VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

VIDA COTIDIANA, CULTURA Y POBLAMIENTO DEL CAMPUS CIUDAD UNIVERSITARIA DE LA UACJ 2010-2013

Alberto Díaz Mata (CV)
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez

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8.3   El campus afectivo, lúdico y virtual (interacciones, emociones  y redes sociales)

La relación afectiva  es algo que pasa, es algo que se mueve y  en ese movimiento  genera territorios afectivos. Zonas en las que algunos se sienten a gusto y zonas en las que no. Con el movimiento se crean interacciones y una afectividad  cuyos efectos se extiende las  personas y a los espacios que son escenario de esa afectividad.

El ingreso a la universidad es un acontecimiento emocional, más aun tratándose del ingreso a CU, porque se trata de un territorio cuya ubicación suscita estados afectivos encontrados. Por un lado la satisfacción de ser aceptado, por otra la sensación de destierro. La afectividad  es en esencia la capacidad de afectar y de ser afectado (affectio -affectus),  por ello la afectividad se hace cuerpo y el cuerpo es afectado por vivir la experiencia de un acontecimiento, de un encuentro o de la interacción significativa con los otros y con el mundo. (Spinoza en Alfama, 2005).      

            Los estudiantes llegan hoy a las universidades menos como peregrinos (peregrinatio academica) y más como una especie de nómadas en un éxodo que los lleva a poblar temporalmente -en ocasiones fugazmente- los territorios universitarios en busca de la tierra prometida. Una Promesa cuyo cumplimiento empiezan a poner en duda, al encontrar un escenario inconcluso y con sensibles vacíos en lo académico e institucional. Por ello conforme avanzan en sus estudios empiezan a imaginar el momento de egresar, entonces sus emociones oscilan entre anhelos y temores. Se trata en muchos casos de estudiantes-exploradores que mudan de territorios y preferencias en lo académico, lo ideológico, en los afectos, los gustos y las formas de ocio. Porque están en la edad , el momento  y la condición (de jóvenes libertos) en que la sociedad y la familia conceden o toleran –dentro de ciertos márgenes-la indefinición, la postergación y el cambio.

            Los estudiantes saben que una vez iniciado el camino universitario, nada será igual, aun después de haber superado los trámites de inscripción, las angustias del pago, las prórrogas y exámenes médicos y de idiomas o de ajustar sus rutinas a los horarios escolares y el medio de transporte, ya nada reduce la sensación de incertidumbre, lo único que produce algún sosiego es el ensimismamiento en las rutinas de la vida cotidiana, arroparse en los afectos, acompañamientos y complicidades; instalarse en un nicho que les resulta familiar o evadirse en las redes sociales. La universidad y el espacio público  (Brea, 1995) se han convertido en un laberinto liso sin paredes, donde hay que adivinar los límites, fronteras y destinos y así se presenta la vida a los estudiantes en CU, un campus académico, desértico y  laberíntico; ambiguo y poco estructurado en donde las emociones  y el habitus se esconden o afloran de manera inadvertida. El arribo a CU condujo a los nuevos universitarios a un laberinto emocional y simbólico de posibilidades abiertas, en donde pareciera que todas las actuaciones disponen de algún grado de validez. Se trata de un escenario que en su apertura es capaz de generar perplejidad o enclaustramiento porque la ambigüedad e indefinición desterritorializan al sujeto-estudiante -que nunca sabe con certeza cuál es su lugar-, por lo que elige o alterna  estrategias de supervivencia apoyándose en un pequeño grupo, vive el día a día con un espíritu itinerante y vagabundo o por el contrario renuncia y se aleja de las posibilidades e interacciones afectivas y se ocupa (illusio) en hacer lo que cree que le corresponde en su ocupación de estudiante: asistir, aprobar ( Bourdieu,2007, p.141) alcanzar un promedio y si es posible obtener alguna beca.

            Con el fin de las certeza de un futuro promisorio, algunos estudiantes se sienten en CU como en una tierra extraña, -donde son muchas veces- los primero de su estirpe en tener como hábitat un campus universitario. Por  momentos se encuentran extraviados en la configuración espacial y normativa -sin referentes y sin guía- como migrantes en una tierra de la que desconoce la lengua, los ritos y las costumbres, por ello deambulan por el campo social y  el campus universitario buscando las pautas y  claves de actuación en otros pobladores que como ellos no encuentran de quien aprender (Lozano, 2007). Porque durante esa búsqueda, destierro y trashumancia de estos primeros pobladores, lo importante -una vez que lograron ingresar a la universidad- es aferrarse al territorio universitario, no claudicar, no fracasar porque intuyen que con la derrota y el abandono verán precipitarse su vida hacia el incierto mundo del trabajo precario (Maginn, 1995, pp. 157) o de la dominación masculina (Bourdieu, 1999) de la que muchas estudiantes pretenden escapar.

            El cuerpo es el primer y único referente espacial y existencial del que dispondrá el  sujeto toda la vida, desde el cuerpo parten las coordenadas de la vida social,  desde el cuerpo nacen las percepciones y emociones que suscitan  los escenarios y los “otros” con los que comparte y disputa el del espacio social. Desde el cuerpo se construyen el sentido y significado de los encuentros, de las interacciones y de los espacios en los  habita, interactúa y transita. El proceso de construirse socialmente inicia desde el cuerpo, con su género, sus rasgos y sus expresiones. Primero obtiene un lugar y una posición en el limitado, estrecho y singular mundo que es su familia, aunque pronto inicia la sorda y larga lucha en los espacios públicos por los afectos, posiciones y distinciones que otorga la escuela. Una institución seleccionadora que estratifica e intenta poner a cada quien en su lugar.

