EL NACIMIETO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO EN ANDALUCÍA

EL NACIMIETO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO EN ANDALUCÍA

Eduardo Escartín González (CV)
Francisco Velasco Morente
Luis González Abril

Universidad de Sevilla

Volver al índice

TEORÍA CUANTITATIVA

Antes de estudiar las ideas de Vadillo sobre esta materia, es conveniente precisar a qué nos referimos.
La teoría cuantitativa más elemental (que, de puro simple, Schumpeter, obra citada, p. 362, denomina el «teorema de la cantidad») atribuye la subida del precio de las mercancías a un aumento de la cantidad de dinero en circulación. Pero esto obviamente es así si se supone que la cantidad de mercancías no aumenta significativamente en relación con la mayor cantidad de dinero, porque, en principio, más cantidad de mercancías en el comercio requeriría más cantidad de dinero (o una mayor velocidad de circulación del mismo) para efectuar las pertinentes transacciones. También la causalidad podría ser al revés, en caso de generarse primero un incremento de los precios (como hoy ocurre con el del petróleo) se precisaría más cantidad de dinero para no mermar la producción y la contra-venta de mercancías.
Vadillo, en otras cuestiones monetarias y por seguir a Adam Smith, se quedó anclado en las teorías escolásticas, muy primitivas. Una de ellas fue su apreciación cuantitativa muy sencilla, en lo que se refiere a la relación entre la cantidad de dinero y el precio de las mercancías. Se trata de un cuantitativismo en el que se relacionan únicamente acervos monetarios con acervos de mercancías, sin tener en cuenta que un montón de mercancías no es el mismo de un año para otro, incluso de un mes a otro.
Antiguamente no resultaba tan fácil, como nos lo parece hoy, relacionar unas mercancías que se producen y se consumen continuamente, constituyendo así un flujo (es decir, cantidad de mercancía en una unidad de tiempo), con un dinero que tiene una mayor permanencia, de modo que su monto total se basa fundamentalmente en la cantidad de moneda preexistente, en periodos anteriores (por lo que a efectos prácticos puede ser considerado como un acervo fijo, stock en terminología inglesa); en esa masa monetaria, la adición de dinero nuevo, durante el tiempo considerado, es muy pequeña con relación a toda la cantidad de dinero existente en la circulación (según considera Schumpeter, obra citada, p. 365). Sin embargo, puede haber causas que alteren bruscamente, en el periodo contemplado, el monto total de dinero en circulación; por ejemplo, la llegada de una flota cargada de oro y plata procedente del Nuevo Mundo, o una prescripción del rey alterando la ley de la moneda o reacuñándola con superior valor facial.
En lo referente a este asunto Vadillo se expresa así (p.21):
Auméntese su denominación extrínseca ó precio nominal, ó degrádese su ley, las cosas subirán también el valor de su precio nominal, ó minorarán el real, que es su calidad, peso ó tamaño, hasta quedar niveladas por la proporcion que tengan con el número y necesidad de las monedas, valuados por su precio intrínseco y material arreglado, que es tambien su peso y calidad. En fuerza de esta tendencia recíproca que tienen á equilibrarse las monedas y las mercaderías y de la necesidad mutua, única medida comun de los precios, ha ido la moneda decayendo de su valor desde la entrada del siglo XVI segun la mayor abundancia de metales sacados de nuestras minas de América, y aun el oro ha ganado sobre la plata progresivamente en razon de su escasez respecto a ella.
Entre los varios ejemplos históricos que Vadillo menciona sobre los nocivos efectos provocados por la corrupción de la moneda, y, en consecuencia, el aumento de la cantidad de dinero en circulación y la subida de los precios, elijo un par de ellos procedentes de nuestra propia experiencia histórica española.
El primero aconteció durante el reinado de Alfonso X; y, extraído de la Historia de España (cap. 9, lib. 13) del padre Mariana1) es narrado así por Vadillo (p. 19):
Estaba aquí en Sevilla D. Alfonso X, llamado el Sabio, poco después de su coronación por muerte del santo rey D. Fernando su padre, cuando proyectó, para remediar la escasez del erario, agotado con la continuacion de las guerras, introducir nueva moneda alterando la ley y quilates de la que corria. En lugar de los pepiones, moneda de buena ley, mandó usar de los burgaleses, que era bajísima, á la que se subrogó la moneda que se decía negra por ser casi toda de cobre; de lo que resultó, que sobre no aliviarse las necesidades antiguas por el encarecimiento que tomaron todas las cosas, y precision de aumentar los sueldos de los jueces y empleados, nacieron tantos males y desórdenes, que tumultuado el pueblo se encendió una guerra civil, siendo esta novedad pecuniaria la principal causa de odio, inquietud y descontento que tuvieron los súbditos contra la persona y administracion de este monarca durante toda su vida. 2
Y el segundo (procedente de la obra de Diego Saavedra Fajardo Idea de un príncipe político y cristiano representada en 100 empresas, Empresa 69, titulada Auro et ferro), que acaeció en el reinado de Felipe III, aunque reyes anteriores también devaluaron el dinero, Vadillo lo copia literalmente de este modo (pp 19 y 20):
D. Alfonso XI y D. Enrique II que también alteraron las monedas, dice nuestro político Saavedra, «pusieron en peligro el reino y sus personas, en cuyos daños debiéramos escarmentar... Sordo á tantos avisos el rey Felipe III dobló el valor de la moneda de vellon, hasta entonces proporcionado para las compras menudas y para igualar el valor de las monedas mayores. Reconocieron las naciones extranjeras la estimación que daba el cuño á aquella vil materia, y hicieron mercancía de ella trayendo labrado el cobre á las costas de España y sacando la plata, el oro3 y las demás mercancías, con que le hicieron mas daño que si hubiesen derramado en ella todas las serpientes y animales ponzoñosos de Africa; y los españoles que en un tiempo se reian de los Rhodos, porque usaban monedas de cobre y las querian introducir en España, fueron risa de las naciones. Embarazóse el comercio con lo ponderoso y bajo de aquel metal. Alzáronse los precios, y se retiraron las mercancías como en tiempo de D. Alfonso el Sabio. Cesó la compra y la venta, y sin ellas menguaron las rentas reales4, y fue necesario buscar nuevos arbitrios de tributos é imposiciones, con que volvió á consumirse la sustancia de Castilla faltando el trato y el comercio, y obligó á renovar los mismos inconvenientes nacidos unos de otros, los cuales hicieron un juicio perjudicial, amenazando mayor ruina si con el tiempo no se aplica el remedio bajando el valor de la moneda de vellon á su valor intrínseco.»
Vadillo no progresó en su concepción cuantitativa hasta formular una ecuación de cambio, siquiera en su versión de stocks; y eso que cita frecuentemente a Montesquieu, el cual nos ofrece una magistral exposición de esta ecuación de cambio, en la línea seguida por Briscoe: «cantidad de dinero igual a precios por renta real» (según la explicación de Schumpeter, obra citada, p. 364). Similar a ésta, pero mucho más inteligible, es la consideración de Montesquieu (en De l’Esprit des Lois, 1748; p. 266 de la traducción española) respecto a este asunto del cuantitativismo y la formulación de una ecuación de cambio:
Si, desde el descubrimiento de las Indias, el oro y la plata han aumentado en Europa en razón de uno a veinte, el precio de los artículos y mercancías tendría que haber aumentado en la misma proporción. Pero si, por otra parte, el número de mercancías ha aumentado en razón de una a dos, el precio de dichas mercancías habrá subido en razón de uno a veinte, y al mismo tiempo habrá bajado en razón de uno a dos; por consiguiente, la subida estará en razón de uno a diez.
En este enunciado se aprecia, traspasando el razonamiento oral a lenguaje matemático (para poner de manifiesto una ecuación), que M = P x T. En tal expresión M es el stock de dinero, P el nivel de precios y T el volumen de mercancías.
Empero, esta formulación es muy insatisfactoria, desde el punto de vista actual, porque falta la referencia al tiempo. Referencia absolutamente necesaria, ya que la cantidad de mercancías, que requieren ser producidas, puede variar de un periodo a otro, lo mismo que el dinero y su velocidad de circulación. El producto de estas dos variables es realmente la magnitud monetaria, porque durante un periodo, aun sin que varíe la cantidad de dinero en circulación, la moneda y los billetes pasan varias veces de mano, de forma que una cierta cantidad de ellos sirve para comprar sucesivamente mercaderías a medida que va cambiando de mano. Así pues, hoy se consideran flujos, tanto de dinero como de mercancías, y durante el periodo considerado se tienen en cuenta el producto de la cantidad de dinero (M) por su velocidad de circulación (V), por un lado, y, por otro, el valor de las mercancías intercambiadas en ese periodo (siendo este valor el producto de la cantidad de mercancías por su precio en promedio); o sea, M x V = P x T.
Así pues, Vadillo se quedó en el cuantitativismo primitivo al estilo del concebido por los escolásticos.

