EL PAPEL DE LAS PRÁCTICAS ACA-DÉMICAS EXTERNAS EN LA FORMACIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE ECONOMÍA

EL PAPEL DE LAS PRÁCTICAS ACA-DÉMICAS EXTERNAS EN LA FORMACIÓN DE LOS ESTUDIANTES DE ECONOMÍA

Rafael Moratilla López (CV)
Universidad de Castilla–La Mancha

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Introducción

En este capítulo vamos a presentar los resultados de la explotación de la encuesta a egresados de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Albacete de los cursos académicos 1995–2003. A lo largo de 2004, se llevaron a cabo 134 encuestas a individuos egresados de la facultad. Los detalles metodológicos sobre la encuesta, en particular sobre el tamaño y el diseño de la muestra, están en la sección 2 del capítulo 3. El principal objetivo ha sido comprobar si la inserción laboral de los jóvenes que realizan prácticas en nuestra Facultad es más exitosa que la de aquellos que no las realizan. Un segundo objetivo es completar la información que ofrecen los cuestionarios de valoración, de alumnos y tutores–profesionales, que se recogen en la Oficina de Prácticas, tanto en el transcurso de las mismas, como al finalizarlas.

El cuestionario, cuyo texto completo puede consultarse en el Anexo B, tiene cinco partes, que servirán de guión para la presentación de resultados:

  1. Información sobre el periodo en que el egresado cursó estudios en la Facultad y sobre su origen familiar.
  2. Forma de acceso al primer empleo y características del mismo.
  3. Cuestiones acerca del empleo actual: forma de acceso y características objetivas esenciales.
  4. Preguntas sobre las formas de acceso a las prácticas en empresas y sobre las razones para hacer (o no hacer) prácticas.
  5. Cuestiones sobre el desarrollo de las prácticas y su impacto en la inserción laboral del joven.

En las páginas que siguen vamos a presentar valores medios de todas las variables de la encuesta, lo que nos permitirá advertir las diferencias entre los alumnos que han realizado prácticas frente a aquellos que no las han realizado. En el punto 5, como todos los individuos que respondieron a esta parte del cuestionario hicieron prácticas, diferenciaremos entre egresados de distinto sexo y titulación, así como los que realizaron las prácticas en distintos tipos de empresas.

2.- Información sobre el periodo en que el egresado cursó estudios en la Facultad.

En este primer bloque contamos con información sobre las características socioeconómicas y académicas de los egresados de la Facultad. Algunas de ellas fueron recogidas por la Universidad, y fueron utilizadas para diseñar la muestra. Otras fueron recogidas expresamente en el cuestionario. En esta sección se analiza la información recabada en la encuesta bajo un doble prisma: por un lado, se calcula la tasa de realización de prácticas para cada característica personal, socioeconómica o académica analizada. Por otro lado, cuando sea interesante, se comparará la composición de las submuestras de quienes hicieron y quienes no hicieron prácticas, para advertir los diferentes perfiles de estos estudiantes.

Lo primero que queremos destacar es que, a lo largo del tiempo, la Facultad ha experimentado un notable incremento en la proporción de alumnos interesados por las prácticas. Esto se ve reflejado en el Gráfico 4.1., que muestra la proporción de alumnos que ha realizado prácticas en nuestra muestra tomando como referencia el año de finalización de los estudios, desde 1996 hasta 2003 1.
La muestra, por tanto, tiene una peculiar estructura en este sentido: el 69 por ciento de los entrevistados de la muestra que no realizaron prácticas finalizaron los estudios antes de 1999, mientras que el 67 por ciento de los entrevistados que sí las realizaron terminaron su carrera entre el 2000 y el 2004. Esto va a condicionar extraordinariamente los resultados de la encuesta: los egresados que han realizado prácticas han estado menos tiempo en el mercado de trabajo que aquellos que sí las realizaron. Esto implica que, a menudo, los resultados laborales de estos últimos puedan parecer más pobres por la mera razón de que llevan menos tiempo en el mercado de trabajo. Puede verse esto en el Cuadro 4.1, que muestra la composición de las dos submuestras de acuerdo al año de finalización de los estudios. El Cuadro 4.1 también muestra que los egresados sin prácticas llevaban, en el momento de la entrevista, una media de dos años más en el mercado de trabajo (y eran, en media, dos años mayores), lo que también favorece la impresión inicial de que la situación actual de los egresados con prácticas no es mejor que las de quienes sí las hicieron.
Lo segundo que podemos destacar es que en la muestra entrevistada, así como en la población, las mujeres son mayoría entre los egresados de esta Facultad (Cuadro 4.2), lo que sucede especialmente en la titulación de ADE. Así, el 56.6 por cien de los entrevistados son mujeres, y en el caso de ADE el porcentaje alcanza el 61.5 por ciento. Además, las mujeres son mayoría entre los alumnos que realizan prácticas en consecuencia con su mayor presencia en la Facultad. Estas cifras muestran con claridad una mayor propensión de las mujeres a completar su currículo académico con la realización de prácticas.

