PROGRAMA DE CAPACITACIÓN PARA LA PARTICIPACIÓN ACTIVA DE LOS ACTORES LOCALES EN EL DESARROLLO DE NUEVA PAZ

PROGRAMA DE CAPACITACIÓN PARA LA PARTICIPACIÓN ACTIVA DE LOS ACTORES LOCALES EN EL DESARROLLO DE NUEVA PAZ

Elaine Artigas Pérez (CV)
Universidad Agraria de La Habana

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2.2 Análisis y discusión de los resultados obtenidos de los instrumentos aplicados, para el diagnóstico sobre los tipos y niveles de participación de los actores locales de Nueva Paz.

De acuerdo con Gato y Muñoz (2003), “la metodología de la investigación social es interpretada como el conjunto de los métodos y las técnicas utilizadas para la determinación, recolección, procesamiento y análisis del material empírico”.

En este sentido, se plantea que “la observación es uno de los métodos de investigación y se utiliza en las ciencias para obtener información primaria acerca de los objetos investigados (...) es una forma de recoger información que generalmente se lleva a cabo en el contexto natural donde tienen lugar los acontecimientos (...)” (Gato y Muñoz, 2003; Varas y Rubio, 2003; Rodríguez, Gil, García, 2008).

Asimismo, Córdova (s.a.) apunta que “la observación es una de las principales vías para la obtención de nuevos conocimientos, no obstante, es necesario distinguir entre la cotidiana y la científica. La observación científica exige procedimientos específicos”.

“La observación científica es intencional, premeditada. Es necesario determinar con anterioridad que cosa es preciso observar a partir de las exigencias del diseño. Esto debe estructurarse en ítems e indicadores. A partir de lo anterior debe crearse la guía de observación (...)” (Córdova, s.a.) (Ver Anexo 3).

En consecuencia, los resultados obtenidos de las observaciones realizadas durante las Sesiones de Coordinación y los Talleres sectoriales para la socialización de información relevante para la toma de decisiones1 -los cuales constituyeron espacios de participación en el contexto estudiado-, permitieron extraer las siguientes inferencias, donde se destaca fundamentalmente la participación de dichos actores en la identificación de sus necesidades. Se pudo constatar además que estos forman parte de los procesos, y tienen un rol a desempeñar, designado por ellos mismos, que se nombran entre sí “colaboradores”. Se percibió una marcada intencionalidad de participación en la solución de los problemas, y una actitud positiva para emprender acciones desarrolladoras que conlleven al cambio, pero denotando cierta falta de capacidades para lograrlo. Se apreció a su vez determinada integración entre el CUM con el resto de los actores locales, pero estos niveles de integración deberían ser superiores entre todos los actores locales implicados en el desarrollo municipal.

Los propios actores perciben la falta de integración como una debilidad que obstaculiza la calidad de los procesos, y resaltan la importancia de implicar cada vez a más actores, para garantizar la sostenibilidad de los proyectos, cuyo interés no es otro que elevar la calidad de vida de la población, independientemente de su ámbito de acción. Se pudo apreciar que las alternativas de solución a las necesidades detectadas no se colegian participativamente, lo cual infiere cierto desconocimiento sobre todo de las técnicas participativas y de búsqueda de consenso, a cuya importancia se refieren (Bru y Basagoiti, s.a.), cuando plantean que “las metodologías participativas, como herramientas complementarias del trabajo profesional en el ámbito micro-local, como un barrio, distrito o municipio, pueden contribuir a alcanzar el “objetivo último” de integración comunitaria y cohesión social (...)”.

Entre las prácticas acostumbradas de los actores con cargos administrativos, se pudo percibir cierto recelo por parte de las autoridades sectoriales, ante los problemas identificados y planteados por los participantes abiertamente, percibiéndose una tendencia hacia la objeción, contrastando con lo que plantean (Garzón, Pineda, Acosta, 2004), cuando afirman que un ambiente de participación debe posibilitar la aparición de las diferencias, la manifestación de los diversos ritmos y de los distintos códigos culturales que pueden confluir en un espacio dado, debe permitir la aparición del disenso y de las resistencias, debe permitir la expresión, incluso, del deseo de no participar; igualmente, (González y De León, 2007) alegan que “el individuo tiene que ser portador de debates, de ideas contradictorias y hay que saber escuchar”2 . Otro elemento importante es que estos actores en particular, son reconocidos por el resto como “decisores”, cuando desde una concepción verdaderamente participativa de los procesos de desarrollo, decisores son todos los actores implicados. 

