ABUSO SEXUAL INFANTIL EN MÉXICO: Análisis Jurídico-Social de las Causas Consecuencias y Prevención

ABUSO SEXUAL INFANTIL EN MÉXICO: Análisis Jurídico-Social de las Causas Consecuencias y Prevención

Janeth García Velázquez
Macarena del Carmen López Huerta
María Fernanda Ramírez Navarro

Volver al índice

CAPITULO IV. PEDOFILIA Y PEDERASTIA.

Los hechos nos obligan a especular sobre la sexualidad y sus conductas, la heterosexualidad, la bisexualidad, la homosexualidad, la zoofilia, la necrofilia, la pedofilia, entre otras. Tratar de reflexionar qué nos motiva a comportarnos de una u otra manera, de comprender causas y eventualmente soluciones a asuntos que hoy percibimos como problemas sociales es de suma importancia, para dar posibles soluciones o prevención al estrato social vulnerable, el impulso sexual en los humanos es básico, primario, intenso y persistente, con un desencadenamiento que tiene que ver mucho con los estímulos tanto internos como externos, está claro que existe una gran diversidad de estímulos para generar un deseo o impulso sexual, y esta diversidad está cada vez más presente en nuestra sociedad en los últimos años. La gran “apertura” y permisividad ante diferentes preferencias de tipo sexual ha sido evidente en las últimas décadas y ha promovido el que algunas conductas o comportamientos que antes eran considerados como “actos de perversión”, enfermedad mental e incluso delito, sean en la actualidad aceptados, sin embargo la pedófila, es una parafilia repudiada, intolerable ante los ojos de la sociedad receptora, es entonces algo necesario definirla, y ésta consiste en la excitación o el placer sexual derivados principalmente de actividades o fantasías sexuales repetidas o exclusivas con menores pre púberes (en general, de 8 a 12 años).

Ahora es preciso saber en qué se basa la conducta pedófila, según el documento Ladrones de Inocencia: La Pedófila, por Humberto Durán Ponce de León “Existen estudios que han establecido que dentro del conjunto de pedófilos, existen tipos tales como: a) los impulsivos, que constituyen los abusadores ocasionales de niños y b) los pedófilos propiamente dichos, que claramente sienten permanentes impulsos sexuales hacia los niños y para satisfacer dicho impulso son capaces de organizar sus “cacerías”, escogiendo con cuidado a sus víctimas a los que por su inexperiencia e inocencia, son fáciles presas. Los pedófilos siempre tratan de establecerse en lugares donde tienen fácil acceso a sus víctimas, tales como las guarderías y centros escolares, instituciones educativas, deportivas, culturales etc.
Al mismo tiempo, para el pedófilo resulta de la máxima importancia el asegurarse el silencio de sus víctimas, a quienes seleccionan y preparan, y al mismo tiempo buscan neutralizar o atenuar la capacidad de respuesta del mayor responsable del niño, en caso que exista. Es por este rasgo especial que sujetos que gozan de respeto y consideración sociales pueden ser en realidad pedófilos que merced a sus precauciones predatorias actúan durante años sin que puedan ser detectados”. (León, 2010).  Independientemente de ser un pedófilo impulsivo o uno propiamente dicho, las conductas que efectúan para lograr el fin común que tienen ambos, son los mismos buscando principalmente menores con inexperiencia aprovechándose de su inocencia la cual es un factor indispensable, para poder llevar a cabo su abuso, tratan de acercarse a ellos a través de un disfraz que utilizan en lugares públicos con conglomerados de niños, ofreciéndoles alguna dádiva para ganarse la confianza de éstos, y después de obtenerla garantizar que estos no revelen el “secreto” que dicen tener ambos, les fundan miedo, inseguridad, los manipulan, usan, explotan y no conformes con ello los amenazan para asegurarse de su silencio.
Para que pueda determinarse el término pedófila es necesario que este sea diagnosticado, y para que sea así deben tomarse en cuenta algunos criterios como los que establece la revista La Pedofilia: Un Problema Clínico, Legal y Social, por Victoria Trabazo Arias y Fernando Azor Lafarga.
“A. Durante un período de al menos seis meses, experimentar fantasías sexuales recurrentes y altamente excitantes, impulsos sexuales o comportamientos que implican actividad sexual con niños pre púberes o niños algo mayores (generalmente de trece años o menores).
B. Las fantasías sexuales, impulsos sexuales o los comportamientos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
C. La persona tiene, al menos, dieciséis años y es por lo menos cinco años mayor que el niño o los niños del criterio A.
Además se debe especificar si la atracción sexual es por los hombres, por las mujeres o por ambos sexos; si se limita al incesto o no; y si es de tipo exclusivo (atracción sólo por los niños) o no.” (Victoria Trabazo Arias, 2014).
Hay que tener en cuenta que la pedófila no es lo mismo a realizar abuso sexual infantil, puesto que algunos solamente limitan su actividad para saciar sus fantasías, masturbarse con menores, observándolos. sin embargo hay abusadores que no son pedófilos y presentan una orientación sexual, heterosexual bien definida hacia personas adultas, pero por diversos factores pueden llevar a cabo conductas encaminadas a menoscabar la integridad de los menores.

