LA CALIDAD DE LAS INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR PRIVADAS EN ZACATECAS

Beatriz Herrera Guzmán

I.1. Perspectiva compleja de la calidad educativa

Esta noción parte del análisis de cuatro o más elementos desde los cuales es concebido un sistema compuesto para definir la calidad. Las aportaciones de Muñoz Izquierdo, Villa Lever y Márquez (1998), Martínez Rizo (1996), Silvio (1987), Baena (1992), Baena (1999), Jesús M de Miguel (2001), Melia (1992), Arredondo (1992) Briones (1998), Cano (1998), y Schmelkes (1994) son representativas de esta perspectiva.
          Muñoz Izquierdo, Villa Lever y Márquez (1998) plantean el concepto de calidad desde cinco perspectivas, todas ellas íntimamente ligadas a la evaluación. Para este autor las dimensiones que comprende son:

  • La eficacia, que se relaciona con el grado en que los planes de estudio se alcanzan según los fines propuestos. Ésta tiene que ver con la medida del grado en que se alcanza el objetivo deseado de una institución educativa, de ahí la necesidad de definirlo con la posibilidad de aplicarlo a cualquier institución educativa.
  • La relevancia, que significa que los objetivos de la educación responden  a las aspiraciones e intereses de los diversos sectores de la sociedad hacia la cual se dirige. La aplicación de esta perspectiva radica en la evaluación de resultados externos –no ajenos- a la institución.
  • La pertinencia, que se refiere a que los contenidos y métodos se adecuan a las posibilidades de aprendizaje de los individuos y conglomerados sociales a los que está dirigida la educación. Su aplicación se da dentro de la misma institución, evaluándose el proyecto educativo de la institución con las necesidades de los estudiantes.
  • La equidad, que hace referencia a la distribución equitativa de oportunidades educativas de los diversos sectores sociales que la reciben. Tiene relación con la asignación de recursos para que éstos, a su vez, contribuyan de manera efectiva a la reducción de desigualdades, diversificando la oportunidad de formación para todos los alumnos.
  • La eficiencia o productividad, que significa que la educación es de calidad en la medida en que los recursos se utilizan y aprovechan para alcanzar los resultados y metas deseados. Por consiguiente, se busca que la institución brinde resultados positivos respecto de la inversión material de tiempo, energía y dinero.

Martínez Rizo (1996) expone el concepto de calidad de la educación a partir de diversos componentes. Distingue tres conceptos clásicos del análisis de un sistema, conformado por procesos, insumos y productos. Según este autor todo sistema se forma de ciertos procesos, alimentados por algunos insumos y dando como resultado ciertos productos. Así, se pueden comparar los productos del sistema con los insumos que se invirtieron para alcanzarlos. Además de los elementos que definen el sistema educativo, el autor expone otros aspectos que comprende las dimensiones particulares del concepto de calidad. Estas dimensiones son las siguientes:

  • La eficiencia relaciona los productos del sistema con los insumos que se  utilizaron para obtenerlos.
  • La relevancia es la correspondencia existente entre los objetivos planteados y su adecuación  a las necesidades en que se ubican.
  • La eficacia interna establece la coincidencia entre los productos obtenidos con los objetivos que se pretendían alcanzar.
  • La eficacia externa, relaciona conjuntamente las dos dimensiones de relevancia y eficacia interna; es decir, los objetivos logrados de acuerdo con las necesidades del entorno y la coincidencia entre los productos que se pretendían alcanzar con los objetivos.

Este autor, además de contemplar los conceptos de eficiencia, eficacia interna y externa y relevancia, distingue dos dimensiones adicionales que le dan incluso mayor complejidad al concepto: la dimensión temporal o dinámica y  la dimensión distributiva.

