LOS COMPONENTES ÉTICO-POLÍTICOS EN LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA. PRIMERA PARTE

LOS COMPONENTES ÉTICO-POLÍTICOS EN LA IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA. PRIMERA PARTE

Raúl Quintana Suárez (CV)
Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona

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5,3.- Félix Varela Morales (1788-1853)

Con éste  digno hombre de iglesia y humanista el pensamiento ilustrado cubano alcanza niveles de profundidad y radicalización de significativo alcance dado su audaz enfrentamiento a la escolástica, como filosofía, método y concepción del mundo; la hondura de su pensamiento ético-político y humanista; su labor como reconocido teólogo y su quehacer filosófico y pedagógico.
Para Varela en su trabajo “Proposiciones para el ejercicio de bisoños”. (1812)….”…a nadie se le oculta, y por mi parte trataré de ponerlo en claro, que la Filosofía escolástica no es más que un cúmulo farragoso de errores, por lo que no puede ser mayor la equivocación de los que sostienen que es el fundamento de todas las ciencias. Los Doctores y los Santos Padres merecen muy escasa consideración cuando se enredan en las cuestiones escolásticas y se nos ofrecen como meros filósofos, sin que por esto se nos pueda argüir de impiedad, puesto que no hacemos más que seguir las enseñanzas que ellos mismos nos legaron al reconocer la plena libertad de juicio en todo lo que no se refiera a la fe y a las costumbres. Es de justicia advertir que el confuso amontonamiento de minucias y términos que censuramos no se puede achacar en modo alguno a los Santos Padres, sino a las escuelas de los peripatéticos que tan terrible peste llevaron a las ciencias”. (45)
Sus avanzadas ideas políticas  para su época, en el contexto cubano,  aún antes que alcanzará  su cota más alta, al hacer suyo el ideario independentista, se revelan en sus “Observaciones sobre la constitución política de la monarquía española” (1821) donde valora…”… que toda soberanía está esencialmente en la sociedad, porque ella produce con el objeto de su engrandecimiento, incompatible con su esclavitud, y jamás renuncia el derecho de procurar su bien y su libertad, cuando se viere defraudada de tan apreciables dones. En estos sólidos fundamentos estriba el artículo de la Constitución en que se dice que la soberanía reside esencialmente en la nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales. Nada más razonable y justo; pues si el pueblo es quien ha de renunciar una parte de su libertad voluntariamente, y no por violencias tiránicas, contrarias a toda justicia y razón, a él toca exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales [...]  “¿Qué libertad tendrá una nación que no posea en sí misma el poder? Y ¿qué nación podrá merecer este nombre si no es libre?...“¿Cuál es, pues, el límite que debe ponerse a la soberanía popular? El que el cuerpo representativo y todas las ramificaciones del gobierno tengan, entendido que los ciudadanos no han renunciado otra parte de la libertad ni otros derechos que los que fueron necesarios para la conservación del cuerpo social [...] El gobierno, de cualquiera especie que sea, no tiene derecho de vida y muerte, en el sentido absoluto que hasta ahora se ha dado a estas expresiones, ni es señor de vidas y haciendas, como se ha dicho con agravio de los pueblos. (46)
Posteriormente, ya como Diputado a Cortes, en España, consolidado en sus posiciones abolicionistas, este presenta   su audaz  “Proyecto y Memoria para la extinción de la esclavitud en la Isla de Cuba” donde proclama como…“…la Inglaterra, esa misma Inglaterra que ahora ostenta una filantropía tan hija de su interés como lo fueron sus pasadas crueldades, y yo no sé si diga como lo son sus actuales, pero disfrazadas opresiones, esa misma Inglaterra, cuyo rigor con sus esclavos no ha tenido ejemplo, esa misma introdujo en nuestro suelo el principio de tantos males. Ella fue la primera que con escándalo y abominación de todos los virtuosos no dudó inmolar la humanidad a su avaricia, y si ha cesado en estos bárbaros sacrificios es porque han cesado aquellas conocidas ventajas [...] Una funesta imprevisión de nuestro Gobierno en aquellos tiempos fue una causa de que no sólo aprobase el tráfico de negros, sino que, teniéndolos como un especial