EL PAPEL DE LAS PRÁCTICAS ACA-DÉMICAS EXTERNAS EN LA FORMACIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE ECONOMÍA

EL PAPEL DE LAS PRÁCTICAS ACA-DÉMICAS EXTERNAS EN LA FORMACIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE ECONOMÍA

Rafael Moratilla López (CV)
Universidad de Castilla–La Mancha

Volver al índice

Desarrollo de las prácticas y su impacto en la inserción laboral del joven

Este bloque de preguntas se corresponde con el colectivo de egresados que manifestaron haber realizado prácticas en empresa durante sus estudios. Contempla tanto características de la práctica más reciente en el tiempo como la valoración de la misma, y han sido analizadas para varones y mujeres, licenciados de ADE y de Economía, según tipo de empresa o institución en la que se realizaron las prácticas, según tamaño de empresa en las que se realizaron, y según la provincia donde fue realizada la práctica más reciente en el tiempo. Estos resultados aportan información que sin duda contribuirá al mejor conocimiento de las actividades de la Oficina de Prácticas, y a la implantación de planes de mejora en los aspectos donde la valoración de los alumnos no sea del todo satisfactoria.

Lo primero que se observa es el sector de actividad de la empresa o institución donde se desarrolló la práctica (gráficos 4.44 y 4.45). El 70 por ciento de los egresados que han respondido al bloque de prácticas realizadas realizó su práctica más reciente en entidades de crédito. El resto se divide en asesorías (4 por ciento), ayuntamientos (2 por ciento), instituciones sanitarias (3 por ciento), empresas agroalimentarias (4 por ciento) y “otros tipos de empresas” (15.5 por ciento). Las mujeres y los estudiantes de Economía tienden a participar más en entidades bancarias que los varones y los estudiantes de ADE.
Respecto al tamaño de los establecimientos donde se llevan a cabo las prácticas (Cuadro 4.13), el 81 por ciento de los centros de trabajo donde los entrevistados realizaron su práctica tienen menos de 50 trabajadores. Las mujeres y los licenciados de ADE tienden a hacer sus prácticas con mayor frecuencia en estos establecimientos que los varones y los licenciados de Economía (85 frente al 75 por ciento y 86 frente al 78 por ciento). Es muy escasa la presencia de estudiantes en prácticas en establecimientos de más de 250 trabajadores (apenas un 7 por cien).
Los gráficos que analizan la distribución geográfica de los centros de trabajo (gráficos 4.46 y 4.47) muestran que, como era de esperar, la mayor parte de las prácticas (78.4 por ciento de los entrevistados) se desarrollaron en la provincia de Albacete. En Ciudad Real realizaron su práctica más reciente el 9 por ciento de los entrevistados, y en Cuenca el 6 por ciento. Resulta interesante ver que los estudiantes de Economía son los más dispersos por el territorio de Castilla – La Mancha a la hora de realizar prácticas. Esto responde al hecho de que la Universidad de Castilla – La Mancha dispone de centros donde se ofrecen estudios de ADE y diplomaturas en Empresariales en todas las provincias, de forma que nuestros estudiantes de ADE proceden esencialmente de nuestra provincia, mientras que la única facultad de Economía en la región es la de Albacete, con lo que tenemos estudiantes de otras provincias que prefieren realizar sus prácticas más cerca de su residencia familiar.
Un porcentaje significativo de los entrevistados disfrutaron de más de una práctica (Cuadro 4.14): la tercera parte de los jóvenes que realizaron prácticas disfrutaron de dos períodos de prácticas. Esto es un indicador de la satisfacción que genera el sistema de prácticas entre los alumnos, ya que de otro modo no se explica su repetida participación en el programa. Las mujeres fueron las que repitieron la experiencia en mayor medida, así como los estudiantes de Economía.

El 30 por ciento de las prácticas realizadas contó con algún tipo de remuneración (Cuadro 4.15). Los varones disfrutaron en mayor medida de las prácticas remuneradas que las mujeres, y con gran diferencia (38 frente a 25.5 por ciento) los estudiantes de empresa disfrutaron de este tipo de prácticas en mayor medida que los de Economía.
Las diferencias en el grado de remuneración dependen del tipo de empresa o institución que proporciona la práctica: una cuarta parte de los estudiantes que accedieron a prácticas en asesorías y en entidades de crédito, y la mitad de quienes realizaron prácticas en empresas agroalimentarias, disfrutaron de remuneración. En “otras empresas” este tipo de prácticas constituía hasta el 60 por ciento del total. Sin embargo, ni las sanitarias ni los ayuntamientos remuneraron en ningún caso (al menos entre los entrevistados) sus prácticas. La remuneración era más habitual en empresas de tamaño medio (50 a 250 trabajadores) que en las grandes y las pequeñas, y más frecuente en las prácticas desarrolladas en la provincia de Albacete y en la de Cuenca que en las demás.

