POLÍTICA INDUSTRIAL, CLÚSTERES Y PARQUES TECNOLÓGICOS: LA EXPERIENCIA RECIENTE DE MÉXICO

POLÍTICA INDUSTRIAL, CLÚSTERES Y PARQUES TECNOLÓGICOS: LA EXPERIENCIA RECIENTE DE MÉXICO

Daniel Mora Máynez
Hiram Marquetti Nodarse

Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad Juárez

Volver al índice

II.- La Formación de Clústeres como Instrumento del Desarrollo Regional en México:

2.1.- Evolución Histórica del Concepto de Clúster

Las primeras aproximaciones al concepto de clúster, en las ciencias económicas, datan de los inicios del siglo XIX, período en el que se produjo un salto cualitativo en las referidas ciencias. En paralelo, se consolidó la industria manufacturera como el sector productivo fundamental del sistema económico capitalista.
Inicialmente, los clústeres fueron abordados como la concentración o aglomeración de varios establecimientos en un espacio geográfico, donde adquieren beneficios con localización y mutua interrelación.1 Bajo estos criterios, comenzó a adquirir fuerza el concepto de concentración espacial de las actividades socioeconómicas, cuya dinámica ulterior se subordinó a las características principales de las ramas de mayor peso en el contexto regional. Estas condicionantes determinaron la presencia de dos tendencias contradictorias entre sí: la evolución de las denominadas fuerzas centrípetas que incentivan el fomento de las aglomeraciones y de las fuerzas centrífugas que estimulan la dispersión de las actividades.2
En aquel contexto, la teoría de David Ricardo, acerca de las ventajas comparativas, no sólo representó una importante contribución al desarrollo de las teorías del comercio internacional, sino que representaron también un referente obligado para comprender la problemática de la formación de los clústeres. Esta teoría aportó aspectos explicativos esenciales sobre la evolución de las condiciones de especialización a escala nacional y regional y, cómo éstas inciden en la construcción del patrón de ventajas comparativas de un país dado.
La culminación del siglo XIX y los inicios del siglo XX, se produjeron transformaciones sustanciales en las condiciones productivas y tecnológicas, así como en el ámbito de la gestión empresarial. Dichos cambios generaron la aparición de nuevos desarrollos teóricos, que dieron lugar al surgimiento de la economía industrial, como otra de las disciplinas integrantes de las ciencias económicas.3
La coincidencia en el tiempo de los procesos antes indicados, propició la introducción de dos dimensiones adicionales a la definición de clúster: la proximidad, que alude a la cercanía geográfica entre las empresas y, la interdependencia, que se refiere la mutua interrelación funcional en los aspectos productivos, a lo que se adicionó la probable generación y transmisión de conocimientos.
La evaluación del impacto de la proximidad entre las empresas sirvió de sustento a Alfred Marshall (1890 y 1920); en primera instancia para definir el concepto de distritos industrialesy, posteriormente, para explicar el proceso de creación de las denominadas economías externas de localización―también entendidas como externalidades positivas― que en su opinión, aludían a la posibilidad de aprovechar las economías externas de escala con similares características a las economías de escala que se obtienen al interior de la empresa.4
Las externalidades espaciales que resultan de la aglomeración han constituido, desde la aparición de las aportaciones de Marshall, uno de los aspectos focales en la explicación del proceso de formación y funcionamiento de los clústeres.
La relevancia de los procesos de aglomeración radica en el conjunto de beneficios resultantes de la concentración geográfica de las empresas, las cuales posibilitan que los límites sectoriales se trasciendan, y se fomenten relaciones que no están basadas en la lógica del mercado. (Véase Tabla 11).
Los beneficios asociados a los procesos de aglomeración incentivaron que se realizaran múltiples estudios desde otras perspectivas analíticas, los cuales contribuyeron a completar los criterios expuestos por Marshall y a dimensionar con mayor objetividad, el real alcance de estos procesos. 5
El referido completamiento estuvo relacionado con la incorporación de los temas relativos a la innovación, la calidad de los encadenamientos productivos y el desarrollo regional. Estos aspectos adquirieron un peso decisivo en las investigaciones referidas a los clústeres, a finales del siglo XX.
Las contribuciones de Marshall sirvieron también de sustento para actualizar las definiciones de lo que hoy entendemos por economías externas pecuniarias y economías externas tecnológicas.6
El enfoque más actualizado de las propuestas de Marshall, se encuentra recogido en la vertiente teórica denominada Nueva Geografía Económica, en la cual se aborda desde una perspectiva novedosa, la relevancia adquirida de la estructura espacial y geográfica de la economía.
La evolución de los criterios que se agrupan bajo esta vertiente teórica se caracterizaron por interrelacionarse de forma orgánica con las propuestas relativas a las nuevas teorías del comercio internacional y de ese modo conformar un cuerpo teórico único, en la cual se abordan en conjunto la incidencia de los factores espaciales y geográficos en el desarrollo del comercio internacional.
La interconexión de ambas propuestas teóricas se encuentra presentada en diferentes contribuciones realizadas por Paul Krugman, cuyas conceptualizaciones posibilitaron actualizar y completar los diferentes enfoques que se agrupan en la teoría de la localización. No obstante, el mérito principal de este autor es que logró integrar en una propuesta teórica única: el contenido de los modelos anteriores que intentaron explicar desde diferentes perspectivas, la importancia de la dimensión geográfica espacial de las actividades económicas, en conjunto con la determinación de los patrones de inserción en el comercio internacional. Esta integración conceptual se definió con posterioridad como una nueva teoría general de la nueva economía espacial. 7
Según el propio Krugman, su contribución se puede sintetizar en los siguientes aspectos:

  • La utilización de modelos con rendimientos de escala crecientes y competencia imperfecta para explicar los patrones de aglomeración.
  • Una mejor integración de los factores determinantes del comercio internacional.
  • La unificación de los diversos enfoques anteriores en un solo marco teórico coherente.8

Otras visiones contemporáneas de las aportaciones de Mashall, se encuentran recogidas en diferentes propuestas de la CEPAL relativas al papel de los denominados complejos productivos. En ese contexto, se destacan las contribuciones de Joshep Ramos (1999), experto de esta institución que fue muy enfático al señalar que la eficiencia del conjunto del complejo es mayor a la de cada empresa aisladamente, por las externalidades que genera cada empresa para las demás; es decir, la acción de cada empresa genera beneficios tanto para sí como para las demás empresas del complejo. Al respecto subrayó también las siguientes ideas:

  1. La concentración de empresas en una región atrae más clientes, con lo que el mercado se amplía para todas, más allá de lo que sería el caso, si cada una estuviese operando aisladamente.
  2. La fuerte competencia a que da lugar esta concentración de empresas induce a una mayor especialización, división de trabajo y, por ende, mayor productividad.
  3. La existencia del complejo facilita la acción colectiva del conjunto en pos de metas comunes (comercialización internacional, capacitación, centros de seguimiento y desarrollo tecnológico, etcétera. 9