beneficio, asignó un premio de cuatro pesos fuertes por cada esclavo que se introdujese en la Isla de Cuba, además de permitir venderlos al precio que querían sus dueños, como si los hombres fueran uno de tantos géneros de comercio [...] La introducción de africanos en la Isla de Cuba dio origen a la clase de mulatos, de los cuales muchos han recibido la libertad por sus mismos padres, mas otros sufren la esclavitud. Ambas clases reunidas forman la de originarios de África, que según los cómputos  más exactos a principios de 1821, excedía a la población blanca como tres a uno. Los esclavos se emplean en la agricultura y en el servicio doméstico, más los libres están casi todos dedicados a las artes, así mecánicas como liberales, pudiéndose decir que para un artista blanco hay veinte de color [...] El africano tiene por la naturaleza un signo de ignominia, y sus naturales no hubieran sido despreciados en nuestro suelo si las leyes no hubieran hecho que lo fueran…dada, pues, que la agricultura, y las demás artes de la Isla de Cuba, dependen absolutamente de los originarios de África, y que si esta clase quisiera arruinarnos le bastaría suspender sus trabajos y hacer una nueva resistencia [...] Cuando se habla de libertad entre esclavos, es natural que éstos hagan unos terribles esfuerzos para romper sus cadenas, y si no lo consiguen, la envidia los devora, y la injusticia se les hace más sensible. Los blancos de la Isla de Cuba no cesan de congratularse por haber derrocado el antiguo despotismo, recuperando los sagrados derechos de hombres libres. Y ¿quieren que los originarios de África sean espectadores tranquilos de estas emociones? La rabia y la desesperación los obligará a ponerse en la alternativa de la libertad o la muerte”. (47) 
En el Prólogo a la publicación de la conocida obra vareliana  “Cartas a Elpidio”(1835) , el  historiador e investigador Eduardo Torres Cuevas valora como……¿quién mejor que él conocía que en la formación de los jóvenes, no en la educación formal que en el caso de los nacidos en buena cuna era delicada y fina, sino en la educación dentro de los principios éticos que sostiene no solo la forma en que actúan los hombres sino las causas que motivan tales actuaciones, estaba la creación de la futura patria cubana? Conocía Varela del acomodamiento de muchos de sus exalumnos, de como muchos de los exaltados jóvenes del veinte eran, ahora, hombres maduros que sonreían ante el recuerdo de sus pasadas "travesuras revolucionarias", ante una aromática taza de buen café criollo, cómodamente sentados en las salas de sus suntuosas casas, mientras dilucidan serios, "verdaderos problemas", comerciales que enriquecían sus arcas [...] La trascendencia de las Cartas a Elpidio está en la forma en que Varela expresa y practica su concepción ideológica como ideología aplicada. Es un trabajo para crear conciencia patriótica utilizando un lenguaje religioso pero de connotaciones políticas”. (48) 
Para  éste hombre de pensamiento, posee una gran relevancia el valor patriotismo en la formación de las nuevas generaciones, que siempre priorizó en su labor pedagógica en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio.
Ya desde 1818 en sus Lecciones de Filosofía enuncia como…”…clamor que tiene todo hombre al país en que ha nacido y el interés que toma en su prosperidad lo llamamos patriotismo…”…no obstante…”…muchos hacen del patriotismo un mero título de especulación, quiero decir, un instrumento aparente para obtener empleos y otras ventajas de la sociedad. Patriotas hay (de nombre) que no cesan de pedir la paga de su patriotismo, que lo vociferan por todas partes, y dejan de ser patriotas cuando dejan de ser pagados. ¡Ojalá no hubiera tenido yo tantas ocasiones de observar a estos indecentes traficantes del patriotismo! ¡Cuánto cuidado en confundirlos con los verdaderos patriotas1 El patriotismo es una virtud cívica que a semejanza de las morales, suele no tenerla el que dice que la tiene y hay una hipocresía política mucho más baja que la religiosa. Nadie opera sin interés. Todo patriota quiere merecer de su patria; pero cuando el interés se contraer a la persona, en términos que esta no le encuentre en el bien, se convierte en depravación e infamia. Patriotas  hay que venderían su patria si se les diera más de lo que reciben de ella… ” (49).