La duración de las prácticas fue en la mayoría de los casos (73 por ciento) de tres meses (Cuadro 4.16). Hay también un porcentaje no desdeñable de casos (11 por ciento) que disfrutó de prácticas de 6 meses. Este tipo de prácticas largas es mucho más frecuente entre los varones que entre las mujeres, quienes optan primordialmente por las prácticas de 3 meses. También es mayor la presencia de prácticas prolongadas en los estudiantes de Economía que en los de ADE.

La duración de la práctica es claramente función del tipo de empresa o institución que ofrece prácticas: el 80 por ciento de los estudiantes que realizaron las prácticas en entidades bancarias lo hicieron durante tres meses. Lo mismo se puede decir del 100 por ciento de quienes las realizaron en ayuntamientos. Sin embargo, sólo la mitad de los que trabajaron en “otras empresas” disfrutaron de prácticas de esa duración. Las prácticas de 6 meses de duración son poco habituales en las entidades de crédito, pero no así en las asesorías y las empresas agroalimentarias (la mitad de estas prácticas son de larga duración).
El número de horas de trabajo a la semana que el estudiante en prácticas comunica oscila en torno a las 35, y no hay variaciones entre sexos o licenciatura (Cuadro 4.17). Donde sí se advierte variabilidad es en la institución que ofrece la práctica: los estudiantes que realizaron prácticas en ayuntamientos informaron de jornadas semanales significativamente más cortas que en las empresas privadas. La duración de la jornada semanal crece con el tamaño del establecimiento: los estudiantes que se formaron en empresas de menos de 50 trabajadores manifiestan haber trabajado 30 horas semanales frente a las 40 de quienes trabajaban en establecimientos de más de 250 trabajadores.
¿Se corresponde este horario con la jornada habitual de la empresa? Así ocurre en el 72 por ciento de los casos (Cuadro 4.18), si bien casi la cuarta parte de los jóvenes manifiestan que el horario de las prácticas era flexible en función de sus intereses. Menos del 5 por ciento de los jóvenes que participaron en este sistema reconocen que no tenían ningún horario establecido. La flexibilidad horaria resultó ser un poco más pronunciada entre las mujeres (26 por ciento) y los estudiantes de Economía (25.5 por ciento) que entre los varones (19.4 por ciento) y los de ADE (21.4 por ciento). Esta flexibilidad horaria era mayor en ayuntamientos y entidades sanitarias que en empresas, y mínima en las entidades financieras. Consecuentemente son los establecimientos grandes donde los estudiantes disfrutaron de más flexibilidad horaria.
En cuanto al desempeño de las prácticas, en primer lugar se ha recabado información acerca de la existencia de un plan de trabajo inicial. Sólo el 15 por ciento de los estudiantes reconoce que al inicio de sus prácticas había un plan de trabajo en la empresa. En total, casi el 18 por ciento de los estudiantes reconocen la existencia de un plan de trabajo, ya sea previo a su llegada o elaborado con el tutor de la empresa al inicio de las prácticas. Las prácticas donde había un plan de trabajo inicial fueron ocupadas en mayor medida por varones (25 por ciento) que por mujeres (10 por ciento), y por titulados de Economía (20 por ciento) que por titulados de ADE (9.5 por ciento). Los resultados detallados aparecen en el Cuadro 4.19.
El plan de trabajo inicial es una característica más frecuente en entidades sanitarias y ayuntamientos que en asesorías y empresas agroalimentarias, pero es especialmente poco frecuente en las entidades de crédito. Consecuentemente, es en los grandes centros de trabajo donde más se establecen planes iniciales de trabajo para los estudiantes que realizan prácticas.
Otro elemento que marca la calidad de las prácticas es la relación entre el alumno y el tutor, fundamental para garantizar un buen proceso de aprendizaje. En las prácticas, la totalidad de los estudiantes declara que le fue asignado un tutor, que en el 90 por ciento de los casos era accesible fácilmente (Cuadro 4.20), en el 74 por ciento de los casos se preocupó por enseñar al estudiante en prácticas, y en el 87 por ciento de los casos facilitó los medios necesarios para el trabajo. Parece que la percepción del tutor como educador es algo menor en las mujeres que en los hombres, y en los egresados de Economía que en los de ADE. En el resto de características del mismo, hay una notable homogeneidad. La valoración que reciben los tutores es mejor en entidades financieras, en ayuntamientos y otras empresas, que en asesorías, y también es mejor en centros de trabajo de tamaño medio que en los grandes y los pequeños.
Junto con el tutor, otra pieza clave de las prácticas son los compañeros de trabajo. Los entrevistados valoraron distintos aspectos de la relación con sus compañeros a partir de variables organizadas en escala Likert de 1 a 10. Como puede desprenderse de los datos del Cuadro 4.21, en general son bastante bien valorados (reciben un notable en media) en tres aspectos: se preocupaban por enseñar al estudiante en prácticas, mantenían buenas relaciones laborales, y le resolvían las dudas y problemas que surgían. No hay, en este sentido, diferencias significativas ni por sexo ni por titulación.
En las asesorías los estudiantes manifiestan, en media, una menor preocupación de los compañeros por su proceso formativo, y no tan buenas relaciones laborales como en el resto de empresas. Las empresas agroalimentarias son la que reciben una mejor valoración en términos de relaciones entre el estudiante en prácticas y los demás trabajadores del centro. Las relaciones con los trabajadores son mejores en los centros de trabajo de tamaño medio (50-250 trabajadores) que en los demás.