En este sentido, resulta importante comentar la presencia de incidentes críticos, de acuerdo con Rodríguez, Gil, García (2008), como por ejemplo uno en especial acontecido durante el proceso del mapeo de actores, concebido en el territorio como punto de partida para la transformación del entorno, con los propios actores de las diversas comunidades, que implica la capacitación y el diseño de sus indicadores de desarrollo local, permitiendo la proyección estratégica de sus comunidades en función de la visión de los Consejos Populares del municipio.

Al inicio del proceso, en una sesión de trabajo para la identificación de los actores locales que participarían en el mapeo, y la selección del Consejo Popular donde se realizaría el pilotaje, uno de los actores locales implicados –justamente el presidente de Consejo Popular con más experiencia en esa función-, le solicitó a los actores sociales externos –en este caso miembros del CEDAR/UNAH-, que decidieran respecto a las tareas a realizar, y sobre todo que enviaran estudiantes de la UNAH para realizarlas, en total discordancia con los objetivos perseguidos; todo ello evidencia su falta de capacidades para la participación en la toma de decisiones, como resultado de sus inadecuadas prácticas cotidianas tradicionales, denotando además que dependen para su accionar de lo que otros –de “afuera”, considerados casi siempre como “los de arriba”-, decidan por ellos, solapando su rol protagónico en los procesos de desarrollo local. Ello se corresponde con las características que (Juliá, González, Fabelo, 2008), describen como una práctica asociada a la ejecución de tareas y orientaciones de las instancias superiores, resultando casi nula la participación en la concepción y diseño de las propuestas de solución; donde la comunidad participa más como objeto de las transformaciones que como sujeto consciente y con responsabilidad en el proceso.

Asimismo, según Hierro (2008), “(...) dar la primacía a las personas y reconocer el protagonismo de la gente implica superar la visión y percepción de las personas (...) como objetos y considerarlos como sujetos activos. Esto exige su reconocimiento igualitario y superación de la visión y de las actitudes asistencialistas”, que tanto lastran la verdadera participación en la toma de decisiones.

(...) El concepto de participación ofrece una polivalencia que influye en los sentimientos y las actitudes de las personas (...) ante la participación. Cada forma de la misma constituye una manera subjetiva de entender la participación. En resumen, la interpretación de la participación social es muy diversa, subjetiva y escalonada. El propio desarrollo de la acción de participación posibilita la emergencia de nuevas orientaciones creativas y que son diferentes de la intención inicial de participar” (Ibíd.).

Por otro lado, según González y Fernández (2000 citadas en González, 2007) “participar es más que estar presente, más que movilizar, más que intercambiar criterios, más que opinar; participar significa sensibilizarse, tomar parte, implicarse, decidir, actuar comprometidamente”.

Igualmente, Jiménez (2000 citado en Hierro, 2008) plantea que participar es “(...) estar presente en, ser parte de, ser tomado en cuenta por y para, involucrarse, intervenir. Participar es incidir, influir, responsabilizarse. La participación es un proceso que enlaza necesariamente a los sujetos y los grupos; la participación de alguien en algo, relaciona a ese uno con los otros también involucrados. Ser participante implica ser coagente, coparticipe, cooperante, coautor y corresponsable”.

En este sentido, Gutiérrez (2003) afirma que “(...) dentro de los actores propiamente dichos hay un subgrupo que puede denominarse como actores proactivos, que son aquellos que se distinguen por su capacidad propositiva, por ser aquellos que jalan a los demás, por liderar los procesos, por ser los puntos de referencia”. De acuerdo con los acontecimientos del incidente anteriormente referido, pudiera incluirse en esta clasificación a otro de los actores implicados, precisamente el más joven de los presidentes de Consejo Popular, ya que ante los sucesos relatados, rápidamente se comprometió a liderar el pilotaje en el Consejo Popular que preside –Vega-, y además garantizó a los actores para llevar a cabo dicho proceso, los cuales resultaron ser en su mayoría mujeres, amas de casa, cuyas edades oscilaban entre los 40 y 60 años, a pesar del consenso generalizado sobre la invisibilidad de la participación de las mujeres al cual hace referencia la Asociación de Investigación y Estudios Sociales de Guatemala (ASIES, s.a.), y en correspondencia con los logros alcanzados por nuestro país3 , donde tanto hombres como mujeres poseen igualdad de oportunidades para la participación, destacando además su rol comunitario, que supera los estereotipos de género vigentes y en ocasiones consolidados, en un sistema cultural que ubica a las mujeres de dichas edades fundamentalmente en los quehaceres domésticos, por su condición de amas de casa.

