Históricamente el ser humano se ha planteado dónde y cómo vivir para adquirir con eficiencia y oportunidad los bienes y servicios que requiere para su sobrevivencia y para su progreso material e intelectual. Los registros más antiguos revelan que ha procurado asentarse a la orilla de grandes cuerpos de agua, de colinas y bosques como de planicies que muestran tener potencial y disponibilidad de recursos naturales, mismos que al ser consumidos en forma continua, en cantidades suficientes prácticamente en su estado natural, hicieron posible el paso de su vida nómada a la sedentaria, la cual dio origen el establecimiento de los núcleos poblacionales en los espacios geográficos que hoy conocemos en el mundo.
Ejemplos de los asentamientos humanos así concebidos son los registros de las civilizaciones de la antigüedad a lo largo de a los ríos Tigris, Éufrates y del Nilo en extensiones territoriales con una fuerte vocación agrícola, que con mucha posteridad se volvieron a repetir en Inglaterra con la construcción de la ciudad de Londres en las riberas del río Támesis, la ciudad de París que es atravesada por el río Sena, Córdoba a un lado del Guadalquivir, Moscú y Chicago, cuyos ríos les dieron sus nombres a estas ciudades.
Con  la teoría del mercantilismo que motivaba a comerciar entre países y el  desarrollo pleno de la industrialización     de los siglos XVIII al  XIX, se  desarrolló la transportación marítima más que en el renacimiento e hizo posible  traer de otros países la mano de obra y materias primas  que demandaban los procesos productivos de  los bienes manufacturados que se comercializaban en gran escala en Europa y los  EEUU.
   Lo anterior en cierta forma dio origen a una  división regional mundial promovida por la colonización europea en gran escala  en otros continentes, situación que llegó describirse como la relación entre la  metrópoli y sus colonias, donde éstas últimas proveían de materias primas y de  fuerza de trabajo a las primeras, que al contar con las innovaciones  tecnológicas de la época,  estaban en  condiciones de procesar y vender en los dos mercados, ahora,  los bienes industriales que se caracterizaban  por contener valor agregado ( la fuerza de trabajo) a las materias primas.
  En  pleno siglo veinte la conveniencia de industrializar zonas geográficas  hizo que se construyera en torno al río Volga  en la extinta Unión Soviética, así como las grandes inversiones en  infraestructura hidráulica  en Estados  Unidos  como la presa Hoover o en la  cuenca del Mississippi, coadyuvaron  al  desarrollo regional  de las entidades  federativas alineadas a su alrededor.   
  Puede  decirse que a medida que surgieron las innovaciones tecnológicas,  los recursos naturales fueron transformados en  productos manufacturados cuya producción emanó, por lo general,  en muchos casos, del uso de la mano de obra y  de los   insumos y materias primas existentes  localmente. Sin embargo, a medida que creció el mercado internacional ya no fue  suficiente el acopio local para procesar volúmenes  crecientes de bienes manufacturados,   por lo que hubo que pensar en traer de otras  latitudes las materias primas o este tipo de   bienes en sí mismos.   
  En  el siglo XX, precisamente la búsqueda de  materias y su acopio correspondiente fue uno de los factores que influyó  en el estallido de las dos grandes  conflagraciones  mundiales: la de  1917-1919 y la de 1939-1945.
  Al  término de ésta última  los EEUU emergen  prácticamente como la gran potencia que, conjuntamente con otra vencedora: la  extinta Unión Soviética, redefinieron el uso de la  geografía mundial.   En  este contexto, el hemisferio occidental y  concretamente en el continente americano, la región de América Latina quedó en  el área de influencia de los EEUU, país que llegó a considerarla como su  proveedora de materias primas y obviamente pero con menor preferencia, también  de mano de obra.
En este periodo también surgen las Naciones Unidas que poco hicieron por criticar la nueva división territorial del mundo; no obstante, impulsaron los estudios de desarrollo regional al interior de los países. Así fue como surgieron y se difundieron por ejemplo, las teorías de Perrox, de los polos de desarrollo; de Walter Issard, que identificó y explicó la fuerte relación económica que puede existir entre dos o más regiones, etc.