  • La dimensión temporal o distributiva: se puede desagregar en dos subdimensiones: la de corto plazo (eficacia interna y externa) y la de largo plazo (impacto). Esta relación constituye el tiempo en el cual los resultados se generan y la forma en que se utilizan para mejorar el desempeño de los alumnos. Esto equivale a hablar de eficacia.
  • La dimensión distributiva: remite al terreno de las desigualdades que caracterizan un sistema educativo. Significa que las oportunidades se distribuyen equitativamente entre los diversos sectores sociales que la reciben apoyando diferencialmente según sus necesidades. Esto corresponde a la dimensión de equidad.

Partiendo de estos elementos, Martínez Rizo (1996) afirma que un sistema educativo es de calidad cuando:
 

    • Establece un currículo adecuado a las necesidades de la sociedad en que se ubica (en otras palabras, es relevante).
    • Logra que la más alta proporción posible de destinatarios acceda a la escuela, permanezca en ella hasta el final del trayecto previsto y egrese habiendo alcanzado los objetivos de aprendizaje establecidos (o sea que tiene eficacia interna y externa). 
    • Consigue que el aprendizaje relevante alcanzado por los alumnos sea asimilado por éstos en forma duradera y sea utilizado para mejorar su desempeño como adultos en los diversos papeles sociales que deben desempeñar (de manera que tiene un impacto positivo)
    • Aprovecha de la mejor manera posible los recursos de que dispone, evitando despilfarros y derroches de cualquier tipo (significa que es eficiente).
    • Apoya para que todos los alumnos logren por igual o, por lo menos, en un grado mínimo, los objetivos de aprendizaje (lo que implica equidad).

Es preciso tomar en cuenta que este concepto de calidad se caracteriza por ser dinámico y relativo. Dinámico porque no constituye un punto fijo de llegada, lo cual implica alcanzar mayores niveles de calidad; de ahí que su evaluación deba ser dinámica, ajustando permanentemente sus parámetros en función de logros alcanzados y de los objetivos y finalidades perseguidos. Es un concepto relativo porque juzga siempre en relación con algo respecto a lo cual se compara: el pasado, el futuro deseado, estándares definidos nacionalmente, estándares internacionales, etcétera. (Silva: 2005)
Una crítica hecha a este concepto complejo de calidad es que, aunque pretenda recuperar todos los elementos del sistema educativo, no aparecen de manera explícita los procesos que se dan dentro de las instituciones educativas. Este modelo sugerido brinda un análisis centrado en aspectos que permiten apreciar un sistema educativo de calidad con amplias posibilidades de análisis, aunque no se aplique el modelo en su conjunto (Silva: 2005).
          Sin embargo, esta perspectiva señala que la calidad, además de relacionarla con la eficacia, tiene que ver con la relevancia y la eficiencia. La relevancia implica que los objetivos establecen un currículo adecuado a las necesidades de la sociedad en que se ubica. Ésta se relaciona estrictamente con los objetivos y su respuesta a las necesidades del entorno. La eficiencia o dimensión costo-beneficio, compara los productos del sistema con los insumos que se utilizaron para obtenerlos  aprovechando de la mejor manera posible los recursos de que dispone, evitando despilfarros y derroches de cualquier tipo.  Esto implica que la eficiencia se relaciona con los insumos, los procesos y los productos.
          Silvio (1987) relaciona igualmente la calidad a través de conceptos estrechamente relacionados, distingue efectividad, eficiencia, productividad y pertinencia.
 

  • La efectividad o eficacia es la medida del grado en el cual se logra un objetivo. Para mejor comprensión del concepto, este autor compara las metas propuestas y las metas logradas sin la intervención de ningún otro factor evaluativo.
  • La eficiencia se refiere al logro de un objetivo, pero en su medición intervienen, además del grado en el cual se logró un objetivo, una apreciación de tiempo y el gasto de energía y recursos empleados para ello.
  • La productividad es una medida de la cantidad de unidades de un producto o servicio, que se obtienen utilizando una determinada cantidad de insumos o recursos.
  • La pertinencia se refiere al grado en el cual un objeto se adapta a los requerimientos de un ambiente determinado. Si la educación superior responde a los requerimientos del sistema económico y social, será pertinente; es decir, se puede lograr un objetivo con un alto nivel de efectividad y eficacia, pero el resultado puede ser inadecuado o no pertinente para el ambiente en el cual se inserta.