¿Quiénes pueden ser pedófilos?

“El pedófilo puede ser un hombre o una mujer, aunque éstas son minoría; puede ser joven, adulto o anciano; puede ser un persona culta y respetada en su profesión o una persona inculta; pueden ser homosexuales o heterosexuales; suelen preferir a las niñas pero también pueden decantarse por los niños o por ambos sexos; pueden conocer a la víctima (ser familiares o amigos) o ser completamente desconocidos; sus actos pueden ir desde la masturbación, utilización de pornografía infantil, hasta los tocamientos y violación; unos utilizan la violencia y otros sutiles técnicas de manipulación.” (Victoria Trabazo Arias, 2014).
Es decir cualquier persona puede ser un pedófilo, inclusive un menor de edad siempre y cuando sea mayor que la víctima, esta conducta se desenvuelve por diversos  factores y momentos, y es aún más común que cuando el sujeto activo tiene una oportunidad de acercarse  al menor intentando en todo momento no causarle ningún daño para no levantar sospecha, y de llegar a hacerlo, se encargan de convencer a los adultos encargados de los niños o niñas que ellos fueron quienes los provocaron,  “Los pedófilos son mayoritariamente varones (un 13% aproximadamente son mujeres); suelen cometer el abuso sexual normalmente entre los 30 y 50 años de edad (a pesar de que un 20% de los agresores son adolescentes); suelen estar casados; los agresores son habitualmente familiares o allegados (profesores, vecinos, etc.) de la víctima; su apariencia es normal; tienen un estilo convencional; suelen tener una inteligencia media y no son psicóticos.” (Victoria Trabazo Arias, 2014).
Con todas estas características nos damos cuenta de que el pedófilo se escuda en un disfraz perfecto que ante la sociedad pasa desapercibido, pues su comportamiento es normal dentro del ámbito en el que se desenvuelve.

¿Qué piensa un pedófilo?

Siempre se ha dicho que cada cabeza es un mundo, y es por ello que en ocasiones nos preguntamos al enfrentarnos con casos de esta índole, ¿Qué tiene en la cabeza tal o cual persona, si se inclina a hacerle daño a un niño?, ¿acaso no se da cuenta del daño que le puede ocasionar? Enfermos o no, nos cuesta entender cómo puede llegar una persona a abusar de un menor. Vamos a intentar analizar qué pasa por la cabeza de estos sujetos para que no sólo lleven a cabo su conducta pedófila sino que la justifiquen.
Con el avance que ha tenido la tecnología en especial el  Internet, abre las puertas  a los pedófilos para que se expresen y relaten sus experiencias, los cuales defienden su derecho a amar a los niños y su derecho de expresión alegando que cuando no hay violencia, explotación o prostitución, su preferencia sexual debe ser respetada. “Estos pedófilos señalan que los niños tienen derecho, y sobre todo capacidad de elegir, y por lo tanto pueden demostrar el rechazo si no le gusta algo, además, no consideran a la pedofilia como una enfermedad y por ello rechazan el tratamiento. Como recogen Oliveiro y Graziosi (2004), muchos pedófilos defienden el “derecho a la libertad sexual” del niño que se encuentra oprimido por una sociedad sexo fóbica. De esta forma, estos pedófilos señalan que el verdadero daño que sufre el menor es derivado de: a) tener que mantener en secreto los “juegos” que hacen con los adultos (generando sentimientos de culpa, vergüenza e inseguridad); b) los trámites judiciales tras la denuncia de los hechos (interrogatorios, testimonios y careos); y c) el comportamiento de los padres, ya que sí éstos no comunicaran a sus hijos el temor de ser víctimas de la violencia, el menor no se negaría a las atenciones sexuales de los adultos, no sentiría vergüenza, y finalmente, no sería asesinado.” (Victoria Trabazo Arias, 2014)
Cuando leemos estas líneas donde se plasman los pensamientos que tiene un pedófilo, nos damos cuenta de que en realidad existe un daño interno que los hace ver su actuar como algo normal, digno de respeto y de aceptación por la sociedad intentando hacer caer en el error de que la humanidad es la equivocada, al pensar que los pedófilos no son los del problema si no que todo el entorno que compone el estrato social, pues son los que educan a las generaciones esa fobia sexual, la educación inquisitiva de ataño, donde se le inculca al menor que las relaciones sexuales son dañinas e inmorales si se realizan con mayores, y es aún más preocupante el hecho de que algunos sexólogos comparten esta postura. Tratando de justificar las conductas degenerativas que desencadenan los pedófilos.
Después de abordar la pedofilia, es preciso hacer hincapié en lo que radica la pederastia, para conocer los rasgos semejantes y diferencias, existentes entre ambas. Es así que se puede definir como “toda conducta en la que un menor es utilizado como objeto sexual por parte de otra persona con la que mantiene una relación de desigualdad.” (La Pederastia, 2011).
La pederastia es un actuar por parte de un individuo, convirtiéndolo a este en un delincuente, por el hecho de que está efectuando abuso sexual infantil, sin embargo en este aspecto no existe una enfermedad mental, no hay parafilia ni inclinación exclusiva hacia menores.
La mayoría de los casos esta se presenta, por el hecho ocasional, es decir cuando un adulto encuentra la ocasión  para ejecutar el acto, como sería cuidar del menor, encontrarse a solas con él, tener una relación donde este tenga el mando sobre aquel, o por ofrecerle incluso dinero.
Los pederastas son personas comunes y corrientes, que utilizan a los menores por satisfacerse, experimentando algo nuevo, algo desconocido, o simplemente por la ociosidad, capaces de medir el daño que le causan a la víctima, y el posible castigo que pueden recibir por estar realizando dicho acto.
Los pederastas, utilizan el internet como una herramienta fundamental para acercarse a sus presas intercambiando información, enviando pornografía de manera privada, planeando las palabras y momentos precios para evitar ser descubiertos. Cada vez son más difíciles de localizar, de acuerdo con diversos informes policiales, los pederastas empiezan con imágenes más suaves y van derivando hacia imágenes cada vez más duras y con víctimas más jóvenes, lo que les lleva a desear un contacto real que, en muchos casos, se acaba satisfaciendo en el denominado turismo sexual.

