ASPECTOS DE FILOSOFIA DE LA CIENCIA Y SUSTENTABILIDAD

ASPECTOS DE FILOSOFIA DE LA CIENCIA Y SUSTENTABILIDAD

Ramón Rivera Espinosa
Universidad Autónoma Chapingo

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CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD (CTS) PROS Y CONTRAS

Escobar González Débora
Faculra de Estudios Superiores Zaragoza
UNAM

“Toda nuestra ciencia frente a la realidad es primitiva e infantil,
pero aún así es lo más preciado que tenemos”. A. Einstein.

Resumen

A lo largo de la historia, la ciencia ha sido un tema de interés social, debido, además de sus contribuciones a la sociedad que la acoge,  por los intereses que juega con la política, la economía y demás formas y estructuras de desarrollo de toda una sociedad. Así, el hablar de ciencia nos remite a hablar, sino de manera inmediata, de manera obligada de tecnología, la cual la podemos concebir como la ciencia aplicada o su manera práctica.
            El presente trabajo pretende entonces, hablar de la perspectiva CTS, dando un ligero recorrido a lo largo de su conformación y desarrollo como todo un movimiento, partiendo de lo que es y ha sido la ciencia como concepto, así como la tecnología, para pasar a un cuestionamiento de las consecuencias, positivas o negativas de la indiferenciación de éstas y su inquebrantable relación con  la sociedad y la cultura.
            Las líneas aquí escritas representan así, más que una búsqueda documental, un intento por demostrar la comentada y estrecha relación, no sólo de la ciencia y la tecnología a la sociedad, sino de cualquier tema emergente de la misma, es decir, de cómo todo lo nombrado, esta dicho y es conceptuado y entendido a partir de la sociedad en la que nace, crece y evoluciona.

Resume

Throughout history, science has been a matter of public interest, because in addition to their contributions to the society that welcomes, playing with the interests of politics, the economy and other forms and structures of development of all a society. So, speaking of science takes us back to speak, but immediately, must-way technology, which we conceive as applied science or practical way.
This paper then seeks, talk about the CTS perspective, giving a light path along its formation and development as a movement, based on what is and has been the science as concept and technology, to pass a questioning of the positive or negative consequences of the lack of differentiation of these and their unbreakable relationship with society and culture.
The lines written here represent well, more than a documentary research, an attempt to demonstrate the commentary and close relationship not only of science and technology to society, but any emerging issue of it, that is, how everything I named, is said and is conceptualized and understood from the society in which it is born, it grows and evolves.   

Introducción

A partir de dichos cuestionamientos, aunque no personales, se llega a conclusiones parecidas a la mayoría de los casos, en donde cualquier extremo o polo sugiere riesgos y augura más consecuencias negativas que positivas; además de generar una propuesta que más allá del equilibrio entre dichos opuestos, pretende la reflexión un tanto interiorizada de la acción y conciencia social.

            La ciencia, es percibida por la sociedad como una institución social que cumple determinadas funciones, es decir, el reconocimiento que en su mayor parte se le hace a la ciencia es por su utilidad y no específicamente según Molina (1999) por el progreso del conocimiento, de esta manera argumenta Molina, que el concepto instrumental de la ciencia pasa por alto la debida reflexión de la relación inquebrantable de la ciencia y la sociedad, que es también un elemento importante de su superestructura ideológica. Así, las aplicaciones de la ciencia se vuelven intangibles, pues no sólo se utilizan en productos tecnológicos sino que las técnicas elementales provenientes de la ciencia son usadas para resolver problemas prácticos.

            Así, la ciencia es un cuerpo organizado de conocimientos en donde son ajenas las implicaciones éticas, en la medida que el pensamiento es neutro al no determinar acciones, sin embargo, la naturaleza humana lleva a éste, a no conformarse con el conocer y entender la variedad de fenómenos que lo rodean y ambicionar así por la aplicación del conocimiento con múltiples propósitos. La tecnología entonces, tiene indiscutiblemente implicaciones éticas (Jiménez y Rojo, 2008).