Cuadro 4.2
Por sexo y composición de las muestras que realizaron prácticas


% que realizó prácticas

NO realizó

Sí realizó

Total

Varón

52.63

% varones

51.92

36.59

42.54

Mujer

67.53

% mujeres

48.08

63.41

57.46

Media

61.19

Total

100.00

100.00

100.00

Fuente: Ibídem
Los siguientes cuadros nos muestran más detalles acerca del perfil personal y académico de los alumnos que decidieron hacer prácticas. Por ejemplo, en el Cuadro 4.3 se ve claramente que la proporción de aquellos estudiantes que hicieron prácticas es considerablemente mayor para los que comenzaron sus estudios universitarios con menos de 20 años. Esto indica que las prácticas son un elemento importante para quienes no tienen ninguna experiencia laboral cuando llegan a la Facultad y quienes terminan sus estudios a la edad habitual. Entre nuestros alumnos más mayores, podemos tener estudiantes que proceden del mercado laboral (y no necesitarían tanto la experiencia que otorgan las prácticas) o de otras titulaciones, con lo que quizá estén más preocupados por acabar la carrera lo antes posible.

Cuadro 4.3: Edad al inicio estudios: incidencia realización de prácticas

% realizó prácticas

No realizó

Sí realizó

Menos de 20

64.20

25.00

14.63

20 o más

48.00

75.00

85.37

Media

61.20

100.00

100.00

Fuente: Ibídem

Definitivamente, el grupo de estudiantes que hicieron prácticas responde a un perfil más estándar de alumno de licenciatura que quienes no las hicieron, pues casi nueve de cada diez comenzaron la carrera en la edad esperada: 18 ó 19 años, frente a uno de cada cuatro entre los que no hicieron prácticas.

Un posible indicador de la propensión a realizar prácticas es la nota de expediente. En los primeros años de vida del programa de prácticas la nota del expediente era el principal filtro que marcaba la posibilidad de participar en el programa. Conforme ha aumentado el número de prácticas disponibles, la nota del expediente se ha hecho menos relevante. El Gráfico 4.2 muestra cómo ha ido cambiando la correlación entre expediente y acceso al programa: en los primeros años, la distancia en la nota de expediente entre ambos tipos de estudiantes era significativa y fue bajando progresivamente.
Otra forma de ver las diferencias en la incidencia de las prácticas por expediente aparece en el Gráfico 4.3. Del mismo modo, podemos advertir en el Gráfico 4.3 que la incidencia de las prácticas antes del año 2000 respondía a la nota del expediente en mayor medida que desde el año 2000. No sólo todos los estudiantes, independientemente de su nota de expediente, han tenido un mayor acceso a las prácticas, sino que la distancia respecto a la media (que se advierte en las líneas discontinuas, cuyos valores quedan a la derecha del gráfico), es más suave desde el año 2000 conforme aumenta la nota de los alumnos. En definitiva, el aumento de plazas disponibles ha permitido reducir la vinculación entre resultados académicos y participación en el programa.
Junto con las notas del expediente, un indicador adicional de éxito académico es la duración de los estudios. Su correlación no es perfecta con la nota del expediente, puesto que pueden ser varias las razones que explican un alargamiento de los estudios más allá de los años definidos por los planes de estudios. El Gráfico 4.4 muestra la incidencia de las prácticas para distintos grupos de alumnos según el número de años que requirieron para conseguir su título. Puede advertirse que antes de 2000 caía de forma muy importante la tasa de participación en el programa si la duración de los estudios excedía a la marcada por el plan (4 ó 5 años). Desde entonces tan sólo aquellos estudiantes que necesitan más de siete años para obtener su título registran una menor participación en el programa de prácticas. La razón puede estribar en una menor vinculación con la Facultad y la vida académica en general de estos estudiantes. Puede además ocurrir que la razón por la que se extiende tanto la duración de sus estudios sea la incorporación temprana al mercado de trabajo (o que, viendo que se prolongan los estudios, se opte por compatibilizarlos con trabajo), con lo que este tipo de alumnos no necesitaría hacer prácticas para tener una primera experiencia laboral.
Un indicador paralelo a la duración de los estudios es, necesariamente, la edad a la que finalizaron estos. El siguiente gráfico (Gráfico 4.5) muestra la tasa de participación en prácticas para alumnos de en función de la edad a la que terminaron sus estudios.
Puede advertirse, de forma coherente con las mejores notas y la menor duración de los estudios, los jóvenes que acabaron sus estudios a los 22 años de edad representan el grupo con mayor participación de prácticas, seguidos de los que terminaron con un cierto retraso (25 años). Los jóvenes que terminaron sus estudios a una edad superior a los 25 años, tienen una muy baja propensión a haber realizado prácticas. Entre ellos se encuentran dos colectivos diferentes: los que, habiendo empezado en la edad estándar (18 años) tardan 7 ó más años en completar sus estudios de licenciatura y los que comenzaron a una edad superior a la habitual, que pueden tener ya experiencias laborales previas a la entrada en la Universidad. Sería interesante distinguir si estos alumnos no han hecho prácticas porque, viendo que necesitaban más tiempo para terminar sus estudios, han optado por integrarse en el mercado de trabajo al tiempo que terminaban, o porque hay una autoselección de las prácticas hacia alumnos con expedientes medio-altos y duración media razonable. El pequeño tamaño de nuestra muestra impide que podamos obtener información sobre un aspecto tan concreto.
A continuación vemos la composición de las muestras de estudiantes con y sin prácticas. Puede advertirse (Gráfico 4.6) que el peso relativo de los alumnos con más de 24 años (que es la edad media de nuestros egresados) es algo mayor entre los alumnos que no realizan prácticas.
Además de la adquisición de los conocimientos vinculados a la titulación, que viene reflejado en la nota del expediente, tenemos en nuestra encuesta información sobre los conocimientos de informática e idiomas al inicio y al final de la carrera, si bien es cierto que esta información no procede de ningún indicador objetivo, sino de la auto-valoración de los conocimientos sobre informática e idiomas al inicio y al final de los estudios universitarios. El Cuadro 4.4 muestra los valores medios de los conocimientos de informática e idiomas al inicio y al final de la carrera (recogidos en variables que adoptaban valores de 1 al 10), así como la distancia entre los conocimientos al principio y al final de la carrera. El objetivo del cuadro, por tanto, no sólo es distinguir si los alumnos que hicieron prácticas tenían inicialmente más habilidades informáticas o con un idioma extranjero, sino si en el transcurso de la carrera mejoraron en estas habilidades más que sus compañeros. Los alumnos definen en una escala de Likert de 0 a 10 su conocimiento de idiomas e informática al inicio y al final de los estudios.

