EL PAPEL DE LAS PRÁCTICAS ACA-DÉMICAS EXTERNAS EN LA FORMACIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE ECONOMÍA

EL PAPEL DE LAS PRÁCTICAS ACA-DÉMICAS EXTERNAS EN LA FORMACIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE ECONOMÍA

Rafael Moratilla López (CV)
Universidad de Castilla–La Mancha

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Características del primer empleo

En este apartado recogeremos varios indicadores de calidad del primer empleo: situación profesional, ocupación, rama de actividad, necesidad de formación específica, adecuación de los estudios cursados al puesto de trabajo, relación entre los estudios cursados y el primer trabajo y, finalmente, ingresos.
Comenzaremos con la situación profesional, entendida aquí como el tipo de contrato o relación laboral con el primer empleador. El Gráfico 4.26 muestra la distribución de los primeros empleos de egresados sin y con la experiencia de prácticas según el tipo de relación contractual en su primer empleo. Una cuestión muy importante para identificar la calidad del primer empleo es la situación profesional. Rara vez el primer empleo se corresponde con la categoría de profesional independiente o empresario.
Las dos situaciones más frecuentes son las de contratos temporales a tiempo completo (49 por ciento de los casos) y contratos indefinidos también a tiempo completo (34 por ciento de los casos). Es mayor la temporalidad entre aquellos que no realizaron prácticas (54 por ciento), comparado con los que sí las realizaron (47 por ciento). Los que realizaron prácticas encontraron en mayor medida puestos como becarios y como trabajadores en jornada parcial. El porcentaje de alumnos que lograron un contrato indefinido a tiempo completo en su primer empleo es algo mayor para los que hicieron prácticas (36 por ciento) que para los que no las hicieron (30 por ciento). La diferencia no es muy significativa pero queda, tal y como esperábamos, a favor de quienes hicieron prácticas. El hecho de que entre los que hicieron prácticas no haya autoempleados ni empresarios puede tener que ver con la menor incidencia de la propiedad de PYMES en las familias de los estudiantes que hicieron prácticas. Y la mayor incidencia de becas como formas de primer empleo puede responder a una conversión del status de alumnos que permanecen en las mismas empresas que los formaron, pero una vez que terminan sus estudios en la Facultad, y son licenciados, lo hacen en calidad de becarios.

El siguiente indicador recoge la ocupación de los jóvenes en su primer empleo. La clasificación que se ha seguido distingue entre directivo, profesional o técnico, administrativo, comerciante/vendedor, trabajador manual cualificado y trabajador manual poco cualificado, junto con una categoría residual. Estas tres últimas categorías no registraron ningún caso, por lo que el gráfico que sigue (Gráfico 4.27) sólo muestra los valores para las primeras cuatro.
En cuanto a la estructura porcentual de la característica anterior (ocupación en el primer trabajo), podemos observar que tanto para aquellos alumnos que realizaron prácticas, como para los que no, la categoría más frecuente corresponde a los administrativos (casi el 60 por ciento de los egresados señalan que su primer empleo fue como administrativo), seguidos también para los dos casos de aquellos que desempeñaban funciones de profesional y/o técnico (20 por ciento). Tan sólo un 14 por ciento ocupó puestos de directivos. Aquí encontramos resultados destacables: la proporción de administrativos es considerablemente mayor entre los jóvenes que hicieron prácticas (63 por ciento) que la de aquellos que no las hicieron (49 por ciento). Como una posible explicación de este fenómeno puede ocurrir que los jóvenes que hicieron prácticas continuaron con sus tareas al ser contratados por su formador en su primer empleo. En las prácticas, las tareas administrativas son muy habituales, más que las comerciales. Esto responde a que el alumno necesita bastante familiaridad con la empresa para poder empezar a representarla de cara a clientes y proveedores u otros agentes económicos. Es razonable, pues, que en las prácticas haya más funciones administrativas que ejecutivas y comerciales, lo que podría estar explicando las diferencias observadas entre egresados con y sin esta experiencia.

La siguiente característica del primer empleo que analizaremos será la rama de actividad en la que nuestros egresados trabajaron por primera vez, clasificadas en siete categorías: agricultura, manufacturas, energía, construcción, servicios públicos y privados, además de una categoría residual. El Gráfico 4.28 muestra la distribución de las dos muestras de egresados. Han quedado fuera la energía y “otras ramas” al no haber registrado respuestas con estos valores.
Más de la mitad de los egresados de la facultad tuvieron su primer empleo en una empresa de servicios privados. El resto está bastante repartido entre las manufacturas, los servicios públicos, la construcción y la agricultura. La diferencia más notable entre el colectivo de los que hicieron y los que no hicieron prácticas radica en que los que no las hicieron están más presentes en manufacturas y menos en servicios privados que aquellos que sí tomaron parte en ellas. El hecho de que mayoritariamente las entidades donde los jóvenes realizan prácticas pertenecen a la rama de servicios privados (donde tienen especial importancia las entidades financieras), implica que los jóvenes que hicieron prácticas, al resultar en una proporción no desdeñable vinculados laboralmente a estas empresas que los formaron, estén sobrerrepresentados en el sector “servicios privados”.

