ESBOZO DE LA HISTORIA DE ISRAEL

ESBOZO DE LA HISTORIA DE ISRAEL

Carlos Ruz Saldívar (CV)
Universidad Veracruzana

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Capítulo II.- El Éxodo.

El Éxodo.

Aunque como hemos analizado el origen de Israel se remonta a la prehistoria, es en el éxodo donde surge como un verdadero pueblo, su transformación en hombres libres y su posterior adopción de leyes y mandamientos, es lo que verdaderamente ha dado noticia al mundo de la existencia y preservación de Israel en los milenios, por ello Pesaj o lapascua, la fiesta que conmemora el gran acontecimiento del éxodo de Israel de Egipto, se conmemora año con año y representa la fiesta de la libertad y se traduce para todo el mundo, en una promesa de redención futura de toda opresión, como dijera Iosef Karo (Karo, 1978, pág. 149), y en esto hay coincidencia entre judíos y gentiles. La Torah narra cómo los hijos de Jacob - Israel, llegaron a Egipto víctimas de la hambruna, se establecieron en la zona o la ciudad de Goshen o Gosén, región del antiguo Egipto en la que se asentaron los israelitas desde su llegada hasta el éxodo,  aunque la ubicación exacta de este territorio no ha podido determinarse y está en discusión (Microsof Encarta 2008. 1993 - 2007, 2008), y después de haber vivido cuatrocientos treinta años salieron con gran poder bajo el mando de Moshe, recibieron las leyes, vagaron cuarenta años por el desierto, entraron de regreso a Canaán y la conquistaron. Esto es lo que poco más o menos narra la biblia, pero para que tenga objetivad esta historia, y no sea una simple repetición de una leyenda o mito y carezca del valor académico necesario, haremos un análisis breve de estos hechos a la luz de la historia, principalmente donde coincide la narrativa bíblica mucho más conocida. Para Bright (Bright, 2003, pág. 157), el periodo donde se ubican los sucesos de la cautividad egipcia, el éxodo y la conquista deben caer dentro del período del imperio egipcio que corresponde a la edad del Bronce reciente o Bronce último, entre el 1550 al 1200 a.e.c., al parecer dentro de este periodo existe una gran coincidencia por parte de los investigadores; sin embargo es conveniente precisar, que las fechas y los acontecimientos narrados por los historiadores, son más complicados, en ocasiones contradictorios y difíciles de entender, en función de lo remoto que resultan, comparados con la síntesis ligera que obtenemos de la lectura de la torah o la biblia cristiana, pero habrá que anticipar que de algo podemos estar seguros, la narración de la esclavitud y el éxodo judío están fundamentados en sucesos históricos, para Bright (Bright, 2003, pág. 172), apenas se puede dudar que los antepasados de Israel fueron esclavos en Egipto y que escaparon de allí de un modo maravilloso, siguiendo a Bright, diremos que existen factores que apoyan esta idea, uno de ellos es el uso de nombres egipcios en el antiguo Israel, verbigracia, el mismo nombre de Moisés, que al parecer es de origen egipcio (Sarna & Shanks, 2011, pág. 56), el BDB Diccionario Teológico, coincide que la palabra es egipcia y significa hijo (Abarim Publications, 2011), Manetón inclusive llega a decir que Moisés no era judío, sino egipcio, un sacerdote renegado de Heliópolis (Johnson, 2004, pág. 45) pero uno de los datos más relevante que como evidencia aporta Bright (Bright, 2003, pág. 173), es que numerosos textos del siglo XV confirman la presencia de los apiru, habirio habiru, en Egipto.
En general, la mayoría de los arqueólogos e historiadores coinciden (Chouraqui, 2008, pág. 14), (Microsof Encarta 2008. 1993 - 2007, 2008), (Johnson, 2004, págs. 27 - 34), (Cross & Shanks, 1994, pág. 22) (Bright, 2003, págs. 141 - 142), que los hebreos son el pueblo denominado habiru, habiri o apiru en las tablillas cuneiformes, datadas alrededor del 1400 a.e.c. encontradas de manera accidental en Tell el-Amarna en Egipto, en 1887 entre el Cairo y Luxor (Callaway & Shanks, 2011, pág. 78), la escritura cuneiforme en la que fueron escritos era el acadio, una lengua semítica hablada en Mesopotamia que se había convertido en la lengua diplomática en el 14 siglo a.e.c. (Na’aman, Jan/Feb 2009); Paul Johnson en La historia de los judíos (Johnson, 2004, pág. 27), nos dice que en las tablillas de Nuzi de los siglos XVI y XV a.e.c., se menciona un grupo concreto con el ideograma SA.GAZ, o como hapiru, habiru, de igual forma las fuentes egipcias de la edad del bronce tardío nos hablan de abiru o habiru, según Johnson: con estos términos nos se referían a los beduinos o habitantes del desierto, que ya existían entonces, pues usaban un término diferente para designarlos. Habiru fue al parecer un término despectivo aplicado a las gentes no urbanas difíciles y destructivas que se desplazaban de lugar en lugar. No eran tribus de hábitos regulares, que emigrasen periódicamente con los rebaños según los ciclos de las estaciones, como todavía hoy hacen algunas en regiones de Asia Menor e Irán. Su cultura era superior a la de la mayoría de las tribus del desierto. Precisamente porque no era fácil clasificarlas, desconcertaban e irritaban a las autoridades egipcias conservadoras, que sabían muy bien cómo tratar a los auténticos nómadas. Johnson considera que no se comete un error al señalar como habirus a los judíos, y concluye que la palabra hebreoderiva de habiru, pero como la última era peyorativa, los israelitas preferían llamarse a sí mismos hebreos. Aunque muchos identifican a los hebreos con los habiru, debemos reconocer que algunos dudan de ello, e identifican a los israelitas con un grupo denominado Shasu (Rainey A. , Who Were the Early Israelites?, Nov/Dec 2008) (Callaway & Shanks, 2011, pág. 79), hay otros más, que cuestionan la presencia del pueblo de Israel en Egipto y el éxodo mismo, sin embargo, todos aquellos que lo cuestionan, deben reconocer tres cosas: la primera, es que existe  evidencia indirecta de la presencia semítica y por lo tanto judía en el antiguo Egipto, la segunda es que sí hay por lo menos tres evidencias que mencionan a Israel, la llamada Estela de Israel o de Merneptah, que se encuentra en el Museo de El Cairo, fechada en los últimos años del siglo 13 a.e.c., así como los relieves de la batalla de Merenptah, además de un block de granito que se encuentra en el Museo Egipcio en Berlín y en tercer lugar, el hecho de que aún existe cerca del 70% de los monumentos egipcios enterrados y sin explorar.