1 Juan de Mariana (1536-1624) fue un jesuita e historiador español que se doctoró en la Universidad de París, donde también ejerció el profesorado. Además de la Historia general de España escribió De rege et regis institutione (1599), donde recogiendo la opinión de Santo Tomás de Aquino disculpó el tiranicidio, y Tractatus septem (1609), que contiene un breve ensayo sobre la adulteración de la moneda: De monetae mutatione. En este ensayo, Mariana denuncia las sucesivas devaluaciones adoptadas por el duque de Lerma a quien acusó de corrupción. Las devaluaciones consistieron en lo siguiente: en 1599 se acuñó el vellón con cobre sin alearlo con plata; en 1602 se redujo el peso de maravedí a la mitad y a partir de 1603 se resellaron las monedas existentes con un valor facial doble e incluso triple del originario. Este valido de Felipe III reaccionó contra Mariana mandando que la Inquisción le imputara un delito de laesa majestate y después de ser detenido fue excarcelado sin que nunca llegara a dictarse sentencia.

2 La moneda buena de plata (o sea, los pepiones) era «blanca». De ahí que el dicho popular «quedarse sin blanca» signifique quedarse sin dinero (del bueno, claro).

3 Obsérvese que esto es una descripción de lo que hoy se conoce como la “Ley de Gresham”, o sea, el principio económico según el cual la moneda mala expulsa de la circulación a la buena, ya referido por Azpilcueta (nº 20 de 80 pormenores de su Comentario sobre cambios).

4 Detrás de esta secuencia encadenada de causas y efectos amplificados se encuentra el principio económico del “multiplicador”, aunque, en este caso, en sentido negativo. Siglos antes, Ibn Jaldún (Muqaddimah, Lib. III, Cap. XXIV, p. 376) proponía el efecto multiplicador en sentido positivo al recomendar una rebaja en la presión fiscal que haría la actividad económica más beneficiosa para sus dueños y éstos aumentarían la producción y con ella sus rentas reales y también las monetarias del sultán.