El  liberalismo es el fundamento filosófico y político del  capitalismo. Adam Smith (escocés, 1723 – 1790), en su principal obra "La  riqueza de las naciones" (1776) sostiene que el individualismo en su  expresión de que toda persona debe ser libre para perseguir lograr sus propios  intereses, inconscientemente y de manera indirecta causa la mejora en la  calidad de vida de los demás, contribuye al bienestar social. El egoísmo es el  fundamento del bienestar social. Cuestión curiosa de la historia económica pero  el año en que se publica su máxima obra, coincide con el año en que se declaran  independientes las 13 colonias inglesas en América del norte dando pie a la  formación de los Estados Unidos de América.
  Lo  más destacable de esta corriente es que los liberales creen en la capacidad el  mercado en auto regularse, por ello el Estado que sugieren es un Estado nulo.  El capitalismo como esquema económico basado en la libre empresa, es un orden  natural de inspiración divina. Por ello, “la mano invisible” de Dios auto  regula el mercado. De ahí la sentencia que es ahora el eslogan de esta  corriente de pensamiento que sostiene “laissez  faire, laissez passer”, dejar hacer, dejar pasar, no entorpecer la obra de  Dios porque lo que haga el Hombre no es mejor que la obra de Dios.
  Por  ello el Estado no debe intervenir en el mercado, solo entorpece las libres  fuerzas del mismo para su homeóstasis. Según lo liberales el papel del Estado  parte de tres funciones fundamentales: ser juez (que emite leyes), ser policía  (que vigila se cumplan las layes) y ser gendarme (quien resguarda a la nación).
  La  experiencia del siglo XIX demuestra que el sistema no es tan perfecto como lo  suponen los liberales. La experiencia histórica de las economías capitalistas  es cuestionable no solo por las disrupciones que crea (como la revolución  mexicana de 1910 – 1917 y la revolución bolchevique rusa, 1917), sino por el  propio esquema que quiebra en 1929 (la llamada Gran Depresión). El resultado es  el arribo de las teorías económicas cientistas y laicas de las que destacan la  Teoría general del inglés John Maynard  Keynes y las del polaco Michal  Kalecki (1956). Tesis que son fundamentales para el periodo del  desarrollismo propio de la entreguerra (1918 – 1939) en América donde destaca  la administración del gobierno estadounidense de Franklin Delano Roosevelt (1882 - 1945), que desde la corriente  demócrata norteamericana fortalece los movimientos y gobiernos de corte social  demócratas en América latina de las que destaca en México la del Gral. Lázaro Cárdenas del Río (1891 – 1970).
  El  álgido intervencionismo estatal que tienen las administraciones  socialdemócratas desde los años 30 del siglo XX a inicios de los años 80 de la  misma centuria y su agotamiento ante su incapacidad de proveer a la población  de bienes, servicios e infraestructura abren un espacio a la reflexión de la  ventaja de incorporar a la iniciativa privada como asistente de las demandas  sociales. Se admite que el mercado no opera en condiciones de competencia pura  y perfecta por lo que más allá de las tres funciones fundamentales del papel  económico del estado, antes citadas por lo liberales, se admiten otras tres que  son: la competencia económica o normas contra las formulaciones monopolísticas,  la eficiencia económica y las externalidades negativas de la producción (las  dos últimas tienen que ver con el tema de la sustentabilidad). Pero la  orientación es normativo – indicativa, el Estado no debe participar sino orientar.  La planeación económica es por ello sugestiva e indicativa, de corte  institucional.
  El  neoliberalismo parte en gran medida del pensamiento de Friedrich Hayek (1899 – 1992), pensamiento que se expone en su  principal obra: Camino de servidumbre (1976). Hayek considera que el  keynesianismo y el llamado Estado de bienestar crean tal tutela del ciudadano  que lo acompaña desde la cuna hasta la tumba, mitigando la iniciativa y el  emprendimiento de las personas que son el fundamento del capitalismo exitoso del  mundo anglosajón. Este pensador ataca la planificación central por considerarla  que encamina a la degeneración, al envilecimiento y a la esclavitud de los  Hombres, sujetos de las directrices del Estado planificador.
