ANÁLISIS DEL SECTOR TURÍSTICO COMO CLAVE PARA LA DEFINICIÓN DE ESTRATEGIAS DE MITIGACIÓN Y ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA COSTA DE NAYARIT

ANÁLISIS DEL SECTOR TURÍSTICO COMO CLAVE PARA LA DEFINICIÓN DE ESTRATEGIAS DE MITIGACIÓN Y ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA COSTA DE NAYARIT

Alejandra Guadalupe Gutiérrez Torres (CV)
Susana María Lorena Marceleño Flores (CV)
José Irán Bojórquez Serrano (CV)
Edel Soto Ceja (CV)
Eduardo Meza Ramos
(CV)
Universidad Autónoma de Nayarit

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Análisis de los modelos de desarrollo turístico y sus impactos

Los modelos de desarrollo turístico integran los diferentes subsectores del complejo entramado del sector. Para entender cómo se diversifica la actividad, es necesaria la conceptualización del turismo desde tres aspectos. El primer elemento es el dinámico, el cual refiere tanto a la demanda como a las formas de viaje. El segundo elemento es el estático, mediante el cual se estudia las características del turista y del destino (estructura económica, organización política, procesos ambientales y estructura y organización del lugar). El tercer elemento es el consecuencial, plantea las repercusiones económicas, físicas y sociales (César, 2007). Las diferencias entre los elementos, generan los distintos modelos de desarrollo turístico. Estos se distinguen por el volumen de la oferta, la estructura del alojamiento, los modelos urbanos generados, la estacionalidad, la función comercial y ofertas complementarias, así como la estructura demográfica (Baños, 1999). Sin embargo, como refiere Weaver (1998), los tipos ideales de turismo raramente se encuentran en la realidad, por lo que es más apropiado referirse a empresas o destinos específicos que tienden hacia o se acercan a determinado modelo (De Esteban, 2007).
A gran escala los modelos de desarrollo turístico se clasifican en dos rubros: el turismo tradicional o convencional y el turismo alternativo. El modelo de turismo tradicional se basa en una alta participación en el mercado, con una temporalidad muy marcada, es un modelo comercial que favorece los servicios de alojamiento a gran escala y la concentración en determinadas zonas turísticas. Está controlado principalmente por la iniciativa privada y se basa en la ideología de las fuerzas de libre mercado, con beneficios en el corto plazo (De Estaban, 2007). Dentro de esta rama se engloban los modelos de turismo de sol y playa, negocios, cultural, social, deportivo, náutico, entre otros.
El turismo de sol y playa es el modelo de excelencia, señala Ayala et al., (2003); debido a que propicia los mayores flujos de pasajeros a escala internacional. El atractivo del mar y las condiciones climáticas subtropicales constituyen una motivación para los viajes vacacionales de primer orden. Por ejemplo en Venezuela, la región costera concentra más del 70% de la oferta de alojamiento turístico. Son los segmentos de mercado de viajes mayormente demandados, el sol y playa con el 47% del total; los circuitos, tours o rutas el 18%; la visita a ciudades el 12,2%; el campo o montaña: 11,2% (Márquez et al., 2006). En México, como estrategia para el fomento de este modelo de turismo, se implementó la creación de los centros integralmente planeados (CIP). Los cuales surgieron con el apoyo del Fondo Nacional para el Fomento del Turismo (FONATUR), como una alternativa para el crecimiento y la atracción de inversión para la actividad turística: Cancún (1974), Ixtapa (1974), Los Cabos (1976), Loreto (1976) y Huatulco (1984), los primeros CIP (FONATUR, 2013).
Otro de los modelos perteneciente al turismo convencional es el de negocios, actualmente denominado por la SECTUR como  turismo de reuniones de negocios. Consiste en el conjunto de corrientes turísticas cuyo motivo de viaje está vinculado con la realización de actividades laborales y profesionales llevadas a cabo en reuniones de negocios con diferentes propósitos y magnitudes. Dentro de este modelo se incluyen las convenciones, congresos, viajes de incentivos, ferias y exposiciones (SECTUR, 2011). Según datos del Centro de Estudios Superiores de Turismo (CESTUR, 2011), este modelo generó un gasto directo (ventas y consumos) por 18,120 millones de dólares americanos en la economía nacional, de los cuales 51% se gastó en conceptos turísticos.