En   opinión de Oreste Papescu ( 1957:X) la teoría económica espacial deriva  de la evolución que ha venido experimentado la teoría económica general, la  cual puede describirse en tres etapas. La primera etapa   se caracteriza por “ la toma de conocimiento  y el análisis del fenómeno económico en su dimensión substancial “; en esta  etapa se concibe e integra su marco teórico con diversas  teorías dentro de las que pueden mencionarse la  del valor, precio, renta de la tierra, salarios, ganancia del empresario,  interés, capital y algunas muy acabadas como la teoría monetaria y la del  comercio exterior de un país, que culminaron con  la teoría del equilibrio general , “ con  la  cual pareció que nuestra ciencia  había alcanzado la forma definitiva”.
  Este autor comenta que no obstante este  gran logro, enseguida se escucharon voces de insatisfacción por que aun cuando  se reconocía el avance alcanzado en la conceptualización, se afirmaba que ello  apenas era el primer paso en la ruta del desarrollo “científico- económico”, ya  que se requería de una “segunda aproximación” en la que se explicara que los  fenómenos económicos requieren de tiempo para surtir sus efectos en la  sociedad, dado que antes se suponía que éstos la impactaran de inmediato.
  Así, la segunda etapa  se inicia   en el momento que los teóricos “encaran el análisis del fenómeno  económico en su dimensión temporal.  A esta etapa se le denominó de  “Dinámica Económica” ; misma que en mi  opinión constituye el fundamento del estudio de las fluctuaciones de las  variables económicas, ya que se pudo identificar desde sus movimientos en el  corto plazo ( estacionalidades)  hasta la  tendencia secular : variación en el largo plazo. Lo anterior en cierta forma es  la base de lo que hoy se conoce como “Teorías del crecimiento y del desarrollo  económico”. 
  Puede decirse que la conjugación del  pensamiento económico en las etapas uno y dos, constituye  el acervo básico de la “teoría de la forma  del mercado y de su conexiones con  la  teoría del circuito económico”, al igual   que de las teorías monetaria y económica general.
  No obstante el notorio avance de la  teoría económica en los ámbitos conceptual y temporal, ésta aun no describía  satisfactoriamente la realidad en que actuaban los agentes económicos, i.e,,  faltaba darle el sustento espacial en que operan éstos. Ahora parece  extraño que la “vida económica” se concibiera en ausencia total del territorio  en que se gestaba; pero así fue durante mucho tiempo
  Esta incongruencia emanada del  planteamiento irreal en que se suponía se manifestaba la economía, dio la pauta  para el inició de nuevos estudios cuyos resultados posteriormente ensancharían  y profundizarían  la teoría económica,  porque ésta se enriqueció con el nuevo enfoque: el espacial.
  Así, “la tercera etapa” de la  teoría económica comienza, pues, a partir del momento en que los investigadores  toman conciencia e inician el análisis económico en su dimensión espacial, por  consiguiente, esta es la etapa en que surge la teoría económica espacial. 
  Dicha etapa en opinión de este  investigador ( Popescu, 1957) apareció y se desarrolló en el lapso que  comprende las dos guerras mundiales del siglo XX, “ como un producto  exclusivo de la ciencia alemana, y sobre la  base de las contribuciones de Heinrich, Von Thunen y Alfred Weber; él considera  que sus discípulos más sobresalientes fueron A. Predohl, O. Englander, H  Retchl, H. Weignann, T. Palander y August  Losch .
  ¿ qué hizo August Losch?
  Fue un ciudadano alemán nacido el 15 de  octubre de 1906 en Oebringen ( Wurtemberg). Su buena actuación como estudiante  le permitió obtener una beca para iniciar “estudios económicos, filosóficos e  históricos con los profesores Eucken, Schumpeter y Spiethoff en las  Universidades de Tubingen, Friburgo, Kiel y Bonn de 1927 a 1932.