Recapitulando, este modelo resalta las dimensiones de efectividad o eficacia, eficiencia, productividad y pertinencia. Es necesario destacar que no analiza el concepto de relevancia. Aunque, a través de los conceptos de eficiencia y productividad menciona la importancia del grado en que se cumple un objetivo, invirtiendo una determinada cantidad de tiempo, energía, insumos o recursos.
Baena (1999) basa su propuesta principalmente en la satisfacción de los alumnos partiendo de un ciclo de calidad. Este ciclo de calidad implica desarrollar, planear, impartir, evaluar y mantener la calidad que resulte útil y mayormente satisfactoria para los alumnos. Comienza desde la agilización en los trámites administrativos, la actualización en los trámites escolares, la información académica, el control del proceso de enseñanza-aprendizaje, profesores y tutores, investigadores capacitados y actualizados, la vinculación al campo profesional. Asimismo, plantea los elementos para el rediseño del modelo educativo. Esta autora asegura que para planear el rediseño es necesaria una retroalimentación con los elementos de las diversas etapas. Es decir, planear, aplicar, verificar (evaluar), actuar (diagnóstico-rediseño) y planear (rediseño).
          Baena (1992) reconoce que para lograr la calidad total, es preciso partir de la planeación institucional, separar lo urgente de lo necesario, diseñar escenarios, saber de dónde se parte, anticipar el rumbo y de ser posible cambiar el futuro. Los aspectos que componen esta planeación son los siguientes:

  • La planeación estratégica tiene que ver con el análisis de los escenarios, formular diagnósticos, determinar objetivos y diseñar estrategias.
  • La planeación de acuerdo con las necesidades del mercado. Esto atrae un mayor número de alumnos al comprender el estudio de las clases sociales que conforman la clientela escolar. A partir de ello, se pueden conocer las necesidades de los alumnos y la posibilidad de satisfacer sus demandas.
  • La vinculación docencia-investigación, pretende que los actores de la institución sean profesionales con niveles óptimos para satisfacer las necesidades de los educandos. La autora asegura que es preciso realizar un diagnóstico para establecer las necesidades y problemas de la docencia y la investigación: se debe planear, ver qué se hará y los medios para alcanzarlo, es necesario que exista un proyecto general de investigación. De igual manera, es importante que se realicen convenios institucionales para la proyección y actualización de los profesores en el mercado profesional.
  • La planeación del proceso enseñanza-aprendizaje se convierte en la razón de ser de la institución. Lo ideal es realizar acciones concretas, como formar alumnos creativos, con habilidades y destrezas, y especialistas en las áreas seleccionadas. Los elementos que abarcan este binomio, sugiere Baena (1999) son: un plan de estudios, programas de materias, recursos didácticos de apoyo, infraestructura de servicios, laboratorios y talleres, capacitación de profesores y programas de formación integral para los alumnos.

