UN ENFOQUE TEÓRICO ACERCA DE LOS VALORES EN LA CONTEMPORANEIDAD

UN ENFOQUE TEÓRICO ACERCA DE LOS VALORES EN LA CONTEMPORANEIDAD

Ibón Leonor Lahera Cabrales (CV)
UCP Frank País García

Volver al índice

EL CARÁCTER INTEGRADOR DE LA FORMACIÓN IDEOLÓGICA Y EN VALORES

Con intención de dar tratamiento a otra arista de este problema que nos ocupa, se entiende por sistema, acogiéndonos al criterio de Jorge Gaspar García Galló: (...) 1- conjunto de elementos diversos que poseen una estructura y cumple una determinada función, poseen lazos comunes y diferencias específicas; 2- un conjunto íntegro de elementos relacionados estrechamente entre sí que aparece como un todo único con respecto a otro sistema; 3- conjunto de elementos relacionados entre sí constituyendo una estructura y cumpliendo una función. (Galló, 1984).
Una idea clara es tener en cuenta todos los elementos en su integración, tomar los objetos en su integralidad quiere decir en su conjunto y su funcionamiento como sistema; la forma será cómo está estructurado ese sistema, cómo está organizado, qué relación guardan sus elementos, unos con respecto a otros.
En este proceso influyen determinadas condiciones que favorecen su desempeño en las que cobra significado especial: la interdisciplinariedad, la determinación la relación con otros elementos del proceso, así como el vínculo de la familia y la comunidad, el papel de otras instituciones en la instrumentación del proceso formativo ideológico y en valores.
La interdisciplinariedad es esencial, es un problema estudiado históricamente, que cobra significación con el auge del desarrollo de las ciencias y la necesidad de integrar los conocimientos científicos, de entender y explicar la realidad, lo cual no es posible desde una ciencia,  sino desde un enfoque interdisciplinario.
Esta concepción se ajusta al análisis que se necesita para un mundo globalizado que agrava los diferentes problemas que afectan a los hombres y constituyen su preocupación, lo cual plantea la exigencia de un vínculo de la enseñanza con la vida, de una educación integradora; por ello constituye una cuestión metodológica a resolver por la pedagogía en la sociedad.
Abordado en Foros Internacionales como la transversalidad curricular “Es la incorporación de la vida, como contenido central al proceso educativo en el aula” (Uruguay, 2000) o entendida la transversalidad como reinterpretar y cambiar el currículo (Palos,  2000).  La limitación fundamental consiste en que en el currículo domina la lógica de la disciplina, no la de los problemas sociales. Se refiere a la búsqueda de una coherencia interna para educar, pues el hombre está en el centro de los problemas. Los conceptos, los procedimientos, los valores, transversalizan el currículo. (Foro Iberoamericano 2000).

La pedagogía cubana, impregnada de la concepción de la escuela soviética, reconoce una enseñanza integradora, pues la idea de la integración es clave en el análisis de la interdisciplinariedad; de hecho los conocimientos que se adquieren deben estar integrados en un sistema y en estrecho vínculo con la práctica, lo cual constituye un principio  Martiano – Marxista.
Diferentes autores han estudiado esta problemática. La aproximación del Msc. Doris V. Licea en su tesis ofrece un estudio de sus antecedentes, situación actual y un modelo sistémico estructural interdisciplinario que sirve de orientación al docente para su preparación teórica y su actividad. El autor reconoce la necesidad de fundamentos pedagógicos y psicológicos.
Al valorar el enfoque psicológico del problema significa a Piaget y su necesaria visión globalizadora y totalizadora; Vigotsky con su posición histórico cultural del desarrollo integral de la personalidad; y  Ausubel a partir del conocimiento que se posee y de las nuevas tareas que se plantean al educando promoviendo su motivación y su compromiso, para lo cual el docente debe tener pleno dominio del conocimiento que este recibió y del medio social en que se desarrolla.
En el tratamiento de la interdisciplinariedad autores cubanos la reconocen como un principio, como una condición didáctica, (Leyva, L Muñoz, en Licea, 2000, citado por Lahera 2004).  La Dra.  Rosa Espinosa, quien ha estudiado esta problemática señala que:
“... no existe una conclusión definitiva a la ubicación de la relación intermateria en la categoría de principio didáctico independiente, como categoría del principio de la sistematicidad, como una condición indispensable en el aumento de la efectividad del proceso de enseñanza, pero sí consideramos que es definitiva su introducción en la enseñanza  como elemento activo ya que es condición indispensable para lograr una concepción dialéctico – materialista del mundo”. (En Licea, 2000).
Según el Dr. Jorge P. Fiallo, la educación tradicional en la que impera el enfoque de las disciplinas, que implica parcelar el conocimiento, constituye un freno en la formación del hombre:
La interdisciplinariedad, supone un proceso de enseñanza aprendizaje donde no se propongan contenidos adicionales o yuxtapuestos, sino que se procure establecer conexiones y relaciones de conocimientos, habilidades, hábitos normas de conductas, sentimientos, valores morales humanos, en integridad y permanente cambio. Este tratamiento integrador de los contenidos exige un enfoque interdisciplinario. Integrar es un proceso  lento y más que un resultado del profesor es un resultado del alumno. (Fiallo, 2001).
Otro aspecto necesario en el conocimiento para esta  labor es el reconocer la existencia de un sistema jerárquico de valores, planteado por diversos autores (Leontiev, Báxter E, García E, Santos O). Esta última realiza un análisis filosófico de diferentes autores que nos permite conceptualizar el ideal o modelo social, para ello plantea el problema del objetivo y de la actividad como esenciales y se identifican cuatro aspectos en la filosofía marxista. (Liubutin en Svierdlosk 1963 en ruso en Santos, 1985: 35 citado por Lahera 2004):