El turismo cultural, también forma parte de este gran grupo y refiere al movimiento de personas esencialmente por una motivación cultural, tal como el viaje de estudios, representaciones artísticas, festivales u otros eventos culturales, visita a lugares y monumentos, folklore, arte o peregrinación  (Fernández et al., 2010). Este modelo a su vez engloba el turismo arqueológico; el turismo religioso, entendido como los desplazamientos por motivos de fervor y devoción religiosa (Robles, 2001) y la visita a las ciudades, centros históricos y pueblos típicos. En España a pesar de ser reconocido internacionalmente como un destino de sol y playa, refiere García (2004), los esfuerzos de promoción internacional buscan aprovechar los atractivos culturales para generar otras oportunidades de desarrollo. Ejemplo es la integración de conjuntos de regiones turísticas, en rutas como la Ruta Colombina, Ruta de la Sal (Canarias), El Arte Paleolítico de la Cornisa Cantábrica, Paisajes y Rutas del Quijote, Ruta del Vino, El Camino de la Lengua Castellana; por mencionar solo algunas.
El modelo de  turismo social,  también forma parte del turismo convencional; este nace en Francia después de la segunda guerra mundial, como una alternativa para que la clase obrera pudiera acceder a los espacios de ocio y recreación. En el caso de México se denomina como turismo accesible para todos, basándose en los principios de accesibilidad, solidaridad y sustentabilidad (SECTUR, 2011a). En el estudio de viabilidad del turismo social para México, se busca fomentar el turismo doméstico en los grupos vulnerables.
El segundo gran grupo es el modelo de  turismo alternativo, se fundamenta en la participación local de la comunidad en los proyectos, en pro de la estabilidad  y el bienestar; no se caracteriza por una temporalidad y se basa en pequeños establecimientos dispersos en la zona (De Esteban, 2007). Este modelo es definido como los viajes que tienen como fin realizar actividades recreativas en contacto directo con la naturaleza y las expresiones culturales que le envuelven, con una actitud y compromiso de conocer, respetar, disfrutar y participar en la conservación de los recursos naturales y culturales; este grupo engloba el turismo rural,  ecoturismo, el turismo de aventura y agroturismo (SECTUR, 2004).
El modelo de ecoturismo se refiere a los viajes que tienen como fin realizar actividades recreativas de apreciación y conocimiento de la naturaleza a través del contacto con la misma (SECTUR, 2004a). El turismo orientado a la naturaleza se constituye como uno de los atractivos de mayor crecimiento. En este sentido la gestión de las áreas naturales protegidas debe estar acorde a la actual y futura demanda turística (Murillo et al., 2006).
Como una medida para fortalecer el turismo rural, en Argentina se creó el proyecto de Rutas Alimentarias donde los alimentos regionales son productos representativos de cada tierra y clima, que mantienen una identidad territorial y calidad gastronómica (Barrera, 2003). El turismo de aventura son los viajes que tienen como fin realizar actividades recreativas, asociadas a desafíos impuestos por la naturaleza. Este segmento está compuesto por diversas actividades agrupadas de acuerdo al espacio natural en que se desarrollan: tierra, agua y aire (SECTUR, 2004).
El agroturismo es la actividad turística que se activa en una empresa agrícola en la cual el turista descansa, come, participa en la actividad del campo. En Francia este modelo de turismo ha favorecido múltiples actividades entre las cuales se encuentran ayudar a las pequeñas haciendas agrícolas dándoles un crédito complementario (Ciani, 2003).
Tanto el turismo de masas como el alternativo tienen impactos sobre la economía, la sociedad y el medio ambiente. El principal problema de las regiones es la alta dependencia económica hacia la actividad turística, y la poca diversificación del sector. Este análisis se evidenció más en el Caribe que en otros lugares de América en los años 2001 y 2002 y en años subsiguientes, pues a pesar de que sólo descendieron las llegadas 1.9 y un 3%, el Caribe es relativamente la región más fuertemente impactada, porque depende del turismo en mayor medida que otras regiones de América (Ayala, 2004).
Al analizar los impactos de centros turísticos de sol y playa, ya consolidados, como el caso de Cozumel; González et al., (2007), encontraron que  el fenómeno de tercerización de la economía local ha generado, un fuerte proceso de urbanización, el cual abarca al 99.8% de la población total. Cabe mencionar que en otro estudio en Playa del Carmen se  identificó que la tendencia hacia la tercerización genera una polarización laboral, ya que por un lado se hallan trabajos de alta calidad y bien remunerados y por otro, trabajos de baja calidad y mal remunerados, además de presentarse los fenómenos del subempleo y de economía informal (Campos, 2007).
González et al., (2007), encontraron que el 75.6% de la población económicamente activa en Cozumel está empleada en el turismo. Por lo cual se han generado fuertes procesos de migración, haciéndose notar que el 60.5% de la población de Cozumel, son inmigrantes procedentes de otros estados. La relación entre turistas y población local, llega a 46.6 a favor de los primeros, basta mencionar que en 2004 se registraron 2,802,039 visitantes, en comparación con los 60,091 habitantes que se registraron en la isla en dicho año. Caso similar en Playa del Carmen, debido al desarrollo de la actividad turística, se multiplico su población 33 veces en 30 años, con una tasa promedio anual de 12.4% (Campos, 2007). A nivel local, Fonseca (2003) en su tesis sobre el desarrollo turístico en Bucerias, afirma que el crecimiento de esta localidad ha sido entre el 9.1 y 8.3% y que el 72% de la población actual inmigró y se asentó en dicha localidad.
