ÉLITES DEL PODER ECONÓMICO EN MÉXICO

Iago Santos Castroviejo

Sobre los modos de regulación que corresponden a cada configuración en red empresarial


Adam Smith describió a fines del siglo XVIII el modo de regulación del capitalismo familiar: el ajuste de la producción social a las necesidades sociales siguiendo el principio del propio interés en una colección de relaciones de red que se llamaron mercado y donde la influencia sobre el precio de mercado de la proporción entre oferta y demanda transmitían flujos monetarios y de información a una miríada de productores que reaccionaban aumentando la producción cuando las necesidades sociales lo demandaban.
A este proceso de funcionamiento de la economía y de ajuste a una trayectoria dada la llamamos “modo de regulación” de un sistema capitalista. Lo que aparece bastante claro en la historia del sistema capitalista es que cuando se establece una cierta configuración de red empresarial emerge un modo de regulación que le corresponde. El concepto de modo de regulación que usaremos aquí está en la tradición de la escuela francesa de la economía de la regulación. Definimos aquí, de acuerdo con Santos (2012) el modo de regulación:
Entenderemos por modo de regulación de un sistema económico al conjunto de dispositivos que garantizan su funcionamiento y su ajuste. Tenemos dos elementos fundamentales  en la regulación: a) la definición de un estado normal, ideal o satisfactorio. El ajuste consistiría en la aproximación de la trayectoria del sistema a ese “estado normal”; b) los mecanismos, operaciones y reacciones, especialmente las retroacciones, que se ponen en marcha para alcanzar ese estado. Estos procesos pueden ser automáticos o pueden realizarse de forma deliberada o diseñada. Se realizan tanto centralmente (por operadores y dispositivos centrales) o localmente (por operadores o dispositivos periféricos y que afectan a un área delimitada); y se garantizan tanto por emergencia como a través de procesos jerárquicos.
El modo de regulación de la economía que corresponde al capitalismo financiero consiste en la sustitución de la competencia y la coordinación emergente por los acuerdos de cartel, oligopolio y monopolio, generalmente coordinado por los banqueros, quienes liberan el crédito condicionado a una forma concentrada, racionalizada y jerárquica de conducir la marcha de la economía. Las guerras de precios y otras soluciones perder-perder propias de la competencia entre unidades pequeñas y descoordinadas son sustituidas por soluciones más racionalizadas. Sin embargo la regulación propia del capitalismo financiero no fue capaz de resolver el llamado “problema de los mercados” o “regulación de la demanda agregada”. El proceso de acumulación, al estar mucho más racionalizado, experimentó un ritmo muy dinámico.
Configuración de red corporativa “gerencialista” y modo de regulación keynesiano
Podemos bosquejar el “modo de regulación dominante” en la “red corporativa tipo gerencialista” de la siguiente forma: en el centro, la alianza social entre cuadros superiores de la industria (también de las burocracias públicas) con los sindicatos de trabajadores y con el Gobierno se traduce en primer lugar en un pacto tipo “paz del trabajo”, donde los trabajadores se comprometen con la disciplina laboral y el crecimiento de la productividad a cambio de la satisfacción de alza salarial, reducción de jornada y cierto control del puesto de trabajo. Los cuadros gerenciales aseguran la organización eficiente del trabajo y de la técnica de forma que garanticen la producción con beneficios y con satisfacción de los reclamos laborales. El resultado conjunto al que se aspira es el crecimiento y la expansión económica. Se trata de una alianza a favor del crecimiento, de la demanda agregada correspondiente al pleno empleo y de la maximización del beneficio agregado mediante consumo en masa y la asignación al gobierno de la función de regular el volumen y composición de la demanda de excedente conforme al máximo beneficio y al pleno empleo.
La inflación es la unidad de las soluciones de esta forma de regulación. Tiene un triple efecto benefactor: a) alivia el peso de las deudas (favorece al “deudor dinámico” frente al “prestamista pasivo” en expresión de Pierre Vilar); b) diezma continuadamente la “hipertrofia financiera” resultante de un capitalismo en crecimiento, especialmente en crecimiento exponencial de rentas que producen un volumen de activos financieros desmedido en proporción a la producción real; c) produce la “eutanasia del rentista” y mina las bases sobre las que se sustentan las rentas propias de la propiedad pasiva (las rentas de la tierra y de inmuebles, los intereses y otras rentas de la propiedad). El rentista y el propietario están excluidos de la alianza social dominante en el “capitalismo gerencialista”.
Además, la moneda inflacionaria permite al Gobierno financiar el gasto de excedente en que necesita incurrir en su misión de regular la demanda y el beneficio agregado.
Configuración de red corporativa tipo “capitalismo de inversores” y modo de regulación “centrado en las finanzas” 1
