MODELO DE DESARROLLO ECONÓMICO LOCAL PARA LA DIVERSIFICACIÓN DE LA ESTRUCTURA PRODUCTIVA Y LA ARTICULACIÓN DEL TEJIDO EMPRESARIAL EN BAJA CALIFORNIA SUR

MODELO DE DESARROLLO ECONÓMICO LOCAL PARA LA DIVERSIFICACIÓN DE LA ESTRUCTURA PRODUCTIVA Y LA ARTICULACIÓN DEL TEJIDO EMPRESARIAL EN BAJA CALIFORNIA SUR

María Angélica Montaño Armendáriz (CV)
Universidad Autónoma de Baja California

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II.7. Estrategia: Concepto, Desarrollo y Evolución en la Ciencia Administrativa.

El concepto y la práctica de la estrategia constituyen elementos importantes y determinantes respecto de las decisiones transcendentales que se adoptan a nivel de gobernantes, líderes empresariales, actores del desarrollo económico y, en general, en toda clase de organizaciones en la búsqueda de un objetivo común.

Desde hace mucho tiempo, el concepto de estrategia se aplica en las organizaciones empresariales, pero en la actualidad las organizaciones sin fines de lucro también han introducido esquemas y conceptos de estrategia como eje guía de sus quehaceres organizativos. Asimismo, además de tomar en cuenta las tendencias de las políticas públicas, múltiples instituciones a nivel gubernamental (locales, regionales y nacionales) también hacen suyos los conceptos y modelos relacionados con las estrategias, aplicándolos en planes, programas y proyectos públicos.
Cabe señalar que -desde épocas muy antiguas- el tema de la estrategia ha sido objeto de análisis, investigación y punto de referencia para dirigir u orientar diversos tipos de acciones que –finalmente- han influido en el desarrollo de la humanidad. En sus orígenes, se orientó principalmente hacia los aspectos relacionados con la milicia; de hecho, la historia reúne muchos ejemplos de que con una buena visión estratégica, se garantizaba el éxito en los enfrentamientos armados.
Actualmente, y como resultado de la aplicación de diversos modelos y teorías de la ciencia administrativa, el concepto de estrategia se ha sofisticado de tal manera que  hoy sus principales usuarios son las organizaciones empresariales y las instituciones gubernamentales.

II.7.1. La estrategia aplicada al mundo empresarial.
El origen de este paradigma se ubica en la primera parte de la década de los sesentas con los trabajos del Boston Consulting Group; las contribuciones que han dado lugar a la existencia de esta corriente paradigmática incluyen una extensa lista de autores que desarrollaron sus aportes a la ciencia administrativa –particularmente- durante los años sesenta y setenta. Alfred Chandler Jr. fue el pionero  en el estudio de las estrategias para la dirección de las grandes corporaciones; de hecho, en su obra “Strategg and Structure” (1962), expone la introducción y desarrollo de la noción de estrategia en el campo de investigación de la historia económica de las empresas (Ramos, 2008).
Otro autor considerado como referente y claro exponente de este enfoque es Igor Ansoff,  quien plantea que la estrategia es la manera que la empresa tiene para afrontar el futuro teniendo en cuenta la relación producto-mercado; el gran aporte de Ansoff en cuanto al desarrollo del concepto “estrategia”, lo constituye la incorporación de la noción del “entorno”, tanto como factor casual y explicatorio de la estrategia, como también por ser un criterio fundamental para diseñar el diagnóstico estratégico de la empresa. En general, este autor define a la estrategia como la determinación de metas y objetivos básicos de largo plazo de una empresa, a lo cual se adicionan las causas de acción así como la asignación de los recursos necesarios para lograr dichas  metas; para Ansoff, la estructura sigue a la estrategia, ya que las diversos entornos obligan a que las empresas adopten nuevas y renovadas estrategias, mismas que demandan cambios en las estructuras organizacionales. Su principal aporte al desarrollo del concepto de la estrategia, radica en el estudio de la relación entre la forma que las empresas planean su crecimiento (estrategias) y el diseño de la organización (estructura) para ser administrada en su proceso de crecimiento; en su obra demuestra como la estructura organizacional de las empresas sujetas de estudio, se adoptaron y ajustaron continuamente a su estrategia (Navarro, 2012).
Respecto de mismo tema, Kenneth Andrews (1971) combina las ideas de Drucker (1954) y Chandler (1962) en su definición de estrategia, conceptualizandola como el patrón de los objetivos, propósitos políticos y planes esenciales para dar  lugar a las metas establecidas, de tal manera que a partir de estas, se defina en qué clase de negocio la empresa esta o quiere estar; para este autor, la estrategia consiste en una forma de expresar un concepto persistente para las empresas en un mundo en constante evolución, esto con el fin de excluir algunas nuevas actividades posibles y sugerir la entrada de otras (Andrews 1994).
Avanzando en el análisis del concepto de la estrategia (en el contexto de las ciencias administrativas), se ubica un nuevo modelo o paradigma que tiene una relación directa con la teoría de la competitividad y la innovación, mismo que corresponde al enfoque que crea Michael Porter (1980); este, inicialmente, establece una base conceptual dirigida al diseño de estrategias para una típica empresa productiva, destacando su modelo de las fuerzas competitivas como herramienta para efectuar el análisis del entorno. Posteriormente, Porter establece todo un mapa conceptual enfocado a destacar como la estrategia responde a sistemas sociales de una complejidad mayor que una típica empresa (es decir, ciudad, regiones, países), destacando -como su principal aporte- lo que el autor denomina como “El Modelo del Diamante Competitivo”(1995). Al respecto, es importante señalar que Porter (1980) genera un cambio y un fuerte impulso al pensamiento, teoría y aplicación de la estrategia, lo cual puede sintetizarse en tres grandes aspectos o componentes:

  • El primero de ellos corresponde al concepto de las fuerzas competitivas, mediante las cuales se fortalece y le da una nueva perspectiva al análisis del entorno, ubicando a la empresa (y por ende su estrategia) en relación a la naturaleza de la estructura de mercado en la cual operan los diversos agentes que están relacionados con la empresa objeto de estudio, llámese consumidores, proveedores, rivales directos etc. de modo que tanto el entorno como la empresa pueden ser predecibles y, en cierta manera, modificables.
  • El análisis en relaciona a la estrategia que plantea Porter (1991), incorpora el concepto “cadena de valor”, como una perspectiva novedosa para comprender la operación global, intra y externa  de una organización.
  • Un tercer aporte de Porter en materia de estrategia, mismo que se  expresa en su obra “Ventaja Competitiva” (1992), consiste en un nuevo enfoque a la teoría estratégica y de competitividad, al establecer que el ejercicio de la competitividad y el conjunto de estrategias para el logro de esta, no se restringen solo al marco de una empresa, sino que ello debe extenderse a sistemas sociales más complejos aun, tales como una cadena productiva, un clúster, una ciudad o un país. Mediante el análisis del llamado “Diamante Competitivo”, el cual es un homólogo de las fuerzas competitivas, ya que mientras estas se plantean como un concepto y modelo idóneo para entender el contexto de la estrategia de una empresa en relación con el entorno, el “Diamante Competitivo” es un modelo adecuado para afrontar el análisis y la prescripción  estratégica de un clúster, región o país. Finalmente, al respecto el mismo Porter señala que una “estrategia” es la creación de una posición única y valiosa, que implica un conjunto de actividades diferenciadas (Porter, 1996). 

