EL PAPEL DE LAS PRÁCTICAS ACA-DÉMICAS EXTERNAS EN LA FORMACIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE ECONOMÍA

EL PAPEL DE LAS PRÁCTICAS ACA-DÉMICAS EXTERNAS EN LA FORMACIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE ECONOMÍA

Rafael Moratilla López (CV)
Universidad de Castilla–La Mancha

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La evaluación de las prácticas externas

«El aprendizaje y la evaluación deben tomar en consideración el desarrollo del propio estudiante, es decir, sus expectativas, su nivel inicial, sus estilos de aprendizaje, sus ritmos e intereses…, sus necesidades y proyección futura. Desde esta perspectiva, el reto de la evaluación es cómo debe plantearse para ser congruente con las teorías que se propugnan para un aprendizaje significativo y respetuoso con las peculiaridades individuales y culturales del alumnado y sus necesidades»1 .

En el EEES, además de los cambios relativos a la organización de las materias a impartir en los distintos estudios universitarios, se produce un cambio de paradigma educativo. El eje central del proceso educativo es ahora el aprendizaje autónomo de los estudiantes. Se parte de la premisa de que se «logra un aprendizaje eficaz cuando son los propios alumnos los que asumen la responsabilidad en la organización y desarrollo de su trabajo académico»2 .

Hay que garantizar que el estudiante vaya preparado para poner en juego todos sus conocimientos y cualidades, pero también para saber adaptarse a un colectivo de trabajo que tiene una historia y unas características propias en el que se integra como “aprendiz”. Las “Prácticas Externas” constituyen la asignatura en la que tiene que aplicar lo que ha aprendido hasta el momento a un entorno y a unos problemas específicos, pero siendo consciente, ante todo, que se trata de completar su formación. No va a enseñar sino a aprender. Tampoco va a dirigir o imponer sus criterios sino a colaborar con los objetivos y tareas del lugar de trabajo al que ha sido asignado aportando todo lo que pueda.

Las “Prácticas Externas” revisten en este sentido una importancia fundamental en la formación del alumno. Se pone a prueba a sí mismo y a la institución universitaria que lo ha formado, y supone un reto para la entidad que lo acoge. Sólo un buen diseño que defina claramente los objetivos y funciones, y que considere a las distintas personas y organismos implicados puede hace que la asignatura cumpla su cometido.
A pesar de que con la implantación del EEES las “Prácticas Externas” constituyen una materia obligatoria, común a todos, o a la mayoría, de los Planes de Estudio, son todavía escasos los trabajos de investigación dedicados a analizar sus funciones, contenidos y resultados. Con este trabajo se pretende abrir camino en dicho análisis, partiendo de la experiencia acumulada durante más de una década por la Oficina de Prácticas de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Castilla–La Mancha.

Para ello se cuenta con los datos de los alumnos de las titulaciones de Ciencias Económicas y de Administración y Dirección de Empresa (ADE) que finalizaron sus estudios desde el curso 1993–1994 al 2002–2003. Con esta población general, conformada por 1.701 individuos, y a partir de las variables básicas que configuran sus características, se ha diseñado una muestra representativa. Dicha muestra es la utilizada para analizar el papel que “Prácticas Externas” ha desempeñado en la inserción laboral de los egresados en el citado periodo.

En las “Prácticas Externas” hay que evaluar las competencias adquiridas por los estudiantes fuera de las aulas universitarias, en entornos reales bajo la tutela de profesionales y donde la asunción de responsabilidades por el alumno adquiere un especial relieve. Para ello hay que contemplar tres aspectos: el conocimiento, las habilidades y la actitud. La evaluación ha de responder a un esquema donde todos ellos tengan la misma consideración, y por ende, un valor equivalente. En otras palabras, la evaluación debe responder al Teorema de Morley3 (figura 1.9) según el cual el resultado de la unión de las líneas que dividen cada uno de los ángulos de un triángulo en tres partes iguales siempre es un triangulo equilátero. Para nosotros dicho triangulo equilátero representa a la valoración de las actividades docentes realizadas por los agentes implicados (tutor de la empresa, profesor universitario y personal de administración de la universidad) en la que se concede idéntica importancia al conocimiento, habilidades y actitudes. Es necesario, por tanto, incluir en el diseño tal consideración para que sea contemplada por cada agente implicado.
Para evaluar las competencias que adquiridas mediante el criterio de equidad mencionado hay que considerar la relación entre conocimiento y comportamiento. La Pirámide de Miller4 (Figura 1.10), citada en numerosas referencias de evaluación y supervisión en educación médica, establece que el “hacer” está basado en el “saber”. No se puede hacer sin saber lo que se hace. Pero este camino del saber al hacer y viceversa no es automático. Hay una serie de hitos determinantes para que los alumnos adquieran las competencias deseadas. La calidad profesional de los futuros egresados estará relacionada tanto con las competencias adquiridas, como con la capacidad de utilizar los conocimientos y otras habilidades relacionadas con la profesión de economista.
Hay que preguntarse: ¿qué sé?, ¿qué conocimiento tengo respecto a la capacidad de resolución de problemas?, ¿cuáles son mis limitaciones?, ¿cómo organizo las tareas que debo realizar?, ¿qué estado interno me anima a actuar o ¿qué normas rigen mi conducta? Este camino del saber al hacer se realiza en entornos donde «el aprendiz trabaja intensamente con un experto para llevar a cabo tareas complejas, y de este modo realizar actividades que nunca podría llevar a cabo independientemente. El experto proporciona una guía y una estructura considerable a lo largo de todo el proceso, renovando progresivamente el andamiaje y proporcionando al aprendiz cada vez más responsabilidades conforme aumenta su competencia» 5.

