TOPICOS SELECTOS EN ESTUDIOS ORGANIZACIONALES

TOPICOS SELECTOS EN ESTUDIOS ORGANIZACIONALES

Rosalinda Gámez Gastélum (Coordinadora) (CV)
Universidad Autónoma de Sinaloa

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LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO Y EL USO DE LAS TECNOLOGÍAS. CASO UNIVERSIDAD DE OCCIDENTE


Aída Alvarado Borrego1
José de Jesús Chávez Martínez2
Marcela Contreras Loera

PALABRAS CLAVE: Tecnologías, Sociedad del Conocimiento, Instituciones de Educación Superior.

RESUMEN: La sociedad del conocimiento y las Tecnologías de información y comunicación (TIC), como uno de sus elementos concomitantes, han planteado nuevos escenarios a los que aún no se ha arribado, pero a los que se aspira llegar como un modelo de desarrollo regional. Las universidades juegan un papel clave en la generación y aplicación de conocimientos, por lo que uno de sus compromisos es rediseñar su modo de operación para contribuir al beneficio social y económico de las regiones ¿En qué posición están las Instituciones de Educación Superior en Sinaloa?

 

INTRODUCCIÓN:
El valor estratégico del conocimiento y de la información para las sociedades contemporáneas refuerza el rol que desempeñan las instituciones de educación superior. El dominio del saber, al construir el principal factor de desarrollo, fortalece la importancia de la educación; ella constituye el principal valor de las naciones. Una sociedad que transita hacia una etapa basada en el conocimiento, ofrece nuevos horizontes a las instituciones educativas, tanto en sus tareas de formación de profesionales, investigadores y técnicos, como en la generación, aplicación y transferencia del conocimiento para atender los problemas del país.

La educación superior del futuro será una puerta de acceso a la sociedad del conocimiento, quizá la puerta más importante por su situación privilegiada para la generación y transmisión del saber humano. En la sociedad del conocimiento, la universidad tradicional coexistirá con universidades virtuales, como son las “universidades corporativas” de las empresas, creadas para satisfacer la demanda de educación permanente de su fuerza de trabajo en diferentes niveles ocupacionales. Estas universidades poseen una fuerte base tecnológica y se caracterizan por una estructura y un funcionamiento reticulado, bajo el principio imperativo de llevar la educación al individuo y no el individuo a la educación. Las universidades tradicionales se enfrentan cada vez más a una fuerte competencia por parte de estas organizaciones educativas de las empresas y el reto salta a la vista. Sin embargo, eso no quiere decir de manera tajante que una universidad tradicional no pueda generar y difundir conocimientos de alto valor académico y social; simplemente tendría que adecuar ciertos procesos de acumulación de datos y acrecentar información disponible y susceptible de difusión a través de los modernos canales cibernéticos.

ANTECEDENTES:
Las transformaciones sociales, económicas, políticas, culturales y educativas, intensas y cotidianas, tienen alcances que apenas se vislumbran. Los cambios se están gestando en múltiples campos de la vida humana: en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, que ha revolucionado la organización de los procesos productivos, como nunca antes se había visto en la historia; en el acceso y la distribución de la información a través del uso de los medios informáticos; en las formas de organización de las economías de los países que se han agrupado en bloques regionales, para obtener mayor ventaja de la competencia internacional y dentro de una economía cada vez más globalizada; en las dinámicas sociales, en los conflictos en distintas partes del planeta; en las formas de gobierno, resultantes del reclamo por la extensión cada vez mayor de la democracia, la libertad y la pluralidad; y finalmente, en una distribución de la riqueza cada vez más inequitativa engrosándose la pobreza.

El cambio es constante, acelerado y afecta a toda la vida de la sociedad, y se da en la actividad económica, en las formas de organización del trabajo y en las bases técnicas de la producción, surgiendo nuevas necesidades y exigencias relativas a las competencias y conocimientos de los hombres y mujeres para insertarse activamente en el mundo laboral. Con el cambio se extienden las actividades que requieren de innovaciones continuas y de una mayor participación de la dimensión intelectual de trabajo; se modifican las costumbres, los patrones de conducta y los modos de vida  de los individuos y de los grupos sociales; se extienden los ámbitos de acción de la sociedad civil; se redefinen los campos de intervención del estado (básicamente un Estado adelgazado y cuando más con un rol de árbitro) y se va conformando una sociedad más democrática y más participativa.

El siglo XXI, según los entusiastas que así lo viven en los países del primer mundo, se caracteriza por ser la era de la sociedad del conocimiento, que hoy apenas se vislumbra con todo y sus impactos de los que todos somos testigos. El conocimiento constituirá el valor agregado fundamental en todos los procesos de producción de bienes de un país, haciendo que el dominio del saber sea el principal factor de su desarrollo auto sostenido.
Una sociedad basada en el conocimiento sólo puede darse en un contexto mundial abierto interdependiente, toda vez que el conocimiento no tiene fronteras. La sociedad del conocimiento, sin embargo, no se reduce a su dimensión económica. Será una sociedad con capacidad para construir y retener su propia historia, sistematizar sus experiencias, enfrentar los desafíos de los mercados y de los cambios tecnológicos y, al mismo tiempo, de incorporar los puntos de vista de sus miembros y fundamentar el sentido de sus acciones. Aunque cabe señalar que dichos cambios no se han experimentado de manera uniforme en todo el mundo: siguen siendo, en ese sentido, cambios privilegiados sólo para unos cuantos países con mayor desarrollo económico.

