ESTRATEGIA PARA LA GESTIÓN SOSTENIBLE DEL RECURSO AGUA. ESTUDIO DE CASO: CUENCA DEL RÍO NARANJO, PROVINCIA LAS TUNAS

ESTRATEGIA PARA LA GESTIÓN SOSTENIBLE DEL RECURSO AGUA. ESTUDIO DE CASO: CUENCA DEL RÍO NARANJO, PROVINCIA LAS TUNAS

Yoandris Garcia Hidalgo (CV)
Universidad Agraria de La Habana

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1.3. Los recursos hídricos en Cuba

Reconociendo la dependencia directa de las disponibilidades de agua en Cuba con el comportamiento anual e hiperanual de las precipitaciones, aun teniendo en cuenta la importante infraestructura hidráulica creada y que continúa en desarrollo, que alcanza la cifra aproximada del 57% de los recursos hídricos aprovechables, subsisten problemas para garantizar su uso (INRH, 2007). Las causas principales son:

  • Su carestía relativa en zonas vulnerables del país.
  • La pérdida de su calidad original, en determinadas áreas, por efecto de la actividad antrópica.
  • Las pérdidas en su conducción, por ineficiencias en los sistemas de distribución y por aplicación de tecnologías inadecuadas, fundamentalmente en el riego de los cultivos agrícolas.

Los retos que deben enfrentarse están identificados en los principales problemas ambientales del país, reflejados en la Estrategia Ambiental Nacional (CITMA, 1997), la degradación de los suelos, los problemas en la cobertura forestal y la pérdida de la diversidad biológica, tienen una importante repercusión en la cantidad del recurso hídrico y contaminación de las aguas, reflejados en la calidad de vida de las comunidades.
Según el INRH (2007), en Cuba los problemas relacionados con el agua presentan múltiples y complejas situaciones como: la desigual distribución temporal y espacial de las lluvias, ocurrencia de eventos extremos (inundaciones por lluvia excesiva, sequía, ciclones tropicales), uso ineficiente del recurso, intrusión salina en acuíferos costeros, contaminaciones de origen antrópico y muchas otras comunes a casi todos los países del planeta.
Según el Instituto de Meteorología (INSMET, 2011), los eventos hidrometeorológicos extremos (intensas lluvias provocadas por huracanes y por sistemas frontales, la sequía) y su incidencia en el territorio nacional, tienen una marcada influencia en las disponibilidades del agua y demuestran la necesidad de implementar concepciones integradoras como la aplicación del enfoque ecosistémico a la gestión integrada de los recursos hídricos, teniendo como unidad básica para su desarrollo la cuenca hidrográfica.
La ubicación y las características físico-geográficas del Archipiélago Cubano, con un relieve caracterizado por la sucesión de extensas llanuras y montañas que por su disposición se interponen al paso de las masas de aire húmedo, influyen significativamente en el régimen hidrológico. En las regiones occidental y central predominan las llanuras y alturas bajas, aunque esta regularidad es interrumpida por la Cordillera de Guaniguanico, en la provincia de Pinar del Río y el grupo montañoso Guamuhaya, al sur de las provincias centrales, mientras que la región oriental es dominada por un relieve montañoso y llanuras que sufren intensamente el efecto de la barrera orográfica. Otra característica notable es la apreciable acción reguladora del carso sobre el escurrimiento superficial en las regiones occidental y central de Cuba (Cenhica, 2001).
El elemento de mayor variabilidad del clima tanto espacial como temporal, así como su distribución, son las precipitaciones. Temporalmente están bien definidos los períodos lluviosos, y poco lluvioso, mientras que espacialmente se definen distintas regiones de Cuba con condiciones desiguales de las precipitaciones, tanto en su comportamiento medio como interanual.
Otra de las características de la distribución espacial, es el aumento de las precipitaciones en relación con la distancia desde las costas, así como con la elevación sobre el nivel del mar. El promedio anual en las costas, generalmente puede variar entre 1000 y 1200 mm. En la mayoría de las regiones llanas y onduladas se acerca a los 1400 y 1 600 mm (Aguirre 2006).
La propia configuración del territorio, de forma alargada y estrecha, conjuntamente con la disposición y estructura del relieve, determinan la existencia de un parteaguas central a lo largo de toda la isla principal, en la dirección de su eje longitudinal, el cual define dos vertientes principales: la vertiente septentrional y la vertiente meridional (Cenhica, 2001).
Como consecuencia de esta característica particular del territorio, casi la totalidad de los ríos cubanos corren en la dirección perpendicular al parte-aguas central, siendo corrientes de curso corto y marcadas pendientes y con un régimen de caudales variable en dependencia del comportamiento anual de las precipitaciones (INSMET, 2011).
La longitud de los ríos y el área de las cuencas, en el 85 % de los casos, son inferiores a 40 km y 200 km2, respectivamente. Dos cuencas, 0.32 % del total, tienen entre 2001 y 2500 km2 y una cuenca, el 0.16 % del total, más de 2500 km2. Solo catorce superan los 1000 km2. Al norte, en el Golfo de México y el Océano Atlántico desaguan 236 cuencas, mientras que 327 cuencas lo hacen al sur, en el Mar Caribe. El Cauto, ubicado en la región oriental, es la mayor de las cuencas de Cuba (orientación este–oeste), y abarca un área aproximada de 9500 km2 (García, 2008).
De acuerdo con fuentes publicadas de Voluntad Hidráulica (VH, 2002), los recursos hidráulicos potenciales (RHP) del Archipiélago Cubano se evalúan en un total de 38.1 km³, de ellos: 6.4 subterráneos en 165 unidades hidrogeológicas y 31.7 superficiales en 398 cuencas hidrográficas.
Los recursos hidráulicos aprovechables (RHA) se evalúan en alrededor de 24 mil millones de metros cúbicos anuales, correspondiendo el 75% a las aguas superficiales y el 25% a las subterráneas. Este volumen determina como límite superior, un Índice Clásico de Disponibilidad (ICD), de 2130 metros cúbicos por habitante por año, para todos los usos en el año 2010 (García ,2008).
Es muy frecuente encontrar en la literatura internacional este indicador referido a los recursos potenciales de agua disponible, más que en términos de infraestructura hidráulica creada (WCSD, 2005), lo que determina que países con coberturas mínimas de infraestructura hidráulica, aparezcan con indicadores cuantitativos superiores a 5 mil y 10 mil m3/habitante/año.
Los recursos hidráulicos disponibles (RHD) ascienden a 13 667.65 millones de metros cúbicos. El desarrollo de la infraestructura hidráulica permite poner a la disposición de las demandas económicas, sociales y ambientales, el 57% de los recursos aprovechables.
El proceso de planificación y control del uso del agua se realiza en la actualidad en los Complejos Hidráulicos. Estos constituyen la estructura de base del sistema del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos con 31 entidades Territoriales (INRH, 2002).
El Complejo Hidráulico lo conforman el conjunto de cuencas superficiales y subterráneas así como las obras hidráulicas de captación, conducción, protección contra inundaciones, recarga del manto freático y las redes de observación del ciclo hidrológico y de la calidad del agua dentro de una unidad territorial. Para su funcionamiento integral, estos se subdividen en zonas de explotación que pueden abarcar uno o más municipios, contando en cada uno con un representante que es el vínculo entre las unidades municipales y la sociedad con la actividad hidráulica (INRH, 2002).
Un paso superior en la organización de la gestión del agua está en proceso de análisis, el que consistirá en la creación de empresas autofinanciadas que conformen sus límites geográficos acorde con los límites de las cuencas hidrográficas, lo cual permitirá, por una parte responder más adecuadamente a las exigencias de conservación ambiental acorde con la política del Ministerio de Ciencias, Tecnología y Medio Ambiente y, por otra, un sistema de monitoreo, planificación y uso del agua, más acorde con el entorno geográfico en que ella se genera (INRH, 2002).
Con el fin de estimular y promover el uso eficiente del agua, el Decreto Ley número 138 de las Aguas Terrestres, de 1993, estableció las obligaciones y regulaciones para el pago por  derecho de uso del agua, con cualquier fin. Antes de esta ley, sólo se cobraba el agua de uso doméstico.