Sobre la base de las consideraciones anteriores, teniendo en cuenta las inferencias extraídas de los resultados obtenidos de la guía de observación, se puede decir que la misma resultó de gran utilidad, ya que reveló información oportuna relativa a la participación de los actores locales, en el contexto neopacino.

“Pocos procedimientos de investigación social son tan populares y conocidos como la encuesta (...)”, según García (2003), “(...) es sin duda la técnica más utilizada en la investigación social (...)” (Pereda, De Prada, Actis, 2003). De acuerdo con Córdova (s.a.), “(...) a través de las encuestas se puede acceder a poblaciones muy dispersas y numerosas en breve tiempo”.

En este sentido, según Hernández y Coello (2001), “(...) el objeto de estudio de las investigaciones cualitativas son las acciones humanas” -en este caso, la acción de participar-; y consideran que en este tipo de investigaciones “(...) por lo general se emplea el método no probabilístico intencional para obtener la muestra, y se eliminan todos los casos atípicos, se dosifican los que tienen carácter excepcional, se trata que estén representados y se complementan los subgrupos que lo integran. Se trata de obtener una muestra que represente las características del grupo, tenga en cuenta los casos extremos y haga énfasis en los casos más representativos, usando los informantes claves para lograrlo”.

Los informantes claves son personas con conocimientos especiales, que ocupan un lugar importante en el grupo, tienen buen nivel de información y son de gran ayuda para la investigación, pues pueden introducir al investigador dentro del grupo, le sugieren ideas y formas de relacionarse, le previenen de los peligros, responden por él ante el grupo y sirven de puente con la comunidad” (Martínez, 1994 citado en Hernández y Coello, 2001).

En la presente investigación, los informantes clave fueron imprescindibles para la identificación de los actores locales, que conformaron la muestra seleccionada para la aplicación del cuestionario (Ver Anexo 4), “tal vez el instrumento más utilizado para recolectar los datos (...)” (Hernández, 2004); teniendo en cuenta además la definición de actores locales que se asume en el Capítulo I, la misma estuvo integrada por ocho trabajadores del CUM, seis miembros de la AMPP, donde se incluyó a uno de los presidentes de Consejos Populares y a otros tres delegados de circunscripciones, seis miembros del CAM, más 28 pobladores no incluidos en las categorías anteriores, algunos de ellos representantes de entidades de servicios estatales, y de empresas y unidades productivas, para una muestra total de 48 actores locales, mayoritariamente del sexo femenino -66.7%-, y un 33.3% del sexo masculino.
Asimismo, del total de actores locales encuestados, en el momento de aplicación del cuestionario, el 47.9% se encontraba en un rango de edad entre los 30 y 49 años, el 29.2% entre los 50 y 59 años, el 12.5% menores de 30 años, y el 10.4% mayores de 60 años, primando entonces, los actores locales femeninos y entre 30 y 49 años, resaltando nuevamente el rol protagónico de la mujer cubana en los procesos participativos.
De estos actores locales que integraron la muestra seleccionada, el 50% reside en el Consejo Popular Los Palos, el 39.6% en Nueva Paz, el 4.2% en Vega, el 2.1% en Sureste, y el 4.2% restante no respondió esta pregunta del cuestionario, sobre aspectos generales; esto indica que la mayoría de los actores locales encuestados correspondieron al Consejo Popular Los Palos, pero de igual forma se tuvieron en cuenta actores locales del resto de los Consejos Populares del municipio.
Los actores locales encuestados poseen un nivel de enseñanza acorde con los logros alcanzados por la Revolución en materia educativa y social en general, teniendo solo el 2.1% la enseñanza primaria como último nivel alcanzado, el 8.3% corresponden a la enseñanza secundaria, el 16.7% es bachiller, el 27.1% es técnico medio y el 45.8% es universitario; de ellos, la mayoría, el 79.2%, posee alguna profesión u oficio, mientras que solo el 14.6% no se encuentra en esta condición; entre las profesiones más frecuentes priman las del sector de educación –el 20.8%-, los directivos –el 10.4%-, y algunas asociadas al sector de la salud –el 8.3%-, asimismo, el 6.3% no respondió esta pregunta, igualmente sobre aspectos generales.
La mayoría de estos actores locales –el 81.3%-, se encontraban vinculados laboralmente en el momento de aplicación del cuestionario, los principales centros de trabajo a los cuales estaban vinculados dichos actores son la CUM, la AMPP, el CAM, el correo, el sector de la salud, las UBPC, entre otros, corroborando la representatividad de la muestra seleccionada; solo el 18.8% no se encontraba vinculado laboralmente.
Un elemento importante, respecto a las fuentes de empleo a nivel municipal, fue el relativo al Consejo Popular donde se encuentra ubicado el centro de trabajo de los actores locales vinculados laboralmente, de los cuales la mayoría, el 79.5% trabajaban en el Consejo Popular Nueva Paz, en el momento de aplicación del cuestionario, el 17.9% trabajaba en Los Palos, y solo el 2.6% trabajaba fuera del municipio, lo cual indica, teniendo en cuenta la residencia de estos actores locales por Consejo Popular, que gran parte de los mismos deben trasladarse fuera de su Consejo Popular de residencia para trabajar, siendo Nueva Paz uno de los Consejos Populares con mayor demanda y/u ofertas de empleo.
En otro orden de información, el 81.3% de los actores locales encuestados, se consideran importantes para el desarrollo local a nivel comunitario, solo el 16.7% no se considera importante, y el 2.1% no respondió esta pregunta de introducción al tema.
Entre los principales argumentos de los actores locales que se consideran importantes para el desarrollo comunitario, afloraron por ejemplo algunos vinculados al aporte que se hace desde la actividad laboral que desempeñan, fundamentalmente en este caso los relativos a la prestación de servicios diversos, de salud y de educación, estos últimos asociados a elevar el nivel de conocimientos sobre la historia local, la conservación del patrimonio, la formación general de las nuevas generaciones, y la superación y capacitación, a partir del papel de la información y el conocimiento en función del desarrollo.

