con respecto a los Estados Unidos (Ver Cuadro 2.2).
Por tanto, el patrón de comercio que se configura entre ambos países es el siguiente: Estados Unidos exportará alimento a México pero importará tela de este país; México, por el contrario, exportará tela a Estados Unidos pero importará alimento del vecino del Norte.
Cuadro 2.2. Requerimientos de trabajo por unidad de alimento y tela en Estados Unidos y en México
Requerimientos de trabajo por unidad de: |
Estados Unidos |
México |
Alimento |
8 |
10 |
Tela |
4 |
2 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos puramente hipotéticos.
Ahora convirtamos estos costos en trabajo en costos monetarios. ¿De qué manera hacemos la conversión? Sencillo, suponiendo salarios monetarios por unidad de trabajo para cada uno de los dos países. Supongamos que en México el salario monetario por unidad de trabajo es de cinco pesos, y que en Estados Unidos es de diez dólares. Con esta información y con la del Cuadro 2.2, obtenemos los siguientes costos monetarios para cada uno de los dos países (Ver cuadro 2.3):
Cuadro 2.3. Costos monetarios en Estados Unidos y en México de la producción de alimento y tela
Requerimientos de trabajo por unidad de: |
Estados Unidos |
México |
Alimento |
80 |
50 |
Tela |
40 |
10 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Cuadro 2.2 y de salarios por unidad de trabajo en ambos países puramente hipotéticos.
La información del Cuadro 2.3 es insuficiente para determinar en qué país es más barato producir el alimento y en cuál la tela. Para determinarlo, es preciso establecer un tipo de cambio, una paridad peso-dólar. Supongamos un tipo de cambio por completo extremo e irreal: 2.5 dólares por un peso, considerando este tipo de cambio y con la información del Cuadro 2.3 obtenemos lo siguiente:
Cuadro 2.4. Costos monetarios en Estados Unidos y en México de la producción de alimento y tela con un tipo de cambio de 2.5 dólares por un peso
Requerimientos de trabajo por unidad de: |
Estados Unidos |
México |
||
(Dólares) |
(Pesos) |
(Pesos) |
(Dólares) |
|
Alimento |
80 |
32 |
50 |
125 |
Tela |
40 |
16 |
10 |
25 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Cuadro 2.2 y de salarios por unidad de trabajo en ambos países puramente hipotéticos.
De una mirada rápida al Cuadro 2.4 llegamos a la siguiente conclusión: el alimento se produce más barato en Estados Unidos que en México tanto en dólares como en pesos: 80 dólares en Estados Unidos en relación con 125 dólares en México, o 32 pesos en Estados Unidos en comparación con los 50 pesos en México; por tanto, Estados Unidos tiene ventaja absoluta en la producción de alimento sobre México. Por el contrario, la tela se produce más barata en México que en Estados Unidos: 25 dólares en México en comparación con los 40 dólares en los Estados Unidos, o 10 pesos en México en relación a los 16 pesos en los Estados Unidos. México tiene ventaja absoluta en la producción de tela sobre los Estados Unidos, tal como nos percatamos desde un principio.
Ahora bien, observando detenidamente los Cuadros 2.2 y 2.4, nos percatamos que la inclusión del dinero no ha afectado para nada los precios relativos del alimento y de la tela en los dos países considerados. Tanto en costos de trabajo como de dinero, el precio relativo del alimento en Estados Unidos es de dos metros de tela, que resulta de dividir 8/4 (Ver Cuadro 2.2) o 80/40 (Ver Cuadro 2.4) o 32/16 (Ver Cuadro 2.4); en México, el precio relativo del alimento se mantiene inalterado en cinco metros de tela, que resulta de dividir 10/2 (Ver Cuadro 2.2) o 50/10 (Ver Cuadro 2.4) o 125/25 (Ver Cuadro 2.4). Desde un primer momento notamos que el dinero no afecta variables reales de la economía tales como los precios relativos y los patrones de comercio internacional.
