MIGRACIÓN INTERNACIONAL, DESEMPLEO Y DERECHOS HUMANOS EN MÉXICO ANTE LOS DESAFÍOS DE LA GLOBALIZACIÓN

MIGRACIÓN INTERNACIONAL, DESEMPLEO Y DERECHOS HUMANOS EN MÉXICO ANTE LOS DESAFÍOS DE LA GLOBALIZACIÓN

Martina Rodríguez Domínguez
Emilio Hernández Gómez
Eduardo Meza Ramos

Universidad Autónoma de Nayarit

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CAPÍTULO III:

REMESAS Y DESEMPLEO EN MÉXICO

3.1 Análisis de las remesas

Se puede plantear que de acuerdo a estimaciones del Banco Mundial se ha incrementado el monto de las remesas hacia países en desarrollo de 30.4 mil millones de dólares registrados en 1990 pasó a 93 mil millones de dólares en 2003, lo que representa un incremento del 40% (García, 2007a), las remesas siempre han acompañado a la migración internacional, el incremento que registraron en años reciente despertó el interés de organismos de cooperación internacional, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), entre algunos, los cuales proponen que las remesas promueven el desarrollo económico, directamente o a través del financiamiento de proyectos productivos e infraestructura social y como reductoras de los niveles de pobreza y desigualdad (Canales, 2008).
Sin embargo, algunos investigadores no coinciden con el planteamiento anterior y argumentan que en base a los resultados de un estudio realizado por la Economic Commission for Latin America and the Caribbean (CEPAL) en once países revela que cada hogar recibe en promedio 300 dólares y en algunos casos menos de 150 dólares mensuales durante 2005, son ingresos inferiores a la línea de pobreza definida por cada país, en este sentido las remesas no pueden tener un impacto en la reducción de la pobreza (Canales, 2008),
Según los resultados de una investigación, un alto porcentaje de migrantes a medida se va integrando a la sociedad va valorando el sacrifico del envío monetario de las remesas y el proyecto original sufre una crisis (Martín, 2012).
A nivel mundial no se puede establecer una relación entre la cantidad  de  remesas  que emiten  los países y el  número de migrantes, de acuerdo con las cifras registradas sobre los envíos de remesas durante 2002, Estados Unidos era el mayor emisor de remesas en el mundo con aproximadamente 35 millones de inmigrantes y Rusia ocupaba el lugar número catorce como emisor de remesas y el segundo lugar como receptor de inmigrantes con aproximadamente 13 millones de personas (Leite, et al., 2010), no se puede determinar que, los países en vías de desarrollo, registran los más altos ingresos por remesas, algunos países que envían remesas y otros que reciben las remesas comparten niveles semejantes de riqueza, por ejemplo, Australia, India, México, España y Canadá tienen un Producto Interno Bruto dentro de un rango de 400 y 700 mil millones de dólares, por lo cual es difícil establecer una relación de recepción de remesas y riqueza  (Leite, et al., 2010).
Si los flujos migratorios son eminentemente laborales, entonces los envíos que realizan los migrantes representan un fondo salarial, diferenciado de otros ingresos porque es canalizado por transferencias internacionales como ahorro externo de acuerdo a la nomenclatura contable, aunque difiere de ser ahorro (Canales, 2008).
El patrón migratorio México–Estados Unidos implica el flujo de recursos económicos e ingresos denominados remesas que son enviadas por los migrantes desde Estados Unidos (Canales, 2005).
Las remesas familiares como la contraparte de la migración internacional son consideradas un elemento importante en el ingreso de hogares rurales, por lo cual se plantea que las remesas y la migración internacional de trabajadores son los dos fenómenos de gran peso en la economía mexicana (Yúnez y Mora, 2010). Además se argumenta que los ingresos por envíos de remesas dependen en gran medida del comportamiento del patrón de los movimientos demográficos considerando las políticas económicas internacionales (Morales, 2009). 
En algunos casos las remesas son la principal fuente de ingresos de los hogares receptores, por lo que el empleo de estas transferencias de carácter salarial es igual a los de cualquier otro salario, aunque en promedio el ingreso de estos hogares es inferior a los que no perciben remesas (Martínez, 2008), de acuerdo al empleo de las remesas se plantea que en México según los resultados de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México (EMIF Norte), durante el periodo de 2000 a 2009, de cada diez dólares de remesas familiares, más de ocho se destinaron a satisfacer necesidades básicas del hogar  (Leite, et al., 2010), pero se debe considerar que las remesas familiares son recursos externos que llegan directamente a los beneficiarios, son ingresos que llegarán a donde la cooperación internacional muy difícilmente llegará, pero estos envíos no son capaces de incrementar el ingreso familiar por encima de los niveles de pobreza, no son las regiones con los más altos índices de pobreza  las que más remesas reciben, ni  son los más pobres los que migran (García, 2007a) porque migrar tiene un costo económico  y además, los mercados laborales son selectivos (Castillo, 2000).