  Comenta Popescu ( 1957: VII) que para  incursionar como alumno en la universidad tuvo que hacer estudios en economía,  de suerte que un trabajo estadístico de dos años le permitió descubrir “ondas  demográficas”  y ser contratado como  docente en la Universidad de Bonn.   
  Escribió mucho entre los años de 1943 y  1939, periodo en que publicó su obra “Teoría Económica Espacial”. Hasta su  muerte en 1945 publicó bastante sobre el tema y en Estados Unidos tuvo adeptos  como Walter Isard y E. Hoover. En  Francia tuvo seguidores como Claude Ponsard y F. Perroux, Este último hizo una interesante aportación sobre la  determinación de la naturaleza de los espacios económicos.
  En lo que se refiere exclusivamente a Losch, sus contribuciones a este nuevo  campo versan sobre:
  1.- La localización de los mercados; y
  2.- La localización de las materias  primas.
  Hay coincidencia general de que su  contribución más original es “su exposición   de la naturaleza de las regiones económicas”, referente básico de “ la  determinación de la naturaleza de los espacios económicos” de F. Perroux.
  La originalidad de sus pensamientos en  este campo del conocimiento es que él para determinar ua región no considera  indicadores tan importantes  como el factor  de la movilidad, como tampoco a existencia de mercados ni de las fuentes de  materias primas ni de los transportes. Lo que hace es definir la estructura  de una región, i.e., “la interrelación de todas las variables pertinentes,  con un mínimo de suposiciones que, con un verdadero genio, han sido elegidos  deliberadamente lo más generalizados posible” (ídem: XIV).
  Stolfer dice que Losch “no intenta la  definición de una región como medio para analizarla; tampoco anda en búsqueda  de características especiales ( ergo, movilidad, demanda, homogeneidad o  autoabastecimiento”. “Su planteamiento del problema concierne a las  interrelaciones    de las unidades de  producción y de consumo individuales, a la ubicación eventual de mercados y de  centros de producción, de líneas de transporte, de distribución de la  población  y de las ciudades; todo eso a  determinarse simultánea y mutuamente. Lo decisivo es la estructura complicada,  la Gestalt,  y no las características de una  superficie”.     
  En síntesis su enfoque metodológico  consiste en identificar y cuantificar la estructura de una región, cuya  fundamentación es el estudio de las interrelaciones  con otras regiones, puesto que con los datos  de una sola región aislada poco se puede hacer en materia de desarrollo  regional.
  Así, quien se interese en profundizar en  el pensamiento de este pionero del desarrollo de la teoría económica  espacial,  puede iniciarse abrevando  en su obra intitulada “ Teoría Económica Espacial”, publicada por Editorial El  Ateneo, impresaEn Buenos Aires, Argentina, en 1957, de la cual sugiero leer su:
  Capítulo I.- Localización;
  Capítulo II.- Regiones Económicas;
  Capítulo III.- Comercio; y 
  Capítulo IV.- Ejemplos.
      
  En este contexto, Juan Hortalá Arau (  1971: XV) informa que con las investigaciones de Losch termina la hegemonía del  pensamiento alemán en  la Conformación de  la teoría económica espacial, en virtud de que a partir de 1940 se inicia el  protagonismo de los estudios de este campo de origen anglosajón.
  Dentro de estos últimos destacan los de  Walter Isard (1971:XV). Él representa la continuidad de los estudios de Losch  en lo que se refiere al equilibrio espacial general; en contraposición a  los seguidores de Alfred Marshall, que también dieron continuidad al equilibrio  pero al  parcial  (protagonizado por estudiosos como Fetter,  Smithies, Ackey y Enke) 
   Sobresale su obra “Location and Space  Economy”  qu apareció en 1956; en ella se  ve, como en la de Losch, la prioridad que se le asigna a la localización.  Señala en esta obra que su objetivo es construir un modelo de carácter general,  i.e., “ mejorar las bases espaciales y regionales de las disciplinas que  comprenden las ciencias sociales, particularmente de la economía,  a través del desarrollo de una más adecuada  teoría general de la localización  y del  espacio económico”.
