EL NACIMIETO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO EN ANDALUCÍA

EL NACIMIETO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO EN ANDALUCÍA

Eduardo Escartín González (CV)
Francisco Velasco Morente
Luis González Abril

Universidad de Sevilla

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Sector exterior

Los países no suelen satisfacer autárquicamente sus necesidades; por lo general recurren al extranjero tanto para comprar como para vender.
Al considerar las relaciones económicas de un país con el resto del mundo, es preciso tener en cuenta que si de los ingresos que las personas perciben por su participación en la producción interior se desvía una parte hacia el consumo de productos extranjeros, o sea, hacia las importaciones, el efecto es similar al descrito en el caso del ahorro: que la parte equivalente al valor de las importaciones deja de consumirse de lo producido en el interior del país y eso originará producto sobrante y en el futuro paro. Tal situación se compensaría si ese producto sobrante se vendiera en el extranjero.
Así pues, en lo que al sector exterior concierne, habrá equilibrio si, en lo referente a bienes y servicios, el valor de las exportaciones es igual al de las importaciones. Diríamos gráficamente que las exportaciones alimentan a nuestra población, mientras que las importaciones dan de comer a los extranjeros. Estas ideas proceden de antiguo, ya Cantillon (1996 [1755]: 145) decía: las damas de París sustentan y mantienen a cuantas personas invierten en la confección de los encajes de Brabante que ellas compran. Y, a esto añadía (ibídem, p. 147): la exportación de cualquier manufactura es ventajosa al Estado, porque en este caso el extranjero paga y sustenta siempre obreros útiles del nuestro.
Retomando el concepto de equilibrio en la balanza comercial con el resto del mundo, si designamos por X la cantidad de bienes y servicios exportados, por PX su índice de precios, por M la cantidad de bienes y servicios importados, por PM su índice de precios y por t el tipo de cambio que permite pasar de precios en moneda extranjera a precios en moneda nacional, dicho equilibrio se expresa así:
                                             X · PX = M · PM/t                                             (5)
Siendo la moneda nacional el euro, el tipo de cambio, t, es el número de unidades monetarias extranjeras que se obtienen con 1 euro. Por ejemplo, si la unidad monetaria extranjera es el dólar y el tipo de cambio del euro es 1,2 respecto a esa moneda, 20 € equivalen a 24X1,2= 24 $ (y a la inversa: 24 $ son 24/1,2= 20 €).
En las economías dinámicas, en las que los pagos internacionales también se difieren y las rentas procedentes del exterior y las que en él se abonan durante un año tampoco coinciden, raramente se da la igualdad (5). Pero si, al comparar dos periodos, resulta que se logra mantener la misma cantidad de X vendiéndola a un PX mayor que el precedente, a la vez que PM se mantiene aproximadamente constante, entonces el comercio exterior del país mejora respecto al año anterior. Ello se debe a que en el segundo periodo el valor de un mismo volumen de exportaciones es superior al del primero y con él se pueden comprar más cantidad de importaciones cuyos precios apenas han variado. Es decir, con idéntico esfuerzo productivo en el interior se consigue del exterior un mayor resultado.
La relación real de intercambio (RRI = = ) es el índice estadístico que permite medir los resultados del comercio exterior. Cuando arroja el valor 1 se considera que la situación es neutral o de equilibrio; si es superior a uno la situación del comercio exterior es favorable al país y desventajosa si es inferior a uno. De todas formas, aunque se esté por encima de uno (o por debajo) cada vez que aumenta la RRI se mejora respecto al periodo anterior y viceversa: se empeora cada vez que disminuye la RRI.
Ahora bien, frecuentemente ocurre que si sube el precio de las exportaciones la cantidad exportada disminuye mucho, de forma que el valor resultante es menor que el anterior. Esto sucede así cuando la cantidad demandada por los extranjeros del producto de exportación es muy sensible al precio, de modo que, al final, la cantidad vendida varía proporcionalmente más que la variación del precio; demanda elástica es el nombre que recibe la demanda que se comporta de esta manera.
Aclaremos esto con un ejemplo: si la cantidad demandada por los extranjeros, o exportada por nosotros, es 10 y su precio 20 en la primera situación y la cantidad exportada es 8 (descenso de un 20%) y su precio 22 (subida de un 10%) en la segunda situación, resulta que el valor de lo vendido al extranjero en la segunda situación (8 x 22 = 176 €) es menor que el valor de la primera (10 x 20 = 200 €). Si el valor de las importaciones sigue siendo 200 (por ejemplo, y con el tipo de cambio en 1,2, tal cifra podría ser la proporcionada por 8 x 30$ / 1,2 = 200 €) el saldo del comercio exterior arroja un déficit, el cual suele provocar una depreciación del tipo de cambio de la moneda del país que lo padece (supongamos que t se deprecia moderadamente hasta el valor 1,14, que equivale a un 5%). Tras la depreciación del tipo de cambio el mismo volumen de importaciones pasa a valer más que antes, (en concreto sería 8 x 30$ / 1,14 = 210,53 €). Si ahora suponemos que los precios de las exportaciones han subido en mayor proporción que los precios de las importaciones (por ejemplo, si éstos suben en un 5% y pasan a un precio de 31,5$, mientras que aquéllos suben como antes se había supuesto, un 10% y pasan a un precio de 22€), aparentemente la RRI debería aumentar, pero eso no es así, sino todo lo contrario en este ejemplo, ya que en las circunstancias descritas la RRI desciende, porque se necesitaría un mayor esfuerzo en cantidades exportadas para equilibrar en valor el mismo volumen de importaciones. (Según el ejemplo, éstas valdrían: 8 x 31,5 $/ 1,14 = 221,05 € y se necesitaría exportar 10,05 unidades al precio de 22€ para equilibrar el valor de las importaciones). Como se ve, para obtener del extranjero lo mismo que antes, ahora se necesita exportar más cantidad.
Aunque el ejemplo está amañado para que dé tal resultado, en la realidad suele ocurrir algo semejante. En general, la inflación interior provoca una contracción de la cantidad exportada, excepto si el tipo de cambio se deprecia lo suficiente de modo que el precio en moneda extranjera resulte más barato. Si esto no sucede habrá un déficit entre el valor de lo exportado y lo importado. De por sí tal déficit, sobre todo si persiste a lo largo de bastantes periodos, ya implica problemas económicos para el país que lo sufre, pues tiene que saldarlo con un movimiento en sentido contrario de la balanza de capitales. O sea, el país se iría descapitalizando o endeudando con el extranjero, excepto si recibe de éste capitales ya sea mediante donaciones, ya sea mediante inversiones de capital. En España la perenne balanza deficitaria de bienes y servicios ha sido compensada por la inversión de capital extranjero y por el saldo favorable de las transferencias de capital con la UE. Pero está próximo el final de estas dos vías de financiación del déficit comercial de la balanza de pagos, en particular el de las transferencias de capital de la UE debido a su última ampliación. También se están agotando las posibilidades de inversión rentable en nuestro país por parte de los extranjeros. En consecuencia, se prevé un grave problema para la financiación de la economía española en un futuro ya inminente.
Lo mismo sucede cuando, en lugar de exportar poco, se compra cada vez más en el extranjero. También se provoca un déficit en la balanza comercial, pero ahora porque se importa mucho más de lo que se exporta. Además puede ocurrir que se sumen los dos efectos aumentándose considerablemente el déficit, como así pasa en España que, se vende poco en el exterior y como, por otra parte, se produce poco y con escasa productividad, se compra mucho en el extranjero.