INVESTIGACIONES Y EXPERIENCIAS EN ECONOMÍA SOLIDARIA: MÉXICO-COLOMBIA

INVESTIGACIONES Y EXPERIENCIAS EN ECONOMÍA SOLIDARIA: MÉXICO-COLOMBIA

Ramón Rivera Espinosa (Coordinador)
Universidad Autónoma Chapingo

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CONTEXTO HISTÓRICO DE LA EMPRESA MEXICANA

María Isabel de la Garza Ramos
Universidad Autónoma de Tamaulipas
igarza@uat.edu.mx
José Melchor Medina Quintero
Universidad Autónoma de Tamaulipas
jmedinaq@uat.edu.mx
José Guillermo Díaz Figueroa
Universidad Autónoma de Tamaulipas
gdiaz@uat.edu.mx

Resumen

La empresa, como una organización diferente de sus propietarios, ha existido en el tiempo, en cualquier lugar del mundo, y lo sucedido en su transcurrir en cada lugar particular la ha afectado de una u otra forma. El estudio tiene como objetivo profundizar en el conocimiento de la empresa visto desde la óptica de su desenvolvimiento histórico desde el período prehispánico hasta el siglo presente. Para lograrlo, se presentan los sucesos más relevantes de la historia de México en relación a la misma. Se divide el trabajo en seis etapas: primero se analizan los antecedentes históricos del período de la Independencia, después el lapso de 30 años conocido como El Porfiriato, a continuación el período de la Revolución y su etapa posterior que abarca del año 1910 a 1940, enseguida se estudia la etapa de 1940 a 1970, finalmente, se abordan los tiempos modernos de1970 a nuestros días.

Palabras claves: Empresa familiar, Historia de la empresa, empresa mexicana

Introducción
La evolución de las empresas está ligada al avance histórico de los pueblos a los que pertenecen. Las empresas surgen como respuesta a las necesidades económicas y sociales de la humanidad en cada una de sus etapas, que Rodríguez Valencia (2002) resume de la manera siguiente:

  1. El concepto de capital, restringido a objetos y mercancías, en las que predominaba el trueque y se inicia la aparición de mercados como lugares permanentes de intercambio.
  2. La aparición del dinero en forma de metales que se utilizan para efectuar las transacciones, y con ello se empiezan a llevar a cabo registros, pago de contribuciones y cálculos de las pérdidas y ganancias.
  3. La aparición de los valores fiduciarios, las instituciones financieras y los títulos financieros que representan dinero.

En México estas etapas se dan en las épocas prehispánicas y de la Colonia. En el epígrafe siguiente se abordan brevemente estas etapas como un antecedente de las diferentes épocas que se mencionan en el índice del presente capítulo. 
En esta ponencia se presenta el contexto histórico mexicano de la empresa. Se presentan los antecedentes prehispánicos, los del tiempo de la Colonia, la etapa de la Independencia, seguido de los 30 años conocidos como el Porfiriato, el período de la Revolución y sus años posteriores y de la época de la industrialización hasta nuestros días; por último se presentan las conclusiones de nuestro trabajo.
Antecedentes
Las fuentes primarias de la vida económica y social de México van más allá de la época de la Colonia. Antes de la llegada de los españoles existía una vida social y económica activa, ordenada, próspera, con fuerte influencia de una religión propia y de una cultura acendrada, con situaciones de poder y de dominio. Todo esto cambiará con la llegada de los conquistadores, sin embargo el indio y el español deberán adaptarse a una nueva vida de la que nacerán sociedades, religión y culturas diferentes y nacerá también un concepto diferente de mercado. El mundo indígena tendrá una parte sumamente importante en la conformación de la cultura social, económica y política de la nueva nación y tenderá a resurgir en un momento dado en las diferentes épocas del país (Bonfil, 1987).
En México, como en todos los territorios conquistados por España, la vida económica estaba sometida a los intereses de la Metrópoli. Se consideraba a las colonias como fuentes de aprovisionamiento de productos agrícolas y minerales sobre los cuáles España tenía el total arbitrio de determinar qué se cultivaba y qué se extraía, y la mayor parte de ello se conducía allá. Había una política monopolística y el reparto de tierras se hacía entre los colonos como lo determinaba España. Brading (2004) afirma que los mercados más amplios y productivos se encontraban en el norte, sobre todo en minas y ganado.
Según Jacobo (1989) el período comprendido entre la Colonia, la Independencia y la Revolución puede dividirse en tres etapas:

  1. El Estado absolutista borbónico, que abarca de 1750 a 1810, y que se caracteriza por un intervencionismo en todos los asuntos de la Colonia, un poder centralizador, y la inexistencia de una política de fomento empresarial.
  2. Estado en formación, inestable y descentralizado, que va de 1810 a 1880. Época a la que se le ha llamado ‘de la anarquía’ por carecer el país de un poder central. Este período se caracteriza por una inestabilidad política y la fragmentación del poder. Respecto al fomento empresarial sólo se dieron intentos de generar una política al respecto, sin lograrlo, con excepciones como la constitución del Banco de Avío, y ciertas acciones de proteccionismo de tipo tributario. Se acentúa la regionalización por la propia situación geográfica y la falta de medios de transporte y de comunicación.
  3. Estado consolidado y centralizador, que abarca de 1880 a 1910, que alcanza con Porfirio Díaz un alto nivel de poder y centralización en todo el país y en todo nivel social y económico. Se inicia una política de fomento empresarial dirigida hacia el crecimiento y la abundancia de compañías bajo un régimen legal bien organizado y moderno, se auspicia la construcción de medios de comunicación para enlazar eficazmente las diversas regiones del país, se propicia su incorporación a la economía mundial y se abren las puertas decididamente al capital del exterior, logrando la estabilización y el fortalecimiento del mismo.

