VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

Alberto Díaz Mata (CV)
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

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9.3 La vida académica, una cultura en gestación

Las culturas académica e institucional, forman un entramado que es difícil de separar, la mutua implicación de una en otra complica esta tarea, por ello solo deslindaré, aquello que posibilite el análisis de condiciones y potencialidades de la Cultura académica y de las vías para constituirla en un componente central de la vida  cotidiana en CU.
            En la construcción de la cultura académica es el profesorado el agente más potente en virtud de su posición y capital cultural, pero es el contexto y el proyecto institucional lo que posibilita o restringe las acciones, interacciones y relaciones del quehacer académico. Pérez Gómez (2004,253) identifica a la cultura académica como “…el conjunto de significados y comportamientos cuyo aprendizaje, se pretende provocar en las nuevas generaciones…” podrá apreciarse que Pérez Gómez implica de manera total al currículum en la cultura académica. Pero se refiere a una visión del currículum, que va más allá: de los objetivos formativos, de los contenidos de información estructurados, de las competencias esperadas en los egresados y de los modelos de evaluación. El currículum al que se alude es el currículum universitario en el que se construye e intercambia de manera dinámica y continua el conocimiento y los saberes. El currículum incluye:

  1. lo que se instruye en los procesos formativos y que ha sido declarado en los planes de estudio y en los programas de las asignaturas.
  2.  el uso crítico, diestro y eficaz de la información, las tecnologías, los espacios y el tiempo,
  3. todo cuanto se vive en los procesos formativos y en los escenarios universitarios;
  4.  los sistemas de relación, de interacción, de participación y estratificación; los valores, ethos, normasy grados de autonomía implícitos en los ritos, tradiciones, prácticas y jerarquías de la organización universitaria;
  5.  así como el sistema de experiencias de aprendizaje (tareas, estancias y prácticas) que los estudiantes realizan fuera de la institución como parte del proyecto y modelo educativo.

            La cultura académica está ineludiblemente atada al conocimiento y a los intercambios de significados que realizan los miembros de una comunidad científica o universitaria mediante un entramado de funciones, prácticas y tradiciones muy complejo.  La función más visible -desde la perspectiva de los estudiantes y sus familias- es la instrucción o enseñanza universitaria caracterizada por armonizar formas y escenarios de aprendizaje autónomo,  colaborativo y grupal, con estrategias de perfeccionamiento que permitan compensar lagunas y deficiencias [de profesores y estudiantes] para preparar el capital humano que requiere la comunidad social (Pérez Gómez, 2004, 256).
            En la cultura académica la función instruccional tiene como soporte central la dedicación y las competencias del profesorado para generar, aplicar,  transmitir y transferir el conocimiento. Pero estas competencias no se limitan a cada profesor (a) en lo individual, sino a la potencia sistémica que se genera de las actuaciones e interacciones del profesorado en distintos escenarios y con diversos interlocutores como:

  1. academias, cuerpos académicos y planta docente de un programa
  2. las redes interinstitucionales,
  3. estancias en empresas, 
  4. participación en proyectos sociales o gubernamentales
  5. las relaciones colaborativas con estudiantes en funciones de ayudantía, asistentes de laboratorio, co-participantes en proyectos tutelados y tesis de innovación, diseño, investigación, aplicación o transferencia tecnológica.
  6. proyectos  estratégicos de vinculación con las necesidades sociales y con el mundo del trabajo.
  7. Congresos y foros (presenciales y virtuales)
  8. Publicaciones arbitradas o publicaciones conjuntas.