            El capital cultural familiar y el habitus  (Bourdieu, 1990), que cada estudiante porta como disposición y predisposición hecha cuerpo irán modelando las interacciones, relaciones y aficiones, que al llegar a la universidad,  ya se han hecho postura, gesto, actitud y vocabulario; se han hecho cuerpo y es con el cuerpo-cara y sus capitales como un todo unificado, que el sujeto comparece ante el mundo, con él se presenta e ingresa a la escena y campus universitario.  Con sus capitales, su habitus y su género (Bourdieu en Di Piero 2002) iniciará la construcción de afectos, la elección o elusión de escenarios, interacciones y actuaciones; la aceptación y el rechazo, el protagonismo o la invisibilidad; la inclusión o el anonimato siempre en busca de una posición que le permita sobrevivir al continuo proceso  de selección.

            He señalado que en la etapa inicial del poblamiento de CU los afectos, cohesión e identidad se precipitaban al interior de la comunidad de universitarios porque las autopercepciones, las condiciones del campus, la densidad de la población y estrechez del espacio habitable  contribuyeron en ello. Las adversas condiciones iniciales enraizaron el sentido de comunidad, que luego con el crecimiento en el número de pobladores y de infraestructuras disponibles pasó a sentido de pertenencia a los  grupos de clase, de carrera o de turno, aunque la constante gregaria siempre ha sido la formación de pequeños grupos de dos a seis miembros y la integración de parejas. Estas formaciones sociales se convierten en soporte emocional de sus miembros, con lo que las rupturas, abandono, o cambio de campus siempre genera -al menos en quienes permanecen-, una sensación de pérdida.

            CU constituye una parte central del hábitat de los estudiantes y en su carácter de nicho, propicia con el alejamiento del tejido urbano y el repetido encuentro entre sus pobladores, la formación de parejas, a base de interacciones reciprocas, que inician con intercambios de miradas, envío de mensajes o aproximaciones incidentales. Ese vínculo afectivo  entre dos personas intencional o inadvertidamente se hace evidente a través del lenguaje corporal (Davis 2010) cuando se las encuentra sentadas reiteradamente en pupitres contiguos en el aula, compartiendo asiento y caricias en el indiobus, en un abrazo o tomados de las manos en las áreas de sillones, susurrándose uno a otra palabras inaudibles en los rincones e intersticios,  compartiendo alimentos en la cafetería, sentado una sobre otro, recargando entre sí sus cuerpos,  deambulando lejos de la multitud, apretados o charlando al interior de un auto en el estacionamiento, en los furtivos besos dentro de los elevadores o en las cálidas despedidas al término de las clases. Aun los pequeños gestos anuncian relaciones más intensas. Los escenarios y territorios no parecen inhibir las manifestaciones de afecto, salvo el aula en presencia del profesor. Aunque se prefieren lugares relativamente aislados o con menor iluminación, las parejas no desdeñan espacios más concurridos y abiertos como los vestíbulos y corredores en donde pueden sentarse y aun recostarse juntos.

            No sorprende observar, -sobre todo por las tardes- ni nadie señala a dos chicas tomadas de las manos o despidiéndose con un prolongado beso. Aunque esas manifestaciones no están exentas  de comentarios y cuchicheos, públicamente la comunidad de CU asume posturas “políticamente correctas” que van de la tolerancia, a la aceptación ante las muestras de afecto de esa  pareja.

            El profesorado parece intimidarse ante las muestras intensas de afecto entre las parejas y cambia la dirección de su mirada o apresura el paso para alejarse de un área en la que se siente intruso, tal vez porque reconoce que se trata de jóvenes adultos, ciudadanos ejerciendo sus libertades. Muchos de los estudiantes, tanto varones como mujeres hacen públicas sus preferencias sexuales, evidenciadas en sus miradas, sus comportamientos, sus atuendos, movimientos, comentarios o mediante una declaración abierta o encubierta por el anonimato de las redes sociales en las que incluso dan santo y seña de la persona anhelada.

            UACJ CU Amores Platonicos [sic]

            #6266
            B…. de derecho me tiene loco está guapísima lástima que soy gay si no            ya le     hubiera desgarrado los desgarres

            Sin embargo en esta ficta apertura es poco probable observar a dos varones brindándose en forma pública muestras de afecto, porque la mordacidad que sobre ellos ejerce la comunidad, suele ser de mayor intensidad.

            Con la formación de parejas aparecen los territorios personales, los celos y las exclusiones; las distancias y proximidades; el arreglo personal y la búsqueda de aceptación, pero también el aislamiento, la marginación y nuevamente ese mal endémico y perseverante, la soledad, sobre todo de aquellos estudiantes cuyos afectos y cuerpos no son demandados ni dentro ni fuera del campus. En algunas parejas son tan fuertes las manifestaciones de posesión que constriñen a su pareja para participar en actividades, grupos de estudio o elaboración de proyectos en los que se encuentre algún miembro de la comunidad al que consideren un potencial rival. Incluso se llegan a observar algunos forcejeos, violencia verbal y manifestaciones de exclusión y rechazo.

            Yo no me pinto porque mi novio, se enoja, dice que las que más se arreglan son             las que andan buscando novio y que yo,  no necesito andarme pintando para       venir a la escuela. Que si quiero arreglarme lo haga cuando salgo con él. Mar.      EDU

            La formación de parejas o los escarceos afectivos no se limitan al colectivo de los estudiantes, también entre el profesorado novel se forman parejas, y resulta  evidente que se han establecido relaciones afectivas entre profesores y estudiantes, sobre todo con la llegada de un grupo importantes de profesoras y profesores jóvenes, apenas unos cuantos años mayores que los estudiantes. La posición de profesor les confiere un estatus y una visibilidad mayor que resulta atractiva para algunas (os) estudiantes, por ello se les adula y coquetea físicamente tratándose de profesores varones o mediante las redes sociales en las que se destaca la belleza o algún atributo físico de la profesora o la guapura del profesor de sus preferencias. 