Los criterios de Ramos pueden considerarse que tienen validez relativa dado que la propia experiencia en la formación de clústeres en los países desarrollados y más recientemente en América Latina, evidencia en no pocos casos la obtención de resultados diametralmente opuestos.
En término generales, los aspectos más relevantes de las aportaciones anteriormente descritas, radica en que contribuyeron ampliar los fundamentos analíticos del proceso de formación de clústeres y a identificar nuevas aristas en el estudio de este tema. A esto se añade la incorporación a su andamiaje investigativo, los impactos de la actual revolución tecnológica y, sobre todo el salto que se produjo en las investigaciones científicas en este período.
La unificación de los procesos anteriores introdujo cambios sustanciales en la mayoría de los paradigmas vigentes en ese momento y, de manera especial, en los enfoques tradicionales del desarrollo. De igual modo, la magnitud de los cambios que se derivaron de dicha revolución tecnológica, hicieron que fuera conceptualizada, en diversos análisis, como la Tercera Revolución Industrial 10 o también como el inicio de una nueva fase en el proceso de acumulación a escala internacional.
El desarrollo intensivo de las tecnologías de la información y de otras direcciones del progreso científico, estimularon el incremento de la interdependencia de los diferentes países y, por lo tanto, de la progresiva internacionalización de las economías nacionales. Posteriormente, la interconexión de ambos procesos demostró que ningún país, independientemente de los recursos que posea, está en condiciones de prescindir de la participación activa en los vínculos económicos internacionales ni de ignorar la evolución de las tendencias globalizadoras que se consolidaron de manera definitiva en dicho período. 
La dinámica de los procesos indicados contribuyó a remodelar la interrelación tradicional entre los niveles de la economía macro, meso, micro e internacional; en particular, los temas relacionados con el desarrollo de los niveles meso y micro, adquirieron una connotación estratégica muy superior a períodos anteriores. 11
La creciente atención que recibieron los temas relacionados con el fomento del ámbito meso-económico, estuvieron vinculados con el cambio sustancial se produjo en el tratamiento de la promoción del desarrollo sectorial y regional, 12lo que propició que estos esfuerzos se ajustaran en diferentes países a la exploración de nuevas opciones de inserción en los mercados internacionales.
La materialización de estos propósitos estuvo condicionada en muchos países a cambios de concepciones y, en México en particular, en lo referente a su participación en los flujos de inversión internacional y, por ende en la evolución de la tendencia a la deslocalización e integración internacional de los procesos de producción y servicios asociados a la actividad de las Cadenas Productivas Globales (CPG), como ya se indicó con anterioridad.
En el ámbito microeconómico, el empleo intensivo de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, provocó la aparición de nuevos procesos interorganizacionales, los cuales van a redefinir en múltiples aspectos las relaciones entre las empresas; aunque específicamente en los aspectos de estructura, organización interna y, diseño de estrategias y de políticas.
En general, en el empalme los siglos XX y XXI se acrecentó la importancia de la calidad de los encadenamientos productivos y tecnológicos, en paralelo, se transformó en una práctica común, la formalización de alianzas estratégicas y de redes de colaboración interempresariales, cuyo propósito principal es contribuir a la mejora del desempeño competitivo de las empresas involucradas. (Véase Figura 4). 13
La aplicación de los conceptos de justo-a-tiempo, la gestión empresarial con enfoques de concentración en competencias clave y por procesos, de conjunto al fomento del outsourcing 14 representaron transformaciones que, por su relevancia, incidieron desde diferentes perspectivas en el tema de la formación de clústeres. En adición, cobró mayor preeminencia la instrumentación de políticas empresariales de ubicación territorial más activas; cuyas características principales aluden en la opinión de Meyer-Stamer, (1999), a la búsqueda de aquellas ventajas específicas que se concentran en determinadas localidades y que no resultan reproducibles en otros contextos. 15
El desarrollo de las transformaciones anteriores desempeñó un rol significativo, en lo concerniente a que la formación de clústeres adquiriera una relevancia muy superior en comparación con otros períodos, e incluso que llegara ser identificada como la mejor opción para facilitar el desarrollo escala local o regional.16
Adicionalmente, se incorporaron nuevos aspectos a la definición de clústeres, entre otros cabe señalar su capacidad para la creación y sostenibilidad de ventajas competitivas, la posibilidad de incrementar los niveles de aprendizaje de las empresas integrantes, de promover la innovación y de creación de nuevas capacidades empresariales; etcétera.

1 . La aparición de estos criterios debe entenderse como una resultante del pobre desarrollo de la infraestructura física y del sector de los servicios.

2 . El representante pionero de estos criterios fue Von Thünen (1826), autor considerado como el creador de las bases de la teoría de la localización. Véase para mayor detalle Andersson, T, & et.al. (2004). Callejón, María (2003, p.18)

3 . Ramírez Cendrero, Juan Manuel (2003, pp.158-159).

4 . Marshall, Alfred (1920, pp.213-214).

5 . Ver para mayor detalle. Marsal Viladecans, Elisabet, (2003).

6 . Callejón, María (2003, P.17).

7. Otero, Gerardo Adrian y otros (2004, p.18).

8. Krugman, Paul and Venables A. (1993, p.9).

9 Ramos, Joshep, (1999, pp.34.35).

10 Véase para mayor detalle. Pérez, Carlota (2009, pp. 16-17).

11 . Según Hurtienne, Thomas y Dirk Messner (1999, pp. 52-53) La ausencia de un entorno local eficaz restringe la capacidad de las empresas para desarrollar una competitividad duradera.

12 . En estas circunstancias, los temas afines con el desarrollo local o territorial adquirieron preeminencia con relación a otras problemáticas vinculadas con el desarrollo. Ver. Alburquerque, Francisco (2004, pp.10-15).

13 . Algunas de estas ideas sobre este tema se analizan, en Marquetti Nodarse, Hiram (2007).

14. La introducción gradual del outsourcing implicó el desarrollo de los esquemas de subcontratación, el cual representa una de las modalidades difundida en la formalización de los clústeres en varios estados de la geografía de México. Ver para mayor detalle. Corrales, Salvador (2007).

15. Meyer-Stamer, Jörg (1999, pp.4-5).

16 . Los clústeres propician el fomento de nuevos encadenamientos con otras actividades, lo que posibilitan incrementar el valor agregado.