Formar valores  es quizás mucho más difícil que instruir. Es una tarea muy compleja que no se  puede controlar de forma cuantitativa como la calificación de los exámenes o  pruebas. La preparación de los docentes para esta tarea comienza por conocer  cuales son sus presupuestos. Estos son:
Los  presupuestos histórico-culturales tienen que ver con la necesidad de tener en  cuenta toda la herencia cultural de la nación, sus mejores tradiciones, la  contribución en término de cultura de las distintas generaciones en todos los  campos del saber y el actuar, los elementos fundamentales de la identidad  nacional y, algo fundamental, el sentido que le otorga el docente a toda esta  herencia y su capacidad para convertirlo en el fundamento para el análisis y a  la actuación del presente y el futuro.
  Lo contextual  se refiere a las condiciones sociales concretas, específicas en que se  desenvuelve el proceso y que estarán influenciando sobre este de forma positiva  o negativa. Hay que captar la relación de lo universal, lo particular y lo  singular, es decir, tener en cuenta el contexto macrosocial, el que existe en  cada comunidad y en el ámbito familiar, los microgrupos, entre otros.
  En la época en  que vivimos hay que tener en cuenta la crisis de valores a nivel global, la  pérdida de orientaciones valorativas, los cambios en las prioridades y otras.  Pero estos fenómenos negativos no pueden solo constatarse, hay que trazar  estrategias educativas que constituyan a atenuar sus efectos.
  Los  presupuestos individuales significan conocer profundamente al sujeto que estamos  educando, sus características, el medio en que se desenvuelve, sus principales  intereses, metas y preocupaciones. Para este fin, hay que tener suficiente  información acerca de su familia, las costumbres y hábitos, su nivel cultural,  entre otros. Lo individual, como presupuesto,  abarca también el conocimiento de cada grupo escolar, del territorio donde está  ubicada la escuela, de ahí la importancia de la caracterización de cada  estudiante por parte del maestro.
  En este sentido se precisa de cuadros  de dirección con una actuación coherente y un trabajo personalizado, así como  la materialización de diferentes vías y acciones para el trabajo y la dirección  en la formación en valores, lo antes abordado debe materializarse en la clase  como eslabón fundamental del proceso docente-educativo, como expresara Fidel  Castro “Es precisamente en el aula a través del contenido de cada una de las  materias y de la interrelación que se establece cada día entre el docente y sus  estudiantes que es posible sembrar ideas, formar conceptos, conformar una  concepción científica del mundo, trasmitir emociones, cultivar sentimientos,  formar convicciones y valoraciones, que perduren para todo la vida en el  pensamiento y la conducta de las nuevas generaciones VI .
  Para lograr una acertada labor en el  trabajo con la formación de valores se necesita una elevada preparación de  directivos y docentes. Para lo cual deben diseñarse estrategias de superación  que parten de un diagnóstico acertado de las necesidades y potencialidades de  los directivos.
  El concepto  superación es identificado varias veces como capacitación, formación y  desarrollo. La profesora J. Añorga define la superación como: figura dirigida a  diversos procesos de los recursos laborales con el propósito de actualizar y  perfeccionar el desempeño profesional actual y lo perspectivo, atender  insuficiencias en la formación, o completar conocimientos y habilidades no  adquiridas anteriormente y necesarias para el desempeño.
  Por su parte P.  Valiente (2001) considera que es un proceso de carácter continuo, prolongado y  permanente que transcurre durante el desempeño de las funciones docentes o  directivas, que tiene como finalidad el  desarrollo del sujeto para su mejoramiento profesional y humano. Sus objetivos  son de carácter general, ampliar, perfeccionar, actualizar, complementar  conocimientos, habilidades y capacidades y promover el desarrollo y  consolidación de valores.
  Por otra parte  C. Torres, definió la superación profesional como conjunto de procesos de  formación que posibilita a los graduados universitarios la adquisición,  ampliación y perfeccionamiento continuo de los conocimientos y habilidades  básicas y especializados, requeridos para un mejor desempeño de sus  responsabilidades y funciones laborales, así como para su desarrollo cultural,  que permite elevar la efectividad y calidad de sus trabajos.
