LOS RIESGOS EN EL VIAJE TURÍSTICO: DECONSTRUYENDO LA PARADOJA PROFESIONAL

LOS RIESGOS EN EL VIAJE TURÍSTICO: DECONSTRUYENDO LA PARADOJA PROFESIONAL

Maximiliano E Korstanje
Universidad de Palermo, Argentina

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La Televisión y los Medios Masivos de Comunicación.
Uno de los antecedentes históricos más importantes de la convergencia entre los medios de comunicación y los riesgos ha sido las “crónicas de Orson Wells” estudiadas por los psicólogos estadounidenses. En 1938, Wells protagonizó por la cadena CBS un montaje de una supuesta “invasión marciana” en Nueva Jersey que generó un pánico inusitado. Uno de los aspectos que le dio credibilidad y legitimidad a la historia fueron la supuesta “presencia” de académicos e intelectuales que opinaban sobre la situación. Comenzaron con los estudios de estos fenómenos la idea de la aguja hipodérmica y la omnipotencia de los medios cuyo máximo exponente fue el sociólogo H. Cantril (Wolf, 1991). En la actualidad, existe un bagaje literario extenso sobre el rol que deben jugar los medios de comunicación en momentos de incertidumbre o inestabilidad producto de desastres o situaciones de pánico (Fritz and Mathewson, 1957) (Dynes, 1972) (Wenger and Friedman, 1986) (Quarantelli, 1975; 1982; 1990; 2001) (Dahlhamer and Nigg, 1994) (Nigg, 1995)  (Milleti, 1999) (Rodriguez, Diaz and Aguirre, 2004) (Farré-Coma, 2005) (McNeill y Quarantelli, 2008).    

Un interesante estudio de Rodríguez, Días y Aguirre confirma que las minorías étnicas se conforman como grupos cuya percepción de riesgos es diferente en comparación con otros grupos dominantes. En caso de emergencias o desastres, aun cuando el estado invierta un monto considerable en propaganda y material disuasivo en materia de prevención o evacuación su credibilidad y eficacia decrece para los grupos minoritarios (Rodríguez, Días y Aguirre, 2004: 13). Otro experimento a cargo de Kahneman y Tversky demostró que los efectos de las noticias dependen de el orden en como se presentan. Partiendo de diferentes premisas teóricas previas, los autores afirman que la percepción de una potencial amenaza está sujeta a la forma en como dos proposiciones son articuladas. Los autores encuestaron a una cantidad considerable de voluntarios bajo la premisa “imagine por un momento que los Estados Unidos se esté preparando para una extraña enfermedad asiática en la cual mueran 600 personas. En este contexto, existen dos programas alternativos (A y B). Los científicos asumen que si se elige el programa A 200 personas sobrevivirán; por el contrario, si se escoge B existe un tercio de posibilidades que 600 sobrevivan pero dos tercios morirán”. Los resultados del estudio revelaron que 72% de los encuestados optó por A y solo 28% por B. Alternativamente, una segunda premisa fue puesta en consideración arguyendo que “si se sigue ante la misma situación un programa C, 400 personas sobrevivirán pero si se elige D existe una tercera parte de posibilidades que nadie sobreviva”. Asombrosamente, el 22% de los participantes se inclinó por el programa C mientras el 78% por el D. Estas respuestas validaron las hipótesis que la influencia de los medios de comunicación está sujeta a como se articulan, procesan y presentan las noticias y no tanto en el contenido (Kanheman y Tversky, 1984).  

El estudio presentado en 2007 en el 3 Congreso Internacional de “Futuras tendencias en Turismo” por Szalai y Ratz del University College de Hungría sugiere que los medios masivos de comunicación deben cumplir con un rol responsable en la cobertura de los desastres naturales que afectan la percepción del riesgo. El 20 de Agosto de 2006 un feriado dedicado a la celebración del día de ST. Stephen una violenta tormenta sacudió Budapest matando a 4 personas e hiriendo a 300. Sobre una medición que cubre los 1.000 entrevistados en Hungría, los autores preguntan sobre la posibilidad y el lugar de un evento de similar calibre. Los participantes apuntan a señalar a Europa como una zona segura mientras Estados Unidos y Asia se constituyen como lugares riesgosos. Asimismo, la mayoría de las amenazas climáticas en los consultados se relacionan a fenómenos trasmitidos por los periódicos y noticieros como tornados, huracanes, terremotos etc. Los resultados respaldan no sólo la influencia que tiene los medios masivos en la creación de sentido a la hora de cubrir una catástrofe ampliando los efectos sobre el turismo, sino también la relación que existe entre la propia seguridad del hogar y la familiaridad (Szalai y Ratz, 2007). 

