VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

Alberto Díaz Mata (CV)
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

Volver al índice

4.2 Evolución histórico- demográfica del contexto urbano, antropológico y socioeconómico de Ciudad Juárez

Desde su fundación la estructura de espacio y la distribución de la población de la hoy Ciudad Juárez, fue diferente a las que tradicionalmente tienen los poblados fundados en la Nueva España durante la etapa colonial. “El paso  y demás pueblos ribereños [Real de San Lorenzo, Senecú, Ysleta y Socorro] componían un largo corredor de huertos… la misión de Guadalupe, que fue luego la iglesia parroquial se ubicaba más bien en uno de sus extremos.” Y no como era usual, en el centro del poblado. Porque desde su nacimiento este asentamiento se caracterizó por la dispersión. Para el siglo XIX en la llamada Villa de del Paso del Norte se distinguían siete partidos o secciones de riego y  poblados aledaños en los que se aglutinaban por razones laborales núcleos de población. Orozco, V. (2012, págs. 68 y 85)
            Fueron factores geográficos como el cauce del Rio Bravo, el desierto, las montañas y el complejo sistema de acequias diseñado para posibilitar la actividad agrícola los componentes que guiaron durante más de dos siglos la ocupación  del suelo en El Paso del Norte, siguiendo siempre la misma dirección. (Santiago 2012, pág. 127). Hasta que la guerra con Texas y la Unión Americana y luego con la ratificación de los tratados de Gadsden en 1853 el asentamiento y la población se partieron en dos quedando, una parte de  El Paso del Norte y  los poblados de Ysleta, Socorro y San Elizario del lado Norteamericano y en de lado mexicano la parte sur de El Paso del Norte, San Lorenzo y Senecú, constituyendo desde entonces la  Villa Paso del Norte.
            La población era más o menos compacta dentro del radio de media milla             tomando como centro la misión […] cargada hacia el sur; fuera la de esta área   se        extendían innumerables tierras de labor hacia el oriente, siguiendo el curso del río hasta diez millas adelante… (Barlett en Santiago 2012:140)
            En 1856 los 4342 habitantes se asentaban en una superficie de 9 hectáreas (Cervera 2005), otra parte de la  población se esparcía siguiendo el trazo de las acequias formando pequeños poblados en Zaragoza, San Ignacio, Guadalupe y Tres Jacales. En la consolidación de los asentamientos contribuyó el reparto de tierras en Salvarcal, Senecú y Guadalupe que realizó en 1865 Benito Juárez. Luego en el periodo porfirista pese a la construcción y llegada del ferrocarril (1884) y a la declaración de Zona libre de impuestos (Chávez, 2010:172) la importancia de la villa -después de un breve esplendor-  empezó a decaer como lo muestran las variaciones en el número de pobladores. Los 10 mil habitantes que la poblaban en 1872, se incrementó a casi 20 mil para 1890 y declinó drásticamente a 8780 habitantes al iniciar el siglo XX. (Flores, 2010:28) 
En 1885 Ciudad Juárez tenía
            …una apariencia poco impresionante. Su avenida principal estaba cruzada por nueve      calles  pequeñas en las que había [casas de] adobe,      viñedos, huertas y lotes sin       habitar. Había tres tiendas de comercio… un      hotel y las usuales tiendas de   artesanías.  (Irigoyen 1942 en Santiago 2010: 143)
            El incremento demográfica parece estar asociado a la declaración de zona libre, que propició los “tiempos dorados” cuando  en la zona centro y proximidades del puente de cruce, comerciantes extranjeros “instalaron elegantes tiendas en las calles de Ciudad Juárez, lo que en algún sentido le dio un aire cosmopolita…” (Flores 2010: 27 y 28). Sin embargo una vez concluida la vigencia de la declaración de  zona libre, Ciudad Juárez que  entonces alcanzaba una zona de 61 hectáreas (Cervera 2005) y contaba ya con comunicación ferroviaria hasta el centro del país, volvió a ser descrita en 1896 como una ciudad y campos agrícolas en ruinas.  Ciudad Juárez no era solo el área citadina, había núcleos de población asentados en nueve áreas agrícolas denominadas partidos en función del sistema de acequias. Colindaban con el centro urbano los partidos Mejía, Romero y Lerdo, luego estaba el Partido Díaz, La fuente, Doblado e Iglesias, siendo el más grande y remoto el Partido Senecú. ( Bustillos 2010: 103).   
