UN MARAVILLOSO RECORRIDO CON LA CIENCIA REGIONAL

UN MARAVILLOSO RECORRIDO CON LA CIENCIA REGIONAL

Andrés E. Miguel (CV)
Julio C. Torres (CV)
Pedro Maldonado Cruz (CV)
Néstor Solís Jiménez (CV)

Instituto Tecnológico de Oaxaca, México

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CAPÍTULO II
¿SON BUENAS O MALAS LAS REGIONES?

La Ciencia Regional se dirigió hacia la montaña más alta del valle para visualizar un mejor planteamiento del problema que debía resolver, cuando vió salir un personaje del rompecabezas que representaba el paisaje de la región. Grande fue su sorpresa al descubrir que el ser que tenía enfrente era nada menos que la AntiCiencia-Dogmatismo, quien se dirigió hacia ella diciéndole:
--¿No es mí a quién esperabas encontrar verdad?
--Cierto, creí que inmediatamente encontraría al Cambio Favorable, dijo la Ciencia Regional:
--Lo que no me parece ético, es que te ocultes y trates de ocupar un lugar en el mundo del conocimiento que no te corresponde, agregó con enfado.
--¿Me sugieres que me comporte según una “Ética de las regiones”?. Me parece que exageras, replicó con cierta burla la AntiCiencia-Dogmatismo, pero ¿en verdad existe la Ética en el comportamiento de las regiones?, recalcó.
--Tu pregunta la podemos plantear de otra forma:
--¿Son buenas o malas las regiones?, enfatizó la Ciencia Regional
Y ella misma reflexionó entonces:
--Aun existen lugares agrestes para vivir. Y hay zonas ya habitadas que de pronto parecen volverse contra el ser humano, pues están sujetas a sismos, huracanes, sequías, plagas, etc., si se escudriña, casi ninguna región se escapa a estos eventos: ¿significa esto que las regiones poseen algo de maldad contra el ser humano?
--El conocimiento de las regiones no constituye una “ciencia moral” propiamente dicha, recordando que se denomina “moral” al conjunto de creencias y normas de una persona o grupo social que lo orienta acerca del “bien o del mal” de sus acciones, no se puede dejar de lado este importante aspecto, pues el saber de las regiones tampoco es un conocimiento “amoral” (sin moral), o “inmoral” (contra la moral).

--Algunos efectos negativos de las regiones, según las Ciencias de la Tierra como ejemplo, se deben a que ésta (a través de todas sus capas, superficiales y profundas, su atmósfera, su clima, etc.), está sujeta a cambios permanentes; y el ser humano no posee aun la capacidad suficiente para prever estos cambios, por lo cual, muchos de ellos lo toman desprevenido, dando la impresión de que efectivamente, la Tierra quisiera deshacerse en algunos lugares del ser humano. Existe incluso alguna teoría (denominada Hipótesis Gaia), de que el ser humano es una especie de parásito o de virus que daña la Tierra, la cual, cuando desata eventos catastróficos, desea acabar con el bicho que la daña1 .

--Pero las regiones en sí no son ni buenas ni malas, y más bien, la moralidad que campea en su manejo radica en el propósito fundamental del ser humano al poseer la superficie terrestre, que es lograr el bienestar de la humanidad en armonía con su entorno natural. Este gran objetivo delinea “lo correcto o lo incorrecto” de la acción humana hacia las regiones. Es inadecuado cuando por ejemplo se destruyen recursos naturales de cualquier tipo por el solo hecho de hacerlo, y que termina dañando el propio bienestar humano; o en un sentido favorable, cuando se aprovechan armoniosamente los recursos naturales de las regiones a favor de la calidad de vida de todos sus residentes (incluyendo la flora y fauna natural).

--El propósito de la Ciencia Regional no es negar el cambio, sino entender sus causas y sus consecuencias, sobre todo si éstas últimas apuntan a deteriorar el bienestar humano, su calidad de vida, y por qué no, su felicidad.

--Tampoco es un Ser Supremo quien quiere destruir al hombre a través de las regiones, pues como lo dijera inspiradamente el poeta Jaime Sabines en su poema “Me encanta Dios” porque:

“mueve una mano y hace el mar, mueve otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.
Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira.
Es la tierra que cambia -y se agita y crece- cuando Dios se aleja.”
--Lo que no es ético es tu actitud, pues genera fanatismo, y si éste se entromete en los procesos de las regiones, termina por obstaculizar el conocimiento científico de las mismas, argumentó la Ciencia Regional.

La AntiCiencia refutó:
--Esto tampoco puede valorarse como resultado de un comportamiento ético, más bien, nadie puede evitarme mientras no exista una cultura científica entre la gente, pues el cambio regional aunque es permanente, no siempre es favorable, pues por ejemplo, cuando se emprende una acción para el desarrollo, que muchos fanáticos de la Ciencia consideran “bueno” por si mismo, casi siempre aparecerán como consecuencia del mismo los llamados ECOS, o efectos colaterales desfavorables. Por ejemplo, se construye una carretera para facilitar la movilidad humana o de productos, y aumentan los accidentes. Además, el trabajo de la Ciencia es dilucidar cuando el Cambio es Favorables, y cuando es Desfavorable, si no, ¿para qué requerimos de tu existencia?
--Eso es verdad, y me da gusto saludarte, se refirió a ella una extraña voz.
Las presentes voltearon hacia la nube negra donde se escuchó la misma.
--¿Quién será?, se preguntó la AntiCiencia.
--No lo sé, pero es mi obligación averiguarlo dijo la Ciencia Regional, quien sin pensarlo, se dirigió hacia la nube.

1 (*) Cfr. J. Lovelock, Gaia, una nueva visión de la vida sobre la Tierra, Ediciones Orbis, 1985. El autor propone que la Tierra actúa como un ser viviente.