Cuadro 4.4: Conocimiento informática e idiomas

Sin prácticas

Con prácticas

Media

Al inicio de la carrera

idiomas

5.02

5.23

5.15

informática

4.33

4.52

4.45

Al final de la carrera

idiomas

5.25

5.23

5.24

informática

5.65

6.54

6.19

Mejoras

idiomas

0.23

0.00

0.09

informática

1.33

1.71

1.56

Fuente: Ibídem

En general, los alumnos afirman tener conocimientos más elevados de idiomas que de informática al inicio de la carrera, mientras que sostienen lo contrario al final de la misma: apenas mejora el conocimiento de idiomas durante la carrera, pero sí se produce una mejora ostensible en el conocimiento de informática. Los que realizan prácticas tenían unos conocimientos inicialmente algo mejores que los que no las realizaron. Al final de la carrera la mejora de los conocimientos de informática es mayor entre los alumnos que hacen prácticas que entre los que no las hacen, de forma que al final de la carrera son éstos los que cuentan, significativamente, con mejores conocimientos en informática. Al mismo tiempo, la mejora en el conocimiento de idiomas es mayor para los que no hacen prácticas. Esto puede estar relacionado con algo que veremos a continuación: los alumnos que marchan a otro país para realizar estudios durante la carrera son menos propensos a realizar prácticas, y al mismo tiempo la experiencia en el extranjero con toda probabilidad ha debido proporcionarles habilidades en un idioma distinto del castellano. Esto puede estar influyendo en su ligera mejoría en el conocimiento de idiomas durante la carrera.

El Cuadro 4.5 confirma nuestra intuición sobre la mejora relativa de idiomas entre aquellos que no hicieron prácticas: puede advertirse que la proporción de alumnos que hacen prácticas es bastante mayor para quienes no marchan al extranjero (el 62.2 por ciento de los que no cursan estudios en el extranjero realizan prácticas frente a un 42.8 por ciento de quienes los cursan), de igual modo que la proporción de alumnos que marcharon al extranjero era bastante mayor para quienes no hicieron prácticas. Así mismo, muestra la relación de sustituibilidad de las experiencias de prácticas y los estudios en el extranjero. De hecho, muy pocos alumnos vivieron ambas experiencias. Seguramente esto responda a estrategias diferentes de diseño de currículum académico y profesional.