            Durante la Revolución mexicana Ciudad Juárez fue uno de los escenarios  urbanos más relevantes en la contienda ideológica y armada. El precio que tuvo que pagar esta población fue el éxodo de numerosas familias juarenses que se reubicaron en El Paso Texas, reduciendo dramáticamente la población y la actividad económica.  La supresión de la zona libre  ocasionó que muchas casas comerciales abandonaran la ciudad, y las que permanecieron fueron saqueadas por los combatientes en las incursiones de 1910 y 1911. A pesar de la situación caótica, Ciudad Juárez se mantuvo durante toda la contienda como una importante ruta de escape a los Estados Unidos de Norteamérica para muchas familias porfiristas del centro y norte del país, así  como para familias y grupos de mormones o de ascendencia china radicados en el estado que con frecuencia fueron acosados por los contendientes.
            Aunque poco nombradas durante las contiendas bélicas  las comunidades de los partidos agrícolas del Valle de Juárez también vieron disminuir  su población  por la emigración a la Unión Americana y quienes permanecieron en las parcelas libraron  su propia lucha por el agua de riego proveniente del Rio Bravo, cuyos volúmenes se redujeron con los tratados de 1910 y por la apropiación del caudal por parte de granjeros norteamericanos. (Bustillos 2010: 93 y Flores 2010: 27)
            En medio de la devastación bélica y de la fuga pobladores y comerciantes, la actividad económica local no fue suficiente para que el ayuntamiento de la localidad pudiera obtener los recursos hacendarios necesarios para su funcionamiento, por lo cual se permitió en 1914 otorgar:
            …permisos para establecer casas de juego, explotar la lotería de cartones,         concesionar la venta de cerveza y la fabricación de bebidas  alcohólicas, (…) y    poner    impuestos a prostitutas y vendedores ambulantes”. Bustillos (s/d).
            La prohibición de producir y comerciar  licor en 1918 en Texas y  de 1920 en Estados Unidos resultó propicia para que en la desolada localidad se desarrollara la gran cantina para los gringos, con bares en la avenida Juárez y en la zona centro de la ciudad. Con ello la actividad económica se incrementó al igual que el número de comercios y establecimientos diversos. La población creció apoyada en la industria del entretenimiento, el contrabando, la prostitución, pero también se incrementó en los poblados del Valle, porque se presentó mejoría en la actividad agrícola particularmente en el cultivo del algodón, ambas actividades estuvieron siempre acompañada del incesante flujo de migrantes con destino a los Estados Unidos que redundó en el progresivo incremento de la población, para alcanzar los 40,000 habitantes en 1930.
            La expansión poblacional y urbana llevó a ocupar 471 hectáreas (Cervera, 2005) y acentúo la segmentación de actividades y clases sociales agrupados en cuatro sectores: comercio y entretenimiento en el centro y la avenida Juárez; hacia el oriente sobre la avenida 16 de septiembre áreas habitacionales de las familias de mayores recursos; hacia el poniente área habitacional para las familias pobres y al sur en el barrial y el antiguo hipódromo las incipientes clases medias. También se fortalecieron las comunidades agrícolas de San Lorenzo, Senecú y el ejido de San Agustín, y años más tarde Zaragoza con la apertura del puente internacional que impulsó la actividad económica y la construcción de la carretera Juárez- Porvenir. (Flores 2010:37-45)   
            Para 1950 ciudad Juárez ocupaba 800 hectáreas poblada por 131,304 habitantes, lo que la convirtió -desde entonces- en el centro urbano más poblado del Estado de Chihuahua  (Lasso y Estrada 2012, pág. 137). Pero se trataba de un centro poblacional y urbano caótico, -que aún hoy- no logra armonizar crecimiento y desarrollo.
            Desgraciadamente Ciudad Juárez creció poco antes de que llegara el      PRONAF.         Estaba creciendo en forma anárquica. Estaban haciendo muchas colonias sin trazos. Sin estudio correcto de vialidad, ni estudio correcto de             urbanismo. En fin no se hacían estudios como deben hacerse ahora. No existía un reglamento de construcción. (Rubén en Calvo, M. 2010: 199)
            Con el impulso del Programa Nacional Fronterizo y la construcción de “parques industriales” y vialidades para atraer a de la Industria maquiladora de exportación Ciudad Juárez  se expandió en forma dispersa, hasta ocupar 5,608 hectáreas en 1970, lo que equivale a multiplicar por nueve el espacio urbano ocupado solo 20 años atrás, mientras que la población se había multiplicado solamente por seis (Cervera 2005).