  • Las necesidades vitales, materiales y espirituales, 2) Los intereses en calidad de concientización de las necesidades  (impulsan la construcción del objetivo), 3) Las normas (objetivo instrumental) que debe alcanzarse para lograr el fin, 4) El ideal (constituye el auto- objetivo). Los intereses, las normas, ideales, tienen en común el objetivo. El ideal en calidad de valor supremo impulsa  toda la actividad humana  y muestra el vínculo entre la práctica y el conocimiento. 

El problema de la jerarquía de valores si bien tiene en cuenta estos aspectos, se es del  criterio que debe reconocerse un quinto elemento: el de las condiciones histórico – concretas, lo cual favorece su contextualización; de esta forma, en una etapa de “crisis” se debe redimensionar los valores en la búsqueda de una correspondencia entre lo social y lo individual, como una de las contradicciones principales del proceso. A cada etapa histórica le es inherente una jerarquía de valores si bien se sostienen por tradición determinados valores universales, lo que se corresponde con la ideología a formar.
En la labor formativa ideológica y en valores además de la jerarquía de valores, la motivación es un elemento esencial y debe ser asumida por la  pedagogía, incluso autores como Leontiev establecen una jerarquía de motivos, puede entenderse que lo que le motiva al hombre se expresa en sus tareas, objetivos, ideales, orientándose hacia el futuro, anticipándose a él.
Según la Psicología Social Marxista las motivaciones son eslabones determinantes en la actitud que  asumen los hombres, lo cual puede enunciarse en el principio de la unidad de la psiquis, la actividad y el medio socio- histórico, “orientar la motivación humana debe constituir un objetivo de la educación” (Rubinstein, 1977:745 en Lahera 2004).
Con respecto a la motivación acerca de la personalidad y el reconocimiento de unidades psíquicas constitutivas en la esfera motivacional – afectiva se señala la orientación movilizativa, la expectativa motivacional y el estado de satisfacción (...) “la orientación comprende las representaciones anticipadas de los resultados a alcanzar y la imagen de las condiciones a las que hay que abstenerse para lograrlas” (Bermúdez, y M Rodríguez, 1996: 6 en Lahera 2004), los autores señalados reconocen el papel de la orientación y las condiciones para alcanzar determinados resultados, lo que es necesario para la eficiencia del proceso educativo que se complementa en nuestro criterio con la creatividad que con un enfoque desde la persona (Rogers, Maslow, Mitjans) tiene que ver con las emociones, los sentimientos, el afecto y el desarrollo de potencialidades humanas.
Aunque diferentes  autores se han ocupado del estudio de la motivación en el orden psicológico, en sí misma nos interesa su definición y su relación con las necesidades e intereses, proyectos, metas y fines de los hombres; nos basamos en la ofrecida por el Dr. Diego Jorge González Serra, la cual nos ayuda a establecer esta relación sobre la base del desarrollo socio - histórico.
Según su concepto, "La  motivación activa es aquella que regula la actividad sobre la base de fines y proyectos del sujeto de sus necesidades, sentimientos, conocimientos, capacidades, reflexiones, son elaborados por el propio sujeto con independencia de las tendencias que  evocan los estímulos externos y requerimientos orgánicos del individuo" (González, 1977:35 en Lahera 2004). Este autor distingue 3 formas fundamentales de motivación, la activa autónoma, activa adaptativa y la motivación reactiva.
La interacción del individuo con el medio no sólo determina el contenido de la motivación activa, reguladora de la actividad humana, sino su sentido (Leontiev, 1966 en Lahera 2004) del fin o meta o a la relación que éste guarda con las necesidades y  motivos, la realidad que el sujeto refleja y concibe en un plano cognoscitivo.
La motivación, incluye, tanto procesos cognoscitivos  como afectivos; "el proceso motivacional consiste en una constante penetración, determinación y  transformación entre las necesidades del sujeto y  el reflejo del mismo" (González, 1977: 35 en Lahera 2004).
Las necesidades pasan a expresarse en los reflejos cognoscitivos del mundo y a su vez el reflejo del mundo penetra  a las necesidades, las cuales se manifiestan como deseos, fines, proyectos e intenciones; es por ello que para activar el comportamiento humano deben diagnosticarse sus necesidades, motivaciones e intereses. Es esta una forma de garantizar el objetivo final propuesto por la sociedad, constituyendo aspectos esenciales en el proceso de formación de la ideología y  en valores.