Un indicador de la calidad del primer empleo es la especificidad del capital humano necesario para llevarlo a cabo. El cuestionario sobre primer empleo recogía una pregunta sobre la necesidad de formación específica para el primer empleo. El Cuadro 4.9 recoge la escasa diferencia en la necesidad de formación específica para los primeros empleos de jóvenes con y sin prácticas. La mayor parte de los egresados, independientemente de que hubieran realizado prácticas, consideraban que era necesaria esa formación específica, si bien esta proporción era algo mayor para los que hicieron prácticas (71 por ciento) que para quienes no las hicieron (59 por ciento). Destaca, además, el hecho de que, mientras la proporción de quienes necesitan formación específica en sus primeros puestos de trabajo tiene una tendencia descendente a lo largo del tiempo para los que no hicieron prácticas, se mantiene constante para quienes sí las hicieron.

Cuadro 4.9
Porcentaje jóvenes cuyo primer empleo requería formación específica

Antes de 2000

Desde 2000

Total

Sin prácticas

65.38

45.45

59.46

Con prácticas

72.22

70.91

71.43

Fuente: Ibídem

Pero con el anterior indicador no llegamos a determinar qué formación era la necesaria para el puesto. Las dos preguntas siguientes ayudarán a delimitar esta cuestión. La primera se refiere al nivel de estudios necesario para desarrollar el primer empleo. La segunda recoge la relación entre los estudios cursados (Económicas o Empresariales) y ese primer empleo.
Para la distribución de alumnos según el nivel de estudios necesario para su primer empleo (Gráfico 4.29) vemos que, tanto para el caso de aquellos alumnos encuestados con prácticas como para los que no las realizaron, el título universitario de grado superior (licenciatura) es el más adecuado, aunque sólo el 43 por ciento de los egresados declare que para desempeñar su primer puesto de trabajo fuera necesario un título universitario de grado superior o incluso un postgrado. El 27 por ciento señala que para el desempeño de su primer puesto de trabajo no era necesario más que Formación Profesional II, y el 11 por ciento habría necesitado un título universitario de grado medio. En cuanto a la proporción de alumnos cuyos primeros empleos requerían formación universitaria, apenas se advierten diferencias en este indicador de calidad del primer empleo entre los que hicieron prácticas y los que no las hicieron.

El segundo indicador recoge un matiz adicional sobre la calidad del ajuste entre la cualificación del joven y su primer empleo. En lugar de preguntar por el nivel requerido, ahora se preguntó exactamente por la adecuación de los estudios cursados (las titulaciones de Económicas y Empresariales). Las distribuciones correspondientes a esta variable quedan dispuestas en el Gráfico 4.30.
Para ambos colectivos hay un grupo importante (algo más del 43 por ciento de los que no hicieron prácticas y casi el 55 por ciento de los que sí las hicieron), que piensa que otros estudios también les habrían servido para desempeñar las funciones que llevan a cabo en su primer empleo. Esto quiere decir que sus estudios fueron útiles, aunque no eran los únicos útiles. La frecuencia con la que los egresados responden esta opción seguramente está vinculada con la multifuncionalidad de las titulaciones de Económicas y ADE. Seguida de esta opinión, se sitúa aquélla otra que dice que sus estudios fueron los mejores para realizarlo; en ambos casos, este colectivo representa a uno de cada cuatro entrevistados. No resulta difícil valorar a la luz de estas distribuciones cuál de los dos grupos de egresados que analizamos encontró un primer empleo más vinculado a su cualificación. Por un lado, podemos decir que la cualificación resultó tener relación con el trabajo para el 82 por ciento de los jóvenes que realizaron prácticas, frente al 71 por ciento de quienes no la realizaron. Por otro, que el 19 por ciento de quienes no hicieron prácticas encontraban poca o ninguna relación con su primer empleo, frente al 14 por ciento de quienes las realizaron. Por tanto, llegamos a la conclusión de que los jóvenes que pasaron por la Oficina de Prácticas encontraron un primer empleo más vinculado a sus estudios que aquellos que no participaron en ellas.

