LOS HUERTOS FAMILIARES EN UNA PROVINCIA DEL SUBTROPICO MEXICANO

José Isabel Juan Pérez

Los huertos familiares: agroecosistemas sostenibles

El principal reto de la agroecología es el diseño de agroecosistemas sostenibles, obteniendo sistemas con características de un ecosistema natural y al mismo tiempo mantener una cosecha deseable, o sea, mantener el recurso base del cual se depende, aportando un mínimo de insumos artificiales externos al sistema de producción, manejando las plagas y enfermedades mediante mecanismos internos de regulación y al presentarse las perturbaciones ocasionadas por las prácticas de cultivo y la cosecha, el sistema debe tener la capacidad de recuperarse (Gliessman, et al., 2007). Un ejemplo de esta clase de sistemas son los agroecosistemas tradicionales.

Los agroecosistemas tradicionaless ofrecen innumerables alternativas de prácticas agrícolas realmente sostenibles y su estudio puede contribuir al desarrollo de prácticas de manejo ecológicamente sanas, esto debido a lo siguiente: 1°. Están basados en la siembra de una diversidad de cultivos y variedades, generalmente en forma de policultivos;  2°. Maximizan la seguridad de las cosechas usando bajos niveles de tecnología; 3°. Poseen un limitado impacto ambiental y se adaptan bien a las condiciones locales; 4°. Contienen cultivos variables y adaptados, como también parientes silvestres de los cultivos; 5°. No depende  tanto de insumos externos como los plaguicidas, fertilizantes y la irrigación artificial; 6°. Hacen un uso amplio de recursos renovables y disponibles localmente; 7°. Poseen un reciclaje de nutrimentos, por ejemplo, el compostaje; 8°. Conservan diversidad biológica y cultural; 9°. Usan la producción para satisfacer primero las necesidades locales; 10°. Son relativamente independientes de factores económicos externos, y 11°. Están construidos sobre el conocimiento y la cultura tradicional (Gliessman, 2002; Gliessman, et al., 2007).

Muchos agroecosistemas tradicionales latinoamericanos son sistemas pequeños, separados geográficamente, ocupando una variedad de nichos ecológicos (Altieri, s/a). Comunidades campesinas e indígenas de México, utilizan diversas formas de agricultura tradicional para la obtención de productos y benéficos de uso diario. Entre las estrategias más comunes se pueden citar: multicultivos, en los que se siembra en un mismo terreno, diversas variedades del mismo cultivo; agrosilvicultura, en la que cultivos y árboles se siembran juntos; y los policultivos, una forma más compleja de cultivos en la cual se desarrollan juntas, un gran número de plantas distintas que maduran en momentos diferentes.

El huerto es un agroecosistema universal, se le encuenta en todas partes del mundo y es un sistema básicamente agroforestal, destinado al aprovechamiento de frutas, madera, leña y sirve de manera importante, para dar sombra a los lugares (Mariaca et al., 2010). Dentro de estos agroecosistemas tradicionales caracterizados por policultivos, están inmersos los denominados solares (Caballero, 1992; Villa y Caballero, 1998; Álvarez et al., 2001; Guerrero, 2007; Vara, 1980; Acosta 1995; Jiménez et al., 1999; Mariaca et al., 2010), traspatios (Vazquez, 1994; Rebollar et al., 2008), patios (Stuard, 1993), huertos familiares (Rico et al., 1990; Caballero, 1992; Pérez y Cruz, 1994; Villa y Caballero, 1998; Nair, 2001), Cantilas (Juan y Madrigal, 2005; Juan et al., 2007), huerto familiar (Juan y Madrigal, 2005).

Ecológicamente, los huertos familiares cumplen una amplia diversidad de funciones, por ejemplo, representan espacios geográficos conservadores de germoplasma in situ, además son utilizados como refugio de especies vegetales silvestres que han desaparecido de su hábitat natural, convirtiéndose en espacios importantes para conservar la agrobiodiversidad de la región y sus recursos fitogenéticos utilizados en la alimentación y la agricultura. (Villa y Caballero, 1998; González, 2002).

A diferencia de la agricultura de monocultivo, los agroecosistemas son más complejos, sustentables, estables y multifuncionales debido a que están integrados por personas, plantas, animales, suelo y agua en un área bien definida, y cuya estructura, funcionamiento y manejo dependen de la organización familiar (Nair, 2001; Albuquerque et al.; Juan y Madrigal, 2005; Juan et al., 2007). Los agroecosistemas son espacios importantes en donde se realiza una domesticación y adaptación de especies arbóreas y arbustivas, al igual que de variedades, razas e individuos, debido a lo cual se tiene una gran variabilidad genética (Pérez y Cruz, 1994; Jiménez et al., 1999). Como lo señala Mariaca (2012), Los huertos familiares o agroecosistemas son sistemas complejos, y para conocer su estructura, organización y funcionamiento es importante recurrir a fundamentos teóricos que nos ayuden a comprender las relaciones e interrelaciones entre los componentes físicos, componentes biológicos, y componentes socioculturales.

Mariaca (2012), Refiere que para el estudio de la estructura y función de los agroecosistemas o huertos familiares es importante tener presente los atributos ecológicos (ecosistema, comunidad, población, individuos) y manifestaciones culturales (cosmovisión, historia, tecnología, organización familiar, función económica, construcción de conocimiento, procesos de domesticación, prestigio, valor de los productos, origen de las especies y significado de las especies presentes), lo cual puede conducir a una comprensión integral de la complejidad de estos sistemas productivos mexicanos. Este mismo autor establece que los elementos que conforman un huerto familiar son: a) físicos, b) culturales, c) socioeconómicos, d) historiocos, e) florísticos, y f) faunísticos.

Con base en los razonamientos anteriores y estableciendo asociaciones con las condiciones de los huertos familiares de la Región Sur del Estado de México, se concluye que estos espacios geográficos de la vivienda son agroecosistemas sostenibles, pues de éstos se obtienen muchos productos para las familias que viven en los ambientes rurales, complementan la alimentación de familias urbanas de la región y proporcionan beneficios ambientales. Estos sistemas pueden permanecer por muchos años, siempre y cuando, en su manejo sean aplicados los principios de la agroecología.

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