En la propuesta de Baena puede percibirse un complejo e interesante sistema de planeación en vías de alcanzar la calidad total en educación superior. Sin embargo, autores como Cano consideran que aplicar la calidad total, que es un modelo empresarial, en un centro educativo, tiene sus riesgos. Pese a ello, este autor afirma “que un centro educativo puede ser concebido como una empresa de servicios que produce educación sobre unos estudiantes, aplicando un proceso de enseñanza-aprendizaje y obteniendo servicios determinados, lo que implica hablar de rendimiento académico”. (Cano: 1998: 282)
Además de definir objetivos en la planeación institucional, Baena considera que tomar en cuenta las necesidades del mercado, permite favorecer las inquietudes de los alumnos y sus oportunidades laborales. Para ello, es indispensable que las instituciones establezcan convenios institucionales a fin de que la planta docente se actualice en los procesos de enseñanza aprendizaje con las habilidades y destrezas requeridas. Esto, necesariamente implica el desembolso de recursos humanos y materiales que las universidades realizan para alcanzar modelos de calidad total.
De Miguel, Caïs y Vaquera (2001), elabora un concepto centrado en 71 indicadores al referirse a la calidad global de las universidades. Los autores dividen operativamente los 71 indicadores en seis factores: a) de desarrollo provincial, b) estructura organizativa, c) recursos humanos y materiales, d) feminización, e) doctorado, y f) productividad. Los criterios de selección los explican de la siguiente manera: cada factor tiene aproximadamente una docena de indicadores fiables, centrales y analizados previamente, pues de esto dependerá el cálculo general de calidad. De cada factor, el análisis estadístico y correlacional permite elegir un indicador fundamental con características como: funciona mejor, mide un expectro extenso de conceptos dentro del propio factor y puede variar, más no lo suficiente entre las diversas universidades que los autores han contemplado.
          Los indicadores elegidos por dichos autores para medir la calidad global de las instituciones seleccionadas son seis:

  • Centros con carreras largas (números absolutos): una universidad de calidad no es una organización que se especialice en una o dos carreras, sino que realiza docencia e investigación básica en un amplio abanico de áreas del conocimiento: ciencias exactas, humanidades, sociales, ingenierías o carreras tecnológicas. Afirman los autores que el número de centros que contienen carreras largas pueden concebirse como indicadores de calidad. El que una universidad se defina como “buena”, “de calidad”, o de “prestigio” requiere tener más de una docena de carreras diferentes.
  • Tasas de profesorado (según el tamaño de la universidad): Radica en que la calidad depende de lo que enseñe el docente. El profesorado es un indicador indiscutible al momento de evaluar la calidad de una institución. Puede marcar la diferencia entre las universidades. La inversión en el personal docente-investigador explica la productividad de la universidad.
  • Libros de bibliotecas (por estudiante): está relacionada con la antigüedad de la institución. La universidad con mayor tiempo de haberse establecido, tendrá la ventaja de estar más equipada bibliográficamente. Incluso, afirman los autores, este indicador puede desfavorecer a las instituciones que no se dediquen a la investigación.
  • Mujeres docentes (% del total del profesorado): Una universidad que permite el acceso a hombres y mujeres en igualdad de condiciones es una universidad que además de no discriminar, aprovecha los recursos humanos que existen en el país.
  • Títulos de doctor concedidos (por cada mil estudiantes): Es preciso que una universidad investigadora generara al menos a seis títulos de doctor por mil estudiantes al año; lo que implica que es una cantidad mínima de universidades que cumplen con este requisito.
  • Estudiantes que terminan la carrera en los años justos (en % de los que empezaron): Es un indicador difícil de calcular, pues los datos son muchas veces incompletos. El que haya alumnos que suspendan o que no terminen su carrera es un indicador de mala calidad de una institución y de baja utilización de sus recursos, aseguran estos autores.

A través de los diversos indicadores, De Miguel, Caïs y Vaquera (2001), analizan cómo una institución que invierte en equipo bibliográfico, en la profesionalización del personal docente-investigador redunda en la productividad de la universidad. El aprovechamiento de los recursos humanos y materiales para lograr la eficiencia terminal de los alumnos es también de gran importancia; de lo contrario, implicaría hablar de mala calidad de las instituciones y de la baja utilización de los recursos mencionados.
          Otra propuesta que contempla la inclusión de varios componentes es la de Melia (1992). Esta autora asegura que la calidad de la educación depende de algunos factores de evaluación importantes:

  • El control y la inspección. En la inspección se contemplan estándares nacionales, regionales y locales de aprendizaje, mediante la observación del trabajo conjunto de los estudiantes y maestros. Esta herramienta genera tranquilidad a los usuarios al momento de recibir los cursos de una institución preocupada por mejorar a través del control y la inspección de la labor de su oferta educativa.
  • La búsqueda del conocimiento a través de la enseñanza, la investigación y el estudio. Se refiere al maestro que posee conocimientos actualizados de su materia, además de contar con características personales atractivas, utiliza los diversos métodos de enseñanza y tiene elevadas expectativas de los alumnos a los que imparte sus conocimientos.
  • Un sentido de orden y estructura, esto con el propósito de que los conocimientos impartidos sean cuidadosamente planeados y organizados.
  • Un compromiso máximo de la institución es captar el interés y el entusiasmo de los estudiantes.
  • Los logros, que implican el nivel de alcance de las normas establecidas, donde los estudiantes se puedan sentir satisfechos.
  • Las instalaciones, en la disponibilidad de adecuados salones de clase, así como los talleres y laboratorios que apoyen el aprendizaje.
  • El equipo y los recursos, implica contar con accesorios diseñados especialmente para la enseñanza y el aprendizaje.

El control y la inspección de la labor educativa llegan a determinar el grado de confiabilidad de los usuarios en el servicio que solicitan. A su vez, esto garantiza que la institución planea y organiza su oferta académica a través de la enseñanza, la investigación y el estudio actualizado, respondiendo a los intereses de los alumnos. En este esquema, los dos últimos aspectos resaltan el valor de los recursos, los cuales, aunque buenos en sí mismos, resultan de escaso valor al aplicarse de manera ineficiente.
Al respecto, Melia (1992) cita el caso de las universidades del Reino Unido, que para lograr buenos niveles de calidad, pretenden abolir esquemas de educación superior distintos y crear un esquema único de educación universitaria. En este país, se pretende crear una estructura única de financiamiento para todas las instituciones de educación superior a través de la presencia de un Consejo de Financiamiento que distribuirá los recursos para la educación superior, tanto para la enseñanza como para la investigación con la finalidad de obtener mejores resultados.
Arredondo (1992) entiende la calidad a través de varias tendencias modernizadoras según las cuales las instituciones de educación superior pueden lograr la calidad y excelencia académicas. Todas estas tendencias están orientadas al uso y aplicación adecuada del financiamiento.  El autor expone estas inclinaciones de la siguiente manera:

    • Un cambio en el enfoque de planeación predominante. Un proyecto estratégico es importante para orientar las acciones futuras y valorar el nivel de logro de las metas que se tienen planeadas. El enfoque estratégico exige mayor relación entre planeación, programación, presupuestación y financiamiento.
    • Una modificación gradual de los criterios de financiamiento. Los logros cuantitativos no son suficientes si no se acompañan de mejorías cualitativas. El autor menciona el caso del sistema de educación superior en México que está orientando sus prioridades a los logros cualitativos desde el financiamiento público asignando mayores recursos a proyectos universitarios que propongan alternativas sólidas para la mejora de las instituciones. Se busca que el financiamiento sea un estímulo a los logros institucionales y donde exista una buena aplicación de los recursos asignados.
    • La aplicación de estímulos diferenciales al desempeño. Este autor asegura que la motivación para buscar la calidad de la educación superior, tanto de manera individual como colectiva, está determinada por factores culturales y estructurales, así como por las condiciones concretas en las que operan los individuos e instituciones. Para ello, desde 1984, se crea el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), en el que, mediante mecanismos y criterios específicos, se selecciona y estimula a los investigadores. A través de la estrategia de revisión periódica, se logra la productividad y el interés por la superación académica.
    • La complementariedad financiera. Debido a la fuerte dependencia económica que tienen las instituciones de educación superior públicas en México hacia el gobierno federal y local, las instituciones de educación superior pretenden reforzar sus fuentes de financiamiento. Algunos intentos han consistido en celebrar convenios de colaboración con los sectores productivos, la venta de servicios y el incremento en las cuotas estudiantiles. Por citar un ejemplo, para 1987, los ingresos propios de las universidades cayeron al 2% de su financiamiento total, mientras que para 1991, representaron el 8%.
    • La conversión de las instituciones en auténticos sistemas sociales abiertos. La parte financiera ha tenido mucha relación con la apertura del sistema de educación superior. Una de las razones que propiciaron la poca credibilidad social de las instituciones fue que éstas trabajaran como sistemas sociales cerrados. En la actualidad, se habla de una mayor proyección, productividad y competitividad de las universidades donde a través de mejores niveles educativos promueven su oferta académica.
    • La influencia creciente de la tecnología. El impacto que la tecnología ha provocado en la educación ha traído consigo avances contundentes.