            Los rasgos de la cultura judeocristiana pese a su pérdida de influencia, aún prevalecen en lo que se refiere a la noción del cuerpo, afectividad y sexualidad humana (heterogénea). Siendo más permisiva en los comportamientos de los varones, y restrictivas en las actuaciones de las mujeres, incluso en el concepto que de ellas se tiene. En este sentido se aprecia que en la comunidad universitaria de CU, el discurso de equidad de género solo ha penetrado la parte más superficial de las prácticas de interacción y relación entre personas de distinto género y preferencias sexuales, pero la base más sólida de los prejuicios de género permanece inamovible.

            UACJ CU Amores Platonicos [sic]

            #5117
            una chica que quiera sexo casual????
           

            Como evidencia mostraré dos incidentes: el primero me fue narrado por miembros de la comunidad pionera y del segundo fui partícipe y testigo presencial.

            Durante la etapa de construcción de los edificios C y B se levantaron cercas de malla ciclónica recubierta con plástico negro (un burka simbólico) que separaran a la población universitaria de los trabajadores de la construcción, con ello se pretendía evitar  que los obreros observaran a las estudiantes en el largo trayecto del estacionamiento al edificio “A” y que les lanzaran piropos o expresiones lascivas de acoso, ofensivas para las chicas universitarias. (Esas conductas se encuentran naturalizadas y casi legitimadas; por tanto se perciben como inevitables entre los obreros de la construcción). Con la lógica de que no se puede controlar lo que es una expresión natural, se les pidió a algunas estudiantes que no vistieran en forma provocativa para evitar incidentes. Es decir, se asumió que las estudiantes son las causantes y más aún, que son ellas quienes provocan con su arreglo personal las expresiones que luego las ofenden.

            El segundo incidente tuvo lugar el día 27 de agosto del 2013 cuando todos los profesores del campus universitario CU fuimos convocados a una sesión con carácter de “obligatoria”. El tema y objetivo de la reunión radicaba en establecer el “Límite en las relaciones entre maestros y alumnos”. El conductor de la sesión caracteriza a los alumnos como: “convenencieros, negociadores, provocadores y provocativas a las chicas con faldas cortas y escotes profundos.” A partir de esas premisas, solicitó al  profesorado prudencia y  recomendó evitar manifestaciones y relaciones afectivas con las y los estudiantes. Dejó en claro en su exposición que “los estudiantes no sus amigos” y por tanto debe evitarse cualquier manifestación o relación afectiva con ellos. [Según Lazarus, 1969 el afecto surge de toda relación, interacción, escenario o condición que nos afecta emocionalmente de forma duradera].

            El psicólogo que conducía la sesión recomendó sin ambages al  profesorado:

                 Si sube la hormona, baños de agua fría;

                 Si la alumna incita, el maestro limita.

            La extensa perorata se centró en exhortar reiteradamente a profesores y profesoras para que eviten las relaciones afectivas y amorosas con el estudiantado. Se les solicitó que dejen de utilizar Facebook como medio de comunicación con sus estudiantes, menos aún par a establecer debates públicos o dar respuesta a comentarios, expresiones peyorativas, declaraciones de afecto o burlas de los estudiantes. En la reunión se aludió a páginas electrónicas como “Amores platónicos” en las que se hacen declaraciones amorosas y se exhibe al profesorado. El contexto de las recomendaciones emitidas en esa reunión obligatoria se funda en el establecimiento de parejas entre estudiantes y profesores;  en el acoso, los ataques y las respuestas expresadas, -en una interacción virtual pero dolosa  por miembros de estos dos colectivos universitarios en las redes sociales. Estas confrontaciones virtuales se saldaron con el despido de dos profesores.

                La reunión sirvió para que afloraran, se hicieran públicos y se compartieran   prejuicios  como:

            los estudiantes de CU son los sobrantes de los institutos;

            los profesores de Cu vienen castigados  o  para hacer méritos por una plaza;

            los estudiantes vienen sin valores y sin hábitos de estudio;

             los estudiantes de hoy no son como fuimos  nosotros … ;

             los estudiantes no vienen preparados…

            reciben alumnos que no deberían estar en la universidad.

Comentarios del profesorado  de CU

            Sin dejar de lado el “ego docente” (Neill, 1975 en Herrán/González 2004, p. 3) que tiende a atribuir las fallas y debilidades propias, institucionales y sistémicas al estamento más vulnerable “los estudiantes.” Los resultados de la prueba “enlace” a nivel bachillerato parece darles la razón particularmente con relación al insuficiente dominio de español y matemáticas. Aunque esta condición es válida para los estudiantes de todos los campi académicos, los menores capitales culturales y económicos de algunos estudiantes de CU son aprovechados para  establecer generalizaciones de minusvalía.

            En tres años el sentido de comunidad que se había construido entre profesores, estudiantes y gestores del campus, se va desvaneciendo; la rivalidad entre la universitas magistrorum y la universitas studiorum ha resurgido y se manifiesta con fuerza; la anomia, laxitud, abandono y permisibilidad que posibilitaron el ambiente de libertad -en el que todo se vale- ha terminado por percibirse como una condición adversa  para el proyecto universitario y los procesos educativos en CU. Los profesores frecuentemente son denostados y en las redes, la tolerancia a la diversidad cultural no aparece por ningún lado, cuando se ataca y ridiculiza a profesores extranjeros que laboran en CU por su forma de vestir, arreglo personal y hasta por sus prácticas de aseo. En este contexto soterrado de confrontación se busca establecer el orden mediante el ejercicio simbólico del poder (violencia simbólica le llama Bourdieu) recurriendo a la posición, la distinción y el distanciamiento entre los estamentos; cada uno en su lugar, haciendo lo que le corresponde hacer, pero también organizando a los estudiantes no solo como apoyo y corresponsables del acontecer en CU, pero también como informantes. 

            En esta singular comunidad (CU) se observan estudiantes embarazadas, algunas de las estudiantes gestantes han formado pareja con estudiantes del campus y enfrentan esta condición con el apoyo, -aunque no necesariamente con la aprobación de sus familias; pero en otros casos, la pareja de la estudiante embarazada no es parte de esta comunidad universitaria. No es inusual que esas parejas continúen en las casas de sus respectivos padres o que ambos sean acogidos en una de ellas. Pero sorprende que se presente tantos embarazos entre las estudiantes universitarias, cuando disponen en la institución de información y se ofrece condones y asesoría  en forma gratuita al estudiantado para que puedan prevenir enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados cuando mantienen relaciones sexuales.