La noción de “sociedad del conocimiento” (knowledge society) surgió hacia finales de los años 90 y es empleada particularmente en medios académicos, como alternativa de algunos a “sociedad de la información”.

La UNESCO, en particular, ha adoptado el término “sociedad del conocimiento”, o su variante “sociedades del saber”, dentro de sus políticas institucionales. Ha desarrollado una reflexión en torno al tema, que busca incorporar una concepción más integral, no en relación únicamente con la dimensión económica. Por ejemplo, Abdul Waheed Khan (subdirector general de la UNESCO para la Comunicación y la Información), escribe (2003): Towards Knowledge Societies. “La sociedad de la Información es la piedra angular de las sociedades del conocimiento. El concepto de “sociedad de la información”, a mi parecer, está relacionado con la idea de la “innovación tecnológica”, mientras que el concepto de “sociedades del conocimiento” incluye una dimensión de transformación social, cultural, económica, política e institucional, así como una perspectiva más pluralista y desarrolladora. El concepto de “sociedades del conocimiento” es preferible al de la “sociedad de la información” ya que expresa mejor la complejidad y el dinamismo de los cambios que se están dando. (...) el conocimiento en cuestión no sólo es importante para el crecimiento económico sino también para empoderar y desarrollar todos los sectores de la sociedad”.
La noción de “saberes” implica certezas más precisas o prácticas, mientras que conocimiento abarca una comprensión más global o analítica. André Gorz considera que los conocimientos se refieren a “contenidos formalizados, objetivados, que no pueden, por definición, pertenecer a las personas... El saber está hecho de experiencias y de prácticas que se volvieron evidencias intuitivas y costumbres”. Para Gorz, la “inteligencia” cubre toda la gama de capacidades que permite combinar saberes con conocimientos. Sugiere, entonces, que “knowledge society” se traduzca por “sociedad de la inteligencia”. Pero aquí también es pertinente la reflexión sobre este polémico término; si la inteligencia se da sólo hoy, en estos contextos informáticos, entonces se estaría desdeñando las “inteligencias antiguas” que existen desde la aparición del homo sapiens.

Es necesario diferenciar aquí, aquellas definiciones que apuntan a caracterizar una realidad existente o emergente de aquellas que expresan una visión -o anhelo- de una sociedad potencial. Las dos son relevantes: las primeras por su aporte al análisis, las segundas porque orientan políticas y acciones.

En la primera categoría se encuentran las ideas Manuel Castells, quien es uno de los investigadores que más ha desarrollado el tema. Castells prefiere el término “sociedad informacional” antes que “sociedad de la información” (haciendo la comparación con la diferencia entre industria e industrial) y señala que si bien el conocimiento y la información son elementos decisivos en todos los modos de desarrollo, “el término informacional indica el atributo de una forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico” (Castells 1999, p.47.).

Posteriormente precisa: “Lo que caracteriza a la revolución tecnológica actual no es el carácter central del conocimiento y la información, sino la aplicación de ese conocimiento e información a aparatos de generación de conocimiento y procesamiento de la información/comunicación, en un círculo de retroalimentación acumulativo entre la innovación y sus usos”. Y acota: “La difusión de la tecnología amplifica infinitamente su poder cuando sus usuarios se la apropian y la redefinen. Las nuevas tecnologías de la información no son sólo herramientas que aplicar, sino procesos que desarrollar. (...) Por primera vez en la historia, la mente humana es una fuerza productiva directa, no sólo un elemento decisivo del sistema de producción”.

En cuanto a la sociedad del conocimiento, en una publicación posterior Castells señala: “se trata de una sociedad en la que las condiciones de generación de conocimiento y procesamiento de información han sido sustancialmente alteradas por una revolución tecnológica centrada en el procesamiento de información, en la generación del conocimiento y en las tecnologías de la información” (Castells 2002).

Yves Courrier, refiriéndose a Castells, diferencia los dos términos de esta forma: “sociedad de la información” pone el énfasis en el contenido del trabajo (el proceso de captar, procesar y comunicar las informaciones necesarias), y “sociedad del conocimiento” en los agentes económicos, que deben poseer cualificaciones superiores para el ejercicio de su trabajo. Se puede decir en este punto que la rapidez o inmediatez con que se puede difundir y tener acceso a la información es lo que ha acelerado los ritmos de trabajo y las cualificaciones laborales en países o bloques regionales cuyas condiciones sean cercanas al ideal de la sociedad del conocimiento, pero hay que tener presente que aún en esos ámbitos tal vertiginosidad no ha sido fácil de asimilar.

Estado del arte.

La noción de sociedad del conocimiento fue utilizada por primera vez en 1969 por Peter Drucker, autor austriaco cuya obra se enfoca en el "management" o gestión,  y en el decenio de 1990 ese concepto fue abordado y ampliado por una serie de estudios de investigadores como Robin Mansel o Nico Stehr.

