MIGRACIÓN INTERNACIONAL, DESEMPLEO Y DERECHOS HUMANOS EN MÉXICO ANTE LOS DESAFÍOS DE LA GLOBALIZACIÓN

MIGRACIÓN INTERNACIONAL, DESEMPLEO Y DERECHOS HUMANOS EN MÉXICO ANTE LOS DESAFÍOS DE LA GLOBALIZACIÓN

Martina Rodríguez Domínguez
Emilio Hernández Gómez
Eduardo Meza Ramos

Universidad Autónoma de Nayarit

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2.4 La situación en la frontera México-Estados Unidos

La frontera entre México y Estados Unidos se define como un espacio geográfico caracterizado por intensos flujos migratorios y dinamismo económico, el crecimiento demográfico en las principales ciudades de esta zona ha sido el más alto de México (Cruz, 2012), las ciudades fronterizas del norte de México se han caracterizado por el arribo de migrantes procedentes del interior de la república, en menor cantidad por población proveniente de otros países, que pretenden cruzar la frontera hacia Estados Unidos para ir en busca de un empleo que les proporcionara una mejor calidad de vida y por otros migrantes que retornan a México, de acuerdo con información proporcionada por el Censo General de Población y Vivienda del año 2000 la frontera norte de México registró altas tasas de migración. Como consecuencia de la disminución de la migración recientemente los estados de la frontera norte de México que anteriormente fueron expulsores de migrantes hacia Estados Unidos, actualmente han registrado una disminución en sus tasas de crecimiento migratorias (Mendoza, 2006). Anualmente la frontera de México y Estados Unidos registra millones de cruces que están asociados a corrientes migratorias de personas que intentan establecer su residencia o trabajar en territorio norteamericano, en este sentido, el movimiento migratorio de mexicanos responde a factores económicos, sociales, culturales y demográficos, entre los que se destaca el crecimiento demográfico de la población mexicana y la incapacidad de la economía mexicana para absorber el excedente de fuerza de trabajo, en estas circunstancias si en Estados Unidos los empleadores no contrataran fuerza de trabajo migrante la migración no existiría o no continuaría (Tuirán y Ávila, 2010).
El flujo de migrantes mexicanos hacia Estados Unidos fue impulsado por las contrataciones de mano de obra migrante, el aumento en los requerimientos de trabajadores obligaron a terratenientes y empresas a recurrir a contratistas para reclutar mano de obra en la frontera o en los estados de México; por otro lado, la Revolución mexicana dejó miles de refugiados en Estados Unidos y la entrada de Estados Unidos a la primera Guerra Mundial generó el aumento de la migración internacional, según cifras proporcionadas por el  informe anual del comisariado general de inmigración del gobierno norteamericano; los datos censales muestran un aumento considerable en la población de inmigrantes en esa época, de acuerdo a registros proporcionados por la Office of Inmigration Statistics  (Tuirán y Ávila, 2010).
Algunos investigadores sostienen que la migración internacional en México responde principalmente a factores recíprocos de naturaleza económica, social, cultural y demográfica que existen en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos (Tuirán, Partida, y Ávila, 2000). Otros discursos plantean que la migración internacional entre México y Estados Unidos debe considerarse como permanente por la vecindad geográfica y la creciente asimetría económica; además, los intercambios entre estos dos países, hacen inevitables los desplazamientos de flujos de migratorios (Tuirán, 2000).
La política norteamericana ha centrado su prioridad en los objetivos de seguridad nacional con restricciones crecientes a los flujos migratorios, por un lado incremento el  fortalecimiento en las políticas norteamericanas y  por otro   reforzó  la vigilancia en la frontera para contener la migración de flujos de indocumentados (Castillo, 2010 y Mendoza, 2006).
La tendencia norteamericana de definir a los migrantes como responsables de los males sociales ha generado el resurgimiento del racismo e intolerancia que conducen a actos de violencia; como consecuencia, los sectores del gobierno y la sociedad norteamericana han demandado detener la migración indocumentada reforzando la vigilancia en la frontera y construyendo muros, pero los esfuerzos y medidas para contener la migración han fallado  y han contribuido a generar inseguridad y violencia en la frontera (Tuirán, 2000).
Actualmente, la correlación entre migración y seguridad nacional en los países desarrollados, proyecta el aspecto negativo de la migración en los países de destino y conlleva a reforzar el control en sus fronteras; sin embargo, la experiencia demuestra que las restricciones fronterizas son insuficientes ante la demanda de fuerza de trabajo indocumentada en las economías desarrolladas (Giorguli, Gaspar y Leite, 2007).