Ahora supongamos que por una causa desconocida el peso se devalúa frente al dólar, por lo que el tipo de cambio pasa de 2.5 dólares por un peso a 1.25. Con este nuevo tipo de cambio, ¿en dónde es más barato producir el alimento, y en dónde la tela? Haciendo operaciones obtenemos (Ver Cuadro 2.5):
Cuadro 2.5. Costos monetarios en Estados Unidos y en México de la producción de alimento y tela con un tipo de cambio de 1.25 dólares por un peso
Requerimientos de trabajo por unidad de: |
Estados Unidos |
México |
||
(Dólares) |
(Pesos) |
(Pesos) |
(Dólares) |
|
Alimento |
80 |
64 |
50 |
62.5 |
Tela |
40 |
32 |
10 |
12.5 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Cuadro 2.2 y de salarios por unidad de trabajo en ambos países puramente hipotéticos.
De una observación rápida del Cuadro 2.5, tenemos que resulta más barato producir el alimento y la tela en México; por tanto, México se convertirá en un exportador neto de ambos bienes hacia los Estados Unidos, o Estados Unidos se convertirá en un importador neto de alimento y tela procedente de México. Hay que observar algo muy importante en el Cuadro 2.5: los precios relativos se mantienen inalterados tanto en México como en Estados Unidos para ambos bienes, aun y cuando hemos supuesto una devaluación del peso mexicano.
Sin embargo, la situación del Cuadro 2.5 será insostenible a mediano y largo plazo. Veamos por qué. Al exportar México alimento y tela a los Estados Unidos su balanza comercial será superavitaria; por tanto, la oferta de dólares será mayor a su demanda. Para procurar que el tipo de cambio permanezca fijo o constante, el banco central tendrá que comprar dólares a cambio de pesos, al hacerlo aumentará la oferta monetaria nominal, disminuirá la tasa de interés, disminuirá el ahorro pero en contrapartida aumentarán el consumo y la inversión, aumentará la demanda agregada; y al estar aumentando la demanda agregada, aumentarán los precios y los salarios monetarios en México, supongamos, por tanto, que estos aumentan de 5 a 8 pesos por unidad de trabajo. Exactamente el proceso contrario ocurre en los Estados Unidos al convertirse en importado neto de ambos bienes (alimento y tela), por lo que los salarios monetarios en Estados Unidos disminuyen, digamos, de 10 a 7 dólares por unidad de trabajo. Con estos salarios y con la información del Cuadro 2.2 obtenemos lo siguiente (Ver Cuadro 2.6):
Cuadro 2.6. Costos monetarios en Estados Unidos y en México de la producción de alimento y tela con un tipo de cambio de 1.25 dólares por un peso pero con variación de los salarios monetarios
Requerimientos de trabajo por unidad de: |
Estados Unidos |
México |
||
(Dólares) |
(Pesos) |
(Pesos) |
(Dólares) |
|
Alimento |
56 |
44.8 |
80 |
100 |
Tela |
28 |
22.4 |
16 |
20 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Cuadro 2.2 y de salarios por unidad de trabajo en ambos países puramente hipotéticos.
Se ha restablecido el patrón de comercio internacional en el que Estados Unidos exporta alimento e importa tela, y México exporta tela e importa alimento. La tela, como al principio, es más barata de producir en México que en Estados Unidos tanto en pesos como en dólares: 16 pesos en México y 22.4 pesos en Estados Unidos, 20 dólares en México y 28 dólares en los Estados Unidos. Asimismo, el alimento se produce más barato en Estados Unidos que en México tanto en dólares como en pesos: 56 dólares en Estados Unidos y 100 dólares en México, o 44.8 pesos en Estados Unidos y 80 pesos en México. Hay que notar de paso que los precios relativos no se han alterado en lo más mínimo, siguen siendo los mismos en ambos países: dos metros de tela en Estados Unidos por un kilogramo de alimento tanto en dólares como en pesos (2 = 56/28 o 44.8/22.4) (Ver Cuadro 2.6); en México, cinco metros de tela por un kilogramo de trigo tanto en dólares como en pesos (5 = 80/16 o 100/20) (Ver Cuadro 2.6).
El dinero no ha alterado de manera fundamental y duradera los patrones de comercio internacional y los precios relativos de ambas economías y, por tanto, los términos de intercambio al que exportan e importan los dos países considerados. El dinero es solamente un lubricante que permite acelerar los intercambios comerciales pero que no tiene ninguna incidencia sobre variables reales de la economía: patrones de comercio internacional y precios relativos de la economía.
Veamos ahora cómo se da el proceso de ajuste bajo tipos de cambio flexibles.