Las sociedades de la información surgen con el uso e innovaciones intensivas de las tecnologías de la información y las comunicaciones donde el incremento en la transferencia de información modificó en muchos sentidos la forma en que se desarrollan numerosas actividades en la sociedad moderna. Sin embargo, la información no es lo mismo que el conocimiento, ya que la información es efectivamente un instrumento del conocimiento, pero no es el conocimiento en sí; el conocimiento obedece a aquellos elementos que pueden ser comprendidos por cualquier mente humana razonable, mientras que la información está conformada por aquellos elementos que hoy en día obedecen principalmente a intereses comerciales, retrasando lo que para muchos en un futuro será la sociedad del conocimiento. No olvidemos, sin embargo, que la localización industrial propiciadora de los grandes centros de desarrollo se basa en encadenamientos de industrias y empresas que aún siendo competidoras propician el intercambio de información clave para el progreso de esos conglomerados (como  Silicon Valley, por ejemplo); entonces la información sí sería una etapa previa a la sociedad del conocimiento, pero antecede, en términos económicos, como una fase clave para el desarrollo regional.

Entonces cabe destacar que la sociedad del conocimiento no es algo que exista actualmente, es más bien un ideal o una etapa evolutiva hacia la que se dirige la humanidad, una etapa posterior a la actual era de la información, y hacia la que se llegará por medio de las oportunidades que representan los medios y la humanización de las sociedades actuales. Mientras la información sólo siga siendo una masa de datos indiferenciados (hasta que todos los habitantes del mundo no gocen de una igualdad de oportunidades en el ámbito de la educación para tratar la información disponible con discernimiento y espíritu crítico, analizarla, seleccionar sus distintos elementos e incorporar los que estimen más interesantes a una base de conocimientos), entonces seguiremos estando en una sociedad de la información, y no habremos evolucionado hacia lo que serán las sociedades del conocimiento.

En 1974, Peter Drucker escribió el libro “La sociedad post-capitalista”, en el que destacó la necesidad de generar una teoría económica que colocara al conocimiento en el centro de la producción de riqueza. Al mismo tiempo, señaló que lo más importante no era la cantidad de conocimiento, sino su productividad. En este sentido, reclamó para una futura sociedad, para una sociedad de la información en la que el recurso básico sería el saber, que la voluntad de aplicar conocimiento para generar más conocimiento debía basarse en un elevado esfuerzo de sistematización y organización. A finales de los años 60's, Drucker, el entonces nuevo teórico del management, afirmaba con relación a la Sociedad del Conocimiento que ésta sería una sociedad en la que la gestión empresarial cambiaría radicalmente su relación con los trabajadores del conocimiento empleados, pues éstos estarían mucho menos necesitados de instituciones empresariales e incluso de la tradicional gestión del conocimiento que las primeras lo estarían de ellos.

Así pues, el discurso de Drucker cuando mezcla “sociedad del conocimiento” y Global Shopping Center (el "centro comercial global"), se refiere al desarrollo de las empresas de talla mundial y al auge de las industrias, las redes de información, liberando del peso de las fronteras a los gestores de la producción, consumidores y productos, interconectándolos en un mercado único que se autorregularía de per se , en la tradición de la "mano invisible" de Adam Smith.
El término “sociedad del conocimiento”, tal y como es empleada dentro de diversos ámbitos académicos y de organismos internacionales, sugiere la conformación de una nueva etapa en las sociedades modernas que ha tenido lugar a partir de la segunda mitad del siglo XX. Es importante reiterar que dicho concepto de modernidad sólo alcanzó a unos cuantos países y desencadenó un nuevo paradigma: la posmodernidad.

A diferencia de la etapa industrializada de las sociedades donde el aprovechamiento de los recursos naturales era la fuente para la producción económica, el capital intelectual es considerado ahora como el recurso principal de explotación económica. Hoy en día, el conocimiento teórico (científico y tecnológico) se ha convertido en la materia prima para producir bienes y servicios, y por lo tanto es considerado como la fuente principal de innovación y desarrollo económico de las naciones. Se esperaría que las instituciones de educación superior, públicas o privadas, tradicionales o “modernas”, pudieran tener los elementos suficientes (planeación congruente, financiamiento, fondos, planta académica, infraestructura, etc.) para desarrollar el conocimiento.

En este sentido, algunos autores3 se han encargado de señalar como una característica de la época actual, el cambio ocurrido en las formas de producir conocimiento que va de las formas tradicionales, individuales y disciplinarias (Modo 1), hacia lo que se conoce como el Modo 2 de producción de conocimiento, en el cual se diluyen las fronteras entre las disciplinas y se trabaja en grupos interdisciplinarios con objetivos específicos dentro de un contexto de aplicación. La producción de conocimiento y las formas en que éste se produce, son en todo caso, los elementos principales que constituyen el centro de reflexión de estos estudios. Dentro de este esquema, el papel de los centros productores de conocimiento es fundamental y es considerado actualmente por las políticas económicas como una pieza clave para el tránsito de las sociedades hacia la llamada sociedad del conocimiento. Las formas de producir conocimiento, apoyadas por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han propiciado la aparición de un nuevo tipo de mercado: el mercado del conocimiento.

DISCUSIÓN:
La relación entre sociedad del conocimiento, valores humanísticos y formación del ciudadano crítico y abierto a todas las sociedades es muy importante y no está excluida de este planteamiento. Lo que caracteriza a la sociedad del conocimiento es que la generación de conocimientos nuevos es el motor fundamental para el aumento de la riqueza y del bienestar social. Pero hay muchos tipos de riqueza y muchas formas de distribuir la riqueza. Se puede considerar que en una sociedad con valores vinculados -esto es, una sociedad con unos valores de solidaridad-, esta riqueza se empleará de tal forma que mejore la vida de los ciudadanos, contribuya a la igualdad y sobre todo llegar, de manera efectiva y real, a compartir el conocimiento.