Otro grupo importante de argumentos estuvieron relacionados con el liderazgo y el nivel de representatividad, referidos por actores locales elegidos por el pueblo, para ser representado en niveles superiores de toma de decisiones, los cuales acertadamente se reconocen como tal, de acuerdo con (Portilla, 2003), cuando afirma que un paso importante en la conformación del actor social es que se observe a sí mismo como tal y que, al reconocer su pertenencia a una agrupación y a un territorio, desarrolle una “conciencia colectiva” sobre su papel para la transformación integral del mismo, incluyendo la superación de desequilibrios; y en este caso se incluyen algunos propios de las labores de las organizaciones de masas.

También, aparecieron otros argumentos relativos a lo comunitario propiamente dicho, es decir, actores locales que “ayudan”, “brindan apoyo”, “cooperan”, “colaboran”, “cumplen”, “contribuyen”, con diversas actividades comunitarias que favorecen o estimulan las relaciones sociales, y se sienten parte de la comunidad, pero como “agentes”, a los que alguien debe leerles o decirles su misión, de acuerdo con (Garretón, 2001) que al respecto plantea que “no hay, en sentido estricto, acción o creación por parte de los actores, sino lectura de leyes históricas generales y comportamientos adecuados o inadecuados respecto de esas leyes estructurales”, en “(...) un contexto-histórico e institucional que ellos mismos contribuyen a producir y reproducir” (Ibíd.), sin “(...) un sentido de la participación más allá del sumarse a o apoyar a (...)” (Visiones de IPS, 2011)4 ; por tanto, esta visión de “agentes”, utilizada por uno de los actores locales encuestados, se considera no adecuada para una efectiva práctica participativa, por cuanto alude a aquellas personas que cumplen exactamente con lo que otros le ordenan, produciendo y reproduciendo un status quo, característico de la participación mecánica según (Serra, 2010), que precisamente debemos transformar; asimismo, en este grupo se incluye una sola opinión que asentaba “participo activamente”.

Igualmente significativos constituyen los argumentos de aquellos actores locales que no se consideran importantes para el desarrollo de su comunidad; en este sentido se expusieron opiniones reiteradas referidas a que no son tenidos en cuenta, ni sus decisiones y criterios, a lo cual se le suma que “no existe el espacio apropiado para plantearlos” 5, además que sus “opiniones y las de otras personas no se ven contempladas cuando se toman decisiones en instancias superiores”; todo ello infiere las inadecuadas prácticas cotidianas de participación de los actores locales a nivel municipal.

Teniendo en cuenta el nivel de frecuencia en que fue seleccionada cada opción, se puede afirmar que para los actores locales encuestados participar significa en primer lugar “ejecutar tareas asignadas”, en consecuencia por supuesto, con su visión de “agentes” referida anteriormente, y luego “opinar”, “proponer alternativas de solución a los problemas”, “identificar necesidades y problemas”, “tomar decisiones”, “estar informados”, y “asistir a reuniones o movilizaciones”; además significa también, “ser ejemplo”, “escuchar la opinión del pueblo”, “lograr integración entre los diversos factores”, “cumplir y hacer cumplir las leyes y objetivos para la transformación”, y “ser activo”.