1.3.1. Problemas de manejo del recurso hídrico en Cuba

El actual deterioro de las 642 cuencas del país se refleja en la cantidad y la calidad del agua (INRH, 2011). A pesar de que el agua es el líquido vital del ser humano, aún prevalece el criterio erróneo de que cualquier desecho sólido o líquido se descarga a un cauce y que el bosque hay que eliminarlo para dar cabida a otros usos de la tierra “más rentables” o bien utilizarlo debido a la presión de la demanda poblacional (Shilklomanov, 2007).
La problemática asociada al recurso hídrico se centra en lo siguiente: Deterioro de la calidad del agua; deficiencias en la cobertura de servicios de agua potable; conflictos de usos del agua; insuficiente sistema de vigilancia que garantice el cumplimiento de las regulaciones existentes en el territorio, referidas al uso de los recursos naturales: agua, suelo y bosques (INRH, 2011).
Según Herrero (2007) las relaciones cualitativas del agua con el estado de conservación, manejo y uso de los suelos, así como con el tipo y la extensión de la cobertura boscosa existente en la cuenca, siempre ha sido un factor reconocido en el grado de su deterioro provocado por la pérdida de la cobertura forestal de las cuencas del país, ha ocasionado que la disponibilidad del recurso hídrico haya cambiado, lo cual se evidencia tanto en la disminución de los caudales como en su distribución, incrementando los riesgos y amenazas de fenómenos hidrológicos.