En cuanto a las tareas que realizaron los estudiantes durante su periodo de prácticas (Cuadro 4.22), el estudiante en prácticas responde a distintas cuestiones sobre diversos tipos de actividad que no son mutuamente excluyentes, pues una misma práctica puede combinar, entre otras posibilidades, tareas comerciales y administrativas. Observamos que la gran mayoría de los egresados (86.5 por ciento), manifiesta haber desempeñado tareas administrativas, y en una proporción muy considerable (79.2 por ciento), realizaron tareas de atención al cliente. Tan sólo en casi la mitad de los casos, reconocen haber realizado tareas “técnicas”, y en algo más del 20 por ciento tareas de investigación. Además, casi uno de cada tres recibió algún curso de formación con cargo a la empresa.

El Cuadro 4.22 muestra el porcentaje de jóvenes que llevó a cabo cada una de estas tareas por sexo, titulación y tipo de empresa. Las mujeres y los estudiantes de ADE, comunican en mayor medida que los varones y los estudiantes de Economía, el desempeño de tareas administrativas. También las mujeres realizaron más labores de atención al cliente, más investigación y más tareas técnicas, pero recibieron en menor medida cursos de formación financiados por la empresa. Los estudiantes de ADE manifiestan haber realizado en mayor medida que los de Economía tareas de atención al cliente y de investigación. No hay diferencias entre titulaciones en el acceso a tareas técnicas ni en el acceso a cursos de formación.
Las tareas cambian mucho entre distintos tipos de empresa: las instituciones de crédito son las que registran con mayor frecuencia tareas administrativas y de atención al cliente. En ayuntamientos e instituciones sanitarias es donde más tareas de investigación se registran. Además, las asesorías, ayuntamientos y empresas agroalimentarias registran más tareas técnicas que las entidades de crédito y las sanitarias. En los grandes centros de trabajo es donde los estudiantes se enfrentaron en menor medida a la atención al cliente, en los centros medianos, donde más pudieron realizar tareas de investigación, y en los grandes, con más frecuencia, se desarrollaban tareas técnicas.

Se han realizado una serie de preguntas con las que se pretende que el alumno evalúe distintos aspectos del procedimiento de las prácticas en nuestra Facultad. En primer lugar, se les ha preguntado si conocían la legislación que regula las prácticas antes de realizarlas. Tan sólo el 30 por ciento de los entrevistados manifiesta conocer esta legislación (Cuadro 4.23). Por otro lado, una cuarta parte de los estudiantes afirma no conocer el procedimiento de selección que se emplea para designar a los alumnos que van a realizar prácticas. De aquellos que sí afirman conocer este procedimiento, la gran mayoría están de acuerdo con él, pero un 20 por ciento discrepa del método utilizado. Las mujeres discrepan mucho más con el método de selección empleado, y están bastante menos informadas sobre la legislación relativa a las prácticas que los varones.