En cuanto a su participación en los procesos de desarrollo, los actores locales encuestados consideran que lo más adecuado es “que su opinión sea escuchada y tomada en cuenta”, “formar parte de los procesos”, “tener algún rol a desempeñar”, “asesorar, invitar o acompañar a otros para que se involucren”, “observar como otros se involucran en los procesos de desarrollo”, “hacer lo que se orienta desde arriba”, y que otros tomen decisiones por ellos; igualmente añadieron la importancia de “contar con espacios donde sea escuchada la opinión de la comunidad y se suministre información sobre los problemas y avances”, y “contribuir con el desarrollo socioeconómico”; es importante agregar que el 2.1% de los encuestados no respondió esta pregunta de control.

Por otra parte, el 41.7% de los actores locales encuestados afirmó que “en muchas ocasiones” participan en la identificación de los problemas de su comunidad de residencia, sin embargo otro 41.7% de los mismos afirmó que “casi nunca”, “pocas veces” o “nunca” participan, solo el 14.6% afirmó que “siempre” participan, y el 2.1% no respondió esta pregunta de control.
El 50% de los actores locales encuestados afirmó que “en muchas ocasiones”, proponen alternativas de solución a los problemas identificados en la comunidad, el 35.4% afirmó que “casi nunca”, “pocas veces” o “nunca” participan en la búsqueda de alternativas de solución a los problemas identificados, el 10.4% afirmó que “siempre” proponen alternativas de solución, y el 4.2% no respondió esta pregunta de control.
El 41.7% de los actores locales encuestados afirmó que “en muchas ocasiones” participan en la toma de decisiones que les competen respecto al desarrollo de la comunidad, pero otro 41.7% de los mismos afirmó que “casi nunca”, “pocas veces” o “nunca” participan en esta toma de decisiones, solo el 14.6% afirmó que “siempre” participan, y el 2.1% no respondió esta pregunta de control.
La mayoría de los actores locales encuestados calificó a la participación de los actores sociales en el desarrollo de Nueva Paz como “pasiva”, asimismo, otros reconocieron a la misma como “útil”, algunos la consideran “de arriba hacia abajo”, “mala”, “escasa”, e “imperfecta”, muy pocos actores locales la califican como “buena”, “favorable” y “activa”, un actor local considera que es “inútil” y otro no respondió esta pregunta de control.
El 52.1% de los actores locales encuestados manifestaron estar “muy de acuerdo” con la afirmación “participar es identificar necesidades, buscar alternativas de solución y tomar decisiones”, el 41.7% estuvo “de acuerdo”, el 4.2% se abstuvo, es decir “ni de acuerdo ni en desacuerdo”, y el 2.1% no respondió esta última pregunta de refuerzo.
Resulta oportuno agregar, que el cuestionario aplicado igualmente resultó de gran utilidad, en tanto se pudo contrastar algunos puntos de vista, y explorar ideas y percepciones generales sobre la participación de los actores locales en los procesos de desarrollo de Nueva Paz; en este sentido, es importante resaltar que las mujeres resultaron un tanto reservadas para ofrecer su opinión en algunas preguntas, manifestando su derecho en este caso a la no participación, según (Garzón, Pineda, Acosta, 2004), ya que fueron actores sociales femeninos lo que en su mayoría no respondieron algunas preguntas; por otro lado, resultó curioso además que el actor social que labora fuera del municipio, fue el único hombre que no respondió alguna pregunta, en este caso sobre su importancia para el desarrollo comunitario, lo cual infiere que el hecho de trabajar fuera del municipio constituye una debilidad o amenaza para su contribución de forma directa con el desarrollo municipal.

De acuerdo con los resultados obtenidos de los instrumentos aplicados, y haciendo un análisis en los niveles de conocimientos, actitudes y prácticas de los actores locales de Nueva Paz, podemos afirmar que aun cuando de cierta forma conocen qué es participar, y poseen una actitud positiva para el cambio, estos no están preparados para participar activamente 6, lo cual implica la toma de decisiones según (ASIES, s.a.), denotando falta capacidades para lograrlo, e inadecuadas prácticas tradicionales, heredadas del modelo asistencialista7 –donde las soluciones a los problemas vienen “de arriba”, por tanto no hay necesidad de esforzarse-, para nada en correspondencia con las necesidades actuales para el cambio y la transformación en función de los procesos de desarrollo local8 ; es decir, saben qué es participar, pero no saben cómo hacerlo.

