La explicación  del uso de la segunda persona del singular desfocalizadora sólo puede hacerse  a partir de la pragmática, pues desde una perspectiva puramente gramatical  resultaría imposible.
  Ej.: Yo le  contaba todo a mi mamá, pero también a mis amiguitas, porque siempre uno tiene  quien le guarde sus secretos. Pero la madre es lo principal, ella es la que te puede  ayudar de verdad. Las amiguitas hay veces que te dicen algo equivocado,  ve, y tú lo haces porque es tu amiguita.  (Inf. 1)
  Si  de la intervención anterior extraemos la última oración (“Las amiguitas hay  veces que te dicen algo equivocado, ve, y tú lo haces porque es tu amiguita”) y la interpretamos  por sí sola, advertimos un uso de la segunda  persona del singular meramente referencial. La lectura desfocalizadora  sólo es posible teniendo en cuenta el cotexto y el contexto extralingüístico en que se produce dicho uso. Esto equivale a  decir que el uso desfocalizador de la segunda persona del singular no  tiene cabida en la oración, sino en el enunciado (Vid supra Capítulo 1, subacápite  1.1.3).
  De  los tres modos enunciativos (Vid supra Capítulo 1, subacápite 1.1.3), es el  alocutivo el que sienta las bases para la aparición y desarrollo del uso  lingüístico estudiado. Al centrarse en la segunda persona del singular, el  sujeto enunciador desaparece y, ya en medio de la desfocalización, se pierde la  referencialidad del interlocutor, deshaciéndose así la identidad del sujeto del  enunciado.
  Como  apuntamos en el capítulo anterior, el uso estudiado se inserta en los actos de  habla asertivos, pues con él el hablante pretende reflejar el estado de cosas  del mundo (Vid supra subacápite 1.2.1). Es importante recordar ahora las  reflexiones de Van Dijk, quien manifiesta que con nuestra enunciación  lingüística expresamos un significado, a través del cual nos referimos a un  objeto y le atribuimos una propiedad, creando así una conexión entre el enunciado  y una serie de hechos. Esta acción semántica es consciente, pues sabemos lo que  decimos y lo controlamos a través de la forma del enunciado (Vid supra Capítulo  1, subacápite 1.1.2).
  En  este punto resulta pertinente referirnos a las modalidades de enunciación, de  las cuales debemos señalar la aserción (donde  se inserta el uso lingüístico estudiado), la cual se presenta en forma de  oración declarativa, como una certidumbre.
  En  el ejemplo expuesto al inicio de este acápite la informante comienza hablando  de sí misma. Luego generaliza al emplear la forma uno, y es a partir de la  segunda oración que aparece la segunda persona desfocalizadora. Es  precisamente en esta parte donde la entrevistada trasciende los límites de su  experiencia para ofrecernos una verdad general (la suya). Aun en caso de ser  incorrecto lo que dice, la entrevistada ofrece una impresión de verdad que  acentúa al involucrar a su receptor en lo enunciado; es decir, manifiesta su  conciencia de la veracidad de lo que dice.
  En  ello desempeñan un papel importante también las relaciones sociales que se  establecen entre los enunciadores (enunciador – enunciatario) específicamente  la tonalidad predicativa y la tonalidad intencional. La primera la  advertimos en la manera como el locutor se asume en términos de enunciador, o  sea, en una voz de pedagoga o de autoridad1  (ésta  se complementa con la búsqueda de un aliado).
  Ej.: E2 : ¿Es  fácil ir a un hotel en la ciudad con moneda nacional?
                 I: Bueno, en moneda nacional te queda el Villa Azul y el Comodoro.  Ahí sí puede ir cualquier persona y es fácil. Tú vas a la carpeta y alquilas o vas al buró de reservaciones. (Inf.12)  3
  En  este caso - y en todo aquel donde se explica un proceso - el entrevistado asume  una voz pedagoga en la medida que enseña, instruye o emite un conocimiento que  sabe o cree no posee su interlocutor. En términos de intención, no espera nada  del oyente; simplemente lo informa. 