            La proporción de embarazos parece contradecir las estadísticas nacionales (INEGI 2013) que muestran que a mayor nivel educativo; menor proporción de embarazos tempranos o no deseados, pero está acorde con el dato de que el Estado de Chihuahua es la entidad con mayor número de embarazos en menores de 19 años. Los embarazos que se aprecian en estudiantes de esta comunidad en la mayoría de los casos iniciaron cuando las mujeres se encontraban ya en la etapa universitaria, pero responden a diferentes condiciones y significados culturales; en algunos casos (parece ser lo más frecuente) se trata de descuidos, creencias populares, insuficiente información o simplemente falta de control emocional en las interacciones recíprocas de índole sexual. Tampoco puede descartarse el mayor grado de libertad derivado de su condición de adultos o la ambigüedad moral de nuestra sociedad, que por un lado provee condones y por otro estigmatiza las relaciones sexuales entre los jóvenes; de tal forma que se espera que los y las estudiantes universitarios reciban información para que tomen medidas y eviten los embarazos no deseados; y por otro lado, los padres de familia se alarman al encontrar que sus hijos e hijas portan  condones o anticonceptivos, con los que estarían evidenciando que mantienen relaciones sexuales, poniendo en riesgo las dos estrategias centrales de la reproducción social, consistentes en preservar o mejorar la posición social mediante un “buen” matrimonio o el ascenso social vía la educación (Bourdieu 2007, p. 33). Dentro del abanico de condicionantes culturales también pueden estar presente condicionantes afectivos relacionados con  el temor- particularmente en las mujeres- de que al exigir el uso de preservativo para tener relaciones sexuales, esta solicitud pueda ser interpretada como rechazo o peor  aún, como el reconocimiento tácito de algún nivel de pericia o experiencia en las relaciones sexuales. En otros casos el embarazo es una condición implícita de quien es pareja de la estudiante, que trata de evidenciar que el afecto de ese cuerpo se encuentra ocupado, particularmente cuando la pareja es ajena al contexto universitario.

            La presencia de estudiantes que son padres y madres solteras en la comunidad de CU, es una consecuencia de estos embarazos no previstos (inoportunos), incluso cuando se mantiene la relación entre la pareja con la que se ha engendrado, esto no necesariamente deriva en matrimonio. Las alternativas de relaciones entre la pareja no casada van como sucede en el resto de la sociedad del concubinato, cada quien en su casa, hasta al abandono y desentendimiento del padre, pasando por una postergación acordada y algún tipo de apoyo para la manutención y cuidado del vástago, recayendo la  responsabilidad generalmente en la madre y su familia. La prevalencia de esta condición a nivel nacional, propicio la creación una beca del CONACyT, que apoya a las estudiantes que se encuentran en la condición de madres solteras, el apoyo se extiende hasta por 36 meses para que puedan concluir sus estudios de licenciatura, pero los requisitos de:

  • no estar legalmente casada,
  • vivir sola,
  • trabajar,
  • ser jefa de familia,
  • tener un promedio superior a 7.8 hacen prácticamente inaccesible esta beca.  La inaccesibilidad de estos apoyos se evidenció al recibir 120 solicitudes en 2013 y de autorizar el comité del CONACyT solo diez becas para la UACJ, tres de ellas para estudiantes de CU. Cualquier estudiante-madre que esté casada, aun cuando el esposo la haya abandonado, o que sin estar casada regrese o permanezca en casa de sus padres, queda  excluida del apoyo gubernamental. (Staines, 13/03/2013).

Buena parte del mundo emotivo y afectivo de los estudiantes de CU viaja por las redes sociales del espacio cibernético. La soledad, la lejanía, la falta de integración y hasta el desarrollo de adicciones a los dispositivos electrónicos y al mundo virtual al que dan acceso, terminan por tomar el centro de las actuaciones e interacciones de algunos estudiantes.

            UACJ CU Amores Platonicos     [sic]

            #6288
            "Confieso que me gusta un chico que está casado y decidí alejarme porque quiero su      felicidad, aparte que su esposa es una buena mujer y no me gustaría llegar a cosas       que a mí no me gustaría que me hicieran. Pero le deseo que sea muy feliz y que ame     mucho a su esposa"

            #1- Está casado, pero puedes ser su aventura de una noche desenfrenada XD! (Niños,    no lo intenten en casa)

            Con mucha frecuencia se observa a estudiantes solitarios consultando o enviando mensajes a través de un dispositivo, o formando pequeños grupos que se divierten consultando las páginas electrónicas -que en un afán de significación e identidad-, se han creado para o por esta comunidad. Estas páginas en las redes sociales  sirven para establecer contactos, para intercambiar puntos de vista, buscar pareja, ofrecer servicios y alimentos; pero también para agredir y denostar –desde el anonimato- a otros miembros o colectivos de la comunidad.

            Muchos estudiantes utilizan los dispositivos electrónicos como una estrategia para hacer más tolerable el transcurrir del tiempo y los trayectos. Otros evidencian su estatus de cibernautas portando invariablemente su tablet, con ella toman fotografías, la encienden con frecuencia y deslizan con naturalidad sus dedos sobre la pantalla, aunque quizás esta ostentosa y reiterada actuación  solo sea una estrategia para evitar la pérdida o extravío del  preciado bien.

