LOS RIESGOS EN EL VIAJE TURÍSTICO: DECONSTRUYENDO LA PARADOJA PROFESIONAL

LOS RIESGOS EN EL VIAJE TURÍSTICO: DECONSTRUYENDO LA PARADOJA PROFESIONAL

Maximiliano E Korstanje
Universidad de Palermo, Argentina

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Residencia y Riesgo
El lugar de residencia es una variable importante a la hora de estudiar la percepción del riesgo y su influencia en los viajes. Inmediatamente luego del atentado al WTC Floyd, Gibson, Pennington-Gray y Thapa midieron la percepción de riesgo entre los habitantes de Nueva York encontrando las siguientes características: a) los ataques o episodios trágicos interrumpen enseguida el tráfico aéreo, b) los riesgos en viajes de negocios son menores en comparación a los viajes de placer, c) los viajes y el turismo decrecen por la pérdida de confianza en la seguridad, d) la experiencia pasada moldea y reconfigura la percepción del riesgo, e) los viajes internacionales poseen una mayor percepción de riesgo, f) los encuestados no manifestaban intenciones de viajar en los próximos 12 meses, g) existen diferencias sustanciales con respecto a como los consultados perciben el riesgo y h) la renta y el ingreso condicionan las respuestas, aquellos con mayor ingreso mostraban mayor intención de viajar que los de menos ingresos (Floyd, Gibson, Pennington-Gray y Thapa, 2003). Uno de los mayores problemas de esta investigación fue el método de acopio de información. En efecto, los investigadores dicen haber recolectado las respuestas por medio de llamadas telefónicas. Cabe aclarar, que si bien esta metodología puede ser válida para ciertos temas, parece algo inocente que se pueden bucear en la profundidad emocional del temor (y la vergüenza que ello implica) por un medio tan impersonal. En este caso, la técnica invalida los resultados obtenidos.     

Por su parte, Wong y Yeh en 2009 enfatizan en que la percepción del riesgo se sitúa como la variable de mayor influencia en la elección del destino turístico y la duda. Luego de un desarrollo teórico acorde, Wong y Yeh aplican en 504 participantes un cuestionario estructurado administrado inicialmente por estudiantes de turismo. La muestra está compuesta de 55.4% de mujeres y un 54.6% de hombres entre 21 y 30 años de edad. Del total muestrario, un 60.5% es soltero y posee títulos universitarios 60.7%. El estudio se lleva a cabo en el Aeropuerto de Taiwan entre 8 de Diciembre y el 8 de Enero de 2006 (Wong y Yeh, 2009). Básicamente, los autores se concentran en explicar que a mayor conocimiento sobre un destino determinado, menor es la posibilidad de experimentar riesgo en la toma de decisiones. En este sentido y a pesar de los sugerentes descubrimientos, su desarrollo metodológico sugiere ciertas incongruencias. En primera instancia, los investigadores no dan ningún tipo de aclaración sobre las posibles influencias que pudieran tener en las respuestas el fin de año occidental como la Navidad en Taiwan. Por otro lado, no especifican la nacionalidad de los consultados como así tampoco los motivos éticos por los cuales se lleva a estudiantes a llevar a cabo un trabajo de campo que corresponde al mismo investigador. En este punto, los estudiantes muestran serios problemas a causa de su inexperiencia a la hora de administrar un cuestionario. Los resultados de la investigación, en consecuencia, sugieren la posibilidad de profundizar en la teoría del riesgo pero son presentados de manera general cuando deberían estar circunscriptos a la elección muestraria de profesionales universitarios (taiwaneses o no) de entre 21 y 30 años. No se tienen certezas de que los mismos resultados puedan ser replicados en otros estratos como tampoco en otros aeropuertos. Por último, el lugar donde se lleva a cabo la investigación sesga notablemente las respuestas obtenidas. Si el entrevistado está a punto de partir o de llegar, su propensión a considerar el riesgo es diferente en comparación a si se encuentra dentro de su hogar o en el hotel y el tiempo disponible para llenar el formulario; de hecho eso explica que de 700 cuestionarios participaran 504.