  La superación del directivo requiere de  conocimientos, motivaciones y habilidades que promuevan, y a la vez, den lugar  a una cultura general, capaz de adaptarse a las exigencias de la sociedad  actual y a las características del nuevo modelo de la enseñanza técnica. La  superación continua sigue siendo un aspecto de primer orden en el  funcionamiento de la escuela, como entidad escolar y como microuniversidad.
  Según M. Rodríguez (2002), la  superación profesional constituye un proceso continuo dirigido al mejoramiento  técnico y humano, que debe responder a las transformaciones que se requieren en  la conducta, los conocimientos, las habilidades y las cualidades profesionales  de maestros y profesores, para lo cual debe contar con un marcado carácter  multivariado, flexible, formativo e integral.
  Igualmente, esta autora enfatiza la  importancia de la superación profesional, mediante la cual concurren uno o más  procesos formativos y de desarrollo, tanto de enseñanza-aprendizaje como de  investigación, innovación, creación artística, entre otros; articulados  armónicamente en una propuesta que tenga en cuenta, no solo el aspecto docente  dirigido a la instrucción, sino que se le preste especial atención, en vínculo  estrecho al aspecto educativo.
   Las bases teóricas que, de forma general,  sustentan la superación profesional del directivo han sido tratadas con  anterioridad por varios autores, ellos coinciden en que es un proceso de  formación continua a lo largo de toda la vida profesional, que produce un  cambio y mejora las conductas docentes en las formas de pensar, valorar y  actuar como directivos. Coincidiendo con O. Fraga, comprende a todo el personal  docente en ejercicio, incluyendo a los cuadros, y tiene como objetivo esencial  la formación permanente y la actualización sistémica de los graduados  universitarios, el desempeño de sus actividades profesionales y académicas, así  como el enriquecimiento de su acervo cultural.
  La superación profesional debe concebirse  en los marcos de la formación o educación permanente, bajo cuyo enfoque  implica procesos de aprendizaje diversos  desde el análisis y la reflexión sobre la propia práctica, desde la práctica y  para la práctica profesional hasta el dominio de nuevos contenidos y  habilidades, a partir del conocimiento pedagógico disponible que prepara para  afrontar la tarea  de crear y formar a  las generaciones presentes y futuras.
  Según O.  Fraga, significa, además, una elevación de la  competencia y el desempeño del profesional que da respuesta a las propias  necesidades del docente en el contexto de la actividad fundamental que realiza  y a las del sistema educativo. Mediante ella, el directivo convierte a su  propia escuela en elemento dinámico dentro del sistema de autosuperación, hoy  con doble función: centro educativo por excelencia con extensión a la familia y  la comunidad, y microuniversidad en la que se prepara el docente en formación.  Por esto se plantea que tiene carácter diferenciado, y garantiza el conocimiento  de las problemáticas que surgen en el proceso enseñanza-aprendizaje, además de  sus vías de solución, aplicación y validación.
  En otro importante trabajo que trata  teóricamente esta temática, L. E. Nieto, explicó puntualmente que la  estructuración actual de la superación ha demostrado lentitud para ajustarse a  los cambios que se producen en la educación actualmente, además de que no  reflejan la especificidad de la superación en el caso de los docentes, en que  se parte más de las fortalezas de los centros de la enseñanza técnica en  coincidencia con las necesidades de la práctica que debe colocar como elemento  generador de la superación a la propia práctica. 
  Muchos autores  insisten en que la superación toda, y de manera particular, la superación  individual del directivo de la enseñanza técnica, debe estar dirigida a sus  necesidades como profesional de la educación, a sus necesidades como ser  social  y a sus necesidades espirituales.
  Se ha podido  constatar que aunque han existido variantes de superación, subsisten  insuficiencias, expresadas, fundamentalmente, en la necesidad de favorecer el  desempeño pedagógico profesional con unidad de influencias, dirigiendo  acertadamente y permanentemente la superación individual de los directivos de  la enseñanza técnica y como consecuencia lograr la profesionalidad que se exige  en las actuales circunstancias.
  Son muchos los  procesos que se desarrollan en la enseñanza técnica, que desde su nueva  perspectiva de microuniversidad son necesarios. La calidad de los procesos técnicos  que tienen lugar en la escuela, se reflejan directamente en los resultados  alcanzados por los futuros técnicos a raíz de las transformaciones que tienen  como objetivo esencial: lograr la formación general integral del joven en su  forma de sentir, pensar y actuar responsablemente en los contextos en que se  desempeña, escuela-familia-comunidad, a partir del desarrollo de una cultura  general integral, sustentada en el principio martiano estudio-trabajo que  garantizan la participación protagónica e incondicional en la construcción y  defensa del proyecto socialista cubano y en la elección consciente de la  continuidad de estudios superiores en carreras priorizadas territorialmente.  Para ello es imprescindible la constante superación y autopreparación de los directivos.