            El crecimiento de la mancha urbana y la urbanización salvaje (Fontanot 2013) que llegó a ocupar 21,500 hectáreas en el año 2000  han contribuido en la distribución y dispersión de la población en Ciudad Juárez y a la desaparición del Valle de Juárez y de la actividad agrícola. La configuración urbana ha sido inducida  por la que Rodríguez (2002) llama la “mano invisible” de la industria maquiladora, pero orientado y  apuntalado con planes de desarrollo urbano, regulaciones de uso de suelo, equipamientos viales y desarrollo masivo de viviendas. Los planes y trazado disperso del crecimiento de la ciudad parecen tener como beneficiarios centrales a los grandes terratenientes urbanos, a las empresas constructoras y fraccionadoras e incluso al hermético grupo de concesionarios del transporte público.
            Con la creación del área del PRONAF la ciudad se transformó en una urbe duocéntrica (Fuentes, 2001), con dos centro o puntos nodales: el histórico conectado a el Paso Texas por los puentes Lerdo y Santa Fe y el nuevo centro PRONAF conectado por las Avenida Lincoln y  Américas al puente de Córdova, que se convirtió en el principal cruce internacional de vehículos, personas y mercancías; particularmente de insumos y productos para la industria maquiladora.
            Sean cuales fueran las causas reales de la dispersión, se propiciaron en la ciudad cuatro ejes de poblamiento, a la vez que se dejaron sin utilizar grandes lotes baldíos y predios en los que se mantiene alguna actividad agrícola como una estrategia para eludir el pago del impuesto predial. Se han abandonado de manera sostenida envejecidas zonas comerciales y habitacionales del antiguo centro poblacional; porque las áreas habitacionales destinadas a los trabajadores se construyen en las proximidades de las áreas y polígonos urbanos y periurbanos destinados a las plantas maquiladoras. Propiciando con ello una urbe difusa y dispersa, socavando -según los criterios de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona (2013)-  la compacidad, funcionalidad y sustentabilidad urbana y con ellas afectado la habitabilidad, la eficiencia de los servicios, el disfrute de espacios públicos, y dificultando de manera muy señalada la movilidad urbana y la seguridad pública.
            De los cuatro ejes de poblamiento, el eje poniente se constituye por una zona densamente poblado, desarrollada de manera irregular en el suelo más agreste de la localidad incluyendo las inestables laderas de la Sierra de Juárez. Esta zona tiene como nodos el “Centro histórico” y la colonia azteca. Sus linderos se extiende desde Anapra al norte, hasta el ejido López Mateos al sur, -aunque ahora se pretende estirar este eje hasta el cruce internacional San Jerónimo-Santa Teresa- mediante dos infraestructuras viales y la recién creada  Universidad Tecnológica Paso del Norte. El poniente de la ciudad es el área urbana más precaria –históricamente siempre lo ha sido-, la caracterizan los mayores asentamientos irregulares, concentrar parte importante de los denominados polígonos de pobreza, equipamiento urbano y vial insuficiente y pocos  servicios  culturales y de salud; hasta el año 2011 cuando se estableció una extensión de la Universidad Tecnológica todo el poniente de la ciudad carecía de instituciones públicas o privadas de educación superior.
            El segundo eje de poblamiento se dirige al sur, es una franja que sigue el trazado  de tres vialidades: la carretera Panamericana  al centro, Avenida de las Torres al oriente y la Carretera Casas Grandes al poniente creando un corredor con parques industriales, empresas maquiladoras, “yonques” (depósito de autos chatarra) comercio y viviendas tanto medias como para la clase trabajadora. En este eje se encuentran El Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez, el Parque Central, el museo interactivo la “rodadora”, la Central de Autobuses Foráneos, El aeropuerto Internacional (Abraham González), el Mercado de abastos, centros y plazas comerciales; sobre la avenida de las Torres las universidades privadas Regional del Norte y Tec Milenio, y en la parte más austral, en el límite de la mancha urbana, la Universidad Tecnológica de Ciudad Juárez.
