EL SECTOR COOPERATIVO EN EL MERCOSUR DURANTE LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XXI

EL SECTOR COOPERATIVO EN EL MERCOSUR DURANTE LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XXI

Sandra Colombo (CV)
Paula Oxoby


2. Las Asimetrías en el MERCOSUR: cuestiones teóricas y perspectiva regional

La cuestión de las asimetrías ha retomado un lugar central en el debate y discusión alrededor de los acuerdos de integración, a la luz de la gran importancia de estos últimos en la actual fase de globalización -en tanto estrategia primordial de los países en desarrollo para abordar este proceso y beneficiarse de él-, junto con la refutación de la idea según la cual la integración por si misma redundaba en beneficios para todos los involucrados.  
La experiencia histórica ha confirmado que no todos los participantes de un proceso de integración gozan de las mismas posibilidades de apropiarse de sus beneficios, sino que dicho proceso puede aparejar incluso, desventajas para determinados países o regiones. En consecuencia, son necesarias medidas adicionales para abordar el tema de las asimetrías a sabiendas de que la integración es condición necesaria pero no suficiente para tal labor.
Esta preocupación ha sido reflejada también por múltiples estudios sobre experiencias de integración regional en los cuales diversos autores han demostrado las dificultades asociadas a las disparidades entre países y regiones (Viner, 1950; Vanek, 1965; Krugman, 1996), y a la ausencia de garantías que aseguren que los costos y beneficios de la integración se repartan por igual entre los socios.
En la misma línea, tomando como referencia el panorama social del decenio de 1990 signado por altas tasas de desempleo, pobreza y desigualdad, la CEPAL ha enfatizado la necesidad de dotar a los procesos de integración de políticas tendientes a subsanar las disparidades regionales entre países y al interior de ellos. En opinión de este organismo, estas políticas son la única garantía de que los procesos de integración puedan alcanzar los objetivos de cohesión social y económica para sus miembros en la búsqueda de una mayor competitividad y del mejoramiento de la calidad de vida de las personas. Po el contrario, la falta de políticas que hagan frente a esta realidad puede  “provocar grados de bienestar muy dispares en proyectos de integración y, al mismo tiempo, elevar los niveles de concentración de ingresos y de riqueza, en desmedro de la propia integración” (Durán y Masi, 2007:2-3).
La Secretaría del MERCOSUR (Secretaría del MERCOSUR, 2005:4) se hace eco de esta preocupación al advertir para el caso particular de este bloque, que si bien la ampliación del mercado es sin dudas positiva -al permitir economías de escala y promover inversiones-, no garantiza la convergencia estructural ya que son múltiples los factores que inciden en la capacidad de un país o región para aprovechar los beneficios de la integración -infraestructura física adecuada, el stock de capital productivo, el acceso al financiamiento, la capacidad de gestión pública y privada, la calificación de la mano de obra, el nivel de desarrollo de las redes institucionales y la seguridad jurídica, entre otras-. Esta situación, torna imprescindible resolver el problema de las asimetrías a través de políticas públicas, como forma de asegurar que las ventajas del proceso de integración sean aprovechadas también por los países pequeños y menos desarrollados que entran al campo de juego en condiciones desfavorables.
Durante la década de 1990, en un clima ideológico sumido en los principios del neoliberalismo económico y con procesos de integración orientados a los aspectos arancelarios y comerciales, el trato no recíproco no fue un tema predominante en la región, y quedó limitado a brindar a los países menos desarrollados un mayor tiempo para la reducción o convergencia arancelaria (Durán y Masi, 2007:3).
Con el comienzo del nuevo milenio, las crisis económicas de los distintos países sudamericanos, las limitaciones del proceso de integración mercosureño para reducir las asimetrías entre sus países -que en ciertos casos se agudizaron y acentuaron el malestar de los socios menores-, y el cambio de panorama ideológico que rescata el rol del Estado y la política en la planificación y regulación de la vida económica, resurgió la preocupación por las asimetrías y la necesidad de implementar medidas regionales más eficaces para una efectiva reducción de la brecha entre los diferentes países y al interior de los mismos.
Específicamente en el caso del MERCOSUR, un claro ejemplo de este tipo de medidas es el Fondo para la Convergencia Estructural (FOCEM), operativo desde 2006, que constituye el primer instrumento financiero del bloque con el objetivo de contribuir a la reducción de las asimetrías (http://www.mercosur.int/focem/) 1.


1 El FOCEM busca actuar en cuatro grandes áreas: la mejoría de la infraestructura y de la logística, con el Programa de Convergencia Estructural; la integración y el  desarrollo de las cadenas productivas, con el Programa de Desarrollo de la Competitividad; la calificación de los indicadores sociales, con el Programa de Cohesión Social; y el mejoramiento de la gestión y de las normas regionales, con el Programa de Fortalecimiento de la Estructura Institucional y del Proceso de Integración. En relación a los recursos, el FOCEM fue organizado para que estos sean brindados y  distribuidos en una lógica inversa a la de los aportes. O sea, el Brasil deposita 70% y la Argentina 27%, más ambos sólo pueden sacar 10%, mientras que Uruguay deposita 2% y puede retirar hasta 32% y Paraguay  deposita 1% y tiene derecho al 48% de los recursos. El fondo ya tiene cerca de 4 decenas de proyectos aprobados, en valores que se aproximan a 1 billón de dólares.