Con posterioridad al modelo de Porter surge un nuevo paradigma acerca de la concepción y la practica misma de la estrategia, el cual el cual corresponde a una visión crítica liderada por Henry Mintzberg (1994); en sus textos, este autor emprende un fuerte crítica a la concepción de la estrategia y –específicamente- a la planeación estratégica convencional (Ansoff, Chandler, etc.). Mintzberg (1998), sostiene que el concepto y la práctica de la planeación estratégica van más allá de una simple ecuación entre estrategia y planeación, de ahí que su planteamiento se sustenta –en gran medida- en que las estrategias exitosas no siempre surgen obedeciendo a un plan, pudiendo –incluso- emerger espontáneamente en las organizaciones; de aquí surgen los conceptos de “estrategia emergente” y “deliberada”, conceptos novedosos y que -en cierta medida- revolucionaron el campo de acción de la estrategia, en el contexto de la ciencia administrativas. Mintzberg define el termino estrategia como “El patrón de una serie de acciones que ocurren en el tiempo” (2003), este modelo da énfasis  al tipo de acciones en donde la empresa tendría una estrategia, aun cuando no tuviera planes definidos.
Según este autor,es posible presentar la estrategia con base en cinco definiciones: como plan (acción conscientemente determinada); como pauta de acción o estratagema (artimaña para ganar); como patrón (consistencia en el comportamiento); como posición (ubicación privilegiada) y como perspectiva (interpretación colectiva del entorno externo dentro de la organización).
La estrategia como plan, se concibe como una especie de rumbo de acción conscientemente proyectado, es decir como un conjunto de directrices para abordar una situación que implica la racionalización de las acciones. Si las estrategias pueden proyectarse, igualmente son susceptibles de ser percibidas; en consecuencia, definir la estrategia como un plan  no es suficiente, se debe establecer un término que abarque el comportamiento resultante siendo ahí donde aparece la estrategia como una pauta de acción, es decir, como si fuese una corriente de acciones.
La estrategia es una posición, cuando se ve como un medio de situar una organización en lo que los teóricos  de la organización denominan como entorno; de allí que la estrategia se convierte en una fuerza intermediadora entre la organización y el entorno, de otro modo, implica la identificación de una posición privilegiada en el mercado para alcanzarla a partir de la elaboración de un diagnóstico.
A partir de la estrategia, vista en perspectiva, se establece que es un concepto en sí mismo que debe ser compartido por los miembros de la organización. Por otra parte, una vez que las acciones se convierten en actos que responden a criterios comunes, consistentes y permanentes, es factible identificar la estrategia como un patrón de comportamiento. La estrategia se relaciona con asuntos que no pueden saberse, pronosticarse o controlarse; es decir, trata con lo impredecible y lo desconocido.
Las estrategias pueden ser el resultado de las acciones, aunque no necesariamente de las intenciones; en realidad, las intenciones equivalen a las proyecciones, mientras que las acciones responden a las realizaciones. Entonces, es posible distinguir entre las estrategias deliberadas, es decir cuando las intenciones que existen se llevan a cabo en forma calculada, estructurada y con visión en el tiempo, y las estrategias emergentes, vale decir la creación de pautas a partir de una coyuntura (Ramos, 2008).