Lo importante de estos valores es que son compatibles con otras culturas y con otras religiones, al igual que la ciencia es compatible con cualquier otra tradición. Cuando decimos que en la sociedad del conocimiento debemos asumir estos retos, tenemos que ser muy conscientes de que ello es posible. Debemos usar el conocimiento en una dirección acorde con nuestros valores. Que el conocimiento sea producción y sea fuente de interacción entre los individuos, hasta establecer capacidad para formar redes dinámicas y generadoras de conocimiento, visto este como el medio para lograr resultados económicos y sociales. Pero una cosa es que se compartan ciertos valores entre culturas y religiones, y otra muy distinta es la práctica cultural de esos valores contextualizada por condiciones de desarrollo desiguales.

De esta forma, Romero Zertuche hace alusión a las tareas atribuidas a la sociedad del conocimiento y menciona que durante siglos la supremacía tecnológica se tradujo en atraso y opresión para gran cantidad de países. Las transferencias tecnológicas llegaron tarde y casi siempre encadenadas a una dependencia de insumos hacia los países centrales. Por tanto, las expectativas de equilibrio e igualdad se depositan en la sociedad del conocimiento a través de recomendaciones como las que aparecen en algunos documentos de la UNESCO (2005, 29-69):

• Promoción del desarrollo.
• Promoción de los derechos humanos.
• Libertad de expresión.
• Autonomía.
• Libertad de información.
• Pluralismo de los medios.
• Lucha contra la pobreza.

Las redes contribuyen en gran medida a la socialización de los conocimientos, aun cuando se establecen como relaciones horizontales privilegiadas o cerradas que trascienden a menudo fronteras, idiomas, etc. Se calcula que la solidaridad digital incrementa diariamente la información disponible en la red y que las transferencias de información, bajo distintos rubros específicos de la cibercultura, resuelven problemas que en otras condiciones no tendrían solución para los usuarios. Sin embargo, a éste fenómeno aún no se le puede llamar conocimiento (Bell, 2001).

Los valores en la sociedad del conocimiento, se encuentran estrechamente ligados con los procesos cognitivos en educación, cultura y comunicación. Según Webster (2002), los defensores de la sociedad de la información apoyan su optimismo en las novedades que puedan detectarse en los ámbitos tecnológico, económico, ocupacional, espacial y cultural (Romero Zertuche).

El ámbito tecnológico es con mucho el más notorio y sus aportes a las novedades que las personas viven actualmente son evidentes. Los cambios que el teléfono celular ha introducido en la manera en que nos relacionamos con amigos y familia son un ejemplo claro y cotidiano. La posibilidad de ‘charlar’ en tiempo real con personas en otras latitudes y continentes está también al alcance de la mano; el envío de información digitalizada hace casi obsoletos al fax y al correo tradicional.

En el ámbito económico es necesario hacer una distinción entre sectores: el sector primario se beneficia de información oportuna sobre el clima o el cambio de precios de las materias primas; el sector secundario, con la introducción de computadoras en el ámbito del diseño y la planeación de la producción, ha logrado tener un control mayor y un ahorro de tiempo-hombre en supervisiones y desarrollo de modelos, tanto en la construcción como en la industria; además, la posibilidad de interacción entre proveedores y clientes se amplifica, y se somete a reglas de competitividad más rigurosas.

En lo referente al ámbito laboral, no se puede afirmar que todos los campos de trabajo han vivido de igual manera la sociedad de la información. En cierta forma, la siguiente anécdota nos brinda una idea sobre los cambios ocurridos en este sector: un joven se presenta a pedir empleo en una maquiladora de ropa. Sus anteriores trabajos habían sido en una panadería y en una fábrica de muebles. A primera vista esto parecía imposible debido a los saltos tan aparatosos de una actividad a otra, pero en ninguno de los dos casos el joven estuvo en contacto con la harina o con las materias primas de los muebles. Se trata de un obrero especializado en producción computarizada cuyas habilidades están relacionadas con la sociedad de la información. Por tanto, si el taller posee las máquinas necesarias, tiene grandes posibilidades de conseguir el empleo. Así, pudiera afirmarse que tanto la sociedad de la información como la sociedad del conocimiento, en términos tayloristas y fayolistas, siguen la lógica de la especialización laboral que reduce-habilita al obrero calificado en un entorno de acción también muy específico.

A lo anterior se agrega que en el ámbito ocupacional los sitios especializados sobre casi cualquier cosa atrapan el tiempo de los usuarios que pasan las horas, sin darse cuenta, frente a la computadora. Hay entretenimiento y ocupación, no necesariamente remunerada, para todas las edades: los antiguos mailing list, convertidos hoy en día en message boards; las discusiones abiertas pero con tema predeterminado, convertidas en foros o blogs; los juegos multijugador (mmo) en los que participan a la vez varias personas desde distintas partes del mundo; el chat, las videoconferencias, los servicios de mensajería instantánea que permiten la comunicación inmediata sin necesidad del teléfono y de los pagos de larga distancia.

El ámbito espacial es también uno de los más enfatizados porque las poderosas redes noticiosas o de otro tipo (networks) acercan las poblaciones y los sucesos. Las supercarreteras electrónicas incrementan el flujo de información, lo que lleva a una revisión radical del espacio y del tiempo. Por ejemplo, los académicos no requieren viajar para consultar las bibliotecas dado que se pueden revisar desde Internet, con el cual también pueden acceder a las bases de datos de las principales instituciones educativas.