Los estudiantes que hicieron prácticas en entidades de crédito (el colectivo más numeroso) son los que menos información tienen acerca de la legislación de las prácticas; en las empresas agroalimentarias trabajan los mejor informados en este aspecto. Los que trabajaban en entidades sanitarias son los menos satisfechos con el procedimiento de selección empleado en la Oficina de Prácticas.
El siguiente bloque de preguntas recoge la valoración subjetiva del grado de éxito del alumno en cuanto a la adquisición de distintas habilidades que las prácticas pretenden potenciar. Los aspectos más valorados de las prácticas son aprender a relacionarse con clientes y proveedores (6.9) trabajar en equipo (6.4), seguido de la adquisición de nuevas habilidades a través de la observación de los compañeros de trabajo (6.1) y la obtención de experiencia profesional, que sitúa al entrevistado en ventaja frente a otros candidatos a puestos de trabajo similares (6). Los aspectos menos valorados fueron el haber realizado contactos decisivos con personas relacionadas con la empresa (3.9) y la aplicación de los conocimientos adquiridos en la Universidad (4.1). El Cuadro 4.24 registra los valores medios de todas estas valoraciones (que oscilaban de 1 a 10) por sexo, titulación y características de la empresa.

Los estudiantes de Economía valoran menos la aplicación de sus conocimientos que los de ADE, pero en cambio valoran más que estos haber aprendido a buscar información. Del mismo modo, las mujeres valoran más que los varones haber aprendido tareas de sus compañeros de trabajo, y menos el haber realizado contactos con personas relacionadas con la empresa que luego fueron decisivos para el trabajo.
La valoración de distintos aspectos oscila bastante según el tipo de empresa o institución (Cuadro 4.25). Por lo que respecta a los valores extremos, en el ámbito más positivo, los jóvenes valoran más en los ayuntamientos que en cualquier otro centro el haber podido aplicar los conocimientos adquiridos en la Universidad, así como haberse orientado a objetivos reales. En las instituciones sanitarias, los estudiantes aprenden más a gestionar su tiempo, y en las empresas agroalimentarias y las entidades de crédito, es donde valoran más la relación con proveedores y clientes. También en las empresas agroalimentarias es donde más se valora la toma de decisiones en un contexto de incertidumbre, así como el trabajo en equipo (seguido de las instituciones sanitarias y entidades de crédito). En las instituciones sanitarias se valora más que en las demás la ampliación de los conocimientos de informática y el haber aprendido a buscar información (esto último en consonancia con lo que ocurre en las empresas agroalimentarias). Es en las empresas agroalimentarias donde más se valora el haber adquirido una experiencia laboral que sitúa al estudiante en ventaja frente a otros candidatos que busquen su primer empleo, así como el haber obtenido una visión privilegiada de la situación del mercado laboral, el haber realizado contactos con personas relacionadas con la empresa que fueron decisivos en la propia trayectoria laboral y en la adquisición de nuevas habilidades mediante la observación de los compañeros de la empresa.
Si tomamos ahora los valores mínimos en las valoraciones, vemos que en las instituciones sanitarias los alumnos valoran menos que en ningún otro tipo de empresa el haber aplicado los conocimientos adquiridos en la Universidad y el haberse orientado a objetivos reales, así como a relacionarse con clientes y proveedores. En las asesorías es donde los egresados valoran menos el haber aprendido a administrar correctamente el tiempo. En los ayuntamientos, la valoración de haber tomado decisiones en un contexto de incertidumbre presenta valores mínimos, al igual que trabajar en equipo, ampliar los conocimientos de informática y aprender a buscar información. También es en los ayuntamientos donde reciben peor valoración los siguientes aspectos: obtener experiencia profesional que le sitúa en ventaja frente a otros candidatos que busquen un primer empleo, obtener una visión privilegiada de la situación en el mercado de trabajo, y adquirir nuevas habilidades observando a los compañeros de trabajo. Por último, destaca (si bien responde en buena lógica a la especificidad de la actividad allí realizada) la escasa valoración que recibe en las instituciones sanitarias el realizar contactos con personas relacionadas con la empresa que fueran decisivas para la posterior trayectoria laboral.