Según Slovic y Weber existen múltiples mecanismos que contribuyen a la amplificación de un riesgo. Específicamente, la interpretación de los eventos desconocidos se encuentra vinculada a la percepción que se tiene de los instrumentos con los cuales cuenta la sociedad para hacer frente a la amenaza. La información sobre un riesgo toma diferentes cualidades dependiendo del conocimiento previo de la población y no necesariamente del recuento de víctimas o daños materiales. Un accidente que toma muchas vidas que sucede en un ambiente familiar (como por ejemplo un choque de trenes o de automóviles) adquiere un impacto emocional menor que un error de laboratorio en la manipulación de una vacuna o el ADN de un virus. En el segundo caso, el desconocimiento del experimento potencia las consecuencias sociales de la amenaza (Weber y Slovic, 2002: 13). 

Para Ordóñez los medios masivos de comunicación potencian los riesgos para ser consumidos por las audiencias en forma general interconectando hechos en forma desterritorializada y continúa; pero éstos sólo reproducen miedos previamente producidos.  Al respecto el autor aclara “provocar sentimientos de miedo pueden alcanzar, gracias a los medios, una resonancia mucho más amplia y vigorosa de la que habían tenido en ausencia de éstos” (Ordóñez, 2006: 97). Actuando de forma acumulativa, los medios crean una atmósfera continúa que desemboca en un estadio de angustia generalizada. El 11 de Septiembre no sólo acaparó la atención mundial sino que generó dos clases de mensajes, uno para los neoyorquinos quienes se configuraron como victimas de un ataque y para el resto del mundo que vio en ese hecho un cambio cualitativo en la forma de percibir los riesgos.  Siguiendo los postulados de Hobbes, Entel y Lechner sobre el papel del Estado en la regulación de los temores, se puede afirmar que existe una mayor predeposición a percibir las amenazas o entrar en pánico cuando la ciudadanía desconfía del Estado. Un estudio mencionado por Burns sobre la percepción que los estadounidenses poseen de un atentado nuclear “terrorista” luego del 11 de Septiembre revela que los encuestados poseen una moderada confianza en la posibilidad que sus instituciones políticas puedan frenar o impedir un ataque de esta envergadura dentro y fuera de su territorio. En consecuencia, los investigadores sugieren que la mayor amenaza en los encuestados es un “ataque terrorista a escala masiva” (Burns, 2007).

Para D. Morley la posmodernidad ha traído una desestabilización social anclada en un proceso más amplio de desterritorialización en donde los medios masivos y la comunicación juegan un rol fundamental. Entre las consecuencias inmediatas se observan un sentimiento de desprotección y la pérdida de certeza. Ello genera que el ciudadano se recluya en su vida privada y abandone los espacios públicos. La televisión trae al hogar sucesos y eventos sucedidos en lugares lejanos a la vez que crea un círculo de seguridad ontólogica ya que representa mediáticamente la alteridad. Este acercamiento de “fronteras” despierta una sensación de intranquilidad que se expresa en la exclusión y la discriminación del extranjero. En concordancia con Douglas, Morley sugiere que la extranjeridad “que se hace cada vez más cercana” simboliza la profanación del hogar por “elementos impuros” creando verdaderos círculos reaccionarios de pertenencia a la comunidad. El mundo mediático, en este sentido, funciona como un ritual que trae seguridad al hogar por cuanto ficcionaliza “la tragedia” y “el peligro”. Precisamente, las advertencias sobre la potencialidad de un mundo peligroso que llega a los sentidos del televidente o del oyente de radio refuerza por contraste la idea del hogar como refugio seguro en donde reina el orden a la vez que construye simbólicamente el “afuera” como un lugar amenazante (Morley, 2005: 151).  

En un trabajo titulado “Comunicación de riesgo y espirales de miedo”, J. Farré-Coma cuestiona la idea de concebir al riesgo exclusivamente como una realidad percibida por el sujeto. Para el autor, los medios masivos de comunicación juegan un rol primordial en la difusión de los riesgos reales o percibidos a la vez que magnifican realidades descontentadas para estructurarlas como una imagen orgánica. Los medios recolectan, condensan y transmiten toda una serie de “riesgos potenciales” que en la vida cotidiana permanecen ocultos, y los mediatizan en forma difusa creando “espirales de miedo”. Por ejemplo, si enferman los pollos en Asia rápidamente los mercados españoles bajan generando alarma e inquietud en la población. Lo no familiar se transforma inmediatamente en familiar. Siguiendo el argumento de Farré-Coma, existen tres criterios que utilizan los Medios para presentar sus noticias: a) existe una tendencia hacia la novedad, b) las noticias reflejan situaciones dramáticas y conflictivas, y c) las noticias tienen un “alto grado de personalización” lo ayuda a que sean presentadas como “marcos interpretativos de la vida cotidiana”. La tesis central en este artículo es que si bien los medios parecen no influenciar activamente a la opinión pública, construyen sutilmente un marco cognitivo para interpretar los hechos que suceden en la vida diaria (Farré-Coma, 2005: 109).