Una vez recogidas las características académicas más relevantes, también resulta interesante advertir diferencias entre jóvenes con y sin prácticas en otros aspectos más subjetivos, tales como la motivación que les llevó a estudiar en la Facultad. El Gráfico 4.7 muestra el distinto grado de participación en las prácticas según la razón que les motivó a elegir sus estudios de Económicas o ADE. Ofrece algunas pistas interesantes sobre el perfil de los estudiantes en prácticas. Los alumnos responden a 5 razones (que no son mutuamente excluyentes) que les llevaron a estudiar Económicas o ADE: el deseo de sus padres, conseguir un buen empleo, ganar más dinero, por realización personal y porque sus compañeros lo hacían. El Gráfico 4.7 muestra, por ejemplo, que el 62,2 por ciento de los alumnos que estudian Económicas o Empresariales por deseo de sus padres hicieron prácticas, frente a un 42.9 por ciento de quienes no  lo hicieron por esta razón.
Atendiendo a la proporción de alumnos que realizaron prácticas en función de la razón por la que cursaron sus estudios (gráfico 4.7), observamos que la proporción de jóvenes que hicieron prácticas es considerablemente más alta entre quienes pretendían realizarse personalmente a través de sus estudios, y que parece que el deseo de sus padres y el de conseguir un buen empleo es menos relevante a la hora de hacer prácticas. La proporción de alumnos en prácticas es ortogonal (indiferente) al deseo de ganar más dinero (el 61,1 por ciento de quienes desean estudiar Económicas o ADE para ganar más dinero hacen prácticas frente al 62.5 por ciento de quienes no tienen interés económico). También se advierte con gran claridad que la proporción de alumnos en prácticas fue considerablemente menor entre quienes cursaron estudios en nuestra facultad porque sus amigos lo hacían. Esto dibuja un perfil de alumno en prácticas independiente, motivado y vocacional, lo que podría influir positivamente sobre los resultados de inserción de alumnos con prácticas.
Pero no sólo nos interesa la motivación para los estudios de los alumnos en prácticas, sino también en qué medida las prácticas pudieron contribuir a su motivación y a la satisfacción con su proceso educativo en nuestra facultad. El Gráfico 4.8 trata de mostrar si los alumnos en prácticas están más satisfechos de su paso por la Universidad y, en particular, por nuestra Facultad. Una estrategia indirecta para averiguar esto consiste en preguntar a nuestros egresados qué opción educativa escogerían si pudieran elegir de nuevo. En concreto, los alumnos nos informan de si, en caso de poder elegir de nuevo, optarían por cursar la misma carrera en otra universidad, otra carrera en la misma universidad, otra carrera en otra universidad o incluso no habrían estudiado estudios universitarios.
Respecto a las opciones que escogerían alumnos con y sin prácticas si pudieran elegir de nuevo, la mayoría de los encuestados que realizaron prácticas volvería a estudiar la misma carrera en la misma Universidad y en este aspecto, hay una notable diferencia (de 20 puntos porcentuales) entre quienes hicieron prácticas y quienes no las hicieron. Apenas se registran diferencias (casi 5 puntos porcentuales) en cuanto a la proporción de alumnos que elegirían otras carreras en la misma Universidad, o la misma carrera en otra Universidad. Si bien es muy marginal, se advierte una mayor incidencia de alumnos totalmente insatisfechos con su paso por la Universidad (y que, por tanto, no volverían a cursar estudios universitarios si pudieran elegir de nuevo) entre quienes no han hecho prácticas. Lo que no podemos desentrañar con este gráfico, ni con la información disponible en la encuesta, es si la satisfacción con los estudios en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Albacete les llevó también a participar en el programa de prácticas o si la satisfacción con las prácticas les hace estar más satisfechos de su paso por la Universidad.
Los siguientes gráficos recogen características socioeconómicas y familiares de los jóvenes egresados: la primera se refiere a la ayuda económica que los estudiantes recibían de sus padres durante sus estudios. Podemos plantearnos la hipótesis de que, como una buena parte de las prácticas cuentan con remuneración, los estudiantes que cuentan con un menor apoyo económico de sus familias pueden tener más incentivos a realizar prácticas. Para comprobar hasta qué punto esto es cierto, hemos dispuesto la información sobre la ayuda económica de los padres de dos maneras complementarias: en primer lugar, vemos la distribución de alumnos con y sin prácticas según la cuantía que recibían. Esta cuantía se ha recogido, como todas las variables de renta incluidas en el cuestionario, en tramos, para facilitar su respuesta. En segundo lugar, vemos la incidencia de las prácticas según la ayuda económica familiar habitual.
Las distribuciones de alumnos con y sin prácticas atendiendo a la ayuda económica mensual recibida de parte de su familia (Gráfico 4.9), son bastante parecidas, y resulta difícil discernir si los estudiantes en prácticas recibían menos ayuda de sus familias, pues los estudiantes sin prácticas están más concentrados en los extremos (menos de 100 euros y entre 300 y 600 euros), y los que hicieron prácticas, más concentrados en posiciones intermedias (entre 100 y 300 euros). No se puede confirmar, por tanto, a la luz del gráfico anterior, que ambos grupos de jóvenes tuvieran un perfil económico muy dispar. En cuanto a la posible motivación económica de las prácticas, el Gráfico 4.10 muestra la proporción de alumnos que hizo prácticas en función de los distintos niveles de ayuda que recibían de sus padres. Por ejemplo, el gráfico muestra que el 65.5 por ciento de los estudiantes que recibía entre 100 y 300 € mensuales de sus padres realizó prácticas, frente a un 57,1 por ciento de los que recibían más de 300 euros y de quienes no tenían ayuda alguna.
A partir de las cifras del gráfico anterior no se advierte una relación clara por tanto entre ayuda económica de la familia para los estudios y la incidencia de la realización de prácticas. No podemos así afirmar que la incidencia de las prácticas sea mayor, como cabría esperar, entre quienes reciben menos renta de sus padres. Por tanto no podemos establecer una motivación económica para la realización de prácticas, al menos no la podemos establecer a través de esta pregunta del cuestionario.
Podemos seguir avanzando en la búsqueda de la confirmación de esta hipótesis con otras variables que identifican la condición socioeconómica de la familia. Quizá la mejor proxy para eso sea el nivel educativo de los padres. En nuestro cuestionario recogimos información sobre el nivel educativo alcanzado por ambos padres. Con ella pretendemos ver si los jóvenes que toman parte en el programa de prácticas proceden de orígenes más modestos y tratan de compensar con las prácticas los menores apoyos que les podrían prestar sus padres en su primera búsqueda de trabajo en términos de contactos en el mercado de trabajo. Sin embargo, el Gráfico 4.11 muestra que esto dista mucho de ser cierto, puesto que son precisamente los hijos de padres universitarios quienes registran una mayor propensión a realizar prácticas: el 80 por ciento de los hijos de padre universitario realizaron prácticas frente a un 50 por ciento de los hijos de padre sin estudios.
Los resultados obtenidos respecto al nivel educativo del padre no se corroboran con el que arroja el nivel educativo de la madre. El Gráfico 4.11 muestra que prácticamente no hay diferencias en las tasas de participación en el programa de prácticas entre jóvenes con madres de distintos niveles educativos (algo más del 60 por ciento de alumnos cuya madre tiene estudios primarios, secundarios o superiores realizan prácticas), con la salvedad de que los jóvenes cuyas madres no tienen ningún tipo de estudios participan algo menos que los demás en el programa de prácticas: presentan una tasa de incidencia de las prácticas del 53.8 por ciento, 8 puntos porcentuales por debajo de la media.