Por tamaño del centro de trabajo (Cuadro 4.26), se advierte que las prácticas en pequeños centros de trabajo suelen venir acompañadas de peores resultados en aplicación de los conocimientos adquiridos en la Universidad, la administración del tiempo, la toma de decisiones en un contexto de incertidumbre, la ampliación de conocimientos de informática y el aprendizaje sobre cómo buscar información. A cambio, en las pequeñas empresas los estudiantes tienen más oportunidades de relacionarse con clientes y proveedores. Quienes realizaron sus prácticas en grandes centros de trabajo, por el contrario, son los que aprendieron en mayor medida a administrar correctamente su tiempo, a tomar decisiones en un contexto de incertidumbre, a trabajar en equipo, ampliar sus conocimientos de informática y buscar información. Además valoran en mayor medida el haber obtenido experiencia profesional que les sitúa en ventaja frente a otros candidatos que buscan su primer empleo, la obtención de una visión privilegiada de la situación del mercado de trabajo, el realizar contactos con personas relacionadas con la empresa que resultaron ser decisivos en su trayectoria personal y adquirieron nuevas habilidades observando a sus compañeros de trabajo.
La experiencia en las prácticas permite que cada alumno perciba de forma diferente el papel que juega su trabajo en el entramado de la empresa o institución que lo ha acogido. Sin duda, en el momento en que termina estas prácticas es capaz de ofrecernos una idea de para qué cree que los empresarios ofrecen este tipo de puestos o, dicho de otro modo, por qué demandan estudiantes en prácticas. A continuación se analiza la forma en que los estudiantes perciben la oferta de plazas por parte de las empresas e instituciones.
Como puede advertirse en el Cuadro 4.27, la gran mayoría (más del 90 por ciento) de los que realizaron prácticas, opina que las prácticas permiten a las empresas obtener mano de obra barata y cualificada. Además, tres de cada cuatro piensa que ofrecer puestos en prácticas es una forma de adaptar la plantilla en tiempos de necesidad, y en una proporción muy semejante piensan que las prácticas constituyen una vía para seleccionar personal para la empresa. En general, las mujeres y los licenciados de Economía están más de acuerdo con esta última afirmación que los varones y los licenciados de ADE. Además, los licenciados de ADE tienden a ver con mayor claridad el papel de las prácticas como una forma de adaptar la plantilla de la empresa en momentos de necesidad que sus compañeros de Economía.
Más interesante resulta esta distinción por tipos de empresa: los que participaron en prácticas en ayuntamientos no encuentran que las prácticas sean ni una vía para seleccionar personal ni para adaptar la plantilla en tiempos de necesidad. Tampoco están tan de acuerdo con estas valoraciones los que han pasado por instituciones sanitarias. En lo que más coinciden es en la visión de las prácticas como formas baratas de lograr mano de obra cualificada. Los que han trabajado en centros de trabajo grandes, además, tienden a ver en mayor medida a las prácticas como una forma de disponer de mano de obra barata y de adaptar la plantilla, y en menor medida como una forma de seleccionar personal, lo que, a pesar de las excelentes opiniones que les merecen muchos aspectos de la práctica, no es precisamente un buen indicador de la política que siguen las grandes empresas e instituciones con las prácticas de empresa.

Para finalizar, quizá el elemento clave de las prácticas no radica sólo en la calidad de la experiencia en sí misma sino, atendiendo al objetivo central de nuestro trabajo, qué utilidad y relación guardaron las prácticas con el inicio de la vida laboral del egresado. Estos aspectos son cubiertos en dos tipos de preguntas: la primera hace referencia a cuál fue la relación que mantuvo el trabajador con la empresa en la que realizó prácticas al finalizar éstas. La segunda recoge la valoración de los aspectos de las prácticas que más pudieron influir en el primer empleo del entrevistado.