Mansfeld y Pizam afirman que los peligros a la seguridad turística comprenden no sólo a los turistas, sino también a la comunidad local, a la industria o al destino turístico en general. La percepción de los riesgos en viajar a destinos afectados por determinada amenaza se encuentra condicionada por las siguientes variables: a) los hechos objetivos que suceden en el terreno, b) la cobertura de los medios masivos de comunicación, c) el mercado turístico, d) las fuentes de información personal de las cuales dispone un potencial viajero, y e) el umbral mínimo de riesgo asumido entre la decisión de viajar y el efecto de esa decisión. En concordancia con Burguette, Domínguez y Bernard, para Mansfeld y Pizam, los viajeros de placer son más propensos a evitar los peligros que aquellos que se trasladan por otros motivos; asimismo los autores señalan que los medios de comunicación y las amenazas a la seguridad  turística generan un impacto negativo sobre la demanda de viajes y turismo; esta conducta puede observarse en las altas tasas de cancelación de reservas que sobrevienen luego de un desastre natural o incidente que afecta a la seguridad del consumidor. La peligrosidad de un destino puede ser medida dependiendo de a) el número de incidentes que envuelven al destino en determinado período y b) la frecuencia de esos incidentes a lo largo del tiempo (Mansfeld y Pizam, 2006).

En este sentido, Korstanje en trabajos anteriores ha demostrado la influencia de la prensa gráfica en la diseminación de miedos durante las epidemias de Dengue y Gripe A (influenza H1N1) en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Según el análisis del autor, los medios promocionan un discurso que intenta “llevar calma” a la población en momentos de inestabilidad en forma aparente mientras que por el otro refuerzan la angustia con imágenes impactantes y/o catastróficas. El autor infiere que existen tres etapas en la cobertura de los medios con respecto a los brotes epidémicos o cualquier otra amenaza, la primera es de incertidumbre en donde las razones y efectos se mantienen discordantes; en segundo lugar sobreviene una etapa de “rumor” en la cual cada uno comienza a elaborar su propia explicación añadiendo elementos míticos y fantásticos, la última etapa se encuentra marcada por una concreta afiliación ideológica cuyo fin es “discriminar” el origen del malestar y aislarlo. Surge el principio de discriminación como un mecanismo que ayuda a aliviar la tensión que siente el resto de la población. El primer efecto restrictivo en ambos brotes fue la suspensión de todos los viajes hacia el norte de Argentina o hacia México. Empero a diferencia del Dengue que fue atribuido a un grupo específico “bolivianos, paraguayos y provincianos”, la gripe A se tornó “dramática” por esa falta de objeto fijo, “todos nosotros sin distinción de clase o nacionalidad”. Ante la aparición de una posible pandemia viajar a otros territorios (potencialmente infectados) se transforma de una práctica común a una “verdadera amenaza” (Korstanje, 2009b; 2009c). En estos contextos, se pueden ver replicadas las categorías de M. Douglas sobre el peligro y la pureza (Douglas, 2007).

Un estudio realizado por T. Sábada sobre el rol de los medios masivos de comunicación en la cobertura del 11 de Septiembre en Estados Unidos y el 11 de Marzo en España enfatiza en que no existe una correlación lineal (como ha sostenido la teoría de la agenda setting) entre el contenido del medio y la recepción de la audiencia, sino que como sugiere “la teoría de los Frames”, se da una relación simbiótica entre audiencia y medios. En principio, si bien la autora no descarta que exista manipulación en el contenido que se transmite, el periodista no sólo es parte de la misma sociedad y comparte los estereotipos e impresiones sobre determinado tema, sino que es la misma audiencia la que por medio de su atención condiciona que se quiere escuchar o ver y que no. Desde una perspectiva hermenéutica, Sábada afirma que ante determinado problema los medios de comunicación siguen tres facetas, a) diagnóstico, b) previsión de la solución y c) movilización o motivación de recursos. La primera fase implica una lectura y la presentación a la audiencia del problema en forma preliminar en donde sólo se escuchan las voces de algunos expertos. En la segunda, el problema comienza a tomar una carga emotiva más intensa y los medios ensayan sus propias soluciones y proposiciones al problema. Finalmente, se genera una movilización política de parte de la ciudadanía en reclamo o apoyo a cierta causa. En efecto, cada sociedad maneja estos tiempos en forma diferente por ejemplo, mientras el 11 de Septiembre implicó para los estadounidenses una reelección presidencial, Atocha para los españoles desencadenó el fin del gobierno (Sábada, 2008).  

