Ana Christine Waishburger ha hecho una revisión de las metodologías sobre las cuentas del patrimonio natural, explicando que las existentes se reducen a medir el crecimiento económico por medio del PIB y el PIN (Producto Interno Bruto y Neto, respectivamente) pero como sólo toman en cuenta las transac-ciones del mercado, la medición es incompleta, pues no se contabilizan las economías informales, las de subsistencia, la dimensión ambiental ni la distribución real del ingreso.
Arbitrariamente se dice que los recursos naturales (aire, agua, biodiversidad, fauna, flora silvestres, árboles forestales……) son bienes libres y por eso no tienen precio. Los precios de mercado se rigen por los costos de explotación, transporte y un mar-gen de ganancias; no se toma en cuenta las pérdidas patrimoniales. La autora sostiene que las cuentas patrimoniales podrían ayudar a los países a tomar conciencia de la problemática ambiental, la que incluye el patrimonio natural de cada nación; de otro modo, las cuentas nacionales no podrían ser una medida completa del bienestar nacional. También se ha propuesto la revisión de los ingresos provenientes de algunos recursos naturales susceptibles de ser explotados para comercializarlos, tales como el petróleo, los minerales, la fauna… para restar de estos ingresos sus costos ambienta-les, contabi-lizando así la degradación y depreciación del acervo natural. Los expertos en cuentas nacionales se han negado a introducir estas modificaciones aduciendo que: “es imposi-ble contabilizar bienes que no han sido producidos (marcando una dife-rencia entre depreciación y degradación) y que no es posible introducir medidas no-rmativas a la contabilidad. “Si un país ha aceptado vivir en un ambiente deteriorado no cabe a las cuentas nacionales obligar a que ese país adopte medidas más rigurosas”.
Estas actitudes son las que frenan todas las iniciativas para llevar adelante cambios fundamentales en la metodología de las cuentas nacionales, en este caso, en la intro-ducción de las cuentas patrimoniales. Por su parte, el modelo DELC que propongo, toma en cuenta la necesidad de introducir las cuentas patrimoniales; sin embargo, no concuerda con la autora en el sentido de que se debe restar los costos ambientales de los ingresos de la comercialización de recursos naturales; al contrario, la propuesta que pondré a consideración de los lectores en este mismo capítulo, más bien cree que es necesario aumentar el precio para incluir los costos ambientales.
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