Los  prejuicios respecto al desarrollo regional parten de la división no  decimonónica entre fomentistas y reformistas, cuyo dilema afecta la división  territorial entre sus posturas encontradas como centralistas y federalistas,  sino de quienes después de la revolución mexicana sienten nostalgia por el  orden existente durante el tiempo del Gral. Porfirio Díaz y quienes ganan la  revolución como clase política en el poder (los militares, originalmente), que  inauguran la modernidad socialdemócrata.
  La  modernidad en el país presenta dos intentos relevantes: el decimonónico o del  siglo XIX que pretende echarla a andar desde la óptica del liberalismo, el cual  fracasa puesto que privilegia a las clases pudientes en perjurio de las clases  trabajadoras (del campo como de la ciudad). Esto es causa del estallido de la  contienda revolucionaria de 1910. El segundo intento viene posterior a la  conclusión de la revolución mexicana en 1917 con la formulación de la  Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos del mismo año, que en su  momento histórico es la primera a escala mundial que incluye consideraciones de  orden social (y no solo de garantías individuales), tema ignorado en otras legislaciones  de naciones incluso desarrolladas. Posteriormente es la soviética la que  compite en este sentido con la mexicana.
  Esta  nueva constitución tiene una orientación socialdemócrata, que viene en contra  postura a la de 1857, dominantemente liberal. La modernidad encuentra su  acomodo y aliento en base a este nuevo orden constitucional y se ve fortalecido  bajo el programa de gobierno estadounidense del partido demócrata sustentado  por las administraciones de Franklin  Delano Roosevelth, cuyas bases dan línea a las políticas de gobierno y de  planeación económica en toda la región latinoamericana donde México es  vanguardia.
  En  la modernidad posrevolucionaria se crean dos bandos políticos: de los grupos  conservador y liberal del siglo XIX se conforma la democracia cristiana, que es  la base de la derecha en el país y que logra su constitución plena bajo el  baluarte del partido de acción nacional fundado por Manuel Gómez Morín en 1938. Son los ricos del país, la base  patronal. Predominantemente herederos de los criollos de inicios del siglo XIX.  Con los prejuicios educativos y culturales, costumbres, tradiciones y valores  propios de su clase y cuyas raíces se remontan al siglo XVI y se relacionan con  los intereses de la Iglesia católica. 
  Su  interés no es el combatir por la democracia, la democracia es solo un medio, un  recurso, luchan contra el centralismo patente en el entonces partido oficial,  ahora llamado partido de la revolución mexicana. La derecha en México persigue  realmente lograr un mayor federalismo, para lo cual combaten toda fórmula  centralista. Su visión desde su origen va en la promoción del desarrollo  regional, convergente, donde la provincia goce con los mismos patrones del  crecimiento y desarrollo del centro del país (el Distrito Federal).
  El  otro bando surgido posterior a la revolución mexicana es el que suma los  intereses de las clases trabajadoras (del campo y la ciudad), que a efecto de  cierta ilustración educativa dada desde tiempos de Benito Juárez, adquiere una actitud combativa y beligerante al  orden liberal pro capitalista (sobre todo por su carácter incipiente y  dependiente), y que lleva a las fundamentaciones que inspiran distintos planes  revolucionarios de los caudillos que crean la revolución mexicana, destaca el  Plan de Ayala de Emiliano Zapata.
  Durante  la administración del Gral. Álvaro  Obregón y su nexo con los Batallones Rojos, el programa de gobierno se  sesga rápidamente a incluir los intereses de los grupos mayoritarios en  términos de comicios: la clase trabajadora. El Gral. Plutarco Elías Calles concebí la fórmula de inclusión de toda  población trabajadora en el programa de gobierno bajo la lid del partido  oficial: el PRI. Las confederaciones campesinas, obreras, de profesionistas y  de otras agrupaciones populares pronto son incluidas en el aparato de gobierno.  La socialdemocracia forma la izquierda del país y se puede afirmar que el PRI  es de fundamentación socialdemócrata de origen, al menos hasta 1982 con el  término de la administración del Lic. José  López Portillo. Posteriormente se desvincula del programa revolucionario y  especialmente durante la administración del Lic. Carlos Salinas de Gortari se  liga al programa anglosajón en América desde la óptica del Consenso de  Washington llamado neoliberalismo, que pronto se identifica en gran forma con  la ideología demócrata cristiana.
  Cómo  se vincula el programa social demócrata (federalista) con el neoliberalismo  (desarrollo local)? Pues precisamente en que en la posmodernidad el fundamento  del desarrollo consiste en aminorar costos gracias a incorporar a la función de  producción las ventajas competitivas locales. Lo cual implica que el gobierno  debe proveer en lo local facultad de gobierno municipal para una vida pública  más democrática como de mayor capacidad de gestión, recaudación y acción. El  federalismo es vital para el esquema de producción flexible puesto que dota del  clima institucional propicio a la inversión extranjera directa, que se  materializa en factorías maquiladoras, así que la tesis neoliberal permite una  mejor movilidad del capital con la apertura económica y la desregulación  económica, así como de la mejora federalista que permite la explotación en la  lógica de la globalización de las ventajas competitivas locales y regionales.
  Con  ello, se abandonan las políticas sectoriales, propias de un esquema  centralista, por las regionales correspondientes a uno de tipo federalista. El  PAN desde el periodo de los años 80 adquiere ganancias que le favorecen en  cuanto legitimidad con respecto al desarrollo postmoderno, donde se concilian  su ideología centro derecha basada en la democracia cristiana, con la ética  neoliberal en lo económico, como neopositivista en lo administrativo  empresarial.