La anterior información se puede completar con la distribución de alumnos con y sin prácticas según el nivel educativo de sus padres. En cuanto al nivel educativo del padre y la madre (Gráficos 4.12 y 4.13), resulta todavía relevante que el 6 por ciento de los padres de nuestros egresados no tengan ningunos estudios reglados, y que una abrumadora mayoría de ellos sólo tenga estudios primarios. Los estudiantes que han realizado prácticas presentan un mayor porcentaje de padres con estudios superiores (13.41 por ciento) que quienes no las realizan (5.77 por ciento).
En el caso de los estudios de las madres de los encuestados (Gráfico 4.13), también comprobamos que la mayoría de las madres, tanto para los alumnos con prácticas como para los alumnos sin prácticas tienen estudios primarios. En general, no se observan apenas diferencias en la composición de ambos colectivos de acuerdo al nivel educativo de la madre. Combinando la información de la incidencia de las prácticas y la distribución de los alumnos con prácticas, comprobamos que, aunque los hijos de universitarios tienen mayor propensión a realizar prácticas (63 por ciento de los hijos de madre universitaria y 78 por ciento de los hijos de padre universitario), sin embargo alrededor del 60 por ciento de los estudiantes con y sin prácticas tienen padres y madres con estudios primarios solamente.
Otro buen indicador del estatus socioeconómico de la familia del joven es la situación profesional de los padres . El Gráfico 4.14 muestra la incidencia de las prácticas en función de esta variable relativa tanto a los padres como a las madres. De él se deduce que el 100 por ciento de los jóvenes cuyo padre no se encontraba trabajando por paro o inactividad distinta de la jubilación en el momento de finalización de los estudios, realizaron prácticas. También realizaron prácticas alrededor del 60 por ciento de los estudiantes cuyo era padre autónomo o asalariado o jubilado, y sólo el 50 por ciento de los estudiantes cuyo padre era empresario, lo que puede responder a una menor necesidad de realización de prácticas para integrarse en el mercado de trabajo.