  Según Hayek en un sistema sin planificación  los hombres son libres, por tanto son los responsables de su propio destino y  tienen lo que se merecen. En un sistema bajo planificación el Hombre es esclavo  y vive bajo el yugo del Estado. Por ello descalifica al Estado social (de  carácter social demócrata), al socialismo y al fascismo.
  Hayek no está solo en  este tipo de posturas ante el papel económico del Estado como sujeto económico.  Otros dos teóricos son importantes en la tesis neoliberal: Milton (1912 – 2006) y Rose  Friedman (1910 – 2009), el matrimonio Friedman.  La obra clave de estos dos autores estadounidenses se llama: Libertad de elegir  (2008). Ambos autores rescatan el pensamiento filosófico y ético de Hayek pero lo llevan a un planteamiento  de corte funcionalista para sustentar la necesidad de reconsiderar el papel  económico del Estado como sujeto económico y dan pie a los principios de los  que parte la teoría neoliberal donde la intervención estatal supone ser la  mínima necesaria, considerándose ante todo la planeación económica como un mal  necesario.
  La  corriente neoliberal en América latina no es tan reciente. Ya hay algunas  iniciativas destacables como las inspiradas por las tesis del premio Nobel  (1979) estadounidense Arthur Lewis (1915 -1991), quien sostiene que una economía con abundante mano de obra  subempleada puede lograr tasas de crecimiento económico sistemáticamente altas  si congela su salario real lo que permite una dinámica de acumulación sostenida  a mediano y largo plazo. La tesis es esbozada desde los años 60 del siglo pasado.  En México la suspensión del Programa  bracero (1942 – 1964) obedece a la implementación de otro programa  inspirado en el modelo económico de A. Lewis, el Programa de la industria maquiladora de exportación (PIME, 1965 –  2001) que da pie a la indización de los incrementos del salario mínimo a la  inflación nominal, lo que significa el congelamiento del salario real del país,  en pro de mejorar las tasas de acumulación capitalista.
  Otro  antecedente del neoliberalismo en la región latinoamericana es la administración  que implementa el Gral. Augusto José  Ramón Pinochet Ugarte (1915 – 2006), donde el corte de la política  económica es abiertamente neoliberal inspirada en la escuela de Chicago que  encabeza Milton Friedman: los llamados monetaristas. Los resultados en el  estricto sentido económico son plausibles, solo que se implementan bajo el  rigor de una dictadura militar lo que implica que la rigidez cívica o sujeción  ciudadana sobre derecho, fuera del derecho, o supra derecho, (exo jure, intra  jure o supra jure), hace que la llamada “Ley de Herodes” explique en mucho los  aciertos del sistema, cuestionables en otras latitudes con mayor libertad  democrática como es el caso de México.
  En  estricto la tesis neoliberal no es mala, dolo que las “holguras” en que se viene  a aplicar en muchas de las economías latinoamericanas, incluso norteamericana,  explican en gran medida las crisis a las que lleva. Por decir, en América  latina, en especial para el caso de México, la “corrupción” en la que se  aplican las regulaciones neoliberales explican su inoperancia y controversias  que abre por su experiencia histórica, socialmente tan cuestionable. En América  del norte, en especial a partir de la llamada crisis subprime iniciada en 2008, se vela que los “abusos” de libertad en  materia normativa conjugado con el subempleo creciente que abre exportar las  fuentes de trabajo a otras latitudes transnacionales del aparato productivo  norteamericano, son el fundamento principal para cuestionar la legitimidad del  neoliberalismo que ni a sus propios creadores les ha resultado del todo  beneficioso (iatrogenia en la teoría económica). En razón de ello el  neoliberalismo actualmente ve su ocaso como tesis pertinente.