Luna y Tirado en Jacobo (1989), por su parte, dividen los antecedentes de la política estatal en tres etapas, como aparece a continuación:

  1. 1750-1821, etapa en la que prevalece el Estado absolutista de la dinastía Borbón, que se identifica con una política estatal centralizadora y una intervención directa en las colonias. En esta etapa se desalienta todo tipo de industria que entre en competencia con la Metrópoli y se alienta, en cambio, la minería, no hay por lo tanto ningún fomento a la industria, ni formación alguna de tipo burgués.
  2. 1821-1889, en este período entran en pugna los diversos bandos ganadores, hay descentralización del poder, inestabilidad política, fragmentación, aparecen intentos aislados y circunstanciales de fomento a la industria, pero de manera errática y contradictoria, algunos actos de proteccionismo más bien derivados de necesidades fiscales y un aislacionismo de ciertas zonas. Se inicia un proceso de formación de una burguesía que surge de la sociedad y no del Estado.
  3. 1880-1910, en esta tercera fase el Estado estaba en manos de Porfirio Díaz1 , quien ostenta un alto grado de poder y control centralizador, realiza un fomento fuerte a la industria con fines de crecimiento y modernización, emite regulaciones que favorecen la incorporación de México a la economía mundial, abre las puertas al capital internacional e impulsa a la clase dominante como grupo social que privilegia y que empieza a dominar la actividad económica del país: la pequeña burguesía, proveniente de sectores acomodados cuya posición económica y social la había logrado por muy diversas vías, legales e ilegales, de acumulación de capital, entre ellos: terratenientes, mineros, comerciantes, industriales, financieros y la alta burocracia civil y militar en el poder.

De esta forma, puede observarse que en la Colonia, esto es, durante tres siglos, sucederán transformaciones de todo tipo que irán conformando las bases de una nueva nación independiente. En el Cuadro 1 se presentan aquellas que afectarán a la cultura social y económica de la nación y que ayudan a entender lo que será después la vida empresarial mexicana que se caracteriza por su regionalización y por ciertos elementos distintivos muy propios.
El período de la independencia
Son varios los acontecimientos que dieron lugar a la lucha por la independencia de México, entre ellos el descontento de los distintos sectores sociales de la Nueva España, la abdicación del Rey a favor de su heredero y la entrega del reino a los franceses, la cada vez más poderosa idea de la elite criolla de autogobernarse, y la adquisición de un nuevo estatus y con ello de un sentido de identidad propia de mestizos y mulatos del que antes carecían. De esta forma el proceso independentista adquirió un carácter pluriétnico y multisocial, en el que criollos, mestizos, indios y las distintas castas coincidieron. En el Cuadro 2 se presentan las condiciones que prevalecieron en esa época.
Una vez independiente, el país, no reorganiza de inmediato su estructura socioeconómica, los terratenientes conservan sus posesiones, la economía se desarrolla muy lentamente, sin embargo, se anulan ciertas restricciones comerciales y se abre al comercio exterior. La industria principal sigue siendo la minería. En la industria de transformación resalta la empresa de hilados y tejidos y, en menor medida, manufacturas y talleres artesanales, éstos últimos con la participación de toda la familia.

Hernández Chávez (2000) afirma que la manufactura, la agricultura y la minería, son los factores que vienen a conformar la industria de la nueva nación, las que se diversifican por regiones, adquiriendo fuertes rasgos autonómicos, no sólo en la producción, sino también en el comercio y en la organización regional e interregional, manteniéndose así a lo largo de gran parte del siglo XIX, en razón del estado incipiente del transporte y la comunicación.

En las diferentes áreas geográficas en las que se divide el país, la aparición de la burguesía es similar, las familias notables que provienen de la Península se adecuan a las diversas circunstancias históricas y las aprovechan en su propio beneficio, terminando por asimilarse a la nueva nación. Jacobo (1989:34-35) dice al respecto:
En México el proceso de formación de la burguesía arrancó claramente y como fenómeno de gran relevancia, poco antes de mediados del siglo XIX, cuando los sectores ya aludidos [se refiere a elementos distinguidos de la clase dominante que son propietarios de medios de producción] invirtieron sus capitales, o parte de ellos, en la creación de fábricas textiles de lana y sobre todo de algodón, incorporando maquinarias y técnicas modernas importadas de países avanzados industrialmente.
Balmori et al. (1990), en un estudio del noroeste mexicano estudió cuatro generaciones de estas familias de notables, desde el período borbónico de fines del siglo XVIII hasta inicios del siglo XX. Las características estudiadas de este grupo muestran una visión del mundo uniforme, una flexibilidad económica y ocupacional que les permite acomodarse a las circunstancias imperantes y la formación de redes familiares entre ellas, por medio de alianzas matrimoniales de conveniencia.
El porfiriato (1876-1911)
Hay una etapa cuya comprensión es clave para entender el desarrollo económico y social de México de fines del siglo XIX, en la que, por primera vez, desde la Independencia, se tuvo la estabilidad necesaria para tomar decisiones importantes que trajeran cierta tranquilidad que permitió florecieran empresas nacionales y extranjeras, pero que, debido también a los  desequilibrios e  injusticias que tuvieron lugar en la misma, desembocó en una revolución social trascendente que cambiaría la vida política del país. A esta controvertida etapa de la vida de México se le conoce con el término de “Porfiriato” y abarca más de treinta años. Hansen (1971:174) afirma al respecto:
El sistema político que contribuyó intensamente al surgimiento de la estabilidad política y el desarrollo económico, fue establecido por primera vez durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911).
En este lapso crece de manera importante la minería, iniciándose la industria metalúrgica, sobre todo en plata, plomo y cobre. Otra rama muy desarrollada es la de textiles, y como motor impulsor del crecimiento se inicia en gran escala la construcción de vías férreas, que en 1860 abarcaban tan sólo veinticuatro kilómetros. La incursión de capital extranjero toma gran importancia, teniendo la visión de diversificarla para evitar la invasión del capital estadounidense, permitiendo así la entrada del europeo.
Es importante recalcar que el proceso de florecimiento económico de la época porfirista se da, a su vez, en el marco de un ciclo económico expansivo en el orden mundial que le favorece enormemente. A la vez, la riqueza de recursos y la estabilidad lograda, atrae el capital tanto de Europa como de Estados Unidos de Norteamérica que se aúna al de los nacionales notables que se habían enriquecido en las épocas anteriores de nuestra historia.
En cuanto al aspecto socio cultural debemos hacer notar, que ya para la época del Porfiriato habían ido desapareciendo ciertos grupos sociales como los esclavos, y reduciéndose otros como las comunidades indígenas, y los propietarios y operarios del artesanado textil. Asimismo fueron surgiendo en su lugar otros actores sociales como la burocracia civil y militar, los rancheros, los asalariados y, muy importante, se inicia la conformación del grupo burgués. Otros sectores, en cambio, lograron sobrevivir, como los propietarios tradicionales y operarios varios (Jacobo, 1989).
Hansen, (1971), menciona tres factores cruciales que explican  el paso del estancamiento del período Independiente al crecimiento del Porfiriato:

  • La estabilidad política. Mientras que en los primeros cincuenta años del México independiente hubo más de cincuenta gobiernos con treinta diferentes presidentes, de 1876 a 1911 únicamente gobernaron dos: Manuel González de 1880-84 y Porfirio Díaz 1876-80 y 1884-1911.
  • La fuerte inversión extranjera, tanto europea como estadounidense, que favorece los factores productivos y alienta al comercio exterior
  • La construcción de medios de transporte, sobre todo el ferrocarril con lo que se hicieron más eficientes los factores de producción y distribución, se enlazó el país con el del norte y se pusieron a trabajar capitales que estaban antes ociosos al diversificarse la economía nacional.