También debemos cuestionarnos: ¿qué hago?, ¿qué emociones me embargan?, ¿cuál es mi autonomía?, ¿qué capacidad tengo de comunicación?, ¿qué importancia otorgo a reflexionar?, o ¿cómo cumplo con las normas profesionales? Este camino del hacer hacia el saber proporciona experiencia sobre qué procedimientos deben seguirse, y permite resolver en próximas actuaciones de forma más eficiente tareas similares. Es un camino que proporciona el andamiaje necesario para comprender el significado de las tareas realizadas, al igual que «los adultos ayudan a los niños a captar el significado de los objetos y los hechos que les rodean, en parte compartiendo palabras determinadas, conceptos y otras herramientas cognitivas que usan en su cultura para representar y pensar sobre el mundo […] Tal ayuda que los teóricos contemporáneos llaman andamiaje, puede tomar diversas formas»6 .

En las “Prácticas Externas” hay que valorar la adquisición de competencias de los estudiantes. No se trata de valorar el saber, los conocimientos que ha adquirido, ni tampoco el hacer, las tareas que ha resuelto en la Entidad en la que ha desarrollado su actividad formativa. Lo que valoramos es el recorrido realizado por el estudiante entre el saber y el hacer. Este camino constituye el proceso de enseñanza–aprendizaje, el currículo de la asignatura que debe estar sometido a estrictos controles de calidad.

En este proceso los profesores universitarios participantes como tutores, o como organizadores «son uno de los factores más importantes del proceso educativo. Por ello, su calidad profesional, desempeño laboral, compromiso con los resultados, etc., son algunas de las preocupaciones centrales del debate educativo que se orienta a la exploración de algunas claves para lograr que la educación responda a las demandas de la sociedad actual en armonía con las expectativas de las comunidades, las familias y los estudiantes» 7.

Además, el propio diseño de la asignatura “Prácticas Externas” es un valor intangible que es necesario contrastar a lo largo del tiempo. La dificultad de la valoración de este activo se debe relacionar con la utilidad que tiene. Hay que conocer si la actividad educativa responde a su diseño, y si resulta útil la trasmisión del conocimiento profesional a los estudiantes. El coste de realizar este tipo de evaluaciones aconseja llevarlas a cabo en periodos distanciados, o cuando se produzcan modificaciones que afecten a la propia estructura del diseño.

Valorar las “Prácticas Externas” como materia formativa es un proceso costoso. Entre otros aspectos hay que diseñar encuestas que permitan comprobar el diseño de la asignatura, determinar la dimensión de una muestra representativa, encuestar bajo criterios homogéneos que den confianza a las respuestas, y contrastar mediante técnicas estadísticas los datos obtenidos. Para realizar esta tarea de investigación y, por tanto, poder valorar el propio diseño de la asignatura, hay que tener en cuenta la proporción que representa el coste de realizar la investigación con su valor educativo.

La utilidad que representa llevar a cabo este trabajo de valoración podemos realizarlo con la ecuación8 : . Donde «U» representa la utilidad del diseño de la asignatura, «F» la fiabilidad estadística, «V» el valor estimado de las “Prácticas Externas” y «C» el coste estimado de realizar el propio trabajo.

La fiabilidad estadística la definimos como la distribución a lo largo del tiempo hasta que se produce un fallo. En nuestro caso fallo es el suceso en el que un estudiante que ha participado en la asignatura no ha recibido aprendizaje, o donde el aprendizaje no ha incrementado su andamiaje. El tiempo de fallo es aleatorio, podemos estudiar la distribución de probabilidad de un estudiante escogido al azar que no haya incrementado alguna de sus competencias. La fiabilidad tendrá un valor entre 0 y 1, como cualquier medida de probabilidad estadística. En nuestro caso será menor cuanto más cerca este de cero y mayor cuanto más se aproxime a la unidad.

Cuando «U» sea menor a la unidad, el valor de la asignatura es menor al Coste de realizar el trabajo contrastar. En ese caso es aconsejable realizar el esfuerzo señalado para modificar los procedimientos de gestión, revisar los criterios de calidad y poder aumentar la fiabilidad y modificar  el valor de “Prácticas Externas”. La estimación del valor de “Prácticas Externas” lo realicemos no por el valor añadido que genera, pues no es posible, sino por el coste salarial de las personas que participan, por los consumos intermedios que se utilizan y por el coste de uso del capital fijo del que se disponga.

1 Bordas, M.I. y Cabrera, F.A. (2001): Estrategias de Evaluación de los aprendizajes centrados en el proceso. Revista Española de Pedagogía, LIX, (enero–abril), pp.: 25-48.

2 Miguel Días, M. de (2005): Cambios de paradigma metodológico en la Educación Superior Exigencias que conlleva. Cuadernos de Integración Europea vol. 2. (Septiembre), p. 24.

3 Pickover, C.A. (2009): El Libro de las Matemáticas. Barcelona. Editorial Librero, pp. 296–297.

4 Guadalajara Boo, J.F., Duarte Montiel, I., Ortigosa, J.L. y Sánchez Mendiola, M. (2006): Evaluación y Supervisión Médica. Presentado en el Seminario El Ejercicio Actual de la Medicina. Universidad Nacional Autónoma de México. En http://www.facmed.unam.mx/eventos/seam2k1/2006/sep_02_ponencia.html (consulta 5 septiembre 2011).

5 Ormrod, Jeane Ellis (2008): Op. cit., pp. 455-456.

6 Ibídem, p 193.

7 Murillo Torrecilla, F.J. (2006): Modelos innovadores en la Formación Inicial Docente, una propuesta para el cambio. Chile. UNESCO, pp. 11.

8 Ecuación basada en Brailovsky, Carlos A (2001) http://www.fmv-uba.org.ar/posgrado/proaps/9.pdf.