II.7.2. Estrategia para el Desarrollo Local.
Tal como se ha señalado en párrafos anteriores, en relación a que debe entenderse por estrategia en el ámbito de la ciencia administrativa, para fines de esta investigación se considera a la estrategia como un conjunto de compromisos y acciones, integrados y coordinados para el logro de objetivos. Un elemento adicional respecto del concepto de estrategia, es lo planteado por Porter (1980-1985), en cuanto a que a partir de la estrategia la empresa debe buscar un posicionamiento diferenciado y generar una ventaja competitiva.
En la realidad las estrategias empresariales y de desarrollo territorial comparten estos dos grandes factores, por cuanto: el primero de ellos, está orientado a la definición de los pasos necesarios para alcanzar el objetivo propuesto ¿Cómo se va a realizar el cumplimiento del objetivo?; el otro factor se relaciona con la priorización de las acciones de acuerdo al grado de relevancia o incidencia en el cumplimiento del plan y logro de objetivos. Sin embargo, por lo menos en tres aspectos existen diferencias en cuanto al abordaje del término estrategia cuando se orienta a nivel empresarial y territorial (Navarro 2012): en los objetivos ¿en el para qué?; en las acciones básicas para definir el posicionamiento estratégico ¿en el que?; y en su proceso de formación ¿cómo?
En cuanto  a los objetivos, la corriente mayoritaria plantea que la estrategia empresarial debe buscar maximizar su valor y la rentabilidad económica; en cuanto a la estrategia territorial, se plantea que una buena estrategia de desarrollo debe buscar mejorar el bienestar de la población, de tal manera que se liga a éste la consecución de objetivos económicos, sociales y medioambientales. En segundo lugar, en la empresa se busca una diferenciación tanto con respecto de los mercados, como de los recursos y capacidades internas de la empresa. En cambio, a nivel territorial la diferenciación se orienta a la decisión del tipo de proyectos que se priorizan; el centro de atención de la estrategia, se ubica en torno a la trasformación de un ambiente general propicio a los negocios. En este caso la estrategia estará condicionada por el  comportamiento y las características de tres variables estratégicas: la capacidad empresarial y organizativa, los recursos locales y las instituciones que apoyan las actividades de innovación y coordinación de las empresas. En general, la estrategia territorial debe ser capaz de proporcionar una ventaja competitiva al territorio, que debería ser única y sostenible en el tiempo.
En cuanto al proceso de formulación de la estrategia (considerando la literatura de la ciencia administrativa), este presenta una gran diversidad de planteamientos, desde los que siguen considerando que ella es una función fundamental de los directivos (Thompson et al., 2008), hasta los que plantean procesos más abiertos en los que prácticamente cualquiera de la organización puede resultar un estratega (Mintzberg,1994), pero en todo caso, la estrategia es un elemento obligado a todos los que integran la empresa.
Por su parte, en la estrategia a nivel territorial, los procesos participativos son esenciales, ya que ninguno de los múltiples actores dispone de la autoridad, el conocimiento y los recursos para imponer o implementar –unilateralmente- una determinada estrategia territorial. Tomando como punto de partida lo planteado por Llamazares (2011), Cepal (2010) y Alburquerque (2004), respecto de la formulación de una estrategia para el desarrollo esta debe integrar (de forma explícita y concreta) las variables de desarrollo económico y territorial, en las que se incorporen aspectos tales como: diversificación y fomento productivo, creación de empleos, formación de recursos humanos, infraestructura de apoyo y políticas públicas de promoción económica, elementos que si bien los gobiernos locales (en la mayoría de los casos) solo se plantean y proponen a partir de un enfoque político (para atraer “clientela política” de los partidos en el poder) sin disponer -en la mayor parte de los casos- de un conocimiento metodológico para la formulación de estrategias para el desarrollo económico local, mismas que –efectivamente-  impacten en la calidad de vida de la población local.
A partir de la conceptualización del desarrollo local que se realizó en párrafos anteriores, es posible señalar que la premisa del desarrollo económico local parte de la base que es necesario determinar -por una parte- cuál es el potencial de recursos del que se dispone e identificarlas las vocaciones productivas y –por la otra- cuáles son las necesidades o demandas que los habitantes de la localidad, municipios y de la sociedad en conjunto  requieren satisfacer; por lo tanto, la elaboración de la estrategia de desarrollo local debería considerar los siguientes aspectos:

  • Determinación de una serie de objetivos estratégicos partir del conocimiento del potencial económico local, analizando los recursos potenciales de la zona, así como reconociendo las principales carencias y obstáculos que puedan existir para que surjan y se desarrollen actividades económicas.
  • Creación de los medios que involucren a todos los agentes económicos en este proceso. Se trata (en este caso) de introducir la dinámica y la estructura del asociativismo y de cooperación, entorno a una institución de seguimiento y ayuda a las iniciativas y acciones de desarrollo.
  • Creación de las condiciones generales e infraestructura adecuada, para permitir y facilitar el surgimiento de las iniciativas económicas, teniendo en cuenta las necesidades detectadas y los objetivos perseguidos; creando así un entorno favorable para las empresas y los negocios. Aquí se debe incorporar –también- todo lo que tiene que ver con la infraestructura social que debe ofrecer una entidad pública.
  • Medidas de acompañamiento, vale decir aquellas relacionadas con la formación de los recursos humanos, adecuándose a las demandas del mercado de trabajo que hayan de surgir, proporcionando información continua de cuales son y cómo utilizar los programas de promoción del desarrollo impulsados por cualquier nivel institucional y, sobre todo, mejorar los elementos o factores que puedan afectar las potencialidades de desarrollo.

Medidas de acompañamiento relacionadas con programas de índole social, subsidios específicos y aspectos relacionados con los sectores de salud y educación.