En cuanto a la relación que mantuvieron los estudiantes con las empresas e instituciones que los habían acogido (Cuadro 4.28), tan sólo el 15 por ciento de los egresados siguió vinculado a la empresa laboralmente, una tercera parte no mantuvo ningún vínculo, y aproximadamente la mitad mantuvo relaciones de amistad. De aquellos que no se vincularon laboralmente a la empresa, tan sólo el 13 por ciento empezó inmediatamente a trabajar en otra empresa. Estos resultados podrían deberse a que en la mayoría de los casos los individuos que realizan prácticas no las culminan en el momento preciso de finalización de los estudios, sino antes de que esto suceda, con lo que no se integran inmediatamente en el mercado, sino que esperan a finalizar su titulación. Esto es, con toda seguridad, lo que ocurre con las prácticas de verano que no se realizan en el último año de carrera, que constituyen un grupo importante dentro de las prácticas.
En cuanto a las diferencias que observamos en términos de vinculación posterior a la empresa, encontramos que los varones tienen bastante más probabilidad de mantenerse vinculados a las empresas donde realizan prácticas que las mujeres (22 por ciento frente al 10 por ciento), y los egresados de ADE mayor probabilidad que los de Economía (17 por ciento frente a 13 por ciento). La diferencia desfavorable de las mujeres se corrige parcialmente si pensamos que, en un porcentaje mayor que los varones, se insertan inmediatamente en otra empresa a la finalización de las prácticas (14.5 por ciento frente a 10 por ciento). En este aspecto, no hay diferencias reseñables por titulaciones.

La vinculación con la empresa oscila mucho entre distintos tipos de empresas: mientras que sólo el 9 por ciento de los que hicieron sus prácticas en entidades financieras consiguieron mantenerse laboralmente vinculados a ellas, la mitad de los que participaron en empresas agroalimentarias y el 40 por ciento de los que se formaron en “otras empresas” lo hicieron. Por otro lado, ningún entrevistado vinculado a asesorías, instituciones sanitarias ni ayuntamientos logró quedarse en estas instituciones. Bien es cierto también que el 13 por ciento de los vinculados a entidades de crédito, la cuarta parte de los que hicieron prácticas en asesorías y la tercera parte de los que se formaron en agroalimentarias, comenzaron a trabajar directamente en otra empresa, mientras que los vinculados a instituciones públicas o bien regresaron a los estudios a tiempo completo, o pasaron por una época de desempleo o inactividad. Y es considerablemente mayor el grado de continuación de la relación laboral en la empresa de aquellos que han trabajado en centros de más de 250 trabajadores que en aquellos que han pasado por empresas de menor tamaño.

Por último, se preguntó a los encuestados por los aspectos de las prácticas que más influyeron en el primer empleo (Cuadro 4.29). Obtenemos que, tomando una escala del 1 al 10, los jóvenes valoran con un 6 la experiencia laboral adquirida y la ampliación de su currículum y de los conocimientos (con un 5.5), pero en los demás aspectos no están tan satisfechos: destaca la relativamente escasa influencia que tuvieron los contactos personales que hicieron en las prácticas, seguidos de las oportunidades de trabajo que surgieron a raíz de la primera práctica y la información que obtuvieron (si bien en estos tres aspectos, a pesar de una baja valoración media, también es cierto que la desviación típica es importante).
Apenas hay diferencias por sexo y titulación en la valoración de la conexión de las prácticas con el primer empleo. Marginalmente se puede afirmar que las mujeres valoran algo más que los varones (aunque siempre por debajo de 5) la información obtenida y las oportunidades de trabajo que les surgieron. Esto último también se puede afirmar, con cautela, de los egresados de Economía respecto a los de Empresariales.

Por tipos de empresa o institución, los que más valoran la experiencia laboral adquirida son los de las empresas agroalimentarias, mientras que en el extremo opuesto se sitúan los de las instituciones sanitarias (Cuadro 4.30). La ampliación de los conocimientos es más valorada en “otras empresas” que en las demás, y menos valorada por aquellos que han trabajado en entidades de crédito. La ampliación del currículo y la información obtenida recibe valoraciones máximas por los que han pasado por instituciones sanitarias, y mínimas por los que han pasado por ayuntamientos. En otros aspectos, destaca la mayor valoración de oportunidades de trabajo que surgieron en los que se formaron en empresas agroalimentarias y en “otras empresas”. No en vano son los que registran una mayor tasa de colocación una vez que terminan en las mismas empresas. Sin embargo, los ayuntamientos y asesorías son las que peor valoración reciben en este último aspecto.
Y por último, veamos los puntos fuertes y débiles de empresas de distinto tamaño (Cuadro 4.31): las grandes (más de 250 trabajadores) reciben valoraciones máximas en oportunidades de trabajo, ampliación de conocimientos, contactos personales e información obtenida.
Resulta interesante y positivo confirmar que las valoraciones de cuestiones tan importantes como la experiencia laboral adquirida y la ampliación del currículo registren escasas diferencias entre empresas de muy distinto tamaño.