            Entre el estudiantado se puede distinguir a los adictos a las redes y medios de comunicación electrónicos porque son incapaces de abstraerse a su uso, estando en interacciones personales, o incluso en clase. La privación del uso de esta herramientas o de la conectividad vía internet, crea un estado semejante al síndrome de abstinencia, con la agitación, evasión y falta de concentración para realizar una tarea o interacción de manera adecuada. Bajo ese estado emocional es posible ver a estudiantes abandonar el aula para recibir o enviar un mensaje, llevar sus manos y dispositivo bajo la mesa o pupitre en un intento por encubrir u ocultar su actuación. La adicción a las redes y a los medios de comunicación electrónicos no está al alcance de todos, porque algunos de los estudiantes pese a encontrarse en la generación de “nativos digitales”-los nacidos después de 1995- (Prensky, 2010) carecen de su mundo personal y familiar “en su mundo a la mano” o como “capital objetivado” (Heidegger, 2009, Bourdieu, 1997) de herramientas digitales de comunicación o conectividad.  Para ellos las posibilidades se reducen a  los equipos de cómputo disponibles (con algunas restricciones) en las salas electrónicas de CU, o en los cibercafés y papelerías urbanas con este servicio. Así la desigualdad económica mantiene a una parte relevante del estudiantado en el umbral del “analfabetismo digital” y contribuye en ampliar la “brecha digital”, que es constituye en el estratificador más visible del capital cultural, en la era de la información. Con ello también una parte del  mundo afectivo de esta comunidad  queda fuera de su alcance; en cambio estos estudiantes viven en primera persona estados emocionales negativos como la angustia y la impotencia de ver como la fragilidad e insuficiencia de sus capitales: económico y cultural objetivado, vulneran sus posibilidades y competencias académicas.

            Se solía ser uno mismo en el espacio privado, pero la privacidad trastoca la plenitud del ser que queda incompleto, una vez privado de las interacciones, de los afectos y el protagonismo; privado de voz y de presencia social. Por ello los jóvenes buscan dotar a la privacidad personal de un espacio que no cabe en la casa familiar, hasta el punto de que lo privado y aun lo  íntimo, se ha hecho público.  (Díaz, 2001 pág. 3). El espacio de adentro se hizo pequeño y vulnerable; la intimidad se redujo, no solo porque el afuera ingreso en lo privado sino porque lo privado, se hace público. Las redes sociales (e-) traen consigo nuevos y diversos contactos. Amigos, interlocutores, seguidores, imágenes y sonidos están ahora disponibles, pero solo a cambio de una parte de la propia intimidad, de exponer y hacer públicos: imagen, gustos, vivencias y preferencias.  Creando interacciones virtuales con una otredad que se ofrece  difusa, incierta e impredecible.

            De la seguridad de los lugares y territorios propios como la escuela, el barrio y la familiar, se salta a la incertidumbre de las masas, a la inseguridad de los trayectos, de las nuevas rutas, de la lejanía, de lo hostil y lo ignoto. El convulso contexto de Ciudad Juárez hizo que el ámbito familiar considerado el lugar seguro flexibilizara su significado (Díaz, 2001, pág.4). Una llamada telefónica, un mensaje por la red, las noticias locales, un video y hasta una película permiten que el peligro de afuera este ahora dentro, que la seguridad se vuelva incierta, que: llegar a casa, abrir la puerta, contestar el teléfono y abrir el correo electrónico pueda resultar angustioso. Pero en la lejanía, la soledad y el miedo solo quedan la cohesión, el acompañamiento y las redes.

            Las redes sociales, amplias y difusas, son siempre  redes ambiguas, cuya virtualidad posibilita el placer de explorar, deambular, contactar y mentir. Se trata de una nueva realidad,  distinta a la que vivieron las generaciones precedentes. Una realidad cuyo costo de membresía es la entrega de una parte de la privacidad, precio que prácticamente todos parecen dispuestos a pagar. Porque muchos estudiantes están solos, aun en medio de las mareas humanas y los coreográficos encuentros y dispersiones en el campus universitario. En esa pública y abigarrada soledad, los medios electrónicos para una gran cantidad de pobladores de esta comunidad, son medio y vía de contacto con afectos reales y amistades fictas; artilugios, dispositivos, objetos de apego o  fetiches de la modernidad; que importa el calificativo, si son ahora el soporte imprescindible de la afectividad y el refugio de los miedos.

            El espacio público es a la vez un espacio de libertades donde se puede gritar lo que se oculta y calla en la casa, pero es también un espacio de normas, de urbanidades, es el espacio de lo civil, de lo políticamente correcto y simultáneamente es el espacio de la evasión, de la complicidad, la manifestación, del desafío, de la disidencia. Es el espacio de la interacción fugaz, de los encuentros casuales, de los extravíos intencionales, de los descubrimientos y encubrimientos que se amparan en los resquicios que dejan  las multitudes  y del anonimato.

8.3.1 Juegos y deporte

            Son los juegos, las actividades recreativas colectivas y los deportes una forma de traer a escena  cuerpo, emociones y afectos. En estas interaccione con frecuencia se muestra el agente estudiante de forma más natural, con los valores que ha interiorizada individualistas o solidarios; pero también en y con el juego aprende nuevas interacciones y lealtades, desarrolla destrezas personales e intenta armonizar sus esfuerzos con quienes comparte objetivo y colores. Las derrotas y victorias suelen estar impregnadas de emotividad y afectos que se extienden más allá de los participantes, los espectadores también disfrutan y sufre, festeja o callan. Por ello las actividades recreativas y el deporte son imprescindibles y no simple aderezo de la formación ciudadana y de los universitarios.

            Cuando las canchas de básquet estaban enseguida del tanque, jugábamos más,             porque nos quedaban cerca, si no teníamos una clase nos poníamos a            jugar, a veces   se hacían retas con tres o cuatro equipos, hasta las muchachas le entraban o se             hacían equipos mixtos y los que no jugaban nos echaban porras. Ahora las pusieron           muy lejos [las canchas de básquet], para jugar primero tenemos que ponernos de          acuerdo a ver si todos quieren ir. No es lo mismo ir solos, andar ahí jugando como           locos …, bueno no sé, pero como que    ya no se antoja… Ma. E. Dep.