Criterios que reitera en 1824, en las páginas del periódico El Habanero, por él fundado durante su prolongado  exilio en Estados Unidos, tras ser condenado a muerte por el régimen despótico de Fernando VII, restaurado en el trono tras el fracaso del empeño liberal en la península, al valorar como…”…es preciso no equivocarse. En la Isla de Cuba no hay amor a España, ni a Colombia, ni a México, ni a nadie más que a las cajas de azúcar y a los sacos de café. [...] Desgraciadamente, aún entre los que desean la independencia de Cuba, se ha esparcido hasta cierto punto la infundada opinión de que sólo puede efectuarse, o que por lo menos se efectuará con menos males, esperando la invasión de tropas  extranjeras”.  (50) 
Para el sacerdote y patriota…”…por un funesto error o por una malicia execrable suele suponerse que el amor a la independencia en los americanos proviene de su odio a los europeos y no que este odio se excita por el inmenso por el amor mismo a la independencia y por los esfuerzos que suelen hacer los europeos para que no se consiga. Los americanos tienen por enemigos a los anti independentistas, sean de la parte del mundo que fuesen, y apreciar a todos los que propenden  a su libertad aunque fuesen hijos del mismo Hernán Cortés…” (51)
En el propio periódico publica su “Carta del editor de este papel a un  amigo”: donde expresa como…”…El Habanero ha encontrado buena acogida entre los independientes, y muy mala entre los partidarios del actual gobierno. Todo esto es natural, pero lo que llama mi atención es que algunos hombres de buen sentido e imparciales, dice usted que aprueban las ideas, confiesan que son exactas, pero no creen que ha sido prudente su manifestación. ¡Que fértil en recursos es el miedo! Confiesen esos señores que no tienen valor para decir la verdad o que las circunstancias en que se hallan no les permiten decirla, y no tomen por efugio la inoportunidad de la manifestación. Cuando la patria peligra y la indolencia sensible de unos, y la execrable perfidia de otros hace que el pueblo duerma, y vaya aproximándose a pasos gigantescos a un precipicio, ¿es imprudencia levantar la voz, y advertir el peligro? Esa podrá ser la prudencia de los débiles. Mi corazón la desconoce. Quiero descender al sepulcro sin que la memoria de mi vida me presente un solo instante en que yo haya tenido esa prudencia parricida. Los que ahora la echan de menos, quiera Dios que algún día lloren sus efectos funestísimos”. (52) 
Por su parte las autoridades coloniales manifiestan una creciente preocupación por la  difusión de las ideas varelianas en Cuba. En misiva del Ministro de Estado Español al Embajador de España en Roma, con fecha 5 de junio de 1830 este le comunica como…”… entre los revolucionarios españoles que refugiados en los Estados Unidos, y poseídos de ambición, y agitados del funesto espíritu de turbulencia que los devora, no cesan de maquinar proyectos subversivos contra el suelo que los vió nacer para su desgracia, se halla el presbítero Don. Félix Varela, residente en la actualidad en Nueva York. Este mal español, y peor eclesiástico, ha mantenido relaciones íntimas y criminales con varios de los más principales agitadores de los trastornos y desórdenes que afligen los dominios de S. M. en América y como si no bastasen los que promovió en España con su carácter de diputado, y los que hoy llora la América Española, tan feliz en otro tiempo, y envidiase la tranquilidad que gozan los países que han permanecido fieles al Rey N. S., ha excitado con sus escritos a los habitantes de la Isla de Cuba y de Puerto Rico a separarse del dominio de S. M.” (53)
El valioso legado ético-político que ofrece el  ideario vareliano al pensamiento progresista cubano quedará plasmado en la producción espiritual de aquellas personalidades que le sucederán en el decursar histórico de nuestra patria y que alcanzará en José Martí su expresión más elevada. Descubierto  por Luz y Caballero como el primero que nos enseñó en pensar, su espiritualidad trascendente es valiosa heredad   para las generaciones que le sucederán y que nutren el martirologio de los que ofrendarán sus vidas en defensa de nuestra independencia y soberanía.