Bajo tipos de cambio flexibles, el restablecimiento de los equilibrios comerciales internacionales es más directo y automático por así decirlo, veamos por qué. Dado que México se convierte en exportador neto de alimento y tela hacia los Estados Unidos, su balanza comercial será superavitaria, por lo que la oferta de dólares será mayor a su demanda; por tanto, el precio del dólar disminuirá, o lo que es lo mismo el peso se apreciará frente al dólar. Digamos por tanto, que el nuevo tipo de cambio determinado por las leyes de la oferta y la demanda, se ubica en dos dólares por un peso mexicano. Con este nuevo tipo de cambio y la información del Cuadro 2.3, obtenemos lo siguiente (Ver Cuadro 2.7).
Los precios relativos del alimento y la tela se han mantenido inalterados tanto en Estados Unidos como en México tanto en términos de dólares como de pesos. En Estados Unidos un kilogramo de trigo se sigue intercambiando por dos pares de zapatos (2 = 80/40 o 40/20) (Ver Cuadro 2.7), mientras que en México por cinco pares (5 = 50/10 o 100/20) (Ver Cuadro 2.7). Y el patrón de comercio en el que Estados Unidos exporta alimento e importa tela y México, a su vez, exporta tela e importa alimento, se ha restablecido de manera automática, sin la intervención de ningún agente exógeno al funcionamiento de la economía, como podría serlo el gobierno. El dinero sigue siendo neutral en el sentido de que no ha alterado los precios relativos en ambos países ni tampoco los patrones de comercio internacional mismos que se derivan de diferencias internacionales en la productividad del trabajo.
Con ideas sencillas se pueden llegar a proposiciones de gran alcance para la política comercial internacional que deben adoptar los países en un momento determinado de su historia.
Cuadro 2.7. Costos monetarios en Estados Unidos y en México de la producción de alimento y tela con un tipo de cambio de 2 dólares por un peso pero con salarios monetarios constantes en ambos países
Requerimientos de trabajo por unidad de: |
Estados Unidos |
México |
||
(Dólares) |
(Pesos) |
(Pesos) |
(Dólares) |
|
Alimento |
80 |
40 |
50 |
100 |
Tela |
40 |
20 |
10 |
20 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Cuadro 2.3 y de considerar un tipo de cambio puramente hipotético.
Es momento de pasar al modelo de la ventaja comparativa de David Ricardo.
Para David Ricardo, al igual que para Adam Smith, el libre comercio internacional es benéfico para todos los países involucrados:
“En un sistema de comercio absolutamente libre, cada país invertirá naturalmente su capital y su trabajo en empleos tales que sean lo más beneficioso para ambos. Esta persecución del provecho individual está admirablemente relacionada con el bienestar universal. Distribuye el trabajo en la forma más efectiva y económica posible al estimular la industria, recompensar el ingenio y por el más eficaz empleo de las aptitudes peculiares con que lo ha dotado la naturaleza; al incrementar la masa general de la producción, difunde el beneficio general y une a la sociedad universal de las naciones en todo el mundo civilizado con un mismo lazo de interés e intercambio común a todas ellas. Es este principio el que determina que el vino se produzca en Francia y Portugal, que los cereales se cultiven en América y en Polonia, y que Inglaterra produzca artículos de ferretería y otros”.11
Luego entonces, en David Ricardo encontramos que el libre comercio internacional permite a cada país invertir su capital y su trabajo en actividades lo más beneficiosas posibles para ambos, distribuye el trabajo en la forma más efectiva y económica posible e incrementa la masa general de la producción difundiendo el beneficio general.
Sólo que a diferencia de Adam Smith, para David Ricardo la guía para la especialización internacional es la ventaja comparativa en vez de la ventaja absoluta como lo creía Adam Smith, lo cual lo expresa claramente a través de su famoso ejemplo entre Inglaterra y Portugal que producen paños y vino:
“Inglaterra puede encontrarse en circunstancias tales que la producción de paños pueda requerir el trabajo de 100 hombres durante un año. Si tratase de producir el vino, probablemente necesitaría el trabajo de 120 hombres durante el mismo tiempo. Consecuentemente, Inglaterra prefiere adquirir el vino importándolo, a cambio del paño que produce.”