  La  autoridad se aprecia en casos como el siguiente:
  Antes la cerveza de  botella estaba por donde quiera, buenísima, siempre había de todo, hasta la de  termo era buenísima. Ahora la que viene es agua, y el bocadito de puerco…esos  son los carnavales. Antes tú salíascon veinte pesos y te podías emborrachar.  Ahora tú tienes que sacar  quinientos pesos y ni te ajumas; es diferente a  todo. (Inf. 10)
  En  este ejemplo advertimos la voz de autoridad, que no está dada por una intimidación  al interlocutor ni por una posición de prepotencia por parte del emisor. La  autoridad subyace en la fuerza de la aserción; es decir, en la certidumbre del  hablante o su creencia de la veracidad de su planteamiento. Además, el  informante impone su criterio al darle ese valor de genericidad a su verdad e  involucrar en ello a su anunciatario, sin saber si este coincide o no con su  criterio.
  En  este ejemplo, amén de la autoridad del sujeto enunciador, hay una búsqueda de  aliado; es decir, el emisor hace a su interlocutor asumir un papel hipotético,  de forma tal que éste se siente más identificado con lo que se expresa.
   Esto se encuentra íntimamente vinculado a  la   tonalidad  intencional. Cuando se produce la desfocalización a través de la segunda  persona del singular, como en ese caso, el hablante busca un aliado;  pero hay otros en los que sí intenta convencer, a través de un acto  argumentativo dentro de la aserción:
  Aquí las cosas  empiezan bien, pero después se van dejando de lado. Mira el mismo caso de la Anacaona. Empezó  bien, con un servicio de calidad, pero ha ido disminuyendo y en ocasiones vas y ni siquiera tienes la cena, porque no la preparan o eso no es lo que tú buscas para tu paladar.  (Inf.3)
  Por  otra parte, nos parece importante referirnos a la alternancia de las formas  informal y de respeto en el uso desfocalizador de la segunda persona del singular (Vid supra subacápite  2.2.2).
  Ej.: La oferta hoy  es la misma en todas partes, como la empresa es la misma. Lo que te venden tú lo tienes que comprar, le  echan un mejunje y tú te lo tienes que comer. Antes usted iba al  Venecia y usted se comía una pizza y  un espagueti por  $1.20. (Inf.18)
  En  este caso, la forma de respeto irrumpe después de haberse utilizado la  informal. Dicha aparición viene acompañada de una entonación, una enfatización  tal, que responde a la intención del hablante de reforzar el enunciado. Es  decir, al emplear dicha forma después del tú,  persigue subrayar lo que  dice, dotar de  mayor oficialidad y verosimilitud su planteamiento; impregna así mayor fuerza a  la aserción.
  Del  análisis cuantitativo en general se deriva que las variables extralingüísticas  escogidas (relativas al emisor) carecen de incidencia en el uso desfocalizador  de la segunda persona del singular. En su mayor o menor frecuencia de  uso resulta de vital importancia el condicionamiento situacional; es decir, las  características contextuales  que  propician la desfocalización del centro deíctico en sentido general y que ya  fueron señaladas por la   Dra. Irina Bidot en su tesis doctoral: el grado de confianza asumido por el  hablante al establecer un diálogo con cualquier interlocutor;  la duración  de las intervenciones, pues mientras mayores son éstas, más condiciones  existen para la desfocalización; el desenvolvimiento  expresivo, debido  a que el laconismo  del hablante impide la aparición de los usos, esencialmente el estudiado; el  logro de un ambiente cómodo y armónico que  permita el desarrollo placentero del proceso comunicativo; y el dominio de las temáticas abordadas (Cfr.  Bidot, 2007:98- 100).
  Estas  características son recogidas  por la Doctora dentro del  condicionamiento situacional, en el esquema dedicado a las razones de  preferencia de la segunda persona del singular como desfocalizadora del centro  deíctico personal (Vea Anexo 8).