  Al respecto se refirió el máximo líder de la Revolución cuando  expresó: “La autopreparación es la base de la cultura del profesor. Es esencial  la disposición que cada compañero tenga para dedicar muchas horas al estudio  individual, su inquietud por saber, por mantenerse actualizado, por mejorar su  trabajo como educador. Su calidad dependerá de la exigencia que consigo mismo  tenga cada docente, de su espíritu de saber cada día más, del carácter  emprendedor y creativo que requiere la profesión de educar, en que el estudio  deja de ser obligado para convertirse en necesidad y placer VII.
  La superación de los directivos de la ETP se concibe a través de: 
La superación de los directivos de la ETP se concibe a partir del concepto de la integralidad de estos y las habilidades profesionales; los métodos y procedimientos didácticos utilizados constituyen un sistema junto a los métodos de enseñanza. Su aplicación es creadora, nunca "esquemática" ni aislada del contexto en el cual se desarrolla, atiende al contenido de la superación; es decir, parte de la aplicación de la concepción del aprendizaje desarrollador y velando porque siempre se manifieste la unidad entre la instrucción y la educación y combinando las formas, los contenidos, métodos, los plazos de tiempo; los recursos necesarios para que esta sea continua, eficiente y específica, se dirige a las necesidades de cada directivo y a los planes de desarrollo del territorio y la entidad.
 El proceso de superación de los directivos de  la enseñanza técnica del territorio se efectúa   a partir de sus particularidades y se tiene en cuenta: 
  Las visitas de ayuda  metodológica como vía de superación de los directivos, las cuales se hacen más  viable cuando se dirigen a resolver las tareas donde se desarrollan, dirigidas  a enseñarles a identificar sus dificultades   y las formas de solucionarlas, por lo que es necesario:
En la bibliografía consultada existe consenso en cuanto a los componentes de la superación de los directivos, ellos son:
La superación de los docentes  se caracteriza por su sistematicidad, coherencia entre todos sus partes  constituyentes, por dar respuestas a necesidades que en diferentes órdenes  presenta el profesional de la educación y por su carácter sistémico. De la  superación que garantice la preparación para dirigir el proceso de  enseñanza-aprendizaje depende, en gran medida, la calidad del aprendizaje, y  por ende, la formación integral del   educando.
  Hoy se asume la superación como aquel  proceso continuo a través del cual se busca ampliar y fortalecer el horizonte  cultural del maestro, enriquecer cualitativamente su práctica pedagógica y el  dominio de su campo del saber, mediante el desarrollo de actividades teóricas y  prácticas de diferentes órdenes desde las cuales sea posible la sistematización  y transformación de sus representaciones cuyas características fundamentales  son las siguientes:
Como afirmó L. González, la superación  debe estar vinculada a las necesidades de los educandos y de su práctica  social, para lograr la preparación pedagógica, académica e investigativa que dé  lugar a una actividad creadora e innovadora con el consiguiente enriquecimiento  cultural a que se aspira, lo cual solo se alcanza mediante la superación  permanente y contextualizada.
  Sin embargo, es necesario enfatizar que  la superación tiene carácter individual en el marco de un colectivo y de una  escuela, por lo que el conocimiento del estado real de cada docente y de sus  potencialidades, es requisito imprescindible para la proyección, ejecución y  control de la superación que se planifica.
  La superación  de los docentes tiene como objetivo: prepararlos, desarrollarlos para que  puedan asumir los retos a que se enfrentan con las nuevas transformaciones, las  de la educación técnica  y las demás  educaciones, y así favorecer su desempeño pedagógico profesional.
  El objetivo  fundamental de la superación es lograr superar las insuficiencias presentadas  por los directivos,  alcanzando cambios  cada vez mayores motivados por las propias necesidades y posibilitando el  desarrollo integral, para propiciar que el individuo sea más eficiente en su  trabajo.