“Portugal probablemente pueda producir su vino mediante el trabajo de 80 hombres durante un año, mientras que para la producción de paño requiera el trabajo de 90 hombres durante el mismo tiempo. Resulta, en consecuencia, ventajoso para Portugal exportar vino a cambio de paños. Este intercambio puede efectuarse aun cuando la mercadería importada se pueda producir en Portugal mediante una cantidad menor de mano de obra que en Inglaterra. Aun cuando podría producir el paño con el trabajo de 90 hombres, lo importaría de un país donde se emplee el trabajo de 100 obreros, ya que sería más provechoso para él emplear su capital en la producción de vino, mediante el cual obtendría una cantidad mayor de paños procedentes de Inglaterra, que el que podría producir invirtiendo en la manufactura de paños una parte del capital que ahora dedica a la producción de vino”.12
En este ejemplo de David Ricardo, Portugal tiene ventaja absoluta en la producción tanto de vino como de paños: 80 obreros durante un año para producir vino en comparación con los 120 que se requieren en Inglaterra, y 90 hombres durante un año para producir paños en comparación con los 100 que se requieren en el Reino Unido. En Portugal se requiere menos trabajo que en Inglaterra para producir los dos bienes. En consecuencia, Portugal es más eficiente en las dos líneas de producción que Inglaterra, pero el grado de superioridad de Portugal es mayor en la producción de vino que de paños, veamos por qué: el grado de superioridad de Portugal en vino (dado por la relación 80V / 120V) es menor que su grado de superioridad en paños (dado por la relación 90P / 120P). Por consiguiente, Portugal tiene una ventaja comparativa en la producción de vino, ya que relativamente requiere menos trabajo que Inglaterra, pero una desventaja comparativa en la producción de paños (ya que 90P / 100P > 80V / 120V). ¡La ventaja absoluta de Portugal en la producción de paños se convierte en una desventaja comparativa!
En este ejemplo, Portugal es el país desarrollado e Inglaterra el país en desarrollo. No obstante, Inglaterra posee ventaja comparativa en la producción de uno de los dos bienes en cuestión, en este caso en la producción de paños. Y tiene ventaja comparativa en la producción de paños porque 100P / 90P es menor a 120V / 80V, Inglaterra requiere relativamente menos trabajo que Portugal para producir paños. ¡La desventaja absoluta de Inglaterra en la producción de paño se convierte en una ventaja comparativa!
De esa manera, y sí hay libertad de comercio entre los dos países, Portugal se especializará en la producción de vino, e importará el paño relativamente más barato de Inglaterra, en tanto que Inglaterra se especializará en la producción de paño, e importará el vino relativamente más barato de Portugal, conduciendo a un aumento de la productividad del trabajo que hará posible un aumento de la producción de los dos bienes (y por consiguiente, una ampliación de las posibilidades de consumo) y una disminución de los precios tanto del vino como del paño. El comercio internacional es benéfico tanto para los países ricos (productores de manufacturas) como para los países pobres (productores de bienes primarios).
En ausencia de libre comercio:
“Si Portugal no tuviera relaciones comerciales con otros países, en lugar de emplear una gran parte de su capital y de su industria en la producción de vinos, con los cuales adquiere de otros países la ropa y la ferretería que consume, se vería obligado a dedicar una parte de ese capital a la fabricación de dichos bienes, los cuales obtendría probablemente en menor cantidad y de inferior calidad”.13
Sin embargo, y a fin de ser más congruentes con nuestra exposición, retomemos los datos del Cuadro 2.2 para ilustrar más detalladamente acerca del principio de la ventaja comparativa. Al efecto, supongamos que Estados Unidos experimenta una rápida senda de progreso técnico que aumenta su productividad del trabajo en las tres líneas de producción (alimento, calzado y tela), haciéndolo más eficiente que México y Canadá, tal como lo resume el Cuadro 2.8:14
Estados Unidos, en razón de su avance tecnológico, adquiere una clara ventaja absoluta sobre México y Canadá en las tres líneas de producción: requiere menos trabajo que México y Canadá para producir una unidad de alimento, una unidad de calzado y una unidad de tela, tal como lo muestra el Cuadro 2.8. Por tanto, en el mundo de Adam Smith el comercio internacional beneficiaría únicamente a Estados Unidos en detrimento de México y Canadá.