En el ámbito cultural se va más allá de la influencia de la información y se sugiere que el conocimiento teórico, aunado a la información, está en el centro de la forma en que actualmente percibimos nuestra vida y en cómo nos conducimos día a día. De hecho, este aspecto ha sufrido la intervención de las ciberculturas, las cuales han venido sobreponiéndose y/o entremezclándose con elementos de las culturas autóctonas, regionales, rurales, urbanas, suburbanas, etc., ampliando y complejizando aún más la diversidad cultural.

Finalmente, se retoma la idea central de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) plasmada en el documento “La Educación Superior en el Siglo XXI: Frente a una sociedad en mutación”, en el que plantea la necesidad de profundas transformaciones en la educación superior mexicana que hagan posible la innovación educativa permanente y una renovación integral de su forma de operar y de interactuar con la sociedad. En el nuevo siglo, las Instituciones de Educación Superior (IES) no solamente tienen el reto de hacer mejor lo que hasta ahora han realizado, sino también, revisar y reordenar sus misiones, rediseñándose como instituciones educativas innovadoras y proponiendo nuevas formas de educación e investigación en el nivel superior. En esta dirección deberán ampliarse los espacios de análisis y reflexión sobre los procesos de transformación que en los últimos años se han venido dando en las universidades y los institutos tecnológicos públicos, en las IES particulares, así como en las nuevas modalidades educativas impulsadas en la última década. Sin duda existe consenso de la evolución de las IES en México; no obstante, este requerimiento cada vez está más cercano al acoso y la exigencia sin salida por parte de organismos externos, rectores de la economía mundial, que a la consecución de reales satisfactores de nuestras universidades que atiendan las necesidades particulares cada región, país o localidad. Uno de esos elementos de progreso, más sólo como instrumento, lo constituyen las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). El caso central de este escrito es el de la Universidad de Occidente.

El caso

La Universidad de Occidente fue fundada en 1980 y últimamente ha desarrollado una considerable capacidad infraestructural para atender con mayor eficacia a un sector de la población estudiantil en el estado de Sinaloa. Entre la conformación de esa infraestructura destaca la construcción y remodelación de edificios e instalaciones en sus cinco unidades municipales (en los municipios de Ahome o Los Mochis, Culiacán, Mazatlán, Guasave y Salvador Alvarado o Guamúchil) y en tres extensiones académicas próximas a consituirse también en Unidades (en los municipios de El Fuerte, Rosario y Escuinapa), además de la provisión de equipos de cómputo en aulas didácticas y en salones de clase. A partir de 2004, a la Universidad se le otorgó el estatus de universidad pública estatal.
La docencia es la actividad preponderante en la Universidad de Occidente, en virtud de que el 66.7% de su profesorado es de asignatura, aunque este porcentaje ha disminuido un 14.6%, pues en 2005 era de 81.3%. Lo anterior se explica por el aumento de Profesores de Tiempo Completo (PTC) cuya mayoría detenta estudios de posgrado, por lo que la institución apunta a una paulatina imposición de un orden donde la investigación tenga más presencia al contar ya con Dependencias de Educación (DES) y Cuerpos Académicos (CA) entre cuyos miembros destacan aquellos con perfiles PROMEP (Programa de Mejoramiento del Profesorado) y/o adscripción al Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Para mejorar la gestión y administración de los procesos académicos, la Universidad de Occidente ha modernizado sus instalaciones universitarias en computación y telecomunicaciones. Así, se han emprendido diversas acciones que actualmente le permiten disponer de recursos tecnológicos (cuyo número se sigue incrementando) entre los que destacan una red interna (Intranet) y la inclusión de pizarrones electrónicos en el 75% de las aulas.

Actualmente esos elementos logísticos están a disposición del profesor para mejorar sus clases, por lo que se pretende conocer la interacción que tiene con ellos, si es que en realidad tal contacto se verifica y, si es así, con qué regularidad se realiza. Se contempla aquí, asimismo, la necesidad de conocer las causas del porqué no se concreta en algunos casos la utilización del equipo técnico: reticencia, desconocimiento, fallas de funcionamiento o mantenimiento, etc. Se pretende investigar si el profesorado percibe a la tecnología en educación como una ventaja profesional o bien como un mundo desconocido al que (tal vez) forzosamente tuviera que ir adaptándose de manera paulatina. Igualmente se requiere verificar si sus intereses profesionales, usos y costumbres de docencia en aula, así como sus intereses personales tienen empatía con la utilización de nuevas tecnologías en la enseñanza.

Sin embargo, la institución reconoce que estos avances, aunque permiten una interacción continua con la tecnología, la insuficiencia de ésta y de equipamiento para el desarrollo de los cuerpos académicos necesita atención para su fortalecimiento, con el fin de que la labor de generación y aplicación de conocimiento no se limite.

La delimitación apunta entonces a estudiar la relación y la visión del maestro con la tecnología a su alcance para realizar sus labores en la Universidad de Occidente, y no de abordar los efectos educativos en el alumno, producto del uso de medios tecnológicos en la enseñanza. Cabe mencionar que éste es un acercamiento de tipo exploratorio con la finalidad de sentar una aproximación preliminar para la conformación de un estudio posterior más profundo y amplio.