            Se acostumbraba distinguir entonces, entre la ciencia, como generación de conocimiento primariamente por el conocimiento mismo; y la tecnología como conjunto de conocimiento relativo a una técnica práctica; esta distinción  no se ha mantenido, debido a que se ha creado una actividad cuya función primera es instrumental, justificando entonces su existencia produciendo conocimiento práctico o técnicas que son de utilidad para el género humano cuya aplicación va desde la satisfacción de las necesidades básicas, hasta el apoyo de la estructura de poder de la sociedad por medio de armas bélicas e inversiones rentables (Molina, 1999).

            De tal manera, en la era postmoderna ya no existe una distinción de principio entre ciencia y tecnología, los límites entre una y otra cada vez se vuelven más difusos, sin embargo, un cuestionamiento nace a partir  de dicha confusión, la interrogación de no diferenciar también la teoría de la práctica, la investigación de a aplicación o el conocimiento de la utilidad. De acuerdo con esto, Feenberg  (2009) afirma que todas las distinciones implican la creación de jerarquías y en la medida que la ciencia y la tecnología son indiferenciadas, la jerarquía que justifica la fuerza de ambas se pierde y la tecnociencia se usa con fines en muchas ocasiones lucrativos, pues más que el conocimiento como fin de la ciencia, la utilización del conocimiento adquirido se ve sólo con fines de producción, además de que hay una apertura por parte de la ciencia a varias formas de control político y económico. Así, la intervención política y económica en la ciencia es más modesta en sus objetivos, en contraste con la tecnología, que en su lucha por el control frecuentemente conduce a la intervención directa de los ciudadanos y los gobiernos en decisiones tecnológicas, e incluso en los criterios para la toma de decisión utilizados para seleccionar tecnologías, a partir de la conveniencia de producción de bienes comerciantes.

            De acuerdo con dichas connotaciones éticas  que son inherentes al hablar de tecnología, así como de tecnociencia, al no poder separarlas, Sarewitz (en Jiménez y Rojo, 2008), intenta poner de manifiesto los mitos que rodean a la ciencia y su actividad práctica: como el de tener un beneficio infinito, que existe una libertad en la investigación así como una responsabilidad y control de los resultados, el mito de la objetividad de la información y que el nuevo conocimiento generado en la frontera de la ciencia es independiente de las consecuencias morales y prácticas. La idea de Sarewitz es que estos mitos han sido creados por la propia comunidad científica, pero suelen fracasar a la hora de servir a los intereses de la sociedad y considera que no puede separarse lo que ocurre dentro del laboratorio del contexto social en el que está inmerso.

            Al describir los impactos éticos, como consecuencia de la tan comentada indiferenciación entre tecnología y ciencia, así como los mitos que se han tenido y se conservan acerca de la actividad y comunidad científica, nos lleva a plantearnos el proceso científico como algo dinámico que a lo largo del tiempo se modifica no sólo en su actuar, sino en sus fines y relaciones con otros constructos sociales.

            Hoy en día no es claro, que la ciencia-tecnología sea un bien sin cualificación, o que el típico balance moderno de fuerzas separadoras y unificadoras sea estable en sí mismo. El proyecto moderno, parece tener fuertes tendencias a crear varias formas de alienación y a generar nuevos problemas en el curso de resolución de los viejos. En algunos casos, por ejemplo, la conquista moderna de la naturaleza ha sustituido meramente “los vínculos de la naturaleza” por los de artificio (Medina y Sanmartín, 1990).

            De tal modo, el proceso del trabajo científico institucionalizado, nos da la referencia del paso de la ciencia epistémica, a la industrialización, de este modo, Macías (2002) propone que la búsqueda de soporte tecnológico de los países industrializados va acompañada por una creciente desigualdad del sistema internacional de la ciencia y la tecnología en la distribución de la riqueza y el conocimiento. De tal manera siguiendo a Macías, quien propone algunos hechos que incrementaron la importancia de la ciencia y tecnología en conjunto en esta era moderna; como la subordinación ante el poder y la cristalización de políticas científicas que permitirían la participación del Estado en la organización y estructuración de la actividad científica; es como pueden ubicarse los cambios en la interpretación de la práctica científica, de donde sin lugar a dudas los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) tienen un sustento.