            Cuando afirmo que la Cultura Académica en CU está en gestación, no pretendo denostar los esfuerzos que día a día se realizan en este campus, pero sí enfatizar que el aislamiento, la falta de colegiación in situ, la escasa investigación, la nula vinculación -aun con el entorno más próximo que lo constituyen las otras instituciones educativas asentadas en la Ciudad del Conocimiento-, la ausencia de congresos y foros de discusión -fuera del CUCOCON-, la proporción mínima de estudiantes participando en ayudantías y proyectos de investigación, tiene como  causa prima la insuficiencia de profesorado de tiempo completo de alta calificación.  Son los académicos quienes instituyen la cultura académica, y sin ello, simplemente no hay Cultura académica.
            El profesorado de dedicación parcial, cuando posee experiencia profesional y las competencias docentes es el coadyuvante idóneo para la construcción de las habilidades y el ethos profesional, pero no suple al profesorado de tiempo completo,  en quien recae la construcción del conocimiento y de la Cultura académica de la institución. Sin tutores, asesores, directores de tesis, investigadores en activo y sin académicos vinculados a proyectos de desarrollo, estudio y solución de problemas en empresas, instituciones y organismos civiles los estudiantes tienen pocos de quienes aprender. Los académicos - investigadores y creadores- no son meros reproductores del conocimiento, sino agentes que han participado -en primera persona- en su construcción, crítica y enriquecimiento. Son autores de una pequeña parte del saber, pero es esa autoría la que provee de autoridad al académico, la que lo autoriza a liderar los procesos formativos. La formación es un proceso emocional e intersubjetivo, que reclama no solo del intelecto, sino de un ambiente  de retos y desafíos que envuelva e invite a los estudiantes a emular y participar en las tareas de crear, recrear y difundir el conocimiento.     
            …en los profesores, hay de todo uno buenos y otros no tanto. A mí siempre me gusta ir a la clase de un profesor que es muy activo, porque hace la clase muy     interesante y siempre nos está provocando, pero a la vez es exigente. Algunos            compañeros le dicen el “loco Ramos”. Es como nervioso y parece que siempre   anda     acelerado, pero explica muy bien y como estudio en Estados Unidos y   hace     investigaciones nos trae artículos y cosas nuevas y…, yo por lo menos     creo que he       aprendido mucho… Ale. ING.
            Resulta evidente que la enseñanza es el componente  de  mayor cobertura y la función más visible de aquellas que integran la vida académica en las universidades, y que el eje de la cultura académica lo conforman –a la par- el conocimiento más decantado y  las relaciones e intercambios entre los dos agentes protagónicos del proceso formativo (profesor-estudiante). Pero a pesar de la centralidad del conocimiento y los agentes no es prudente pasar por alto que las universidades son nichos ecológicos destinados a acoger el desarrollo de la cultura académica y se debe reconocer la contribución que hacen:

  1. las infraestructuras, equipamientos y tecnologías que posibilitan tanto la generación, trasmisión y difusión del conocimiento como las interacciones, relaciones e intercambios, 
  2. los sistemas estructurantes (institucionales y supra-institucionales) que regulan y evalúan las actuaciones, planeación, colegiación, estratificación, desempeño y productividad de profesores, estudiantes, programas educativos, dependencias  y de la  universidad en su conjunto.
  3. los ambientes, políticas, normas  y tareas de aprendizaje en las que se encuentran los estudiantes con las prácticas y el conocimiento relevante en su profesión.