            Las instalaciones deportivas han mejorado, la cancha de futbol rápido improvisada en una explanada hendida y pavimentada a lado del gran corredor, cercada con hojas de madera laminada, ha sido sustituida por dos formales construcciones deportiva ubicadas al norponiente de los edificios. El diseño profesional incluye campo de pasto sintético, porterías, muros de concreto y malla ciclónica para evitar que el balón abandone el espacio de juego. Sin embargo su ubicación y las restricciones de uso, le han arrebatado la espontaneidad que caracterizaba a los juegos en la cancha improvisada. Para fines del 2013 se integraron equipos e inicio un modesto torneo y poco a poco los juegos de futbol rápido van formando parte de las prácticas deportivos mayoritariamente de los estudiantes varones de CU, pero se echan de menos los espectadores  y las emociones compartidas, las risas y hasta las burlas por los desaciertos.  Porque las actividades lúdicas son también escenarios para mostrarse, para ser visto. Tal vez por ello la plaza cívica, conserva sus grupos de aficionados y espectadores.

            Aunque se encuentra en construcción  y próximo a concluirse un gimnasio con alberca olímpica, por el momento el sedentarismo y la apatía acompañados por una intensa resolana campean en el campus de CU. La desatención es más notable para el colectivo de las mujeres, para ellas la oferta recreativa y de deportes se reduce a posesionarse por algunos minutos de la cancha de voleibol o compartir siempre en desventaja numérica la membresía de un equipo, en los que regularmente son tratadas en forma desigual, consideradas siempre como el miembro débil. Las alternativas de prácticas recreativas o de acondicionamiento físico socialmente inducidas para las mujeres, como: yoga, zumba y pilates tienen implícitos para su práctica: vestidores y casilleros; espacios cerrados con un cierto grado de ocultamiento; instructores, horarios establecidos y atuendos específicos. Sin embargo estos factores de carácter restrictivo pierden su centralidad en eventos como el CUCOCON, en donde se observa el entusiasmo y divertimento de las estudiantes que se incorporan en forma masiva a las actividades lúdicas colectivas en las que sus movimientos, cuerpos y sincronía son los protagonistas. Sin los afectos que se construyen en las actividades recreativas, el mundo emocional de las universitarias se reduce a las interacciones cotidianas, a las reciprocidades de sus parejas y amigos; las alegrías y sinsabores que se cosechan en las aulas y en las redes sociales y fungir como espectadoras de las prácticas y exhibiciones de sus compañeros varones.

8.3.2 El vestuario

             Con el cuerpo se ingresa al mundo y a los escenarios sociales, en ellos la vestimenta es una cubierta o prótesis exterior que se adhiere y personifica como si se tratase de una segunda piel. La mayor parte de los estudiantes parecen sentirse cómodos en la invisibilidad que provee la vestimenta informal y el comportamiento cardumen, pero es posible observar estudiantes que construyen su identidad a través de vestimentas que los conectan con un colectivo o subcultura urbana, pero que también aluden a sus visiones de la vida. Se trata de autoafirmaciones que  los distingue, pero que frecuencia los aleja de los otros, pues se trata de una distinción auto-asignada que modela las distancias, proximidades e interacciones de sus compañeros.

            Observaba con discreción durante la primavera del 2013 a un estudiante alto y delgado al que el largo cabello le cubría la parte derecha de la cara, enfundado en una vestimenta totalmente negra con cierres cromados y unas botas altas tachonadas con picos, que salía de un aula electrónica en la primera planta del edificio “C”. Cuando él descendió a la planta baja me percate que lo seguían con la vista tres jóvenes, también con atuendos de color negro -aunque más discretos-. Parecía casual que el pantalón, el calzado y la playera  de dos de ellos fueran de color negro, pero no así en el tercero de los espectadores, que destacaba por el aspecto más cuidado y por llevar una chaquetilla con cierre cromado frontal corrido hasta el cuello –a pesar de ser un día cálido-. Mientras el observaba me acerque y le pregunte  sin preámbulo alguno ¿te gustaba la subcultura gótica?

            Su respuesta airada e inicialmente agresiva, fue

            No soy gótico…, si quiere etiquetarme, estudie un poco más las subculturas urbanas.     Me gusta vestirme así, solo porque me gusta…

            El color negro de tu atuendo ¿es casual o intencional?

            … lo hago intencionalmente, pero no para llamar la atención, solo porque me identifica    conmigo mismo.

            Después de esta respuesta su agresividad había disminuido

            ¿Intentas ser más visible, que se te identifique?

            El que me vista de negro, no hace que llame más la atención, con esta   ropa, yo sigo     siendo invisible…  E. F

            En otra ocasión (septiembre de 2013) al recorrer los diversos espacios del edificio A observe al fondo del corredor de la primera planta a una chica sola -con un largo saco a rayas  y un corte de cabello que recorría su nuca y llegaba al filo de barbilla-, que miraba hacia el exterior a través de los cristales. Me dirigí hacia ella, a quien después de saludar y comentarle que su atuendo lucía singular, le pregunte si formaba parte o se identificaba con algún colectivo o subcultura urbana.

            Si, a la (no entendí), es una tribu urbana de Japón. Pero no siempre me visto así,           solo algunos días, cuando me siento inspirada, pero me gusta mucho y      cuando me        visto así (recorre con su vista el saco y me muestra sus botas altas y encordadas)  me siento más yo …

Te sientes bien y eso ¿te hace más visible, más identificable?