No obstante, en el mundo de David Ricardo aun así el comercio internacional resultaría beneficioso para los tres países, pues solamente se requiere que un país tenga ventajas comparativas sobre los otros países. En este caso en particular, el grado de superioridad de Estados Unidos sobre México y Canadá es mayor en la producción de alimentos que en la producción de calzado y de tela. De esa manera, Estados Unidos tiene ventaja comparativa sobre México y Canadá en la producción de alimentos porque 2A / 10A es menor a 1C / 2C y a 2T / 8T, y porque también 2A / 7A es menor a 1C / 3C y a 2T / 5T. De manera similar, el grado de inferioridad de México, sobre todo en relación con Estados Unidos que en relación con Canadá, es menor en la producción de calzado que en la producción de alimentos y de tela, por tanto, México tiene ventaja comparativa en la producción de calzado porque 2C / 1C es menor a 10A / 2A y a 8T / 2T, y porque también 2C / 3C es menor a 10A / 7A y a 8T / 5T; a su vez, el grado de inferioridad de Canadá, sobre todo en relación con Estados Unidos que en relación con México, es menor en la producción de telas que en la producción de alimentos y de calzado, por tanto, Canadá tiene ventaja comparativa en la producción de telas porque 5T / 2T es menor a 7A / 2A y a 3C / 1C, y porque también 5T / 8T es menor a 7A / 10A y a 3C / 2C.
Cuadro 2.8: Ventaja comparativa
(Requerimientos de trabajo por unidad de producción)
Requerimientos de trabajo por unidad de: |
EUA |
México |
Canadá |
Alimento |
2 |
10 |
7 |
Calzado |
1 |
2 |
3 |
Tela |
2 |
8 |
5 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos puramente hipotéticos.
Por tanto, y si hay libre comercio internacional entre los tres países, Estados Unidos se especializará en la producción de alimentos e importará el calzado de México y la tela del Canadá; en tanto que México se especializará en la producción de calzado e importará el alimento de Estados Unidos y la tela del Canadá; a su vez, el Canadá se especializará en la producción de telas e importará el alimento de Estados Unidos y el calzado de México (Ver Figura 1.2). En consecuencia, la producción mundial de los tres bienes aumentará, veamos por qué: supongamos que Estados Unidos dispone de 310 hombres repartidos de la siguiente manera: 155 empleados en la producción de alimentos, 75 empleados en la producción de calzado y 80 dedicados a la producción de telas; por su parte, supongamos que México dispone de 280 hombres repartidos de la siguiente manera: 70 en la producción de calzado, 196 en la producción de alimentos y 14 en la producción de telas; y, por último, supongamos que el Canadá dispone de 295 hombres de los cuales 62 se dedican a la producción de telas, 177 a la producción de alimentos y 56 a la producción de calzado (Ver Cuadro 2.9).
En condiciones de autarquía, Estados Unidos produciría 77.5 kg. de alimento, 75 pares de zapatos y 40 metros de tela; México, por su parte, produciría 19.6 kg de alimento, 35 pares de zapatos y 1.75 metros de tela; a su vez, Canadá produciría 25.3 kg. de alimento, 19 pares de zapatos y 12.4 metros de tela. Así, y en ausencia de libre comercio entre los tres países, la producción mundial de alimentos ascendería a 122.4 kg., la de zapatos a 129 pares y la de tela a 54.15 metros. No obstante, si los tres países se deciden a comerciar libremente Estados Unidos importará el calzado de México y la tela del Canadá dedicando todo su trabajo (350 hombres) a la producción de alimentos cuya producción mundial aumentará en consecuencia a 155 kg.; de manera similar, México importará el alimento de Estados Unidos y la tela del Canadá dedicando todo su trabajo (280 hombres) a la producción de calzado cuya producción mundial aumentará en consecuencia a 140 pares; a su vez, Canadá importará el alimento de Estados Unidos y el calzado de México dedicando todo su trabajo (295 hombres) a la producción de telas cuya producción mundial aumentará consecuentemente a 59 metros (Ver Cuadro 2.9).