Si no prestamos atención al “pico” observado entre hijos de padre parado o inactivo (que son muy pocos casos y deberían por tanto tomarse con suma cautela), veremos que las diferencias en la participación en prácticas son más marcadas según la situación profesional de la madre que la del padre. Si bien se trata de un grupo muy reducido, una gran mayoría de los hijos de mujeres autónomas hicieron prácticas, seguidas de los hijos de mujeres asalariadas, que participan en el programa de prácticas por encima de la media. En cambio, los hijos de mujeres que no trabajan fuera del hogar (presumiblemente son amas de casa) tienen una menor tendencia que la media a realizar prácticas.
Ahora atendemos a las distribuciones de alumnos egresados con y sin prácticas en empresas en función de la situación profesional de sus padres y de sus madres al término de sus estudios universitarios. No se aprecian diferencias significativas en la distribución de estudiantes con y sin prácticas (Gráfico 4.15): en el momento de la graduación del entrevistado, aproximadamente el 45 por ciento de los padres trabajaban como asalariados y el 30 por ciento como autónomos. El porcentaje de estudiantes con prácticas cuyo padre era empresario (6.10 por ciento) es algo menor que el de estudiantes sin prácticas (9.6 por ciento).
De nuevo, en la composición de las muestras se advierten más diferencias para la composición de madres que en la de padres (Gráfico 4.16). Los estudiantes que realizaron prácticas tienen, con mayor frecuencia, madres ocupadas, tanto autónomas como asalariadas, que los que no las hicieron. El 20 por ciento de las madres de estudiantes que realizaron prácticas estaban ocupadas como asalariadas frente al 13.4 por ciento de las madres de quienes no las realizaron. El 13.4 por ciento de las madres de los estudiantes con prácticas estaban ocupadas como autónomas frente al 1.9 por ciento de las madres de quienes no realizaron prácticas.
Hay otras características de las familias que pueden llevar a los alumnos a hacer prácticas. Como es de esperar, los estudiantes cuyas familias son propietarias de una empresa tienen la posibilidad de usar ésta como vía de entrada en el mercado de trabajo, e incluso se pueden integrar en ella para desarrollar toda su carrera profesional. El Cuadro 4.6 corrobora la esperada relación inversa entre la presencia de pymes en la familia y la participación en prácticas; es algo mayor la proporción de alumnos en prácticas entre aquellos cuyas familias no son propietarios de una PYME (65,1 por ciento de estos jóvenes realizan prácticas) que entre aquellos que pueden contar con la ayuda de esa PYME familiar en su proceso de inserción (sólo el 53 por ciento de ellos realizan prácticas).
En cuanto a la distribución de alumnos, según la existencia de una PYME familiar, de forma consistente con lo anterior, destaca el hecho de que la proporción de alumnos cuyas familias son propietarias de una PYME es bastante mayor para quienes no hicieron prácticas (el 40 por ciento de los estudiantes que no realizan prácticas vivían en hogares propietarios de la PYME frente al 29.3 por ciento de los que sí realizaron prácticas).

La última característica socioeconómica que vamos a presentar es el lugar de residencia de la familia del alumno durante sus estudios. Creemos que a los alumnos de Albacete capital les puede resultar más fácil realizar prácticas, puesto que no necesitan incurrir en costes de alojamiento cuando las prácticas son en verano y en la ciudad. Por otro lado, la notable presencia de prácticas fuera de la capital puede permitir el acceso a prácticas también para alumnos que no viven en Albacete capital durante las vacaciones. Y, además, puede que el hecho de quedarse en la ciudad en esas fechas no represente un problema para los alumnos. Por último, algunas prácticas implican un cierto grado de movilidad geográfica, que algunos alumnos están dispuestos a asumir. Por tanto, aunque esperamos que los alumnos con residencia familiar en Albacete capital sean los más propensos a realizar prácticas, es posible que su participación no sea mucho más intensa que la de alumnos de otras procedencias. El Cuadro 4.7 muestra tanto la incidencia de las prácticas sobre los alumnos de distintas procedencias geográficas, como la distribución geográfica de quienes hicieron y no hicieron prácticas.

Cuadro 4.7: Realización de prácticas y procedencia geográfica


% que hizo prácticas

Procedencia Familiar

Sin prácticas

Con prácticas

Albacete capital

71.15

28.85

45.12

Albacete provincia

55.00

34.62

26.83

Otras provincias

54.76

36.54

28.05

Media

61.19

Fuente: Ibídem

A la vista del cuadro anterior, podemos decir que la proporción de alumnos que realizaron prácticas fue mayor para aquellos cuya residencia familiar estaba en Albacete capital (el 71.5 por ciento de ellos hizo prácticas) que para otros colectivos. Sin embargo, tampoco es desdeñable el grado de implicación con las prácticas de alumnos de Albacete provincia y de otras provincias (alrededor del 55 por ciento de ellos hicieron prácticas). Creemos que esto se debe en parte a las posibilidades de hacer prácticas en sus propias comarcas, pero también a la disponibilidad de los alumnos para tener movilidad geográfica y para permanecer en Albacete capital incluso durante las vacaciones estivales. De forma coherente con lo anterior, se percibe en el cuadro una cierta concentración de alumnos de Albacete capital entre los que realizaron prácticas (el 45,2 por ciento de los alumnos que hicieron prácticas viven en Albacete), pero no es excesivamente pronunciada.