Un proyecto estratégico que orienta las metas y los logros que se pretenden alcanzar tanto cualitativos y cuantitativos exige mayor financiamiento. La asignación de recursos implica un estímulo por los objetivos alcanzados ya sea de manera individual o colectiva. Una mayor productividad de las universidades, también se relaciona con la correcta aplicación del presupuesto que les ha sido asignado, promoviendo así mejores niveles educativos.
Briones define la calidad a través de los programas y expone que la evaluación educativa “es un proceso que analiza el contexto socioeconómico, los objetivos, los recursos empleados, la metodología, el funcionamiento, la población y los resultados de un programa con la finalidad de obtener información de la cual se pueden derivar criterios útiles para la toma de decisiones en diversos niveles del programa y en diversos momentos de su desarrollo” (Briones: 1998:56).  
A su vez, los propósitos hacia los cuales este autor orienta la evaluación son dos: a) Monitores para la gestión de la evaluación, estos se llevan a cabo durante el desarrollo del programa. La intención es tomar medidas que influyan en su perfeccionamiento y b) Monitoreo para la generalización de la evaluación que se realizan al final del programa. Las experiencias que se obtengan de éste monitoreo podrán utilizarse en otros programas similares; de ahí lo de su generalidad (Briones: 1998).
          Briones expone que para lograr el funcionamiento de un programa es preciso partir de diferentes tipos de evaluación tales como:

  • Las internas y las externas. En las primeras, intervienen todos o parte del equipo que dirige el programa. Las externas, las realizan los especialistas que no pertenecen a dicho programa. No obstante, las dos tienen sus limitantes. Mientras que en las internas, los ejecutores carecen de objetividad, puesto ellos son quienes dirigen el programa; tienden a defender sus logros más allá de los resultados que han obtenido, o bien, no se manejan con las exigencias que los especialistas sugieren. En las externas, los especialistas en evaluación no conocen bien el programa, lo que motiva que las investigaciones y resultados no sean satisfactorios.
  • Las participativas. Colaboran tanto evaluadores externos como personal técnico del programa, usuarios y participantes. La intención es que se combinen experiencias distintas.
  • De referentes específicos o focos u objetos de evaluación. Se refiere al contexto. Se realiza el programa, sus objetivos y recursos que se emplean para realizarlo.  Por ello, es importante partir de:
    • Evaluación del contexto, se relaciona con el ambiente físico, económico, social y político en el cual se desarrolla el programa. Se comparan los objetivos del programa con las necesidades manifestadas sentidas de la población. Por ejemplo, ¿cuál es la situación económica, social y cultural que sirve de entorno a la población-sujeto?, ¿qué necesidades quedan fuera del programa? La intención de tales preguntas es ubicar el programa en una totalidad económica, social, política y cultural en cualquier nivel y en un momento determinado.
    • Evaluación de objetivos, los estados deseables de alcanzar por los usuarios del programa mediante recursos y procedimientos que se estiman adecuados.
    • Evaluación de recursos, constituidos por el personal directivo(dirección autoritaria, democrática), personal administrativo, el personal técnico(características profesionales, motivacionales) y los recursos financieros(estructura del presupuesto, gastos, control presupuestario)
    • Evaluación del funcionamiento, se refiere a todos los procesos que se desarrollan en el programa. Estos pueden ser de desarrollo y de cambio. Los de desarrollo se relacionan con la asistencia, participación, interacción, deserción del trabajo, etcétera. Los de cambio son las estrategias o métodos utilizados por el programa.
    • Evaluación de resultados o impacto del programa. Determina si el  orienta a si el programa produjo o no los cambios que se pretendían, el nivel y magnitud, la variedad de modificaciones, la producción de resultados no previstos y las consecuencias provenientes de los logros de los objetivos del programa.