El riesgo sigue una dinámica de territorialización por la cual el peligro es anclado en un espacio y tiempo determinado. La peligrosidad se encuentra asociada a una historia y suelo la cual los viajeros evitarán visitar. Eso demuestra un estudio en la ciudad de Michigan en 1003 residentes locales en donde la proximidad espacial con respecto a potenciales blancos de “atentados terroristas” encuentra mayor correlación en la percepción de riesgo que otras variables clásicas como edad, género, ingreso, o grupo étnico (Woods et al. 2008: 68). Otros estudios en la materia apuntan a que personas residentes en medios rurales tiene menos probabilidades de verse afectados que aquellos residentes en áreas metropolitanas.  Así lo demuestra el profesor Michael Yuan con su estudio sobre la percepción de sectores rurales canadienses y sus niveles de satisfacción al viajar a los Estados Unidos. La hipótesis del trabajo sugiere que estos viajeros no se han visto influenciados por los atentados al WTC en la medida de otros segmentos, lo cual a su vez parecería ahondar en la hipótesis que en contextos de urbanidad los impactos son mayores que en contextos de ruralidad; no obstante el autor asume que los niveles de satisfacción positiva se deben a los lazos familiares que unen a unos y a otros –ya que su motivo principal es la visita a familiares y amigos (Yuan, 2005).

Por último, un trabajo llevado a cabo por Ahlfeldt, Franke y Meanning sobre la percepción de riesgo de turistas alemanes en 192 países entre 1993 y 2005 demuestra que luego del ataque a las Torres Gemelas y el Pentágono en 2001, los destinos asociados a culturas musulmanas experimentaron una caída importante en el volumen de turistas alemanes. En ese contexto, los investigadores sostienen que la proximidad geográfica en cuanto al lugar en donde fue llevado el atentado no se corresponde necesariamente como una causa para que un destino sea percibido como riesgoso. En cambio, la afiliación o proximidad étnico-religiosa entre el grupo que planeó el atentado en 11/09 y los destinos que profesan similar religión, juegan un papel principal como variable interviniente en el estudio del fenómeno. En este sentido, los atentados llevados a cabo en Medio Oriente en 2002 (Tunicia), 2002 (Indonesia) y 2003 (Marruecos) ha tenido un leve impacto en la percepción de los turistas alemanes. Luego del 11 de Septiembre de 2001, los destinos “árabes” se han constituido como un lugar riesgoso para la demanda de turismo alemana (Ahlfeldt, Franke y Meanning, 2009).

Personalidad y Riesgo
El turismo como forma de servicio posee un alto grado de intangibilidad en comparación con otros productos. La experiencia turística puede verse amenazada por  huelgas en un aeropuerto, el crimen, el abuso policial, problemas sanitarios en los alimentos, los desastres naturales entre otros. Conviniendo el rol que toma el turista, su estructura psicológica y la actividad, ciertos destinos serán percibidos como más peligrosos en comparación con otros irrespectivamente de la nacionalidad del viajero.

Un experimento llevado a cabo sobre dos grupos compuestos por 246 australianos y 336 extranjeros persigue la hipótesis que la ansiedad, la personalidad y las intenciones de viaje son variables significativas para la percepción del riesgo. Por medio de complejos métodos econométricos y correlación, Reisinger y Mavondo confirman que existe una relación notable entre ansiedad y la percepción a la hora de elegir un destino. En parte, el sujeto se encuentra condicionado por su historia, su cultura y su personalidad; si bien los investigadores concuerdan en que la juventud de los participantes sesga los resultados (no permitiendo mayores alcances), se da consenso en afirmar: a) el miedo al terrorismo y sus efectos se potencia o debilita según las personalidades de los viajeros, b) los turistas extranjeros con un mayor grado de motivación con respecto al viaje experimentan menor grado de ansiedad, c) los turistas extranjeros sólo se desplazan a destinos que perciben como seguros, c) los destinos percibidos como seguros tienen mayor propensión a ser elegidos por los extranjeros, d) los turistas australianos evalúan sus vacaciones en materia de excitación y no de riesgo, y entonces e) aquellos que se autodefinen como aventureros demuestran menor ansiedad frente a un viaje lleno de emociones (Reisinger y Mavondo, 2005).