Este proceso no es una suma de conocimientos científicos; hay que tener conciencia de ellos, evaluarlos. Se trata de una experiencia de la vida del sujeto, la orientación social, destinos y  proyectos pasando a ser fuentes de motivo regulador de la conducta humana, en el que se relacionan la ideología social y los valores y su aprehensión individual por el sujeto.
El objetivo debe  estar dirigido a la formación de la convicción, de tal forma que haya unidad de pensamiento y de acción, la actividad desarrollada llega a expresarse a través de una necesidad interior. De hecho estamos definiendo que un momento para el desarrollo del proceso formativo es conocer las necesidades del sujeto social, para lo cual es necesario un diagnóstico y caracterización, lo cual responde a un contexto histórico determinado.
 Coincidimos con la opinión de que la enseñanza político - ideológica es cultivar la ideología, conjunto de conocimientos, convicciones, acciones prácticas, activa posición ante la vida, actitud consciente ante el deber social, unidad de palabra y de acción, promover la interpretación personológica de los acontecimientos pasados, presentes, futuros, “los valores objetivos deben ser asumidos antes  subjetivamente como valores deseables al hombre”.  (Piñeiro, 2000 en Lahera 2004).
Nos referimos a un proceso en el que el sujeto asume sus puntos de vista. Ello implica conocimiento y la relación que establece con los diferentes hechos y fenómenos, sus posiciones ante la vida y su actividad social; posee un componente intelectual práctico y personal, lo cual nos  permite proponer  metodológicamente cuatro niveles para el desarrollo de la formación ideológica y en valores, pues implica procesos cognoscitivos, motivacionales-afectivos, la práctica socio-histórica y la valoración.
No puede realizarse este análisis sin observar el papel de la actividad socio – histórica, atendiendo a que la actividad externa del hombre debe verse en dos aspectos: interacción sujeto- objeto y sujeto-sujeto, lo cual constituye una unidad; el individuo establece relaciones ideológicas y  materiales. Estas últimas son las determinantes, pero a partir de la acción del sujeto, la identificación de este hombre con la clase a la que pertenece, sus fines y objetivos se expresan en el grado de satisfacción de sus necesidades  generales. En ello el medio social desempeña un papel muy importante, pues en él se contextualizan bajo determinadas condiciones el proceso de formación de una ideología social en correspondencia con el proyecto social al que se aspira y la formación de una ideología y de valores a nivel del sujeto.
Debe ser un requisito entender el problema ideológico en su significación social, para el logro de los objetivos de lucha en el país; de ahí la necesidad de analizar el sistema de la vida ideológica, que aunque dependiente de la vida material, está matizada por la vida social y política, sin olvidar que “los valores son los elementos atomísticos de la ideología” como ya se ha referido anteriormente.
Es  nuestra opinión, reconocer como válido el estudio de la Dr. Lesbia Cánovas en su tesis de doctorado sobre los elementos (dinámicos) del sistema de la vida ideológica: las relaciones ideológicas, la actividad ideológica y el resultado de esa actividad ideológica, lo cual se ajusta a la comprensión de los valores por pertenecer a la vida espiritual de la sociedad, de la superestructura en si misma.
La propia actividad ideológica tiene  un aspecto  objetivo y subjetivo. En el primer caso se refiere a las cualidades materiales del objeto, esto es lo que determina el interés, los fines. En la actuación del hombre no todo siempre tiene significación  y respecto al segundo caso, lo subjetivo se refiere al carácter activo del sujeto con respecto al objeto (entiéndase por objeto las relaciones ideológicas que el hombre cambia con su actividad). Él se traza sus ideales y se propone alcanzarlos, pero la actividad del hombre es cognoscitiva y  valorativa; en este último orden de cosas, la actividad valorativa penetra toda su actividad; al hombre no lo mueve nada que no se corresponda con sus intereses o se convierte en un acto formal.
Las necesidades, motivaciones e intereses en cuestión de la vida ideológica son esenciales,  considerando  las numerosas contradicciones que pueden aparecer en este proceso de transformación de las relaciones ideológicas, entre ellos la no correspondencia entre lo ideal y lo real en un contexto histórico – concreto.