            …no sé, puede que no sea invisible, porque la gente se me queda viendo ,a        veces   siento las miradas, y me hacen sentir bien, pero otras veces son molestas, porque te       das cuenta que no solo te ven, también te señalan, pero también sigo como invisible,      nadie me habla y a mis compañeras les parezco rara. In. E.A

            Cuerpo, desplazamientos y territorio resultan esenciales para establecer y participar de los encuentros, intercambios e interacciones, tanto de las inesperadas y fugaces, como de aquellas más profundas que enriquecen y proveen  de  sentido a la vida cotidiana y al mundo afectivo de los estudiantes, muy por encima de las emociones del acontecer áulico (Gimeno,2002,pág. 7,). En este entorno algunas vestimentas se convierten en fuente de identidad, incluso para algunos confieren alguna distinción en el sentido utilizado por Bourdieu, se trata de los uniformes que portan los estudiantes de los programas de área biomédica, entre ellos destacan la filipina negra de los estudiantes de programa de química y el atuendo blanco  de enfermería en ambos se manifiesta el componente ideológico y estético al que alude Kant (2008) en lo bello y lo sublime, mientras que el traje deportivo blanco azul y amarillo de los estudiantes del programa Entrenamiento deportivo refrenda el uso de los colores emblemáticos de la institución. Los uniformes azul pálido para quienes estudian Geriatría o color caqui para el estudiantado de Trabajo Social muestran la búsqueda de tonalidades cromáticas “no ocupadas”, de menor simbolismo e incluso más humildes, pero que igualmente permitieran regularizar una vestimenta “escolar” identitaria.

            Antes el uniforme era obligatorio hasta que se  iniciaban las prácticas,    pero desde que entró el nuevo director es obligatorio desde primero. Y la verdad es una lata, no se            puede hacer nada cuando anda uno todo de blanco, hasta los zapatos (me muestra su       calzado blanco y opaco por de tierra y con algunas manchas). EEEC.

            A mí sí me gusta traer uniforme, no porque me sienta más importante o para que vean    que estoy en la universidad, sino porque es más cómodo y es    más fácil que tener que buscar todos los días que ponerte. Yo    aunque no fuera obligatorio lo traería. EQEC

            Para las estudiantes de programas universitarios en los que no es usual el uso de uniforme, también han asumido un código de vestimenta que las provee de plasticidad, comodidad y las protege de miradas o comentarios en el trasporte público y universitario. Ellas han establecido como vestimenta de diario los pantalones vaqueros (mezclilla) durante todo el año y blusas sencillas, huaraches (sandalias), zapatos de piso o zapatos deportivos durante el verano; durante los meses más fríos se observan sweteres, chamarras y sacos en tonos oscuros, mientras que en las zapatillas y sandalias son remplazadas por botas y calzado cerrado. Las faldas y vestidos no están ausentes, aunque son poco frecuentes. Los atuendos más formales y los vestidos entre las estudiantes del campus se asociación a las presentaciones rituales que realiza el estudiantado sobre todo de los programas de Administración y Derecho. Una de las razones que ofrecen las estudiantes con relación a su atuendo es que los pantalones les resultan cómodos y les permiten sentarse en el suelo, en los escalones y en las jardineras o incluso recostarse en los silloncitos de espera. Este atuendo reduce el acoso y las miradas impertinentes en el transporte público o al ascender por las escaleras, particularmente las del edificio “A” que por su diseño e inclinación las deja más expuestas. Tampoco son frecuentes los zapatos de tacón alto, primero porque deben permanecer largas jornadas en el campus con lo cual resultan muy cansados y porque algunos trayectos carecen de pavimentos o banquetas, y tanto la tierra como la gravilla colocada a modo de sendero  dificultan caminar y mantener aseado el calzado.

            A me gusta venir de tacones, no todos los días pero si uno o dos días a la         semana, me siento bonita y me dicen que me veo  bien,… sí me canso, pero     para mí             vale la pena. Yo no voy a cambiar y dejar de vestirme como gusta, prefiero ir por la      banqueta aunque tenga que caminar más…  EPyms. 

            En el campus de CU el soleamiento, el viento, el polvo y la desnudez del paisaje son condiciones del medio ambiente exterior que inhiben los desplazamientos innecesarios y que desalientan alejarse  del confort interior de las edificaciones, propiciando en estudiantes y profesores la ocupación y actuación en nichos estrechos que pocas veces abandonan. Nichos que abarcan sus lugares rutinarios y los espacios de tránsito, pero que por lo general  no se extienden más allá de los umbrales y sombreados intersticiales que proveen los juegos del sol y la arquitectura. En esos nichos y ambiente también se construyen identidad, el sentido de pertenencia a un grupo, a una carrera, y a esa comunidad universitaria de CU. Tal vez por ese contexto geoclimático y por salir de casa a las seis de la mañana de cada día, el arreglo personal y el maquillaje facial se mantienen en niveles discretos. El acicalamiento del cabello en lo general es muy modesto: cabello suelto, alguna cola, pocas cabelleras recogidas o trenzadas. Pero siempre queda espacio a lo singular y paro los arreglos más cuidados tanto en hombres como en mujeres. En el arreglo influye el gusto personal por un mostrar una buena presencia, pero claramente un arreglo más cuidado se asocia a otras actividades y ocupaciones como el trabajo y las prácticas en instituciones cuyo escenario no es el campus universitario.

            Yo nomas me pongo las pinzas para que el cabello se vea más arreglado y se    quede   en su lugar,… una entiende que si va a un trabajo debe ir bien        presentada, aquí viene una como quiera, todos nos conocemos, pero en las prácticas como te ven te tratan. Si   vas bien presentada te tratan mejor, pero tampoco puedes ir muy arreglada porque eso       también es como mala imagen. Como que te hace superficial. Cld. TS

            En CU predominan los arreglos personales, sencillos y naturales al grado de que las estudiantes han sido atacadas en las redes sociales (gentecu y faceboock), señalando que 

            …en Cu no hay muchachas bonitas, todas parecen indias, no se arreglan.

            Para los estudiantes varones que no utilizan uniforme, las cosas parecen ser más sencillas, los atuendos son claramente informales, predominan las playeras, pantalones de diversas tonalidades y materiales. La ausencia casi total de camisas de vestir (con cuello y bolsa delantera) permite identificar entre los estudiantes -sobre todo del turno vespertino- a algunos de quienes trabajan en oficinas y dependencias o que regresan de realizar prácticas en instituciones, portado ropa más formal. Mientras que una porción menor de los estudiantes se mantienen en la ambigua impronta mimética de los adolescentes colocando un gorro tejido en su cabeza, enfondados en prendas con capucha o erizando su cabellera con algún fijador.