Anda (1999: 20-21), por su parte, divide en dos fases la transformación económica y social de México durante dicho período:

  • Una etapa de pacificación (1877-1896) que incluye el período gubernamental de Manuel González (1880-1884), durante el cual se renegocia la deuda externa e inicia el crecimiento económico.
  • Una etapa de estabilización e inicio del movimiento revolucionario (1896-1910) que termina con el exilio del Presidente Díaz en 1911, al renunciar a su sexto período presidencial.

Es muy común el hecho de considerar la etapa porfirista con una sola óptica, la positiva, como una solución muy favorable al país, que lo sacó del estancamiento y lo salvó de la invasión completa de los Estados Unidos. Pero también existe una visión muy negativa, que se centra en la injusticia, la explotación del más débil, la prolongación en el poder y el desequilibrio marcado favorable a la inversión extranjera y a los grupos poderosos económicos.
Persista una visión sobre la otra, o prevalezca un punto de vista neutro, lo cierto es que en ese largo período se establecieron las bases para un empresariado consolidado. La infraestructura, las comunicaciones, el desarrollo económico, y la aparición de instituciones financieras sólidas, contribuyeron a que el mundo empresarial se viera favorecido de forma notable.
Podemos observar la dualidad de las acciones emprendidas, las acciones positivas tendientes a reordenar el país, buscar la reconciliación y pacificación de los diversos actores sociales y acrecentar las inversiones de una manera equilibrada para preservarlo de las ambiciones expansionistas de los países fuertes de la época, por un lado, y por el otro el costo social de estas acciones, que tuvieron que pagar las clases medias y bajas que se vieron desprotegidas hasta caer en la ilegalidad de un pueblo explotado, empobrecido, sometido, que acabará en el estallido revolucionario.
En ese intervalo el empresario se sintió seguro, tuvo confianza en el gobierno, en la prosperidad económica, las ventajas legales y en la paz social que le ofrecía, por lo que se abocó a aprovecharla con grandes inversiones y construyendo florecientes empresas.
En cuanto al aspecto empresarial, para inicios del siglo XX ya existía un pequeño pero bien desarrollado grupo dominante de la actividad económica que ocupaba una posición muy destacada de la clase dominante.
Los mismos participantes en el gabinete de la presidencia de Don Porfirio Díaz acabaron convirtiéndose en grandes empresarios, a través de sociedades anónimas, conformándose, en opinión de Basave (2001:39): “una verdadera oligarquía nacional”.
Una de las regiones más estudiadas que nos sirve para describir el surgimiento y desarrollo del capitalismo en México, es la del Noreste de la República. La burguesía se integra por un número limitado de familias que, según diferentes historiadores, van de diez a doce, en la zona de Monterrey, Nuevo León. En el cuadro 4 se observan las características imperantes en dos períodos en los que se divide el Porfiriato en México.
Respecto a los empresarios en este período, el Presidente Porfirio Díaz dejó intactos los derechos de los antiguos criollos conservadores, así como sus intereses económicos, ofreciéndoles, además, una estabilidad propicia para sus negocios y devolviéndoles su preeminencia social anterior a la época liberal. A los criollos moderados y a los nuevos inmigrantes europeos les beneficiaron las políticas económicas del Porfiriato: subsidios, exenciones de impuestos, monopolios y otros incentivos que les permitieron iniciarse como nuevos empresarios en el país (Hansen, 1971).
En cuanto al capital extranjero, nos dice Basave (2001), se concentró primordialmente en los ferrocarriles, la minería y la banca, pero participando también en la industria manufacturera llegando a controlar, para 1910, el 72.5% de ferrocarriles, el 76.5% de la banca, el 87% de la industria eléctrica, el 98.2% de la minería y el 100% del petróleo. Los capitales que predominaban eran estadounidenses, alemanes, españoles y franceses.
Respecto al mercado, el crecimiento acelerado de exportaciones superó por mucho a lo que podría colocarse en un mercado interno muy limitado, con productos nacionales de menor calidad y con pocas posibilidades de competir con productos similares del exterior. 
La concentración de capitales en tres sectores: ferrocarriles, minería y banca dio lugar a que las empresas más grandes fueran de esos giros, aunque algunas también se localizaron en el sector industrial y aunque muchos de estos capitales eran de origen extranjero, Basave (2001) aclara, que una parte de ellos residieron finalmente en México de manera permanente durante ese período, así como otros vinieron con sus capitales de su país de origen para asentarse definitivamente en México. Se destaca también la fundación de grandes empresas regionalizadas por alianza de capitales y matrimoniales, ejemplo de ello es la Compañía Industrial Lagunera, en 1898, con capitales de Monterrey, Chihuahua, Saltillo y Durango. La absorción de empresas pequeñas por las mayores del mismo ramo, es otro aspecto a sobresaliente. Este caso lo tenemos en la industria textil, en la que la Compañía Industrial de Orizaba y otras cuatro empresas, entre 1899 y 1910, compraron la propiedad de 145 empresas textileras.
Un ejemplo de la unión de capitales mexicanos y extranjeros para la creación de grandes empresas lo tenemos en la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, la notoriedad de esta empresa estriba en que fue la primera empresa integrada horizontalmente, ya que contaba con los yacimientos de carbón que eran su materia prima, además de los altos hornos en los que procesaba sus productos, contando con mercados tan importantes como la industria constructora y la ferrocarrilera. 2 Se privilegian alianzas matrimoniales, es el de la familia González Treviño en la que se conciertan nupcias con miembros de las familias Madero, Zambrano, Muguerza, Hernández y Lafón. Dentro de los negocios en los que participaban, están la minería, ranchos ganaderos, bancos, manufactureras, ladrilleras y vidrio (Cerutti, 1978). Esta época floreciente para ciertas capas de la población se verá trastocada por el estallido revolucionario.
El período de la Revolución y su etapa posterior (1910-1940)
La etapa de la Revolución marca un período muy importante para la vida social, económica y política del país. La situación de descontento y desesperación que dio lugar a ella se fue gestando durante la larga etapa del Porfiriato. Las acciones que afectaron a diversas clases de la sociedad se presentan en el  cuadro 5.
Podemos observar, que, mientras por una parte se creaban las condiciones necesarias para mejorar el país en los rangos económicos de inversión, producción y crecimiento, por la otra, se descuidaban las condiciones sociales de la mayoría poblacional creando desequilibrios importantes, dando esto lugar a un país que crecía y se modernizaba, a la vez que, aumentaba el descontento de importantes sectores de la población.