Para identificar los impactos del turismo, en Puntarenas en Costa Rica, Chen et al., (2010), realizaron encuestas en la zona residencial del Roble 2. Los habitantes expresaron que se debía limitar el ingreso en cuanto al número de personas. Similar a lo ocurrido en Cozumel, donde el número de turistas en temporadas resultan superar a la población local. Asimismo, los encuestados coincidieron en mencionar que algunos costarricenses son desplazados por los extranjeros, dado que venden sus propiedades a forasteros y estos tienen más privilegios a los servicios del Estado. Esta problemática ha generado una fuerte competencia en el abasto de servicios entre las zonas turísticas y las zonas de vivienda de la población local. En el caso de España, en algunas zonas las necesidades turísticas son una de las principales demandantes de servicios como el caso de los parques temáticos y campos de golf; los cuales buscan obte­ner los recursos hídricos inclusive de los otros sectores. Esta competencia genera tanto escasez como repercusiones en los costos y tarifas del agua, señala García (2004a).
Respecto a los impactos ambientales estos son ocasionados por el avance de las ciudades sobre las áreas costeras y del desarrollo de las actividades económicas, ya sean industriales, portuarias y/o turísticas; los recursos costeros son sometidos a una explotación continua y a medida que los cambios en el medio natural ocurren, se ve limitada su capacidad de respuesta alterándose el equilibrio preexistente (Merlotto et al., 2007). En el Caribe se estima que el 29% de la región se encuentran en condición de alto riesgo, por lo que se debe buscar la sostenibilidad. En esta región persisten fallas en el tratamiento de desechos sólidos que se introducen en las aguas costeras y pueden dañar el ecosistema (Ayala, 2004).
A nivel local  Fonseca (2003), en su estudio respecto al desarrollo turístico en Bucerias Nayarit, encontró que el ambiente natural de la región es vulnerable en consecuencia de los deficientes servicios de recolección y  confinamiento de basura, derrame de aguas negras en la ciudad y descarga al mar sin previo tratamiento, la deforestación, así como los asentamientos irregulares. Márquez et al., (2007) en el estudio realizado en Bahía de Banderas concluye que el impacto de la expansión física de la actividad, ha perturbado la cobertura vegetal original; concuerda con Fonseca, que la falta de servicios municipales contribuye al creciente deterioro ambiental por el inadecuado manejo de aguas residuales, desechos sólidos, tráfico, ruido y a que no existe una regulación municipal acorde con la dinámica turística que se produce en la zona.
En playa del Carmen, Campos (2007) identificó que la urbanización ha generado efectos directos sobre la biota coralina debido a la sedimentación, deforestación, construcción, dragado y vertido de aguas residuales. El impacto del turismo es debido a la falta de coordinación entre las secretarias y la falta de planificación. Los impactos se agudizan al no existir lineamientos de políticas ni planes de desarrollo turístico. De igual forma no hay estudios de capacidad de carga ni de impacto ambiental. En el caso del turismo alternativo la participación del subsector es insignificante en la contribución al mejoramiento de las condiciones de vida de los pobladores locales y tampoco ha tenido efectos de arrastre sobre otras actividades productivas. De igual forma se ha acrecentado el impacto en el medio ambiente: la fauna se ha ocultado por el impacto sónico, degradación del paisaje, contaminación del agua, compactación del suelo e impactos sobre la flora y fauna nativas (Murillo, et al., 2009).
Para que el turismo sea más estable y resistente, se requiere aún una mayor diversificación del producto turístico, para no depender en tan alta medida del turismo masivo de sol y playa, enriquecerlo, complementarlo con otras alternativas y hacerlo mucho más eficiente y atractivo a las nuevas demandas de los turistas, señala Ayala (2004). Si bien el turismo alternativo se fundamenta en la sustentabilidad, como una alternativa del desarrollo que permita un aprovechamiento racional de los recursos, en busca de un equilibrio social, económico y ambiental, en los postulados no se ha considerado la interacción del clima en el turismo, así como la contribución del sector turístico al cambio climático y muchos menos, los impactos económicos de las amenazas en la actividad. A ello se suma la aún fuerte dependencia del modelo turístico convencional, específicamente de sol y playa. Al retomar las ideas de Weaver (1998), el modelo de turismo alternativo es solo una aproximación hacia la sustentabilidad, por lo que el equilibrio tripartito debe ahora sumar un cuarto elemento, el factor climático.