Para el gobierno de la Casa Blanca de Estados Unidos la migración es un asunto de seguridad porque detrás de los migrantes puede haber grupos ligados a terroristas, los presupuestos para reforzar la seguridad en la frontera han ido en aumento, su expresión máxima fue a partir de los atentados de Septiembre del 2011 (Villafuerte, 2006), en el intento por vincular la violencia con el fenómeno migratorio, incrementó la represión o eliminación de la condición de ilegal a los extranjeros  (Castles y Miller, 2004).
En las esferas políticas de Estados Unidos, el tema de la migración internacional se ha visto afectado durante este siglo por la inseguridad, después de los atentados del 2001, el tema de la seguridad nacional ha llegado a ocupar un lugar importante, se implementaron medidas de seguridad en las fronteras para evitar la entrada de terroristas, el aumento en las restricciones fronterizas entre México y Estados Unidos ha llevado a los migrantes a buscar nuevas opciones  para ingresar a territorio estadounidense y ha impactado a la circularidad de los flujos migratorios y los regresos de los migrantes a sus lugares de origen se vuelven más esporádicos (Herrera-Lasso, González y Rocha, 2009).
Los atentados terroristas del 11 de Septiembre del 2001 afectaron a la migración internacional, porque los que efectuaron este hecho eran extranjeros (Castles y Miller, 2004), después de los atentados el gobierno norteamericano enfocó su atención en el combate al terrorismo que se expresó en el aumento en las restricciones a la inmigración, aprobó la creación del Homeland Security Department y esto representó el abandono de la tolerancia en materia migratoria (Tuirán, 2006).  
El aumentado en la vigilancia fronteriza desvió a los migrantes mexicanos indocumentados a intentar cruzar la frontera hacia Estados Unidos  por lugares más lejanos y peligrosos, por otra parte la Patrulla Fronteriza expandió sus operaciones geográficamente y aplicó operaciones adicionales en otros sectores (Massey, Durand y Malone, 2009). Aunque la mayor vigilancia fronteriza aumentó las aprehensiones de migrantes, no desalentó los intentos de cruzar la frontera  (Tuirán y Ávila, 2010).
Las negociaciones sobre el tema de migración entre México y Estados Unidos se cancelaron y se borraron de manera definitiva de la agenda del dialogo, después de los atentados terroristas para el gobierno norteamericano las prioridades cambiaron y colocaron el tema de la seguridad nacional en el centro de las preocupaciones (Délano y Serrano, 2010).
El efecto de la aprobación de las leyes y los programas restrictivos de Estados Unidos, fueron implementados porque se consideraba la posibilidad de que los terroristas se infiltraran a territorio norteamericano entre el flujo de indocumentados (Herrera-Lasso, 2010).
Entonces, la aplicación de las leyes fronterizas norteamericanas en la frontera con México estuvieron más relacionadas con la inseguridad, que con el aumento en el volumen de la inmigración indocumentada o el cambio en la naturaleza de la inmigración de mexicanos (Massey, Durand  y Malone, 2009).
En Estados Unidos los resultados obtenidos en el incremento de la vigilancia en la frontera con México para contener la migración de indocumentados, no parecen ser los esperados y en México, los traficantes de indocumentados buscan nuevos mecanismo de evasión de los controles migratorios, las nuevas opciones para ingresar a territorio norteamericano  han impactado a la circularidad de los flujos migratorios y los regresos de migrantes a los lugares de origen se vuelven más esporádicos (Castillo, 2010 y Herrera-Lasso, González Rocha, 2009).
En las últimas décadas el cambio en la política migratoria norteamericana se orientó a reducir la migración indocumentada mediante el incremento de vigilancia en la frontera, pero el cambio en la política tuvo el efecto no esperado, se incrementó la migración permanente y el ingreso de nuevos migrantes mediante la reunificación familiar, por otra parte la criminalización de la migración y las deportaciones, aumentan la vulnerabilidad de los migrantes mexicanos y limita las opciones de una gradual integración socioeconómica  (Giorguli y Leite, 2010).
El endurecimiento de las políticas norteamericanas antiinmigrantes en la frontera de Estados Unidos con México a partir de los atentados del 11 de Septiembre cuestionó la libertad de movimiento del acuerdo comercial TLCAN entre los países de Estados Unidos Canadá y México (Délano y Serrano, 2010).
Como resultado del gradual incremento en el control fronterizo norteamericano aumentó el número de devoluciones o deportaciones, los obstáculos para migrar sin documentos son cada vez mayores y la disminución en el volumen de migrantes indocumentados de México hacia Estados Unidos es cada vez mayor (Cruz, 2012).

A lo largo de la historia, la migración internacional de la población mexicana  que se dirige hacia Estados Unidos, en diferentes contextos ha articulado la oferta de trabajo en México con la demanda de fuerza de trabajo en diversos sectores de la economía norteamericana (Canales, 2005). Aunque se reconoce actualmente que los migrantes mexicanos en su mayoría indocumentados en Estados Unidos se enfrentan a cada vez menores oportunidades de progresar (Ibarra, 2003).