Distintos autores tratan de clasificar las causas que generaron el estallido revolucionario. Anda (1999) divide éstas causas en: a) Sociopolíticas. En las que destaca la  prolongada permanencia en el poder, de Porfirio Díaz, su sistema político ya caduco, el incumplimiento de su promesa de no reelegirse en 1910, el fraude cometido en las elecciones presidenciales de 1910 y la influencia tanto de los principios del movimiento Magonista 3 como la de las ideologías europeas acerca de la democracia y los derechos de los trabajadores 4. Y b) Socioeconómicas. Como el disgusto por la oligarquía financiera de los “científicos”, la inconformidad de la clase media por el abuso de poder y la corrupción de quienes apoyaban a Díaz, el descontento de los sectores obrero y campesino, de los indígenas despojados de sus tierras y las pésimas condiciones de trabajo en haciendas, fábricas y minas.
Debemos agregar que a las causas internas anteriores se aunaron una crisis económica importante, de 1905-1907, y una estructura gubernamental envejecida que ya no operaba acorde al dinamismo que en un principio ella misma había alentado.
Otra clasificación de las diversas causas del movimiento armado se presenta, a continuación, en el Cuadro 6 que se presenta a continuación.
Por otra parte, la inquietud ante los abusos del régimen fue haciéndose cada vez más extensiva a diferentes actores de la sociedad como lo fue con las Iglesias de diversas denominaciones. El Vaticano, por parte de la Iglesia Católica, lanza la encíclica Rerum Novarum en 1892 que presenta una nueva doctrina social, la que encuentra gran aceptación en el llamado bajo clero, párrocos y religiosos muy comprometidos con el pueblo, que con laicos crean círculos católicos en áreas rurales, en localidades indígenas, extendiéndose después a otras regiones con la llegada de nuevas congregaciones religiosas con mayor compromiso social.
Por su lado, otras iglesias de ideología protestante empiezan a ser formadoras cívicas de sus miembros. Nacen también círculos políticos o de educación cívica que participan activamente en la vida política del país: el descontento hacia el régimen en el poder ya es general.
La interpretación histórica más reciente engarza las ideas, los actores sociales y las organizaciones con sus raíces del siglo XIX, esto es, el pasado liberal y republicano que la convierten en un fenómeno plural y un movimiento cuyo fundamento se encuentra en las diversas regiones del país. Hernández Chávez (2000) afirma:
La Revolución mexicana no fue, por tanto, sólo un gran movimiento popular pluralista, sino también un conjunto de movimientos con bases regionales, cuyo sustento fue una firme tradición federalista, que nunca perdió el gobierno de sus territorios.
Llama la atención que la Revolución armada estuviera encabezada por un miembro de una familia empresarial prominente, Don Francisco I. Madero, que llegaría a la presidencia y moriría violentamente. 5 Sin embargo, junto con él, jugaron un importante papel una serie de caudillos de diferente extracción, campesina, militar y obrera. Se inicia una época muy difícil con golpes militares, disturbios de todo tipo, traiciones y asesinatos, con distintos mandatos presidenciales de diversa duración. 6
En medio de esa situación, la estructura social,  política y  económica del país se vio grandemente afectada: la minería disminuyó su producción en casi un 70%, la producción de algodón y de azúcar en un 50%,  no así el petróleo, que fue defendido por las mismas empresas extranjeras, ni el henequén, por encontrarse geográficamente alejado del lugar de los hechos armados.
Entre 1910 y 1915, se estancaron tanto las importaciones como las exportaciones y el comercio interno, habiéndose visto tremendamente afectado el sistema ferroviario mexicano, cuya capacidad de transporte cayó en un 60%. Asimismo se vio afectado el sistema monetario, debido a que cada gobierno emitía su propio papel moneda, el cual se veía desvalorizado a la llegada del siguiente, depreciándose así rápidamente el papel moneda y presentándose su devaluación.
Basave (2001:37), respecto a las empresas en dicho período, afirma:
La violencia, la inestabilidad política y destrucción física que prevaleció durante la Revolución frenó el proceso de inversión de los grupos empresariales existentes y, con escasas excepciones prácticamente se canceló toda nueva inversión entre 1910 y la primera mitad de los años veinte.
Sin embargo, Hernández Chávez (2000) afirma, que la situación mundial vino a aliviar un poco esta situación, al entrar el mundo en la economía de guerra producida por la Primera Guerra Mundial, reactivándose la economía nacional a partir de 1916 hasta 1920 e iniciándose la reconstrucción del país.
Los constituyentes dieron al país una nueva Carta Magna en 1917, reafirmando el federalismo, las garantías constitucionales, la separación Estado-Iglesia y la libertad política a través del voto universal y directo, intentando firmemente dar respuesta a las demandas de la sociedad en cuanto a tierra, trabajo, educación, y dotándola de instrumentos jurídicos que la devolvieran a un Estado de Derecho. Con ello se dio un impulso a las inversiones privadas nacionales dentro del país, generándose una nueva etapa de formación de grandes empresas a partir de 1920, así como la instalación de filiales de las grandes transnacionales estadounidenses.
En éste asentamiento de empresas, jugaron también un papel importante las nacientes leyes estatales de protección a la industria, como la del Estado de Nuevo León, en 1927, así como la promulgación de otras, como la Ley General de Instituciones de Crédito de 1932, en el ámbito federal.
Un suceso trascendental en la vida económica del país, es el de las nacionalizaciones, en el período presidencial del General Lázaro Cárdenas del Río, de los ferrocarriles, el petróleo y la electricidad y una gran reforma agraria. Por su parte los obreros, los campesinos y los ciudadanos se organizaron en sindicatos, federaciones, confederaciones, ligas de comunidades, partidos políticos, etc. Hernández Chávez (2000:395) nos dice al respecto: “El sentido y velocidad de los avances permiten sugerir que, en las décadas de 1930-1940, México entra de lleno en la contemporaneidad”. De esta etapa, llamada cardenista, se afirma que uno de los logros más importantes, posteriores a la Revolución, es la creación de un mercado nacional (Hernández Chávez, 2005).