  Puede decirse que sus estudios  enfatizan la construcción de un modelo en el que la localización óptima  supone la minimización del coste de transporte; con ello pone de  relieve  su interés por estudiar  prioritariamente con un sentido amplio al factor transporte, es decir, incluye  la distancia  en el estudio  económico general. En este sentido es que define al factor transporte “como el  movimiento de una unidad de peso a lo largo de una unidad de distancia”. Con  ese enfoque dio un gran impulso a la micro economía espacial porque involucra  al concepto de distancia en el ámbito productivo y en el campo del intercambio  regional de bienes y servicios. Ello dicho en otras palabras significa que  estudia la producción en un territorio determinado en conjunción con el costo  de transporte. Todo encuadrado en la conceptualización o marco teórico que  proporcionan la economía y la geografía, padres de la región que se pretende  analizar.
  Al respecto, para analizarla utilizó el  instrumental económico- estadístico. El primero para definir el tipo de  actividades económicas a estudiar; el segundo, para cuantificar sus efectos  territorialmente y para dar soporte estadístico a los resultados encontrados en  el proceso de investigación espacial.
  En ese contexto su obra “ Métodos de  Análisis Regional: Una introducción a la ciencia regional”, comprende una gama  de métodos y de indicadores con los cuales se puede tipificar económica y  estadísticamente con rigor técnico, tal que sus valores sustentan la toma de  valores para  el fomento de una empresa o  actividad económica en un espacio determinado. Su obra consta de 13 capítulos  en los que explica cómo se puede hacer análisis con la metodología allí  sugerida. Así, él empieza describiendo los métodos a usar en la proyección de  la población como los que usa para medir las corrientes migratorias. Enseguida  expone la metodología para hacer contabilidad social y estimación de la renta  regional.
  Con ese referente posteriormente enuncia  los principios sobre el análisis de flujos interregionales y de balanza de  pagos, mismos que dan la pauta para   luego adentrarse en el análisis del ciclo regional y del multiplicador  del mismo nombre. 
  Después introduce al lector en el  análisis de la localización industrial  y  medidas afines, así como al manejo de las técnicas input-output regionales e  interregionales. En este sentido es que enseguida profundiza en el sector  industrial al proponer cómo estudiar los complejos industriales.
   Habla de la importancia de la programación  lineal intrarregional, de los modelos de interacción gravitales, potenciales y  espaciales, al igual que de los canales de síntesis y culmina  con una recapitulación y perspectivas.
Cabe señalar que su metodología,  criterios e indicadores no han perdido vigencia y que su aplicación en la  actualidad se hace de manera amigable con los modernos softwares que aplicados  a las computadoras procesan con rapidez la vasta información que requiere un  estudio de corte regional.
  Dentro de los softwares  especializados que sugiero usar con más  frecuencia sobresalen: Geuda, ArcView, ApaceStat, Matlab, etc.     
En este sentido conviene señalar las obras realizadas por estudiosos del tema como las siguientes:
1.- “Econometría Espacial”, de J.  Paelink, Cliff y Ord, L. Anselin; 
  2.-“ Econometría Espacial”, de Pätricio  Aroca, IDEAR- Universidad Católica del Norte, Antofagasta, Chile;   
  3.- “Ejercicio de econometría espacial o  regional”, Apéndice C; http://cantarina.u de la p. ;
  4.- Econometría Espacial”, ciencia  regional, de Jorge A. Pérez Pineda, Investigación Económica;oct-dic.,  año/vol.LXV, número 258; karinanp@economía.unam.mx;
  5.- “El uso práctico de las técnicas de  econometría espacial: la productividad del trabajo industrial”, de Angel Alañon  Pardo, Universidad Complutense, España;
  6.-“Introduction  to Spatial Econometrics, de James P. Lasage, Kelley Pace, Editorial Taylor  & Francis;
  7.-“Econometría Espacial”: nuevas  técnicas para el análisis regional. Una aplicación a las regiones europeas”, de  Rosina Moreno Serrano y Esther Vayá Valcarse.