Metodología
En este primer acercamiento con la Universidad de Occidente, se hizo una encuesta y una serie de entrevistas con profesores de su Unidad Culiacán. Para el primer caso se diseñó una muestra no probabilística con 35 profesores de este plantel, al ser personas conocidas y de diferentes carreras; y para el segundo, se adoptó un enfoque etnográfico mediante la modalidad de estudio de caso, con el fin de recopilar datos mediante entrevistas semiestructuradas a diez maestros. Las categorías que se detectaron como trascendentales fueron: conocimiento y habilidades en el manejo de las nuevas tecnologías; las TIC y el trabajo docente; la organización y su apoyo con la provisión de elementos tecnológicos; y las perspectivas a futuro respecto a las TIC en la educación y el papel del profesor. Estas categorías se visualizaron para ambas estrategias, cuantitativa y cualitativa, y para el cuestionario se agregó una más: la vivencial, es decir, el contacto cotidiano del profesor ante las TIC.

En la encuesta realizada en el presente estudio se plantean los resultados a partir de meras frecuencias con las respuestas a un cuestionario-escala de medición de percepciones de los docentes, con las opciones que van de “Muy de acuerdo”, “De acuerdo”, “Opinión indefinida” “En desacuerdo” y “Muy en desacuerdo”. Para tal efecto, el cuestionario se construyó con ítems obtenidos de fuentes bibliográficas y de declaraciones de los profesores en entrevistas exploratorias. En un estudio ulterior, se realizará la encuesta con ajustes al cuestionario y se calculará la muestra correspondiente.

Resultados
Con las respuestas a un cuestionario de treinta preguntas, se registran las opiniones mayoritarias respecto a las categorías planteadas. Para los cuestionamientos (preguntas 1 y 2) referentes a las habilidades para manejar las TIC, los profesores manifestaron estar ya sea muy de acuerdo o de acuerdo en que el maestro necesita capacitarse para utilizarlas, aunque por otra parte dijeron tener los conocimientos suficientes para el manejo actual de las TIC y que el uso de éstas no implica adquirir un conocimiento complicado (preguntas 3 y 4).

En cuanto al papel de las TIC en el trabajo docente, los encuestados estuvieron de acuerdo en que aquéllas son sólo herramientas auxiliares con potencial para lograr clases más dinámicas con clarificaciones a la explicación del maestro y conseguir un mayor acercamiento entre docente y alumno con el fin de descubrir, investigar y organizar la información; por lo tanto, el énfasis debe ponerse en la docencia y en los cambios de estrategias didácticas (preguntas 5, 6, 8 y 9). Sin embargo, poco más de la mitad de los inquiridos no tienen certeza acerca de si las TIC han coadyuvado para que el estudiante aumente sus calificaciones y rendimiento escolar (pregunta 10).

En cuanto a la tercera categoría, la mayoría de los profesores indicaron que la Universidad de Occidente no cuenta con suficiente infraestructura ni equipo para impartir clases (preguntas 11 y 12), en tanto que las opiniones se dividen cuando responden que han recibido capacitación suficiente por parte de la institución para manejar las TIC y están inciertos de saber si la inclusión y uso de éstas es una directriz organizacional (preguntas 13 y 14).

Respecto a la última categoría acerca de las perspectivas del trabajo del profesor con la inclusión de las TIC, los maestros manifiestan mayoritariamente que las instituciones educativas y sus actores están involucrados con la tecnología de alguna manera (pregunta 15), aunque también consensan que la abundancia de información no necesariamente garantiza un mayor conocimiento (pregunta 16). También están mayoritariamente de acuerdo o muy de acuerdo en que las TIC han provocado cambios culturales a las organizaciones (pregunta 17). Las opiniones divergen respecto a la inclusión de las TIC en las universidades sin saber realmente para qué pueden servir (pregunta 18) y en lo tocante a la dependencia actual del profesor hacia las TIC (pregunta 19). No obstante, la mayoría piensa: que en un futuro el maestro dependerá cada vez más de las TIC para realizar su trabajo (pregunta 20); que la inclusión de las TIC en la enseñanza es un requerimiento de organismos internacionales (pregunta 21); y que los cambios sociales demandan una redefinición del trabajo del profesor (pregunta 22). A pesar de lo anterior, la mitad de los maestros encuestados señalan que su rol de profesores en la Universidad de Occidente ha cambiado con la inclusión de las nuevas tecnologías (pregunta 23), pero una tercera parte no sabe si esto ha sucedido.

Las últimas once preguntas del cuestionario (24 a 34), hacen referencia a la relación vivencial del profesor con las TIC, es decir, su relación cotidiana actual con los aparatos que inciden en su trabajo. La mayoría de los maestros encuestados aluden utilizar las TIC en sus clases, cuando menos ocasionalmente; también la mayoría dice utilizar el proyector y la computadora portátil para aplicar la clase y una minoría usa el pizarrón electrónico; el 85% señala que usa las tecnologías tradicionales en clase, en especial el pizarrón blanco; el 45% indica que combina las TIC con las tecnologías tradicionales, el 41% dice usar más éstas, en tanto que una minoría (20%) usa más las TIC.

Por otra parte, la generalidad de los profesores manifiesta una considerable interacción con las TIC al utilizarlas en diversas actividades entre 3 y 6 horas diarias, en tanto que un 14% las usa hasta 8 horas por día y un porcentaje idéntico las emplea de 1 a 2 horas. Por último, el uso de Internet por parte de los encuestados es para búsqueda de información (97%), para envíos de tareas por correo electrónico (74%) y para consulta de sitios específicos (80%), no así para asesorías en línea (54%) mediante el chat o algún otro espacio.

