 
                 Pavez  (2005), señala que el capital es uno de los bienes más  importantes de las 
  organizaciones y forma parte de  su nueva riqueza, convirtiéndose así en uno de los factores de producción de  esta nueva economía basada en el conocimiento; es por ello que las organizaciones  se preguntan ¿Cómo se puede convertir el conocimiento en beneficio para la  empresa?. 
   Para incrementar el valor del  conocimiento, se debe crear una organización que aprenda de sí misma, ya que  con el aprendizaje se llega a una mayor innovación, creatividad y una mayor  capacidad de respuesta a los cambios del entorno comercial; esta disposición a  aprender de su propia gestión, permite aprovechar la información y el valor  humano con que cuenta. Además, las organizaciones tienen que aprender y adoptar  nuevos avances tecnológicos, para lo que se requieren sistemas de información  (transferencia de la información) es decir absorción del conocimiento. 
   Es necesario entender el concepto de  organización capaz de aprender. Una organización es un proceso formativo, o una  organización que aprende, mejora el conocimiento y la comprensión de sí misma y  de su entorno en el tiempo, al facilitar y utilizar la formación de los  individuos que comprende. Una organización inteligente sería aquella en donde  el enfoque de aprendizaje se difunda ampliamente, donde su mayor potencialidad  radique en su capacidad de aprender. 
   Tal capacidad no estará concentrada en  algún componente particular de la organización, por lo contrario, estaría  distribuida a lo largo y a lo ancho del contexto organizacional, esparcido en  forma de entes individuales con capacidades de aprendizaje: los miembros de la  organización. 
   Por eso, las funciones de aprendizaje  no pueden entenderse como propias de un sistema central inteligente (humano o  tecnológico) que cumpla el rol de cerebro, sino como producto de un sistema de  inteligencia distribuida, enfocado a la resolución de los problemas necesarios  a resolver. Un punto que no se puede olvidar es el clima y el ambiente  organizacional, el cual puede afectar tanto positiva como negativamente al aprendizaje organizacional. De hecho, las  relaciones de confianza y apoyo entre los integrantes de la organización serán  quienes establezcan el clima necesario para compartir y generar conocimiento.
   La capacidad de gestionar el intelecto  humano y en convertirlo en productos y servicios útiles se está convirtiendo a  gran velocidad en la técnica directiva esencial de está época. Como  consecuencia, se han destacado un desmedido interés por el capital intelectual,  la creatividad, la innovación y la organización que aprende, la cual día a día  ha desarrollado mecanismos y practicas que captan lo que sucede en el entorno  de la misma y permiten a los que reciben la información relacionarlas con lo  que se conocía previamente, pero curiosamente se ha prestado muy poca atención  a la gestión del intelecto profesional.
   El  auténtico profesional tiene  a su disposición un conjunto de  conocimientos, 
  una  disciplina que ha de actualizarse constantemente. El intelecto profesional de  una organización funciona en cuatro niveles, de gran importancia como lo son el  conocimiento cognoscitivo, los conocimientos prácticos, conocimientos de los  sistemas y una creatividad auto motivada debido a la volunta y la adaptabilidad  para el éxito.
   El conocimiento es tan subjetivo como  la belleza, los bienes intelectuales, como el dinero o el equipo, solo merecen  existir y cultivarse en el contexto de una estrategia. La definición y gestión de  los bienes intelectuales es posible si uno sabe que quiere hacer con ellos. Tal  como lo señala Drucker (1999: 46), “solo la organización puede brindar la  continuidad fundamental que necesita el trabajador intelectual para ser eficaz.  Solo la organización puede convertir el conocimiento especializado del  trabajador intelectual en rendimiento”.
   La organización que aprende no se hace  de la noche a la mañana. Los mayores éxitos son frutos de unas actitudes,  compromisos y procesos cuidadosamente preparados que se han ido implantando  suave y establemente a lo largo del tiempo. Sin embargo, hay cambios que se  pueden efectuar inmediatamente, toda empresa que desee convertirse en una  organización que aprende debe empezar por dar unos pasos sencillos como lo  señala Garvin (2001): El primero  consiste en fomentar un entorno favorable para el aprendizaje, es  necesario reservar tiempo  para la reflexión  y el análisis,  para meditar sobre  el plan estratégico, estudiar las necesidades de los clientes, examinar  el actual sistema de trabajo y crear nuevos productos. Otra forma eficaz  consiste en abrir las barreras y estimular el intercambio de ideas. Las  barreras inhiben el flujo de información, mantienen aisladas a las personas y  grupos y refuerzan las ideas preconcebidas. 
   Todos estos esfuerzos sirven para  derribar las barreras que impiden el aprendizaje y para elevar la consideración  del aprendizaje dentro de los objetivos de la organización, este cambio  proporciona una base sólida para establecer una organización que aprende, la  cual es una organización capaz de crear, adquirir y transmitir conocimiento, y  modificar su conducta para adaptarse a esas nuevas ideas y conocimiento. Es por  esto que la organización debe tratar de adquirir todo el capital humano que  pueda, el cual crece de dos maneras: cuando la organización usa más  conocimiento que posee su gente y cuando esta adquiere más conocimientos útiles  para la organización, para liberar el capital humano que ya existe en la  organización se deben minimizar las tareas irreflexivas, el papelero, las  rencillas internas improductivas; por lo tanto debe crear oportunidades para  que el conocimiento privado se vuelva público y el tácito explícito, ya que es  necesario tratar explícitamente y sistemáticamente con  la complejidad de  cómo la gente  usa su mente. 
   Del mismo modo, la gestión del conocimiento  así como la actitud hacia éste, están en la gente, por lo tanto sus iniciativas  se centran en la gente y luego se apoyan en las Tecnologías de Información. Por  tanto, es un proceso, una cultura y una dinámica de la organización orientada  hacia la mejora continua de su capital intelectual, la creación, desarrollo,  comunicación, diseminación y preservación del conocimiento, con el objetivo de  aplicarlo para crear mayor valor y una mayor competitividad en el mercado.
   Se debe resaltar, que la cultura del  conocimiento existe de manera innata en el ser humano. Desde los comienzos de  la humanidad, desde que los primeros hombres dibujaron en una caverna el animal  y las armas utilizadas para cazarlo, el ser humano se ha esforzado en  transferir y compartir su conocimiento a su grupo y a sus descendientes.
   En la Era del Conocimiento, muchas organizaciones  académicas no facilitan un espacio ni real ni virtual a su personal para  compartir conocimiento, tampoco disponen de mecanismos conscientes y  sistemáticos para hacer explícito el conocimiento tácito, ni para lograr que el  requerido sea demandado y obtenido en forma oportuna. 
   Las  empresas de hoy, han gerenciado su conocimiento de manera muy intuitiva e  irregular; se trata entonces, de la creación de una cultura del conocimiento y  su consolidación, mediante el diseño de estrategias que permitan la  transformación de verdaderos grupos del conocimiento, que asuman la gestión del  conocimiento como parte de su trabajo y con actitud proactiva frente al  aprendizaje, la innovación, la oferta, la demanda y la intermediación de  conocimiento. Para alcanzar las metas antes señaladas es vital ahondar en  ciertas teorías y conceptos considerados claves para aclarar el panorama con  respecto a la gestión del conocimiento y su aplicación.
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