Se puede apreciar que los efectos de las remesas familiares son significativos en  las zonas donde el nivel de marginación es alto, lo que se traduce en un mejoramiento en la calidad de vida de la población, aunque existen dos posturas sobre el tema de las remesas, por un lado quienes destacan sus efectos positivos y por otros los efectos negativos de las remesas familiares (Morales, 2009). 
En este sentido diversos planteamientos en la literatura destacan que las remesas son una fracción del ingreso salarial de los trabajadores migrantes y que potencialmente combaten la pobreza y promueven el desarrollo económico en los lugares de origen de los migrantes (Canales, 2008),
La tendencia de la población mexicana indocumentada de 2000 a 2007 en Estados Unidos desaceleró su crecimiento en 2008, también las remesas que se reciben en México desde los Estados Unidos presentan una disminución según información del Banco de México  (Alarcón, et al., 2008).
Por otra parte, los factores que explican la disminución de las remesas enviadas a México desde los Estados Unidos son el tipo de cambio y el  desempleo, la variable que explica las variaciones de las remesas en el corto plazo es el tipo de cambio (pesos por dólar), cuando el dólar aumenta las remesas se incrementan y disminuyen si el tipo de cambio se reducen; en el largo plazo, la trayectoria se determina por el empleo de los migrantes en Estados Unidos, cuando aumenta el empleo de los migrantes mexicanos mandan más remesas, cuando el empleo se reduce los envíos de remesas disminuyen, algunos factores que han influido en la disminución del empleo son las sequías en algunos estados norteamericanos y las políticas antiinmigrantes (BBVA, 2012).
En un corto plazo, México está marcado por un patrón de escaso crecimiento, la economía experimenta una aguda contracción económica y una disminución de ingresos de remesas del exterior. En Estados Unidos de América la fuerte caída de la demanda de trabajadores migrantes ha frenado la continuidad del fenómeno migratorio, aunado a los pronósticos de que la economía mexicana apunta hacia una débil recuperación e insuficiente patrón de crecimiento (Alba, 2010). El 67% de los hogares receptores de remesas se encuentran principalmente localizados en zonas rurales que han sido caracterizadas por una situación estructural de vulnerabilidad social y precariedad económica, entonces los hogares receptores de remesas se localizan en municipios con precarias condiciones de vida en términos de grado de marginación y desarrollo humano (Canales, 2008).
Después de los incrementos que registraron las remesas en México durante  los años de 2000 a 2007, la tendencia parece estancarse e inclusive revertirse, lo que al parecer está asociado a la pérdida de dinamismo de la emigración de mexicanos hacia los Estados Unidos (Leite, et al., 2010).  
La reciente disminución en los ingresos por remesas que México recibe desde Estados Unidos, es otra consecuencia de la crisis financiera norteamericana y afecta a hogares urbanos y  rurales que reciben remesas, aunque los más afectados son los del medio rural, según estimaciones del Banco de México (Figueroa, Ramírez, González y Espinosa, 2012).
En la figura número 6 se muestra  la proporción de las remesas anuales recibidas en México respecto al Producto Interno Bruto (PIB), lo cual  refleja la magnitud con la que los recursos del exterior entran a la circulación de la economía y por ende, muestran la probable dependencia de la economía de las los ingresos por remesas familiares en México (Leite, et al., 2010). La gráfica y la proporción fueron calculadas por el Consejo Nacional de Población (CONAPO), durante del periodo de 1995-2009, el comportamiento de la proporción de los ingresos por remesas respecto al Producto Interno Bruto de México, muestra una primera etapa caracterizada por  un ritmo de crecimiento ligero durante los años de 1995 1.1%, a 1996 1.1%, 1997 1%, sobresale ligeramente la proporción del año de 1998 1.2%, 1999 1%, 2000 1%, pasa a una siguiente etapa de un crecimiento moderado durante los años de 2001 1.3% y 2002 1.4%, posteriormente se registra un incremento acelerado en 2003 2.1%, sigue la tendencia en 2004 2.4% y en 2005 2.6% y alcanza la proporción máxima de la participación de las remesas en el Producto Interno Bruto (PIB) en 2006 2.7%, el siguiente año registra una drástica caída en 2007 2.5%, (cuando las remesas alcanzaron su máximo histórico con 26 mil millones de dólares solo representaron 2.5% del porcentaje del PIB, la cúspide de la relación de las remesas sobre el PIB no coincide con el punto máximo de las remesas en 2007 ni con el PIB en 2008.1 ), continúa su disminución en 2008 2.3% y presenta una ligera recuperación de crecimiento en 2009 2.4%; sin embargo, en México los ingresos por remesas como porcentaje del Producto Interno Bruto se consideran relativamente bajos, aún en periodos con altos ingresos por remesas es mucho menos importante que en otros países, en Honduras 19%, El Salvador 16% y Haití 15%, la proporción de las remesas respecto al Producto Interno Bruto es relativamente mayor  (Leite, et al., 2010).