Entrevistas
A continuación se plasman en la tabla de abajo los conceptos que se consideraron más significativos y que fueron expresados por diez maestros en entrevistas aplicadas a cada uno de ellos. A cada entrevistado se le asignó un número en el cuadro y algunas de sus declaraciones se clasificaron como respuestas subsecuentes y correspondientes en puntos consecutivos (1, 1.1, 1.2, etc.).

Como puede apreciarse, los testimonios de los profesores giran en torno a una convivencia difícil con las TIC en la Universidad de Occidente, en su Unidad Culiacán. De estas aseveraciones proporcionadas por ellos se han podido identificar e inferir subcategorías derivadas de, y relacionadas con, las categorías planteadas para el cuestionario, mediante un análisis de contenido de acuerdo a la frecuencia con que aparecen ciertos términos mencionados. Dichas subcategorías son las siguientes:

La subcategoría vivencial, determinada por el contacto, experiencia e ideas previas de los maestros encuestados respecto de las TIC; es decir, su contacto con ellas y su uso cotidiano dentro y fuera del aula. A esta subcategoría corresponden las sentencias 1 y 5.2 de la tabla, con términos como “la aplicación más provechosa de las nuevas tecnologías está fuera del aula, al momento de preparar la clase” o “la tecnología… sí es parte de nuestra vida”.

La subcategoría del pasado se refiere a la apreciación de los maestros concerniente a la modernidad o actualización que significa el usar las TIC en relación a un pasado tocante a las tecnologías tradicionales, y a este respecto corresponden las frases 1.1, 3.3 y 5.5, con aseveraciones como “soy un maestro chapado a la antigua”, “uso las tradicionales pero trato de darle un giro diferente” o “al alumno de maestría no le puedes ofrecer clases clásicas”.

La subcategoría eficiencia es la más abundante en declaraciones, ya que se refiere al papel de las TIC en el aula y sus efectos en el aprendizaje. A este punto corresponden los testimonios 1.2, 1.3, 2.2, 2.4, 4, 4.1, 4.2, 6.10, 7.2, 8.1, 8.2 y 10.1, y entre los que destacan frases como: “… tenemos más un show de luces que puede distraer al alumno”, “… al alumno lo hace estar más metido en clase”; “el alumno pone más atención”; “las TIC pueden ser un distractor muy importante”; “las clases se dan en menor tiempo, son más visuales…” o “la tecnología facilita la tarea y optimiza tiempos”. Aquí se observan posiciones a favor y en contra acerca de las posibilidades de las TIC en la exposición de clases.

La subcategoría capacitación obedece a la preparación que tiene el docente frente al manejo de las TIC, la cual que debe ser proporcionada, según los testimonios, por la Universidad de Occidente. A esta subcategoría corresponden los enunciados 1.4, 3.4, 4.3, 5.7, 5.8, 6.6 y 6.9, e incluyen expresiones como: “este potencial (de las TIC), para convertirse en realidad, requiere de capacitación y actualización que pocos docentes están dispuestos a adquirir”; “… no sé usarlo (el pizarrón electrónico)”; “fue un curso muy superficial”; “no capacitaron bien al personal académico”; o “si nos dieran capacitación serían mucho mejor las clases”. Evidentemente aquí se acusa una marcada deficiencia instruccional de la institución.

La subcategoría competitividad es una apreciación detectada en conceptos que aluden a la inclusión de las TIC como oferentes de calidad e idoneidad en la educación de vanguardia en los tiempos actuales. Acá se integran las sentencias 2, 6.3, 6.4 y 6.7 que incluyen construcciones sintácticas como: “las TIC nos hacen ser más competitivos ante las demás organizaciones”; “quien es ciego a los cambios… deja de ser competitivo”; “cuando nosotros no aprendemos a utilizar tecnologías que vuelven competitivos a mis competidores, quiere decir un paso atrás”. En este punto, es patente la alusión al término competitividad por la alusión y reiteración del mismo en las frases.

La subcategoría infraestructura refiere al equipamiento y a los recursos tecnológicos con los que cuenta la Universidad y que están a disposición del maestro para su trabajo. En esta clasificación  se integran las declaraciones 2.5, 3.2, 4.5, 4.6, 5.4, 5.9 y 8 de la tabla, y se manejan oraciones como: “… lo que no sirve es el mueble donde está la compu y el cañón, pero aún así no me vence…”; “si yo estuviera más desarrollada en lo económico pues sí me comprara mi propio cañón, mi equipo”; “… hay mucha carencia de estos equipos en las aulas y hay mucha demanda diariamente, tanto de los docentes como de los alumnos”; “no todas las aulas están en buenas condiciones como para utilizar el pizarrón (electrónico)”; “no hay equipo o no sirve”; “¿Qué les cuesta (a las autoridades) poner un pintarrón, ya que el pizarrón electrónico no lo podemos utilizar?”. Otro problema organizacional es precisamente el aprovisionamiento de TIC en la institución, el cual obedece a varias causas, entre ellas los resultados limitados en la gestión, aunque se reconoce el esfuerzo en aspecto de las autoridades rectoras.

La subcategoría gestión se enlaza con la inmediata anterior al apuntar a la tramitación y negociaciones que la Universidad realiza para obtener apoyos en materia de TIC, y que los docentes encuestados esgrimen en las puntos 5, 6.8 y 7.4, con declaraciones como: “existen todavía cuestiones burocráticas que truncan el desarrollo de la organización”; “nuestras autoridades rectoras hacen verdaderos milagros… y nadie se pone a pensar en lo difícil que es atraer esos recursos”; “(el desempeño docente se mejoraría) sólo si éstas (las TIC) tuvieran un sistema de gestión eficiente que permitirá al docente un uso más fácil y transparente, además oportuno”. Destacan posiciones contrapuestas de dos docentes que tienen experiencia precisamente en gestión educativa.