Diferencia entre pedofilia y pederastia.

Generalmente, la sociedad tiende a utilizar los dos términos como sinónimos, sin importar las características y peculiaridades que los distinguen, sin embargo es justo y necesario saberlos reconocer ¿Por qué?, principalmente la pedofilia, es una tendencia psíquica, considerada como una enfermedad concerniente a la psiquiatría, ajena al consentimiento y sensatas de una persona, donde existe ese desorden que lo hace sentir atracción sexual por los niños (as) exclusivamente.
Mientras que la pederastia, no es una enfermedad mental, ni existe ese deseo por los menores, solo nos sitúa ante una práctica, que realiza el sujeto, donde se hace hincapié sobre las edades, la pederastia se refiere a las relaciones intergeneracionales entre adultos y adolescentes o jóvenes adultos, es decir que la mayoría de los caso no se realiza con niños si no con jóvenes.
Para que una persona sea considerada pedófila, es necesario que se tenga un diagnóstico, donde se afirme que se trata de un trastorno sexual.
Desde el punto de vista semántico, la distinción es clara: una cosa es sentir atracción erótica por los niños, y otra, abusar sexualmente de ellos por simple gusto.

Un pedófilo, sufre al no tener una vida normal.

 Algunos de ellos tienen un tratamiento que les ayuda no solo a sobre llevar su vida de la manera más normal posible, si no que les ayuda a abstenerse para no causar un daño a los menores, pues consiente están de que esa inclinación suya no es bien vista ante la sociedad. Sin embargo algunos otros como ya se mencionó, consideran su actuar como algo normal y digno de ser respetado e incuso aceptado como normal.
La mayoría de los actos pederastas son cometidos por padres, este estrato clerical que la gente venera incesantemente, cegándolos por consiguiente el fanatismo religioso, como olvidar el famoso cura Marcial Maciel, que es un ejemplo claro de pederastia, pues el cometía este delito en todas las modalidades aquí se muestra algo de lo que él hacia abusando de su honorabilidad escondido detrás de una sotana hipócritamente: “1. “El padre Marcial Maciel es la expresión más grotesca y extrema de la iglesia de las impunidades y las arrogancias. Fue un exitoso pederasta bisexual que procreaba hijos a los que, en un arrebato de igualitarismo, también violaba. Adicto a las drogas, construyó una red de complicidades en el Vaticano distribuyendo favores y sobres repletos de dólares” 2. “Tuvo hijos, mujeres, amantes, amasó miles de millones y cometió todo tipo de tropelías. Incluso le acusan de abusar sexualmente de sus propios seminaristas” 3. “El padre Maciel también habría abusado de dos de sus hijos.” (Sacerdotes Pederastas:Citas textuales de periódicos internacionales, 2015).
La pederastia no es una novedad, existe desde tiempos inmensurables, y lamentablemente no se le ha dado la importancia que esta representa, sin embargo en este análisis referente al abuso sexual infantil, era necesario hacer mención por una parte la parafilia que constituye la pedofilia y la otra que compone la ocasión perfecta y maliciosa del actuar humano la pedofilia.
Que desde el ámbito jurídico, no deben de ser sancionadas con la misma intensidad, porque una es psicológicamente considerada enfermedad y la otra solo una desviación es decir no es un factor externo si no interno.