A continuación se analizan otras variables que muestran el perfil de intereses que tenían los alumnos que hicieron prácticas frente a aquellos que no las hicieron. El Gráfico 4.17 muestra la incidencia de distintos tipos de actividades durante los cursos académicos para alumnos que realizaban y los que no realizaban prácticas. Se trata de actividades clasificadas en categorías que no son mutuamente excluyentes, por cuanto la suma de las incidencias relativas de todas ellas es superior a 100.
En cuanto a las actividades que realizaron los alumnos durante el curso, un 60 por ciento de los egresados afirman haber recibido cursos de idiomas e informática durante el periodo lectivo, una tercera parte reconoce haber trabajado de alguna manera en el mercado laboral, y una cuarta parte comunica que dio clases particulares. El 10 por ciento reconoce no hacer “nada en particular”, además de la dinámica habitual de clases durante los periodos lectivos. Los alumnos que realizan prácticas también son los que, con mayor frecuencia, manifiestan haber recibido cursos de informática y de idiomas durante los periodos lectivos. Más del 65 por ciento de los alumnos que realizaron prácticas manifiesta haber participado además en cursos de idiomas e informática, frente al 53 por ciento de quienes no realizaron prácticas. También hay una mayor participación en el mercado de trabajo entre aquellos que realizaron prácticas (34 por ciento frente al 30 por ciento). En general, vemos que el perfil del alumno en prácticas es más activo. Esto confirma lo que las diferencias en el expediente ya apuntaban: los alumnos no hacen prácticas para compensar puntos débiles de su currículo académico, sino para reforzarlo todavía más. De nuevo, junto con las calificaciones iniciales, estos elementos podían contribuir al alza el impacto de las prácticas.

Para completar la imagen anterior, presentamos una información paralela, esta vez referida a las actividades desarrolladas durante las vacaciones (Gráfico 4.18). De nuevo, se hace necesario aclarar que no se trata de actividades mutuamente excluyentes, por lo que los porcentajes de jóvenes que realizan cada una de ellas no suman 100.
En cuanto a las actividades realizadas durante las vacaciones, el 40 por ciento de los alumnos ha tenido contacto con el mercado de trabajo, mientras que tan sólo un 18 por ciento toma cursos adicionales de informática e idiomas. Las principales diferencias entre alumnos que realizaron prácticas y los que no estriban en que los que realizaban prácticas, precisamente porque las realizaban en gran medida durante el verano, estaban implicados en menos ocasiones en cursos de informática e idiomas, en clases particulares y en el mercado laboral al margen de las prácticas. Es por esto que, en prácticamente ningún caso, un alumno que haya realizado prácticas indique que no hacía “nada en particular” durante las vacaciones. Sin embargo, entre quienes no realizaban prácticas necesariamente había más tiempo disponible para otras actividades. El 46 por ciento de ellos trabajó en algún momento de vacaciones, el 35 por ciento recibía clases particulares y el 30 por ciento cursos de idiomas e informática.

Resulta muy interesante el alto porcentaje de egresados que manifiesta haber tenido experiencias laborales fuera del ámbito de las prácticas: una tercera parte señala haberlas tenido durante los periodos lectivos, y un 40 por ciento señalan haberlas tenido durante las vacaciones. Lamentablemente, no disponemos de más información sobre estos primeros contactos con el mercado de trabajo antes de la finalización de los estudios, que bien pueden tener algún tipo de influencia sobre la experiencia laboral adquirida una vez ya ha sido finalizada la licenciatura. En cualquier caso, sólo el 5 por ciento de los entrevistados reconocen que, al terminar los estudios, continuaron con el empleo que tenían durante la carrera.
El primer bloque de preguntas termina con una batería de posibles actividades que los egresados llevaron a cabo en los doce meses siguientes a la finalización de su carrera. Las respuestas no son mutuamente excluyentes, puesto que en doce meses los alumnos pudieron realizar varias de las actividades incluidas en esta parte del cuestionario: empezar otra carrera, cursar másteres u otros cursos de postgrado, hacer cursos de informática y/o idiomas, de formación ocupacional, incorporarse a un puesto de trabajo o seguir en el que ya ocupaba antes de la finalización de los estudios. El siguiente gráfico (Gráfico 4.19) muestra el porcentaje de jóvenes que hicieron cada una de estas actividades, distinguiendo entre aquellos que hicieron prácticas durante sus estudios y quienes no las hicieron.

Al finalizar los estudios, una proporción nada desdeñable de los egresados de nuestra muestra comenzaron otra carrera: el 16 por ciento (generalmente se trata de la licenciatura en ADE para quienes han obtenido la de Economía, y la de Economía para los recién graduados en ADE). El 10 por ciento realizaron cursos de postgrado. Los que habían hecho prácticas hicieron un máster e incluso comenzaron otra carrera en mayor medida que aquellos que no las hicieron (33 por ciento de los alumnos con prácticas cursan un máster frente al 12 por ciento de los alumnos sin prácticas). Esto posiblemente responde al hecho de que tenían un buen expediente y acabaron la carrera prácticamente sin retraso, con lo que son lo suficientemente jóvenes como para seguir estudiando. Además, recurren menos que los que no las hicieron a los cursos de formación ocupacional, pero buscan empleo aparentemente con la misma intensidad, y el porcentaje de los que se incorporan a un puesto de trabajo es aproximadamente el mismo. Quizá esperábamos encontrar entre los alumnos que hicieron prácticas un mayor grado de inserción directa en el mercado de trabajo. Sin embargo, apenas advertimos diferencias en el gráfico anterior (el 60 por ciento de los egresados, con y sin prácticas, se incorpora a un puesto de trabajo en el año siguiente a la graduación). Pero hemos de recordar que son los que siguen estudiando en mayor medida. Si calculamos el porcentaje de incorporación a un puesto de trabajo entre quienes no siguen estudiando únicamente, entonces las tasas de inserción resultan ser más altas para los estudiantes que realizaron prácticas que para quienes no las realizaron.

