Aunque como hemos  analizado el origen de Israel se remonta a la prehistoria, es  en el éxodo donde surge como un verdadero  pueblo, su transformación en hombres libres y su posterior adopción de leyes y  mandamientos, es lo que verdaderamente ha dado noticia al mundo de la  existencia y preservación de Israel en los milenios, por ello Pesaj o lapascua, la fiesta que conmemora el gran  acontecimiento del éxodo de Israel de Egipto, se conmemora año con año y representa la fiesta de la libertad y se  traduce para todo el mundo, en una promesa de redención futura de toda opresión,  como dijera Iosef Karo (Karo, 1978, pág. 149), y en esto hay  coincidencia entre judíos y gentiles. La Torah narra cómo los hijos de Jacob - Israel, llegaron a Egipto  víctimas de la hambruna, se establecieron en la zona o la ciudad de Goshen o Gosén, región del antiguo Egipto en la que se asentaron los israelitas desde  su llegada hasta el éxodo,  aunque la  ubicación exacta de este territorio no ha podido determinarse y está en  discusión (Microsof Encarta 2008. 1993 - 2007, 2008), y después de haber  vivido cuatrocientos treinta años salieron con gran poder bajo el mando de  Moshe, recibieron las leyes, vagaron cuarenta años por el desierto, entraron de  regreso a Canaán y la conquistaron. Esto es lo que  poco más o menos narra la biblia, pero para que tenga objetivad esta historia,  y no sea una simple repetición de una leyenda o mito y carezca del valor  académico necesario, haremos un análisis breve de estos hechos a la luz de la  historia, principalmente donde coincide la narrativa bíblica mucho más  conocida. Para Bright (Bright, 2003, pág. 157), el periodo donde se  ubican los sucesos de la cautividad egipcia, el éxodo y la conquista deben caer  dentro del período del imperio egipcio que corresponde a la edad del Bronce reciente o Bronce último, entre  el 1550 al 1200 a.e.c., al parecer dentro de este  periodo existe una gran coincidencia por parte de los investigadores; sin  embargo es conveniente precisar, que las fechas y los acontecimientos narrados  por los historiadores, son más complicados, en ocasiones contradictorios y  difíciles de entender, en función de lo remoto que resultan, comparados con la  síntesis ligera que obtenemos de la lectura de la torah o la biblia cristiana,  pero habrá que anticipar que de algo podemos estar seguros, la narración de la  esclavitud y el éxodo judío están fundamentados en sucesos  históricos, para Bright (Bright, 2003, pág. 172), apenas se puede dudar que los antepasados de  Israel fueron esclavos en Egipto y que escaparon de allí de un modo maravilloso,  siguiendo a Bright, diremos que existen factores que apoyan esta idea, uno de  ellos es el uso de nombres egipcios en el antiguo Israel, verbigracia, el mismo  nombre de Moisés, que al parecer es de origen egipcio (Sarna & Shanks, 2011, pág. 56), el BDB Diccionario  Teológico, coincide que la palabra es egipcia y significa hijo (Abarim Publications, 2011), Manetón inclusive llega a decir que  Moisés no era judío, sino egipcio, un sacerdote renegado de Heliópolis (Johnson,   2004, pág. 45)  pero uno de los datos más relevante que como evidencia aporta Bright (Bright,   2003, pág. 173),  es que numerosos textos del siglo XV confirman la presencia de los apiru, habirio habiru, en Egipto. 
  En general, la  mayoría de los arqueólogos e historiadores coinciden (Chouraqui, 2008, pág. 14), (Microsof Encarta 2008. 1993 -   2007, 2008),  (Johnson, 2004, págs. 27 - 34), (Cross & Shanks, 1994, pág. 22) (Bright, 2003, págs. 141 - 142), que los hebreos son el pueblo denominado habiru, habiri o apiru en las tablillas cuneiformes, datadas alrededor del 1400 a.e.c. encontradas de manera accidental en  Tell el-Amarna en Egipto, en 1887 entre el Cairo y Luxor (Callaway & Shanks, 2011, pág. 78), la escritura  cuneiforme en la que fueron escritos era el acadio, una lengua semítica hablada en Mesopotamia que se había convertido en la lengua  diplomática en el 14 siglo a.e.c. (Na’aman, Jan/Feb 2009); Paul Johnson en La historia de los judíos (Johnson, 2004, pág. 27), nos dice que en  las tablillas de Nuzi de los siglos XVI y XV a.e.c., se  menciona un grupo concreto con el ideograma SA.GAZ, o como hapiru, habiru, de igual forma las fuentes egipcias de la edad del  bronce tardío nos hablan de abiru o  habiru, según Johnson: con estos  términos nos se referían a los beduinos o habitantes del desierto, que ya  existían entonces, pues usaban un término diferente para designarlos. Habiru  fue al parecer un término despectivo aplicado a las gentes no urbanas difíciles  y destructivas que se desplazaban de lugar en lugar. No eran tribus de hábitos  regulares, que emigrasen periódicamente con los rebaños según los ciclos de las  estaciones, como todavía hoy hacen algunas en regiones de Asia Menor e Irán. Su cultura era superior a la de la mayoría de las tribus del desierto.  Precisamente porque no era fácil clasificarlas, desconcertaban e irritaban a  las autoridades egipcias conservadoras, que sabían muy bien cómo tratar a los  auténticos nómadas. Johnson considera que no  se comete un error al señalar como habirus a los judíos, y concluye que la palabra hebreoderiva  de habiru, pero como la última era  peyorativa, los israelitas preferían llamarse a sí mismos hebreos. Aunque  muchos identifican a los hebreos con los habiru, debemos reconocer que algunos dudan de ello, e identifican a los israelitas con  un grupo denominado Shasu (Rainey A. ,   Who Were the Early Israelites?, Nov/Dec 2008) (Callaway & Shanks, 2011, pág. 79), hay otros más, que cuestionan  la presencia del pueblo de Israel en Egipto y el éxodo mismo, sin embargo, todos  aquellos que lo cuestionan, deben reconocer tres cosas: la primera, es que  existe  evidencia indirecta de la  presencia semítica y por lo tanto judía en el antiguo Egipto, la segunda es que  sí hay por lo menos tres evidencias que mencionan a Israel, la llamada Estela  de Israel o de Merneptah, que se encuentra en el Museo de El Cairo, fechada en los últimos años  del siglo 13 a.e.c., así como los relieves de la batalla de Merenptah, además  de un block de granito que se encuentra en el Museo Egipcio en Berlín y en  tercer lugar, el hecho de que aún existe cerca del 70% de los monumentos  egipcios enterrados y sin explorar.