En la creación de este mercado nacional, que fue clave para los años posteriores, participaron lo mismo la gran empresa, que el pequeño propietario, los ejidos y el sector obrero. Mientras, en el contexto internacional termina la Segunda Guerra Mundial, lo que obliga a las naciones a darse un orden en el que México participa. Así surge la Organización de Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduanales y Comercio Exterior. En la misma forma surgen organismos regionales como la Organización de Estados Americanos, la Comisión Económica para la América Latina y el Banco Interamericano de Desarrollo.
En el lapso citado se pasa de un presidencialismo de corte militar a uno civil,y  se da lugar a un sistema político que nos rige hasta la actualidad, y de un federalismo que le quita facultades a los Estados libres y soberanos que lleva a la centralización de poderes. Surgen nuevas instituciones de todo tipo: civil, mercantil, político, obrero, campesino. Nace un sistema monetario en el que el Banco de México actúa como un órgano regulador y se dan leyes que fomentan la inversión y dan seguridades al trabajador. Es una época en que se  liberan los factores de la producción, al iniciarse una reforma agraria y redistribuirse la propiedad de los grandes latifundios, lo que provoca que sus dueños inviertan en otros sectores productivos que empiezan a crecer.
El Estado mexicano inicia una política proteccionista de la industria nacional y con ella el llamado período de sustitución de importaciones, 7 realizando a la vez grandes esfuerzos en crear una infraestructura económica. A la mitad de la década de los 40’ se promulga la Ley de Fomento de Industrias de Transformación otorgando exenciones fiscales a industrias nuevas y necesarias. A finales de la misma década se promulga la Ley de Fomento de Industrias Nuevas y Necesarias, y el Reglamento para la Expedición de Permisos de Importación (Basave, 2001).
De la industrialización a nuestros días
A las décadas 1940 -1970 se las conocen por diversos nombres, entre ellos la de “milagro mexicano”. Sobre esos años se afirma que constituyeron la etapa en la que México dejó de ser un país rural para convertirse en uno urbano e industrializado, que se caracterizó por su crecimiento en todos los campos: demográfico, económico, y educativo. Dicha etapa es considerada como el mejor período de la historia económica de México. Hernández Chávez (2000:431) lo asemeja a la década 1880-1890 del Porfiriato y dice al respecto que: “es la etapa en que México consolidó una economía capitalista, salto de calidad que fue posible gracias al esfuerzo acumulado de la etapa previa, que formó un mercado nacional interno”.
En cambio, el resumen de los treinta años siguientes de la vida de México (1970 – 2000), nos presenta vaivenes que tuvieron consecuencias muy serias para su economía y su sociedad, en donde se resaltan los presidentes y las acciones de sus gobiernos debido a la fuerza de los regímenes presidencialistas que hasta entrado el siglo XXI empiezan a romperse, o cuando menos, a debilitarse.
Es innegable el desequilibrio de los tres poderes de la Unión de esos años y los anteriores, de la supremacía de un solo partido político de donde surgían la mayoría de los puestos políticos que encabeza el Presidente de la República, y la debilidad de los Gobiernos de los Estados que dependían del Centro en todo sentido y que trajeron como consecuencia un régimen político y económico caduco que tiende a desaparecer.
La industrialización de México (1940 -1970)
Conforme a Rodríguez Valencia (2002:10), la industrialización se inicia en la década de los 50’, época en la que surge la actividad industrial con la apertura de numerosas pequeñas y medianas empresas con el apoyo decidido del Estado, manifestado en la promoción de inversiones industriales, promulgación de leyes por las que se fomentan nuevas industrias, e instituyendo mecanismos financieros adecuados para dar crédito a la industria naciente.
En el período que va de 1940 a 1970, se da en México un desarrollo capitalista muy amplio, en ese período surgieron grandes empresas y se consolidaron los grupos empresariales más importantes que controlaban los sectores agrícolas, bancarios, industriales y de servicios, siendo el más activo el industrial, destacándose el correspondiente al segundo período 1960-1970, (Rodríguez Valencia (2002). Esta etapa se caracteriza por la creación de una infraestructura industrial, el crecimiento de los mercados interno y externo, la participación directa estatal en el desarrollo económico y la formación de un conjunto de grandes empresas privadas en los diversos sectores de la economía nacional.
La participación del Estado en esta fase no es solo reguladora, sino activa sobre todo en las ramas: alimenticia, química, refinación de petróleo y derivados de carbón, metálica y transporte, en donde se encontraba casi el 90% de la producción de empresas estatales, constituyendo también grandes consorcios de azucareras, transporte ferroviario y marítimo y de fabricación de productos intermedios como hierro, acero, petroquímica y fertilizantes. Su participación en el ramo comercial también fue activa con la finalidad de regular y garantizar el abasto de productos agrícolas básicos, como leche, maíz y trigo haciendo presencia en la totalidad de los Estados del país. 8
Según Basave (2001), la empresa privada, aprovechó de manera notable los siguientes factores: un proceso expansivo del mercado, una política proteccionista del gobierno, y un período de estabilidad política auspiciada por el Estado, que coincide con el crecimiento de la economía de los Estados Unidos de América de posguerra.
Todo lo anterior conjugado, dio el ámbito adecuado para una inversión favorable tanto para los nacionales, como para los extranjeros. Así es como las grandes empresas son fundadas dentro de este período, y se consolidan como los oligopolios que dominan el panorama económico de México. Aparecen también en esa época, los grupos empresariales, integrados tanto en la industria, como en el ramo comercial. En cuanto a inversión extranjera prolifera, llegan al país, filiales de empresas transnacionales en diversos ramos de la industria.
En la misma época se da también el fenómeno de la concentración de capital. Tenemos el dato de que para finales de la década de los 60’ el 1.5% de las empresas industriales poseía el 77.2% de capital en el sector industrial, mientras que en el comercial 5.5% de los negocios concentraban el 83% del capital invertido, y en los servicios 4.1% poseía el 86.5% (Hansen, 1971: 47). En el rubro financiero se da una centralización de los servicios bancarios, en el que los bancos más grandes absorben a los pequeños, y se convierten en grupos financieros dedicados a prestar todo tipo de servicios que el país demandaba.
En cuanto a las empresas familiares, éstas se vieron favorecidas por el despegue económico posrevolucionario. Los historiadores nos presentan claros ejemplos de estos grupos que persisten en su sueño original de tener una empresa que continúe  en manos de la familia, así como otros que se ramifican o desaparecen. Veamos algunos de estos ejemplos:

  • El Grupo de la familia Llaguno, fundada por un descendiente de español, nacido en Monterrey, Nuevo León, Jesús Julián Llaguno, casado con María Cantú Treviño miembro de una destacada familia de comerciantes y ganaderos de la región. Su primera empresa fue Industria Textiles, S.A., fundada en 1928 con un capital de $100,000.00, amparado a la Ley sobre Protección de la Industria del 3 de diciembre de 1927, entre ese año de la fundación de su primera empresa y 1970 funda 22 empresas más. Los elementos principales de la expansión del Grupo Llaguno son: la diversificación de sus inversiones en ramos de la industria fabril, finanzas y servicios; la ramificación regional del capital y de sus actividades; y múltiples asociaciones con dueños de capital a través de sociedades anónimas, reuniendo inversiones de otras familias y grupos empresariales con la suya. Otra rama de la misma familia destacó, a nivel nacional, en la cría de ganado mayor.
  •  Las empresas de la familia Azcúnaga, fundada por Agustín Azcúnaga Cirión, español que viene a México, se casa con Dolores González Garza, hija de Juan González Sepúlveda y Josefa Garza Zambrano, pertenecientes a la clase alta de Monterrey, Nuevo León. Inicia su primer negocio en 1921, dedicado a la venta al menudeo de comestibles, en 1925 abre un negocio de compra y venta de chatarra de fierro que vende a la Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S.A., en 1936 invierte en el ramo comercial de mayoreo, e inicia en 1946 el concepto de tienda de autoservicio. Este empresario inicia diversificando, estrategia que no le da resultado y se concentra en un solo ramo y en un solo lugar, abriendo sucursales hasta el año 1972 en la misma ciudad, llegando a tener para 1999, diez tiendas y una gran bodega en donde se concentraron las oficinas generales y administración familiar. El fundador estuvo al frente de sus tiendas hasta su muerte, heredando su hijo, incorporándose al negocio otros hermanos y enlazándose matrimonialmente con familias de abolengo. Sus fuentes de financiamiento fueron la reinversión de capitales del mismo núcleo familiar, apoyo de bancos nacionales y la alianza con inversionistas extranjeros, sin perder el control de la empresa por la familia.
  • Las empresas de la familia Madero. Su fundador es Evaristo Madero, casado con Rafaela Hernández Benavides, que se inicia como propietario de tierras y ganado y como comerciante dedicado al transporte de mercancías hacia el sur de Texas, se le ubica en la década de 1850 ya conectado con gobernantes de su Estado, aunque nacido en Coahuila realiza también sus negocios en Monterrey en donde finalmente se asienta en la década siguiente y se asocia con Lorenzo González Treviño. En los años 70‘se diversifica a la industria vitivinícola y a la textil y empieza a absorber a otros negocios textileros, a decir de sus biógrafos: “un claro intento de carácter oligopólico a nivel regional”, con el fin de asegurar buenos precios y colocación de sus productos sobre todo del algodón. Continúa ampliándose hacia el negocio de la madera, del trigo, como prestamista, alimentación, bebidas, minería y metalurgia y, para 1890, crea como eje rector de sus negocios, el Banco de Nuevo León.
  • Como en los casos anteriores se presentan las alianzas de familia prominentes por la vía del matrimonio, se entrelazan con los vínculos empresariales de los padres de los contrayentes y éstos mismos con el objetivo de centralizar los capitales. Para los inicios del siglo XX aparece ya con sus hijos como fundadores de las dos más importantes fundidoras de Monterrey, incorporándose diversos miembros de la familia a los negocios que no solo están diversificados en cuanto a la economía en general, sino también en el ramo industrial y en el geográfico, ya que sus negocios empiezan a extenderse a otros estados de la República.
  • Otros casos de familias empresariales, del Estado de Jalisco más connotadas en el rubro de la agroindustria son las tequileras: de los Cuervo, los Sauza, los Orendáin y los Rosales, la participación de todas ellas data de mediados del siglo XIX y las dos últimas continúan como empresas familiares hasta la actualidad. En la primera mitad de siglo XX se retiran algunas familias de la industria tequilera, los Rojas, Flores, Gallardo y otras, por motivos de la revolución y del posterior reparto agrario, otros por la muerte del fundador, cabeza de la familia al no continuar los herederos en el negocio e invertir en otros rubros. A inicios del siglo, se incorporan las familias Ruiz, Orozco, Núñez y otros, que permanecen hasta el presente. En la década de los 60’ empieza a haber asociaciones con capitalistas extranjeros, así llega la transnacional Seagram’s de México, S.A. de capital canadiense y estadounidense que se asocia con los Ruiz, lo cual conmociona por considerarse, la tequilera, una industria netamente nacional 9