Hemos construido algunas variables de resumen que nos ayudarán a entender mejor cuáles fueron las actividades desarrolladas por los egresados al finalizar su carrera. Por ejemplo, con las preguntas anteriores hemos construido tres variables sencillas que agregan respuestas: haber seguido estudiando de alguna forma, como empezar un máster u otro curso de postgrado, otra carrera, un curso de idiomas o informática, o un programa de formación ocupacional; haber trabajado, ya sea en un nuevo empleo o continuando en el anterior; y haber buscado empleo.

El Cuadro 4.8 muestra las dummies de actividades agregadas. De nuevo no son excluyentes entre sí, por lo que en ningún caso se puede esperar que sumen 100. Por ejemplo, entre los egresados que no hicieron prácticas, el 71,5 por ciento desarrolló algún tipo de estudios en el año siguiente a su graduación, también el 71.15 por ciento buscó empleo, aunque parte de quienes buscan empleo finalmente no lo encuentran y parte de quienes trabajan no han necesitado buscar empleo; el 92.3 por ciento de los estudiantes que no realizaron prácticas se incorporan a un puesto de trabajo durante los doce meses siguientes a su graduación.

Cuadro 4.8
Actividades realizadas en los primeros 12 meses tras la graduación

Sin prácticas

Antes de 2000

Desde 2000

Media

Cursar estudios

75.00

62.50

71.15

Buscar empleo

77.78

56.25

71.15

Trabajar

91.67

93.75

92.31

Con prácticas

Antes de 2000

Desde 2000

Media

Cursar estudios

96.30

76.36

82.93

Buscar empleo

74.07

81.82

79.27

Trabajar

96.30

98.18

97.56

Fuente: Ibídem

Cuando adoptamos esta perspectiva encontramos nuevos matices, pues los estudiantes que realizaron prácticas tienden a cursar estudios, buscar empleo y trabajar en mayor medida que los que no las hicieron. En concreto, los jóvenes que realizaron prácticas manifiestan un 82,9 por ciento de participación en formación de cualquier tipo, un 79.3 por ciento de ellos busca empleo y un 97.5 por ciento se emplea en algún momento. El diferencial es de 11 puntos porcentuales en formación, 8 puntos porcentuales en búsqueda de empleo y 5 puntos porcentuales en ocupación. Además este diferencial experimenta cambios en el tiempo. Tanto los alumnos con prácticas como aquellos sin prácticas tienen una tendencia decreciente a cursar estudios tras la graduación, y el diferencial se reduce considerablemente a partir del año 2000. La búsqueda de empleo es cada vez menos frecuente entre quienes no hacen prácticas pero más frecuente entre quienes las hacen. El diferencial en la entrada a un puesto de trabajo se mantiene positivo a lo largo del periodo a pesar de que ambos grupos experimentan una ligera mayor propensión a trabajar en su primer año como egresados.
Luego hemos combinado estas tres posibles situaciones, y hemos obtenido seis combinaciones de actividades:

  1. Los que siguen estudiando, buscado empleo y trabajando, que representan el grupo más numeroso.
  2. Los que siguen estudiando y trabajan pero no buscan empleo.
  3. Los que han buscado trabajo sin ampliar sus estudios.
  4. Los que han buscado trabajo sin éxito.
  5. Los que han trabajado sin necesidad de buscar y no han seguido estudiando.
  6. Los que no han hecho ninguna de las tres cosas: estudiar, trabajar o buscar empleo.

En cuanto a la combinación de todas las actividades durante los primeros doce meses como egresados, el Gráfico 4.20 acentúa más el mayor éxito relativo de los alumnos que hicieron prácticas: combinaron estudios y trabajo en mayor medida que quienes no las hicieron.

En concreto, entre los estudiantes sin prácticas, el 71,15 por ciento estudia y trabaja a lo largo del año independientemente de que además busque empleo, mientras que entre quienes hacen prácticas el 82,92 por ciento estudia y trabaja a lo largo de su primer año como egresado. Por tanto, los estudiantes que hacen prácticas no sólo tienen una tasa de inserción laboral ligeramente superior a quienes no las realizan sino que entran en el mercado de trabajo con una formación más completa (ya sea ocupacional o de postgrado) que quienes no las realizan.

1 También se llevaron a cabo entrevistas a egresados en 1995 y a egresados en 2004, pero son muy pocas las conseguidas. Las primeras por las crecientes dificultades para localizar a los egresados nueve años más tarde de su marcha de la institución, y las segundas por las fechas en que se produjeron las entrevistas, durante el propio año 2004.

2 El cuestionario recoge expresamente la situación laboral y profesional del padre y de la madre en el momento de finalización de los estudios.