Estos actores locales forman parte de los procesos, se sienten parte, tienen parte, es decir, desempeñan un determinado rol, pero no toman parte; en alguna medida participan en la identificación de problemas y necesidades, y en la búsqueda de alternativas de solución, pero no participan efectivamente, en la toma de decisiones que les competen 9, en consecuencia con un sistema de participación ciudadana nominal (Camacho, s.a.) o formal (González, 2007), que incluye aquellos procesos encaminados a recabar las demandas del ciudadano, sin que ello implique que estos formen parte en el proceso de la toma de decisiones; y no una participación ciudadana real (Camacho, s.a. y González, 2007), que comprende todos los mecanismos en los que los ciudadanos no solo forman parte del proceso, sino que son ellos quienes tienen el poder de decisión;  “(...) no siempre que se participa o se invita a la participación se hace de forma real, siendo esta participación en muchas ocasiones una mera formalidad, que solo pretende estar a tono con lo que Nuñes Hurtado define como una moda en el discurso social actual” (González, 2007), y “(...) no se puede decir que la participación sea efectiva en la misma medida que está presente en nuestro discursar (...)” (Ibíd.)10 .

Podemos decir entonces que las experiencias de participación de los actores locales en Nueva Paz, son un reflejo de lo que manifiesta González (2007), cuando afirma que “en el caso de Cuba consideramos que la participación en el ámbito de la comunidad, en buena medida, se produce solo de manera formal, sin un real compromiso; tanto de parte de las instituciones, a la hora de tomar en cuenta las opiniones ajenas; como de los individuos, que tras décadas de política asistencial desde las instancias de gobierno, en la que todo se ha planificado y dirigido desde niveles superiores, se encuentran desprovistos de un real interés o de confianza en la participación (...)”.

Según González y De León (2007), en las difíciles condiciones económicas y de otra índole en las que vive nuestro país, es imprescindible aprovechar la real participación de los hombres como vehículo importante para el buen desarrollo del proyecto social cubano11 ; “a su vez los espacios de expresión no deben convertirse en momentos catárticos sino en una acción o decisión, el espacio de reflexión debe tener una salida productiva a partir de que el sujeto participe realmente en el suceder de la sociedad, lo contrario puede conducir a la apatía, a la indiferencia y a la insensibilidad” (González y De León, 2007); “además se hace urgente la búsqueda de gestores de comunidad que potencien esa necesidad de una real participación (...) lo importante es que la comunidad logre ir elaborando saberes a partir de sus experiencias” (Ibíd.).

En el orden de las consideraciones anteriores, se pudo constatar que los actores locales de Nueva Paz poseen niveles no favorables, para los procesos actuales de transformación y desarrollo, en sus prácticas cotidianas de participación12 , caracterizadas por la falta de integración, negociación y concertación13 , las cuales se corresponden con las características asociadas a una participación de carácter más movilizativo, de acuerdo con (Juliá, González, Fabelo, 2008) 14, correspondiente al nivel movilizativo y de consumo, según (Linares et al., 2007), y al meramente consultivo según (Martínez, 2008) 15, primando la participación social institucionalizada, de acuerdo con (Ziccardi, 2008), es decir, la contenida en el marco legal, fundamentalmente a través de la Ley 91 de los Consejos Populares, aunque según (Bru y Basagoiti, s.a.), sería conveniente pasar de la participación clásica reglamentada, a modelos alternativos de investigación-acción participativa, por cuanto “lo más importante en la participación es el proceso, el cómo y para qué participar. Y no es tan importante un reglamento como el que exista una voluntad política de funcionar en democracia (...)” (Camacho, s.a.), ya que según (Dacal, 2011) “(...) la democracia es un proyecto político sustentado en la práctica participativa del sujeto popular”.

1 Durante el período de observación se realizaron en el municipio varios encuentros de trabajo con la participación de diversos actores sociales, en función del desarrollo local, además de cuatro talleres sectoriales para la socialización de información relevante, identificada por los propios actores locales para la toma de decisiones, uno del sector Educación, Cultura y Deporte, otro de la Agricultura, otro de Infraestructura e Inversiones y otro de Salud, donde se identificaron fortalezas y debilidades para la gestión del desarrollo local desde cada uno de sus ámbitos de acción, todo ello en correspondencia con el Programa de Desarrollo Participativo Municipio Inteligente que se lleva a cabo en Nueva Paz, liderado por el Gobierno Municipal y la CUM, con la asesoría o acompañamiento del CEDAR.