De particular interés, asimismo, es el modelo de Plog (1972) (1991) por el cual los viajeros se dividen según el tipo de personalidad que representan. Estos constructos pueden clasificarse en tres alocéntricos, mid-céntricos y psico-céntricos. Por medio de un continuum los tipos alocéntricos buscan variedad y aventura, son seguros de sí mismos y no necesitan de viajes organizados; por el contrario, los psicocéntricos se mueven acorde a normas establecidas, son en ocasiones miedosos o nerviosos y necesitan de un viaje organizado. En trabajos posteriores Plog (1991) enumera 28 características que son extraídas de tres rasgos dominantes en la personalidad, a) la limitación del territorio, b) la ansiedad y c) el sentido de la impotencia. A estas dimensiones les agrega la energética/no energética como categorías anexas. El objetivo de Plog (cuyo proyecto fue financiado por compañías aéreas) llevaba como objetivo demostrar que aquellos con un alto poder adquisitivo que no deseaban volar (non-flyers) en sus viajes desarrollaban una personalidad de tipo fóbica con un alto tradicionalismo, y dependencia con “fuertes vinculaciones territoriales” a los cuales encasilla dentro del tipo psico-céntrico (Plog, 1973) (Plog, 1991).

Sin embargo, con respecto a estos trabajos Castaño (2005:84) sugiere irónicamente “Stanley Plog, uno de los psicólogo del turismo cuya popularidad tal vez no se corresponda, creo, con el rigor científico que presentan algunos de sus trabajos”, da que pensar sobre los resultados de tales abordajes. Más específicamente, los resultados de Plog fueron seriamente cuestionados por los hallazgos de Hoxter y Lester por el cual los destinos caracterizados por tipos alo o psicocéntricos no se corresponden en nada con las tipologías psico-graficas de ese tipo (Hoxter-Lee y Lester, 1988) (Castaño, 2005:89).

Lepp y Gibson consideran que el viaje turístico se encuentra circunscripto a dos tendencias, la búsqueda de novedades y la aversión al riesgo dentro de cierto umbral. El tipo de personalidad juega un papel importante a la hora de comprender el comportamiento del viajero. Retomando el debate surgido en torno a los hallazgos previos de Plog sobre el riesgo y la personalidad, los autores sugieren que existen diferentes riesgos percibidos dependiendo del lugar al cual viaje el turista. Los encuestados, en su mayoría estudiantes universitarios estadounidenses, señalaron que los destinos culturalmente diferentes a los Estados Unidos o con menores grados de “desarrollo” son percibidos como de mayor riesgo que otros. Por otro lado, el tipo de personalidad condiciona el rol del viajero y su búsqueda de nuevas sensaciones (sensation seeking). Desde esta perspectiva, los turistas con altos grados de SS perciben menor riesgo al visitar lugares no conocidos previamente o culturalmente disímiles que los turistas con un grado menor de SS (Lepp y Gibson, 2008: 747).

Dentro de este contexto, un estudio sobre una muestra de 1.180 viajeros internacionales de 14 países diferentes (con encuestas dirigidas en los Aeropuertos), revela que el riesgo es parte inherente en la toma de decisiones en cuanto a los destinos turísticos. Aun cuando, los Kozak, Crotts y Law comprenden que las tragedias externas como el SARS, los ataques terroristas y las guerras condicionan los flujos turísticos, parece haber destinos inmunes a esta clase de eventos como el caso de Hong Kong. Tomando como marco referencial los aportes de G. Hofstede en cuanto al estudio de la cultura, los autores esbozan las siguientes conclusiones: a) un 83.8% respondieron que los riesgos elevados hacen cambiar los destinos, b) aquellos que desean no cambiar de destino son hombres, mayores y catalogados en la escala de Hofstede con una tolerancia media a la incertidumbre; c) entre los riesgos percibidos primero está las enfermedades infecciosas y luego el “terrorismo”, d) la percepción negativa en caso de desastre natural o atentados también afecta a los países vecinos, e) los riesgos no recaen los países sino sobre regiones geográficas como un todo homogéneo y f) mientras los casos de terrorismo pueden ser identificados geográficamente países industrializados, el riesgo a una pandemia es focalizado en países subdesarrollados o del tercer mundo; g) los desastres naturales parecen no ser causales de cambio o cancelación de viajes; finalmente los autores invitan a complementar los estudios sobre las preferencias demográficas y sociológicas que podrían llamarse macro y su influencia sobre la percepción del riesgo/temor con las micro psicológicas estructuradas como las de Plog en la personalidad (Kozak, Crotts, y Law, 2007).