            Dicho sustento se refiere a lo comentado anteriormente, sobre la evolución del proceso científico, como el concepto mismo de ciencia y tecnología, así como de las tradiciones de pensamiento cambiantes que permiten u obstaculizan la percepción cada vez más abierta de la relación y cause de movimientos sociales, así la historia de los estudios CTS, es como cualquier movimiento, producto de diferentes causas sociales que en seguida se describirá.
            Hacia la década de los sesenta, se inició en los EUA un movimiento que tenía como fin el estudio interdisciplinar de las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, sus siglas en ingles STS; así mismo el movimiento surgió en otros países, especialmente en Canadá, Gran Bretaña, Holanda y Alemania (Medina y Sanmartín, 1990).

            La emergencia de los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) tiene un trasfondo histórico; por parte de la modernidad, el intento de trasformar la sociedad a través de la ciencia y la tecnología, lo que se le conoció como la Ilustración; a su vez, la contraparte de dicho anhelo, el Romanticismo. Así mismo, previamente se incluía en dicha época el reciente nacimiento de la sociología como estudio científico de lo social, además del incesante intento humano por entender su creación con una historia y filosofía de la ciencia. A partir de dicho contexto histórico, la emergencia de movimientos sociales cada vez más sofisticados contribuyó a formar el trasfondo original del surgimiento de CTS, las preocupaciones y reacciones de dichos movimientos se mantienen en la actualidad (Cutcliffe, 2003).

            Por otro lado, en el nacimiento de los CTS jugaron un papel importante los movimientos contraculturales, los movimientos en contra de la Guerra de Vietnam, en contra del racismo, etc. Y, en general, un amplio número de movimientos anti-establishment, como la revuela estudiantil. También estaba presente la influencia que algunos libros van a tener en el surgimiento y desarrollo de una conciencia crítica en torno a las innovaciones tecnológicas, identificadas tradicionalmente con la primera y principal causa del progreso social. De ésta manera, uno de los movimientos sociales más característicos de los años sesenta y setenta fue el conocido como movimiento pro tecnología adecuada, alternativa o apropiada (Sanmartín y Luján, 1992).

            Quizás el precursor intelectual que más influyó en los movimientos CTS fue Snow, quien comenzó en un primer momento describiendo la brecha entre las culturas científicas y literarias en una serie de novelas. Más adelante, en su ahora famosa conferencia <<Rede>> en Cambridge University, 1959, postuló la existencia de una división creciente en la sociedad, entre <<dos culturas (que no se comunican)>> - una compuesta por los científicos y la otra por los humanistas; su metáfora de las dos culturas conformó en gran medida el discurso dentro del campo de CTS (Cutcliffe, 2003).

            Puede entonces, presumirse la necesidad de la emergencia de tal perspectiva, pues durante la época en la que nacen los estudios de CTS, se producen una serie de fenómenos relacionados con la comprensión social de la tecnología y la ciencia. Según Sanmartín y Luján (1992) estos pueden enumerarse en la aparición de la llamada gran ciencia, Big Science, que externaliza la necesidad de formar gestores para dirigir y manejar laboratorios en donde se trabajara en proyectos que utilizasen grandes  cantidades de recursos, relacionándose así con la competencia entre naciones; por otro lado, la emergencia de una conciencia crítica respecto de la tecnología y algunos de sus efectos negativos; la necesidad de crear instituciones y de formar expertos en temas como la política científico-tecnológica, además de la evaluación de tecnologías; y el surgimiento de numerosas investigaciones cuestionadoras de la imagen tradicional de la ciencia y la tecnología como actividades aisladas del contexto social, político y económico.