            El tercer eje sigue la trayectoria del Rio Bravo, extendiéndose desde el lindero oriente del parque Chamizal hasta los poblados del “Valle de Juárez” conurbados con la ciudad -a costa de las tierras de sembradío-. Este eje concentra grandes parques industriales en el área de Nuevo Zaragoza (Waterfill)-Zaragoza próxima al puente internacional de Zaragoza y diseminadas a lo largo de las vialidades parques industriales y empresas maquiladoras.  Se aprecian tres nodos urbanos uno en “Satélite”, otro en Watertfill” y uno más en el agónico poblado de Zaragoza. Los equipamientos urbanos y viales son escasos (destacan la avenida rivereña “Cuatro siglos- Juan Pablo II” y la carretera Juárez-Porvenir), los tipos de vivienda y los fraccionamientos habitacionales en este eje comprenden una amplia gama: residencial,  vivienda media, vivienda para la clase trabajadora, granjas y vivienda rural así creando un solapamiento de lo urbano y lo agrícola- rural al que Sandra Bustillo (2012: 99) llama rurbal. Este solapamiento y discontinuidad urbana permite explicar porque la densidad pasó de 164 habitantes por hectárea en 1950 a solo 56 en el año 2000 (Cervera 2005) diluyendo el concepto de centro urbano. Puede observarse –en lo general- que en la medida que se avanza hacia el sur las dimensiones de las viviendas y el nivel socioeconómico de los pobladores disminuye. Este eje carece de espacios públicos, instituciones públicas de educación superior e infraestructuras culturales (Salvo el pequeño Museo de San Isidro y el Rancho-escuela de la UACJ y desde el 2010 del Campus Ciudad universitaria.
            El cuarto eje, difuso y traslapado con los otros tres ejes se extiende de poniente a oriente desde las áreas habitacionales colindantes con el Seminario, hasta la zona residencial y de negocios “Campos Elíseos”; de norte a sur abarca desde las inmediaciones del predio que ocupó el Hipódromo y Galgódromo de Ciudad Juárez hasta las colindancias con Centro Comercial las Misiones. Este  eje acoge: parques industriales, al Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey, la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), los hospitales privados Ángeles y Star Médica, al Club Campestre de Ciudad Juárez, el Consulado de los Estados Unidos, el centro de convenciones Cibeles, hoteles, restaurantes, bares, bancos, centros de negocios y las oficinas de la Secretaría de Hacienda. En sus áreas residenciales más exclusivas habita la población de mayores recursos económicos de la localidad y es  considerada la zona segura de la ciudad. 

4.3 Éxodo y autoexilio de los pobladores
Aunque hacía años que la ciudad había dejado de ser segura y que era evidente el desgarramiento del tejido social, -que Cutberto Arzate (2003) identifica, junto a la desintegración familiar como efectos perniciosos  de la industria maquiladora-,  En un clima  de desatención, proporciones crecientes de jóvenes y de familias enteras se involucran en las actividades relacionadas con actividades delictivas (narcotráfico, narcomenudeo, contrabando, extorsión, tráfico y trata de personas), ante la perplejidad de la población que observaba la apatía y el desinterés gubernamental por cambiar esta situación.
            La voz de alarma provino de la magnitud y persistencia del asesinato de mujeres (feminicidios) cuya visibilidad emergió en1993 (Flores et al 2010, pág.108) y que son conocidos como “Las Muertas de Juárez”. Con estos crímenes se anunciaban  la descomposición social y la impunidad que ha imperado a lo largo de 20 años. La amplia difusión de esos crímenes en los medios de comunicación  desalentó la migración de familias y mujeres jóvenes para trabajar o estudiar en Ciudad Juárez, pero potenció de manera paralela movimientos locales, nacionales e internacionales en pro de la protección a las mujeres y del castigo para quienes ejercen violencia contra ellas. 