Una de las limitaciones del trabajo de Kozak, Crotts y Law es ignorar el rol de las emociones en la formación de la personalidad. La ansiedad es un estado (como se ha mencionado al igual que la angustia) trasversal a la biografía del sujeto que puede predisponerlo a ciertas conductas en forma temporal. La ansiedad en ocasiones se encuentra condicionada por los estados de ánimo y no por las características fijas pre-establecidas. Al respecto, Weng-Bin, Ming-Hsu y Chien-Lung advierten que los estados de ánimo tienen una relación directa con la percepción de riesgo asociado a desplazamientos o viajes. Las personas que experimentan estados de ansiedad tienen mayor predisposición a percibir riesgos asociados a los viajes en comparación con aquellos quienes experimentan tristeza. Ésta última presupone la idea que el sujeto en condiciones inducidas de tristeza perciba un nivel de riesgo moderado (Weng-Bin, Ming-Hsu y Chien-Lung, 2009: 506).

Retomando los alcances del abordaje de Reisinger y Mavondo ya expuestos, Yun y Maclaurin presentan una escala científica (organizada con 22 categorías) para medir la percepción de seguridad en los viajes. Según su postura, existe una brecha en la literatura existente que vincule temas relacionados a la seguridad con los factores psicológicos de la personalidad. Los autores presentan un instrumento sofisticado con el objetivo de cuantificar como impactan los riesgos percibidos en la forma de construir la experiencia del viaje. Basados en la construcción de una escala tipo Lickert, Yun y Maclaurin aplican su instrumento en una muestra de 263 estudiantes de la Universidad de Guelph en Canadá (116 varones y 147 mujeres) con una media de 22 años de edad. Las repuestas son clasificadas en 3 grupos (clusters): a) seguridad-equilibrada (n=124), b) buscadores de seguridad (n= 88), y c) tomadores de riesgo (n=55). Los resultados del sondeo exploratorio demuestran en los tres grupos cierta significancia de las variables cognitivas en el acceso a la información (5.63), seguido de Asuntos Sanitarios (5.53) y Vulnerabilidad del visitante al crimen (5.52) (Yun y Maclaurin, 2006).

Los investigadores respaldan su instrumento y método según los objetivos que se plantean. No obstante, existen inconsistencias metodológicas que ameritan una revisión. En primer lugar, las preguntas de la escala Lickert están redactadas en forma tendenciosa (asertiva) hecho por el cual condiciona la respuesta. Por ejemplo, “la información en la seguridad del viaje es efectiva para reducir la posibilidad de daños”. Los encuestados parecen responder afirmativamente a la pregunta  por la forma en que es planteada. Segundo, el rol de los participantes (estudiantes) con respecto a los encuestadores (profesores) conlleva una dinámica de subordinación entre los actores. Tercero, en la variable “seguridad del destino” se observa cierto tinte etnocéntrico en la manera en que se construyen las frases. Oraciones tales como “Yo no viajaré a un destino que presente problemas de sanidad en el alimento”, “Yo no viajaré a países extranjeros que presenten problemas de seguridad”; ello sugiere la idea que los países extranjeros tienen carencias en materia de seguridad y sanidad. Mismo sesgo presentan las oraciones que hacen referencia al idioma como una causa de peligro a la hora de visitar un país extranjero.

