PLAN DE ACCIONES COMUNICATIVAS PARA POTENCIAR LA PARTICIPACIÓN DE LOS JÓVENES  EN LA COMUNIDAD DE ALBA FLORES DEL MUNICIPIO DE COLOMBIA

PLAN DE ACCIONES COMUNICATIVAS PARA POTENCIAR LA PARTICIPACIÓN DE LOS JÓVENES EN LA COMUNIDAD DE ALBA FLORES DEL MUNICIPIO DE COLOMBIA

Yusimí Ruiz García (CV)
Yelenis María Fernández (CV)
Everardo Luis Ramos Alvarez (CV)

Universidad de Las Tunas

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Epigrafe1.2  Un enfoque desde la teoría sobre el término: comunidad.

Ciertamente como el ser humano vive en comunidad, es en este marco donde realiza sus acciones fundamentales, por lo que en este epígrafe se propone un análisis del concepto de comunidad, entendido desde estos últimos criterios de José Juan Arrom.
El hombre surge precisamente, gracias a la vida en común , que facilita el desarrollo de una actividad conjunta para la satisfacción de las necesidades , en la cual se crean las condiciones para que aparezcan las primeras formas de trabajo y de comunicación humana, que como señalara Engels, fueron las que le dieron origen al hombre: “Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano”.
El vinculo comunidad – desarrollo humano es tan fuerte, que a medida que se daban pasos en la formación del hombre, se iba desarrollando también la vida en común.
Puede decirse que el vínculo comunidad – desarrollo humano tiene un carácter genético. Sin embargo, las relaciones del hombre con la comunidad no se han mantenido estables a lo largo de la historia de la humanidad, ni desde el punto de vista popular – del hombre mismo- , ni político, ni científico, aunque estos elementos se encuentran estrechamente vinculados.
En este trabajo se valoran varias ideas y definiciones, para lo cual se tiene en cuenta los criterios más utilizados precisamente en el trabajo comunitario y en la literatura hasta el momento disponible.
Otra categoría básica con la que se opera en la presente investigación es la de comunidad. Según Ezequiel Ander-Egg (Ander-Egg, 1997:24)
“La comunidad es una agrupación organizada de personas que se perciben como unidad social, cuyos miembros participan de algún rasgo, interés, elemento, objetivo o función común, con conciencia de pertenencia, situados en una misma área geográfica en la cual la pluralidad de personas interaccionan más intensamente entre sí que en otro contexto”.
Este enfoque social incluye rasgos e intereses que hacen pensar que se toma en consideración el aspecto cultural sin expresarlo básicamente. Le da un papel importante a la interacción, y delimita a la comunidad a un espacio físico, donde se presenta la diversidad. Sus aportes son valiosos y se considera que han sido ampliamente aceptados entre los trabajadores sociales, sin embargo para la animación sociocultural la comunidad tiene un dinamismo tal que puede considerarse como organismo social que, como totalidad, se caracteriza por su manera de hacer. Ander-Egg afronta importantes elementos que visualizan la relevancia que adquiere hoy los estudios en las comunidades.  
conciencia de pertenencia, de una cohesión social y mutuo reconocimiento, que implica un sentimiento de aceptación de lo propio y de los otros que encamine a la agrupación a una vida común, con conciencia de coparticipación y al disfrute del espacio de la superficie terrestre, desplegándose en las diferentes esferas de la vida social, como la comunicación, las necesidades y problemas y sus objetivos que se tienden a alcanzar colectivamente, así como los roles y status que cada uno desempeña, por lo que brinda los elementos dirigidos a ser enmarcado dentro de un enfoque sociológico.
Estas cuestiones, quedan muy bien enmarcadas, en la definición que hace Alicia Martínez Tenas, en relación con la comunidad: “Un asentamiento humano con homogeneidad de interés político, económico, cultural, religiosos y, éticos. Se distingue de los pequeños poblados en que responde a divisiones políticas- administrativas y requiere de una atención diferenciada debido a sus características y personalidad propias”. (Martínez, 1999:5).
En la anterior referencia, es evidente el modo en que se analiza la comunidad desde sus aristas político-social; se hace referencia también al aspecto económico, sin embargo, queda al margen un elemento esencial en la propia existencia humana, que radica en la correlación que se establece entre el hombre y la naturaleza.
Héctor Áreas,  considera que “La comunidad está constituida por grupos, que conforman la base de la organización de la sociedad, predominando en ellas un alto sentido de pertenencia” (Áreas, 2000:11). Por su parte,  Marcos Marchioni, entiende por comunidad: “Al tejido social de la población, sus grupos formales e informales”. (Marchioni, 2002:23).
En estas definiciones, no se hace referencia a los subsistemas que conforman y funcionan sistémicamente, en el marco comunitario; cabe mencionar los elementos culturales,  las relaciones socioeconómicas y políticas, que resultan determinantes  en  su desarrollo y su identidad, y que hacen, de las comunidades, un todo íntegro.
La comunidad no se limita solo al espacio físico. Por ejemplo: las comunidades indígenas en México se mueven cíclicamente por cuestiones culturales y laborales pero conservan la cohesión grupal, sus valores, ritos y costumbres, sostienen la economía de sus pueblos enviando parte de su salario para los festejos tradicionales y para el sostenimiento de sus familias.
Se hace necesario resaltar que actualmente el concepto de comunidad se ha visto transformado, ya que las condiciones del mundo global tan en boga, han llevado a crear comunidades multiculturales y ciudadanos universales que por necesidades económicas se trasladan de un lugar a otro. Pero además otro elemento en estas nuevas concepciones es el consumo cultural, a lo que García Canclini en “Consumidores y ciudadanos” denomina comunidades transnacionales de consumo:
Vivimos en tiempos de fractura y heterogeneidad, desegmentaciones dentro de cada nación y de comunicaciones fluidas con los órdenes transnacionales de la información, de la moda y del saber. En medio de esta heterogeneidad encontramos códigos que nos unifican o al menos permiten que nos entendamos. Pero esos códigos compartidos son cada vez menos los de la etnia, la clase o la nación en la que nacimos... sobrevivimos como una comunidad interpretativa de consumidores... al mismo tiempo hallamos comunidades internacionales de consumidores... la de los jóvenes y televidentes que dan sentido de pertenencia donde se diluyen las lealtades nacionales. (Canclini: 2000,16).
Por su parte, Graciela Bustillos, considera que la comunidad es: “Un grupo humano que habita un territorio determinado, con relaciones interpersonales, históricas, formas de expresión y tradiciones y sobre todo con intereses comunes. Es el espacio físico ambiental geográfico delimitado donde tiene lugar un sistema de interrelaciones sociopolíticas y económicas que producen un conjunto de relaciones interpersonales, sobre la base de las necesidades”. (Bustillos, 1999:60).
En este caso se enfatiza en las características socio históricas que poseen las comunidades, lo que sin lugar a dudas, la hacen convertirse en un sistema portador de tradiciones, historia e identidad propia, que se expresan en identificación de intereses y sentido de pertenencia.
Hasta no hace muchos años el mapa cultural de los países de Latinoamérica era el de miles de comunidades culturalmente homogéneas, fuertemente mezcladas, pero aisladas, dispersas, casi incomunicadas entre sí y muy débilmente vinculadas a la nación.
 Hoy Jesús Martín expresa que este mapa es otro: América Latina vive un desplazamiento del peso poblacional del campo a la ciudad que no es meramente cuantitativo -en menos de cuarenta años el 70 % que antes habitaba el campo está hoy en ciudad es formada por una densa multiculturalidad que es heterogeneidad de formas de vivir y de pensar, de estructuras del sentir y de narrar, pero muy fuertemente comunicada, al menos en el sentido de la exposición de cada cultura a todas las demás. Se trata de una multiculturalidad que desafía las nociones de cultura y de nación, los marcos de referencia y comprensión forjados sobre la base de identidades nítidas, de arraigos fuertes y deslindes claros. Pues los países son hoy el ambiguo y opaco escenario de algo no representable ni desde la diferencia excluyente y excluida de lo étnico-autóctono, ni desde la inclusión uniformante y disolvente de lo moderno.
Desde dentro de las comunidades los procesos de comunicación son percibidos a la vez como otra forma de amenaza a la supervivencia de sus culturas –la larga y densa experiencia de las trampas a través de las cuales han sido dominadas carga de recelo cualquier exposición al otro- pero al mismo tiempo la comunicación es vivida como una posibilidad de romper la exclusión, como experiencia de interacción que si comporta riesgos también abre nuevas figuras de futuro.
Todo ello está posibilitando que la dinámica de las propias comunidades tradicionales desborde los marcos de comprensión elaborados por los folcloristas: hay en esas comunidades menos complacencia nostálgica con las tradiciones y una mayor conciencia de la indispensable reelaboración simbólica que exige la construcción del futuro.
Con las ideas Carlos Núñez,  que ayudan a comprender el significado y el alcance del término comunidad, cerramos este epígrafe. Escogimos la definición que hace  en su artículo: Sentí pensando, donde hace referencia a que: “La comunidad es pues, historia, pertenencia, cultura, realidad espiritual, costumbres, intereses, hábitos, normas, símbolos y códigos (...), es una demarcación política o administrativa habitado por un conglomerado de personas, con rasgos que los identifican”. (Ñúnez: 1998, 23)
En estas ideas también la autora concuerda y toma como referencia los materiales teóricos estudiados, y en sentido general, explica que la comunidad está conformada objetivamente y que el elemento central de la vida comunitaria es la actividad económica y las relaciones socioculturales que en relación a ella se establecen, fundamentalmente en su proyección más vinculada a la vida cotidiana, condicionado, por las características climatológicas y geográficas, del medio en que se desenvuelven.
Desde el punto de vista funcional, el aspecto afectivo de las relaciones sociales: los sentimientos, los valores, las convicciones que se forman en ellas y que participan en la autorregulación del comportamiento. Este es un factor poderoso para movilizar a los pobladores, para planearse metas comunes y trabajar de conjunto por el alcance de estas, la solución de problemas y el desarrollo de la comunidad: es la base de la cohesión y la cooperación entre los habitantes. Es ahí donde el grupo tiene un significado especial porque es el protagónico en las soluciones de las problemáticas que se generan en el interior de estas dinámicas.
En esta investigación se opera principalmente con características como el espacio físico ambiental y geográfico que las enmarca; el sistema de interrelaciones sociopolíticas, económicas, culturales, interpersonales, las necesidades e intereses comunes; y  tradiciones.
La comunidad significa también:
congregación de personas, que viven unidas en un área delimitada geográficamente y bajo ciertas reglas, normas o constituciones, sustentadas en el respeto a la afectividad espontánea y la memoria colectiva, sobre la reflexión y la organización racional de las relaciones humanas en su amplio espectro, así como, en su constante intercambio con la naturaleza.
Este permite penetrar en el conocimiento de los imaginarios y mentalidades de los actores sociales y advertir la construcción de un mundo simbólico el cual explica el proceso de participación y socialización  en determinados grupos y sectores sociales.