            Los crímenes y la impunidad de que gozan quienes los cometieron colocaron el nombre de Ciudad Juárez en una posición oprobiosa ante el país y el mundo. Esos crímenes sumados a otros acontecimientos contribuyeron de manera inesperada en cambiar la tendencia poblacional, el rostro y la vida cotidiana  de los habitantes de Ciudad Juárez y de los poblados aledaños. Primero fueron los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 a las “Torres Gemelas “en la Ciudad de Nueva York, ese evento aparentemente lejano vino acompañado de mayores restricciones al tránsito trasfronterizo, y del endurecimiento de la vigilancia por parte de la patrulla fronteriza, lo que  dificultó la migración indocumentada que se redujo en 2011 a niveles históricamente bajos. El segundo evento fue el colapso financiero del sector inmobiliario de los Estados Unidos que pautó una desaceleración económica de alcance mundial, por lo que algunas empresas abandonaron la ciudad buscando reducir sus costos reubicándose en otras latitudes. Solo entre los años 2000 y 2003 se perdieron 60,000 puestos de trabajo en las empresas maquiladoras exportación y cerca de 75,000 entre 2006 y 2009 (Ampudia, 2009) provocando tasas más altas  de desempleo, que en Ciudad Juárez alcanzó el 10.89% en 2010 (INEGI), acompañado de cifras record de deportaciones y la desaparición de muchos  puestos de trabajo relacionados indirectamente con la industria maquiladora de exportación instalada en Ciudad Juárez. Con la pérdida de empleos muchos connacionales regresaran con sus familias a sus lugares de origen. Entre ellos destacan 12,650 veracruzanos conocidos como “juarochos”. Muchos dejaron sus viviendas abandonadas, las que rápidamente fueron desmanteladas, se destrozó el mobiliario sanitario y fueron arrancadas puertas, ventanas, tuberías y cableado eléctrico. Se contabilizaron 116,000 casas desocupadas, así algunos fraccionamientos y áreas habitacionales completas adquirieron un aspecto sombrío. Sin embargo el tercer evento fue la denominada “guerra contra el Narcotráfico” emprendida por el gobierno mexicano (2006-2012) en el marco de una lucha sangrienta entre distintas organizaciones del crimen organizado por obtener el control de este punto estratégico  -en el trasiego de drogas y armas entre México y los Estados Unidos- el que tuvo el mayor impacto local, porque afectó a la población de todos los estratos, sectores urbanos y actividades. No solo fue la enorme cantidad de asesinatos (Evidente en la tasa de mortalidad que en Ciudad Juárez llegó a 6.7 mientras que en el ámbito nacional era de 5.1), la crueldad manifiesta en las decapitaciones, colgados, encobijados, encajuelados, ejecuciones masivas y las fosas comunes; fueron también los robos, asaltos a empresas y viviendas, las extorsiones a comerciantes y a la población en general mediante llamadas atemorizantes, el pago de uso de piso, la cuota, la protección, la quema de negocios, las desapariciones y los secuestros. Pero sobre todo el sentido de indefensión, de vulnerabilidad e impotencia de toda la sociedad. Las familias intentaron pasar desapercibidas, desapareció la vida nocturna, se intentó mostrar un perfil bajo, hacerse invisible, no llamar la atención, una imagen más modesta, un automóvil más viejo, dejar de contestar el teléfono, enrejar: puertas, ventanas, calles, fraccionamiento y zonas habitacionales  completas, hasta los limosneros abandonaron los cruceros. Para los juarenses lo más lacerante sigue siendo la impunidad, y la incapacidad del estado mexicano para brindar seguridad y justicia a los pobladores de la “ciudad más peligrosa del mundo”.
            El cierre de negocios, el abandono o puesta en venta de viviendas de todos los tamaños y en todos los sectores, el cambio de residencia de 230,000 personas, 24% de ellas con destino a El Paso, Texas  y el resto a otras localidades del país y de los Estados Unidos (Velázquez y Martínez, agosto 2010) conformaron la sangría poblacional del miedo. Una sangría veinte veces mayor que la ocasionada por la contienda revolucionaria de 1910. En todos los espacios públicos y sectores de la ciudad era visible y evidente la desolación (Aguirre 2010), casas, negocios y consultorios cerrados, locales comerciales desocupados y plazas de negocios vacías; menos personas y vehículos en las calles dejaban en claro el temor de la población. La presencia y patrullaje del ejército y de la policía Federal no frenaron las muertes violentas, ni las familias recobraron la tranquilidad, pues se temía tanto a la delincuencia como a las corporaciones policiacas y  militares. Para quienes permanecieron en la ciudad o tenían que concurrir a ella, era terrible  la incertidumbre y el estado de agitación emocional en el que se mezclaban la angustia, el temor y la desesperanza. En 2009 el 96% de la población mayor de 18 años consideraba la ciudad nada o poco segura (Martínez y Velázquez julio 2010). En este desolado y aterrador entorno inicia actividades el campus Ciudad Universitaria de la UACJ en septiembre del 2010.