Los objetivos propuestos se evaluarán de acuerdo con el cumplimiento de los mismos. Los agentes involucrados deben estar enterados de cómo se está desarrollando el programa, qué factores dificultan o favorecen su desarrollo. En opinión de Briones (1998), todo programa debe ir acompañado de su respectivo proyecto de evaluación. La población que trabaja con el programa debe conocer las características de dicho programa y en qué condiciones se encuentra la población al inicio del mismo. Los profesores discutirán qué focos serán evaluados y con qué periodicidad. Los evaluadores revisarán si el programa está completo y si los objetivos son específicos; ellos pueden determinar qué variables deben ser evaluadas. La colectividad puede valorar si la metodología existente es favorable o negativa, o aparecen procesos y resultados no previstos en el programa.
En ese sentido, un programa puede abarcar distintos aspectos: (humanos y  materiales). Debe ser aplicable a un espacio determinado, a contextos reales. Lo ideal es que un programa sea evaluado tanto por agentes internos como externos. La evaluación debe realizarse al principio y al final de su aplicación. Un programa se valora con base en logros de objetivos (claridad), mejora en la calidad de los resultados (impacto del programa) y análisis de aspectos negativos que impiden la calidad.
          Cano (1998) propone ocho pilares que sustentan la filosofía de la calidad, haciendo énfasis sobre los procesos como base de la calidad total:
 

  • El cliente es el primero. Es necesario buscar su máxima satisfacción.
  • Gestión en la mejora continúa. Mediante los constantemente de los procesos. Para ello, es necesario contrastar el rendimiento de procesos similares dentro de la organización.
  • Comprometerse y participar, cooperando en lugar de compitiendo. Esto implica perfeccionar las habilidades de cada una de las personas que trabajan y aprovechan al máximo sus capacidades.
  • El papel del líder es básico, se relaciona con el dinamismo del proceso. Esto implica que en educación los líderes escolares deben centrarse en establecer el contexto del continuo perfeccionamiento de estudiantes y profesores.
  • Una organización inteligente que aprende de sus propias experiencias, se preocupa por la acumulación de los conocimientos y los utiliza para potenciar a los individuos.
  • Tomar decisiones con base en datos objetivos. Se propone utilizar técnicas que faciliten la implantación de mejoras en el plantel, a fin de evitar asumir decisiones subjetivas que en nada favorecen el progreso del plantel.
  • Centrarse en pequeños cambios. Implica que para cambiar, es necesario centrarse en los cambios en pequeña escala.
  • Establecer un sistema de recompensas que premie el esfuerzo, esto en el entendido de que no tiene que ver necesariamente con cuestiones monetarias, sino en el reconocimiento del trabajo realizado fundamentalmente.

Quizá una de las más importantes contribuciones de esta propuesta de calidad es el análisis de los procesos – no tanto los resultados- que se sugieren para llegar a la calidad total en educación. La mejora de los procesos es la base de la calidad total dice Cano (1998). 
Schmelkes (1994) analiza la calidad a partir del plantel escolar. Desde esta perspectiva, considera que el verdadero salto cualitativo en educación depende de cada plantel, de su director y de su equipo docente. Esta autora, además de definir el concepto de calidad, analiza cómo puede lograrse la calidad en el proceso. A su vez, el proceso lo divide en tres partes: el proceso de diseño, el proceso de enseñanza y el proceso de relación escuela-comunidad y maestro-padres de familia.
En su definición, afirma que la calidad “es un concepto relativo y dinámico, es un proceso constante y permanente porque es total, y como tal está presente en todas las partes del proceso educativo” (Schmelkes: 1994:31,32). Para ello, la búsqueda de la calidad implica, necesariamente, la participación de los diversos actores involucrados en la institución. Los directivos, profesores, alumnos y padres de familia deben participar en un proceso de mejora. Son ellos los que pueden plantear las propuestas para mejorar, asegura Schmelkes.
          Esta autora define los tres tipos de proceso para incorporar la calidad en un centro educativo de la siguiente manera:
 