  En cuanto a los  fundamentos teóricos que sustentan la estrategia de superación, en síntesis, se  asume que desde el punto de vista filosófico se tienen en cuenta las  concepciones de la Filosofía Marxista-Leninista acerca de las leyes más  generales que rigen los procesos naturales y sociales, los principios de la  dialéctica materialista, sus métodos, sus categorías dialécticas, así como la  teoría materialista - dialéctica del conocimiento, y en las concepciones  teóricas y prácticas acerca de las contradicciones como fuente de  desarrollo  y en sentido general, como  soporte metodológico del sistema educativo cubano y de la Filosofía de la  Educación, como tradición del pensamiento universal y del pensamiento cubano. 
  En la tesis se asume el Enfoque  Histórico Cultural, que tiene sus fundamentos en los aportes realizados por L.  S. Vigotsky a la psicología con su carácter dialéctico dentro de las teorías  cognoscitivas, que centran su atención en las posibilidades del desarrollo  integral de la personalidad, entendida como conjunto dinámico de seres humanos  vinculados por lazos mutuos que tienen siempre y donde quiera un carácter  sociohistórico VIII .
  El Enfoque Histórico Cultural desde el  punto de vista psicológico plantea el estudio de la personalidad a partir  de la unidad de lo diverso,  en espacio y tiempo, en cuyo  escenario actúan y se interrelacionan los  hombres como una formación histórica y cultural desarrollada por su propia  actitud productiva y transformadora de la realidad; sobresalen tres ideas  psicológicas esenciales en las que se sustenta la estrategia de superación  propuesta: el principio de la relación de lo  afectivo y lo cognitivo, el principio de la comunicación y la actividad, la  relación dialéctica entre actividad y conciencia y el vínculo entre el  desarrollo de la actividad humana y el medio social en que  ocurre.
  Los fundamentos pedagógicos de esta propuesta se sustentan en los  aportes más significativos del pensamiento pedagógico cubano precedente, en la  teoría pedagógica Marxista-Leninista, y en los aportes prácticos realizados a  esta ciencia por Fidel Castro, es decir, en una Pedagogía que concibe la  integración de todos los elementos del proceso educativo, que reconoce al  docente como el guía de ese proceso, exige el vínculo de la escuela con la  práctica en función de los intereses de la sociedad, que defiende el  protagonismo del estudiante en ese proceso, que se plantea la transformación y  el enriquecimiento del currículo en su dinamismo y que comparte una concepción  didáctica integradora.   
  La superación tiene que  incrementar el saber, desarrollar el saber hacer y el saber ser, lo que se  alcanza según el camino dialéctico del conocimiento: de la contemplación viva  al pensamiento abstracto y de este a la práctica. Es en el desempeño cotidiano  del directivo en que se puede sistematizar, ensayar, modelar, teorizar, validar  y enriquecer la teoría, a partir de la solución de problemas que permiten  transformar la realidad escolar y la de los docentes en formación. 
  Esta posibilidad que tienen los  directivos mediante la superación de darle solución a la diversidad de  problemas docentes tanto de la escuela como de realidad  educativa o de ella en su concepción de  microuniversidad, no solo implica mejorar la calidad en el proceso de enseñar,  sino para que el aprendizaje que realizan los   estudiantes los transforme, teniendo como contexto la realidad escolar  en que actúan. 
  Se obtiene información de la  realidad educativa, se procesa dicha información y se retorna nuevamente a la  práctica para transformar la realidad educativa; esto exige que los directivos  reflexionen y se motiven por lo que hacen, de lo contrario no podrán  identificar las contradicciones inherentes al proceso de enseñanza-aprendizaje  que dirigen en la escuela.
  De esta manera, se refuerza el  principio que hoy rige los planes de estudio para la formación de los  profesionales de la educación, su preparación en y desde la escuela, lo que se  traduce en lograr con mayor calidad el estrecho vínculo teoría - práctica y  práctica - teoría, materializada en la concepción de la escuela como  microuniversidad.
