Desde el siglo pasado, el mundo enfrenta  una crisis ecológica, la cual se ve reflejada principalmente en una creciente  pérdida de la biodiversidad (Jiménez et  al., 1999), situación asociada de manera directa e indirecta con el incremento  de la población humana y las condiciones de vida moderna de la sociedad. Este  problema ha trascendido e influido en el desarrollo económico de los países  latinoamericanos, principalmente aquellos en donde viven sociedades indígenas y  campesinas, cuya subsistencia depende del manejo de los recursos naturales  disponibles en su entorno inmediato, esto en virtud de que, los planes de  desarrollo de los países capitalistas precisan la búsqueda de nuevos recursos  vegetales en ambientes donde habitan estos grupos humanos. La búsqueda de  recursos en los países latinoamericanos tiene como finalidad coadyuvar a satisfacer  las necesidades básicas de la población, y obtener materias primas para el  desarrollo de las industrias (Caballero, 1987; Jiménez et al., 1999), sin embargo, esta situación provoca desigualdad e  inequidad en el acceso al uso de los recursos naturales, por lo que, los grupos  de familias indígenas y campesinas buscan otras estrategias que les permite  subsistir dentro del sistema mayor capitalista.
Las estrategias de subsistencia de las familias indígenas y campesinas son diversas, por ejemplo, migración a las ciudades, comercio ambulante, venta de fuerza de trabajo en las obras de construcción, elaboración de artesanías con recursos y materias locales, recuperación de suelos erosionados, rotación e imbricación de cultivos, aplicación de técnicas agroecológicas sustentables, búsqueda de otros recursos naturales para complementar la alimentación y establecimiento de huertos en áreas adyacentes a las viviendas, siempre y cuando, en éstas, haya espacio disponible.
Los  huertos familiares son importantes en los ambientes rurales. De éstos, se  obtiene una amplia diversidad de productos útiles para las familias campesinas,  además, a nivel local, desempeñan múltiples funciones. Los  productos alimenticios 
  o de condimento que se obtienen de los huertos  familiares, satisfacen en muchas partes del mundo  las necesidades básicas de la familia, abasteciendo  fundamentalmente un complemento alimenticio durante todo  el año (Wezel y Bender, 2003). Así mismo,  la diversidad vegetal de estos sistemas, provee de otros beneficios, como son plantas medicinales,  condimentos, plantas ceremoniales y ornamentales, plantas  rituales, productos para venta en los mercados locales, alimento para animales  domésticos, combustible (leña), materiales para la construcción, cercos de  protección y  dormitorio para aves.  
En México, la satisfacción de las necesidades básicas de las familias que habitan ambientes rurales no es fácil, ya que son los grupos menos favorecidos por los programas, planes y proyectos en el contexto de las políticas de desarrollo nacional. Ante esta situación, muchas de las familias deben buscar alternativas para satisfacer sus necesidades básicas, principalmente la alimentación. En las comunidades rurales del territorio mexicano, una de las estrategias utilizadas por las familias campesinas e indígenas, es la implementación y ampliación de espacios en donde se cultivan especies vegetales, las cuales pueden ser utilizadas para varios fines y propósitos. En México, los espacios adyacentes a la vivienda en donde se cultivan especies vegetales útiles a las familias son denominados agroecosistemas o huertos familiares, los cuales son diversos en su estructura, diversidad, dimensiones y funciones (económica, ambiental, ecológica, ornamental, ritual, ceremonial, alimenticia, medicinal, recreativa, sociocultural, paisajística y educativa).
Los huertos familiares a diferencia de la agricultura de  monocultivos, son un ejemplo de agroecosistema (Caballero, 1992; Pérez  y Cruz, 1994; Villa y Caballero, 1998) en  donde se combina la  sustentabilidad ecológica y socioeconómica (Peyre et al., 2006), estas dos características permiten que los huertos  familiares sean considerados ecológicamente sustentables  y estables (Nair, 2001). Estos espacios geográficos que forman parte de las viviendas  en los ambientes rurales, son sistemas  diversificados y muy productivos, trabajados por la unidad familiar (Rebollar et al., 2008). En estos ambientes se  ha logrado desarrollar y conservar una alta  agrodiversidad, convirtiéndose en   sistemas agrícolas más productivos (Guerrero, 2007).
   
  Actualmente, diversos estudios e  investigaciones demuestran que las plantas alimentarias, así como las  ornamentales y las medicinales, ocupan los tres primeros lugares de importancia  en los huertos familiares o agroecosistemas (Pérez y Cruz, 1994; Villa y  Caballero, 1998; Vogl et al.,  2002). Con base en este razonamiento, las investigaciones que se realizan en  los espacios geográficos que ocupan los huertos familiares, proporcionan  elementos valiosos de análisis para reconsiderar la importancia de las  funciones y utilización de las partes de las plantas existentes en los huertos  familiares.