El proteccionismo a la industria nacional no recibió la misma respuesta del empresariado mexicano, ni de los sectores sociales asociados. A la gran empresa, tanto nacional como extranjera, asociada en la Confederación de Cámaras Industriales, se le dificultaba su entrada a los mercados internacionales, por lo que no siempre apoyó esta política gubernamental, mientras la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, que asociaba a la pequeña y mediana empresa.
En cuanto a las agrupaciones obreras y campesinas (Confederación de Trabajadores de México, Confederación Nacional campesina, Confederación Regional Obrera Mexicana), como los sectores populares y de las clases medias llegaron a identificar el proteccionismo con el nacionalismo, dando así todo su apoyo (Hernández Chávez, 2000).
Otro proceso importante que unió al gobierno con los empresarios fue el que se llamó “mexicanización” de la industria, clave para la economía del país, tales como la minería, la electricidad, las aerolíneas y los fertilizantes, en la que el 51% del capital debía ser nacional, ya fuera privado, estatal o mixto, pudiendo ser el minoritario extranjero. Con ello se logró traer tecnología e inversión extranjera, dándole un impulso a la industrialización del país y favoreciendo y fortaleciendo a la empresa privada.
Entre las debilidades de este modelo, Hernández Chávez (2000) destaca que la reducción, y en ciertas áreas, la desaparición de toda competencia y reducción de la participación en los mercados internacionales, por tener el mercado interno cautivo que le proporcionaba grandes ganancias, descuidando las estructuras necesarias para un sano desarrollo y provocando a futuro, desequilibrios grandes en la economía del país. Por otra parte el tipo de cambio fijo auspiciaba la contratación de grandes empréstitos, tanto de la empresa como del gobierno, que llegaría a ser un detonante en los años venideros cuando se tuvo que tomar la decisión dejar libre el tipo de cambio. En este período fue tan importante la actuación del empresariado mexicano que, el 70% de las inversiones internas del país se generaron por el sector privado (Hansen, 1971: 11).
Tiempos modernos (1970 a la fecha)
El período de crecimiento económico de México, empieza a variar como resultado de diversos factores y de dos gobiernos populistas consecutivos que terminan sus períodos con sendas crisis financieras que provocan una reacción de huida de capitales, dando paso a un período difícil para la economía de México con cambios en el contexto nacional e internacional que a su vez lo afectan.
En el cuadro 7 se analiza la situación de la economía del país por sexenios respecto a las acciones de los actores sociales gobierno-empresario-inversionista, hacia fines del siglo XX10 Sobre dichos cambios, Basave (2001: 61), afirma, que fueron las empresas quienes mejor expresaron la crisis estructural de 1974 a 1982, resultante de la desaparición de un modelo de sustitución de importaciones, ya que mostraron su atraso en tecnología, debido a la falta de competencia exterior y la seguridad de la colocación de sus productos, revelaron su extrema dependencia del crédito externo aunado a un contexto internacional contrario por la baja en los precios del petróleo.
Dicho autor, pone la fecha 1974, porque aunque el modelo se agotó desde 1970, las empresas se mantuvieron en expansión por la inercia resultante del prolongado crecimiento económico y por las expectativas que los hallazgos petroleros y los altos precios a nivel internacional de este producto alentaron, y que, a su vez, provocaron una oferta de créditos del exterior. Las empresas más afectadas por las devaluaciones en cuanto a su deuda externa fueron las del sector industrial y las financieras, aunque éstas se beneficiaron por las especulaciones de la moneda nacional, aunque finalmente entrarían en crisis al nacionalizarse la banca. 11
La respuesta de las empresas, sobre todo los grupos empresariales más conocedores de la macroeconomía del país, fue la de proteger sus capitales personales, de tal forma que mientras sus empresas quedaban endeudadas (se repartían los dividendos disminuyendo el capital contable y creciendo sus pasivos), su patrimonio personal fue sacado del país y convertido a dólares.
Dos, son los aspectos distintivos del comportamiento empresarial de ese período: la centralización de capitales y el endeudamiento externo, agregándose, para las empresas más grandes, un tercero: la diversificación en sectores diferentes, buscando una mejor integración de los procesos de producción, un aumento de su control oligopólico del mercado y una diversificación hacia sectores que redituarán mayor retorno al capital.
Por otra parte, la incursión de las empresas mexicanas en territorios de otros países, se vería frenada por la crisis de 1982, reiniciándose hasta la década de los 90’. Una reacción de protección y búsqueda de fuerza, fue la asociación de empresarios en corporaciones como la CONCANACO (Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio), el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios y la Asociación de Banqueros, que intentaban mostrar un frente unido más sólido frente a los embates del Gobierno que afectaban a sus intereses comunes.
Hernández Chávez (2000:462) opina al respecto, que no hay que olvidar al ejidatario, al propietario agrícola y al pequeño comerciante, quienes buscaron durante este período otras formas de asociación que los fortaleciera, las que no pudieron conseguir por obstáculos burocráticos y falta de créditos. Es importante analizar el contexto internacional, que favoreció el período visto en el apartado anterior y que coadyuvó al que estamos presentando en este.
En cambio, el entorno de los 70’ al 2000, cambia y tiene un comportamiento cíclico; hay precios del petróleo elevados en los años 70’ y 90’, y hay descenso en los 80’. En 1989, con la caída del Muro de Berlín, se modifica el panorama internacional, termina el bipolarismo con la desaparición del bloque soviético, emergen las llamadas potencias “medias”, con tendencia a convertirse en grandes, como Japón, la Unión Europea y China, completando la nueva estructura internacional los países con posibilidades de convertirse en potencias medias, como México, Brasil y Australia, entre ellos, y los “potenciales” como Argentina y Sudáfrica.
En esta etapa adquieren relevancia como órganos de colaboración mundial, los organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas, la Organización Mundial de Comercio y la Food and Agriculture Organization de las Naciones Unidas, y los regionales, como el Tratado de Libre Comercio, Organización de Estados Americanos, El Mercado Común del Sur, Grupo de  Río y otros, quienes proporcionan mecanismos y recursos que atenúen los efectos de los denominados “choques externos”, que se presentan cuando las situaciones de desequilibrio entre los mercados externo e interno, precios de importación y exportación, elevación de las tasas de interés exteriores, etc., ponen en peligro las economías de los países miembros (Hernández Chávez, 2000).
Así llegamos a la época actual en la que, después de décadas de dominio político de un solo partido, llega a la presidencia un partido opositor y a la presidencia un hombre no sólo de política, sino de empresa privada, en la que el país sufre cambios en el equilibrio de poderes. Se han hecho intentos de reformas de todo tipo, se han frenando los índices de inflación y logrado, desde el sexenio anterior, un índice de crecimiento en la economía.
Conclusiones
La empresa afecta y es afectada por el contexto histórico-económico en el que se desarrolla. El entorno económico en el que se desenvuelve la empresa mexicana va modificándose con el tiempo y esos cambios han de estudiarse para conocerla mejor.
De la actividad ordenada, activa, próspera de la época prehispánica se pasó a una política centralista dependiente del Reino Español. A partir del siglo XVII nace un nuevo orden político, social y económico en el que se expande la minería y se comercializan los productos agrícolas, bajo el gobierno virreinal. En 1810 inicia la Guerra de Independencia  traerá una nueva estructura socioeconómica siendo las actividades  predominantes la manufactura, la agricultura y la minería.
A fines del siglo XIX surgirá un período de desarrollo muy importante: el Porfiriato, en donde recibe un gran impulso la actividad económica-empresarial, en medio del ciclo expansivo de orden mundial y de una apertura a la inversión extranjera. Los factores cruciales del Porfiriato son la estabilidad política, la inversión extranjera y la construcción de medios de comunicación, concentrándose los capitales en los sectores de ferrocarriles, minería y banca con un costo social muy elevado, que traerá como consecuencia una revolución armada, se logra un crecimiento económico y material del país, un orden impuesto que trae consigo progreso, y se recupera el crédito nacional. En esa misma época se inician las grandes empresas del noreste de México por medio de alianzas, tanto de capitales, como matrimoniales. El desequilibrio del Porfiriato debido a los esfuerzos por concentrarse en crear las condiciones para que el país lograra un crecimiento económico, pero descuidando la situación económica y social de la mayoría de la población, creó un descontentó que devino en el período de la Revolución mexicana.
El estallido revolucionario trajo como consecuencia la disminución de la producción minera y agrícola, siendo preservada la petrolera y la henequenera, la primera por estar en manos de extranjeros, la segunda por su localización geográfica. En ese período se estancaron las importaciones, las exportaciones y el comercio interno. Se afectaron los sistemas ferroviario y monetario, reactivándose gracias a la economía producida por la Primera Guerra Mundial.
En la época posrevolucionaria se inicia la creación de un mercado nacional en el que participan por igual la gran empresa, que el pequeño propietario, el sector ejidal y el obrero. En la etapa Cardenista se empieza a crear una  infraestructura económica y se inicia una política proteccionista de la industria mexicana que se denomina “sustitución de importaciones”. Con el Presidente Lázaro Cárdenas, se terminan los gobernantes militares y se inician los civiles.
En el período de 1940 – 1970, México pasa de ser país rural a un país industrializado, creciendo en todos los campos, considerándose su mejor período económico. En esa etapa surgen grandes empresas, se consolidan los grupos industriales, se crea una infraestructura industrial, crecen los mercados interno y externo y se da una participación estatal directa en el desarrollo económico. Los factores de dicho desarrollo fueron: un proceso expansivo del mercado, una política gubernamental proteccionista, un período de estabilización política y un crecimiento económico de posguerra. En el rubro financiero se da una centralización de los servicios bancarios, en el empresarial una concentración de capitales y en la empresa familiar un auge económico. La industria se “mexicanizó”, es decir el capital de las industrias debía ser mayoritariamente mexicano, lográndose traer tecnología e inversión extranjera que dieron un impulso a la economía de las empresa.
De 1970 al 2000 se dieron una serie de crisis financieras que produjeron un cambio en el contexto social y económico de México que provocaron la salida de capitales extranjeros. Fueron las empresas quienes mejor expresaron la crisis estructural de 1974 a 1982, resultante de la desaparición del modelo de sustitución de importaciones. La respuesta de las empresas, sobre todo los grupos empresariales más conocedores de la macroeconomía del país, fue la de proteger sus capitales personales. El comportamiento empresarial de ese período fue la centralización de capitales, el endeudamiento externo y la diversificación de sus inversiones en diversos sectores. Una reacción de protección y búsqueda de fuerza fue la asociación de empresarios en corporaciones. El ejidatario, el propietario agrícola y el pequeño comerciante buscaron otras formas de asociación que los fortaleciera, no pudiendo conseguirlo por obstáculos burocráticos y falta de créditos.
Para el final del siglo XX se suceden cambios políticos, al llegar a la presidencia un partido de oposición, al equilibrarse los poderes de la Unión e intentar que se den reformas de todo tipo, frenándose los índices de inflación y lográndose, desde el sexenio anterior, un índice de crecimiento en la economía.
Bibliografía
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1 Presidente de la República que permaneció en el poder ese período, por sucesivas reelecciones que dieron lugar al Movimiento Revolucionario de 1910.