Entre las contribuciones generales de la teoría de la percepción del riesgo se pueden resaltar: a) las personas de sexo femenino muestran una mayor percepción del riesgo que los masculinos; b) las personas de mayor edad muestran un riesgo mayor que los más jóvenes; c) el miedo al terrorismo y sus efectos se potencia o debilita según las personalidades de los viajeros; d) los turistas extranjeros sólo se desplazan a destinos que perciben como seguros; y e) las relaciones familiares y de amistad reducen la ansiedad y la percepción del riesgo. No obstante, algunas cuestiones de índole general deben ser debatidas.   En primera instancia, los estudios relevados subestiman o no mencionan el rol que cumple el estado de animo en la percepción de los riesgos o como la experiencia negativa condiciona los afectos. En la mayoría de los casos, los cuestionarios se administran sobre persona que no han tenido experiencias negativas previas.

Incertidumbre y Riesgo
Recientemente, algunos autores han sugerido que el riesgo como categoría social tenía ciertos problemas para explicar de por sí la elección de viajar a un destino determinado. En ese contexto, los investigadores australianos Quinta, Lee y Soutar consideran que riesgo e incertidumbre deben ser estudiados como dos constructos diferentes. Mientras el riesgo percibido hace referencia a una expectativa de perdida potencial plausible de ser medido acorde a un resultado, la incertidumbre despierta una sensación de ambigüedad subjetiva la cual no puede ser inferida en términos de probabilidad. Según este argumento, los expertos sugieren que la decisión de viajar se encuentra condicionada no sólo por la percepción del riesgo y de la incertidumbre sino también de factores de tipos normativos y culturales los cuales influencian el comportamiento humano.  El estudio se lleva a cabo por medio de tres muestras tomadas en países asiáticos como Corea del Sur (402), China (443) y Japón (342). A los participantes se les pide llenar un cuestionario estandarizado vía Internet en donde se les indaga sobre su predisposición a viajar a Australia. La investigación se centra en dos hipótesis: a) cuando el riesgo percibido aumenta, la actitud del viajero respecto al destino se torna más negativa, y b) cuando la incertidumbre percibida aumenta, la actitud del viajero respecto al destino se torna más negativa. Los resultados infieren que el riesgo percibido tiene un peso importante en la muestra china mientras que la incertidumbre percibida tiene mayor peso en la muestra japonesa. Ello se debe a que el grado de conocimiento y experiencia de los viajeros japoneses respecto a los chinos sea un factor condicionante de la incertidumbre percibida. La experiencia juega un rol importante en el proceso decisorio de viajar pues reduce el grado de incertidumbre y predisposición negativa frente a lo desconocido. No obstante, ello es sólo una especulación. Como limitación importante, los autores reconocen que Australia es un destino “seguro” por lo que las hipótesis deberían ser validadas en regiones con un riesgo percibido mayor (Quintal, Lee y Soutar, 2010ª: 803).

En un segundo trabajo, Quinta-Lee y Soutar enfatizan en que tanto incertidumbre como riesgo impactan en diferentes etapas del proceso decisorio de viajar. Utilizando tres muestras tomadas en Japón (342), Australia (200) y China (443), los investigadores, en términos de Hofstede, explican que ciertas culturas tienen una propensión a evitar riesgos que otras. Ello se debe a la tolerancia que poseen frente a la incertidumbre y la ambigüedad. Las culturas que tienen una tolerancia a la incertidumbre baja necesitan de copiosos y complejos métodos de predicción e interpretación de los eventos.  La forma en que se percibe el riesgo y la incertidumbre condicionan la manera en que le viajero busca información de cierto destino. Los resultados de la investigación apuntan a que en las tres muestras la aversión a la incertidumbre tuvo una correlación directa en la etapa previa de búsqueda de información. No obstante, la aversión al riesgo no ha representado una correlación directa en las fases tempranas de acopio de información. En consecuencia, Quintal, Lee y Soutar encuentran que la aversión a la incertidumbre se vincula positivamente a la búsqueda de información antes de iniciar el viaje pero no así la aversión a riesgo la cual opera en otra fase del proceso. Los autores enfatizan en que la etapa previa al viaje es una de las fases de mayor incertidumbre mientras que una vez recolectada la información en las fases sucesivas, el riesgo es mayor pues el viajero debe comparar, contrastar y decidir los costos y beneficios de cada destino. Las personas con menor tolerancia a la incertidumbre buscan más información en comparación con aquellos que poseen una tolerancia mayor a la incertidumbre. (Quintal, Lee y Soutar, 2010b: 328-330).