  • El proceso de diseño, significa que desde el principio la institución educativa define el tipo de aprendizaje que se quiere lograr, cómo se quiere lograr; es decir, desde que se define el tipo de egresado que se pretende y los aprendizajes que se esperan lograr, se está introduciendo la calidad.
  • El proceso de enseñanza es un proceso de relaciones maestro-alumno, alumno-alumno y alumno consigo mismo, elaborando estrategias de enseñanza para favorecer el aprendizaje.
  • El proceso de relación escuela-comunidad y maestro-padres de familia, significa que en la medida en que se logren las buenas relaciones entre estos actores se está contribuyendo a la calidad. (Schmelkes: 1994:33). 

Según Schmelkes, para el mejoramiento de los procesos, es necesario que se estimule la participación de los actores, de otro modo, no se está impulsando la calidad.
          Además de dividir el proceso en tres partes importantes. Estos autores sostienen que la calidad de la educación puede lograrse a través de tres factores:
 

  • El equipo docente. Todos los agentes involucrados en la calidad, el principal es el cuerpo docente. El profesor debe compartir el proyecto de calidad institucional, asumir los roles que le corresponden desempeñar y trabajar en objetivos comunes.
  • Trabajo en equipo o círculos de calidad, la finalidad del equipo es tomar decisiones y actuar en consecuencia. Sin embargo, las múltiples responsabilidades que asume el docente, en muchas ocasiones les impide trabajar de esta manera. El docente debe sentir que comparte un proyecto institucional; así es como se forman los mencionados círculos de calidad.
  • Liderazgo del director. Su labor es fundamental, él es quién dirige la institución. El director es el primero y el mayormente comprometido con el propósito de mejorar la calidad. Un director debe asumir la responsabilidad de investigar las necesidades del centro. En este sentido, se tiene que conocer cómo se están logrando los objetivos: qué niveles de aprendizaje se están logrando, conocer las condiciones y necesidades de los beneficiarios y la forma en que se está fallando en su satisfacción. Debe contemplar con qué recursos cuenta, qué falta para enfrentar el reto investigar las posibles soluciones al problema, monitorear el proceso de solución y evaluar los resultados.

La importancia que la autora concede al papel que desempeña el director en el plantel escolar, lo destaca a través de dos funciones y dos responsabilidades. Las responsabilidades son el mantenimiento y el mejoramiento. El mantenimiento implica establecer reglas claras desde un principio y asegurar que se cumplan. Para ello, el director debe lograr una importante comunicación con el equipo de trabajo, hacerles saber cuáles son los retos establecidos para llegar a los resultados esperados. El mejoramiento puede manifestarse a través de dos maneras: por la innovación, que se relaciona con el uso de la tecnología dentro del salón de clase, o por la implementación de un enfoque pedagógico novedoso, que tiene que ver con la enseñanza personalizada. Las funciones se dividen en: estimulante y de apoyo, y la función de control. La primera se refiere a propiciar el mejoramiento de las relaciones a fin de propiciar buenos resultados; la segunda está dirigida concretamente a los resultados. 
La calidad en el proceso que se busca aplicar en un plantel escolar se centra en el binomio enseñanza aprendizaje, implicados diversos actores como: directivos, maestros, alumnos y padres de familia. Ellos conocen el rumbo de la institución, las condiciones y necesidades de los beneficiarios, los recursos con que cuentan para la implementación y uso de mejores tecnologías que favorezcan tanto la enseñanza como el aprendizaje.

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