  Sobre  la base de sus criterios, hemos elaborado un esquema dedicado exclusivamente al  condicionamiento situacional (Vid infra Esquema 1), donde las características  contextuales básicas se mantienen. La diferencia estriba en el dominio del tema, que hemos preferido  llamar grado de conocimiento del tema.  Esto se debe a los resultados estadísticos de la frecuencia de uso en cuanto a  los grupos de edades. Como expresamos anteriormente (Vid supra subacápite  2.2.1), los menores porcentajes de aparición se aprecian en los más jóvenes,  mientras que la preferencia se advierte en el tercer grupo. Los informantes más  jóvenes respondieron a nuestras preguntas, incluso las comparaciones pasado –  presente. Dominaban el tema (el pasado se enmarcaba entre los años 70 y 90) ya  fuera por sus propios recuerdos o por referencias ajenas; sin embargo, lo  hacían con menor propiedad que los del último grupo. Éstos poseían mayor  capacidad y aptitud responsiva por haber pertenecido a ambos tiempos y haber  transitado el período que cubre el pasado – presente en un estado ya de madurez 4.
  Esto  conduce a la idea de que para la existencia de condiciones propiciadoras de la  desfocalización más que el simple dominio  de las temáticas abordadas (puede tratarse de un saber importado) influye  el grado de conocimiento del tema,  siendo en esto relevante la experiencia vivida por la persona. 
Mientras  mayor conocimiento posea el hablante y más experiencias tenga sobre lo que se  habla, mayor será su desenvolvimiento expresivo 5 así  como la fuerza de la aserción; es decir, el emisor estará más convencido de la  veracidad de lo que dice y, por tanto, se crearán mejores condiciones para la  desfocalización del centro deíctico personal.
  Aunque  el condicionamiento situacional es decisivo en la ocurrencia de la  desfocalización del centro deíctico personal, debemos apuntar que existe un  caso en el que resulta prescindible (Vea Anexo 6 Parte III).
  Se  trata de un momento de molestia en el que el hablante puede emplear las tres  formas (segunda persona del singular, uno, se) con sentido  desfocalizador. La preferencia por los usos quedó de la siguiente manera: uno (11), segunda persona del singular (5) y se(2). Como se habrá  advertido, todos los informantes reconocieron el uso en dicha situación, en la  cual no intervienen ninguna de las características contextuales anteriormente  mencionadas. 
  La  enunciación se produce espontáneamente, como resultado de una reacción  psicológica del hablante, y puede ocurrir incluso sin la presencia de un  interlocutor; o sea, el locutor puede valerse de estos usos a solas en una  especie de soliloquio (todos los informantes reconocieron haberlo empleado en  dicha situación). Esto equivale a que la segunda persona del singular desfocalizadora puede ser empleada fuera de la interacción verbal con un  interlocutor6 , aunque debe ser  contemplada dentro de la dimensión dialógica, pues el enunciado siempre está  dirigido al horizonte social responsivo de un auditor ( Vid supra Capítulo 1,  subacápite 1.2.1.3).
  Por  otra parte, hemos distinguido dos grados de desfocalización: una  desfocalización media y otra absoluta7 . La  primera es la perteneciente a aquellos actos asertivos donde se explican  procesos, y que responden directamente a una pregunta hecha con anterioridad.  (Véase la situación hipotética expuesta en la primera parte de la encuesta.  Anexo 7)
  Ej.: E:  ¿Qué se debe hacer si se es de otro lugar para pasar unos días en Puerto Padre?
                I: Bueno, están las casas de renta. Vas allí si tienes el dinero y el dueño te alquila, te dice la  habitación vale tanto y te quedas.  (Inf. 16)
  En  este caso el informante responde directamente a la pregunta hecha por la  entrevistadora. Para explicar el proceso, se vale de la segunda persona del singular desfocalizadora;  sin embargo, no podemos afirmar que se trate de una desfocalización total, pues  aunque el entrevistado expresa lo que debe hacer cualquier persona de otro  lugar para pasar un tiempo en la ciudad al emplear la segunda persona apunta  más a su interlocutor. Es decir, al mostrar interés la entrevistadora por ese  aspecto y  formular una pregunta que debe  ser respondida de forma directa, sin cabida a la subjetividad del informante, y  al explicarle éste específicamente lo que ella desea saber – y que puede hacer  por tratarse del presente – la entrevistadora queda más marcada, más focalizada  como participante del coloquio en la respuesta. Aunque el enunciado no deja de  tener una lectura generalizadora, la identidad del oyente no llega a  desdibujarse completamente. Por ello hablamos de una desfocalización media.