Podemos intentar caracterizar el “modo de regulación dominante” en la “red corporativa tipo maximización del valor de las acciones” de la siguiente forma:
a/ Prioridad al objetivo de “estabilidad de precios” para mantener el valor de los activos financieros. Sin embargo, aún no consiguió evitar la desvalorización periódica del valor de las inversiones que se sigue del ciclo burbuja – crisis – volatilización del valor financiero. Posiblemente esto no sea posible, ya que la necesidad sistémica de diezmar el valor de los activos financieros se agrava al doblegar la inflación.
b/ La prioridad contra la inflación es la causa y el resultado de romper la alianza social dominante anterior y sustituirla por un “pacto de inversores”. Resulta algo confuso describir este como “pacto de inversores”, que se extiende de forma difusa a toda la sociedad. Höpner y Jackson [2006] hacen ver, para Alemania, como incluso los sindicatos y los trabajadores, cuando detentaron propiedad de fondos de pensiones o participaciones en la empresa en la que trabajan, llegan a ver bien una Opa hostil que puede perjudicar los intereses de la plantilla, pero que les beneficia en tanto que accionistas. Davis [2010] señala como incluso los hogares se vienen convirtiendo como en “bancos en miniatura”, en “emisores” e “inversores” de títulos financieros, hasta el punto de la invocación exitosa de Bush a los “intereses de los votantes en tanto que accionistas”.
c/ El objetivo en los comportamientos empresariales consiste en la maximización de la posesión y la revalorización de los activos financieros
d/ La alianza social ascendente se fragua entre la elite financiera y una población dispersa poseedora de activos financieros. Finalmente, los cuadros superiores se realinean dentro de esta alianza. Esta alianza se posiciona a favor de: 1) la estabilidad de precios para intentar preservar el valor de las tenencias de títulos financieros; 2) la maximización de la rentabilidad de los activos (incluido el valor de las acciones); 3) el retorno del rentista; 4) la maximización del beneficio agregado a través de una estrategia de salario bajo combinado con un proceso de estímulo al gasto sostenido por un endeudamiento masivo.
La consolidación de los actores principales del “capitalismo de inversores” se produce en los años 1980s, aunque fueron tomando masa crítica desde hacía como 15 años. El surgimiento del mercado de control corporativo es uno de los hitos decisivos en este proceso. Para este mercado 2 la mercancía es la propia empresa y en él las empresas de desempeño insuficiente 3 pueden ser compradas (opadas) a un precio relativamente bajo para reemplazar el equipo de gestión, segmentar y reestructurar sus procesos, sus activos, su organización laboral. Cuando las Opas se generalizan, es decir, a medida que las transferencias de control se hacen sistemáticas y por lo tanto se convierten en un mercado, todas las empresas cotizadas funcionan bajo amenaza latente de una adquisición, incluso hostil. Los inversores potenciales, a su vez, están muy atentos al desempeño de las empresas y a las oportunidades de adquisición. Esta tensión disciplina a los cuadros superiores de gestión de las empresas hacia el valor de los activos y los presiona hacia la rentabilidad potencial.
Claro está, esta forma de regulación se suele pensar que hace más frágil la orientación hacia el crecimiento, hacia la estrategia de largo plazo, hacia el control del puesto de trabajo o la I+D. Por otro lado, limita la independencia de los gerentes y se pretende que castiga sus comportamientos oportunistas, aunque esto último no está muy claro que suceda. Esta supervisión, a diferencia del que anteriormente ejercían los bancos, es ejercida por unos inversores institucionales que no constituyen un grupo: la presión viene de una fuente amorfa, aunque no menos real, en expresión de Davis.
Aunque estos inversores son una fuente difusa y “amorfa”, está pareciendo que gozan de una eficaz capacidad de coordinación y de marcar la impronta de su criterio en las salidas a las bifurcaciones del sistema, sea por emergencia, sea por una coordinación más consciente debida a la proximidad geográfica y cultural de sus localizaciones.


1 Davis [2010] usa la expresión “modelo centrado en las finanzas”, para mi más adecuado que regulación “neoliberal” usada por Duménil y Lévy [2010].

2 Este mercado de control se complementó con el desarrollo de otros procesos: el mercado de altos ejecutivos, entidades de supervisión, de información y agencias calificadoras de títulos financieros. De esta forma, se desarrollan vías que permiten a los inversores, incluso a  accionistas potenciales, en casos de desempeño juzgado insuficiente, tomar el control y remover desde altos ejecutivos hasta Consejos de Administración y grupos de accionistas ya que dispone de soluciones que le pueden brindar los mercados correspondientes.

3 Según un cierto criterio de suficiencia en el desempeño. Insuficiencia para el inversor institucional significa que el valor de las acciones no supera los índices bursátiles. Hay otros criterios de suficiencia que no son valorados por los inversores institucionales.

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