La cuestión sobre la influencia de la televisión en la cobertura de catástrofes, Wenger y Friedman argumentan que los eventos negativos son perpetuados y diseminados más rápidamente por los medios audio-visuales que por la prensa gráfica. Si bien es difícil determinar hasta que punto la cobertura del periodismo refuerza la angustia aumentando estereotipos vinculados al pánico, existe en este punto toda una serie de conjeturas cualitativas que llevan a suponer que las fotografías o las imágenes tienen una incidencia mayor en la mente de la audiencia (Wenger y Friedman, 1986: 48).  Por el contrario, para Quarantelli el pánico representa un modelo infrecuente de conducta que sólo se da bajo ciertas circunstancias, o condiciones, no tan irracional como piensa la escuela francesa: a) existe un evento que potencialmente amenaza la supervivencia del sujeto, b) otro evento similar ya ha ocurrido en el pasado condicionando la respuesta de huida, c) las situaciones de pánico surgen cuando los riesgos “no reales” son percibidas como posibles, y d) situaciones vinculadas a la impotencia de huir potencian el pánico, en ocasiones cuando la víctima queda encerrada en medio de un terremoto sin posibilidad de escape (Quarantelli, 1975).  Desde la perspectiva expuesta, consideramos que a mayor exposición mediática a noticias o periódicos, mayor es la predisposición del viajero a percibir el viaje como un proceso amenazante o peligroso. En este proceso como ha sugerido Quarantelli también intervienen experiencias pasadas.

Si se analizan los medios de comunicación informativos en perspectiva se observa que a pesar del sentimiento de incertidumbre que generan, proveen a su audiencia cierta seguridad reforzando el orden moral que le da sustento a la sociedad. En este sentido, los antropólogos argentinos D. Míguez y A. Isla sugieren que los medios cumplen un rol educativo pues enfatizan en lo que está “bien” y lo que está “mal” de manera que la audiencia pueda distinguir y nutrir su subjetividad de narraciones que lo atan a lo sucedido en el espacio “público”. La preocupación la cual caracteriza el contenido de las noticias, se disipa con el orden, frecuencia y la confiabilidad con que la noticia es transmitida (ver proceso de ritualización). Siguiendo este argumento, los medios, además de informar, describes los miedos de la sociedad, sus normas estableciendo un “sentido común” que le da orden a la realidad que están transmitiendo a la vez que dictamina que conductas son “deseables” e “indeseables” creando expectativas para prevenir riesgos que pudieran afectar el orden-social (Míguez e Isla, 2010: 127).

En Argentina, una de las referencias sobre la peligrosidad de los viajes se encuentra vinculada a los accidentes de tránsito. Los medios de comunicación imponen un efecto de agenda en la conformación de una amenaza que atenta “contra todos”. Una vez que el estado amenazante se instala como “categoría descriptiva” los medios toman un hecho de la “realidad social” y lo dimensionan marcando, de esa manera, un hito en la percepción de la opinión pública en donde el presente caótico, inseguro, amenazante se contrasta con un pasado “siempre mejor”. Los medios convocan a diferentes especialistas para discutir el tema y lo instalan como una preocupación general presentando cifras aisladas que no se comparan en períodos históricos. En lo que respecta a la seguridad vial, señala G. Kessler, “la tragedia de Santa Fe” en donde una docena de estudiantes murieron marcó un antes y un después en la preocupación colectiva por accidentes viales en la ruta. Los medios resaltaron cierta emotividad relacionada con la misión comunitaria de ese viaje y contrastaron esa imagen con la de un “conductor ebrio” el cual manejaba el camión que impactó de frente (Kessler, 2009: 87). Otro de los eventos que marcaron la diferencia en la percepción de peligros no calculados fue el accidente aéreo de la empresa LAPA (vuelo 3142) el 31 de Agosto de 1999 en donde perdieron la vida 65 personas y 17 con heridas de gravedad. Por otro lado, es necesario observar que los involucrados o sobrevivientes en episodios vinculados al riesgo, configuran su propia forma de generar y transmitir información sobre el evento que a veces desafía la técnica clásica utilizada por el periodismo. G. Mythen explica que el proceso de reflexivilidad propio de la modernidad ha dado lugar a una nueva forma hacer periodismo en donde la gente común toma partido, ante un evento catastrófico, lo graba con equipo rudimentario y lo sube a la Web en pocos minutos.  En efecto, el periodismo ciudadano (Citizen journalism) encierra un problema ético ya que no existe filtro previo entre lo que se publica y lo que se visualiza. En una cultura donde prima la fluidez y la tecnología, el dilema no parece estar puesto en que se publica sino en cuan impactante es. La manera en que la sociedad configura y transfiere el riesgo ha cambiado a tal forma, esta nueva forma de hacer periodismo intenta cubrir la noticia 24 horas reloj prescindiendo de la voz de los expertos hecho por el cual, en ocasiones, se dificulta en entendimiento de los hechos. Los riesgos y sus impactos en la audiencia varían según el lugar, la resonancia del caso, los valores culturales y quienes sean grupos en peligro. En forma divergente, cada público construye su espacio y su comunidad. La idea clásica que apuntaba al periodismo como una red que comunica el riesgo en forma unilineal se ha desdibujado para dar paso a una nueva hipótesis en donde cada grupo hace de determinados peligros su preocupación central. El riesgo, en este punto en tanto categoría de mediación frente a la contingencia, le da una razón identitaria a cada grupo (Mythen, 2010), pero también despiertan reacciones adaptativas.