2 Asimismo, D´Angelo (s.a.) nos dice que “la creación de una cultura del diálogo reflexivo, crítico y creativo, como forma de manifestación social basada en el respeto de la diversidad, en lo emergente de la subjetividad social y a tono con los valores y metas sociales consensuadas, constituyen una de las más elevadas formas de participación social para la construcción de la autonomía, la libertad social y el desarrollo de la calidad de vida humana”.
Igualmente, Zulema Ojeda Suárez, desde las Visiones de IPS (2011) nos dice que cuando el hombre tiene la posibilidad de decir lo que piensa, ya tiene plenitud como ser humano, si además de eso, podemos dialogar e intercambiar, mejor todavía; tiene que existir la diversidad de criterios y opiniones, y debemos dialogar, conversar y respetar esos criterios, para tratar de mejorar nuestra propia sociedad, el camino está bien expedito, hay que comenzar ya a ejecutar esas voluntades para que la población participe y se involucre, y no lo haga “desde afuera”.
Por otra parte, en entrevista realizada por Dacal (2011) a compañeros y compañeras, vinculados y vinculadas al trabajo de la Red Nacional de Educadoras y Educadores Populares, uno de ellos afirmaba que “(...) dialogar es más que dar espacio a la opinión y esperar respuestas. El contenido del diálogo lleva construcción colectiva desde las diversas y diferentes perspectivas de los interlocutores, donde no prima el criterio de una parte, sino que la justicia y el bien común es su énfasis, así como el interés de centrarse en la búsqueda de las verdaderas causas de los problemas y no de sus efectos únicamente”.

3 De acuerdo con D´Angelo (s.a.) “nuestra sociedad se ha ido destacando, desde el triunfo revolucionario, por el surgimiento de diversas formas de participación popular. Visibles desde las grandes concentraciones populares y movilizaciones masivas (marchas populares, trabajos productivos, misiones internacionalistas, etc.) hasta los espacios de reunión convocados por las distintas organizaciones de masas y las discusiones masivas de proyectos de ley, planes quinquenales o hasta de la propia Constitución socialista”.

4 Al respecto, José Ramón Vidal, desde estas Visiones de IPS (2011), nos dice que las personas activas socialmente, son personas que se involucran con alto sentido de pertenencia y creatividad en la identificación de problemas, su solución y la movilización de potencialidades.

5 Al respecto, Ania Mirabal en la entrevista realizada por Dacal (2011), nos dice que “(...) se han violentado los espacios participativos subvirtiéndoles sus sentidos y elementos”.

6 La participación activa de los diversos actores locales resulta hoy de vital importancia para la construcción de nuestro proyecto social, al respecto, González y De León (2007), nos dicen que “necesitamos urgentemente una participación activa, creadora, donde el hombre se implique, participe en la elaboración de sus estrategias de desarrollo, y lograr a toda costa armonizar los intereses locales y nacionales, no podemos permitir que la participación sea dirigida y que las personas participen por disciplina”.

7 Al cual se refieren Pereda, De Prada, Actis (2003) y Juliá, González, Fabelo (2008), estos últimos afirman al respecto que el modelo tradicional de participación supone un “modelo de gestión, caracterizado por una provisión de servicios de las instancias administrativas municipales hacia una población receptora de los mismos”.
Asimismo, José Ramón Vidal, en las Visiones de IPS (2011), hace referencia a esta cultura arraigada, muy de orientación y cumplimiento, donde gran cantidad de personas esperan que las soluciones a sus problemas lleguen de arriba, lo cual paraliza muchos asuntos en nuestro país, ya que hay soluciones que dependen sólo de movilizar los recursos de las comunidades, donde el componente humano es casi siempre el más importante de todos, y con ello, la voluntad y el deseo popular; y afirma que en nuestro país, hay personas inmovilizadas esperando a que el Estado les resuelva todos los problemas, eso, por supuesto, es inviable, el Estado no puede controlarlo, ni gestionarlo todo, tampoco puede tener una planificación que satisfaga todas las necesidades de lugares, grupos y personas del país, por lo tanto, considera que tiene que haber espacio para la creatividad y la participación popular –cada vez más amplio-, en procesos descentralizadores.
Igualmente, Mario Cruz Díaz, también desde las Visiones de IPS (2011), nos dice que cuando ayudamos a alguien de forma asistencial y no participa conscientemente, no es capaz de valorar en realidad el costo de su obra y qué perdurabilidad podría tener.

