La  formación de una amplia red de interconexiones entre los consejos de  administración de las empresas es una característica permanente de las  economías capitalistas cuando menos desde finales del siglo XIX. Antes de esa  época lo que caracterizaba a las empresas era el control y la propiedad  familiar, es decir, la mayoría del capital de una empresa pertenecía a una  familia, o en todo caso a una alianza de familias. El control de esa empresa  estaba unido a la propiedad y la propia familia dueña administraba y controlaba  la empresa. Además eran poco frecuentes los consejeros que compartían los  directorios de empresas de distintas familias.
  El  panorama del capitalismo familiar era de una colección de empresas aisladas,  con mayoría del capital y control en manos de cada familia, y ciertas alianzas  en empresas que requerían la participación de varias casas y empresas, como por  ejemplo, para formar un banco comercial en una plaza industrial determinada, o  para empresas de transporte o industrias que requerían la participación de  varias familias de industriales. A este panorama permítasenos que le llamemos  “configuraciones de red corporativa del tipo capitalismo familiar”.
  Llamaremos Configuración de red  corporativa al patrón relacional básico  entre los decisores de la empresa, lo que involucra el tipo de accionista, la  composición de la propiedad del capital social, el consejo de administración,  las relaciones entre accionistas y administradores y las cadenas relacionales  dentro de una red social.
  Si  repasamos sumariamente la historia del capitalismo desde el prisma de las  configuraciones de red empresarial podemos distinguir como, después del  capitalismo familiar antes descrito, se formó en EEUU y Alemania especialmente  el “capitalismo financiero”, bien descrito y pensado en 1912 por Louis Brandeis  en EEUU y por Rudolf Hilferding en Alemania y Austria.
  La  configuración de red de capitalismo financiero consistía en que los consejeros  de los bancos estaban presentes también –directa e indirectamente- en los  directorios de las industrias y también los administradores de las empresas  industriales alcanzaban a estar presentes en los consejos de los bancos. Los  bancos llegaban a poseer participaciones en empresas industriales y a detentar  un fuerte control sobre ellas. El resultado fue una industria muy cartelizada o  monopolizada, centralizada por los bancos y bajo la hegemonía de la banca.  Brandeis describió el control progresivo de los banqueros, especialmente de  J.P. Morgan sobre las industrias de ferrocarriles, acero y otras muchas.
  Este  panorama de participaciones fuertes de unos cuantos bancos sobre los sectores  industriales, con importancia estratégica del crédito, ocupación de lugares muy  centrales de los bancos en las redes de administradores y accionistas la  llamaremos configuración de red corporativa de capitalismo financiero y fue la  forma dominante del capitalismo desde fines del siglo XIX hasta 1930.
  Por  1932 Adolf Berle y Gardiner Means publicaron su célebre libro “La empresa  moderna y la propiedad privada”, donde presentan una caracterización de las  redes empresariales ya diferente de la del capitalismo financiero: la propiedad  de las acciones pasó a estar ya muy fraccionada, de forma que cada accionista  individual tenía muy escasa capacidad de influencia y de control sobre la  empresa moderna. Quienes realmente administraban, controlaban y detentaban el  poder económico eran los gerentes, la burocracia empresarial. Frente a ellos,  los accionistas no tenían posibilidad de influencia y en todo caso podían  seguir la “regla de Wall Street”: si no te gusta el gerente, vende tus  acciones.
  Esta  configuración de red de separación entre la propiedad de la empresa, detentada  por una miríada de pequeños accionistas dispersos, y el control, detentado por  los altos cuadros empresariales, fue llamada la “revolución gerencialista” o  capitalismo gerencialista y caracterizó las redes empresariales, especialmente  en los EEUU, durante los años 1930   a 1985.
  En  1996 Michael Useem escribió su famoso libro “Capitalismo de inversores. Como  los gestores del dinero están cambiando la faz de la Norteamérica empresarial”.  Los inversores desde el último cuarto del siglo XX no se presentan como una  miríada de pequeños inversores individuales, sino agrupados en grandes fondos  de pensiones, fondos de inversión y otras entidades, sobre las que no tienen  control, pero si que tienen control los gestores de esos fondos.
  Esos  fondos presentan la siguiente configuración de red empresarial: detentan  fracciones no muy considerables y no muy concentradas del capital accionarial  de las empresas. Pero un mismo fondo detenta un 4% de la empresa A, un 2,5% de  la empresa B, un 3,9% de la empresa C, etc. y además unos cuantos fondos tienen  un peso global muy considerable sobre la totalidad del capital bursátil.  Bastantes fondos, pero no una miríada como eran los accionistas anteriores,  individuales y atomizados, y además bastante concentrados en sus sedes  operativas, muy especialmente en las plazas de la Wall Street neoyorquina y en  la City de Londres. Por lo tanto, ya tienen más fácil coordinarse para lanzar  operaciones de presión, para descabalgar al gerente, e incluso de lanzamiento  eficaz de OPA, para lo que se vino desarrollando en los últimos 30 años el  mercado de control.
  El  panorama del capitalismo de inversores es, tal como lo describe Windolf, la  combinación de estrellas invertidas que son las empresas emisoras (receptoras  de unos cuantos inversionistas que detentan porciones apreciables, aunque  minoritarias, de sus acciones) con las configuraciones de estrella de los  inversores, en primer lugar los fondos, que detentan participaciones en muchas  empresas. En este caso la red de accionistas se hace mucho más inclusiva. Pero  las configuraciones de red corporativas del capitalismo de inversores vienen  caracterizando la economía mundial desde entrados los años 80.
  Además  de esta evolución de las redes corporativas, tenemos también otras más  localizadas, como las configuraciones de red piramidal –o posesión de  participaciones de empresas industriales por otras empresas no financieras- o  como la red de la España franquista de los años 1940 a 1970, estudiada por  Ramón Tamames y también por Juan Muñoz, que podemos llamar red tipo  corporativista.
  Las  configuraciones en red en México, que estudiamos en el presente libro,  constituyen también unas estructuras frecuentes de las elites del poder  empresarial que fueron llamadas por muchos autores como una modalidad de redes  de grupo empresarial. Lo que aquí llamamos “configuraciones de red corporativa”  creemos que es muy similar a lo que Castañeda llama “arquitectura  organizacional y gobierno corporativo, A&G”.
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