  En  otros casos, encontramos una desfocalización absoluta:
  Ej.:  E: ¿Por qué hubo tanto problema con los alimentos en el período especial si  había libreta?
  I: Es verdad que  había libreta, traían sus productos, pero, ¿qué tú le echas al arroz?, porque tú no puedescomer arroz solo.  (Inf.18)
  Ej.: La diversión,  todo era distinto. Tú en las pistas  bailabas, eran pistas en las que tú tenías diferentes orquestas, que tú podías… que se apreciaba la cultura, y entonces con esas  orquestas que aunque fueran de la región tú bailabas, te divertías…  (Inf. 3)
  En  el primero de los ejemplos la entrevistadora hace  una pregunta y el informante responde, pero  su respuesta, aun cuando pudiera corresponderse con la de otras tantas  personas, está impregnada de la subjetividad del hablante, de su experiencia  personal. Además, en lugar de emplear el modo enunciativo delocutivo, para  impersonalizar su enunciado, utiliza el alocutivo (tú) con la segunda  persona singular desfocalizadora para ilustrar mejor el problema y  facilitar la comprensión por parte del receptor. Aquí el sujeto del enunciado  podría ser cualquiera.
  En  el segundo, la informante no responde a ninguna pregunta en específico. La  entrevistadora le había preguntado si encontraba diferencia entre los  carnavales de antes y los de ahora. La entrevistada comienza a comparar desde  distintos puntos y en un momento determinado llega al problema de la diversión.  En esta parte, que resulta espontánea (podría no haberlo referido) aparece la segunda  persona del singular desfocalizadora, quedando totalmente desdibujados  los límites de referencialidad. De aquí resulta que mientras menos directamente  respondan los enunciados a preguntas concretas, más espontáneo sea su uso y  mayor subjetividad haya en ellos, más completa será la desfocalización.
  Resulta  relevante también señalar que la segunda persona del singular  desfocalizadora puede emplearse con distintos  referentes deícticos 8 (Vid  infra Esquema 2). En esto excluimos la desfocalización media, porque a pesar de que la identidad del interlocutor no llega  a despersonalizarse, es posible una lectura indefinida; de ahí que no haya un límite  definido entre la referencialidad (a la segunda  persona) y la no referencialidad.
  Existen  casos en los que la segunda persona del singular desfocalizadora (absoluta) no  ofrece una lectura genérica o universal debido a la presencia de referentes  deícticos: referencia a la tercera y a la primera personas del plural.         
       Ej.: …lo que le están echando a la  carretera son los pegotes esos de chapapote, en vez de echar, no sé, algo que  sirva. Eso no sirve. Los mismos coches…a veces los caballos se caen y todas  esas cosas y es por eso, porque eso está malo, resbalan con esa misma melcocha.  Las calles están malísimas. Hay veces que las arrancan porque las van a hacer  mejores y no hacen nada. ¡Entonces no las arranques! (Inf. 1)
  Ej.: Yo no  me meto en eso, porque los jóvenes tienen que vivir su vida. Lo que pasa es que  los que estamos pensando arriba queremos que vivan la vida de nosotros. Ah, que  le duren los matrimonios veinte años, no, ¿por qué? Déjalos a ellos vivir tranquilos, déjalos que hagan lo que quieran, que se casen cuando les dé la  gana o no se casen… (Inf. 18)
  En  ambos ejemplos el informante emplea la segunda persona del singular para  referirse a la tercera del plural. En  el primero la referencia abarca un grupo indefinido: las persona involucradas  en la dirección de ese proceso. En el segundo, apunta a las personas mayores,  fundamentalmente a los padres.
  Ambos  casos coinciden con el segundo de los señalados por María Leticia Moccero (Vid  supra Capítulo 1, subacápite 1.2.1.3). El emisor se refiere a “otros” que  tienen esas actitudes que censura. Evita el empleo de la tercera persona, ya  que su utilización pondría más distancia. También así crea afiliación, pues  está asumiendo que el oyente comparte su opinión. Aquí ambos participantes  (entrevistadora y entrevistado) entienden que el hablante está usando la segunda  persona del singular desfocalizadora, ya que si se estuviera dirigiendo  realmente al oyente estaría efectuando una amenaza a la imagen social de éste,  sin mitigación alguna, lo que sería un acto descortés (Cfr. Moccero, 2003:  349). Esta referencia a la tercera  persona del plural facilita una lectura indefinida de tipo existencial (Vid  Anexo 1).