8 Según D´Angelo (s.a.), “más de 40 años de esa experiencia participativa es tiempo suficiente para volver la mirada sobre ella y evaluar sus aciertos y limitaciones, sus potencialidades y restricciones, con la mirada hacia la reconstrucción futura posible. Sobre todo si consideramos que la participación democrática emancipatoria implicaría la posibilidad de todos los miembros de un grupo o comunidad (y de la sociedad en general) de estar informados, de opinar y de decidir sobre los objetivos, metas, planes y acciones, así como de tener presencia activa en todas las fases del proceso, inclusive en la ejecución, seguimiento y evaluación de las estrategias y políticas”.

9 Aunque consideramos, de acuerdo con Mario Cruz Díaz, según sus consideraciones en Visiones de IPS (2011), que este proceso es el más difícil en la práctica, al respecto nos dice que cuando se va a tomar una decisión a partir de recursos disponibles, necesidades y potencialidades, lograr que las personas decidan qué es lo prioritario, a qué hay que dedicarle lo que tenemos y en qué podemos aportar, en teoría nos ha costado, pero lo hemos ido aprendiendo, lo más difícil es hacerlo en la práctica, y esto constituye para él la mayor participación.

10 Al respecto, Dacal (2011) asegura que “es un hecho recurrente el uso del término participación en espacios sociales diversos: académicos, políticos, comunitarios, el discurso oficial. Sin embargo, no siempre se habla de lo mismo usando la misma palabra (...)”.

11 En este sentido, Mario Cruz Díaz, en Visiones de IPS (2011), apunta que Raúl Castro, General y Presidente de la República de Cuba, nos ha llamado nuevamente a que nada es homogéneo y existe diversidad de criterios y vías para buscar soluciones, si cada uno pone la suya, y entre todos seleccionamos la mejor y más viable, estaríamos contribuyendo a ese llamado que está haciendo la dirección del país, para el cambio y la transformación.

12 Al respecto, José Ramón Vidal, en Visiones de IPS (2011), afirma que existen distintos niveles de participación, uno consiste en “sumarse a”, donde se participa respondiendo a un llamado, pero existen otros donde las personas van involucrándose; debemos aspirar a un nivel de participación en el cual las personas, sobre todo, sean seres pensantes, autodeterminados, y que logren por sí mismos identificar los problemas y las posibles soluciones, y no se refiere a seres humanos aislados, sino que deben formarse seres humanos autónomos, pero conectados con otros y que trabajen en colectividad, juntos y juntas encontrando las soluciones; en este sentido, sugiere que el nivel más profundo de la participación es cuando las personas participan desde su pensamiento y sentimiento, con un sentido de compromiso fuerte y conciencia plena de lo que están haciendo, hablando de una participación consciente, organizada y crítica, ya que necesariamente tenemos que ser críticos con nosotros mismos y nuestro entorno, para nunca conformarnos, y ser eternamente revolucionarios.

13 Al respecto, en la entrevista realizada por Dacal (2011), Ania Mirabal afirma que “la construcción de reales consensos es un elemento que Cuba requiere incorporar de manera urgente (...)”, asumiéndolo como un componente más en el proceso participativo.

14 Asimismo, D´Angelo (s.a.), afirma que “en un paradigma social de tipo participativo-movilizativo de tendencia verticalista, aunque una parte importante de su visión se dirija a la atención de las necesidades sociales, la acogida a los sucesos cotidianos con su carga de necesidades, angustias y expectativas, se lastra por carencia (o mutilación) de mecanismos de expresión y acción social de amplio diapasón en la ejecución, representación y control social de las políticas, como los que se pueden asumir desde la más amplia proyección de los enfoques emancipatorios socialistas”.
Dasniel Olivera, también en la entrevista realizada por Dacal (2011), nos dice que “(...) la participación en nuestra sociedad se da normal y mayoritariamente a nivel de movilización y consulta, lo cual si bien resulta destacable a la hora de reconocer las opiniones y posturas de una gran cantidad de ciudadanos, le resta fuerza y credibilidad a cualquier instancia (...)”.

15 De acuerdo con González y De León (2007), en estos niveles “frecuentemente se estanca o frena la real participación de las personas. Por ello, a los efectos del trabajo comunitario, es necesario tener claridad de cuáles son estos niveles y así estar en condiciones para evitar la adopción por parte de los sujetos comunitarios de estilos pseudoparticipativos”.