Reacciones Adaptativas al peligro del entorno
La percepción de peligro en el mundo moderno parece haberse incrementado en las últimas décadas por motivo de la modernidad. Para A. Giddens, la “globalización del Riesgo” afecta a una gran cantidad de personas en el planeta y se ha institucionalizado como una forma de hacer inteligible el entorno natural. El sistema de expertos hoy se encuentran a la mano del público en general y sus saberes son de fácil acceso para gran parte de los consumidores. A lo que R. Castel denominó “inflación del riesgo”, Giddens llamará “consciencia del riesgo”.

La “intensidad del riesgo” es la base para la apariencia amenazadora del mundo que presupone peligros de naturaleza catastrófica que amenazan a todos los grupos o estratos socio-económicos, como ya lo ha observado Beck. En este punto, la construcción del “destino” alivia al individuo del peso de su situación existencial. En un ambiente de tipo “secular”, donde los peligros de baja probabilidad pero graves consecuencias tienden a perpetuarse afectando la vida social, el porvenir parece otorgar a los sujetos “la sensación” que las cosas (de alguna u otra forma) encontrarán su cauce. Desde esta perspectiva, se observan diferentes formas de adaptación ante la amenaza que despierta el entorno desconocido: a) aceptación pragmática, b) optimismo sostenido, c) pesimismo cínico, y d) compromiso radical (Giddens, 1999: 128-129).

1) El tipo de adaptación aceptación pragmática se caracteriza por fuertes ansiedades subyacentes producto de la creencia que todos los factores del mundo exterior que se presentan como amenazantes están “fuera de control”. Existe una aceptación acompañada por un sentimiento pesimista sobre el entorno en la cual el sujeto intenta no pensar, pero que en ocasiones retorna en forma obsesiva.

2) El Optimismo sostenido resulta de la persistencia sostenida en el uso de la razón para hacer frente a los problemas del ambiente. Según este tipo, la intensidad de la amenaza es trivializada por un saber experto que intenta llevar tranquilidad al resto de la población. La tecnología se constituye, en esta clase de pensamiento, como un instrumento fundamental para la reducción de la incertidumbre.

3) Por el contrario, el Pesimismo cínico, presupone la introducción del humor “negro” o “irónico” para hacer frente a los riesgos. Cinismo, explica Giddens, no es indiferencia o fatalismo, sino que implica una participación directa en el problema. “El cinismo es una manera de atemperar el impacto emocional de las ansiedades, bien sea a través de una respuesta humorística, o de una de hastío por el mundo en que vivimos” (Ibíd. 130).  La función del cinismo es limar las asperezas del pesimismo que lleva al sujeto a la depresión.

4) El Compromiso radical se refiere a la “actitud contestataria” de un sujeto o grupo ante ciertas fuentes de peligro. La particularidad de este tipo adaptativo con respecto a los otros tres, es que involucra activamente al individuo en una lucha “directa y sostenida” para mitigar los efectos de la amenaza que se percibe. No sólo desde una perspectiva optimista, sino también reconduciendo en forma práctica todos los recursos disponibles articulados por medio de un discurso racional con arreglo a ciertos fines u objetivos. Un ejemplo claro de este comportamiento es el movimiento social.