  Existen  también otros casos en los que el hablante se refiere a la tercera persona del plural sin haber en el enunciado ninguna  censura. Por ejemplo:
  Antes en los  carnavales no se usaba tanto eso de la música grabada. Traían orquestas buenas  de otras provincias y también se disfrutaba con las del patio. Ahora es distinto.  Ahora tú tienes que contratar la  orquesta más cara y te cobra miles y  miles. (Inf. 17)
  En  este ejemplo, la informante emplea la segunda persona del singular para  referirse a las personas encargadas de contratar las orquestas (ellos) sin  criticarlas.
  La  referencia a la primera persona del  plural se observa, por ejemplo, en el siguiente caso:
  Ej.: La mujer tiene  que cuidarse mucho, porque es duro cuando uno va y se casa… porque es el primer  hombre que vasa tener en la vida. (Inf. 13)
  Este  caso es similar al cuarto y quinto de los señalados por M. L. Moccero (Vid  supra Capítulo 1, subacápite 1.2.1.3). Para crear afiliación, la informante se  refiere al mundo compartido, pues habla de una cuestión común a ambos  participantes (su oyente, quien dirige la entrevista, también es mujer); apunta  a un grupo, las mujeres, del cual forman parte ambas y con el cual se  identifica; por ende, se refiere a un “nosotros”, impregnándose así la  desfocalización de un sentido totalizador (Vid Anexo 1). 
  Independientemente  de esto, la desfocalización a través de la segunda persona del singular (excepto  la empleada en ausencia de un interlocutor) sigue respondiendo a la función  comunicativo – pragmática de la persona gramatical, pues en casi todos los  casos su repercusión está dada por el condicionamiento situacional y por el  efecto comunicativo.
  Como  se habrá observado, la mayoría de los casos de desfocalización registrados  poseen una lectura genérica o universal. En éstos, el hablante protege su  imagen positiva al presentar su experiencia como un problema general y con ello  evita que se le dirija una crítica personal; logra entablar una conversación  objetiva sobre un problema que le afecta en particular; y manifiesta el tipo de  cortesía denominado in- group –  solidarity (solidaridad de grupo). (Cfr. Haverkate, 1994: 136)
  De  manera general, como estrategia, esta desfocalización minimiza el papel del  hablante en lo descrito y maximiza el del interlocutor, al hacerlo asumir un  rol hipotético dentro de lo enunciado.
  Tras  haber realizado la explicación pragmática de este uso lingüístico y con el  propósito de irnos acercando a la solución de nuestro problema científico,  encaminamos nuestra investigación hacia el estudio contrastivo de las tres  variables lingüísticas seleccionadas (segunda persona del singular, el  indefinido uno y el genérico se).
1 Esta es la más común y la que aparece en la desfocalización absoluta (Vid infra páginas siguientes).
2 Con E identificamos al entrevistador; con I, al informante.
3 Nótese que no se preguntó directamente por el proceso.
4 Los del primer grupo, para el año 90, no podían tener más de 12 años. Los del último, en cambio, podían haber tenido más de 37.
5 Consideramos el desenvolvimiento expresivo como una característica básica del condicionamiento situacional, porque a pesar de que en él influye el grado de conocimiento del tema, inciden también otras cuestiones como la capacidad de comunicación del hablante, que tiene que ver tanto con el conocimiento que posee de la lengua como con su carácter (éste puede implicar laconismo o locuacidad en la expresión).
6 Aunque no exista interacción verbal con un oyente, seguimos hablando de desfocalización porque la identidad del emisor del enunciado queda desdibujada y se alcanza una lectura indefinida universal.
7 Son términos creados por las autoras del presente trabajo.
8 Hablamos de referencias deícticas a personas que no intervienen en la interacción verbal (Ni “yo” ni “tú”). En estos casos no deja de haber desfocalización, porque la identidad de los participantes en dicha interacción queda despersonalizada.