            Existen varias direcciones que han tenido los estudios y programas que conforman el movimiento CTS, los cuales pueden distinguirse en tres grandes grupos según  Moya y Brito (2002), los cuales son:

  • El campo investigativo, el cual hace referencia a una reflexión alternativa a la tradicional concepción académica sobre ciencia y tecnología.
  • El campo de la política, referido a la promoción de una activa participación pública en la gestión y evaluación de la ciencia y la tecnología.
  • El campo de la educación, acerca de la aparición de nuevos programas interdisciplinarios de enseñanza a diferentes niveles.
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            Uno de los campos en donde el movimiento CTS ha tenido más influencia es en la educación, pues dicha perspectiva promueve una transformación de las estructuras y contenidos educativos  sobre la base de una nueva imagen de la ciencia y la tecnología en el contexto social, además, los estudios CTS, orientan desde una perspectiva mucho más flexible las principales finalidades de la investigación y la tecnología, lo que pretende garantizar lograr una alta calidad en la profesionalidad del trabajo que se realiza en la esfera educativa (Moya y Brito, 2002).

            De tal forma, hoy en día existe una necesidad de considerar a la ciencia y la tecnología como procesos sociales y de acuerdo con Medina (2000) la aparición de una orientación que reclama la contextualización social de la tecnociencia  coincide con el cuestionamiento de la autonomía del desarrollo tecnológico, por lo que supone una ruptura definitiva con la concepción positivista de las relaciones entre ciencia y sociedad, que menosprecia la actividad práctica de la ciencia y que mantiene la tradicional división entre un ámbito superior dedicado al descubrimiento de la “verdad”  (ciencia) y un ámbito social cuyo desarrollo depende del desarrollo del primero y de sus aplicaciones tecnológicas. Sobre este ámbito social recaerá, además, la responsabilidad del uso del conocimiento científico y los artefactos tecnológicos, sin valorarlas como buenas o malas más que a partir del fin y el uso.

            De esta manera, la tecnociencia pierde el pedestal divino en el que se encontraba y comienza a considerarse con los planteamientos CTS como una construcción social más, aunque con un alto grado de desarrollo institucional. Los planteamientos CTS entonces, abogan por la participación pública en las decisiones sobre el control del desarrollo tecnológico, pero también en la propia evaluación del mismo (Medina, 2000).

            Se puede hablar entonces, de las llamadas políticas de ciencia y tecnología  y de los sistemas de innovación, entendiendo la política como el proceso mediante el cual se diseña, promueve, administra, financia y evalúa el sistema; dichos conceptos determinan así la forma, magnitud y dirección del apoyo público y privado de la ciencia y la tecnología. Éstas políticas se ocupan, en general, de la trilogía investigación básica, investigación aplicada y desarrollo tecnológico, las cuales se entienden respectivamente como: ciencia pura o independiente de la utilidad práctica, ciencia dirigida a la resolución de problemas dados a partir de conocimiento preexistente, y ciencia para convertir el conocimiento adquirido a la aplicación de productos de utilidad. Dichas tipologías de investigaciones, obedecen para su financiamiento, no siempre a consideraciones de valor espiritual, intelectual y estético de la ciencia, sino a beneficios social tangibles e intangibles, tales como los relacionados, al crecimiento político-económico, a la salud, la educación o al prestigio de toda una nación; aceptando entonces la premisa, de que el fundamento de la política de ciencia y tecnología debe ser parecido a un contrato mediante el cual se acuerda el apoyo a las actividades tecno-científicas, obteniendo a cambio productos, conocimiento e innovación que contribuyan así al desarrollo de las sociedades (Ahumada y Miranda, 2003).
            A partir de lo dicho hasta aquí y reafirmando lo que dice Jiménez (2008) puede entenderse la complejidad de los problemas asociados al desarrollo y avance de la ciencia y la tecnología pues el esquema lineal de la relación “ciencia-tecnología-sociedad-bienestar humano” es meramente teórico y no representa la realidad actual en donde, como se ha comentado, las implicaciones éticas referentes al uso y fin de la ciencia así como lo elitista de la comunidad científica, nos remita a reflexionar sobre la importancia en los aportes y enormes contribuciones que la ciencia ha generado para el mejoramiento en la calidad de vida de las personas y la contraparte negativa que ya se ha descrito.

