PENSAMIENTO SOCIOPOLITICO Y EDUCATIVO DE SIMON RODRIGUEZ

PENSAMIENTO SOCIOPOLITICO Y EDUCATIVO DE SIMON RODRIGUEZ

Ysrael O. Márquez Ramírez (CV)
José G. Viloria Asención
(CV)
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez

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SIMÓN RODRÍGUEZ NACE DE NUEVO

 Ildalis Antequera
Doctora en Ciencias de la Educación
Profesora Facilitadora del Núcleo Los Teques.
Participante activa de la Línea de Investigación
Dinámicas Psicosociales y Ambientes de Aprendizaje,
Núcleo Regional de Educación Avanzada Caracas.
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez.
ildalisantequera@yahoo.com
  
El hombre más libre de América

Como el Ave Fénix —en este siglo— Simón Rodríguez emerge de sus cenizas para presentarse nuevamente como el Maestro de Maestros. Insigne venezolano que fue opacado en vida para negarle su grandeza.

          Nos encontramos ya en los siglos venideros. Los siglos que fueron motivo de preocupación para Don Simón en su época, por falta de civilización. Y a tantos años de distancia, seguimos observando cuánto falta para una real civilización en América. Aún no observamos el nivel de conciencia y compromiso social para reconocer el valor propio y el del prójimo. Debemos entender que el proceso civilizatorio debe ser multidimensional, para afectar todas las dimensiones de la vida ciudadana. No vasta vivir juntos, ni compartir intereses, juntos por obligación ni por conveniencia, es preciso ver en los intereses del prójimo los suyos propios.

          Continúan escaseando esos sentimientos de compasión y predilección por los semejantes de los que hablaba el Maestro. Y con los cuales se construye la humanidad, las virtudes sociales, las ciudades.  Se edifican las sociedades y por tanto la civilización.

          En cada una de las obras del Maestro Simón Rodríguez  continúa latiendo una señal viva de justa preocupación por la Educación Popular, la educación para todos, como única vía para actuar con libertad,  de forma más completa y creativa, en contra de la miseria y de la ignorancia. En su momento se constituyó en víctima de la animadversión de los grupos dominantes por estas ideas de igualdad, de equidad que atentaban contra los mercaderes de la educación.

          Podemos decir sin temor a errar que Simón Rodríguez fue el hombre más libre de América,  porque supo soportar con dignidad una vida llena de abandonos y atropellos al lograr  auto-reconocerse como un hombre integral, autónomo e insubordinado, a pesar de las amarras  que le impuso la sociedad colonial en la que nació.  Y pudo construir una nueva vida después de su muerte. Con base en principios de unión, solidaridad e interés común para la fundación de una Patria Grande, más allá de las fronteras de territorios nacionales.

          Simón Rodríguez nació de nuevo. Como señala Savater (1999): Nacemos dos veces, una de nuestras madres y otra de la educación y de la sociedad que nos termina de hacer.

          Rodríguez nació “por primera vez” en Caracas el 28 de octubre de 1771. Y fue abandonado por su familia sanguínea a las puertas de otra residencia.  Desde ese momento llevó a cuestas un sin fin de aventuras hasta su muerte, lejos de su tierra natal, abandonado en Amotape, Perú, el 28 de febrero de 1854.

          Hoy vuelve a nacer, vestido de luz para iluminar de nuevo la educación de los pueblos. Recordemos lo que señala el mismo Rodríguez en su obra El libertador del mediodía de América: El día y la hora de su nacimiento son de pura curiosidad.  Los bienhechores de la humanidad, no nacen cuando empiezan a ver la luz; sino cuando empiezan a alumbrar ellos.

Su visión fue integral

Simón Rodríguez es indiscutiblemente un pionero del pensamiento latinoamericano por sus capacidades intelectuales y su arriesgada personalidad. Contando únicamente con la jerarquía  civil de ciudadano, inmerso en una cultura colonial esencialmente militarizada, se atrevió a retar la historia  con ideas revolucionarias y valores libertarios, ante un entorno que despreciaba a los sectores populares, marginados, desposeídos, abandonados de la fortuna.

          Fue un hombre de principios inflexibles, irreverente, sin compromisos políticos, ni mercantiles. No cedió  ante las dádivas de los poderosos. Quizás fue su transparente personalidad de filósofo, pensador incansable, la que marcó pauta para que lo hayan desmeritado con calificativos de loco, desequilibrado, libertino, inmoral, tramposo, destructor de templos, entre otros.

          Respetuoso del trabajo, promovió la escuela técnica y agrícola, con interesantes ideas económicas mediante la labor en el campo. Como cuidador obsesivo del continente americano, luchó contra la emigración discriminada. Y criticó incansablemente el rol esclavista de los periodistas como funcionarios obsecuentes, títeres de sus patronos.  Las  ideas de este gran Maestro cobran vida en la enfermedad de este siglo, que coincide con la misma que él diagnostica en su época: una sed insaciable de riqueza;  declarada en tres especies de delirio: la Traficomanía, la Colonomanía y la Cultomanía.  Refiriéndose al Comercio y sus males, a la Colonización, que olvida la necesidad de solucionar la miseria de los propios habitantes. Y a las sectas que pregonan libertad de culto, pero que predican conformismo y sumisión.

          En la conmemoración de su natalicio, Simón Rodríguez renace como impulsor de la pedagogía social, su ideario es prueba fehaciente del respeto por sus semejantes, de su necesidad por contribuir con la inclusión de los desposeídos y de su afinidad con lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela a favor de una educación para todos y de la participación popular.