Cuadro 2.9: Ventaja comparativa, producción mundial sin especialización y especializándose
Producción sin especialización |
||||
|
Estados Unidos |
México |
Canadá |
Total |
Alimentos (kg.) |
155 / 2 = 77.5 |
196 / 10 = 19.6 |
177 / 7 = 25.3 |
122.4 kg. |
Calzado (pares) |
75 / 1 = 75 |
70 / 2 = 35 |
56 / 3 = 19 |
129 pares |
Tela (metros) |
80 / 2 = 40 |
14 / 8 = 1.75 |
62 / 5 = 12.4 |
54.15 metros |
Producción especializándose vía el libre comercio internacional |
||||
|
Estados Unidos |
México |
Canadá |
Total |
Alimento (kg.) |
310 / 2 = 155 |
|
|
155 kg. |
Calzado (pares) |
|
280 / 2 = 140 |
|
140 pares |
Tela (metros) |
|
|
295 / 5 = 59 |
59 metros |
NOTA: Observe que la producción de alimento, de calzado y de tela de cada país, se obtiene de dividir la cantidad de trabajo empleada en cada sector (agropecuario, industria del cuero e industria textil) entre las unidades de trabajo requeridas para producir un kilogramo de alimento, un par de zapatos y un metro de tela. Así, por ejemplo, en Estados Unidos 155 hombres se emplean en la producción de alimentos y se requieren 2 hombres, según el Cuadro 1.2, para producir un kilogramo de alimento. En condiciones de libre comercio la producción mundial de alimentos ascenderá a 155 kilogramos porque Estados Unidos, que tiene ventaja comparativa en ese sector, dispone de 310 hombres (o unidades de trabajo) y se requieren 2 hombres para producir un kilogramo de trigo.
Así pues, los tres países podrán disponer de más alimentos, de más calzado y de más telas que en ausencia de libre comercio internacional. Aumenta la producción mundial y, por tanto, aumentan las posibilidades de consumo. Los tres países saldrán beneficiados.
Ahora cabe preguntarse, ¿a qué precio se intercambiarán en los mercados internacionales el alimento estadounidense, los zapatos mexicanos y la tela canadiense? Con los datos de la tabla 1.2 de la ventaja comparativa, sabemos que los precios relativos sin especialización son los siguientes: en Estados Unidos un kilogramo de alimento vale dos pares de zapatos (2/1) o un metro de tela (2/2); en México, por su parte, un kilogramo de trigo vale cinco pares de zapatos (10/2) o 1.25 metros de tela (10/8); en Canadá, a su vez, un kilogramo de alimento vale 2.33 pares de zapatos (7/3) o 1.4 metros de tela (7/5). Si los tres países deciden abrirse voluntariamente al libre comercio internacional, la relación de intercambio tiene que permanecer entre esos límites para que los tres países resulten beneficiados.
Como los estadounidenses van a producir alimentos, los mexicanos zapatos y los canadienses tela, a los norteamericanos les interesará que la relación de intercambio esté lo más cerca posible de cinco pares de zapatos mexicanos por un kilogramo de alimento y de 1.4 metros de tela canadiense por un kilogramo de alimento, ya que así obtendrían más zapatos y más tela a cambio de sus alimentos. Por la misma razón, a los mexicanos les interesará una relación de intercambio lo más próxima a dos pares de zapatos por un kilogramo de alimento y a los canadienses, por su parte, les interesará una relación lo más próxima posible a un metro de tela por un kilogramo de alimento.
Sí los estadounidenses deciden exportar a México un kilogramo de alimento a cambio de tres pares de zapatos, los consumidores mexicanos de alimento se verán beneficiados por que en ausencia de libre comercio el alimento resulta más caro (un kilogramo de trigo vale cinco pares de zapatos). Asimismo, los agricultores estadounidenses verán incrementados sus beneficios si México decide eliminar sus aranceles a las importaciones de alimentos: en el mercado mexicano reciben tres pares de zapatos por un kilogramo de alimento, en tanto que en su país obtienen solamente dos.
El mismo razonamiento podemos aplicar para las exportaciones de México y Canadá. ¡El libre comercio internacional resulta beneficioso para los tres países!
Así, aun cuando Estados Unidos pueda ser más eficiente que México y Canadá en todas las líneas de producción en razón de su mayor avance tecnológico, el libre comercio entre los tres países resultaría beneficioso para cada uno en razón simplemente de la existencia de ventajas comparativas, una condición mucho más débil y menos exigente que la ventaja absoluta de Adam Smith.
Preguntas de repaso y de discusión