En México, las crisis y el crecimiento económico no han causado efectos iguales en todo el territorio, durante el periodo de 1993 a 2004, algunas entidades federativas crecieron menos y otras crecieron más que el promedio porque la distribución de recursos y de población están distribuidos de manera diferente (Yúnez y Mora, 2010).  En este sentido, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en 1998 planteó que el crecimiento desequilibrado en México ha sido ocasionado por ineficacia administrativa, lo que representa problemas sociales para el gobierno por las condiciones de pobreza y desigualdad social que vive la población mexicana y que provocan el fenómeno expulsor de fuerza de trabajo hacia el extranjero como una alternativa de subsistencia y fuente de ingreso (Morales, 2009).
El gobierno mexicano durante la década de los noventa fortaleció la política pública frente a la migración, destacando el notable valor de las remesas y su contribución a la economía mexicana regional y local  (Alba, 2009).
Desde el enfoque sociológico y antropológico la migración permite enlazar los lugares de origen de los migrantes con los lugares de destino  y las remesas en este contexto permiten sostener las relaciones familiares (Canales, 2008), los ingresos por remesas no van a combatir la pobreza en México ni van a generar desarrollo, pero sin los ingresos de remesas, los hogares en la zona rural serían mucho más afectados por la pobreza  (Leite, et al., 2010).

1 Según los resultados encontrados  durante 2008 y 2009 la disminución de 16% de las remesas y en la relación entre remesas y PIB se muestra una recuperación que se explica por la paridad cambiaria peso-dólar, el tipo de cambio anual en 2008 fue de 11.14 pesos por dólar y en 2009 13.51 pesos por dólar, la variación de 21.3%  es la que amortigua la caída de las remesas  (Leite, et al., 2010).