  En una sociedad como la que  construye Cuba, los objetivos y los fines de la educación se subordinan a los  intereses y a las necesidades sociales, y la escuela, conjuntamente con los  restantes factores sociales y comunitarios, tiene la responsabilidad de educar a  las nuevas generaciones en la defensa de los ideales patrióticos, humanistas y  socialistas, con un alto sentido solidario, y un compromiso de responsabilidad  y lealtad, en la que la contribución de la labor educativa a expandir y  promover la cultura que garantice la formación de hombres plenos, realizados  tanto en el plano profesional como espiritual, a la vez que los pertrecha de  los argumentos necesarios para defender sus puntos de vista y posiciones en  esta batalla de ideas que hoy libra el pueblo de Cuba, para lo cual se necesita  un dirigente preparado para que pueda incidir sobre los docentes en los  conceptos científicos acerca de la naturaleza y la sociedad, siendo necesario  prestar especial atención a la preparación metodológica.   
  Para el cumplimiento del encargo  social de la escuela se necesita la formación de personas reflexivas y  creativas, que puedan dar respuesta a los problemas de la vida cotidiana, y  para ello, se necesitan dirigentes preparados para alcanzar tales propósitos.
  En el orden psicológico, el  modelo que se propone encuentra su sustento en el enfoque socio-histórico  cultural de L. S. Vigotsky, basado en el Materialismo-Dialéctico y cuyos  aportes fundamentales están en la ley de doble formación y desarrollo de la  psiquis humana, y en los postulados acerca de la zona de desarrollo próximo y  su significado en el aprendizaje de los sujetos, así como en las  consideraciones sobre la relación entre aprendizaje y desarrollo psíquico, y en  la que se concibe al sujeto en su individualidad y como resultado de las  interacciones que establece con otros sujetos. 
  De igual forma se apoya en los  aportes, que han continuado enriqueciendo dicho enfoque, entre los que se  destacan A. N. Leontiev y su teoría general de la actividad (1975), P. Y.  Galperin y sus aportes acerca de las acciones mentales y su base orientadora  (1973), V. V. Davídov y la formación del pensamiento teórico. 
  Para favorecer  el desempeño pedagógico profesional de los profesores se debe desarrollar una  superación individual permanente,   logrando así la unidad de influencia de todos los que intervienen en su  dirección, y por parte de cada uno de los profesores que laboran en la ETP.  Deben sentir necesidad de investigar permanentemente y nutrirse constantemente  del nivel de conocimientos necesarios, pues los mismos están siendo partícipes  en la formación integral de los alumnos.
  La superación  docente en la formación de los educadores se torna un tema crucial, pues  debe contar con una sólida preparación tanto  en su disciplina como en los contenidos   pedagógicos. Estos conocimientos deben estar en estrecha relación con  los enfoques y desarrollo proveniente de la investigación, a su vez  realizar una revisión crítica de la realidad  educativa y de su propia práctica docente para instrumentar las adecuaciones  metodológicas pertinentes. Para eso, el educador debe conocer la realidad de la  práctica docente. Este conocimiento implica tomar dicha  práctica como objeto de estudio, y a partir  de ella desarrollar los contenidos previstos para la formación de los  educandos.
  Se debe  reconocer que el profesor, al igual que sus alumnos, es portador de un saber,  saber formado por un conjunto de conceptos, teorías, prácticas, rutinas,  técnicas. Estos saberes se actualizan y se ponen en acción cuando el profesor  ejerce su práctica. La pretensión de trabajar desde la práctica docente implica  trabajar no sólo por la experiencia explícita de los profesores, sino además  trabajar con contenidos antecedentes, opiniones, juicios generalizados,  experiencias y conductas adquiridas en la socialización profesional.
  La superación  docente, además de crear un amplio espacio para la revisión, reflexión y  teorización, deberá sugerir orientaciones, propuestas, estrategias y técnicas  viables para la realización en el aula.
  La concreción  de la superación docente tiene que constituirse, no en cursos aislados,  asistemáticos y esporádicos, sino enmarcarse en un programa de superación que  responda tanto a sus demandas personales, como a las necesidades de la realidad  escolar en que se desarrolla.
  En este marco  será necesario formar un profesor capaz de tomar decisiones complejas en  situaciones cambiantes de aprendizaje con sujetos diversos. Hoy la superación  exige que los educadores y los directivos estén siempre en condiciones de dar respuestas  acertadas a las siguientes interrogantes:
             _    ¿Qué tipo de superación necesito?
Al concebir la superación de los directivos, deben tenerse en cuenta los elementos antes abordados, para que la misma se sustente en una plataforma teórica consolidada y pueda cumplir con su objetivo resolver los problemas detectados y elevar a planos superiores sus potencialidades.
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