Uno de los aportes del psicólogo A. Luria que fundamenta este  estudio, está en la naturaleza histórico social de la actividad consciente del hombre a partir del problema clave de la Psicología: el de la acción voluntaria (su aspecto no solo biológico, sino con respecto a las relaciones sociales). El origen y la estructura de la acción voluntaria sirven como modelo especial para estudiar todas las formas de regulación consciente de la actividad del hombre.
Formuló su tesis de que los orígenes de la psiquis “hay que buscarlos no dentro del cerebro ni en los mecanismos de los procesos nerviosos, sino en la relación real del hombre hacia la realidad, en su vida social, la cual constituye la auténtica fuente de las formas más complejas de la actividad consciente del hombre”
Cita más adelante:
“ Lo social (...)- no interacciona simplemente con lo biológico; lo social forma nuevos sistemas funcionales, utilizando los mecanismos biológicos, asegurando con ellos las nuevas formas de trabajo, y justamente, la constitución de tales “formaciones funcionales” implica la aparición de las formas superiores de la actividad consciente, los que surgen en el límite entre lo natural y lo social” (Luria, 1988: 260 en Lahera 2004).
 Este punto de vista en la filosofía marxista, opinamos,  es el sustento del protagonismo del sujeto social, explica la conexión entre el mundo interno y externo del sujeto y su actividad consciente. En el caso particular por ejemplo de un adolescente, “comienza a desarrollarse aquellos procesos internos que conducen, a fines de la misma, a la formación de puntos de vista y orientaciones valorativas relativamente estables e independientes, a la formación de un sistema de actitudes hacia lo que los rodea y hacia las valoraciones de sí mismo que también resultan relativamente estables” (Báxter, 2002: 166).
De hecho la actividad valorativa es esencial en esta etapa  de la vida, donde el elemento básico es la formación de la convicción;  a decir de Rubinstein, S. L. en Principios de la Psicología General, considera que el hombre hace suya una convicción cuando la interioriza con pleno conocimiento de su justeza, le da su propio calor emocional y regula su comportamiento en correspondencia con ella, o sea, pasa a formar parte de su individualidad. Este autor lo describe de la siguiente manera:
... El hombre no entiende por su yo todo lo que influya en su psiquis, sino únicamente lo que el ha vivido en particular y que forma parte de la historia de su vida íntima. No toda idea que penetra en su conciencia la reconoce el hombre como propiamente suya, sino únicamente aquella que no adoptó ya lista, sino de la que se apropió y sobre la cual reflexionó, es decir, aquella idea que apareció a base de su propia actividad. El hombre tampoco reconoce todo sentimiento que ha rozado ligeramente su corazón como el suyo propio, sino únicamente aquel que determina su vida y su actividad  (Rubinstein,  1977:746 en Lahera 2004).
Podemos afirmar sobre esta base que para la formación ideológica y en valores, se debe tener en cuenta el desarrollo de los procesos psíquicos de la personalidad y la relación que se establece con el medio socio – histórico para lograr la reflexión, el análisis, la valoración y llegar a  conclusiones propias, todo lo cual contextualiza este proceso formativo, reflejando esa realidad objetiva en la conciencia individual mediado por la práctica.
No se trata solo de definir la ideología y los valores que se quiere formar, sino desde un enfoque histórico - concreto saber determinar las tareas, el contenido, los medios, métodos propios de este proceso de formación  orientar y promover un resultado.
En correspondencia con los cambios de la sociedad cubana desde la década del 90, la pedagogía cubana (La Formación de Valores en las nuevas generaciones, 1996), se ha planteado en este orden:

  • El problema del ideal del hombre a formar y los valores que lo caracterizan.
  • Concebir el ideal de hombre en cualidades como el ser generoso, altruista, independiente y creador sustentado en la obra de José  Martí.
  • Establecer una jerarquía de valores dada en el independentismo, patriotismo, dignidad, humanismo, amor a los humildes, laboriosidad, y actitud de amor y respeto a la familia y los hijos.
  • El reconocimiento al papel y la labor del maestro.

En ello participan de manera protagónica todos los factores sociales, según el papel del sujeto social que tiene sus propias particularidades según la sociedad.