Para completar el perfil del primer empleo de los egresados se preguntó, en último lugar, por los ingresos mensuales en ese primer empleo (Gráfico 4.31). Para facilitar la respuesta se fijaron tramos salariales amplios. El grado de respuesta a esta pregunta fue tan alto como en las demás, al contrario de lo que suele ocurrir en la mayoría de las encuestas cuando se pregunta por ingresos. Pero, en contrapartida, no podemos ver una distribución muy detallada de ingresos.
Un porcentaje nada despreciable (20 por ciento) recibió salarios inferiores a 600 euros. El grueso estaba en los tramos de 600 a 900 euros (30 por ciento), y de 900 a 1200 euros (32 por ciento). Y casi un 20 por ciento superaba los 1.200 euros. Para aquellos que no realizaron prácticas, los sueldos son algo menores que para aquellos que sí las realizaron: aunque algo menos del 20 por ciento de ambos colectivos obtenía un salario superior a los 1.200 euros, los que se encontraban en el tramo de 900 a 1.200 euros eran el 35 por ciento de los que habían realizado prácticas frente al 24 por ciento de los que no las realizaron.

Finalizado el bloque sobre el primer empleo, una pregunta llave sirvió de vínculo con el siguiente bloque: el correspondiente al actual empleo. Esta pregunta sirve para discernir qué jóvenes necesitan responder al siguiente bloque y para quiénes tales preguntas son innecesarias, por seguir en el momento de la entrevista con su primer empleo. La respuesta a esta pregunta llave (situación en la que se encuentra el encuestado en el momento de la entrevista) nos permite advertir que los jóvenes que hicieron prácticas, en la medida en que son, en media, más jóvenes que quienes no las hicieron, y llevan, en media, menos tiempo en el mercado de trabajo, también están más vinculados a su primer empleo que aquellos que no las hicieron (Gráfico 4.32).
Tan sólo un 35 por ciento del total de entrevistados continuaba trabajando en su primer empleo en el momento de la entrevista. El porcentaje es mayor para los que han realizado prácticas (40 por ciento) que para los que no las han realizado (22 por ciento). Además, los que no han realizado prácticas se ven ligeramente más afectados en el momento de la entrevista por el desempleo (5 por ciento) y el retorno o continuación de los estudios (5 por ciento). Es mayor el porcentaje de jóvenes que permanecen en su primer empleo en la fecha de la entrevista porque el grueso de los alumnos que hicieron prácticas se acumula hacia el final del periodo de observación, de modo que este colectivo es, en media, más joven (y por tanto más inexperto en el momento de la entrevista) que la media de la muestra.

  • Resumen de los principales resultados sobre la información acerca del primer empleo

En este bloque del cuestionario los resultados más relevantes se pueden resumir en los siguientes puntos:

  • Los estudiantes que realizaron prácticas necesitan en menor medida buscar empleo para conseguir su primer trabajo. Una vez que buscan, necesitan menos tiempo para conseguirlo, si bien utilizan un número parecido de entrevistas, lo que puede ser indicativo de una búsqueda más intensiva.
  • Los estudiantes que realizaron prácticas reconocen haberlas utilizado como método de búsqueda de empleo. Para uno de cada cuatro, éstas fueron determinantes para conseguirlo. En todo caso, anteponen en orden de importancia para conseguir el primer empleo la iniciativa individual, la titulación cursada e, incluso, al factor “suerte”.
  • Los primeros contratos que consiguen los egresados que han realizado prácticas son, en mayor medida, indefinidos.
  • Los alumnos que hicieron prácticas comienzan su vida laboral en mayor medida en puestos administrativos y en menor medida como profesionales que quienes no las hicieron.
  • El primer empleo de los alumnos que hicieron prácticas está más vinculado a los servicios privados que el de quienes no las hicieron.
  • No existe una gran distancia entre los requerimientos formativos de los primeros puestos de trabajo para alumnos con y sin la experiencia de las prácticas, pero en los primeros puestos de trabajo de los alumnos que sí tenían esta experiencia es mayor el grado de ajuste entre la titulación cursada y los estudios necesarios para desempeñarlos.
  • Los primeros empleos de los alumnos que habían pasado por la experiencia de las prácticas estaban mejor remunerados que los de quienes no pasaron por ellas.
  • Los alumnos que tienen la experiencia de las prácticas permanecían en mayor proporción en su primer empleo en el momento de la entrevista. De esto no puede deducirse que tengan una mayor estabilidad en sus empleos, puesto que, al estar la mayoría de alumnos en prácticas concentrados en los años más cercanos a la entrevista, tienen menos experiencia acumulada en el puesto de trabajo, pero el hecho de que estén en mayor medida contratados con contratos indefinidos podría dejar abierta esta explicación.