            De tal manera, para que la premisa del valor y necesidad de la adquisición, transferencia y adaptación de conocimiento como determinantes en la resolución de los problemas sociales,  deje de ser una falacia o una utopía, debe considerarse  el tipo de educación a todos los niveles, la imagen transmitida por los medios masivos de comunicación sobre la ciencia y la tecnología y su impacto en la sociedad, la actitud y acciones de los científicos frente a la comunidad y a su capacidad para entender y apropiarse de los beneficios que ofrece la tecnociencia, y entender además las políticas de los gobiernos para incorporar de manera natural y efectiva la ciencia y tecnología dentro de los planes de desarrollo (Ahumada y Miranda, 2003).

            Al destacar la importancia de la producción de conocimiento como requisito para lograr mejores niveles de crecimiento y bienestar social resulta fundamental multiplicar los esfuerzos para ampliar el panorama que pretende el movimiento CTS, sin embargo esto no sería suficiente, pues además se requiere de toda una infraestructura física y organizada para el trabajo de investigación, es abordar el tema de infraestructura básica y de lo que se requiere tener para participar de alguna manera en la sociedad del conocimiento; y no contar con ella, provoca estar por fuera de la posibilidad de participar competitivamente en los mercados, lo cual significa desempleo, pobreza, inestabilidad social, estar por fuera de las posibilidades de supervivencia (Ahumada y Miranda, 2003).

            Concluyendo entonces, puede decirse que la concepción de la ciencia y la tecnología, no ha atravesado por diferentes momentos de manera azarosa sino como producto de las necesidades de la sociedad, además de la ideología de la misma que permite la fluidez o atascamiento de dicho camino de conceptuar los tan mencionados términos.

            De tal manera, el tratar de juntar, separar o distinguir determinados conceptos, es una tarea que implica el desmenuzado trabajo de entender los pros y contras de cada situación, así la ciencia no puede concebirse sólo como una biblioteca en donde se acumulan conocimientos, y por la naturaleza misma del humano ha de convertirse en algo de utilidad. Así, la tecnología es algo inherente a la ciencia, que se desprende de ella, y no por tanto lo mismo, pues de manera burda, no puede ser lo mismo usar un carro a entender la física, mecánica y demás saberes que lo hacen desplazarse y funcionar.

            Dicha justificante, no es más que la manera en obviar la diferencia, aceptando su irreductible relación, sin embargo, la difusa distinción que se vive en la sociedad actual conlleva a aspectos más relevantes que el conocimiento mismo, y es el fin de éste, pues como se comentó anteriormente, la relación que se da, a parir de la aplicación, de la ciencia con la sociedad, tiene repercusiones no siempre positivas. Podemos resumir aquí, que los intereses políticos y económicos, claramente de los de poderío, en la sociedad globalizada en la que vivimos definen el rumbo no sólo de la ciencia, sino de las sociedades que la acogen.

            La conclusión no pretende quedarse en las críticas arriba señaladas, pues aunque se asuman como propias, no proponen nada. De tal manera, la reflexión que el presente pretende además de esclarecer que decisiones tajantes como la visión positivista del mundo y lo dicotómico de asumir si es ciencia, no es tecnología y si es tecnología es tecnología y no hablar de sociedad, son además de absurdas, poco viables para una reflexión profunda; y lo que realmente se propone, es la reflexión misma, el interés por identificar pros y contras a diferentes niveles y entendernos como parte consecuente y actora de la sociedad, tratando entonces de hacer y ser para la sociedad lo que ella es para y ha hecho con nosotros.

            Para finalizar, los estudios CTS, son una buena forma de propiciar el tan anhelado desarrollo social, que va más allá de la separación o distinción de conceptos y trata como fin último integrar a la sociedad en el ámbito científico, desmitificando a la ciencia y convirtiéndola en algo más humano con fines benéficos y al asumirnos como actores participantes, actuar sólo de esta manera abriendo, empezando por abrir las puertas de tan cerrada élite científica.
Referencias bibliográficas
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