La representación de viaje asociado al descubrimiento y las concepciones sobre el futuro de la humanidad, ha sido constantemente asociada y telón de fondo desde los primeros exploradores hasta nuestra época. La creencia de la existencia de un Paraíso Terrenal y otros relatos bíblicos fue la fuente durante muchos años de búsqueda de algunos grandes viajeros como Marco Polo y Colón. Pero los orígenes del turismo no solo tiene sus bases en nuestra era; los griegos despertaron un gran interés por los viajes y desarrollaron auténticas instalaciones, eventos y centros de visita. Los romanos por su parte siguieron esta afición, con un sistema de tabernas y posadas para los viajeros con rentas altas y mucho tiempo libre. Ya en el siglo XIX se dio el turismo como fenómeno conocido en ese entonces como industria de viajeros. En ese entonces se dio el primer viaje organizado (1841), pero no era todavía una actividad generalizada; ya en el siglo XX se da como un fenómeno de masas que se convierte en la expresión cultural diferenciada y accesible al conjunto de capas sociales.1
A partir de 1950 se comienza a producir un desarrollo espectacular de los restaurantes populares, el transporte público, y las nuevas formas de viajes organizados a precios asequibles. Además, con el abaratamiento de las tarifas aéreas, los viajes organizados, las mayores facilidades para la circulación internacional de pasajeros y el desarrollo sostenido de un número mayor de economías nacionales, el sector turístico se ha manifestado a escala mundial de una manera y una diversidad sin precedentes. Considerando la fecha de inicio del turismo como fenómeno con impacto global se puede decir que es un fenómeno reciente, estrechamente relacionado a la necesidad de ocio y descubrimiento del hombre.
Durante toda la evolución del turismo, por las características de la nueva sociedad se pueden reconocer hoy diferentes modalidades turísticas como el turismo ético, ecológico, social, accesible, de calidad, cultural, junto a otros más antiguos como el turismo deportivo y el religioso.
Con el deterioro del medio ambiente y los resultados de investigaciones entorno a la contaminación del entorno, hace algunos años las personas han comenzado a concientizar la necesidad de conservación del mismo. En este sentido, el turismo cultural es la modalidad que en mayor medida ha favorecido las actividades encaminadas a la conservación del entorno ambiental y al patrimonio histórico-artístico. Respetuoso de las formas de vida de las comunidades en las que se inserta, es cada vez más solicitado por colectivos de estatus medio y alto. Si hasta ahora la asociación de actividades de ocio y vacaciones, con las áreas con alto valor natural y/o cultural, se han conjugado con graves peligros para las segundas, en la actualidad la necesidad de armonizar conservación y desarrollo, junto con el potencial económico del turismo, lo convierte en uno de sus principales aliados en la protección del medio. Por ello, una de las tendencias en sector turístico de los últimos años es la explosión de parques recreativos, safaris y nuevas formas de ocio, que en general están siendo cada día más sensibles con la naturaleza.
A nivel mundial se experimenta una tendencia de cada unidad familiar a incrementar la aportación destinada al gasto turístico en la distribución de los recursos.2 La elevación del nivel cultural de la sociedad en su conjunto, las edades más tempranas de jubilación y la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, han ido ampliando los segmentos de población demandante del viaje cultural, como mecanismo de participación social, ampliación de las redes sociales y mejora de su calidad de vida. La introducción de nuevos servicios de información turística más evolucionados presenta el viaje organizado como fuente idónea de conocimiento y relaciones humanas. Por otra parte, favorece el desarrollo de las culturas regionales, de las artes populares, de los museos, centros recreativos y culturales, y contribuye a salvar las costumbres autóctonas de las comunidades receptoras. De ahí su merecida relevancia y relación con los proyectos de desarrollo local; o sea, como una de las ramas económicas más dinámicas, y como centro y motor de las actividades entorno a la cual gira el progreso de algunos territorios.
1 Rubio Gil, Ángeles. El Turismo del Futuro: Agente de Conservación y de Desarrollo de la Cultura y del medio. España, 2000. Fotocopia.
2 Ibídem.
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