            En la Ciudad Universitaria la construcción de infraestructuras y la dotación de los equipamientos han seguido la lógica de atender primero los espacios destinados a  la función docente mediante la construcción de los escenarios –aulas, talleres y laboratorios- que acogen esta actividad en la modalidad de grupos de clase. Menos atención han recibidos los espacios de encuentro individual, de pequeños grupos –tutoría y asesoría- y es evidente la ausencia de recintos para el trabajo independiente y autónomo de los estudiantes, en los que puedan realizarse las modalidades de “aprendizaje por proyectos” o el “aprendizaje basado en problemas” (ABP). La desatención tal vez provenga de que estos últimos espacios de aprendizaje surgieron en instituciones con tradiciones académicas distintas a la de esta universidad (UACJ), o que quienes toman las decisiones sobre las infraestructuras necesarias se encuentran alejados de los modelos educativos emergentes. Pero debe reconocerse que las decisiones universitarias sobre el destino de los recursos financieros y humanos son del todo autónomas, están ligadas a programas de desarrollo (PIFI, PROMEP) establecidos por sistemas estructurantes suprainstitucionales que no solo regulan y evalúan el quehacer institucional; sino que a la vez proveen y dosifican los recursos humanos y financieros para el crecimiento, desarrollo a las instituciones de educación superior. En el caso de CU el tardío reconocimiento del  estatus de   DES  a condicionado su desarrollo, permitiendo que crezca y se fortalezca la parte administrativa y de control escolar, hasta convertirse en un brazo largo que todo lo controla; mientras que la parte académica es un brazo corto que no logra enlazar la vida académica de los institutos y CU. Tampoco debe pasarse por alto que la Ley Orgánica vigente en la UACJ, dejó –en algunos aspectos- de ser el marco normativo adecuado para el desarrollo de una universidad con un número creciente de campi académicos, por ello es necesario
            Entender el flujo de intercambios y sus efectos en la construcción de significados           requiere atender la interacción conjunta de los elementos que          componen el espacio     ecológico Escolar [universitario]. (Doyle en Pérez Gómez 2004, p.267). 
            En ese espacio ecológico la vida académica requiere de la participación autónoma y colaborativa de los estudiantes, ellos también deben actuar e interactuar en distintos escenarios y con distintos interlocutores. Desde el momento en que las tareas y experiencias de aprendizaje demandan trabajos y elaboración de proyectos e investigaciones en equipo, inicia su participación en la vida académica, al igual que cuando concurren a realizar observaciones, prácticas y estudios en el mundo real, porque de ellos extrae los elementos que les permiten contrastar y cuestionar la validez y vigencia o no de los saberes y conocimientos que la universidad le provee, porque son esos cuestionamientos el insumo esencial para la incorporación a las prácticas de la vida académicas: búsqueda, colaboración, discusión y difusión. Se aprende mejor lo que se vive, el ethos académico y profesional no es solo discurso, se aprende acompañando y dejándose acompañar –en una relación colaborativa- por profesores que se esmeran en la selección de experiencias de aprendizaje, en la investigación, en el diseño prototipos, de estrategias de intervención y mejora social, o en la mejora de procesos de gestión y de producción. Los estudiantes enriquecen la vida académica cuando en sus proyectos cuentan con la asesoría –experta y no directiva- de profesores interesados en que sean los propios estudiantes quienes construyan sus competencias.
            La cultura académica se engarza con la vida  los estudiantes, cuando estos se muestran dispuestos y capaces de elaborar ponencias, artículos y cárteles para participar en congresos de sus campos disciplinarios; cuando se esfuerzan en publicar o en participar en concursos de innovación en su campo profesional. Cuando convocan y organizan con la seriedad y el rigor que exigen las tradiciones académicas sus propios congresos y publicaciones. Cuando seleccionan como experiencias de aprendizaje, los veranos de investigación, la movilidad y los foros de discusión interinstitucionales. Pero estas actuaciones tienen como condición, que lo que se espera de los estudiantes lo vivan con intensidad los profesores. Que las prácticas y significados que se pretenden inculcar a las nuevas generaciones constituyan la cotidianidad académica del profesorado.
            Un poco decepcionado porque estuve preparando -todo el semestre- una             ponencia, para ir a un congreso de la ONU en Ginebra, al final eligieron el trabajo de       otro compañero, -también de aquí de CU-. Y me dio un poco de coraje… no envidia,       coraje porque yo no encontré aquí otro profesor que me asesorara en el tema de Derecho Humanos que preparé, si hubiera estado en ICSA, donde hay más profesores     que te pueden ayudar, mi trabajo hubiera estado mejor. Con un poco de asesoría,… a       lo mejor tampoco gano, pero      mi trabajo hubiera estado mejor. Mg. DER
            He afirmado que la cultura académica en CU, se encuentra en gestación, porque todo lo que he señalado como manifestaciones de la Cultura académica muestran poco vigor. Es cierto que los estudiantes apenas están arribando al nivel avanzado que es momento en que se elaboran las tesis y los proyectos de titulación y que en un campus universitario de reciente creación, difícilmente se cuenta con congresos, y actividades académicas consolidadas, pero lograrlo depende de contar con una proporción adecuada de profesores bien calificados y de mayor dedicación.