La subcategoría combinación atañe a la comparación y confrontación que los entrevistados hacen entre las TIC y las tecnologías tradicionales, en una simbiosis posible pero que actualmente aún mantienen una relación dialéctica en su uso. Aquí corresponden las frases 5.6 y 6.1, que se resumen en estas sentencias: “… preparo las clases con tecnología, pero al darlas es (de manera) tradicional”; y “la educación se alimenta de tecnología, desde la sencilla (tradicional)… hasta tecnologías de la información”.

Finalmente, la subcategoría dependencia se ubica con tres testimonios (3.1, 5.3 y 10) que representan el problema de la convivencia con las TIC: “aún existen choques de lo que es la parte humana y la revolución tecnológica”; “la tecnología no me ha sustituido… no dejo de dar clases si no tengo tecnología”; y “cuando el maestro no tiene la tecnología a la mano se considera incapaz de dar la clase de otra manera”. Estos tres testimoniales explican la difícil relación, un cierto temor a la sustitución y la duda sobre la capacidad docente del profesor que depende de las TIC.

Conclusiones

El objetivo de este estudio se cumplió en cierta forma si se considera que los puntos de vista de los profesores de la Universidad de Occidente concuerdan de manera general con las tendencias teóricas que apuestan a incluir las Tecnologías de la Información y Comunicación como una oportunidad para optimizar el proceso de enseñanza en las instituciones de educación superior. Sin embargo, cabe señalar que se enfrentaron serias dificultades en conseguir la información pues muchos maestros aún muestran desconfianza ante un cuestionario, sobre todo los de tiempo completo, en tanto que los supernumerarios no son fácil de localizar.

En lo tocante a las concepciones de los docentes abordados, de manera general éstos avizoran un advenimiento de las TIC como parte de las condiciones actuales en el mundo y, aunque las distinguen como instrumentos de apoyo, apenas tocan el punto de una nueva racionalidad basada en el proceso de enseñanza-aprendizaje con las TIC integradas de manera fundamental como herramientas que estimulen las funciones intelectuales tanto del profesor como de los estudiantes; que ambos actores sean capaces de usarlas para representar y expresar los conocimientos adquiridos y a la vez sean un puente de relación colaborativa mediante productos diseñados y transmitidos para crear un entorno más participativo.

Para lograr lo anterior, primero que nada el profesor de la Universidad de Occidente debe ser consciente de su rol de mentor y de guía en la construcción del conocimiento de sus alumnos, y después el papel de la institución debe encaminarse a la conformación de funciones gestoras de apoyos tecnológicos y de reintegración de la infraestructura ya existente, pues no es posible que no funcione (o funcione sólo por momentos) la mayoría de las casi cuarenta aulas equipadas con pizarrones electrónicos en la Unidad. Lo primordial es fomentar el aspecto vivencial del profesor con la tecnología, de que la tenga a su alcance y después pensar en las múltiples posibilidades de apoyo que ofrecen las TIC, para así encaminarnos hacia la búsqueda del “profesor tecnólogo”, aquél que no debe olvidar que también existen las tecnologías tradicionales y ese acercamiento con el alumno.

También queda de manifiesto la dificultad presentada en los países menos desarrollados o en vías de desarrollo por arribar a la llamada sociedad del conocimiento. En estos casos, las políticas de mejoramiento y adecuación, fundamentadas en la planeación y gestión de apoyo en infraestructura escolar devienen en decisiones y acciones enmarcadas por presiones externas y por conceptos de moda. No olvidemos que la sociedad del conocimiento no es sino un estado de cosas por alcanzar, donde el insumo principal es la generación del saber, aunque siempre ha sido así. La producción de bienes históricamente ha sido resultado de descubrimientos y conocimientos aplicados, sólo que hoy se pretende que los datos prácticamente vuelen a velocidades insospechadas a través de las TIC y la consecuencia sea el desarrollo vertiginoso.

El caso de la Universidad de Occidente en el Estado de Sinaloa, puede ser indicativo de una situación incipiente hacia un posible cambio; un cambio al que aún no estamos en condiciones de lograr; pero que, sin embargo hay pleno conocimiento entre alumnos, profesores y autoridades de que el camino hacia la sociedad del conocimiento y la contribución al desarrollo regional, es sin duda el trabajo conjunto entre universidades, empresas y gobierno.

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1 Doctora en Estudios Organizacionales por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, México. Profesora Investigadora del Departamento Académico de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Occidente, Unidad Los Mochis. Integrante del Cuerpo Académico Análisis y Desarrollo Regional. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (Nivel 1) aalvarado@mochis.udo.mx

2 Doctor en Estudios Organizacionales por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, México. Profesor Investigador del Departamento Académico de Ciencias Sociales de la Universidad de Occidente, Unidad Culiacán. Integrante del Cuerpo Académico “Sociedad y Cultura”; jechavez@culiacan.udo.mx

3 Gibbons , M., C. Limoges, H. Nowonty, S. Schwartzman, P. Scott and M. Trow, The new production of knowledge. The dynamics of science and research in contemporary societies, Sage Publications, London, Thousand Oaks, Nueva Delhi, 1994.