Para demostrar la multifuncionalidad de los huertos familiares en México, fue realizada una investigación de campo en la porción sur del Estado de México, la cual está ubicada en la Provincia Fisiográfica de la Sierra Madre del Sur, esto con la finalidad de identificar la diversidad de plantas existentes en estos agroecosistemas, su estructura, organización y manejo por parte de las familias campesinas. Fueron estudiados 200 huertos familiares de 74 comunidades (70 del medio rural y 4 del medio urbano). Las comunidades seleccionadas pertenecen exclusivamente a 24 municipios del sur del Estado de México. Se aplicaron 200 cuestionarios y 100 entrevistas no estructuradas a los habitantes propietarios de huertos familiares, esto con el propósito de conocer la importancia de la existencia de los huertos, las plantas que les proporcionan beneficios, los usos de los productos cosechados, la organización social para su manejo y desde luego, la diversidad de plantas en los ambientes de los huertos familiares.
Mediante la utilización de cartas geográficas, escala 1: 50 000, fotografías aéreas, ortofotos, imágenes de satélite y el equipo Diferential Global Position System (DGPS) se realizaron veinte recorridos por las 74 comunidades de los 24 municipios del sur del Estado de México, ubicados en el contexto geográfico de Provincia Fisiográfica Sierra Madre del Sur. El trabajo de campo se realizó en el periodo comprendido entre enero del año 2010 y diciembre del año 2012, esto con la finalidad de visitar los huertos en diferentes estaciones del año, registrar los nombres de las plantas conocidas por los campesinos, conocer la diversidad de productos obtenidos, las funciones principales y su comercialización en los mercados locales y regionales. En este mismo período se realizó toma fotográfica para ilustrar este libro.
El trabajo de campo y la observación participante permitieron identificar la diversidad de especies herbáceas, arbustivas y arbóreas que se encuentran en los huertos y que son conocidas por sus propietarios, la superficie que ocupan los huertos y la procedencia de los vegetales, pues se encontró que existen especies cultivadas compartiendo un mismo espacio con especies silvestres que han sido trasladadas e introducidas por los pobladores, desde su hábitat natural (ecosistemas de selva baja caducifolia, bosque subtropical caducifolio, zona de transición ecológica y bosque subtropical perenifolio) hasta el entorno inmediato de las viviendas, o sea, el espacio destinado a los huertos, desde luego un ambiente manejado mediante la práctica de diversas actividades que favorecen la adaptación de las plantas a un hábitat diferente (adaptación biológica) (Darwin, 1999).
Durante los recorridos de campo se  contabilizó e identificó únicamente el número de especies y plantas conocidas  por las familias campesinas, ya que en los huertos de esta región prospera una  amplia diversidad de plantas arvenses, principalmente durante la época de  lluvias. En cada uno de los huertos de estudio, fueron recolectados especímenes  herbáceos, arbustivos y arbóreos; cada espécimen se procesó según Lot y Chiang  (1986). La identificación taxonómica de los especímenes fue realizada por  especialistas en botánica de la Universidad Autónoma del Estado de México,  verificando los nombres científicos con base en Martínez, M. (1987) Catálogo de Nombres Vulgares y Científicos  de Plantas Mexicanas.
  El sustento teórico de la investigación  fue la Ecología Cultural (Steward, 1955), la Agroecología (Gliessman, 2002) y  la Geografía Ambiental (Bocco, 2007), que en interacción, permitieron  comprender las condiciones, estructura, organización y funcionamiento de los  huertos familiares en esta región de México. El análisis teórico y metodológico  se completó con otras investigaciones realizadas en distintas regiones del  país, principalmente en el Sureste Mexicano (Mariaca, 2012).
Los resultados obtenidos en esta investigación demuestran que las especies vegetales conocidas por las familias campesinas y existentes en los 200 huertos de la Región Sur del Estado de México, tienen diversos usos y funciones, los más importantes son: ecológicos, alimentarios, forrajeros, medicinales, ceremoniales, de protección y delimitación, artesanales, herramientas agrícolas, de esparcimiento, ornamentales, de conservación de suelo y agua, generación de microclimas, combustibles, construcciones y dormitorio de especies animales domésticas. Además, la amplia agrobiodiversidad de los huertos familiares esta relacionada con las condiciones fisiográficas, biogeográficas, ecológicas y socioculturales de la Provincia Fisiográfica Sierra Madre del Sur en el contexto del territorio mexicano.
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