            Entre el calzado utilizado por los varones, son frecuentes los zapatos deportivos o poco formales, porque resultan más versátiles y permiten participar en actividades lúdicas  y deportivas o simplemente porque les resultan más cómodos. Pero es posible observar algunos estudiantes de los distintos programas, calzando zapatos formales y unos pocos con botas en sus diversas modalidades: vaqueras, de trabajo (con agujetas), tachonadas y las botas militares que de manera reiterada porta un chico que también utiliza botas y pantalón militar (camuflaje).

            El primer día no sabía cómo vestirme, pensé que si traía botas se iban a burlar de mí. A             mí me gustan las botas, pero no esas picudas [gira los           dedos de su mano derecha     hacia arriba] sino tipo rodeo. Para no errarle ese día me vestí con unos Levis [pantalón          vaquero] y tenis. Pero luego vi en el patio de     adentro a un gordo con shorts amarillos         y una playera verde. Se veía ridículo y nadie le decía nada. Eso me sirvió mucho,             porque me di cuenta que aquí puede uno venir como quiera. ENI Asc.    

            El escenario abierto a las distintas vestimentas ha propiciado que en más de una ocasión pequeños grupos de estudiante acuerde portar indumentarias singulares para la fiesta del Halloween o cuando un grupo de chicas decidió concurrir en pijamas y otro grupo de hombres y mujeres lo hizo portando atruendos a rayas blancas y negras, y maquillaje blanco en el rostro (mimos), pero es más frecuente observarlos con camisetas verdes o negras cuando juega se realiza la selección nacional de futbol o excepcionalmente playeras de los equipos Barcelona y Real Madrid.

Los estudiantes varones cumplen con la práctica ritual institucionalizada de cambiar su vestimenta cotidiana cuando les corresponde hacer presentaciones formales en clase, participar en eventos académicos o en el concurso de talentos. Lo que regularmente genera una interacción inusual, que da pie a que reciban comentarios favorables sobre su aspecto y arreglo personal.

            Se puede observar que en el ambiente de uniforme informalidad que predomina en CU, algunos pocos estudiantes prefieren atuendos un poco más solemnes o distintivos que rompen la regularidad del cardumen humano, destacan  estudiantes con atuendos negros, y unos pocos  que con regularidad utilizan: chaleco, sombrero vaquero o  pantalón militar.   

            Las cabelleras masculinas lucen diferentes cortes: cabellos firmes hacia arriba en puntas y pequeños copetes fijados con algún gel; corte natural ya un poco excedido, algunas cabelleras largas -incluso en profesores- y excepcionalmente unas rastras o cabelleras encrespadas recogidas en una abultada coletilla. Pese a la resolana las cachuchas entre los estudiantes están prácticamente ausentes, casi proscritas.

            El contexto climático exterior: frio-calor, viento y polvo inciden de manera directa en el arreglo y cuidado personal del estudiantado que por norma es informal. Pero también en la del profesorado, entre los docentes varones predomina –según la época del año-la vestimenta integrada por pantalón y camisa y algún saco o chamarra, destacan los profesores de las áreas del Derecho y Administración que de manera cotidiana portan  saco y corbata. Las profesoras –por su parte- mantienen atuendos con falda, pantalón o vestidos y calzado más formal, así sus desplazamientos solitarios, vestimenta y posturas corporales las distinguen claramente de las estudiantes.

8.3.3 La cultura nacional en CU

En la época de los pioneros de CU las privaciones, la precariedad de los servicios y las dificultades del traslado no hicieron mella en los estudiantes para participar en las prácticas culturales tradicionales con motivo del día de muertos. Aquella comunidad creía que como universitarios les tocaba preservar los rituales, -así fuera de manera simbólica- de una de las tradiciones que mejor identifican a la cultura mexicana. Se montaron para ese fin altares y tumbas  que fueron cubiertas con ofrendas y calaveras.

            …era bien padre, porque queríamos sentirnos universitarios, divertirnos y            aprovechamos para convivir, aunque éramos de distintas carreras todos         participamos. Pusimos los altares y tumbas con fotografías. Hicimos unas             ofrendas con alimentos para los muertos y otras para nosotros… je, je.   BTCOBE.

            Tres años después se aprecia la derrota de las prácticas tradicionales del “día de Muerto” frente al Halloween. La cultura hegemónica más festiva, lúdica y comercial se impone.  Ello resulta evidente en la cafetería, el área médica de UAMI y las oficinas de la Coordinación de Orientación Y Bienestar Estudiantil (COBE) que se encuentran tapizadas con una semana de anticipación de murciélagos, calabazas y tarántulas; mientras que el único altar se ha reducido a una pequeña mesa instalada en la planta baja de edificio “A” con escasas ofrendas que después de un par de días  desaparece.

            Los disfraces, máscaras y las caras pintadas como calaveras, ilustran un nuevo sincretismo en la adhesión de los universitarios al Halloween, una festividad exógena y distinta, que les parece más divertida porque permite interacciones lúdicas, ser partícipe de un grupo y confiere a la vez, la posibilidad de mostrarse por un día como un ser singular. Algunos estudiantes encuentran en esta festividad la oportunidad de integrase en pequeños grupos con los compañeros y compañeras que han querido exhibir: su audacia  de viajar desde sus casas portando el aterrador atuendo; la creatividad en sus caracterizaciones, o una tímida participación, reducida  a enfundarse una máscara que han traído oculta en la mochila.

            La subordinación de las prácticas tradicionales y de las conmemoraciones nacionales a los requerimientos del sector empresarial, normalizados en la Ley Federal del Trabajo y en el Calendario universitario, ha propiciado que todas las festividades, rituales y ceremonias cívicas en CU se reduzcan a la insulsa condición de un día inhábil.