Su Pensamiento dejó un Legado Cultural

Al remontarnos en nuestro pasado, podemos reconocer que con la llegada de los españoles a América empezó el proceso de colonización en el que fundamentalmente intentaron sustituir la cultura, la religión, el idioma, las costumbres e instituciones autóctonas.  Los  nativos aborígenes  tenían una cultura bien definida. Lo que provocó un violento enfrentamiento entre esa cultura autóctona y la extranjera.  Desde la perspectiva  de Simón Rodríguez, este legado del régimen colonial fue el causante del atraso político, económico y cultural de América. Después de los procesos independentistas, aún logrando la libertad política, era menester echar mano a las semejanzas entre los pueblos occidentales para lograr su integración de forma auténtica, sin patrones europeos.

          En nuestro milenio despierta esta historia. Y observamos de nuevo una incesante búsqueda en el pasado: de valores, de héroes, de ideas para crear una nueva forma de pensar y de vivir, basándose en los principios de libertad, igualdad, justicia y fraternidad.

           En la actualidad, frente a  la propuesta extranjera  de construir una identidad planetaria única, homogénea, globalizada, brillan los valores culturales regionales, se fortalecen y acrecientan los lazos del poder popular y se hace necesario el reencuentro con nuestro auténtico perfil ciudadano.  Se intenta,  a través de un auto-reconocimiento  la construcción de la nueva identidad.  Con base en un diálogo colectivo y en la validación social de sus principios.  Donde las experiencias, manifestaciones, objetos y conocimiento cultural del pasado se encuentren  con nuevos aportes, perspectivas e intereses ciudadanos.

          Desde la gesta independentista, hasta nuestros tiempos ─ en el seno de una nueva revolución ─ se vive la necesidad de engendrar con la educación, un movimiento cultural en la mente de los ciudadanos. 

          La construcción de una nueva nación ha permanecido en nuestra historia, siempre con base en una unidad cultural continental como soporte de todo proyecto político.

          Su más fiel discípulo, Simón Bolívar, expresó: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el Nuevo Mundo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo.   Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno”.

          En ese sentido, Simón Rodríguez dejó claro que el Derecho garantizaba la enseñanza, pero no la educación del pueblo. Y que sólo con ideas nuevas surgirían hombres nuevos para construir la nueva nación.

          La obra social de Rodríguez, impregnada de un claro pensamiento cultural, ha redundado en la conformación de la Identidad de nuestro pueblo. Primeramente con la proyección de sus características personales de humanismo, hombre luchador, rebelde, de gran sensibilidad social. Y en segundo lugar a través de su ideario educativo, donde evidencia y transmite sus conocimientos sobre las conductas colectivas del americano y de sus costumbres. Como expresa Daniel Prieto (1987), periodista argentino, Simón Rodríguez “hace un análisis finísimo de cómo se van mudando costumbres y formas de expresión: los puestos antiguos se llamaron tiendas, después almacenes y al fin establecimientos, las boticas se volvieron farmacias y luego laboratorios, había objetos para todos, desde líquidos para descubrir la raíz de los dientes sin dolor, hasta gorras para los indígenas”.

Que su sensibilidad social inspire a maestros
          De Simón Rodríguez, su original doctrina social educativa emerge hoy, tanto en las aulas universitarias como en los recreos infantiles en las escuelas de su patria natal.  Importantes proyectos educativos de nuestra época abanderan con su epónimo los fundamentos de la nueva educación. Vemos con satisfacción que los grupos enemistados con el pensamiento rodrigueciano disminuyen y se tornan apocados, abatidos.

          Por el contrario, este filósofo comienza a proyectarse con su obra y pensamiento ante el resto del mundo, como hombre de planeta, luchador, revolucionario, promotor de humanidad, gestor de ciudadanía, reivindicador del pueblo ungido.

          Hoy tenemos un nuevo Hombre, más que el Maestro del Libertador, un ser humano completo, sensible, que desde sus virtudes y desde sus defectos nos enseña cada día el don de ciudadano para construir la nueva Patria, la Patria Grande. Confiando en la participación de todos, de los olvidados y de los afortunados. Del pueblo y de su Estado.

          Quizás haya sido el dolor de tanto abandono y de tanta pobreza en carne propia lo que se le transformó a Simón Rodríguez en sensibilidad, en voluntad, en conciencia, en amor por los semejantes, en combustible para su lucha social por todos.

Referencias

Consejo Presidencial Moral y Luces Inventamos o Erramos. Simón Rodríguez. Primera Edición Mayo 2007.

Contreras, F. (1996) Don Simón Rodríguez. Pasado y presente de una profunda pasión educativa. Fondo Editorial La mano junto al muro. Ediciones de la UCV. Departamento de Cultura. Maracay, Aragua. Venezuela.

Gómez, O. La construcción de las nuevas identidades nacionales, pannacionales y transnacionales. Revolución e Identidad.  Caracas, 5 de octubre de 2004.

Fernández, R. (2004) Simón Rodríguez. Biblioteca Biográfica Venezolana Volumen 11. El Nacional

Prieto, D. (1987) Utopía y Comunicación en Rodríguez. Academia Venezolana de la Lengua con los auspicios de la UNESR. Colección Logos. Volumen VI. Caracas.

Rodríguez, Simón (2002) Selección de Documentos. Biblioteca Familiar. Gobierno de la república Bolivariana de Venezuela.

Savater, F. (1997) El Valor de Educar. Instituto de estudios Educativos y Sindicales de América. México: Ediciones UNESCO/Santiago

_________ (1999) Las Preguntas de la Vida. Editorial Ariel S.A. Planeta Colombiana Editorial, Colombia.

_________ (2003) El Valor de Elegir. Editorial Ariel S.A. Planeta Colombiana Editorial, Colombia.