2 Cerutti (1978) menciona diez; Camp (1990) habla de doce.

3 Basave (2001) nos dice que fue la primera en América Latina adelantándose en cuarenta años a su tiempo, su capital estaba formado por capitales mexicanos, españoles y estadounidenses. Entre los socios aparecen ya los nombres de algunas de las grandes familias empresariales de Monterrey: Basagoiti, Signoret, Nelly, Milmo y Ferrara.

4 El término “Magonista” deviene del apellido de un líder, Flores Magón, que junto con Camilo Arriaga encabezó la dirección de un movimiento liberal constitucional que pretendía promover la reforma democrática. Así, al fraccionarse el liberalismo oficial, surge el liberalismo constitucionalista que pretende reivindicar los ideales de la Constitución de 1857 y se empiezan a difundir sus críticas a la sistemática violación de la misma y de sus leyes de ella emanadas. Afirma Hernández Chávez, A. que para el año 1896 se había hecho ya presente en casi la totalidad de los Estados de la República, a excepción de Oaxaca (de donde era natural el Presidente Díaz), y con singular fuerza en los estados norteños del país.

5 A México fueron llegando las distintas corrientes de pensamiento tanto europeo como latinoamericano, noticias sobre problemas sociales, huelgas, conflictos similares a los que se estaban dando en la nación llegaban en los barcos provenientes de Cuba, Venezuela y países europeos.

6 Nieto de Don Evaristo Madero empresario enriquecido por sus actividades legítimas de comerciante, propietario de tierras y ganado y acusado de acciones ilegítimas de contrabando al sur de los Estados Unidos en la época de la guerra de secesión. Considerado parte de la naciente burguesía de las “diez familias regiomontanas” y cabeza del grupo familiar. Su padre sobresalió como empresario dedicado a la minería, la agricultura, comercio y textiles.

7 Anda (1999:86), dice al respecto: “En México el caudillismo se manifestó durante la lucha revolucionaria por medio de una serie de líderes populares, que recogieron las demandas más sentidas de los grandes grupos sociales de 1910 a 1924”.

8 La política de sustitución de importaciones consiste en alentar y dar facilidades a la inversión privada para que produzca precisamente lo que el país importa, prohibiendo la importación total o parcial una vez que el artículo es fabricado ya en el mismo, quedando entonces el mercado nacional cautivo para las empresas productoras, lo cual permite un abuso en el precio o en la baja calidad de los mismos.

9 Las más grandes empresas industriales fueron Petróleos Mexicanos, Ferrocarriles Nacionales de México, Altos Hornos de México, Guanos y Fertilizantes de México y Comisión Federal de Electricidad. En cuanto al renglón del comercio y alimentos nos referimos a la Compañía Nacional de Subsistencias Populares que se privatiza en el año de 1987.

10 Luna en Jacobo (1989:174 y SS) nos dicen al respecto que Don Roberto Ruiz fue muy criticado por dicha sociedad, la que acepta por estar atravesando problemas financieros que finalmente al aunarse a los problemas de tipo administrativo que tuvo la transnacional, fracasó a los tres años que los Ruiz quebraron y la sociedad se nulificó.

11 Analizamos seis años por ser sexenales los períodos presidenciales y, por tanto, las políticas gubernamentales que afectan a la sociedad y dentro de ella a la empresa.

12 En opinión de Basave hasta la actualidad la crisis bancaria mexicana no ha podido ser resuelta.